Es un dilema ético, la pregunta siempre se expresa de forma distinta e incluso la
dificultad puede incrementarse o no, pero el fondo siempre es el mismo. Si no
haces nada, morirán más personas que si lo haces. Pero, claro, si no haces nada tú no eres responsable de ninguna muerte y si lo haces, pues sí. Lo bueno del dilema es que no tiene respuesta desde el punto de vista ético. Es un eterno problema en la que ninguna solución es correcta desde el punto de vista de la perfección. Si dejamos que el tren siga circulando atropellará (y probablemente matará) a cinco personas. Sin embargo, si pulsamos el botón, seremos totalmente responsables con nuestro acto de haber matado una persona. La moral y la ética, sin embargo, juegan papeles extremadamente decisivos en este tipo de decisiones. En el estudio se intenta estudiar la respuesta del cerebro ante este tipo de situaciones, pero siempre teniendo en cuenta que dependiendo por ejemplo de la cultura del sujeto del experimento, la situación cambia de forma considerable. Deontológicamente se prefiere aquellos que declaran, por ejemplo, que robar siempre está mal independientemente de las consecuencias, son más fiables que aquellos que piensan que, en algunas circunstancias, robar es aceptable. Varios estudios han mostrado que las personas con este punto de vista son más fiables a la hora de cooperar con ellos y eso convertiría al enfoque deontológico en un buen indicador para buscar socios. Asociarse a emociones como la empatía, que cuentan con una buena imagen social. Los consecuencialistas, sin embargo, necesitan suprimir este tipo de respuestas emocionales para que no contaminen su cálculo de riesgos y beneficios.