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ESTIGMA EN PSIQUIATRÍA
Perspectivas y Nudos Problemáticos
Compiladores:
Dr. Enrique Mendoza Gaitán • Dra. Graciela Beatriz Onofrio
ESTIGMA EN PSIQUIATRÍA
Perspectivas y Nudos Problemáticos
Compiladores:
Dr. Enrique Mendoza Gaitán • Dra. Graciela Beatriz Onofrio
ESTIGMA EN PSIQUIATRÍA
Perspectivas y Nudos Problemáticos
Fué impreso en los talleres de
Grupo Delema Hermanos S.A.
Tel. 2250-5923
Compiladores:
Dr. Enrique Mendoza Gaitán y Dra. Graciela Beatriz Onofrio
Diagramación:
Daniel Rodas
ÍNDICE:
PRÓLOGO:
Enrique Mendoza Gaitán (Presidente de APAL, 2016-2018)
INTRODUCCIÓN:
Graciela B. Onofrio (Coordinadora de Secciones de APAL, 2016-2018)
Cuando Guatemala decidió participar como país sede del XXIX Congreso
de la Asociación Psiquiátrica de América Latina, elaboramos un plan
de gobierno, que incluyera dentro de sus ejes temáticos de trabajo
“El Estigma en Psiquiatría y Salud Mental”, el cual se constituyó en el
tema prioritario. Durante el desarrollo del presente bienio (2016-2018),
los países miembros de la APAL, se han comprometido en apoyar,
incluyendo en sus diferentes Programas, temas relacionados con
el Estigma en Psiquiatría. Abordados en el marco de los Congresos
Médicos, Actividades Académicas, Discursos, Comunicados y una serie
de acciones dentro de sus Asociaciones y/o Sociedades o fuera de ellas.
5
Presentamos el libro “Estigma en psiquiatría: Perspectivas y nudos
problemáticos”. Como un esfuerzo del Comité Ejecutivo de la APAL
2016-2018.
6
INTRODUCCIÓN
Introducir una obra colectiva es siempre una ocasión jubilosa, sobre todo
teniendo en cuenta que hablan en esta obra voces de muchas regiones
emparentadas por un sentido común de hermandad: la identidad de
pueblos con varias fundaciones.
7
está definida por personas que brindan servicios a personas dentro de
una Psiquiatría centrada en el trato humanitario y hacia un conocimiento
científico integrado.
8
CAPÍTULO I
9
enfermedad mental. La segunda es el llamado autoestigma. Por este
último se entiende el daño que sucede cuando las personas que sufren
una enfermedad mental interiorizan los prejuicios sociales existentes
contra ellos.
Cualquiera que sea el tipo de estigma, éste suele esconder
en su trastienda una serie de componentes cognitivos y emocionales
que no tienen por qué coincidir en el tiempo. Pero, sin duda, antes o
después todos ellos acabarán afectando a cualquier persona que sufre
una enfermedad mental. El primero de ellos es el miedo. Las personas
con un trastorno mental son consideradas imprevisibles, sin control,
agresivas. Dignas de ser temidas. La consecuencia lógica es su evitación
y, posteriormente, la voluntad de apartarlas de la sociedad.
El segundo es el autoritarismo. Las personas con enfermedad
mental son considerados seres irresponsables que generan perjuicio a
los demás y a sí mismos. La actitud lógica consecuente es la adopción
de una actitud de autoridad sobre ellos, de mano firme, que les obligue a
comportarse de acuerdo con el “sentido común”.
La tercera es la benevolencia. Estas personas también llegan a
ser consideradas infantiles e inmaduras. Incapaces de tomar decisiones
responsables. Por eso se asume que terceros deben tomar decisiones
por ellos, con la finalidad de protegerlos.
El estigma agrava la situación de pérdida de oportunidades
que la propia enfermedad ya acarrea. En este sentido agrava la carga
que estas personas deben sobrellevar para hacer frente a los desafíos
que la sociedad nos presenta para la supervivencia. El rechazo a la
persona con enfermedad mental compromete claramente su capacidad
para establecer y mantener la necesaria red social y familiar. Disminuye
las oportunidades de acceder a una buena educación y, finalmente, las
opciones de empleo y éxito social. Todo ello encamina a estas personas
hacia la pobreza y la dependencia.
10
hasta compartiendo espacios físicos.
Otro de los sistemas indirectos es la atención diferente a los
problemas de salud física. Se generan barreras y dificultades para que
puedan acceder a sus médicos de atención primaria o los servicios
especializados. En los protocolos de atención a diversas enfermedades
médico-quirúrgicas se incluye la enfermedad mental como criterio de
exclusión sin base empírica alguna para ello. Todo ello redunda en la
reducción en la expectativa de vida que estas personas sufren en relación
con sus poblaciones generales de referencia.
Las propias personas con enfermedad mental renuncian
voluntariamente a beneficiarse de los servicios de salud ya sea porque
han interiorizado el estigma (autoestigma) o en base a experiencias
previas de rechazo y hasta violencia vividas en carne propia.
No debe olvidarse el denominado estigma por asociación,
afiliación o cortesía. El rechazo social no solamente es vivido por la
persona con enfermedad, se extiende también a sus familiares. Esto es
aún más evidente en las sociedades donde las redes familiares son más
intensas. Pero, de la misma manera, se extiende a aquellos sanitarios
que los tratan (psiquiatras y enfermeras), a los lugares donde son tratados
(unidades de psiquiatría) y hasta a los propios tratamientos psiquiátricos
(es el caso de la terapia electroconvulsiva, o los propios psicofármacos).
11
alguna, se afirma que presentan un peor pronóstico, que no se les puede
pedir ningún esfuerzo o que, simplemente, no pueden.
En este ambiente hostil no es extraño que estas personas deban
sufrir privaciones de servicios sanitarios por el mero hecho de padecer
una enfermedad mental. Estas privaciones pueden estar reguladas por
protocolos y regulaciones. Pero también de manera implícita cada vez
que algún profesional sanitario decide privar de atención a alguien por
sufrir un trastorno mental. Todos aquellos que sufren una enfermedad
mental grave pueden dar fe de todas las ocasiones que han tenido que
sufrir rechazo, trato no adecuado cuando no, reproches y vejaciones.
Pero no solamente los pacientes, también los psiquiatras,
nuestras unidades y nuestros tratamientos suscitan el mismo rechazo en
el medio sanitario. En la tabla I se muestran algunas de las creencias que,
sobre los psiquiatras, son sostenidas por otros profesionales sanitarios y
hasta gestores de la sanidad.
Sin embargo lo más sangrante, quizás, es que dentro de los
propios servicios de psiquiatría el rechazo a la enfermedad mental no
mejora. En tres cuartos de los estudios que han evaluado las opiniones
entre profesionales de la salud mental, éstas son iguales o peores
que en la población de origen2. En un estudio realizado en Suecia los
profesionales sanitarios mantenían los mismos prejuicios sobre la
enfermedad mental que el resto de la sociedad3. Además, en contra de
lo esperado, las creencias más negativas eran sostenidas con mayor
frecuencia por los profesionales más jóvenes, aquéllos que trabajan
con la enfermedad mental grave y los que lo hacen en los hospitales
monográficos psiquiátricos.
12
En la civilización griega durante el período homérico (siglos IX al
VIII a.C.) la enfermedad era igualmente considerada como consecuencia
de la desobediencia humana a los dioses, el fruto del pecado. Sucedía
tras la transgresión de la ley moral. Pero, a diferencia de las civilizaciones
asiáticas, aquellos griegos consideraron que la enfermedad era una
mancha corporal, somática4.
Esto facilitó la revolución que sucedió poco después en las colonias
griegas del Mediterráneo oriental. En los siglos V y IV a.C. una serie de
filósofos propusieron que el cuerpo humano era parte indistinguible de la
naturaleza (physis)5. Su funcionamiento obedecía a las mismas leyes y
éstas eran inteligibles para la razón humana. La enfermedad ya no era
fruto de intervención divina, ni de fuerzas espirituales, ni del pecado. La
enfermedad podía ser entendida y el médico comprender las causas de
la misma e intervenir sobre ellas para devolver la physis a la normalidad.
Surge la Medicina técnica y los primeros médicos pioneros de nuestra
Medicina actual. Los enfermos ya no son culpables de su enfermedad, ni
deben ser objetos de rechazo moral. Por el contrario pasan a ser sujetos
de interés científico para el médico y abordados profesionalmente para
restablecerlos al estado de salud.
Sin embargo ambas concepciones de la enfermedad, la técnica y la
pretécnica han convivido hasta nuestra época. En las sociedades urbanas
ya no se apela a la Divinidad, el pecado o la falla moral para explicar
la enfermedad mental. Nuevos relatos han ido sustituyendo a los viejos
dioses pero manteniendo las mismas actitudes de rechazo del pasado.
13
estereotipos más frecuentes son los que tienen que ver con la atribución
de comportamientos violentos, o de ser incompetentes para la vida
autónoma o de ser culpables o responsables de lo que les pasa por su
debilidad de carácter7.
La aplicación de los estereotipos sociales al sujeto previamente
identificado desencadena los prejuicios. Éstos son las creencias y
reacciones emocionales negativas con las que se evalúa a un sujeto
y que, en el caso de la enfermedad mental, suelen asociarse a las
emocionales de miedo e ira7.
Las consecuencias de todo ello conducen a la discriminación del
sujeto. Esta discriminación suele tomar las formas de aislamiento/rechazo
social, privación de ayuda y solidaridad y restricción de oportunidades
para el empleo, vivienda y autonomía económica.
Ante todo esto que denominamos estigma público (y autoestigma
cuando es interiorizado por el propio sujeto y su círculo familiar) quienes
lo padecen reaccionan de diversas maneras. Muchos tratan de escapar
de esta etiqueta siendo ocultados por sus familias, o aislándose del resto
de la sociedad, u ocultado el diagnóstico médico que es vivido como
algo infamante. O simplemente negando padecer enfermedad alguna lo
que conlleva problemas de falta de adherencia e incumplimiento con los
tratamientos médicos. En otras ocasiones buscando soluciones para o
anticientíficas fuera de la Medicina científica.
14
Las intervenciones basadas en el contacto interpersonal
se fundamental en el encuentro e interacción entre miembros de la
comunidad y personas afectas de una enfermedad mental. El propósito
de esta modalidad de intervenciones consiste en que la creencia de que
el acercamiento reducirá la intensidad del prejuicio. El contacto puede
ser directo (en vivo) o indirecto (a través de grabaciones en vídeo). Se
sabe que existen una serie de características de esta modalidad de
intervenciones que potencian su eficacia. Por ejemplo, los contactos vis a
vis (tête-à-tête) permiten que las personas descubrir intereses similares y
que, potencialmente, puedan llegar a establecer una amistad. Por otro lado
los contactos que incluyen un objetivo común (por lo general actividades
de ocio y tiempo libre) son especialmente eficaces. Son también mucho
más efectivas aquellas interacciones que incluyen a personas con
enfermedad mental que no encajan con los estereotipos aceptados (por
ejemplo personas con éxito profesional o en sus relaciones sociales).
Las intervenciones basadas en la protesta y el activismo social
tratan de combatir el estigma ejerciendo presión en la opinión pública
o influyendo en las personas con capacidad de decisión para modificar
estereotipos negativos, la generación de recursos y las modificaciones
legislativas más favorables para las personas con enfermedad
mental. Los protagonistas de estas intervenciones pueden ser a título
individual (profesionales sanitarios, personas con ascendencia social) o
asociaciones de pacientes y familiares o, por supuesto, asociaciones y
sociedades científicas.
15
con enfermedad mental y las personas objetivos de la intervención (edad,
sexo, estatus social, etc.) más eficaz será la intervención.
La segunda es que algunas intervenciones pueden ser
contraproducentes aumentando incluso la percepción negativa sobre
la enfermedad mental. Tal es el caso de las intervenciones que se
fundamentan en explicaciones biológicas o genéticas sobre la enfermedad
mental.
La tercera es que las intervenciones educativas y el contacto
social son claramente eficaces a la hora de reducir las conductas
estigmatizantes.
La cuarta es que, entre adultos, el contacto personal es más eficaz
que el fílmico (vídeo). Sin embargo, entre la población adolescente, los
datos cambian. Entre las personas jóvenes el contacto social no parece
ser la intervención más eficaz. Se ve superada por las intervenciones
educativas. En ello seguramente influye el hecho de que estas personas
son mucho más moldeables y permeables al cambio cuando se les
aporta nueva información que desafíe sus estereotipos previos. También
es probable que influya el hecho de que las personas que sufren una
enfermedad mental suelen tener una mayor edad que estos adolescentes
y esto les plantea problemas para identificarse con ellos.
Desafortunadamente no hay datos sobre la eficacia de las
intervenciones basadas en la protesta y el activismo social.
16
intervenciones más eficaces en cada momento. En el caso de las técnicas
orientadas hacia la población general, disponemos de la experiencia y
las lecciones de casos similares como lo fue la lucha contra el estigma
de la infección por el VIH o más recientemente, las campañas exitosas
dirigidas a desestigmatizar grupos sociales como es el caso de las
personas homosexuales.
No debemos olvidar que algunas intervenciones podrían producir
el efecto contrario aumentando la percepción negativa de la sociedad
contra la enfermedad mental. No sería el primer caso. Por eso es clave la
medición de resultados después de cada intervención.
Los cambios en la percepción social sobre la enfermedad
mental requieren de años de intervención inteligente. Por ello es clave la
persistencia en nuestras acciones. Una intervención, por muy brillante y
eficaz que sea, producirá en el mejor de los casos unos cambios sociales
que se extinguirán con el paso del tiempo. Esto hace imprescindible
que instituciones y sociedades científicas generen grupos de trabajo
permanentes que dirijan e implementen este tipo de campañas.
La tarea es hercúlea y sobrepasa la capacidad de cualquier
grupo social por mucho que sea su interés. Por ello es necesario tejer
alianzas con otros grupos interesados en que los estereotipos sociales
cambien. Hay que contar con las asociaciones de pacientes y familiares,
los colegios de médicos, las instituciones académicas y sanitarias, la
empresa privada, especialmente la farmacéutica, etc.
No debemos olvidar el injustificable estigma existente dentro del
sistema sanitario. Debemos influir para que en los planes de estudio de
las distintas profesiones sanitarias la psiquiatría esté adecuadamente
representada. Esto incluye los períodos de prácticas en los que todo
estudiante debería de manera ineludible entrar en contacto con personas
afectas de una enfermedad mental. Igualmente las campañas de
lucha contra el estigma deben actuar de manera constante sobre los
médicos residentes en formación de cualquier especialidad y sobre los
especialistas médicos ya formados.
Los médicos debemos hacer presión sobre políticos, medios
de comunicación, gestores, etc. para que los presupuestos destinados
a las enfermedades mentales sean proporcionales a su prevalencia.
Igualmente debemos influir para que los medios sean los suficientes,
lo cual supone que la psiquiatría esté adecuadamente representada en
los hospitales generales, la atención primaria, etc. y las personas con
enfermedad mental puedan acceder a los servicios médicos en igualdad
de condiciones en relación con la población general.
Por último, creo que es imprescindible que los psiquiatras
modifiquemos nuestra manera de comunicarnos al exterior, tanto a
la sociedad como al resto de especialistas médicos. Cierto lenguaje
psiquiátrico, que abandona la imprescindible precisión científica del
lenguaje médico, o las especulaciones sobre la condición, o no,
de enfermedad de los procesos psiquiátricos que tratamos y que
17
son planteadas sin matiz alguno frente a la sociedad contribuyen a
estigmatizar nuestra especialidad, a alejarla del resto de la Medicina y,
en consecuencia, perjudican a nuestros pacientes. Esto es, sin duda,
responsabilidad única de nuestra especialidad.
18
Tabla IV: Eficacia de las intervenciones basadas en el contacto
personal frente al vídeo (solo se muestran aquéllas que alcanzan la
significación estadística)8.
Efecto Global Actitudes Conducta
Todos los Contacto
estudios en persona 0,5 0.7 0,4
Contacto
0,2 0.3 0,2
en video
Adolecentes Educación 0,4 0.5 0,3
Contacto 0,2 0.2 0,3
Contacto
0,4 0.4 0,5
en persona
Contacto
0,2 0.2
en video
Referencias bibliográficas:
19
son planteadas sin matiz alguno frente a la sociedad contribuyen a
estigmatizar nuestra especialidad, a alejarla del resto de la Medicina y,
en consecuencia, perjudican a nuestros pacientes. Esto es, sin duda,
responsabilidad única de nuestra especialidad.
20
CAPÍTULO II
Autor:
Prof. Dr. José María Martínez Ferretti
Médico (Universidad de Buenos Aires, UBA)
Médico Psiquiatra (UBA)
Médico Especialista en Medicina Legal (UBA)
Doctor de la Universidad de Buenos Aires en Medicina Legal y Toxicología
Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina
Jefe del Servicio de Terapia a Corto Plazo de Mujeres del Hospital Borda
Profesor Titular de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la
USAL
Docente Autorizado de la Facultad de Medicina de la UBA
Secretario Regional de la Sección de “Psiquiatría y Ley” de APAL
21
fundamentalmente transitoria, en el devenir evolutivo del que los padece.
Pero, sin embargo, hay aspectos en que sí han confluido el
Derecho y la Salud en este proceso imperceptible de superación del
estigma sobre la locura. Otrora, previo a los tratamientos contemporáneos,
predominaba el asilo como única herramienta sanitaria. Este asilo, surgido
del tratamiento moral de Pinel tan teñido de paternalismo y autoritarismo,
devino en ese gran internamiento que describía Franco Basaglia y que
tanto se ha teorizado desde Michel Foucault en la institución completa.
Hoy la internación es un recurso extremo y muchas son las herramientas
que se pueden brindar al que padece trastornos mentales sin llegar a
aquel recurso. Una gran institución dominó en este sentido durante casi
dos siglos: el asilo o manicomio.
Recientemente, en especial desde la Convención de los Derechos
de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas del año 2006,
también ha surgido un cambio respecto a la situación de capacidad
jurídica de quienes padecen trastornos mentales. Con el criterio que
la capacidad se presupone siempre y la determinación de restringirla
judicialmente sólo en los aspectos en que se encuentre comprometida
y no, como antes, en forma global; así como con en el reemplazo del
curador por el nombramiento de diversos apoyos que asistan al sujeto
en esas áreas restringidas, ha quedado también atrás un criterio tutorial
y paternalista que dominaba la legislación al respecto. Hoy, salvo en los
casos de absoluta imposibilidad de darse a entender, el sujeto enfermo
decide apoyado, es decir asistido pero no reemplazado, no quedando
más en un lugar pasivo al respecto. Una segunda institución, en este
caso jurídica, ha quedado atrás: la insania o la “demencia en sentido
jurídico” como la conocíamos en la jerga médico legal argentina.
Fijémonos que la legislación colocaba al enfermo mental en una situación
jurídica de capacidad semejante a la de un menor, en clara expresión de
paternalismo social.
Ambos institutos, manicomio y demencia, representaban
actitudes dentro de un eje paternalista, que sumían al enfermo mental
en un rol semejante a un niño, que no decidía por sí mismo y debía
ser cuidado en forma completa. Desde el ámbito jurídico se expresa
que la caída de estas dos instituciones es una victoria sobre el criterio
psiquiátrico, siempre dejándonos a nosotros, los psiquiatras, en el lugar
de las culpas que son de la sociedad toda. Estoy convencido que no
es así: causalmente -dije bien: en forma causal- el manicomio se ha ido
desmoronando por la variedad de tratamientos antes expresados que,
desde hace varias décadas en la psiquiatría, producen que sólo se
busquen apoyos en familiares o instituciones si el sujeto así lo requiere,
siendo el paciente el actor principal de su propio tratamiento. En semejante
sentido, hoy la determinación de capacidad viene a plasmar esto que la
psiquiatría venía aplicando con los tratamientos, como decíamos.
No nos dejemos confundir, la superación de los modelos
paternalistas del manicomio y de la “demencia en sentido jurídico”
22
tienen profundas conexiones con nuestro accionar terapéutico hacia
los pacientes y, si logramos dialogar con el área jurídica, podremos
aunar esfuerzos para superar muchos de los estigmas que cargan.
“La neurosis nada quiere saber de la psicosis” sentenciaba
Jacques Lacan y, en ese sentido, la lucha contra la estigmatización del
que padece trastornos mentales, probablemente sea una batalla sin fin.
Humanitarismo y Discriminación
23
como un niño en una especie de familia artificial acorde, al fin, con el
espíritu paternalista de la época (15).
Desde el punto de vista sociológico, la condición de estigma es entendida
como un rasgo o comportamiento que hace que la persona portadora
sea incluida en una categoría social hacia cuyos miembros se genera
una respuesta negativa y se les ve como culturalmente inaceptables o
inferiores (3). En este sentido, la actitud de discriminación del enfermo
mental constituye la coincidencia perfecta de su estigmatización.
Tratamiento
24
terapéutica que debe producirse con el consentimiento del sujeto,
limitando a una excepción el hecho que se produzca sin el mismo, o
sea, en forma involuntaria. El problema es que limita las circunstancias
de esta involuntariedad sólo a la situación de riesgo cierto e inminente,
desconociendo la realidad clínica de los riesgos evolutivos que puede
tener la afección mental, aunque no sean inminentes, pero que con los
recursos terapéuticos actuales pueden disminuirse, o incluso eliminarse,
con un tratamiento pertinente, aunque el paciente no lo consienta por
su propia falta de conciencia de su afección (5). El exagerado celo por
evitar una medida supuestamente discriminatoria y estigmatizante al
no contemplar la falta de consentimiento para una internación, con los
debidos resguardos y en otras situaciones que no fueran el riesgo cierto
e inminente, hace perder de vista los desarrollos teóricos y terapéuticos
contemporáneos, que permiten actuar en circunstancias de pertinencia
terapéutica (2) (16).
Cabe destacar que los Principios para la protección de los
enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud
mental de las Naciones Unidas del año 1991, sin embargo prevén dicha
contingencia (10). En los Principios 11° y 16° abordan la problemática del
Consentimiento para tratamiento, el primero, y de la Admisión involuntaria,
el segundo. Así expresa el Principio 11°, en su párrafo 8, que “se
podrá aplicar un tratamiento a cualquier paciente sin su consentimiento
informado si un profesional de salud mental calificado y autorizado por
ley determina que ese tratamiento es urgente y necesario para impedir
un daño inmediato o inminente al paciente o a otras personas”, aclarando
que esto sólo podrá efectuarse por un lapso breve. El Principio 16°,
en su párrafo 1 inciso b, avanza un poco más en valorar la posibilidad
de tratamiento y no sólo el riesgo, expresando que podrá internarse en
forma involuntaria “en el caso de una persona cuya enfermedad mental
sea grave y cuya capacidad de juicio esté afectada, y el hecho de que
no se la admita o retenga puede llevar a un deterioro considerable de su
condición o impedir que se le proporcione un tratamiento adecuado que
sólo puede aplicarse si se admite al paciente en una institución psiquiátrica
de conformidad con el principio de la opción menos restrictiva”. Agrega
que se debe consultar en lo posible a un segundo profesional de la salud
mental, independiente del primero, siendo entonces que la admisión
involuntaria no tendrá lugar a menos que el segundo profesional convenga
en ello. Esta se efectuará, aclara después en el párrafo 2, por un período
breve, con fines de observación y tratamiento preliminar del paciente,
“mientras el órgano de revisión considera dicha admisión involuntaria”,
dejando asentado en esto que todo lo consignado es en una instancia
prejudicial. Así mismo, aunque ya en instancia judicial, el Principio
11°, en su párrafo 6, inciso c, expresa podrá aplicarse un tratamiento
sin el consentimiento del paciente cuando “la autoridad independiente
compruebe que el plan de tratamiento propuesto es el más indicado
para atender a las necesidades de salud del paciente”. Queda en claro
25
aquí que, para estos Principios, no constituye el riesgo inminente el
único criterio para producir una internación involuntaria, incorporando
más adecuadamente la actitud de tratamiento, que mencionábamos de
relativamente reciente aparición genuina en la historia.
Capacidad
Manicomio y Demencia
26
dentro de un eje paternalista y estigmatizante, que sumían al enfermo
mental en un rol semejante a un niño o a un inferior, que no decidía
por sí mismo y debía ser cuidado en forma completa. Desde ciertos
discursos del ámbito del Derecho se expresa que la caída de estas
dos instituciones es una victoria del criterio jurídico sobre el criterio
psiquiátrico, siempre dejándonos a nosotros, los psiquiatras, en el lugar
de las culpas que son de la sociedad toda. Estoy convencido que no es
así: causalmente -dije bien, en forma causal- el manicomio se ha ido
desmoronando por la variedad de tratamientos antes expresados que,
desde hace ya varias décadas en la psiquiatría, producen que sólo se
busquen apoyos en familiares o instituciones si el sujeto así lo requiere,
siendo el paciente el actor principal de su propio tratamiento. Sólo una
mala práctica psiquiátrica o el abandono en las decisiones políticas del
Estado, pueden hoy sostener bolsones o actitudes manicomiales en
instituciones de Salud Mental.
En el concepto de causalidad expresado en el párrafo anterior
creo que es importante detenernos. El cambio que se genera en el terreno
jurídico respecto a la determinación de la capacidad, no es otra cosa que
la traducción en el ámbito legal de lo que, desde el área asistencial, se
había ya logrado con los sujetos afectados de enfermedades mentales.
Fijémonos que de aquel encasillamiento general en la “insania” -que
comparábamos antes con el alienismo, el manicomio y la internación
definitiva- las decisiones judiciales han pasado a que cada sujeto sea
apoyado, ni siquiera representado y mucho menos reemplazado, en
los campos y aspectos en que su afección lo limita, conservando plena
capacidad en las áreas en que no necesita ese apoyo. Ni más ni menos que
esto mismo, es lo que ya viene haciendo la buena práctica en psiquiatría
a través de los abordajes sanitarios contemporáneos: no pasa todo por
la internación, ya no es el único recurso el asilamiento. De esta forma,
el sujeto que requiere supervisión de terceros se busca que la familia
o algún referente social la cumpla o se suple con efectores sociales, si
requiere una contención y apoyo cotidiano se indica un hospital de día o
un acompañamiento terapéutico, sólo si es absolutamente imposible que
viva solo o si necesita alguien que lo acompañe o colabore con su traslado
cotidiano por la vía pública se contemplan dichas contingencias y así
podríamos seguir con otros muchos ejemplos. Pero lo más importante,
si el sujeto no requiere ningún apoyo familiar o institucional, él mismo se
responsabiliza por su salud y sus tratamientos, pudiéndose negar, incluso,
a los mismos. Justamente estas son las preguntas que efectúan los
jueces a los equipos interdisciplinarios en forma previa a dictar sentencia
para determinar en qué aptitudes se ha visto en desmedro su capacidad
y requiere la previsión de apoyos. En el mismo sentido, respecto a las
decisiones sobre sus tratamientos o su propio cuerpo en general, como
también, en los ámbitos patrimoniales.
En las conductas asistenciales, ya desde varias décadas atrás,
la buena práctica psiquiátrica en los casos en que el sujeto no necesitara
27
ninguno de estos apoyos, los profesionales tratantes habían ido
abandonado el paternalismo que los caracterizaba y confiaban en esas
capacidades que, adecuadamente apoyadas incluso, sobran fundamentos
hoy para sostener que consolidan aún más la mejoría o estabilidad de la
afección que los aqueja. En la actualidad, la determinación de capacidad
jurídica viene a plasmar esto que la psiquiatría venía aplicando con
los tratamientos, como decíamos. Es por ello que estoy convencido
que, incluso, la práctica pericial al respecto de dicha determinación
se encuentra ligada fuertemente, con estos criterios, a las prácticas
asistenciales.
Reflexión final
Bibliografía:
28
5- Martínez Ferretti, José María: “Aplicación de la Ley Nacional de
Salud Mental en los Hospitales públicos especializados. Preguntas y
comentarios”, en Revista Latinoamericana de Psiquiatría, Año 4, Número
16, Buenos Aires, Noviembre 2011, páginas 10/18.
8- Navarro Valls, Joaquín; “La imagen del enfermo mental en los medios
de comunicación” en Dolentium Hominum, Nº 34 (año XII-Nº1) 1997,
Revista del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios,
Ciudad del Vaticano, páginas 199/201.
29
15- Stagnaro, Juan Carlos: “Los psiquiatras y los hospitales psiquiátricos”,
Vertex, Revista Argentina de Psiquiatría, Volumen XVII, N° 65, Buenos
Aires, Febrero 2006, páginas 28/29.
30
CAPÍTULO III
ESTIGMA EN LA ESQUIZOFRENIA
SECCION ESQUIZOFRENIA APAL
AUTORES:
DR LAMAISON FABIAN:
INVESTIGADOR PRINCIPAL EN INSA
(INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS SAN AGUSTIN)
DIRECTOR DE CIANE (CENTRO INTEGRAL AMBULATORIO EN
NEUROCIENCIAS, LA PLATA)
DOCENTE UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA (CATEDRA
PSICOLOGIA MEDICA)
ARGENTINA
+ 54-9-221-4850674
hflamaison@yahoo,com.ar
31
a considerarse más adecuado hablar de enfermedades mentales graves
persistentes o duraderas.
32
Desde los postulados iniciados por William Carpenter, Crow,
y demás, en donde se hace hincapié en estudiar la enfermedad en
complejos sindromaticos, hemos podido avanzar en varios aspectos, a
mi criterio:
- La esquizofrenia es pleomorfica desde sus estados prodromales,
en sus manifestaciones sintomáticas, en su curso y en el
tratamiento respectivo.
33
al fondo de la escala económica y cultural, restándoseles capacidad
de incidir y reclamar políticas de inclusión. Asimismo, se dificulta hacer
efectivas las garantías de no discriminación surgidas de los instrumentos
internacionales de derechos humanos que han sido incorporadas en los
textos constitucionales de nuestro país (Acuna & Bolis 2005).
34
Antiguamente en la edad media, estos enfermos fueron
considerados poseídos por el demonio, y luego como bestias
controladas por pasiones e insensibles. No podemos dejar de
mencionar que aun hoy, en la era psicofarmacológica, con
alta evidencia científica demostrada, todavía existen tratamientos
alternativos, con curanderos, chamanes, brujos, espiritualistas,
exorcistas y demás, que están a cargo de estos pacientes, con
las consecuentes complicaciones medicas y legales, por no
recibir un tratamiento adecuado en forma oportuna
35
En algunos países asiáticos como Corea y Japón, la llaman “SINDROME
DE DESREGULACION E INTEGRACION”, aparentemente con
resultados positivos, mejorando consultas y decreciendo el suicidio,
según publicación en la revista Psichological Medicine.
36
univitelinos, teniendo una probabilidad de casi el 50 por ciento
estos últimos, contra el 1 por ciento en población general
Bibliografía:
37
6. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders Fifth edition
(DSM V)
38
CAPÍTULO IV
AUTORES:
Elvia Velásquez de Pabón,
Médico Psiquiatra
Profesora Titular de Psiquiatría. Universidad de Antioquia Medellín
Colombia
Epidemióloga Facultad de Salud Pública Univ de Antioquia
Co-Fundadora Asociación Latinoamericana de Adiccionología y
Fundadora de “Surgir” Corporación Colombiana para la prevencion del
Alcoholismo y las Adicciones
Representante Internacional de ALAD
Sección APAL Trastornos por Sustancias y Patología Dual
Representante Zonal de WADD Asociación Mundial de Patología Dual
País: Colombia
Nro. Telefono +57 310 895 4776
Mail elvel10@yahoo.es
Introducción
39
demás (de baja clasificación social). Esta es una experiencia en extremo
amenazante, en la cual el bajo rango social se asocia con vergüenza, así
como con variedad de patologías psicológicas, que incluyen depresión
y ansiedad. Por tanto el apoyo social es una estrategia fundamental
para contrarrestar el estigma. Algunos autores piensan que las actitudes
negativas frente a las adicciones y otros problemas son una forma de
control social. (2)
Según un estudio cualitativo reciente en México (3) las narrativas
y experiencias de discriminación y estigma por parte de las personas
entrevistadas con trastorno mental y/o adicción, mostraban evidencias en
su entorno de prácticas como burlas, ser juzgados, comentarios molestos,
sobreprotección, miradas hostiles etc., además de experiencias de
inequidad social, de género, violencia y abuso.
El autoestigma
40
poca atención de la literatura sobre el tema, por lo cual requiere mayor
investigación y atención integral. Para estudiar el estigma múltiple
(5) llevaron a cabo una investigación en una institución de tratamiento
para adultos mayores que estaban en mantenimiento por metadona. Se
aplicó una entrevista semiestructurada a una muestra seleccionada del
grupo y se analizó con un enfoque de análisis inductivo de contenido.
(técnica de investigación para formular inferencias identificando de
manera sistemática y objetiva, tanto cuantitativa como cualitativa,
ciertas características específicas dentro de un texto) (disponible en
http://public.centrodeestudiosandaluces.es/pdfs/S200103.pdf)
Los resultados mostraron que hasta 8 tipos de diferentes estigmas
estaban presentes simultáneamente en el grupo. Las personas con
mayor número de estigmas expresaron encontrar mayores barreras
para el tratamiento de la adicción y la salud mental. (5 )
Definición
41
para el paciente con adicciones ha acompañado a la enfermedad a
través de la historia. En la actualidad el estigma de la enfermedad se
mantiene y para contrarrestarlo no han sido suficientes las campañas
de las organizaciones de salud mental, ni los avances científicos que
evidencian las bases biológicas de la enfermedad mental, al igual que las
de otras enfermedades, ni la evidencias de recuperación con adecuado
tratamiento.
Tipologías de Estigma
42
• Promover el contacto interpersonal positivo el cual ha
demostrado ser más efectiva que las dos anteriores, enmarcadas
en programas participativos dirigidos a grupos sociales claves
como empleadores, proveedores de salud mental, profesionales
de justicia criminal, diseñadores de políticas, los medios de
comunicación. (Link et al. Alabama. 2002; Couture et al. 2006).
El Estigma en Latinoamérica
43
estigmatizantes, Cuestinario para evaluar salud mental total
(The General Health Questionnaire-12 (Goldberg 1972) , La
escala de Calidad de vida (The Quality of Life Scale)
(Flanagan 1978) Escala de apoyo social percibido, Escala de
autoestima de Rosenberg Escala de estigma percibido
(Link et al. 1997) Escala de satisfacción etc.
En conclusión
44
Bibliografía:
2. Birtel MD, Wood L, Kempa NJ, 2017 Stigma and social support
in substance abuse: Implications for mental health and well-being.
Psychiatry Research 252 (2017) 1–8
45
10. Mora-Ríos J, Bautista-Aguilar N, Natera G, Pedersen
D. (2013 ) Adaptación cultural de instrumentos de medida sobre
estigma y enfermedad mental en la ciudad deMéxico. Salud Mental
2013;36(1):9-18.
46
CAPÍTULO V
Introducción:
47
donde se mencionan frecuentemente el “diagnóstico” de esquizofrenia. 3
El trastorno límite de la personalidad es el otro diagnóstico más
estereotipado y por lo mismo muy estigmatizado. Las personas con este
padecimiento, en su mayoría mujeres, con frecuencia viven marginadas
y se les niega la atención a su salud mental.4
El objetivo de este artículo es describir las percepciones,
actitudes y reacciones de los profesionales de la salud mental hacia los
pacientes con trastorno límite de la personalidad.
48
identidad poco desarrollada e inestable, de ahí el riesgo que corren de
experimentar estados disociativos ante el estrés. En la auto-dirección, el
segundo componente del funcionamiento del self, el trastorno límite se
caracteriza por inestabilidad en las metas y valores.
La dimensión del funcionamiento interpersonal tiene también
dos componentes: La empatía y la intimidad. La empatía en este
trastorno tiene como características la limitación en el reconocimiento
de sentimientos y necesidades de las personas y la tendencia a percibir
atributos negativos en los otros. La intimidad se caracteriza por relaciones
cercanas intensas, inestables y conflictivas, y alternantes (idealizadas o
devaluadas, sobre involucramiento y distancia).
La tercera dimensión, los rasgos patológicos consisten en:
Impulsividad, conducta riesgosa, hostilidad, labilidad emocional,
ansiedad, temor de la separación y tendencia a la depresión.5
El estigma asociado al trastorno de personalidad límite se debe a que
la mayor parte de las personas creen que las conductas moralmente
cuestionables y causantes de problema son voluntarias en algún grado.
Ello conlleva reacciones emocionales consistentes en miedo, enojo
y evitación, emociones que están presentes inclusive en médicos,
psiquiatras y otros profesionales de la salud mental.
49
año y continúan disminuyendo en una tasa de 0.29 criterios por año hasta
llegar a 1.7 a los diez años.9
Las intervenciones psicosociales más estudiadas para el
tratamiento del trastorno límite de personalidad son: La terapia focalizada
en la transferencia, la terapia basada en la mentalización, la terapia
dialectico- conductual y la psicoterapia focalizada en esquemas.6, 10, 11
También existen esquemas de tratamiento farmacológico que
coadyuvan con el tratamiento psicoterapéutico.12, 13, 14
Los estudios longitudinales demuestran que la mayoría de
los pacientes con trastorno límite muestran mejoría sostenida con
tratamientos de tiempo limitado e inclusive intermitentes; la tasa de
reemisión acumulada en diez años es de 85% a 91%, y la tasa de recaída
en este mismo lapso de tiempo oscila entre el 11% y el 21%.9
50
califican sus comportamientos como constantes y negativos y consideran
que podrían tener mayor control sobre ellos. Las enfermeras responden
con menos simpatía y describen su interacción como más negativa que
con pacientes afectados por la esquizofrenia o la depresión.17
Aproximadamente el 80% de las enfermeras creen que el trato a
pacientes con el diagnóstico de trastorno de personalidad límite va de
moderadamente a muy difícil, pero siempre es arduo. Sin embargo
asumen que su rol como enfermeras incluye la evaluación, manejo y
referencia de pacientes con trastorno límite, así como la psicoeducación.
En un 95% expresan el deseo de tener mayor conocimiento acerca de
esta patología, así como entrenamiento para su manejo.18
En una revisión sobre el tema, Dickens y cols,19 describieron como las
enfermeras encontraban muy difícil trabajar con estos pacientes y sentirse
limitadas en cuanto a su capacidad para manejarlos; por otro lado sus
actitudes son menos profesionales en comparación con otros integrantes
del equipo de salud mental y en la atención que brindan a pacientes con
otros diagnósticos. Las enfermeras aceptan que sus actitudes pueden
ser algunas veces contra- terapéuticas.
51
tres clusters propuestos en el DSM- 5.
Los pacientes con trastornos de personalidad del Cluster A
(personalidad paranoide, esquizoide y esquizotípica) dieron lugar, en
los profesionales de la salud mental, a sensaciones de ser criticados y
maltratados.
Los pacientes con trastornos del cluster B (personalidad antisocial,
narcisista, histriónico y límite) a sensaciones de estar desvinculados y en
general a contratransferencia negativa.
Los pacientes con trastornos de personalidad del cluster C
(personalidad dependiente, evitativa y obsesivo compulsivo) ocasionaron
reacciones de protección y paternales.
La asociación ocurre de manera coherente y predecible, no
dependientes de aspectos psicológicos de los profesionales de la salud
mental. Los pacientes no despiertan respuestas idiosincráticas sino
respuesta contratransferenciales previsibles, que pueden resultar útiles
para comprender la dinámica que subyace a sus patrones de relación
interpersonal.20
Cuando los psiquiatras y otros profesionales de la salud mental
tienen una visión negativa del trastorno límite de personalidad, el estigma
asociado afecta sus acciones, pensamientos y reacciones emocionales,
minimizando la sintomatología pero también sus fortalezas. El resultado
es similar al producido en cualquier persona no profesional: Mantener
distanciarse de las personas estigmatizadas.
Este distanciamiento puede ser especialmente problemático. Los
pacientes con trastorno límite de personalidad son sumamente sensibles
al rechazo y al abandono ante lo que pueden reaccionar negativamente,
haciéndose daño ellos mismos o abandonando el tratamiento.
El estigma influye en el actuar profesional del médico, empeorando los
comportamientos “negativos” del paciente constituyendo un ciclo de
estigmatización en que paciente y terapeuta participan. El resultado es
previsible: Marginación del paciente, tratamientos inadecuados, mala
evolución del padecimiento y mayor riesgo de complicaciones.21
Intervenciones:
52
negativas sobre la enfermedad mental y cambios de comportamiento,
debido a menor temor y mayor empatía.22
Los programas encaminados a mejorar la conducta y actitud
hacia estos pacientes, de 1996 a 2015, son nueve; el número de
profesionales de la salud mental que participaron fueron más de mil cien
y el 36.3% de ellos fueron enfermeras.23
Los contenidos incluidos en esos programas fueron: Información
acerca de la epidemiología, diagnóstico y causas; descripción de la
terapia dialéctico conductual; entrenamiento en esta forma de psicoterapia
y en programas como el de los Sistemas de Entrenamiento para la
Predictibilidad Emocional y la Solución de Problemas (Systems Training
for Emotional Predictability and Problem Solving), creado para pacientes
con trastorno límite de personalidad no hospitalizados con contenidos
psicoeducativos y de cuidado colaborativo; perspectiva del usuario del
servicio sobre trastorno de personalidad límite; educación centrada en la
recuperación de personas con trastorno de personalidad límite; monitoreo
y modificación de las reacciones hacia las personas con el trastorno para
mejorar el rapport; uso apropiado del lenguaje centrándose en la persona
y no en el trastorno.
Los resultados de las intervenciones fueron de pequeños
a medianos en cuanto al conocimiento acerca del trastorno y de sus
causas, a las actitudes acerca de la autolesión y a la confianza acerca de
la efectividad de la terapia dialectico conductual.
Los resultados en los aspectos afectivos, como la toma de otra
perspectiva y nuevas actitudes así como menor distancia social, fueron
pequeños.
Los resultados conductuales consistieron en un aumento en el
uso de componentes de la terapia dialectico conductual y mejoría en las
habilidades clínicas.
En el caso especial de las enfermeras es necesario, para
maximizar el beneficio, que las mismas profesionales diseñen,
implementen y lleven a cabo la educación y actualización de sus
compañeras.19
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55
56
CAPÍTULO VI
El PACIENTE DIFICIL
AUTORES:
Susana Calero
Médica Psiquiatra. Médica Legista. Coordinadora de la Sección
Argentina
054 9 11 4972 2681
susanacalero@fibertel.com.ar
57
• distimia
• ansiedad generalizada
• depresión mayor
• abuso o dependencia de alcohol y otras Sustancias Psicoactivas.
58
psiquiatra es solo recetar fármacos que lo mantendrán limitado en sus
conductas, dormido y sin posibilidad de actuar. También los colegas de
otras especialidades médicas consideran que el psiquiatra solo asiste
la “locura”, olvida que la tarea incluye psicoterapia, psicofarmacología
y el control clínico general del paciente. En otras áreas de salud mental
también consideran que la psicoterapia no es patrimonio del psiquiatra,
con lo cual se ignora su amplio conocimiento sobre psicología y su
capacitación sobre el contenido de las distintas escuelas y abordajes
psicoterapéuticos. En algunos hospitales, los servicios de psiquiatría
suelen estar ubicados al fondo, en lugares totalmente alejados de las otras
áreas médicas. Esto marca ya una señal del concepto sobre el enfermo
mental, se atiende donde sea poco detectado, donde no se relacione
con otros pacientes que se asisten en esa institución. Tal vez debamos
pensar si el psiquiatra, no se fue alejando de las otras ramas médicas
o si los conflictos conceptuales internos en salud mental condicionan
cada vez más la asistencia de estos pacientes. Esto lo suelen marcar los
pacientes, cuando refieren que algunos psiquiatras solo les preguntan si
duermen, si está tranquilos, que no los escuchan, que no les miran los
estudios que le indican otros especialistas y solo le repiten la receta de la
indicación anterior.
59
neumonólogos, etc. también asisten y derivan los problemas sociales que
sus pacientes puedan tener, pero siempre basándose en el tratamiento
de la enfermedad por la que fueron consultados. Los psiquiatras
asistimos lo psíquico y detectamos lo somático, derivando lo que no
es de nuestra incumbencia. Los psiquiatras tenemos el compromiso de
prevenir, cambiar o disminuir el impacto de las enfermedades mentales
en la población, 1 de cada 4 adultos presentaran una enfermedad mental
en su vida, más del 80% no accede al tratamiento adecuado, de las 20
principales causas de discapacidad, 10 son psiquiátricas y la mortalidad
por suicidio es más frecuente que el homicidio en Argentina. (tasa de
homicidio: 5.2 por 100000 hab, tasa de suicidio : 7.2 por 1000000 hab
(14.2 en adolescentes)
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES:
60
enlace y el fortalecimiento del vínculo y agregando a la interdisciplina
otras especialidades que contribuirán al avance en los tratamientos, como
la neurología o el diagnóstico por imágenes, esto estaría de acuerdo con
el creciente interés de los estudiantes para trabajar en el campo de la
neurociencia.
Bibliografía:
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primary care: data from the minimizing error, maximizing outcomes study.
Arch Intern Med 2009; 169 (4):410-4
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● Macdonald, M. Seeing the cage: stigma and its potential to inform the
concept of the difficult patient. Clin Nurse Spec 2003; 17(6):305-10
61
62
CAPÍTULO VII
Autora:
DRA ALICIA BEATRIZ KABANCHIK
DRA EN SALUD MENTAL Universidad de Buenos Aires, (UBA)
MAGISTER EN PSICONEUROFARMACOLOGIA Universidad
FAVALORO
DIRECTORA DELA CARRERA DE ESPECIALISTA EN PSICOGERIATRIA
Universidad MAIMONIDES
REPÚBLICA ARGENTINA
+ 5411-45425702
aliciakabanchik@gmail.com
ENVEJECIMIENTO:
63
DISCRIMINACIÓN POR LA EDAD:
CAUSAS:
FACTORES CULTURALES:
Valor del viejo en la Sociedad, la vejez ha dejado de entenderse como
algo valioso, bajo los actuales ritmos de cambio tecnológico
DEFINICIONES En el año 2002 la WPA Old Age Psychiatry Section
and WHO elaboro un Consenso que denominó “REDUCIENDO EL
ESTIGMA Y LA DISCRIMINACIÓN CONTRA EL ADULTO MAYOR CON
ENFERMEDAD MENTAL”. Allí se define Estigma como el resultado de un
proceso donde ciertos individuos y grupos son injustificadamente dejados
de lados avergonzados, excluidos y discriminados y Discriminación como
la Distinción exclusión o preferencia que tiene el efecto de anular o
empobrecer el ejercicio equitativo de los derechos
La Organización Panamericana de la Salud en Orígenes y causas del
Estigma y la Discriminación explicita que “la palabra Estigma es de origen
griego y se refiere a la marca física que se hace con fuego o una navaja
en los individuos considerados extraños e inferiores. En Grecia Antigua
se denominaba “stig” a una aguda estaca con la que se marcaba a los
esclavos y ladrones En la actualidad las marcas físicas han desaparecido
pero el estigma permanece basado en uno o más factores como: edad,
clase, color, grupo étnico, creencias religiosas y sexo. El estigma
64
facilita o promueve actitudes discriminatorias la discriminación conduce
a la exclusión social generándose un ciclo de injusticia. El estigma es
inaceptable y cada persona tiene el derecho de protegerse.
CLASIFICACIÓNES
El Estigma se clasifica en a) Auto estigma, Estigma Familiar, Estigma
Público (vecinos), Estigma Estructural (instituciones)
ESTIGMATIZACIÓN EN EL ENVEJECIMIENTO NORMAL Dependerá
de la Personalidad y capacidad de defenderseLa indefensión aprendida
de Martin Seligman es consecuencia del desgaste psicológico que
provoca la continua exposición a la violencia y al desprecio, suele
conducir a la depresión Ej Vos no podes ya estas grande, deja que yo lo
hago vos te equivocasLa inequidad material y financiera, la Legislación
discriminatoria, Gobiernos negligentes, Perdida de protección legal,
Lenguaje denigratorio también,son formas de estigmatización
PREJUICIOS Y ESTEREOTIPOS SOBRE LA VEJEZ: El deterioro físico
no necesariamente va acompañado al deterioro mental. Falsas creencias
acerca de la responsabilidad en el trastorno mental, estereotipos
engañosos reforzados por los medios, pensar que los viejos son inflexibles
que no pueden cambiar, que son frágiles, irresponsables, improductivos,
enfermos.
ESTIGMATIZACIÓN EN EL ENVEJECIMIENTO PATOLÓGICO La
demencia y la depresión son los trastornos neuropsiquiátricos más
comunes en ese grupo de edad Según el Informe mundial de Alzhemer
65
Disease Internacional (ADI) Una de cada cuatro personas con demencia
(24%) oculta o disimula su diagnóstico por temor al estigma de la que son
objeto. El 40% delas personas con demencias se consideran excluidas
dela sociedad 24% de las personas con demencia ymás de uno de cada
diez cuidadores (11%) temen admitir públicamente el diagnóstico por
temor a ser estigmatizados en su círculo social y laboral Dos de cada
tres personas con demencia y sus cuidadores creen que hay una falta
de comprensión de la demencia en sus países 28% de los cuidadores
sienten que han sido tratados de manera diferente o que son rechazados
Casi el 60% son las personas tienen mayor probabilidad de evitar o
perder amigos después del diagnóstico, seguido por los miembros de la
familiaUna cuarta parte de los cuidadores (24%) sienten no ser entendidos
ni apreciados en su labor cuidadores de personas con demencia.
Campañas mundiales de salud pública de la OMS: Mantener una actitud
positiva y prevenir la depresión durante el envejecimiento 2016-201El 7
de abril de 2017 se celebró OMS el Día Mundial de la Salud con el tema
“Hablemos de depresión”, una enfermedad muy estigmatizada, como
otras enfermedades mentales.
Acciones: Promover la comprensión y aceptación delos viejos con
trastornos mentales. Crear más medios de soporte para viejos con
enfermedad menta Fomentar más investigaciones tratamientos y
cuidados no estigmatizantes.
OBJETIVOS:
Enfrentar el estigma y la discriminación es un deber de los gobiernos,
de las ONG, servicios, pacientes, organizaciones familias y público en
general Examinar nuestras propias actitudes y prácticas. Campañas
educacionales y en los medios asegurar políticas no discriminatorias.
Bibliografía:
66
CAPÍTULO VIII
67
terapeuta o psiquiatra clínico tendrá la tarea de seleccionar de su teoría y
práctica los instrumentos para enfrentar sus efectos.
68
personas con trastorno mental, afectando sus redes sociales y el acceso
a ayuda. (2)
No en todos los casos las personas afectadas por un trastorno
reaccionan de este modo: a veces predomina la indiferencia y otras la
autoafirmación reactiva, la que valida las intervenciones para potenciar
este aspecto defensivo frente al estigma.
Señalaré aquí algunos ejes que considero cruciales, sea cual fuere la
escuela en cuestión.
69
los portadores de trastornos de personalidad que despiertan
elementos contratransferenciales negativos.
Por otra parte, existe la posibilidad de que ciertos pacientes que
integran categorías diagnósticas de las cuales se esperan
logros limitados, queden constreñidos en las expectativas del
terapeuta, dejando de lado la posibilidad de logros potenciales
y mayores avances. Por ejemplo las psicosis, ciertos trastornos
de personalidad, o las oligofrenias; cada persona debe tener
oportunidad de dar y disfrutar lo máximo dentro de sus
posibilidades. En tales sentidos el estigma puede afectar el curso
del tratamiento, y será preciso tenerlo en cuenta. (12)
7) Existen investigaciones que demuestran la eficacia de
métodos psicoterapéuticos y psicoeducativos para reducir el
autoestigma. (3) (8)
8) La difusión en la sociedad del concepto de estigma y sus
consecuencias puede tener utilidad para mitigar su impacto,
y corresponde a las asociaciones de profesionales participar en
tal tarea. También es preciso investigar más en qué medida
los enfoques psicoterapéuticos pueden ayudar a las personas
con enfermedad mental a afrontar este problema. (1)
70
del individuo), es percibida como señal de fragilidad.
Los hombres tienen peor actitud hacia la psicoterapia, estigma
negativo más elevado y están menos dispuestos a aceptar la ayuda que
les puede brindar. Más mujeres que hombres hacen uso de los sistemas
generales de salud mental; varios estudios señalan proporciones cercanas
a 65/35, y el perfil de quienes reciben más atención psicoterapéutica es
mujeres en edad media de la vida.
También hay variantes respecto a los contextos sociales:
estigma público y autoestigma afectan más a personas de medio rural o
poblaciones pequeñas que a las de ciudades grandes, lo que se relaciona
con vivencias autorreferenciales, de desvalorización y eventualmente
desconfianza en los ámbitos donde el contacto social es más estrecho y
menos anónimo. (4)
En algunos países -entre los latinoamericanos Uruguay-
se brindan prestaciones de psicoterapia en forma sistemática para
poblaciones vulnerables, y su difusión ha modificado progresivamente
la percepción de esa técnica, disminuyendo el estigma y facilitándose el
acceso a los tratamientos en poblaciones en las que el uso de psicoterapia
era casi inexistente. Las aproximaciones psicosociales van adquiriendo
más aceptación y personas portadoras de enfermedades menores o no
psicóticas (trastornos de ansiedad, depresión, trastornos adaptativos,
adicciones, trastornos de personalidad, etc.) que hace un tiempo no
recibían psicoterapia comienzan a hacerlo con más naturalidad.
En los pacientes graves -psicóticos- el obstáculo generado por
el estigma para la rehabilitación y las aproximaciones psicoterapéuticas
es menor porque de alguna forma se perciben como necesarias y
beneficiosas, junto al tratamiento farmacológico. Lo mismo sucede para la
patología orgánica, el retraso mental y las demencias, si bien es indicada
con menor frecuencia en estos casos. De todos modos, en general es
mayor la proporción de quienes recibien tratamiento neuroléptico que
la participación en tratamientos psicosociales basados en la evidencia.
En varios estudios, menos de la mitad de los participantes informaron
haber recibido psicoterapia, y menos de la cuarta parte terapia familiar.
Además, muchas personas abandonan las intervenciones psicosociales
antes de completar el tratamiento debido a múltiples causas; una es el
estigma.
En ciertos países las personas que se incluyen en los
Códigos Z, un porcentaje relativamente alto en la consulta de salud
mental (circunstancias, factores de riesgo o motivos de atención que
no constituyen enfermedades ni lesiones clasificables en categorías
diagnósticas específicas), son poco beneficiadas por psicoterapia
en tanto no tienen un diagnóstico psiquiátrico que en tales lugares es
imprescindible para la indicación. En otros países esto no constituye
un problema dado que las prestaciones no exigen un diagnóstico de
manual, lo que podría ayudar al acceso a estos tratamientos y también a
disminuir el estigma, en la medida que la atención no queda asociada a
71
enfermedades determinadas.
También es importante referir que existen formas de enfrentar
el problema que el estigma impone a la utilización de psicoterapia: hay
evidencia de que el autoestigma asociado con la búsqueda de esta
terapéutica podría reducirse mediante intervenciones de autoafirmación.
(11)
72
psicoterapia e intervenciones psicosociales para disminuirlo. Si bien
estas aproximaciones han demostrado confiabilidad y validez predictiva,
más del 50% de los casos no progresan a la psicosis, lo que implica la
posibilidad de estigma hacia pacientes, familias e instituciones. (6)
También hay hallazgos positivos que apuntan al valor de
dichas técnicas en la psicosis temprana para acelerar y maximizar la
recuperación sintomática y funcional. Más allá del beneficio que pueden
aportar, también podrían contribuir al estigma.
73
en cada caso: si se la plantea como tratamiento de una enfermedad,
como apoyo para sobrellevar un problema, o cualquier punto dentro de
la amplia gama entre estos extremos. Esta definición, elaborada entre
paciente y terapeuta, podrá incidir en la autoestima y concepción de sí
mismo del primero.
En el numeral anterior me refería a que en algunos países
existe un sistema que facilita el acceso a las psicoterapias a gran parte
de la población. Si bien es un logro en cuanto a las inserción de estos
tratamientos, también podría conducir a cierto sobrediagnóstico y/o
sobreindicación que aumentarían la estigmatización.
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Barcelona, 1981, p. 201.
75
76
CAPÍTULO IX
Argentina
+ 54-11- 4855-6655
ebtornese@yahoo.com.ar
CONOCIMIENTO INTEGRADO ACERCA DEL ESTIGMA
77
establece por mecanismos interrelacionados, uno directo que incluye el
complejo estigma-discriminación asociado a trastorno mental percibido,
configurándose como barrera de acceso a servicios y acciones en salud
mental, y otro mecanismo indirecto que involucra el complejo estigma-
discriminación internalizado que aumenta la vulnerabilidad de episodios
depresivos y comportamientos autolesivos repetidos, pudiendo terminar
en suicidio. Se vio que las personas con estigma internalizado realizaron
más intentos de suicidio, siendo la tasa de suicidio más alta en la población
general de los países con mayor estigma percibido. (2)
78
Valencia. Al vivenciar la situación de un “perturbado” que era maltratado
por un grupo de jóvenes, Fray Jofré lo rescató y predicó por este tipo de
personas, para que tengan alojamiento y cuidados médicos.
79
su integración, base del el aprendizaje social, y para mejorar las actitudes
sociales negativas. Se requieren programas dirigidos a cambiar dichas
actitudes sociales en la comunidad y abordajes interdisciplinarios al
respecto, tanto del paciente como de su familia y entorno, en distintas
instituciones según la severidad de la psicopatología y tendiendo a la
rehabilitación psicosocial, la inclusión social y laboral si es posible. (6)
Bibliografía:
80
CAPÍTULO X
AUTORES:
1. Prof. Julio Torales
Referencias curriculares:
Profesor de Psiquiatría y Psicología Médica
Jefe del Departamento de Neurociencias
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Asunción
Secretario Regional para el Cono Sur de la Sección “Violencia
Intrafamiliar”, Asociación Psiquiátrica de América Latina
País: Paraguay
N° Teléfono (con código internacional y local): +595971683748
Mail: jtorales@med.una.py
81
en la Pareja” y lo define como cualquier comportamiento, dentro de
una relación íntima, que cause o pueda causar daño físico, psíquico o
sexual a los miembros de la relación, cita como ejemplos las agresiones
físicas, la violencia sexual, el maltrato emocional y los comportamientos
controladores y dominantes(2). El Centro para el Control y Prevención
de Enfermedades de los Estados Unidos provee una definición similar y
describe la violencia de pareja como violencia que incluye violencia física,
sexual, acecho y agresión psicológica (incluyendo tácticas coercitivas)
por una pareja actual o anterior(3).
La violencia de pareja se observa en todas las razas, etnias y
estratos socioeconómicos. Es un fenómeno asociado al género: aunque es
cierto que los hombres pueden sufrir violencia de pareja, las mujeres son
claramente más vulnerables de ser víctimas de cualquier tipo de violencia
intrafamiliar que los hombres, también tienen mayores probabilidades de
requerir atención médica u hospitalización, o de temer por sus vidas(4).
Las mujeres que presentan mayor riesgo son aquellas que se encuentran
en comunidades menos privilegiadas, mujeres de menores de 24 años,
y mujeres que sufren de algún tipo de discapacidad. Otros factores de
riesgo para victimización de violencia de pareja se resumen en la tabla 1.
82
Estigma en la violencia de pareja
83
El estigma proviene principalmente de las normas de género
tradicionales que consideran aceptables muchos actos de violencia de
pareja, estas normas se construyen alrededor de una masculinidad ideal
que enfatiza la dominancia y el control de los hombres, a quienes se
caracteriza como proveedores económicos y tomadores de decisiones
para quienes la violencia se justifica en el contexto de su uso legítimo
de poder en el hogar. En culturas donde estas normas siguen siendo
preponderantes, las mujeres mismas consideran frecuentemente la
violencia como parte “normal” de su relación, y no como un problema.
En muchas de estas sociedades, la violencia sexual dentro de la pareja
no se reconoce como tal, debido a la creencia de que el hombre tiene el
derecho de demandar actividad sexual de cualquier tipo con su pareja.
Esta figura no se encuentra dentro del marco legal de muchos países, y
esto resulta en la internalización de este concepto.
84
* Al remover un estudio que utilizaba una definición conservadora de
violencia de pareja, el OR aumentó a 3.21 (95% IC 2.49-4-22)
85
disfuncionales que pueden conducir a los pacientes a tomar
decisiones desadaptativas que pueden ubicarlos en situaciones
de violencia de pareja.
Referencias bibliográficas:
86
sagepub.com/doi/10.1177/0886260515609565
8. McCleary-Sills J, Namy S, Nyoni J, Rweyemamu D, Salvatory A,
Steven E. Stigma, shame and women’s limited agency in help-seeking
for intimate partner violence. Glob Public Health. 2016;11(1–2):224–35.
9. Oram S, Trevillion K, Feder G, Howard LM. Prevalence of experiences
of domestic violence among psychiatric patients: Systematic review. Br J
Psychiatry. 2013;202(2):94–9.
10. Ferrari G, Agnew-Davies R, Bailey J, Howard L, Howarth E, Peters
TJ, et al. Domestic violence and mental health: A cross-sectional survey
of women seeking help from domestic violence support services. Glob
Health Action. 2016;9(1): 29890.
87
88
CAPÍTULO XI
89
no hay que escuchar ni atender, pues es completamente ilógico. Pasa
a ser considerado como un ser “alienado”. Pinel explica el origen de las
enfermedades mentales por la herencia y las influencias ambientales.
Propone la creación de un cuerpo especializado de médicos, dedicados
a la atención de los “alienados”. Pinel propone una “terapia moral”.
Comienzan los avances en el conocimiento de la enfermedad mental.
En la historia de la locura hubo un periodo, particularmente a partir del
siglo XVII, en que la sociedad adopto hacia las personas que padecían
trastornos mentales una conducta de represión y violación de los
derechos que se fueron expresando en la marginalidad social, puesto
que la locura o los trastornos mentales fueron considerados como un
peligro a las representaciones de la sociedad en su conjunto. En el XVII,
frente a la locura, surge un miedo que tiene como punto de partida el mito
de que podría esparcirse como la gripe, es decir se le atribuye un carácter
contagioso y por lo tanto había que adoptar normas de prevención
social. Surgiendo de ésta manera la necesidad de control y reclusión. La
sociedad, en su gran mayoría occidental, se ha referido a las personas
con enfermedades mentales como locas o incapacitadas de vivir una vida
plena de acuerdo a los patrones culturales establecidos en una comunidad,
existiendo aún el término de manicomio, disminuyéndolas a un estado de
minusvalía, freno o presión social, siendo receptoras incluso del mismo
estigma que los presos carcelarios sufren al tratar de reintegrarse a una
vida comunitaria. La discriminación, el trato, las condiciones de vida y
las mínimas posibilidades de desarrollo de una persona con diagnóstico
esquizofrénico (por ejemplo), también es un maltrato y una violación de
los derechos de las personas, violación que la salud mental también vive
día a día, y que es ejercida tanto por las instituciones públicas de salud,
como por la sociedad en su conjunto.
90
significativos aparecen en ocasiones prejuicios sobre la enfermedad
mental y una actitud de ocultamiento y desmentida de la misma. Esta
actitud contribuye al aislamiento y la desesperanza que reiteradas
veces y con diferentes manifestaciones se observa en estos pacientes.
Creencias erróneas, prejuicios y discriminación son el trípode habitual
sobre el cual se sustenta el estigma, provocando rechazo y evitación con
repercusiones sobre la conducta personal y social de la persona que sufre
un trastorno mental. Edwin Goffman definió el estigma como un atributo
personal negativo que hace a una persona diferente de las otras y las
torna de una categoría inferior. De esta manera aplicó el concepto de
estigma a cualquier atributo o comportamiento del estigmatizado como
algo inaceptable e inferior que le genera invariablemente sentimientos de
vergüenza, humillación y rechazo. A través de la historia la construcción
social del estigma en psiquiatría ha estado ligada a mitos, miedos y
prejuicios que han marcado negativamente al enfermo mental y a su
familia. Es frecuente que ante una crisis en el funcionamiento mental de
una persona, su familia tiende a posicionarse como sana en oposición
al integrante definido como enfermo, respondiendo a normas sociales
y culturales desde donde se define la normalidad de acuerdo a lo que
la sociedad considera. Al ser el enfermo un integrante de la familia,
se provocan conductas que lo ubican como la causa del desequilibrio
familiar. Es necesario cuestionar esta visión de la enfermedad mental
que hace que en muchas familias circulen sentimientos hostiles, muchas
veces desmentidos, porque uno de sus integrantes no solo no cumple
con la modalidad familiar de vida sino que encima la cuestiona. Esta
situación se traduce muchas veces en una actitud de incrementar la
dependencia con el discurso encubridor de cuidarlo y apoyarlo lo más
posible. También el temor a las recaídas y sus consecuencias influye en
la experiencia de trabajo que transita durante la internación. La realidad
es que al tratar de salir adelante de sus propios conflictos emocionales
las personas con enfermedades mentales se enfrentan a muchos
problemas pero además, tienen que enfrentarse a la discriminación
y la estigmatización social asociados a su condición de enfermos. Por
eso es importante en la internación organizar los distintos espacios
que tengan en cuenta al paciente y su familia, sus aspectos “sanos” y
favorezcan el lazo social. Junto a preservar y priorizar el derecho del
paciente a saber qué es lo que le ha pasado a él y a sus modalidades
vinculares. Quitarle el peso estigmático no se resuelve con solo
explicaciones “teóricas “sino con la práctica, hacer que circule la palabra
y se resignifiquen experiencias vividas en esos diferentes espacios
terapéuticos. La disolución del estigma está vinculada con una evolución
y pronóstico más favorable y con que se pueda restituir la indispensable
red de sostén de todo viviente humano y con su mejor inserción social,
laboral o educacional. A pesar de los avances de la psiquiatría, el que
padece un trastorno mental sigue siendo, en la actualidad, estigmatizado.
Pesan sobre él una serie de actitudes negativas y discriminatorias. La
91
persona con un trastorno mental es desvalorizada y menospreciada,
en nuestra sociedad. Se ve expuesto a las emociones negativas que
desarrollan muchas personas ante ella: miedo, ansiedad, irritación,
compasión a veces excesiva e humillante. Se enfrenta con un muro de
“distancia social”: la gente la intenta evitar. Se enfrenta a una serie de
estereotipos. Mucha gente cree que una persona con una enfermedad
mental es peligrosa o incompetente. La violencia recibida por el enfermo
mental es mucho mayor que la violencia ejercida por él. Sólo una mínima
parte de las personas diagnosticadas de esquizofrenia o psicosis ejercen
actos violentos contra los demás. El prejuicio de la violencia de los
enfermos mentales se origina en el miedo y la ignorancia. El juicio de
atribución se relaciona estrechamente con el juicio de existencia. Cuando
comienzan a construirse social y culturalmente atribuciones negativas y
discriminatorias hacia grupos o sectores sociales por diferentes razones
rápidamente se ponen en riesgo la propia vida de sus integrantes y se
generan en muchos casos legislaciones discriminatoria de conculcación
de sus derechos o presentes ausentes porque aunque la discriminación
no se exprese en la legislación se constata en las políticas concretas.
Una manera en que el estigma va forjándose es comenzar por subrayar
diferencias y consecuentemente etiquetamientos. A renglón seguido
aparece el nosotros y ellos como fronteras divisoria y con la consecuencia
de estereotipos y prejuicios y finalmente una asimetría de poder entre
los discriminadores y los discriminados. Se produce una especie de
sustitución del ser sujeto por el ser la cualidad de la etiqueta. Cabe aquí
reflexionar sobre el alcance de este proceso ya que, si pensamos en que
el tipo de pérdida que está puesta en juego es la condición de sujeto,
parece más pertinente referirse a este punto como desubjetivación.
92
convierte al paciente en un activo participante del proceso terapéutico.
Los trabajos de Susan Sontag también han sido muy importantes para
aclarar el sentido y el significado de la enfermedad: la enfermedad es el
lado nocturno de la vida. Sontag señala que las enfermedades muchas
veces se asocian a nuestros miedos más profundos y cómo muchas
veces las sociedades parecen necesitar tener una enfermedad que se
identifique con la maldad, y a la cual se pueda culpar (piénsese en la
lepra, la sífilis, el sida). Y si esa enfermedad se considera misteriosa, no
tardará en ser no sólo temida, sino también vista como contagiosa (moral
o literalmente).
93
la recuperación de las personas con trastorno mental. Estigmatizar la
internación privándola del carácter de recurso terapéutico contribuye al
estigma y a aumentar las dificultades del paciente y su familia en tener
en cuenta uno de los posibles recursos para su recuperación. El rechazo
a reconocer la existencia del trastorno mental contribuye a que no se
acuda a la consulta médica en busca de ayuda en el momento adecuado.
El nacimiento de la psiquiatría está vinculado con el cuidado y la atención
de los enfermos mentales. Por lo tanto la demonización de la internación
en psiquiatría está íntimamente relacionada con la demonización del
psiquiatra. El sujeto de la psiquiatría no es un sujeto sólo biológico
sino también social, político y cultural. Para superar el estigma hay que
cambiar la representación social que de la enfermedad y su tratamiento
tienen las diferentes comunidades. Por eso la importancia de revalorizar la
clínica, lo cual implica un replanteo teórico que posibilite entender de una
manera diferente la ecuación salud-enfermedad-atención. Revalorizar la
clínica conlleva comprender que el desarrollo vital, la historia del sujeto
y sus modos de estar en el mundo significan algo más que procesos
físico-químicos. El no “tener tiempo” y la temporalidad “zapping” dificultan
poder tener tiempo para pensar: Para pensar que la clínica también
está determinada por la subjetividad de la época, Para pensar nuevas
orientaciones de trabajo y nuevos dispositivos. Para poder ser creativos
en pensar cómo se puede construir institucionalidad, calidad diferente del
orden normativo del sujeto, problemática decisiva para no ser técnicos
del cerebro sino artífices de subjetividad.
94
tiempo evitar otro mayor, puede ser visto incluso como un logro de ese
tratamiento. En consecuencia, no se trata tanto del recurso en sí sino
de la significación que se le dé a ese recurso. El derecho a vivir en
comunidad se inicia en el acto mismo de la internación de un paciente. De
ahí se desprende el abordaje terapéutico en la integralidad del paciente
y su grupo de pertenencia. Si se profundiza en la noción de fracaso se
concluye que lo que ha fracasado por múltiples y complejos motivos son
las tramas vinculares en que el sujeto está inmerso y que nunca son
un elemento aislado sino que expresan la articulación de los sucesivos
ámbitos familiares y sociales. Las causas que determinaron la decisión
de internar un paciente y que son un territorio común de lo físico y lo
psíquico. Antonio Damasio en su libro “El error de Descartes” manifiesta
que: “No es sólo la separación entre mente y cerebro la que es mítica: la
separación entre mente y cuerpo es, probablemente, igual de ficticia. La
mente forma parte del cuerpo tanto como del cerebro”. La fragmentación
del estudio del hombre tiene el riesgo de perder una visión de conjunto
y caer en variados reduccionismos conceptuales que frecuentemente se
expresan en una disociación en la necesaria comprensión holística de la
articulación entre las dimensiones mente, cuerpo y sociedad. Una visión
integral no es solamente el agregado sumatorio o lineal de los aspectos
biológicos, psicológicos o sociales en salud y enfermedad. En el diseño
del dispositivo de atención en la internación se puntualiza la vigencia de
la integración del paciente con su red social (familiar y comunitaria); por
este motivo la estrategia terapéutica tiene que enfatizar el proceso de
comprometer al conjunto de esta red en el abordaje de la enfermedad
mental. El paciente no debe ser aislado de su contexto social, de su
familia en tanto sea posible. La internación es entendida como un espacio
terapéutico para resolver situaciones de crisis y no de peligrosidad
asociada al ser. Como instancia terapéutica sustenta principios básicos
tales como la preservación y cuidado de la intimidad del paciente como
derecho. Es relevante estudiar los procesos de estigma como barrera de
accesibilidad a la atención en salud, para identificar componentes que
disminuyan dicha exclusión (OPS/OMS, 2005). Estos procesos, están
subreconocidos en la producción de inequidad en salud La reducción
de la estigmatización y la discriminación, es fundamental para la
elaboración de políticas de inclusión desde una lógica de respeto por los
derechos humanos. La disminución del estigma alrededor del paciente
con enfermedad mental puede promover que éstos sean atendidos de
manera más temprana, mejorar sus redes de apoyo, que la evolución y el
pronóstico sean más favorables, que los individuos se reintegren lo más
pronto posible y de la mejor manera a la sociedad. Cuando se programa
la internación en hospitales polivalentes es importante remarcar el criterio
que mientras que el paciente de otras especialidades médicas está en
la cama y cuando se encuentra en condiciones de dejar la cama tiene
el alta médica; el paciente con un trastorno mental no tiene que estar
en la cama y tiene que disponer del espacio y las condiciones para que
95
se puedan realizar todos los abordajes terapéuticos imprescindibles
para su más rápida externacion e inserción social. Disolver el estigma
presupone pensar creativamente. La creatividad puede devenir de
un gesto o propuesta individual, pero cuando el grupo se la apropia
deviene en creación. Incluso estimular la creatividad de cada integrante
en las instituciones de salud mental es un hecho de modificación de
posicionamiento subjetivo. Implica que cada miembro de ese servicio u
hospital devenga en verdadero actor. Es decir que no sólo pueda decir lo
que no quiere hacer, sino fundamentalmente qué quiere hacer y cómo lo
quiere hacer. Toda propuesta cuando es apropiada por el conjunto implica
una construcción común que la diferencia cualitativamente y provoca
un hecho significativo: generar nuevos sentidos. Y por lo tanto produce
nueva subjetividad. Este efecto hay que pensarlo tanto del lado de los
profesionales como de los pacientes. Es importante desarrollar líneas de
investigación para caracterizar y evaluar los diversos tipos de estigma
en Latinoamérica considerando las características socioculturales de
cada país o región y poder generar intervenciones que apunten a que
se respeten los derechos civiles y sociales y facilitar la apertura de los
espacios de inclusión social. Como parte de las medidas anti estigma
es importante considerar que el Estado debe garantizar y velar por
instituciones de salud de calidad, accesibles, universales, no masificadas
y orientadas a la recuperación que incorporen de manera decisiva los
avances en el tratamiento, rehabilitación e integración social, y liderando
la puesta en marcha de campañas de sensibilización y extremando
la vigilancia sobre el respeto a la dignidad de la persona tanto en el
conjunto de la administración del estado como de la asistencia sanitaria
en particular.
Bibliografía:
96
CAPÍTULO XII
Cuerpo y Estigma
Autora: Graciela Beatriz Onofrio
graciela.onofrio@gmail.com
gbonofrio@yahoo.com.ar
+ 549 11 41435858
97
una cruz, otros como un temblor, pero casi todos coinciden en que se
trata de una marca visible.
98
videntes, escuelas y universidades con asientos anatómicos o sin ellos…
Un diálogo de tres:
Madre: “Hoy, tiene bulling, que le dicen….”
Terapeuta: “Y ¿con qué te cargan tus compañeros?” (acepción de “cargar”
usada como burla)
Madre: “Porque es muy bonita….”. (En ese momento el terapeuta piensa:
bueno, señora…, no es tan linda su hija…)
Hija: “Me hacen bulling porque tengo granos en la cara….” (En ese
momento el terapeuta mira: la joven no tiene granos en la cara….) Y me
hacen bulling porque a mí (subrayado por la paciente) mis padres me
compran todo…
99
Enmarcado en el campo clínico de los trastornos de la conducta
alimentaria, ¿qué podría ser la anorexia nerviosa?… ¿una psicosis que
piensa como estigma a la obesidad?
PROGRAMAS DE DESESTIGMATIZACIÓN:
PROSAM EN ZAPATILLAS:
100
cuatro horas, como espacio compartido en una Muestra Anual abierta al
público, para interactuar entre pacientes, terapeutas, psiquiatras, otros
especialistas médicos, profesores de gimnasia, chef y familiares. Estas
Muestras bautizadas “Prosam en Zapatillas” intentan año a año hacer
partícipes, a toda la comunidad de consultantes, de las propuestas de
grupos y talleres terapéuticos que llevamos adelante durante el año en
el Área de Trastornos de la Conducta Alimentaria y Obesidad. Dentro
de PROSAM (Programas de Salud Mental) abordamos pacientes con
trastornos de la conducta alimentaria en un Área que reúne consultas de
anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastornos por atracones y pacientes
con obesidad, tanto aquellos a los cuales les son indicados tratamientos
grupales integrales para descenso de peso como aquellos a quienes se
les ha indicado cirugía bariátrica. Los objetivos de estas convocatorias son
aprender, compartir y divertirnos con los Talleres que los pacientes hacen
habitualmente y con regularidad durante el año de trabajo. El producto
de cada año es una publicación realizada en forma conjunta con los
pacientes que incluye recomendaciones, poemas, escritos breves, fotos,
recetas caseras y toda otra colaboración pertinente.
Bibliografía consultada:
• Brewis A., ”Stigma and the perpetuation of obesity”, Rev Social Science
and Medicine, 118(2014) 152-158
• De Brún A, McCarthy M, McKenzie K and McGloin A, “Weight stigma
and narrative resistance evident in online discussions of obesity”, Appetite
72 (2014) 73-81
• Evans-Lacko S., Courtin E., Fiorillo A. et al, “The state of art in European
research on reducing social exclusion and stigma related to mental health:
A systematic mapping of the literature, European Psych, XXX (2014), xxx-
xxx, recuperado en www.sciencedirect.com
• Hatzenbuehler M, Phelan Jo. and Link B, “Stigma as a fundamental
101
cause of population health inequalities”, Am J Public Health, 2013, 103(5):
813-821
• Lee S., Lim L. and Koh D., “Stigma among workers attending a hospital
specialist diabetes clinic”, Occupational Medicine, 2015, 65:67-71
• Segato R., Contra-pedagogías de la crueldad, Prometeo Ed, 1ra Ed,
Buenos Aires, 2018.
102
CAPÍTULO XIII
AUTORES:
Barriguete-Meléndez JA12, Ollié JP3, Rojo-Moreno L4, Barriguete-Chávez
Peón P5, Gónzalez Olga6, Rutsztein G7.
103
riesgo.
104
que cursan con bajo peso, el de la anorexia nerviosa (AN) y también el
de la bulimia nerviosa restrictiva (BN-R), a las adolescentes y mujeres
dedicadas al modelaje. Y a todas las mujeres de cualquier edad que
siguen la moda, y sus peligrosos estándares de belleza emaciada y del
bajo peso.
Buscan éstos decretos, “proteger al género femenino, en el
medio laboral al ser trabajadora de la industria de la moda”, y a su vez,
emitir la alertar sobre “las imágenes visuales alteradas, retocadas” que
aparecen en los anuncios de la publicidad comercial. Ya que toda imagen
de la publicidad comercial que haya sido retocada, deberá señalarlo en el
anuncio mismo.
105
padecer algún TCA, con especial atención a su índice de imagen corporal
IMC> 18.5. Con el objeto de protegerlas de las exigencias de un cuerpo
extremadamente delgado y enfermo.
Referencias bibliográficas:
106
3 BarrigueteM JA, Campos-Nonato I, Hernández-Barrera L, Barquera
S, Córdoba-Villalobos JA, Hernández-Ávila M. (2017) Prevalencia de
conductas alimentarias de riesgo en adolescentes mexicanos: resultados
de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud 2012. Revista Salud Pública
de México. En prensa.
5 Jeanine C, Cogan JC, Franko DL, Herzog DB. Federal advocacy for
anorexia nervosa: an american model. Int J Eat Disord. 2005; 37:S101-2.
https://doi.org/10.1002/eat.20127
6 Lea Boepple, J. Kevin Thompson. A content analytic comparison of
fitspiration and thinspiration websites. (2016) Int J ED. . Vol 49, 1, 98-101.
7 Campbell AT, Aulisio MP. The stigma of ‘‘Mental’’ Illness: end stage
anorexia and treatment refusal. Int J Eat Disord. 2012;45:627-34. https://
doi.org/10.1002/eat.22002
12 Austin JL, Smith JE. Thin Ideal Internalization in Mexican Girls: A Test
of the Sociocultural Model of Eating Disorders. Int J Eat Disord 2008;
41:448-457.
107
14 http://www.aedweb.org/index.php/23-get-involved/position-
statements/93-aed-statement-on-body-shaming-and-weight-prejudice-in-
public-endeavors-to-reduce-obesity-7
15 http://www.aedweb.org/index.php/education/eating-disorder-
information/eating-disorder-information-13
16 http://www.aedweb.org/images/DSM5September2016Final.pdf
17 http://onlinelibrary.wiley.com/journal/10.1002/(ISSN)1098-108X
18 http://www.aedweb.org/index.php/about-aed/about-forum
19 http://www.aedweb.org/index.php/education/world-eating-disorder-
day-of-action-twitterchats
108
CAPÍTULO XIV
109
aparece separada en dos grupos. En un grupo están los psiquiatras
con sus enfermos mentales, con sus psicofármacos y tratamientos
biológicos, donde la psiquiatría es referida una y otra vez como represión,
compulsividad, encierro y utilización de tratamientos no humanitarios
e incluso contra los derechos humanos. En el otro grupo en cambio,
aparecen los integrantes del conjunto “psi” con sus clientes y los
problemas de la vida, como técnicos que no reprimen sino que trabajan
en la comunidad con personas libres y donde el diálogo psicoterapéutico
es lo central. En ese estereotipo: por un lado, la psiquiatría y sus
psiquiatras son relacionados con la enfermedad y sus limitaciones, con
los tratamientos de tipo biológico y especialmente con la posibilidad de
hospitalización y de tratamientos involuntarios. Por otro, los técnicos “psi”
son vinculados con la salud, con lo creativo del hombre ya que en su
mayoría encaran a personas sanas que conservan su autonomía, que
consultan por problemas de la condición humana y con los cuales la
relación es totalmente libre.
110
de manifiesto en las conductas facultativas del sujeto una disminución del
poder normal de auto-normatizar su existencia. Es por eso que el hecho
psicopatológico se constituye en un objeto de saber en el cruce de las
ciencias de la naturaleza y de las ciencias humanas.
111
Ian Hacking (9) señala los grados en que se adhiere a la idea de
que algo es una construcción social. Aplicados esos grados a la idea de
que la enfermedad mental solo es una construcción social se puede decir
que: un primer grado es el del historiador que sostiene que la psiquiatría
es médica solo por contingencias históricas, un segundo grado es el de
los psiquiatras que piensan que la psiquiatría es médica pero que por
corrección política aceptan que se afirme que no lo es, un tercer grado es
de quienes trabajan para modificar la idea de que la psiquiatría es médica
entendiendo que es una mala idea, un cuarto grado es el de quienes
afirman que es una idea que hay que desenmascarar por la función de
represión social que cumple, y finalmente un quinto grado es el de los que
adoptando actitudes activas de reforma social buscan eliminar el término
enfermedad mental, los espacios de atención hospitalaria, la utilización
de tratamientos somáticos y especialmente controlar la actuación
profesional de los psiquiatras’.
112
El reconocimiento de la enfermedad mental en su realidad tuvo
y tiene lugar en sociedades en que es posible percibir que los enfermos
mentales contrastan con el obrar de los hombres, libres y responsables
de sus actos. Si bien el obrar humano normal implica mucho de irracional,
esa irracionalidad contrasta con la irracionalidad de la enfermedad mental.
La irracionalidad del hombre normal se origina en el hecho de que es
centro de indeterminación, creador de sus valores. El enfermo mental en
cambio, por un desorden natural no puede acceder a esa “chispa de la
especie” a ese poder auto-normatizarse, decidiéndose por el bien o por
el mal. según sus valores.
Durante los siglos XIX y XX esa interferencia en la autonomía
fue descrita, primero, de modo genérico (“alienados”) y después
según diversas formas clínicas (“enfermos mentales”).(10) De ese
modo la enfermedad mental se develó en su dialéctica de ser: por
la desorganización de la infraestructura mental –somatopsíquica–
un fenómeno natural que debe ser estudiado por las ciencias de la
naturaleza, y por la lucha personal del paciente por la interferencia que
sufre en su autonomía, un fenómeno antropológico, objeto de las ciencias
humanas. Objeto de saber específico que manifiesta la inversión de la
relación de represión normal consciente/inconsciente’ y que se diferencia
de otros “objetos psiquicos” de estudio: (a) de las manifestaciones
psíquicas que acompañan las desorganizaciones de tipo neurológico
(neuropsicología), (b) del análisis de la posible causalidad psíquica de las
afecciones vegetativas (que estudia la orientación psico-somática de la
medicina), (c) de las reacciones psíquicas que se pueden padecer frente
al hecho de sufrir una enfermedad vegetativa (psicología médica), (d) y
esencialmente de las variaciones psíquicas conflictivas de la condición
humana, normales porque no son procesuales (objeto de la psicología y
de la psicosociología).
113
donde los actos son considerados en sus motivos, razones, excusas y
donde se acepta la posibilidad de la sanción y de la reparación. El enfermo
mental aparece interferido en ese diálogo moral porque la enfermedad
mental, más allá de los diferentes síntomas con que se manifiesta, es
siempre un trastorno de la voluntad. Trastorno de la voluntad que a
veces es vivido como déficit, como impotencia para querer, para hacer y
para decidir y otras veces como impulsiones, fuerzas o tendencias que
escapan al control. En ambas formas la libertad aparece objetivada como
libertad perdida.
114
El objetivo de la Law Commission de Ontario es que el paciente
psiquiátrico no sea incapacitado legalmente y que decida el máximo
de lo que puede decidir. Sin embargo, en los hechos reconoce que la
enfermedad mental interfiere con la autonomía y que esa interferencia
determina tres estatutos en relación con la capacidad de decidir. El
paciente psiquiátrico puede requerir ser “asistido”, ser “apoyado” o ser
“sustituido”. Esto es así porque cuando se debe adoptar una medida
práctica es imposible no reconocer que los enfermos mentales sufren en
su autonomía personal. H. Ey dice que el enfermo mental se volvió objeto
de saber y praxis de la psiquiatría en la medida en que se manifestaba
como un hombre como los otros, pero a la vez inferior a los otros en su
estructura psíquica (cf. ref 3, p.483).
Referencias bibliográficas:
(1) Bach M., Kerzner L. A new paradigm fot protecting autonomy and the
Right to legal capacity. Commissioned by the Law Commission of Ontario;
(summary by L.Graham); 2010.
(2) Ey H. Anthropologie du “malade mental”. Information Psychiatrique,
1951; (48): 891-896.
(3) Ey H. La psychiatrie, science fondamentale de l’homme. Esprit, 1956;
(24): 482-503.
(4) Ey H. La Conciencia. El devenir consciente (la organización del ser
psíquico y el problema de los valores humanos; 5ª. parte). Traducción de
la 2a.edición francesa. Buenos Aires: Polemos; 2013; pp. 367-432.
(5) Ey H. La conception idéologique de “L’histoire de la folie” de M.
Foucault. Journée annuelle de l’Evolution Psychiatrique. Toulouse, 1969.
Evolut. Psychiat. 1971; (36): 243-258.
(6) Ey H. Défense et illustration de la psychiatrie. Paris: Masson; 1977.
115
(7) Foucault M. History of Madness. London and New York: Routledge;
2009.
(8) Goffman E. Internados. Emsayos sobre la situación social de los
enfermos mentales. Buenos Aires: Amorrortu; 1970.
(9) Hacking I. The social construction of what? Cambridge, Massachussets:
Harvard University Press; 2000.
(10) Lanteri-Laura G. Essai sur les paradigmes de la psychiatrie moderne.
Paris: Editions du Temps; 1998.
(11) Szasz Th. El mito de la enfermedad mental. Buenos Aires: Amorrortu;
1973.
(12) United Nations (Division for Social Policy and Development Disability).
Convention on the Rights of Persons with Disabilities (CRPD); 2010.
116
CAPÍTULO XV
Sergio J. Villaseñor-Bayardo
117
al total global de desplazados, han sido en millones.
La cifra global incluye 40,3 millones de personas desarraigados
dentro de las fronteras de sus propios países, cerca de 500,000 menos
que en 2015. Mientras tanto, el número total de los buscadores de asilo
globalmente fue de 2.8 millones, cerca de 400,000 menos que el año
previo.
Sin embargo, el número total de los que buscan seguridad a través de
las fronteras internacionales como refugiados, llegó a 22.5 millones, el
número más alto desde que el UNHCR fue fundado en 1950, al terminar
la 2ª guerra mundial.
California es el hogar de 10 millones de inmigrantes, lo cual
incluye cerca de 3 millones de residentes indocumentados. En tiempos
de incertidumbre y temor por la población inmigrante en ese país, un
reporte nuevo de la Haas, Jr. Fund grantee California Immigrant Policy
Center (CIPC) muestra el papel crucial de estos trabajadores, padres e
hijos, en la vida económica y civil del estado.
118
Los niños cuyas madres estaban protegidas de la deportación
gracias al DACA tuvieron un 50% menos de diagnósticos de los trastornos
de adaptación y de ansiedad que los niños de madres cuyo parto , por
coincidencia, precedió al cierre del DACA y que por lo tanto no estaban
protegidas.
(Science 08 Sep 2017:
Vol. 357, Issue 6355, pp. 1041-1044
DOI: 10.1126/science.aan5893
119
mayor en sólo tres años”.
En Belice, las solicitudes de asilo de estos tres países del famoso triángulo
de norte y centroamérica aumentaron 770 por ciento entre 2014 y 2015,
mientras que en Costa Rica hubo un incremento del 127% de 2013 a
2015. En los Estados Unidos hubo un incremento del 97 por ciento y en
México del 77.
120
al más severos de los conflictos armados en el mundo, descritos en el
reporte: “Forzados a huir del triángulo norte de América central: una crisis
humanitarian dejada en el olvido”.
121
aproximadamente 150,000 personas han sido asesinadas en el TNCA y
esta situación no hace más que empeorar, particularmente en El Salvador.
122
Los Estados Unidos deportaron 96,000 migrantes versus
147,000 deportados de México, a una tasa de 293 diarios de acuerdo a
las estadísticas oficiales.
Sin embargo, mientras que el 60% de los inmigrantes deportados
por los Estados Unidos estaban comprometidos con alguna actividad
criminal, en México, muy pocos tuvieron antecedents penales.
123
124
CAPÍTULO XVI
Reconocemos:
- La importancia insoslayable de respetar los derechos humanos
en toda situación relativa a nuestra especialidad médica.
- El estigma en Psiquiatría y Salud Mental tiene hoy una
connotación negativa que se convierte en factor concurrente o
autoperpetuante de la problemática de los pacientes y sus
familias.
- Esta discriminación abarca diferentes enfermedades
mentales y estados emocionales relacionados por su condición,
etnia, credo, orientación sexual, discapacidades físicas,
neurosensoriales e intelectuales, como asimismo otras
condiciones médicas en las que queda comprometida la
afectividad del paciente, que, por lo tanto, perjudican la
autoestima del mismo y condicionan desfavorablemente tanto
el pedido de ayuda terapéutica como la adhesión a las
estrategias propuestas: intervenciones psicosociales y a los
tratamientos entre estos los farmacológicos principalmente y aún
la continuidad de los tratamientos.
- Toda condición de falta de adherencia en problemáticas de
salud mental, favorece la cronicidad de las mismas y, por lo
tanto, merma la capacidad de adaptación, disfrute y reinserción
social y vincular de quien lo padece de forma directa o indirecta.
- El estigma perjudica a los diversos estamentos sociales,
encontrando tres segmentos de alta vulnerabilidad: los niños y
adolescentes, las niñas y mujeres y los adultos mayores.
- Asimismo el estigma afecta a los hombres, negándoles la
oportunidad de consultar por enfermedades que presentan
síntomas emocionales, descalificando a quienes consultan, con
adjetivos como débiles, inútiles o incapaces de manejar sus
emociones; NO permitiendo reconocer el malestar como
125
una enfermedad, postergando, de este modo, la oportunidad de
tratamiento específico y adecuado.
- La falta de detección de enfermedades mentales en niños y
adolescentes se debe, muchas veces, a la creencia de que
la consulta psiquiátrica en salud mental infanto juvenil, sería un
factor estigmatizante para un sujeto. La falta de diagnóstico y
adecuado tratamiento expone, frecuentemente, a esta franja
etaria a la dificultad de adecuado crecimiento bio-psico-social,
quienes después, al estar afectada su salud mental, sufren del
estigma social de su enfermedad
- El estigma obstaculiza las acciones prevención de las
enfermedades mentales y del comportamiento, así como las
intervenciones de promoción de la salud mental.
- El estigma influye en que los gobiernos o estados no
inviertan recursos financieros, tecnológicos y humanos, dado
que es conceptualizado como un gasto que no tiene retorno y no
como una inversión que mejora condiciones de vida.
- La estigmatización de la vejez conduce a un deterioro de la
calidad de vida de los sujetos en un momento muy frágil de la
existencia.
- El impacto del estigma se extiende a los actores que intervienen
en los equipos de trabajo de salud mental, perjudicando, entre
otros, el prestigio de los psiquiatras en su accionar.
- El estigma de la enfermedad mental es uno de los obstáculos
más serios para lograr el éxito en el tratamiento, recuperación,
rehabilitación e inclusión en la sociedad de personas con dichas
enfermedades
Consideramos que:
- La Psiquiatría, como especialidad médica, carga sobre sus
hombros una controversia respecto a sus alcances. En una
sobre estimación, dentro del campo de la Medicina, se le puede
atribuir una perspectiva mágica y omnisciente. En una
subestimación de su campo de trabajo, se la considera una
Medicina empobrecida, el pariente pobre de la tecnocracia.
- Dentro del campo de la salud mental, la falsa dicotomía y
el desconocimiento acerca de las competencias e incumbencias
del psiquiatra, colocan al profesional en un lugar estigmatizado
dentro de todos los agentes de salud, dejando el papel de la
medicación o prescripción de psicofármacos como única acción,
a veces bastante inespecífica, dentro de este marco de abordajes
terapéuticos.
- La Psiquiatría abarca tanto acciones relativas a diagnóstico de
problemas mentales, emocionales y del comportamiento,
evaluación de estrategias, tratamientos psicosociales y/o
farmacológicos, rehabilitación, acciones de resocialización
126
y reinserción, así como psicoeducación individual, familiar,
grupal y comunitaria.
Recomendamos:
- El trabajo interdisciplinario en el campo de la salud mental con
respeto y conocimiento de las incumbencias y competencias de
cada profesional interviniente.
- Encarar campañas de desestigmatización de la enfermedad
mental en todos los medios de comunicación. Realizar campañas
de marketing social (SMC) para reducir el estigma de la
enfermedad mental
- Fomentar y crear vínculos de cada Asociación o Sociedad
Psiquiátrica de los países de APAL, con las facultades de
Medicina, Nutrición, Odontología, Escuelas de Enfermería
y Trabajo Social para que incluyan dentro de sus pensum de
estudios programas longitudinales de psiquiatría/psicología para
que disminuya el estigma ya desde el pregrado y esto tenga un
impacto en el trato y manejo de los pacientes y las interconsultas.
- Encarar campañas respetuosas de información acerca de las
enfermedades más prevalentes del campo de la Psiquiatría.
- Inclusión de todos los agentes de salud mental, a través de las
representaciones de sus Asociaciones profesionales, en la
formulación y promulgación de políticas públicas, planes,
programas y proyectos, formulación de normas, protocolos y
guías clínicas y reglamentación de leyes de salud mental en
cada una de las regiones y/o países.
- Propiciar grupos de trabajo, investigación y reflexión del rol
del psiquiatra en cada ámbito profesional para prevenir el
Síndrome de Desgaste Laboral ( SDL) es una tarea poco visible
pero en constante vinculación con el sufrimiento emocional de
quienes nos consultan.
- Propiciar investigación, formación y mecanismos para reducir
el estigma y promover la inclusión social y la resiliencia de los
pacientes con enfermedad mental.
- Propiciar grupos y reuniones de reflexión para evitar el Síndrome
de Desgaste Laboral (SDL) entre los psiquiatras.
- Utilizar un plan de acción para evaluar y medir el estigma en el
personal de salud y estudiantes de pregrado (estudiantes de
Medicina, Enfermería, Odontología, Psicología, Trabajo social,
Nutrición y otras carreras vinculadas a profesionales de la salud)
en cada país de América Latina, utilizando la escala de la WPA
disponible en español, que tiene como objetivo mejorar la imagen
de la psiquiatría y de los psiquiatras.
- Realización de actividades, por parte de las diferentes
Sociedades y Asociaciones miembros de la APAL, dirigidas al
público en general, con el objeto de informar y aclarar dudas
127
respecto al quehacer de la Psiquiatría y la existencia de las
enfermedades mentales, síntomas emocionales y
comportamentales, así como la posibilidad de tener acceso a
recibir un tratamiento adecuado con base en la evidencia y las
buenas prácticas que mejore su calidad de vida.
Bibliografía respaldatoria:
1.-The impact of social marketing campaigns on reducing mental
health stigma: Results from the 2009–2014 Time to Change
programme G. Sampogna, I. Bakolis, S. Evans-Lacko, E. Robinson,G.
Thornicroft, C. Henderson,Department of Psychiatry, University of Naples
SUN, Naples, Italy Health Services and Population Research Department,
Institute of Psychiatry, Psychology and Neuroscience, King’s College
London, London, UK Biostatistics Department, Institute of Psychiatry,
Psychology and Neuroscience, King’s College London, London, UK
Personal Social Services Research Unit, London School of Economics
and Political Science, London, UK
2.- The state of the art in European research on reducing social
exclusion and stigma related to mental health: A systematic mapping
of the literature S. Evans-Lacko, E. Courtin, A. Fiorillo, M.Luciano, A.-
L. Park, M. Brunn,S. Byford,K. Chevreul,A.K.Forsman, L. Gulacsi j, J.M.
Haro,B. Kennelly, S. Knappe, T. Lai,A. Lasalvia, M. Miret, C. O’Sullivan,
C. Obradors, N. Ru ̈ sch, N. Sartorius, V. Sˇvab, J. van Weeghel, C. Van
Audenhove, K. Wahlbeck, A. Zlati, ROAMER Consortium, D. McDaid,G.
Thornicroft.
3. The reduction of stigma and discrimination against older people
with mental disorders: a challenge for the future Service Universitaire
de Psychiatrie de I’Age Avancé, WHO Collaborating Centre for Psychiatry
of the Elderly, Route du Mont, CH-1008 Prilly, Switzerland
4.- Mental health professionals’ attitudes towards people with mental
illness: Do they differ from attitudes held
by people with mental
illness? Lars Hansson,Henrika Jormfeldt, Petra Svedberg and Bengt
Svensson
5.- Reducing stigma and discrimination against older people with
mental disorders: a technical consensus statement Nori Graham,
James Lindesay, Cornelius Katona, Jose Manoel Bertolote, Vincent
Camus, John R. M. Copeland, Carlos A. de Mendonc ̧a Lim, Michel
Gaillard,
128
Asistentes a la Asamblea extraordinaria de APAL
celebrada en Tikal el 27 de Enero de 2018.
129
130
COMITÉ EJECUTIVO APAL 2016-2018
PRESIDENTE
Enrique Mendoza Gaitán
Guatemala – emendozag@hotmail.com
VICE-PRESIDENTE
Antonio Geraldo Da Silva
Brasil - antoniogeraldo@terra.com.br
SECRETARIO GENERAL
Nery Ortiz Alvarez
Guatemala - neryortiz@hotmail.com
SECRETARIO DE FINANZAS
Ismael Salazar Gutiérrez
Guatemala - isalazarg@hotmail.com
COORDINADORA DE SECCIONES
Graciela B. Onofrio
Argentina - seccionesapal@gmail.com, gbonofrio@yahoo.com.ar
131
COMITÉ EJECUTIVO APAL 2016-2018
PRESIDENTE
Enrique Mendoza Gaitán
Guatemala
VICE-PRESIDENTE
Antonio Geraldo Da Silva
Brasil
SECRETARIO GENERAL
Nery Ortiz Alvarez
Guatemala
SECRETARIO DE FINANZAS
Ismael Salazar Gutiérrez
Guatemala
COORDINADORA DE SECCIONES
Graciela B. Onofrio
Argentina