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positivo”.

Foto cedida por el autor

Utiliza un lenguaje positivo vivirás más y


mejor
Ana Soteras | MADRID/EFE/ANA SOTERAS jueves 07.04.2016

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Emplear un lenguaje positivo nos puede ayudar a mejorar la comunicación, nuestras


estrategias vitales y las relaciones con uno mismo y los demás. Pero, además, un
lenguaje positivo supone “mejor salud y más años de vida”, afirma el filósofo Luis
Castellanos, investigador en el campo de la neurociencia cognitiva

Imagen cedida por Luis Castellanos, autor de “La ciencia del lenguaje positivo” y “El lenguaje de la
felicidad”.

Entrenar el lenguaje para encontrar las palabras más acertadas que transformen tu vida en salud y
longevidad es el desafío del libro “La ciencia del lenguaje positivo” (Editorial Paidós) de Luis
Castellanos que, además de explicar cómo nos cambian las palabras que elegimos, nos propone un plan
para aumentar nuestro lenguaje positivo.

Castellanos, a través del “El Jardín de Junio”, centro impulsor de investigaciones en el campo de la
neurociencia cognitiva, ha formado en lenguaje positivo a colectivos de deportistas, del mundo de la
empresa o incluso de la salud.

Y es que las palabras positivas tienen una repercusión directa en el funcionamiento del cerebro. Así lo
constató una investigación de este centro, publicada en “Plos one”, que a través de encefalogramas
comprobó que el cien por cien de las palabras positivas pronunciadas por un ordenador activaban el
tiempo de reacción del cerebro frente a otras negativas o neutras.

“El lenguaje positivo tiene facilidad para transformar el cerebro humano con una alta activación”, indica
el investigador.

Alegre, feliz, enérgico, animado, activo, ilusionado, orgulloso o reír, son algunos ejemplos de palabras
con carga positiva de alta activación frente a otras negativas de alta activación como miedo, alertado,
asustado, asco, desprecio, envidia, vergüenza, enfado o preocupado

El lenguaje, el camino
Y es que el lenguaje nos determina la manera de abordar la vida y lleva implícito un tipo de
acción o de inacción “porque nos lleva a la elección de las palabras. No por intuición, sino por
pura elección. El lenguaje es crear, no copiar”, apunta Castellanos.

Escoger bien las palabras también nos puede ayudar a enfrentarnos a nuestros miedos y a
motivarnos y animarnos a nosotros mismos, al igual que pronunciamos palabras de aliento para
los demás. “Podemos ser capaces de identificar palabras que a cada uno nos da esa alta
activación. Mis palabras son únicas”, indica el filósofo.

En lado oscuro se encuentra el lenguaje dañino, ofensivo, la verbalización de la ira. O incluso el


silencio, “una variante silenciosa de la ira, el resentimiento”.
Es un lenguaje que “tira por la borda las relaciones con la otra persona”, explica el
filósofo. “Una palabra negativa -añade- tiene que estar contrarrestada con cinco positivas si
queremos volver a construir algo en una relación”.

Inteligencia lingüística, inteligencia emocional


Todas las palabras, positivas o negativas, están cargadas emocionalmente por eso el lenguaje
forma parte de la inteligencia emocional, aquella que nos permite gestionar nuestras emociones
y las de los demás.

“En la inteligencia emocional lo primero es tomar conciencia de las emociones y con el lenguaje
tomamos conciencia de nuestras propias palabras. Identificar, abrir esa palabra y habitarla si es
positiva y evitarla si es negativa. Igual que regulas las emociones, regula tu lenguaje”,
manifiesta Luis Castellanos.

“El lenguaje nos permite gestionar nuestra propia inteligencia lingüística y emocional. Tenemos
un lenguaje interior (el que nos hace ser quien somos) y otro exterior (como queremos que nos
vean los demás) pero no engañamos mucho aunque creamos que sí”, añade.

Los políticos o los médicos…¿Emplean el


lenguaje positivo?

Foto: Editorial Paidós

Ciertamente no. Y eso lo vivimos todos y cada uno de nosotros en un hospital o frente al
televisor escuchando a cualquier dirigente político.
Por eso, Luis Castellanos defiende la idea de que el lenguaje positivo es un sistema de
protección propio y de los demás en cuanto a energía, sueños, tiempo, futuro, vida y felicidad.
Algo que parecen no poner en práctica nuestros políticos.

“A la clase política le falta grandeza y empatía temporal. Emplean un lenguaje neutro no


habitado, que no lo han abierto. Hablan para convencer, para llevarse los votos pero no para
empatizar con las personas y protegerlas en la situación en la que se encuentran”, opina el
filósofo.

También el profesional sanitario en contacto directo con el paciente debe mejorar su lenguaje
para convertirlo en positivo. “Se mejora la calidad de vida de las personas simplemente
hablándoles y los médicos tienen que aprender a hablar porque la palabra es salud y activa y
protege la energía de las personas”.

“En el hospital necesitamos energía, sistemas de recuperación y por tanto palabras que den
energía. La palabra cambia la biología del cerebro y por tanto la biología de tu comportamiento
y del comportamiento de tu propio cuerpo. Por tanto, no hay quitarle los sueños a las personas,
hay que potenciarles”, indica el experto.

Ejercicios para comprobar tu lenguaje


El libro “La ciencia del lenguaje positivo” propone un plan para aumentar nuestras palabras
positivas en tres etapas:

 Tomar conciencia de nuestro lenguaje actual

 Regular nuestro lenguaje mediante el entrenamiento

 Consolidar el hábito de expresarnos en positivo

Pero también se ofrecen diferentes ejercicios para que el lector se analice a sí mismo. Uno de
ellos es descubrir cuáles son las palabras de ánimo que funcionan en cada uno. Para eso hay
que escribir una lista de 15 palabras motivadoras de nuestro lenguaje cotidiano y decirlas en
voz alta y escribirlas cuando necesitemos alentarnos. Se producirá un cambio en nuestro
estado de ánimo, asegura.

Otro consejo que nos brinda Luis Castellanos es utilizar la palabra “afortunadamente” cada vez
que nos topemos con un contratiempo en nuestra vida. Con el lenguaje adecuado siempre
encontraremos el lado positivo de la vida.

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