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¿Hay una causa común a todos los fenómenos de crisis que nos azotan?
I. INTRODUCCIÓN:
Este curso pretende describir, analizar e interpretar las convulsiones sociales que podemos
constatar en la sociedad actual. El abordaje es eminentemente normativo: no sólo nos interesa
describir “objetiva y neutralmente” la realidad social, sino decir más que una palabra sobre la
moralidad o inmoralidad, conveniencia o inconveniencia, justicia o injusticia que caracterizan la
llamada “sociedad capitalista postindustrial”.
Siempre ha existido interés, desde las ciencias sociales y la filosofía política, no sólo por describir
los mecanismos “objetivos” y “externos” con los cuales funciona la sociedad moderna, sino
interpretar el sentido que toma ésta para los actores/miembros/sujetos/personas/individuos que
forman parte de esas sociedades. Desde luego, este último ingrediente o perspectiva, no es
homogéneo ni unilateral ni constante: los sentidos pertenecen a individuos, grupos o
comunidades, bien diversos y cambiantes. Esta perspectiva “interior” del actor sobre el sistema en
el cuál actúa, involucra, desde luego un juicio interpretativo sobre el tipo y calidad de vida que se
genera para las personas, y cómo esa condición se relaciona, de alguna manera, con la expectativa
de los individuos, grupos, comunidades e instituciones sobre la buena vida o una vida de calidad.
Por otro lado, la filosofía política y la filosofía social (cuyos significados y diferencias precisaremos
más adelante) estudian los desarrollos de la sociedad a la luz de principios normativos, que indican
cómo se debiese vivir y convivir en cada sociedad, sustentando éstas ideas en determinada visión
o sentido de lo humano, y de su desarrollo moral e histórico. El juicio que se hace sobre la
sociedad reciente y sus consecuencias humanas, siempre se apoya en alguna definición, más o
menos clara y firme de lo que serían la justicia, la felicidad, el bien común, la utilidad social, la
libertad, etc. Eso da lugar, al menos desde Platón en adelante, a la tradición de pensamiento que
denominamos filosofía política. La República es, de hecho, una descripción crítica de la ciudad y
democracia ateniense donde se señalan los vicios y defectos de un determinado modo de
organización de la sociedad, que resulta juzgado a la luz de ciertas ideas “fuertes” que tiene Platón
sobre lo que debiese ser una sociedad ideal, una vida humana ideal y la perfección de lo humano.
De aquí que se funda, en el pensamiento occidental, una relación intensa entre ética y reflexión
política. Desde luego las ciencias sociales, en particular la ciencia política ha realizado, a partir del
auge del positivismo y el conductismo, ingentes esfuerzos para separar estas ideas morales (para
muchos “prejuicios” en última instancia infundamentables en la razón científica) de una
descripción objetiva, neutra, científica, realista de la sociedad, dando por supuesto, que semejante
pretensión es realizable. Esta tensión entre una mirada “ética” o “normativa” de la sociedad y una
mirada meramente descriptiva se mantiene vigente hasta el día de hoy.
Según Villacañas, leyendo a Koselleck, el concepto de crisis alude a una experiencia del
tiempo y a una diferencia entre lo previsto y lo realizado en la historia. Esto enrostraría al
filósofo la indisponibilidad de la historia, la imposibilidad de predeterminar su curso.
Según el mismo autor la fragmentación y diferenciación social e institucional ha hecho
que se hable de innumerables crisis pero que cueste hallar LA crisis. Para Luhmann el
concepto de crisis es una antigualla que pretende que se puede determinar el estado y
sentido de toda una sociedad.
En Luhman encontramos que los procesos “objetivos” de la sociedad, estructurales, no
están disponibles a la conciencia y la voluntad de las personas.