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Agradecimientos
Muchas gracias a las personas que ayudaron a transcribir este proyecto y a
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los lectores de diferentes partes del mundo por comentar y apoyarnos. A
las personas que a última hora ayudaron con la corrección y transcripción.
Y por último, a todos esos lectores que leyeron y leerán este libro, gracias.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Sinopsis 3
Parte I
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Capítulo 1
A veces la magia es un fastidio.
Está muy bien cuando puedes usar los poderes para cambiarte el color de 5
pelo, para volar o para transformar el día en noche. Pero la mayor parte
de las veces todo termina mal. O provocas una explosión, o terminas
llorando o, peor aún, acabas perdido en el medio de la nada y con un
terrible dolor de cabeza. Para que os hagáis una idea de lo que hablo:
como si tuvierais un enano excavando en vuestro cerebro para extraer
diamantes.
Viajar en el Itineris (ya sabéis, el portal mágico que sirve para trasladarse de
un lugar a otro) es una experiencia bastante dura. En cada uno de mis
viajes anteriores, había sentido como si me dieran la vuelta como a un
calcetín. Aunque nada comparado con esta última vez. Toda la
adrenalina del momento hizo que se me subiera el corazón a la boca y
que empezara a temblar de la cabeza a los pies.
Hasta esa misma mañana yo era un demonio y mis poderes mágicos eran,
además de estupendos, terroríficos. Pero mi magia se había evaporado
por complemento a causa de un hechizo. Bueno, eso no era del todo
verdad. Todavía la sentía flotar dentro de mí como una mariposa sobre la
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
hierba. Pero como no podía usarla, era como si realmente la hubiera
perdido.
Mi padre había sido sometido a una Extracción, de modo que tenía menos
poderes que yo. Por lo menos yo aún conservaba algo de mi magia,
aunque no me sirviera de nada. En cambio, él había perdido la suya para
siempre. La última vez que lo había visto, yacía en una celda, pálido e
inconsciente. Su cuerpo entero estaba cubierto por los tatuajes de color
púrpura de la extracción. Archer estaba con él. Hasta donde yo sabía,
ambos estaban encerrados en una celda de Thorne Abbey cuando nos
atacaron y el Concilio incendió la casa con la ayuda de Daisy, otro
demonio.
De repente, una luz brillante me cegó. Hice visera con la mano y traté de
abrir los ojos confiando en que iba a encontrarme con alguna de las
Brannick de pie junto a mí, con una antorcha o una linterna en la mano.
Pero no.
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En lugar de una Brannick, ahí estaba Elodie Parris, cruzada de brazos y con
la mirada clavada en mí. Ésta es una larga historia. A grandes rasgos, os
contaré que mi abuela había asesinado a Elodie y que ésta, antes de
morir, me había pasado un poco de su magia, lo que hacía que Elodie y
yo estuviéramos unidas por una cadena mágica.
El resplandor de Elodie era tan intenso que tuve que entrecerrar los ojos.
—¿En serio? —dije—. Bien, pues entonces eso de «no es momento para
sarcasmos» no ha sido un buen comienzo.
Elodie dijo algo. Tuvo que repetirlo varias veces antes de que yo lo
descifrara. Finalmente entendí que quería decirme: «¿Adónde querías ir?».
—No tengo ni idea de qué hace mi madre aquí. Sólo puedo decirte que el
Itineris es un fraude porque la única pelirroja aterradora que veo por aquí
eres tú —dije restregándome los ojos con las manos—, así que…
—Sea lo que sea eso, espero que no venga hacia aquí —murmuré.
Oímos un segundo alarido, esta vez más cerca, y acto seguido, algo se
estrelló contra la espesura del bosque. Traté de correr, pero mis rodillas
parecían estar hechas de goma. A duras penas podía mantenerme en pie,
así que difícilmente iba a conseguir correr más rápido que un hombre lobo.
La única opción que me quedaba era luchar.
Algo es algo.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Eché un vistazo a Elodie. Tenía la mirada perdida en el bosque y una
expresión de aburrimiento en el rostro.
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Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 2
O ímos un grito y a continuación el fragor de una breve refriega
—¿Qué eres?
Abrí los ojos con cautela y ahí estaba ella, la persona que acababa de
derrotarme, alumbrada por el chorro de luz que procedía de una linterna
tirada en el suelo.
Y para empeorar las cosas, sentí el frío contacto del metal contra mi cuello
y no me quedó duda: esa niñita de primero de E.S.O. me estaba
amenazando con un cuchillo.
—Pues claro que eres algo. —Se inclinó hacia mí y añadió con un susurro—:
Puedo sentirlo. Seas lo que seas, no eres humana. Una de dos: o me lo
dices tú misma o voy a abrirte en canal para descubrirlo por mí cuenta.
—No puede ser —dijo abriendo los ojos como platos. Por primera vez su voz
sonaba como la de una niña de su edad.
Por unos minutos pareció dudar de lo que hacía y aflojó un poco la presión
del cuchillo sobre mi garganta, separando la hoja un centímetro o dos. Era
todo lo que yo necesitaba. Me volví hacia un lado. Al hacerlo, sentí un
dolor en el hombro tan intenso que se me soltaron las lágrimas.
Afortunadamente, pese al dolor, conseguí lo que quería: la chica cayó al
suelo dando un grito.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
El cuchillo se clavó con un ruido sordo. Recé porque se hubiera clavado en
el suelo, y no en ninguna otra parte, pero no tuve tiempo de comprobarlo.
Me incorporé a toda prisa con la ayuda de mis manos y mis rodillas y cogí
la espada de Archer. Mis dedos se cerraron alrededor de la empuñadura.
Con la ventaja que me daba el arma, me puse de pie y me dirigí a la
chica, que estaba sentada sobre la hierba y respiraba con dificultad. No
quedaba ni rastro de la niña scout chuleta de hacía un momento; ahora
era simplemente una niña asustada. 13
No conseguía explicarme el porqué de esa cara de terror. Después de
todo, sólo me estaba apoyando en la espada, no la estaba usando contra
ella. Además me temblaban tanto las piernas, que cualquiera podía darse
cuenta de mi estado de debilidad. Por si fuera poco, mi cara estaba
bañada en sudor y lágrimas. Vamos, que mi aspecto no era ni mucho
menos amenazador.
—Izzy —contestó sin quitarme los ojos de encima y tanteando el suelo con
las manos para encontrar el cuchillo que se le había caído.
Levanté las cejas. Izzy no era un nombre que infundiera demasiado miedo.
Al parecer ella me leyó el pensamiento porque enseguida se apresuró a
decir:
Me pasé una mano por la cara. Los ojos me ardían como su me hubiera
entrado arena. Jamás en mi vida me había sentido tan cansada. Parecía
que me habían rellenado la cabeza en una especie de letargo. Y eso sin
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
contar con esa incómoda sensación, como cuando te olvidas de algo
importante.
—Tiene que estar aquí —insistí través de un velo de lágrimas—. Cal dijo que
estaba con las Brannick.
—Bueno, quienquiera que sea Cal, está equivocado —dijo Izzy irguiendo la
espalda—.Aquí estamos sólo las Brannick.
Era magia.
Di unos pasos hacia delante con la espada en alto. Me sentía como una
marioneta. Notaba el frío contacto de la empuñadura de la espada
contra la palma de mi mano y un fuerte dolor de espalda, pero, por lo
demás, no tenía el menor control sobre mí cuerpo.
Izzy se puso de pie con dificultad, dio unos pasos tambaleantes hacia atrás
y se desplomó sobre el tronco de un árbol. Mi mano apoyó el filo de la
espalda contra su garganta. A medida que el poder y la magia de Elodie
fluían por mi cuerpo, yo iba perdiendo el control sobre mí misma.
«¿Crees que me importa?», respondió ella. Casi no podía verla poner los
ojos en blanco.
—Yo… —empezó Izzy al mismo tiempo que fijaba la mirada en algún punto
encima de mis hombros.
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Quise volverme para ver qué era lo que estaba mirando, pero Elodie me
obligó a mantener la cabeza quieta.
—Oye —dije con una sonrisa de suficiencia en los labios—, ¿no te parece
deliciosamente paradójico que un demonio mate a una Brannick con una
de las espadas de L’Occhio di Dio? Hay algo maravilloso en tantas
coincidencias, ¿no crees?
Capítulo 3
E staba muerta.
—¡Mamá! —grité sentándome sobre la cama, lo que fue una pésima idea
puesto que casi me estalló la cabeza de dolor.
—Oh, Soph —se lamentó mi madre con un hilito de voz—. Ni tan siquiera sé
por dónde empezar.
—Finley, la hermana mayor de Izzy. Izzy dice que la atacaste con tus
poderes. Creía que los habías perdido.
—Hacía calor allí afuera —dije. La verdad es que hablar del tiempo
siempre es una alternativa para salir del paso. Por lo menos es un tema fácil
y poco complicado—. ¿Dónde estamos exactamente?
Mamá asintió con la cabeza como queriendo decir que ya sabía de qué
estaba hablando.
La miré fijamente.
Se me ocurrió algo:
Supuse que esa mujer con pinta de chula era Aislinn Brannick. Tenerla
delante me revolvía las entrañas. Me aclaré la garganta.
Para mi sorpresa, Aislinn hizo un ruido que parecía ser una risita y se acercó
para darme la taza.
—Bebe esto.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Gracias, pero no —dije mirando el interior del recipiente y su contenido
negruzco que olía a pino y a tierra. Teniendo en cuenta que esa mujer era
la madre de Izzy, lo más probable era que estuviese envenenado.
—Hazle caso —me aconsejó mi madre sin quitarle los ojos de encima de
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Aislinn—. Si lo bebes, te vas a sentir mejor.
—¿Por qué? ¿Porque voy a estar muerta? —pregunté—. Quiero decir, estoy
convencida de que mi dolor de cabeza desaparecería por completo si me
tomara esto, pero sería sólo un efecto secundario.
Aislinn me miraba con sus ojos sagaces y una sonrisilla pegada en los
labios.
—Es evidente que esta chica no tiene pelos en la lengua —dijo. Sus ojos se
clavaron en los de mi madre—. Debe de haberlo heredado de su padre.
Tú siempre has sido callada.
Tomé un sorbo de la taza. Sabía mucho peor de lo que olía, pero hizo que
se me pasara el dolor de la cabeza. Cerré los ojos y me recosté contra la
cabecera de la cama.
—¿Para que nos necesitáis? —pregunté—. ¿No os las podéis apañar sin
nosotras?
—¿No lo sabe? —preguntó finalmente ésta de un modo que hizo que una
mezcla de ira y temor me subiera por el pecho. No estaba preparada para
hacer frente a lo que sea que estuviera por venir. No todavía.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Lo adiviné por la manera en que mi madre me miró. Lo vi en la expresión
de tristeza que cubría su cara, en la forma en que sus manos estrujaban la
manta. Sabía que, quisiera oírlo o no, había una sola razón por la que mi
madre estaba ahí. Aun así dije:
Capítulo 4
C uando la puerta se cerró detrás de Aislinn, mamá se cubrió la cara
Y Cal. Casi seguro que él no habría dicho nada, pero su sola presencia me
habría hecho sentir mejor.
Y papá...
—Claro que no. Aunque, vale, tampoco puede decirse que explote de
felicidad. Por el momento me reservo el derecho a enfadarme contigo
más tarde. Ahora estoy demasiado contenta de verte y me da lo mismo lo
que seas. Y sería igual incluso si me dijeras que eres una ninja secreta que
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
viene del futuro para borrar de la faz de la Tierra a todos los gatitos y hacer
añicos el arco iris.
Mama sonrió.
—Quiero que me cuentes toda la historia —dije—. Que pongamos todas las 25
cartas sobre la mesa.
Mamá asintió.
—Somos hermanas.
Bajamos por una escalera que terminaba en un arco, más allá del cual
reinaba una total oscuridad. ¿Es que esa gente estaba en contra de la luz
eléctrica?
No había ventanas. Tan sólo unos fluorescentes que colgaban del techo y
que esparcían una luz enfermiza sobre el mobiliario. Y cuando digo
mobiliario me refiero a un sofá bastante sucio de tela marrón, unas cuantas
sillas de metal, un par de estanterías rebosantes de libros, unas cajas de
cartón y una enorme mesa de madera cubierta de papeles.
—Lo siento —le dije a mi madre, esa mujer tranquila y estudiosa que jamás
había matado una mosca—, pero es imposible que tú te hayas criado en
este lugar.
Mientras decía esto, algo cruzó el aire a toda velocidad y me rozó la cara.
Con el rabillo del ojo vi que mi madre levantaba la mano y que atrapaba 27
un cuchillo por la empuñadura. Todo pasó en cuestión de unos pocos
segundos.
Tragué saliva.
—Da igual——dije.
—Grace siempre fue la más rápida —comentó Aislinn con una sonrisa en
los labios.
Aislinn se rió entre dientes y Finley entrecerró los ojos y me miró con el cejo
fruncido.
Izzy soltó una risotada desde el sofá que trató de ocultar acto seguido
fingiendo una tos.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Finley sacudió la cabeza y ordenó:
Ésta cerró el libro que estaba leyendo y lo dejó sobre su regazo. Para mi
sorpresa, estaba leyendo Matar a un ruiseñor.
—Finn —protestó Izzy—, no me estaba riendo con ella, ¿sabes? —Me miró
ruborizada—. Trató de matarme.
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—Estás equivocada —repliqué.
—¿Qué quieres decir con eso de que ya no tienes tus poderes? —preguntó
Finley.
—Me alegro. Bueno, el caso es que el Concilio hizo conmigo ese ritual que
aunque no es tan fuerte como una Extracción, me sacó mi magia para
siempre.
Creí que la noticia las haría felices, pero Aislinn se cogió de la mesa con las
dos manos y dejó caer la cabeza con un suspiro. No lo entendía: ¿por qué
no las alegraba saber que ya no podía usar mis poderes? ¿No odiaban a
los Prodigium?
—Oíd, lo cierto es que viajé a Londres para que me quitaran los poderes y
lo conseguí. Las cosas no salieron como yo había planeado pero, al
menos, no me han quedado esos tatuajes.
—Ya has oído a mamá. Estamos en guerra. Se suponía que tú ibas a ser
nuestra arma.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 5
— ¿Y cómo se os ocurrió pensar eso, si puede saberse? —inquirí.
Sin embargo, por chiflados y homicidas que fueran, una parte de mí los
echaba de menos. Por eso, tal vez, levanté la voz para decir:
—Las Casnoff y otros miembros del Concilio tienen la intención de usar a los
demonios para luchar contra vosotras y el Ojo.
—Eh… pues sí, supongo que sí. No es de extrañar. Las Casnoff nos
advirtieron que vuestra intención es matarnos a todos.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Aislinn puso una cara rara, como si de repente sintiera pena por mí. Finley
hizo un sonido de disgusto y dijo:
—Claro que sí. La única razón por la que las Casnoff quieren a los demonios
es para montar un servicio secreto. Podemos quedarnos tranquilas, que ni
se les pasa por la cabeza la posibilidad de formar un ejército con ellos.
—La primera noche en Hex Hall, la señora Casnoff nos hizo un pase de
diapositivas para mostrarnos las distintas maneras en que los humanos se
han dedicado a matar a los Prodigium a lo largo de los años. No me refiero
únicamente a las Brannick o al Ojo, también a la gente normal. La señora
Casnoff no explicó que ser un Prodigium significaba estar siempre en
peligro.
Me la quedé mirando.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—¿Sólo sois tres? Y ella ¿cuántos años tiene? —dije señalando a Izzy—.
¿Doce?
Unos meses atrás, las oficinas centrales del Concilio en Londres habían sido 33
incendiadas. Siete miembros del Concilio habían muerto. Según mi padre,
el incendio había sido obra del Ojo y de las Brannick.
—¿De modo que el Ojo atacó las oficinas del Concilio sin ayuda?
—Ahora las Casnoff tienen carta blanca para reclutar a tantos demonios
como quieran y nadie las detendrá —dijo Finley.
—Lo que quiero decir es que un demonio no es otra cosa que una persona
o un Prodigium que fue sometido a un ritual de magia negra. Nick, Daisy, 34
mi padre y yo no somos cosas que uno pueda usar o destruir. No somos
armas.
—No eres tú la que tiene que decidir esto, Grace —repuso Aislinn.
—Es mi hija.
—Así que ésta es la chica que ha causado tanto alboroto —dijo sin
quitarme los ojos de encima. Su voz era suave. Supongo que incluso me
habría resultado sensual de no haber sido por su actitud, que parecía
decir: «soy un supervillano. Sí, de verdad; no lo digo para seducirte».
Aislinn dio un golpe al marco del espejo. Al otro lado, la mesa tembló y
estuvo a punto de volcar. En cambio, la mesa que estaba de nuestro lado
no se movió ni un milímetro.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
El hombre del espejo se agarró de un extremo de la mesa y nos miró con el
cejo fruncido. Iba a decir algo cuando Aislinn se le adelantó:
—¿De verdad? Bueno, eso hace las cosas aún más interesantes —
manifestó sonriendo.
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Tal vez a los ojos de algunas mujeres, Torin fuera encantador, pero a mí me
resultaba repugnante. Creo que él se dio cuenta de lo que estaba
pensando, porque la sonrisa se esfumé de sus labios y se volvió hacia Aislinn
para decirle:
—Y te dije que perderíais a Grace por culpa de una de las bestias. Nadie
me creyó —y entonces añadió mirándome—: Pero ahora tú eres la prueba
viviente de que mis profecías eran verdaderas. Lo que te dije es cierto,
Aislinn. Ésta es la chica que va a vencer a las Casnoff.
—Vaya, vaya. De modo que tenéis un espejo mágico. Esto es mucho mejor
que las paredes con alambres de púas y el búnker.
De repente, Torin pareció muy interesado en sus puños de encaje y nos dio
la espalda.
Mientras oía a Aislinn, a Finley y a Izzy contar toda la historia por turnos, me
acordé de las miradas sincronizadas que solían intercambiar Elodie,
Chaston y Anna. Su recuerdo hizo que se me revolviera el estómago.
Nunca me habían caído demasiado bien, pero ahora una de ellas estaba
muerta y las otras dos habían desaparecido y quién sabía qué les había
ocurrido.
—¿Qué? —inquirí.
—Podemos discutir todo esto más tarde. Es casi la puesta de sol. —Hizo una
seña a Izzy y Finley—. Vamos, chicas, tenéis que salir a patrullar.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Sin cruzar una sola palabra, Izzy y Finley se dirigieron a la puerta. Esperé a
que salieran para quedarme a solas y poder hablar con Torin, pero Aislinn
puso una mano en mi hombro y dijo:
—¿Qué?
Capítulo 6
─ O sea, que ni las heridas en la cabeza, ni el haber descubierto hace
apenas media hora que soy parte de este delirio de familia ni el hecho de
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tener una experiencia limitadísima en el manejo de armas harán que me
libre de mi turno de vigilancia ─me quejé a Finley y a Izzy en la puerta
trasera.
Mamá había tratado de interceder por mí alegando que era mejor que yo
no saliera esa noche, que necesitaba descansar. La verdad es que me
habían pasado muchas cosas en las últimas horas, eso sin contar con mi
reciente descubrimiento: que yo también era un Brannick. Pero Aislinn dijo
que me daba diez minutos para ducharme y vestirme con ropa de Finley.
Luego me dio una taza de ese líquido con sabor a pino.
─Sé que debe resultarte difícil, después de estar acostumbrada a que las
hadas te hagan el trabajo sucio, pero así es como hacemos las cosas por
aquí ─dijo, arrojándome una mochila negra.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
─Se ve que no conocéis muchas hadas si pensáis que son capaces de
hacer algo siquiera remotamente sucio ─señalé.
─No vamos a la escuela ─repuso. Había algo tan triste y serio en su tono de
voz que no tuve el coraje de decirle que había sido una broma.
Alrededor del claro crecían unos árboles más allá de los cuales divisé otras
estructuras. Izzy señaló con la cabeza hacia el punto que estaba mirando.
─Son tiendas de campaña. Este lugar fue construido en los años treinta,
cuando las Brannick todavía éramos muchas. Este lugar se usaba para los
encuentros o la reunión de todas las Brannick.
Los rayos del sol poniente hicieron brillar la pequeña esmeralda que Izzy
llevaba colgada alrededor del cuello y ello me trajo a la mente la imagen
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de la piedra de sangre de Jenna hecha añicos sobre el suelo de Thorne
Abbey. Traté de alejar ese recuerdo de mí.
─Normalmente Finley no actúa así. Quiero decir, es cierto que suele ser
antipática, pero las palabrotas son algo nuevo.
Finley cruzó airada el claro y se internó entre los árboles. Los últimos rayos
del sol le iluminaban su pelo cobrizo. Me eché la mochila al hombro y su
hermana y yo nos pusimos en marcha tras sus pasos.
Izzy ni tan siquiera se dignó a mirarme. Tal vez fuera debido a un efecto de
luz, pero me pareció que las puntas de sus orejas adquirían un tono rosado.
─Me gusta.
Tiré de mi mochila hasta que la tuve delante. La abrí. Dentro había estacas
de plata, botellas con agua bendita y… ¡oh, Dios mío! ¿Qué era eso?
¿Una pistola?
Pensaba que Izzy iba a dispararme con una ballesta o con un cañón o con 44
cualquiera de sus instrumentos para asesinar, pero, en lugar de ello, ladeó
la cabeza y me preguntó:
Ya era casi de noche, de modo que no pude ver la cara que puso cuando
le respondí:
─Sí. En Hex Hall había algunos: una chica llamada Beth que era bastante
simpática y un chico llamado Justin, no mucho mayor que tú.
─¡No me digas! ─exclamó Izzy con su voz infantil─. Mamá y Finley hicieron
frente a una pareja de vampiros el año pasado. A mí no me dejaron ir
porque era muy peligros. ¿No tenías miedo de que te chupara la sangre
mientras dormías?
─Antes de conocerla me asustaba un poco. Pero una vez que nos hicimos
amigas, ya nunca más tuve miedo. De hecho, ahora ella es mi mejor
amiga.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Cogí la mochila y me puse en pie tratando de contener un irrefrenable
llanto y evitar de paso la muerte por deshidratación.
─De todo modos, no puede darte miedo un vampiro que a duras penas
llega al metro cincuenta y tiene el pelo de color rosa ─manifesté.
─Bueno, no tiene todo el pelo rosa. Sólo una parte ─dije, antes de
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percatarme de que había algo raro en el modo en que Izzy me había
preguntado por el color de pelo de Jenna. Recordé todos los papeles, las
carpetas y las cajas de la Sala de la Guerra y pregunté con el corazón en
un puño─: ¿La conoces? ¿Has oído hablar de ella?
─No hemos oído hablar de ningún vampiro con el pelo rosa y, de ser así, lo
que haríamos sería buscarlo por toda Inglaterra para clavarle una estaca,
porque es a eso a lo que nos dedicamos. Ahora, en marcha.
─Tú ¿qué? ─preguntó Finley─. ¿Me vas a empujar? ¿Vas a tirarme del
pelo? Ya no tienes poderes. Eres una inútil y por tu culpa lo hemos perdido
todo.
─Antes las Brannick no éramos tan pocas. De hecho, hace diecisiete años,
éramos casi cincuenta. No era mucho, pero era algo. ─Se detuvo y se frotó
la nariz─. Hasta que las otras descubrieron que tu madre andaba con un
demonio. Se suponía que mi madre sería la nueva jefa de la familia, pero
en lugar de nombrarla, la echaron a patadas y pusieron en su lugar a una
prima lejana que ni siquiera era descendiente directa de Maeve Brannick.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
─Pues siento mucho que tu madre no sea la jefa de las Brannick. No
obstante, todo esto pasó mucho antes de que naciéramos, así que no
entiendo…
─Tres meses después de que eligieran a esa mujer como la nueva líder de
las Brannick, la familia entera se vio involucrada en una cacería en el
mayor nido de vampiros de toda Norteamérica. ¿Quieres que entre en
detalles sobre lo que pasó allí?
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Moví la cabeza de un lado a otro, con el estómago revuelto.
Capítulo 7
Y entonces se desató el caos.
Puede que no pudiera usar mi magia, pero, aun así, el hombre lobo intuía
que yo era algo más que un ser humano común.
«Me alegra que me hayas salvado —confesé—. Pero, vamos, este asuntillo
de los ladrones de cuerpos se tiene que terminar.»
En vez de una respuesta, Elodie me dio otra descarga de magia. Sin poder
hacer otra cosa que atestiguarlo, vi que mis dedos se movían y que el
hechizo que mantenía al lobo empezaba a soltar chispas azules. Y,
entonces, con una ráfaga de aire, el licántropo se desvaneció.
«Oh, por supuesto. Olvidé que el pobre hombre lobo estaba a tus pies.»
—Gracias —murmuré.
«Oh, ¿en serio? ¡No me digas!», tuve ganas de decirle, pero me contuve.
—Si puedes enviar seres a otra dimensión —continuó—, eso significa que...
Nos dimos las buenas noches y así llegaron a su fin las veinticuatro horas
más extrañas de mi vida (que es mucho decir). Aislinn me dijo que me
quedara con la habitación que había usado por la tarde. Después de
abrazar a mi madre (quien, al parecer, no había terminado aún su
discusión con Aislinn), me arrastré por la sombría escalera de la casa en
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dirección a mi habitación.
—Hola, Izzy. Estoy destrozada, de modo que cualquier cosa que quieras
hablar…
Le sonreí. Por un segundo creí que nos íbamos a abrazar, pues nos
acercamos torpemente con los brazos extendidos. Evidentemente, la
rareza era un rasgo familiar. Al final terminamos dándonos unas palmaditas
en la espalda. Después cada una se fue a su cuarto.
Dentro de la carpeta había una fotografía que parecía haber sido tomada
de incógnito y un pedazo de papel donde alguien había garabateado
unas pocas líneas. En la fotografía aparecía Lord Byron (sí, me refiero al
poeta, que también había sido uno de mis profesores en Hex Hall. Después
de dejar la escuela, lo había visto una vez es club en Londres) exhibiendo
su cejo fruncido por las calles de Londres. No estaba solo: Jenna aparecía
junto a él. La reconocí enseguida por la franja rosa de su pelo. Se la veía
más pálida y delgada que nunca y miraba nerviosamente por encima del
hombro. Acaricié la fotografía con mis dedos.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
«Nuevos vampiros en el nido de Byron —decía la nota—. Hembra de edad
indeterminada, posible identificación como Jennifer Talbot.»
Capítulo 8
A la mañana siguiente. Izzy organizó una visita guiada por la residencia
—Nosotras siempre hemos vivido aquí. Las otras Brannick usan la casa
como centro de rehabilitación. Vienen aquí para entrenarse, para clases
de estrategia y esas cosas —me dijo Izzy mientras nos dirigíamos al sótano.
Me aliviaba saber que Jenna estaba bien, pero eso no aligeró la sensación
de malestar en mi estómago cada vez que pensaba en mi padre, en
Archer y en Cal.
—Tal vez —dijo echándose hacia atrás en el catre—. Pero siempre suele
hacerse el listillo antes de decirte algo que sea verdad.
—No me refería a ti. Es decir, es cierto que tenemos que hablar. Pero
primero quiero hablar contigo. —repuse apuntando con el dedo a Torin.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Por supuesto —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—. Me imagino que
vas a preguntarme lo mismo que tu madre. ¿Dónde está James? ¿Está
vivo? ¿Hay alguna forma de ponerse en contacto con él?
—Sí —contestó mi madre lanzando una mira de odio a Torin—. Aun así, no
me ha servido de gran cosa. Había olvidado lo irritante que puedes llegar
a ser. 55
Apreté los puños y dije una palabra que nunca antes había pronunciado
delante de mi madre, pero a ella no pareció importarle.
Dudé. Lo que realmente quería era hablar con Torin, pero también mi
madre y yo nos debíamos una charla. Por otro lado, Torin no se iba a ir a
ningún lado.
Fuimos las dos a dar un paseo. A la luz del día, el bosque que rodeaba la
residencia de las Brannick parecía menos amenazador y hasta bonito. No
hablamos durante un largo rato. Mi madre no lo hizo hasta que llegamos
junto a un enorme árbol que se arqueaba sobre un hilito de agua
demasiado minúsculo para ser llamado riachuelo.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Éste solía ser mi lugar favorito para pensar cuando tenía tu edad.
—Está bien, habla —la insté cuando nos sentamos—. Quiero toda la historia
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de tu propia boca. Cómo pasaste de ser una niña Brannick a Grace. Oh,
espera —dije mirándola—. Mercer es un nombre inventado, ¿verdad? En
realidad no te llamas Grace Mercer.
—El choche que me recogió en la carretera la noche que huí de aquí era
un Mercedes. Cuando el conductor me preguntó cómo me llamaba,
improvisé.
Los nombres son sólo palabras. Lo sé. Pero saber que el apellido que había
usado toda mi vida era un fraude me hacía sentir...
Los dos me sonaban raros y me hacían sentir como si usara ropa que no
me quedaba bien. Mi madre sonrió y me apartó el pelo de la cara.
Mamá rió con ganas y enlazó sus dedos con los míos. Nos quedamos
sentadas en el árbol, con mi cabeza apoyada en su hombro. Entonces
empezó a contarme su historia. Mientras la escuchaba me acordé de
cuando era pequeña y me leía algo antes de ir a la cama. De hecho, su
historia no era muy distinta de los cuentos de hadas que me encantaban:
los muy oscuros, llenos de cosas que daban miedo.
Me asusté muchísimo.
—¿Cómo pudiste vivir con él un año sin enterarte de lo que era? Izzy se dio
cuenta de que yo no era humana al cabo de sólo unos segundos.
—¿Flipaste en colores?
—Pues claro que sí. Entonces supe que estaba embarazada de ti y bueno, 58
ya conoces el resto. Todas las mudanzas, todos nuestros escondites.
—Pero no era de papá de quien te escondías. —Por primera vez las piezas
comenzaban a encajar—. Papá me dijo que tú tenías tus motivos para
mudarte constantemente.
Nos quedamos todavía un rato sentadas, con los pies colgando sobre el
arroyo, charlando hasta que el sol estuvo bien alto. Cuando regresamos a
la casa, yo ya me sentía mucho mejor. Mi vida aún era un desastre, pero
por lo menos tenía algunas respuestas.
Al llegar, nos encontramos con Izzy y Finley haciendo las tareas domésticas.
O lo que fuere que las Brannick entendieran por tardes domésticas. Izzy
estaba reorganizando las dianas en el campo de entrenamiento (yo
todavía lo llamaba «el patio de los Ninja». Izzy se rió cuando se lo conté).
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Finley estaba en el granero convertido en vivienda, justo detrás del campo
de entrenamiento, afilando los cuchillos.
—No soy muy buena con los cuchillos —admití—. ¿Hay alguna cosa más
que pueda hacer? ¿Algo menos mortífero? 59
—Gracias por permitirme estar aquí —le dije cuando ya había llegado casi
a lo más alto de la escalera—. Quiero decir, después de todo, mi mera
existencia es un problema para vosotros.
—Finley me ha contado qué pasó con las otras Brannick. Dijo que nada de
eso habría sucedido si tú hubieras sido la líder.
—Siento lo que dije sobre tu padre esta mañana —se disculpó Torin—. Es
indigno de mí.
Me quedé callada.
60
—Estar atrapado aquí me resultaba bastante frustrante y a veces hago
que lo paguen los demás. Ahora, si tú quieres, puedo ayudarte a encontrar
lo que estás buscando.
—Muy bien, y ahora dime: tontito, tontito, ¿dónde están las carpetas de
Hécate Hall?
Torin soltó una sonora carcajada y pude ver que tenían los dientes un poco
torcidos. Siendo como era un hombre del siglo XVI, supongo que debía
considerarse afortunado por tener todos los dientes.
—Lo que tú digas. ¿Puedes revelarme ahora dónde están los archivos de
Hécate Hall, chico del espejo?
—Dejaste muy claro la otra noche que eres bastante difícil de seguir —dije
balanceándome sobre los talones—. No estoy de humor para tonterías.
—Ya no eres un demonio. O, por lo menos no del todo, pero tampoco eres
humana.
—Está bien —admití al fin—. Digamos que no me hace muy feliz todo esto,
pero gracias por decírmelo.
—¿Sabes? —dijo Torin—. Puedo ver algo más que el futuro y el pasado.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—¿De verdad? —le pregunté pasando las hojas de la carpeta—. ¿Puedes
ver el presente? Porque yo también puedo hacerlo. Por ejemplo, en este
momento sé que estoy en una habitación desordenada.
—El tiempo no es algo fijo, Sophie. Cada decisión nos lleva a un camino
diferente. Así que a veces puedo ver más de un resultado posible. Por
ejemplo, le dije a tu tía que tú serías la encargada de detener a las brujas
Casnoff y su ejército de demonios, y lo cierto es que eso es algo que vi.
Pero no fue el único de tus posibles futuros que pude ver.
—Oh, pero no eras uno de ellos —aclaró Torin con una sonrisa—; eras su
líder.
—Puedes taparme todo lo que quieras, Isolda —dijo Torin con voz
apagada—. Eso no hará que las cosas cambien.
Antes de que pudiera seguir leyendo oímos unos golpes resonando por
toda la casa.
Yo estaba en lo cierto. 64
Capítulo 9
— ¡James! —exclamó mamá.
Era demasiado bueno para ser cierto. Que mi padre y Cal estuvieran ahí,
¡juntos!
Pero estaba ahí, y eso era lo más importante. Deslicé la mirada hacia Cal,
que estaba de pie junto a papá.
Cal sonrió o hizo ese gesto extraño con el labio inferior parecido una
sonrisa.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Sí —se limitó a decir. Aunque esa palabra estaba cargada de
significados.
—Me alegro.
Sentí que estaba a punto de echarme a llorar. Transitorio, por Dios, cómo lo
había echado de menos.
Estaba segura que Aislinn estaba a punto de decirle que ni hablar pero
mamá se adelantó y respondió:
—Lo mismo digo. Quiero decir, no es que me alegre de verme a mí, sino
que me alegro de verte a ti.
—Fue por culpa del Itineris —le expliqué—. No sabía qué hacer conmigo
ahora que estoy limpia de magia, por decirlo de algún modo.
—¿Qué? —preguntó.
68
Aislinn le contó a mi padre lo mismo que me había contado la noche
anterior, que las Casnoff habían prendido fuego a las oficinas del Concilio
para poder culpar a sus enemigos.
—Me gustaría poder decir que esto es absurdo —se quejó papá. De
repente parecía diez años más viejo—. Pero después de lo que he visto
que es capaz de hacer Lara Casnoff... De todos modos, los otros tres
miembros del Concilio murieron cuando Thorne Abbey fue destruido.
—¿Qué?
—Unos días después de que Thorne Abbey fuese destruida, Lara Casnoff
convocó una reunión con algunos peces gordos —expuso Cal—. Yo hice
un hechizo de invisibilidad y asistí al encuentro. Había cientos de Prodigium.
Lara dijo delante de toda esa gente que tu padre había sido asesinado
por el Ojo —señaló con la cabeza a Aislinn— y que las Brannick lo habían
ayudado.
—Está bien —dije lentamente—. Ya sé que esto no pinta nada bien, pero
¿no podrías simplemente aparecer y decirles: «Aquí estoy vivito y
coleando»?
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Podría —reconoció papá—, pero si el hecho de que esté muerto es
bueno para los propósitos de las Casnoff, algo me dice que mejor que no
me muestre «vivito y coleando» por un buen tiempo.
La misma noche que las Casnoff habían usado a Daisy para luchar contra
el Ojo, Nick arrasó con todo lo que encontró a su paso. El simple recuerdo
de esa noche me hacía estremecer.
—No específicamente. Sólo dijeron que tenían un plan para librar al mundo
del Ojo y de las Brannick de una vez por todas.
—No. Creo que tal vez... —Me volví para mirar a Cal—. ¿Tú no lo viste
cuando regresaste a Thorne Abbey para buscar a papá?
«Eres afortunada —me dije—. Tu padre y Cal están aquí. Jenna está a
salvo. ¿Qué posibilidades había de que se salvaran todos?»
—Estaba inconsciente.
—Creo que tienes razón —admití metiendo las manos en los bolsillos—.
Probablemente esté con los hombres del Ojo.
—¿Cómo? —pregunté.
Mi padre la miró. Otra vez sentí una conexión especial entre ellos dos
cuando sus ojos se encontraron.
—Es suficiente por esta noche —dijo mi madre. Me percaté de que durante
todo ese rato no había quitado la mano del brazo de papá.
Aislinn asintió.
—Tengo que decirle a Finley lo que está pasando —murmuró, tensando los
músculos de la mandíbula—. Y también tengo que hablar con Torin. —
Luego, dirigiéndose a papá y a Cal, añadió—: Vosotros dos podéis
quedaros esta noche. Mañana por la mañana decidiremos qué hacer.
—Gracias, Aislinn.
Aislinn abandonó la habitación e Izzy salió tras ella. Tan pronto como se
fueron, mi padre se dejó caer sobre el sofá y cerró los ojos.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Puedes quedarte aquí esta noche —dijo mi madre—. Esas tiendas de
campaña no están en condiciones y después de todo lo que has pasado...
—Se aclaró la garganta—. No hará falta que ninguno de los dos afronte
esta noche a la intemperie.
Papá asintió con la cabeza, sin abrir los ojos. Pero Cal se encogió de
hombros y declaró:
La última vez que me había quedado a solas con Cal él me había besado
al estilo: «Vamos a morir, así que éste es un modo de decirnos adiós».
Técnicamente, Cal era mi prometido (por si acaso los Prodigium no fueran
lo suficientemente raros, tienen la costumbre de acordar sus matrimonios).
El hecho de estar prometida con él añadía otro elemento de rareza a
nuestra relación.
Capítulo 10
C al y yo recorrimos en silencio el trecho que separaba la casa de las
tiendas de campaña. Antes de salir, pasé por la cocina y cogí una de esas
73
linternas que coleccionaban las Brannick. A pesar de que no
caminábamos muy cerca el uno del otro, mi sombra y la de Cal se
entrelazaban en el suelo. Yo estaba tan absorta pensando en Archer que
no vi las estructuras en semicírculo que rodeaban la residencia de las
Brannick hasta que estuvimos frente a ellas.
Cal permaneció en silencio, así que estiré un brazo señalando hacia las
tiendas.
Cal, sin siquiera mirarme, se dirigió hacia la tienda más cercana y descorrió
la puerta de lona. Lo seguí. Una vez dentro, supe que habría sido mucho
mejor darle la linterna y dejarlo solo, pero ya era demasiado tarde. Subí la
escalera y me metí con él en la tienda.
—Pasaron tres semanas, demasiado tiempo sin saber de ti. Durante todo
ese tiempo me recriminé el haberte enviado con las Brannick.
Me volví para mirarlo. Quise hacer una broma o decir algo sarcástico: algo
que rompiera la tensión que se había creado entre nosotros. En vez de esto
admití:
—Lo sé —susurré—. No es eso. Quiero decir, no solo se trata de eso. ¡Es que
75
todo está tan mal, Cal…!
Yo ni tan siquiera había pensado el modo en que Cal amaba aquella isla.
Una vez, en Thorne, me dijo que consideraba Graymalkin como su hogar.
Yo siempre había sido un poco vagabunda, pero él había vivido en Hex
Hall desde que tenía trece años.
Era el de Archer.
77
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 11
— Menos mal que ha funcionado —comentó Archer con una expresión
—Un segundo —me pidió alzando las manos—. No estoy muerto. Te lo juro.
—Lo siento —se disculpó moviendo sus manos translúcidas—. Pensé que
podríamos hablar tranquilos. No he querido asustarte. Pero, ya que no
estoy muerto, ¿Por qué no dejas de golpearme?
79
Me detuve
—¿Puedes sentirlo?
Estábamos muy cerca el uno del otro. Dejé caer los brazos.
Me quedé mirándole los labios mientras sentía arder las mejillas. Entonces
me acordé de que hacía diez minutos había estado en los brazos de otro
chico, besándolo. Me aparté de él con la esperanza de que no notara
nada y me senté en la cama.
—¿Qué cara?
80
—Como si quisieras vomitar o ponerte a llorar o las dos cosas a la vez.
—Ha sido una noche dura. En realidad, las últimas semanas han sido muy
duras.
Dado que no sabía cuánto tiempo podría hablar con Archer, hice un
resumen de todo lo sucedido desde que me había ido de Thorne. Archer
se quedó de pie, escuchándome, y solamente se mostró sorprendido
cuando le comuniqué que mi madre era una Brannick.
—De modo que éste es el motivo por el que estamos aquí —expliqué—. De
visita familiar en casa de las Brannick. Y ahora ha aparecido mi padre, y,
eh, Cal. Y tú claro. Ya ves; ha sido una noche movidita.
—Antes de irme de Thorne, Cal me dijo que buscara a la Brannick. Así que
supongo que esperaban encontrarme aquí. Es la primera vez que he
tenido algo de suerte desde el año 2002.
Archer sonrió y extendió una mano fantasmal. Enlacé mis dedos con los
suyos, aunque no los sentí.
—Lo hiciste. Y que me llevarías a sitios. A sitios donde no hagan falta las
espadas ni tengamos que lidiar con zombis —recordé, retirando mi mano
de entre las suyas.
—Oh, venga ya —dije y mi voz resonó por toda la habitación vacía. Con
un suspiro me dejé caer encima de las almohadas y cerré los ojos. Allí me
quedé por unos instantes, hasta que, de pronto, sentí que no estaba sola.
Los abrí y me encontré con Elodie, sentada a los pies de la cama, 82
mirándome con una expresión indescifrable.
Asintió con la cabeza, como si ésa fuera la respuesta que había estado
esperando.
Ahora que se me daba mucho mejor leer labios, no hacía falta que Elodie
me repitiera las cosas.
—La culpable fue Alice. Y, si tenemos en cuenta que las Casnoff son
responsables directas de su demonización, podríamos decir que la culpa
de mi muerte recae sobre ellas.
Me pareció que Elodie suspiraba, aunque era difícil asegurarlo, puesto que
no respiraba.
Capítulo 12
A la mañana siguiente tuve el desayuno más raro de mi vida. Sentados
—Así que las Casnoff están en Hex Hall, rodeadas probablemente por su
ejército del mal. ¿Qué creéis que están haciendo aquí? ¿Montando una
fiesta de mil demonios?
—No os puedo decir qué están planeando —dijo Torin, frunciendo el cejo—.
Únicamente sé dónde están. No sé todas las cosas. Sólo que esta chica —
85
me apuntó con un dedo— es la clave para vencer a las Casnoff y evitar
que su ejército de demonios elimine a las especie humana de la faz de la
Tierra.
—¿Tu novio es un miembro del Ojo? —preguntó Finley sin poder creer lo
que estaba escuchando.
Todos me ignoraron.
Así que tenía otra vez mis poderes. Por fin se había acabado ese
sentimiento de impotencia. Ya no iba a necesitar a Elodie y tendría la
oportunidad de vencer a las Casnoff. Pero entonces me acordé de lo que
Torin me había dicho la noche anterior: que iba a liderar el ejército de
demonios de las Casnoff. Fue como un jarrón de agua fría en la cara. ¿Mis
poderes iban a servirme para eso? No, no podía ser. Torin me había
mentido. Nunca iba a ayudar a las Casnoff en algo tan terrible.
—Tal vez —dijo papá, aunque yo sabía que cuando papá decía «tal vez»
significaba «de ningún modo».
88
—¿Y si alguien recitara el hechizo? —pregunté consciente de que me
estaba aferrando a un clavo ardiendo. Pero quería agotar hasta la última
posibilidad de recuperar mis poderes.
—No. Ese hechizo en particular está tejido en papel con sangre mágica.
Tiene que ser tocado. Las palabras en sí mismas no tienen ningún poder.
—Mi magia no es negra —expuso Cal—, pero mis poderes son bastante
fuertes. Si vamos a Irlanda, ¿hay alguna posibilidad de que yo vaya al
inframundo?
—El chico tiene razón —habló Torin. Era raro escuchar a Torin llamar a Cal
«Chico» cuando tenían probablemente la misma edad (con más o menos
quinientos años de diferencia)—. Y cuanto antes lo hagáis, mejor. Ahora
mismo la situación está estancada, pero se avecina algo, siento una…
—Vamos —dije.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Tal vez deberíamos considerar otras opciones antes de correr a Irlanda —
propuso mi padre poniéndose las gafas—. Después de todo, Sophie, has
pasado por un trance terrible.
—Es una locura —comentó papá dejándose caer en una de las sillas.
—Tal vez Cal lo logre, tal vez no. De todos modos no vamos a conseguir
nada si nos seguimos quedando sentados en este cuchitril. Lo de «cuchitril»
ha sido sin ánimos de ofender —me disculpé ante Aislinn.
—¡Mamá!
Me miré los pies y traté de recordar como se hacía para respirar sin parecer
una morsa o punto de colapso. Gradualmente, los pitidos de mi pecho se
transformaban en gemidos. Sin embargo, mi vista estaba borrosa. Hasta
hacía un momento iba calzada con unas zapatillas de deporte blancas,
91
pero ahora llevaba unos calcetines negros, altos hasta la rodilla. Parpadeé.
También mis tejanos azules habían sido sustituidos por una falda escocesa
azul, gris y negra.
No tenía ni idea de cómo o por qué, lo cierto es que, sin que hubiera
posibilidad de negarlo, estaba de regreso allí.
En Hex Hall
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Parte II
92
Capítulo 13
N o era la única persona en Hécate Hall. Centenares de niños pululaban
por ahí y parecían estar igual de sorprendidos que yo. Entre ellos estaba
93
Taylor, una de los metamorfos de los que me había hecho amiga.
Busqué rostros familiares entre la gente, pero todo el lugar estaba cubierto
por una espesa niebla y no podía ver más allá de la línea de robles. En el
cielo, el sol era un disco caliente escondido detrás de las nubes grises.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Confundida, comencé a caminar hacia la casa cuando oí que alguien me
llamaba. Me volví para ver de quién se trataba. Era Jenna.
—Nunca en mi vida había sido tan feliz de ser aplastada por un demonio
—bromeó abrazándome fuerte.
Me reí más de lo que la broma merecía, pero estaba tan contenta de ver
a Jenna que me sentía hasta mareada.
—¿De verdad has estado con Byron todo este tiempo? —pregunté.
Jenna se estremeció. Yo sabía muy bien que ella había terminado en las
mazmorras de Thorne, donde estaban instaladas las cortes mágicas del
Concilio.
Al oír esto volví a estrujarle las manos, tan fuerte que le hice daño. Me
imaginé a Jenna aterrorizada y temblando al ver que alguien en quien
había confiado la conducía a la muerte. Tenía ganas de matar a la señora
Casnoff y arremeter contra su estúpido peinado con mis poderes, en caso
de que pudiera recuperarlos.
Yo parpadeé, incrédula.
—¿Cómo?
—Me enteré de lo que pasó en Thorne Abbey. Byron me dijo que nunca
encontraron tu cuerpo. No tuvimos más noticias durante un mes y creí
que...
La abracé de nuevo.
—Está bien.
—Pero ahora tenemos que descubrir por qué estamos en Hex Hall —
planteé.
—Sí, creo que he llegado hasta aquí igual que tú —admitió Jenna
devolviéndome la sonrisa—. Como si me hubieran metido en una corriente
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
de aire de nueve mil millones de kilómetros por hora. —Se puso seria de
repente—. ¿Qué clase de magia puede hacer eso? Mira a tu alrededor,
Sophie. Aquí hay por lo menos un centenar de Prodigium. Y todos hemos
llegado hasta aquí al mismo tiempo. Eso no es sólo extraño. Es...
—Terrorífico —apunté.
—Hola, Archer.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—¿También te ha traído aquí el vórtex de luz dorada? —le pregunté a
Archer, tratando de concentrarme en estas palabras, cosa que se hacía
difícil pues éste no dejaba de juguetear con sus dedos sobre mi mano.
—¿Cómo? Oh, sí, hubo una luz dorada y luego sentí que alguien usaba mi
cuerpo para hacer una figurita de origami y de repente ¡pum!, de regreso
a Hex Hall. ¿Tenéis alguna idea sobre qué está pasando aquí?
—Bueno —dije, acordándome de los rumores que corrían entre los alumnos
acerca de Archer desde que había dejado la escuela—. La gente cree
que mataste a Elodie y que también trataste de matarme a mí. Tal vez
deberías soltarme la mano.
Fuera lo que fuese lo que iba a decir, se vio interrumpido cuando la puerta
de Hécate Hall se abrió lentamente. Todas las cabezas se volvieron para
ver qué estaba pasando. Juro que pude oír unos pasos acercándose
desde el interior de la casa. Contuve la respiración. Lamenté haberle
soltado la mano a Archer.
Capítulo 14
— ¡Oh, Dios mío! —musitó Jenna.
La interrumpió una de las hadas que se elevó por encima de las cabezas
de los presentes y dijo en voz alta y clara:
—¿Las hadas han roto la alianza? —me preguntó Jenna al oído—. ¿Sabías
esto?
—Las alianzas y los tratados no tienen ningún tipo de valor en Hécate Hall.
Los alumnos solamente deben lealtad a la escuela—afirmó la señora
Casnoff con una sonrisa parecida a una mueca—. Así está escrito en el
código que firmasteis cuando os sentenciaron aquí.
—El Ojo y las Brannick nos han estado exterminando a todos y la escuela
ha desaparecido, ¿y ahora empieza un nuevo año escolar?
—De ninguna manera voy a malgastar otro año en esta mansión ruinosa,
escondido de todo el mundo. Mucho menos ahora que la guerra se
acerca.
Evan se abrió paso entre la multitud. Sus pisadas levantaron el polvo del 101
camino de grava.
Evan no se volvió.
—Entrad —nos indicó con desgana—. Vuestras habitaciones son las mismas
que el semestre anterior.
Al principio nadie se movió pero, poco a poco, todos los estudiantes fueron
entrando en la casa.
—Bien. Si queremos saber que traman las Casnoff, debemos admitir que
estamos en el lugar indicado.
—Mi chica tiene razón —declaró Archer sonriéndome. Ahora mis mejillas no
me dolían, me ardían.
Archer asintió.
—Claro que sí —contesté. Al fin y al cabo una chica cuya misión era
impedir que unas brujas malvadas se apoderaran del mundo también
tenía derecho a darse unos besos por ahí.
En realidad quería quedarme para ver si veía alguna otra cara conocida.
Había visto a casi todo el mundo que recordaba del año anterior. Lo que
me preguntaba ahora era si Cal había sido arrastrado también a Hex Hall
como todos nosotros. Técnicamente no era un estudiante, pero la señora
Casnoff se había servido mucho de sus poderes. ¿Podría prescindir de él?
Por suerte estaba tan oscuro que no notó la forma en que me ruboricé.
Se me acercó.
Capítulo 15
C uando los labios de Archer rozaron los míos, fue una suerte que
A pesar de la oscuridad que nos envolvía pude ver que Archer sonreía.
—¿Crees que Archer tiene razón y que nos han quitado la magia?
Lo abrí. Tal como suponía, en el interior había dos uniformes de Hécate Hall.
—O por lo menos yo hace días que perdí los míos —le dije a Jenna por
encima del hombro—. Aunque creo que deberíamos dejar de
preocuparnos pero eso ahora mismo.
—No es tan malo como parece —señalé—. Mis poderes no se han ido del
todo. Todavía los tengo, pero no los puedo usar a menos que… ¡un 109
segundo!
—¿Qué?
O tal vez terminase usando los poderes en beneficio de las Casnoff. El terror
se apoderó de mí. De pronto, sentí náuseas.
—Es una habilidad que tengo —reveló ella, asintiendo con la cabeza
sombríamente.
Le lancé una almohada a la cara y nos pusimos a reír. Por un momento fue
como si nada hubiera cambiado. Éramos sólo Sophie y Jenna haciendo el
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
tonto en la habitación, a punto de ir a Métodos Mágicos de Ejecución o
alguna otra clase igual de aburrida.
—Vaya, este verano has estado mucho más ocupada de lo que creía —se
lamentó Jenna levantando una ceja.
—¿Estás enfadada?
Me sentí aliviada.
La primera cosa que me vino a la cabeza fue decirle: «Nada bueno», pero
me contuve, la rodeé con mi brazo y le aseguré:
—Todo va a ir bien. Piensa en todas las cosas que hemos vivido. ¿De
verdad tienes miedo de una niebla asesina? Anda ya.
Jenna y yo nos reunimos con los demás estudiantes y nos dirigimos hacia la
escalera. Ahora ya nadie lloraba, eso era un avance. Alguien me llamó por
mi nombre. Me di la vuelta. Era Tylor.
—¿Cómo voy a saberlo? Estoy tan perdida como todos los demás.
Taylor frunció el cejo y mostró sus incisivos. Hacía mucho tiempo que no
veía un metamorfo. Había olvidado cuán inquietantes podían ser,
especialmente cuando no parecían ni humanos ni animales.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Pero tu padre en el jefe del Concilio —repuso—. Y tú has estado con el
Concilio durante todo el verano. Tienes que saber algo.
—¿Y qué hacer Archer Cross aquí? —preguntó una voz a mis espaldas—. Es
un Ojo.
Era Justin, que al parecer había cambiado la voz durante el verano. Ahora
ya no graznaba, sino que hablaba como un ser humano.
112
—¿No ha tratado de matarte? —me interrogó Nausicaa clavando sus ojos
en los míos—. Y si es así, ¿por qué estabais cogidos de las manos antes?
Esta clase de conversaciones solían acabar bastante mal, así que extendí
las manos en señal de: «Vamos a calmarnos todos un poco».
—Sophie no sabe nada —explicó Jenna—. Y sea cual sea el motivo por el
que estamos aquí, el Concilio no tiene nada que ver.
Jenna se cuidó muy bien de ocultar que todos los miembros del Concilio (a
excepción de mi padre y Lara Caanoff) estaban muertos.
—Sophie está tan asustada como todos nosotros, así que dejadla en paz.
Por las expresiones de las caras de los demás, supuse que Jenna había
sacado los colmillos y que tenía ese brillo rojizo en los ojos.
—Señorita Talbot, si muestra otra vez sus colmillos —la amenazó—, se los
voy a sacar y los voy a usar de pendientes. ¿Queda claro?
No pude decir lo mismo del aspecto que ofrecía Hex Hall por la noche. Si
113
durante el día me había parecido un sitio deprimente, ahora era
sencillamente siniestro. El agradable resplandor de las lámparas antiguas
del salón había sido sustituido por una luz verde que chisporroteaba dentro
de un cristal lechoso creando a su alrededor todo tipo de sombras
extrañas.
—Sé que lo que voy a decir no es nada nuevo —señaló Jenna—, pero, en
serio, ¿qué está pasando aquí? —Jenna miró la niebla y sacudió la
cabeza—. Es como si la casa y la isla estuvieran enfermas o envenenadas.
—Puede ser. Quiero decir, las Casnoff tienen un hoyo gigante que usan
para crear sus demonios. ¿Crees que es posible que esa magia negra y
diabólica haya infectado este lugar?
Entramos en el salón de baile. Aquí las cosas parecían más o menos las
mismas. Aunque, por otra parte, el salón de baile era uno de los lugares
más raros de Hex Hall, así que el hecho de que todo estuviera como antes
114
tampoco significaba demasiado. A pesar de eso, me sentí aliviada al ver
las mismas sillas y las mismas mesas, parecidas a troncos de árboles. Pero
entonces reparé en algo que hizo que se evaporara de repente cualquier
atisbo de alivio. La señora Casnoff estaba sentada en su silla de siempre.
Más que sentada parecía haberse desplomado sobre el asiento y tenía la
mirada perdida. Se había peinado pero, pese a ello, su pelo era un
completo desastre. La Vandy también estaba sentada a la mesa. No
había rastro de los otros tres profesores: la señora East, el señor Ferguson y
Lord Byron.
Capítulo 16
T odavía no condigo explicarme cómo conseguí cenar. O por lo menos
—Estoy segura de que todos os preguntáis por qué estáis aquí —dijo con
voz clara.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Nadie habló. No quedaba ni rastro de la rabia y el desconcierto de esa
tarde. Quizá fuera porque todo el mundo estaba a la expectativa de una
respuesta. O quizá teníamos miedo de que nos comiera la niebla.
—Éstos son los cuarteles generales del Concilio en Londres —expuso su voz
de Lara elevándose por encima del crepitar de las llamas—. Unos meses
atrás fue atacado por L’Occhio di Dio y por un grupo de la familia
Brannick. Casi todos los miembros del Concilio fueron asesinados. Éste es el
resultado de lo sucedido. —Lara señaló el edificio reducido a cenizas—. Y
luego, unos meses después, el Ojo atacó Thorne Abbey.
—Porque hicimos algo que estaba mal. Mostramos nuestros poderes a los
humanos.
Alguna vez, Cal me había dicho que mis hechizos no eran destructivos, sino
demasiados fuertes.
—Haremos algo mucho mejor que eso. Os hemos traído aquí con un
propósito especial.
Y era cierto. Lo estaba y con razón, pues lo siguiente que dijo Lara fue:
—¿Qué? —susurré.
—Has estado a punto de levantarte —me informó Archer con los dientes
apretados y sin quitarle los ojos de encima a Lara.
Jenna y Archer tenían razón. Por si fuera poco, Lara me estaba mirando
con una aterradora sonrisa en los labios. Estaba deseando que yo saltara
de mi silla y empezara a gritar cosas sobre los demonios y el control mental.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
De ese modo, todo el mundo me vería como una loca de cuidado, y ese
sería el fin de todo. Por eso, aunque me moría de ganas de decirle a la
cara la verdad, me quedé quieta en mi sitio.
—Es por esto por lo que todos vosotros estáis aquí —explicó volviendo su
atención a los demás estudiantes—. Para ser entrenados y preparados, y
participar en un ritual que os hará todavía más poderosos de lo que jamás 119
habría pensado llegar a ser.
—Si somos tan valiosos, ¿por qué estamos recluidos aquí en contra de
nuestra voluntad? —preguntó Siobhan, una de las hadas.
—La isla está protegida con hechizos para vuestra seguridad —ladró la
Vandy. Esa respuesta no contestaba a la pregunta de Siobhan, cosa que a
Lara no pareció importarle.
Más que como una sugerencia, aquello sonaba como una amenaza.
Poco a poco todos nosotros fuimos dejando la sala. Hubo susurros pero
ninguna protesta, y menos aún otra pregunta. Tal vez todo el mundo había
terminado dándose por vencido.
Jenna silbó para que regresara, pero no le hice caso y me acerqué a Lara
Casnoff, la mujer que había intentado matarme. La misma mujer que
había tratado de hacer lo mismo con Archer y Jenna y que había
sometido a mi padre a un ritual que casi lo mata.
No me contestó.
—No —respondí
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 17
A la mañana siguiente me despertó esa especie de aullido que en Hex
—Asustada, definitivamente.
—¿Sabes una cosa? Ésa es una mala costumbre para un vampiro —dije
señalándole el labio mordisqueado.
—Las Casnoff son unas mujeres diabólicas y retorcidas, ¿quién sabe lo que
se traen entre manos? —le planteé a Jenna.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Pero ella no se dio por satisfecha con mi respuesta, así que añadí:
—Yo…
«Dile que no soy yo la que hablo o que eres tú, no importa», insté
mentalmente a Elodie.
No esperaba que Elodie me hiciera caso, pues solía ignorar todas mis
demandas mentales. Pero esta vez, afortunadamente, lo hizo.
Elodie me ignoró.
—¡Oh Dios mío, esto es perfecto! —le dije a Elodie—. Nadie puede verte a
menos que tú quieras y puedes ir a cualquier lugar de la escuela y…
«No grites tanto —me recriminó Elodie—. Estoy dentro de tu cabeza, así
que utiliza tu voz interior. »
Elodie se rió.
—Claro que voy a ayudaros, tía —contestó Elodie, haciéndome poner los
ojos en blanco—. No creerás que estoy de parte de las que piensan
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
conquistar el mundo con un ejército de demonios. Además, cuando esto
termine, espero que Sophie pueda volver a ocuparse de sus cosas y
podamos desvincularnos.
—Ya que puedes hacer magia a través de Sophie, ¿por qué no haces un
poco ahora? Algo sencillo —sugirió Jenna asintiendo distraídamente con la
cabeza.
—Este lugar tiene algún tipo de hechizo que bloquea la magia —afirmó 124
Elodie. Yo había pensando lo mismo—. Los hechizos no están permitidos.
—Sí, pero las Casnoff no saben que tú estás aquí —repuso Jenna. Una
sonrisa le iluminó la cara—. ¿Un fantasma usando a un demonio para
hacer magia? Apuesto a que nadie había pensado en esto.
Por un momento creí que la Vandy iba a asesinarme, pero en lugar de ello,
señaló con un dedo hacia la escalera y dijo:
—Andando.
Salimos de la habitación. Fuera el cielo estaba tan triste y gris como el día
anterior. La niebla parecía haber despejado un poco, lo cual me permitió
llegar al invernadero sin temor de que me absorbiera. Al andar, el suelo se
hundía bajo mis pies y la hierba, en vez de su habitual color esmeralda,
ahora tenía un enfermizo color marrón parecido al de la parte inferior de
una seta. Al pasar por debajo de un roble crujió una de sus ramas. Mal
agüero.
Una vez que nos aseguramos de que la Vandy estuviera lo suficiente lejos
para oírnos, bajé la cabeza y murmuré al oído de Jenna:
—Mucho mejor —opiné, asintiendo con la cabeza—. Eso significa que tal
vez no estemos en inferioridad de condiciones respecto a las Casnoff.
Capítulo 18
J enna y yo entramos en el invernadero discretamente. Mi corazón latía
con fuerza. Quería correr hacia Archer, pero Lara estaba junto a él,
127
sonriente.
Apreté los puños con tal fuerza que me clavé las uñas. Mi magia se resolvía
como un tsunami haciendo presión sobre un dique invisible.
—¿Y también estaba aquí para vigilar a Elodie Parris? ¿Por qué tendría el
Ojo tanto interés en usted, señorita Mercer?
—Yo puedo decir qué quiere el Ojo de ti, Sophie —reveló Archer. Trataba
de sonar alegre, aunque su tono de voz era tenso a causa del dolor—. Nos
enteramos de que era una experta en parchís, y como el Ojo organiza
todos los veranos un campeonato de parchís, se nos ocurrió que...
Lara chasqueó los dedos y los hilos de magia que flotaban a su alrededor
ardieron al rojo vivo. La voz de Archer se quebró de dolor. Tuve que
morderme el interior de la mejilla para no ponerme a gritar.
—Hoy usaremos a Archer Cross para nuestra práctica. El ritual del que os
hablé anoche aumentará vuestros poderes, pero antes quiero ver con qué
contamos. —Luego, como si estuviera organizando un juego de
acampada, dio dos palmadas y dijo—: Bien, todo el mundo en fila. Cada
uno de vosotros tendrá la oportunidad de utilizar su hechizo de ataque en
contra del señor Cross. Os pido que tratéis de no matarlo. El señor Callahan
puede curarlo cuantas veces sea necesario, pero sus poderes tienen un
límite.
Y así era. Lástima que era imposible que me sintiera feliz viendo lo que mis
compañeros le hacían a Archer. Como yo no tenía poderes, me tuve que
sentar y limitarme a mirar. Y Lara se aseguró de que mirara. La primera vez
que traté de cerrar los ojos, me los congeló, obligándome a mantenerlos 129
abiertos. Tampoco podía mover el cuello ni volver la cabeza para desviar
la mirada.
Michaela fue la primera de las brujas que practicó con Archer. Dudó antes
de poner en práctica su hechizo, por lo que éste no le salió muy bien:
rebotó en el pecho de Archer y apenas lo hizo estremecer. Pensé que, tal
vez, con un poco de suerte, les pasaría lo mismo a todos. De acuerdo que
Archer era nuestro enemigo, pero mis compañeros tampoco eran asesinos.
Y si Lara no los hubiera azuzado, quizá se lo habrían tomado con más
calma. Pero cuando Michaela volvió a su sitio entre los demás, Lara envió
una descarga de magia sobre la espalda de Archer que lo hizo doblar
sobre las rodillas.
—El próximo tendrá que hacerlo mucho mejor —exigió Lara haciendo que
me preguntara cómo había llegado a considerarla agradable. O cuerda.
Y no pude hacer otra cosa que quedarme ahí sentada, con las lágrimas
resbalando por mis mejillas, viendo cómo los brujos y las brujas, unos tras
otros, lanzaban hechizos de ataque contra Archer. Las hadas lo
congelaron con hielo y lo quemaron con el calor. Una conjuró una
enredadera que se le cerró alrededor del cuello haciéndole imposible
respirar. Ni tan siquiera me atrevo a mencionar lo que le hicieron los
metamorfos. Después de cada ataque, Cal ponía las manos sobre el
cuerpo de Archer y le hacía recuperar la conciencia o detenía una
hemorragia. Cada vez que Archer volvía a ponerse en pie se veía un poco
más pálido y débil. Cuando le tocó el turno a Jenna mi estómago se
retorció. La perspectiva de ver a mi mejor amiga bebiendo la sangre del
chico que yo quería era más de lo que no podía soportar. Por suerte, no
tuve que verlo. El ataque anterior al de ella fue tan fuerte que, cuando Cal
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
ser arrodilló junto a Archer para curarlo, Lara tuvo que suspender la
actividad.
Lara volvió su atención al resto del grupo. Todos parecían… ni tan siquiera
tengo una palabra para describirlo. Destrozados, agotados. No hay nada
peor para un brujo o bruja que ser obligado a usar sus poderes contra 130
alguien.
Nadie dijo ni media palabra. Jenna vino a sentarse junto a mí. Yo no pude
moverme hasta que Lara salió del invernadero. Cuando por fin me vi
liberada del hechizo que me tenía inmovilizada corrí en busca de Archer,
que estaba tumbado sobre una de las gruesas colchonetas que usábamos
para clase de defensa. Tenía los codos apoyados en las rodillas y la
cabeza hundida entre las manos. Me arrodillé a su lado y lo abracé
torpemente. Se estiró hacia mí y me abrazó. Y permanecimos abrazados
durante mucho rato: yo acariciándole el pelo y él acariciándome la
espalda.
—Tu magia es increíble —le comentó Archer a Cal, que estaba de pie al
borde de la colchoneta, junto a Jenna—. Aunque déjame decirte, ahora
que me has hecho regresar de entre los muertos por centésima vez, que
nuestra relación está un poco desequilibrada.
—Me alegro de verte —le dije—. Y no sólo por esto… —Señalé con la
cabeza a Archer, quien me correspondió levantando una ceja. Entonces,
haciendo un esfuerzo por no ponerme roja, pregunté—: ¿Llegaste ayer,
como todos nosotros?
Sin embargo, Cal era fuerte. Por eso, se sacudió el cansancio de encima y
preguntó:
—Oh, Elodie. Ah, sí, claro, es que Elodie me tiene poseída. De vez en
cuando se mete en mi cuerpo y, ya sabes. De hecho —me apresuré a
decir, ya que la expresión de Archer se había vuelto peligrosamente
oscura—… de hecho, es muy positivo, porque puede hacer magia a través
de mí.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Me quedé en silencio unos segundos para que los chicos pudieran asimilar
la información.
Al igual que antes, su voz bromeaba pero sus ojos sufrían. Me acerqué y lo 132
abracé por la cintura, tratando de convencerme de que a Cal no iba a
importarle.
Cal hizo un sonido que podría haber sido una risa y Jenna me dedicó una
sonrisa. Archer me abrazó más fuerte.
—Pero —añadí— eso sería como tratar de ponerle una tirita a María
Antonieta. Lo mejor que podemos hacer es hablar con la señora Casnoff.
—No lo sé… Sólo sé que podría haberle clavado una estaca a Jenna y sin
embargo no lo hizo.
—Tal vez. Pero no estoy segura. Escuchad, Lara es malvada pero la señora
Casnoff era… bueno, no puede decirse que fuera agradable, pero, chicos,
ya habéis visto qué mal aspecto tiene. Algo la preocupa. Creo que vale la
pena el intento.
Me volví hacia Archer, y le pasé los dedos por la camisa, que todavía
estaba manchada de sangre.
—Vamos a tratar de hablar con la señora Casnoff, pero antes hay otra 133
cosa de la que tenemos que hablar —planteé.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 19
— No me gusta —dijo Archer esa misma tarde, sentados en el suelo de
mi habitación.
134
—A mi tampoco, pero tienes que admitir que es mejor que dejar que te
torturen cada día.
—Te dije que esto no tenía sentido —replicó Archer poniéndose en pie. Lo
cogí de la manga y lo obligué a sentarse de nuevo.
Archer dudó por un momento, pero luego puso sus manos entre las mías.
Recordé que no mucho tiempo atrás esas mismas manos acariciaban mi
cara mientras él me besaba.
No.
Archer frunció el cejo y asintió con la cabeza, cogiéndome las manos con
fuerza. Al cabo de unos instantes la magia de Elodie se deslizó como una
lluvia desde mi cabeza hasta la punta de los dedos y, de allí, a Archer. Tan
pronto como el efecto de la magia se desvaneció, Elodie dejó caer mis
manos.
Por desgracia, era más fácil decirlo que hacerlo. Durante los siguientes
días, sólo vi a la señora Casnoff a la hora de la cena. Se pasaba todo el
rato sentada en su silla mirando fijamente a la pared. No tenía ni idea de
cómo hacer para encontrarme a solas con ella.
—Tenemos que hacer algo —le propuse a Jenna esa mañana mientras
caminábamos hacia el invernadero—. Hace casi una semana que
estamos aquí y todavía no encontramos el grimorio, no sabemos cómo
impedir que las Casnoff nos conviertan en demonios y no he podido hablar
con la señora Casnoff desde que…
Tenía tantas cosas que decirle que no sabía por dónde empezar. Cuando
me senté a su lado, ni tan siquiera volvió la cara para mirarme.
—Hola, Sophie —me saludó sin quitar los ojos del estanque.
—Hola —contesté.
Impulsivamente, tomé sus manos entre las mías. Su piel estaba fría como el
hielo y parecía frágil como el papel.
—Pero usted no piensa así —repuse—. Mire, Hex Hall no es mi lugar favorito
en el mundo, pero debo reconocer que no es un mal sitio. Y esto… —
señalé la niebla, la escuela, la isla envenenada—… esto no es lo que usted
quiere.
—¿Quién? ¿Su padre? —pregunté con un nudo en la garganta. Ésa tal vez
fuera la única oportunidad que tendría de hablar a solas con ella y
necesitaba concentrarme—. ¿Por qué nos ha traído hasta aquí?
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
La señora Casnoff me miró. Su rostro estaba bañado en lágrimas y exhibía
un profundo cansancio.
—¿Qué significa esto? —inquirí, pero ella parecía estar muy lejos de mí. Sus
ojos estaban envueltos en una nebulosa—. ¿Señora Casnoff?
Miré a la señora Casnoff una vez más, su pelo blanco y su rostro devastado,
y entonces dejé que Cal me cogiera de la mano y me alejara de ahí.
—Pensaba que ella nos podría ayudar —le conté—. Sé que suena
estúpido, pero solía preocuparse por nosotros y por este lugar.
Él me soltó la mano.
Pensé en cuánto amaba Cal ese lugar y lo orgulloso que estaba de él.
—Lo siento —me disculpé. Sus ojos color avellana se encontraron con los
míos. Noté en ellos una pizca de humor.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Dices «lo siento» muy a menudo.
— ¿Estás bien?
—¿Y bien?
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Ha sido un desastre. La señora Casnoff está muy mal —le informé,
sacudiendo la cabeza.
—La verdad es que esto apesta. Pero, Sophie, no sabes lo que he visto hoy.
—Pues he visto a Lara salir del sótano con actitud sospechosa —comentó
Jenna apartándose su flequillo rosa—. Quiero decir, con una actitud más
sospechosa que de costumbre.
—Que hay algo importante ahí abajo, algo como un grimorio —continué,
sintiendo que mi magia se revolvía en mi pecho de pura excitación.
Jenna asintió con la cabeza y antes de que pudiera añadir otra cosa sentí
en la habitación una presencia familiar.
—Elodie cree que puede hechizar la puerta para que Sophie pueda entrar
—comentó Jenna.
—Venga, Mercer. Vamos los dos al sótano. ¿Qué puede salir mal?
142
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 20
U nos días más tarde nos encontrábamos en el sótano y esta vez
—¿Lo ves? Cosas como ésta hacen que se me vayan las ganas.
Archer miró el frasco y luego se volvió hacia mí, arqueando las cejas.
—Estás enfermo.
—¿Qué sucede?
—No lo sé, Mercer —respondió poniendo los ojos en blanco—. ¿No te 144
parece suficiente que el fantasma de mi ex novia se apodere de vez en
cuando del cuerpo de mi novia?
Era obvio que Archer tenía muchas cosas que decir al respecto, pero se
limitó a contestar:
—Vale. De acuerdo.
—Déjame que te lo diga: Lara hace algo con alguna cosa que está en
alguna parte.
—Si ha estado usando un objeto tres veces por semana significa que debe
estar limpio de polvo —dedujo Archer.
Me puse de puntillas.
—Cross —dije.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Su cabeza asomó unos estantes más allá.
—¿Qué?
—¡Qué divertido! —exclamé—. Lo que quiero decir es: ¿por qué todos los 146
frascos y cajas están cubiertos de polvo si están en constante movimiento?
Nunca se quedan en el mismo lugar el tiempo suficiente como para
llenarse de polvo.
Dentro había un par de guantes blancos. Los recordaba muy bien: eran
unos guantes voladores. Archer y yo habíamos invertido media hora de
nuestro tiempo tratando de atraparlos. Archer destapó el frasco y dejó
unos guantes sobre un estante. Allí se quedaron, completamente quietos,
como muertos.
Uno a uno, fuimos revisando los artefactos mágicos. Todos estaban quietos.
—Ninguno de estos objetos tiene magia —le dije Archer—. ¿Puede ser que
la magia se haya evaporado?
—Nunca había oído nada semejante, pero quién sabe. Lo que está claro
es que esto es rarísimo.
—En Hex Hall pasan cosas muy raras, ¿se te ocurre alguna explicación para
esto? —pregunté. Estaba decepcionada. Había albergado esperanzas de
encontrar algo que me ayudara a detener a las Casnoff. Ahora me daba
cuenta de que no iba a ser tan fácil.
—¿Sabes una cosa? Todavía tenemos media hora de tiempo, sería una
lástima desperdiciarla.
—De ningún modo, colega. Mis días de besos en sótanos, molinos o 147
mazmorras se han acabado. O un castillo, o nada.
Me reí.
Miramos mi dedo.
—Eso parece…
—Sí. Son restos de sangre —afirmé sin quitar los ojos de mi mano.
—Esto es aterrador.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Iba a decir asqueroso, pero aterrador no está mal.
—Ya sé de qué se trata —anuncié bajando la cabeza—. Una vez leí sobre
un hechizo para el cual se necesita verter sangre en las cuatro esquinas de
una habitación. —Traté de visualizar el grimorio—. Era un hechizo de
espera. La sangre transforma una habitación en una jaula. Pero requiere
una tremenda cantidad de magia. Es imposible que una bruja lo haga
sola, si no quiere quedarse seca. —Miré a Archer y dije—: A menos que
consiga otra fuente de magia.
—Debes de haber sido genial para los juegos de memoria —supuso Archer.
Me encogí de hombros.
—Sea lo que sea que hay allí abajo —dedujo—, tiene que ser importante,
viendo las molestias que se han tomado las Casnoff para ocultarlo. ¿Estás
segura de que quieres hacer esto, Mercer?
—Claro que no —respondí tirando del anillo de hierro para abrir la puerta
trampa—, pero voy a hacerlo de todos modos.
La puerta se abrió fácilmente dejando escapar una ráfaga de aire frío, que
olía levemente a humedad y polvo. A un lado había una escalera de
metal. Después de diez escalones, parecía desaparecer en la oscuridad.
—Yo voy primero. Si bajo detrás de ti, seguro que te quedarás mirándome
las bragas.
—Sophie…
Capítulo 21
S eguramente debe de haber cosas en el mundo más terribles que
—La experiencia me dice que las cosas buenas no suelen brillar de ese
modo —comentó Archer, señalando hacia el resplandor con una
expresión rara en el rostro.
151
—Eso no es cierto —repliqué al mismo tiempo que empezaba a caminar
hacia la luz—. Hay muchas cosas fantásticas que brillan en la oscuridad:
por ejemplo, esas camisetas que se ven en los clubes nocturnos, y los
chalecos que se usan para andar en bicicleta por la noche.
Sus ojos miraban sin ver y sus brazos colgaban rígidos a ambos lados del
cuerpo, como si fueran muñecos mecánicos esperando a que alguien les
diera cuerda. Archer murmuró algo a mis espaldas, pero no lo entendí.
Tuve que hacer esfuerzos para no vomitar. Vi a Nick y a Daisy. Ella con el
pelo desordenado y los labios entreabiertos, como si la hubieran
congelado cuando estaba a punto de decir algo. Y detrás de ellos
estaban Anna y Chaston. El glamour que habían utilizado para verse tan
guapas como Elodie ya era historia. Parecían más jóvenes de lo que las
recordaba. La tristeza me golpeó el corazón.
Me acordé del día que había bromeado con Nick en el jardín de Thorne.
De cómo él miraba a Daisy y cómo ella se acurrucaba sobre él cada vez
que se sentaban juntos.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Los tienen almacenados como si fueran cosas —advertí—. Sabía que no
encontraríamos nada bueno aquí. Nadie usa un hechizo de protección
para guardar la receta secreta de sus galletas preferidas. Pero esto me
parece demasiado.
Toqué la mano de Nick. Su piel estaba fría y parecía estar hecha de cera.
—No lo sé.
—Nunca pensé que iba a ser capaz de sentir lástima por alguien que trató
de destriparme —confesó Archer con un suspiro.
—No fue él. Quiero decir, lo fue y no lo fue. Las Casnoff lo convirtieron en
un monstruo. A él y a todos ellos —dije, señalando a todos los niños—. Y lo
mismo harán con nosotros si se salen con la suya.
Cada vez que Archer me llamaba por mi nombre, sabía que estaba a
punto de decir algo importante.
—Sólo quiero decir que tanto tú como el Ojo tenéis un objetivo en común
—puntualizó metiendo las mano en los bolsillos.
—¿Es que hay una fuga de gas por aquí abajo o te has golpeado la
cabeza? Es la única explicación que encuentro a un comentario tan
estúpido.
—¿Qué quieres decir, Cross? ¿Quieres que le pida ayuda al Ojo? ¿Y qué
crees que va a decirme? ¿Crees que después de terminar con los
demonios no va a ir a por mí?
—Unos meses atrás también creías que las Brannick eran unas asesinas,
pero por lo visto ahora no te opondrías a que te ayudaran.
Iba a decirle que yo tampoco quería pelear cuando vi con el rabillo del
ojo que algo se movía cerca de mí. Acto seguido, mi brazo hizo fuerza por
soltarse.
—Si realmente no quisieras pelear con ella tal vez deberías reconsiderar tu
sugerencia. ¿Cómo va a aliarse Sophie con la gente que quiere matarla?
—dijo mi voz.
—Nunca fuiste gran cosa como novio —se sinceró ella—. Cuando me
dejaste, me quedó claro que yo no te gustaba. Pero sé que Sophie te
gusta. De hecho, por mucho que me cueste aceptarlo, creo que la amas.
No puede decirse que Elodie no supiera hacer una salida de escena 155
espectacular. Lo siguiente que recuerdo es que caí en brazos de Archer.
Archer me acarició.
Se encogió de hombros.
Capítulo 22
— ¿Ves? Esto está mucho mejor —comentó Elodie contemplando mi
—Esto es fantástico —le dije—, pero ten en cuenta que te voy a dejar usar
mi cuerpo para que entres en la oficina de Lara, no para que me hagas un
cambio de imagen. Además, si voy por ahí con esta pinta, todo el mundo
sospechará que he hecho magia. O se preguntarán cómo me las ingenié
para traer una plancha a Hex Hall.
—Eres tan irritante cuando tienes razón… —se quejó Elodie, agitando la
mano y devolviendo mi pelo a su forma natural.
—Seguro que allí encontraremos algo —planteó Jenna—. Tal vez el hechizo
que los ha convertido a todos en demonios. O el grimorio.
—O tal vez una carpeta que diga «Mi plan diabólico» —sugerí—. Eso sería
genial.
—Vale, ya nos hemos dicho mil veces que es horrible para ambas.
¿Podemos irnos ya? No nos sobra el tiempo.
Miré el espejo con atención. Elodie tenía razón. No había nada raro.
—No me hagas mover las caderas cuando camino —le pedí a Elodie—.
Basta ya.
—De todas las preocupaciones que tenemos ahora, ¿tienes que hacerte
preguntas sobre su apellido?
—¿Es que eres una ladrona en el mundo real o qué? —me planteó Elodie
con desprecio mientras trataba de abrir la cerradura con la ganzúa.
Elodie se rió.
—Poner a Archer en su lugar la otra noche. Trabajar con el Ojo —se burló
ella—, ¡menudo plan!
159
—Sólo trataba de darme una idea —me justifiqué automáticamente, sin
saber por qué lo estaba defendiendo cuando yo también pensaba que
era la idea más estúpida que jamás había escuchado. Pero no me
gustaba el tono de desprecio con el que Elodie había hablado de Archer.
—Basta ya —dije.
Estaba segura de que Elodie no iba a hacerme caso, pero antes de que
pudiera añadir algo más el cajón se abrió.
—¡No!
—No puede ser tan fácil —le dije, acordándome de las palabras de Torin—.
Tiene que ser una trampa.
—O tal vez sea que finalmente algo sale bien —replicó ella—. Vamos,
Sophie. Caballo. Regalado. Dientes.
Capítulo 23
A ntes de que la puerta se abriera del todo, Elodie cogió el grimorio y lo
Dejé la situación en sus manos. De haber tenido que ser yo la que hiciera
frente a ese imprevisto, seguro que habría tumbado un montón de cosas y
habría hecho un ruido infernal. Sin embargo, ella cerró suavemente el
cajón sin hacer ruido y se recostó en la silla de Lara como si fuera de su
propiedad. Yo ya empezaba a inventarme una excusa cuando Cal asomó
la cabeza por la puerta. Ambas respiramos aliviadas.
Esta no me respondió.
—Gracias por venir a avisarnos —le dijo a Cal con una sonrisa.
—Estaba dentro de un cajón del escritorio de Lara. Oye, ¿alguna vez te has
preguntado por qué a la señora Casnoff la llamamos señora Casnoff? Es
decir, si Casnoff era el nombre de su padre, deberíamos llamarla señorita,
¿no?
—Oh, es que se casó hace mucho tiempo, pero los Casnoff mantienen su
apellido. Es una tradición o algo así —explicó Cal frotándose la nuca—,
pero hablemos del grimorio.
«¡No!», grité.
—Si ha sido tan fácil de encontrar, tal vez sea una trampa. Cuando
recuperes tus poderes, volverás a ser un demonio. Tal vez sea lo que quiere
Casnoff.
—No creo que debas tocar ese hechizo —advirtió Cal mostrándose
vacilante ante mí por primera vez.
—No lo haré.
—Bien.
«Basta —le rogué esta vez—. No lo hagas por mí. Hazlo por Cal. Le estás
haciendo daño y no se lo merece.»
«Es verdad —admitió Elodie poniendo mis dedos en el cuello de Cal—. Pero
Archer sí que se lo merece.»
164
Cal trató de besarme.
—¿Qué es esto?
—Elodie.
—Lo siento mucho. Un poco más y… yo nunca… —me excusé ante Cal
sintiéndome la persona más miserable del mundo.
Sin saber qué otra cosa decir, busqué a tientas el grimorio y se lo entregué
a Jenna.
—Ya sé que está molesto conmigo, pero esto es más importante —dije
señalando el grimorio con la cabeza. Tenía la esperanza de que Cal y
Jenna me vieran como una persona abnegada capaz de sacrificarse y no
como una cobarde que no se atrevía a ir a buscar a Archer para hablarle.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Además, ¿qué podía decirle: «Lo siento, pero el fantasma de tu ex novia
me ha usado para besarme con mi prometido»?
—Quiero decir que si estuvieras con él serías feliz y todo estaría mejor.
—El hecho —dijo él con una sonrisa— es que no puedo. Podría soportar
que tú me dejaras, pero soy incapaz de dejarte.
—Tienes un problema.
Parecía que Archer iba a objetar algo más, sin embargo se avino:
—Vale.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Qué momento tan encantador —comentó una voz.
—Me alegro de encontrarla, señorita Mercer —me dijo—. Creo que es hora
de que las dos charlemos un poco.
168
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 24
E ra la segunda vez en el día que terminaba en la oficina de Lara
—Nada fuera de lo común —dije apretando los dedos para que ella no
viera como me temblaban las manos—. Tratábamos de averiguar cómo
podíamos estropearle sus planes, salvar a nuestros compañeros y escapar
de esta maldita isla.
Me habría gustado hacerle una broma o decirle algo que le hiciera ver
que no me daba nada de miedo. Sin embargo, no lo conseguí. Si Lara
sabía que yo había estado en su oficina entonces, ¿sabría que había
cogido el grimorio?
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Por lo menos todavía me quedaba mi sarcasmo.
Comprendí que todo el pueblo estaba habitado por Prodigium y que ese
día iba a decidirse algo importante. Algo sobre mudase a otro lugar, sobre
la forma de mantenerse a salvo, sobre esconderse. Pero antes de que
pudiera adivinar algo más la pintura desapareció para dar lugar a otra. En
ella ya no quedaba rastro del pueblo nevado ni de las casitas pintorescas.
Ahora reinaba el caos y había humo y fuego por todas partes. Las llamas
eran tan brillantes que traté de cubrirme los ojos con las manos. Sólo que
ya no tenía mano. Ni ojos, para ser precisos. Vi a Alexei corriendo por la
calle, huyendo de los aldeanos.
«Saben lo que somos —pensaba Alexei—. Nos han encontrado, nos han
encontrado, nos han encontrado.»
Era el grimorio.
—Creo que con esto puedes hacerte una idea… —dijo Lara revisando
unos papeles.
—Oh, la señorita Talbot nos lo dio enseguida. Si lo que querías era el libro, lo
único que tenía que hacer era pedirlo.
—¿Qué?
173
—Te lo íbamos a dar tarde o temprano. Sin tus poderes, no nos eres de
mucha utilidad.
Lara pasó las páginas del grimorio hasta dar con el hechizo que podía
devolverme los poderes. Sólo con ver las palabras impresas, sentí que
perdía el control sobre mí.
—¿Por qué quiere que recupere mis poderes? En cuanto los recupere me
iré bien lejos de aquí.
—Pero ¿por qué quieren tener control sobre mí cuando pueden crear
tantos demonios como quieran?
—No. Prefiero quedarme sin poderes por el resto de mi vida antes de estar
bajo su control.
—Tú dices eso —dijo echándose hacia atrás de su silla—. Pero tu magia
clama por ser liberada. Eres un demonio y ahora que has visto este
hechizo, la magia que hay en tu interior no te dejará descansar hasta que
lo toques.
—¡Oh, Dios mío, ¿estás bien?! —clamó Jenna—. Cuando Lara vino a
pedirme el grimorio casi me muero del susto.
Había conseguido escapar del flujo del grimorio, pero aun así, todavía
seguía temblando. Jenna me ayudó a acostarme en mi cama y se tumbó
junto a mí.
Capítulo 25
A l despertarme al día siguiente, me dolían todos los huesos a causa del
—No lo sé. No sé si pueden hacer el ritual con más de una persona. Pero
no tiene mucha importancia, el caso es que ya han empezado —dije, al
mismo tiempo que un escalofrío sacudía mi cuerpo y mis poderes se
agitaban gritando su libertad.
Nos dimos la vuelta y vimos a la Vandy, con las manos en las caderas.
Parecía cansada.
—Sí. Había un tipo en el espejo —respondió, con los ojos muy abiertos.
No tenía ni idea de cómo se las había ingeniado Torin para pasar del
espejo de la casa de las Brannick al espejo de nuestra habitación. Su
imagen vaciló delante de mis ojos, casi como si fuera un viejo aparato de
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
televisión y, sin embargo, me pareció ver cierto gesto de irritación en el
rostro de Torin antes de que su imagen se desvaneciera. «Tus padres», dijo
Torin antes de esfumarse.
—¡¿Qué?! —chillé golpeando el espejo con las manos—. ¿Qué pasa con
mis padres?
—Llama a Elodie —me indicó Jenna—. Tal vez ella pueda hacerlo
reaparecer con su magia.
—Van a tener control sobre ella —concluyó Elodie—. Lo sé. Pero ¿no te
parece que vale la pena el riesgo?
—No puedo correr un riesgo tan grande —le dije a Elodie—. ¿Qué será de
Jenna si acepto que Lara me controle?
—Sophie —dijo—, nunca pensé que fuera a decir algo así, pero creo que
ella tiene razón. Es verdad que corres el riesgo de caer en poder de las
Casnoff. Pero sin tu magia no hay modo de que salgamos de esta.
Mi mano cogió el libro y pasó las páginas hasta dar con el hechizo.
Entonces Elodie puso la palma de mi mano sobre la página.
—Tienes que hacerlo —aseveró con voz firme—. Espera, será mucho más
fácil si yo lo hago por ti.
Respiré muy lentamente, tiré el grimorio al suelo y golpeé el espejo con 181
ambas manos. «Torin», pensé.
—¿Por qué has venido hasta aquí? ¿Dónde están mis padres?
—Ahórrate los detalles —lo interrumpí—. ¿Qué haces aquí y dónde están
ellos?
Matarla.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 26
C ogí a Jenna con una mano y la arrastré hacia mí sin sentir ni un poco
—Sophie —dijo en voz baja y con tono de urgencia—. Mírame. Eres mejor
que ellas. Puedes luchar contra ellas. Por favor.
Cerré los ojos. Algo dentro de mí me decía que tenía que matarla.
Destruirla. Destruirlo todo. Me cogí del pasamanos. La madera se dobló y
crujió.
—Sophie —dijo Jenna otra vez. Entonces tuve una visón: Jenna sentada en
la cama el día que nos conocimos. Riéndose. Y recordé que sus brazos me
habían abrazado consoladoramente la noche anterior, cuando estuve a
punto de volverme loca por la necesidad de tocar el grimorio.
No sé si fue por el tono de mi voz o por los ruidos amenazadores que iban
acercándose, pero ambos se pusieron en acción inmediatamente.
Los cuatro salimos corriendo de Hex Hall. Afuera llovía y un velo de niebla
cubría el paisaje. Levanté la mano. De la punta de mis dedos saltaron
chispas que mantuvieron a raya la niebla. La magia subía desde mis pies y
me llenaba de paz. Apunté a la niebla con mi otra mano, y ésta retrocedió
completamente.
—¡No! —chillé.
Y todo pasó de repente. Jenna se detuvo para ver que pasaba, Nick gritó,
y Archer se interpuso entre los dos, cogió a Nick del brazo y lo separó de
Jenna. La otra garra de Nick se clavó en el pecho de Archer. Ambos se
retorcieron de dolor. Le arrojé a Nick una descarga de magia, lo 185
suficientemente fuerte para obligarlo a soltar a Archer.
La sangre de éste se esparció por la hierba. Cal fue hacia él, pero Archer
se lo quitó de encima.
Entonces recordé algo. Vaya, había pasado tanto tiempo sin mi magia
que se me había olvidado uno de mis hechizos estrella.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—¡Alto! —grité.
Archer, Cal y Jenna frenaron en seco. Les hice un gesto con las manos
para que se acercaran.
Parte III
187
«Nació así el País de las Maravillas: Y así, uno a uno fueron surgiendo los
raros sucesos.
Y ahora que el cuento acabó la barca a casa nos devuelve, felices bajo el
sol.»
Capítulo 27
¿ Sabéis lo que sería fantástico? Recordar algún viaje mágico que no me
Mamá.
Presa del pánico, recordé de pronto el grimorio y me eché las manos a los
riñones. Para mi alivio el libro seguía allí, bien sujeto y apretado contra mi
piel.
—Torin tiene razones para querer quedarse con nosotros —dijo. Incluso con
aquella tenue luz pude ver cómo Izzy se ruborizaba discretamente. Quizá
algún día llegase al fondo de lo que fuese que estaba ocurriendo allí.
Aunque más me valía llegar antes al fondo de los otros cien asuntos
pendientes en mi agenda.
Jenna había vuelto a respirar con normalidad. Sus dedos aferraban con
fuerza su piedra de sangre. Satisfecha, mamá le dio unas palmaditas en la
espalda y le dijo:
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Quédate tumbada un poco. Descansa.
—Cuando esto haya terminado, prometo no salir de casa nunca más. Nos
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quedaremos allí, encargaremos pizza y veremos telebasura.
—Tu hombro…
—Mamá…
Archer me pellizcó.
—¿Quieres decir que soy el primer chico al que tus padres han rescatado
de una isla encantada usando un espejo mágico? Qué especial me siento.
Asentí y dije:
—Y eso es lo que los hace tan terroríficos —asintió papá—. Nadie suele
considerarse a sí mismo el malo de la película.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Pensé en la señora Casnoff y mascullé:
—El fin justifica los medios. —Estas palabras me hicieron estremecer, pese a
que la habitación estaba muy caliente.
—De acuerdo, así que ésos son sus planes —suspiró Archer—. ¿Cuál es el
vuestro?
—Pero ahora que tienes tus poderes deberías ser capaz de acceder al
Infierno sin problemas —afirmó papá—. Bajarás allí tú sola para recoger
tanto Cristal del Demonio como puedas.
—Así es.
—Entonces está decidido. Mañana al amanecer Sophie irá hasta la isla del
centro del lago. Y desde allí atravesará el portal.
195
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 28
A la mañana siguiente, caminé a lo largo de la orilla rocosa de Lough
Traté de asimilarlo. Crear algo de la nada era casi imposible para las brujas
y los magos corrientes. Alice nos lo enseñó a hacer a Elodie y a mí. Elodie
casi había llegado a dominarlo, a mí en cambio siempre me había
resultado difícil. Y papá tenía razón; acababa de hacerlo casi sin pensar.
—Es estupendo verte usar tus poderes de nuevo—dijo en voz baja. Miré las
marcas violeta de su cara y le rodeé con los brazos a modo de respuesta.
Me froté los brazos por el frío. Había usado la magia para convertir mi
uniforme de Hex Hall en un grueso jersey negro y unos tejanos, pero en
Irlanda hacía mucho más frío que en Georgia. Claro que el frío no era la
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
única causa de mis temblores. Del agua emergía un enorme y extraño
escollo.
Me froté los brazos con más energía y me senté junto a Aislinn en una de
las rocas que rodeaban la orilla. Me había despertado antes del amanecer
con la esperanza de evitar más despedidas tristes, pero Aislinn ya se había
levantado y me esperaba al borde del lago.
—Le he pedido a Grace que me dejara decirte adiós —me dijo—. Tenía 197
miedo de que os enfadarais mucho si lo hacía ella por mí. Lo mismo
respecto a tu padre, y tú ahora mismo necesitas concentrarte.
Su voz sonaba áspera, pero aun así agradecí tener a Aislinn allí conmigo.
—Más o menos. —Me volví al agua y dije—: Mira, la cosa es que estoy casi
segura de que podría crear un bote. Pero si lo consigo, ¿le pongo un
motor? ¿O una vela? ¿O se supone que tengo que remar yo misma todo el
camino?
Era la misma razón por la que no había ido a la casucha a ver a mamá, y
por la que bordeé la tienda de Archer. Casi había llegado a la orilla
198
cuando le oí llamarme en voz baja:
—Mercer.
—Sólo te iba a decir que te quiero dar las gracias por haber conjurado esta
fantástica tienda para mí. Pero supongo que te lo puedo decir más tarde.
Cuando vuelvas.
—Más te vale.
De pie, apunté hacia el agua con el dedo. La superficie del lago empezó
a rizarse y entonces, con un fuerte estruendo, al agua retrocedió, abriendo
199
un estrecho sendero de barro plateado a lo largo del fondo del lago. El
camino serpenteaba hasta llegar a la base de la isla rocosa.
Cal.
Se detuvo junto al borde del lago con las manos en los bolsillos. Le miré
confundida.
—Podéis intentarlo.
—Bien, adelante.
Cal dio un resoplido que bien podría haber sido una risa.
Me senté en el suelo, con el pelo goteando sobre mis ojos. Cal se sentó
frente a mí, empapado de arriba abajo. Parecía totalmente
desconcertado. De nuevo nuestras miradas coincidieron.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Y esta vez los dos explotamos de risa.
—Está bien, ahora que sentirnos incómodos el uno con el otro ha llegado
incluso a causarnos daños físicos, creo que es hora de que hablemos, ¿no
te parece? —Me lanzó media sonrisa y se volvió hacia el camino—. No
tenemos que comportarnos como si fuésemos extraños. Estos últimos días,
desde que pasó lo de Elodie, he estado pensando. —Respiró hondo y supe
que ésta iba a ser una de esas raras ocasiones en que Cal iba a decir
muchas palabras de una sola vez—. Me gustas, Sophie. Mucho. Y durante
un tiempo he llegado a pensar que lo nuestro iría en serio. Pero tú amas a
Cross.
—Qué va. Una vez conocí a una bruja que había quemado a su
prometido.
—Vale, ahora que hemos acabado con la parte más dura, vamos a por el
Infierno.
—¿Qué?
—Hasta ahora esto ha sido un trabajo en equipo. No veo por qué debería
cambiar ahora.
Sabía que debía decirles que volviesen. Pero tener a los tres allí me hacía
sentir mucho mejor, y mucho menos aterrorizada. Así que al final, suspiré
exageradamente y dije:
Capítulo 29
T an pronto como estuvimos dentro, la entrada se cerró detrás de
nosotros.
204
—Cómo no —escuché a Archer decir para sí. Levanté los dedos y de ellos
surgió una esfera luminosa. No es que fuese de mucha ayuda. Todo lo que
alcancé a ver fue un montón de oscuridad, granito pulido y poco más.
—Sí —contestó Cal—. Lo que quiera que hayas hecho, creo que ha
funcionado.
—Formidable. 205
—Hum, vale. Bien, después de la guerra en el Cielo, los ángeles que habían
luchado en el bando equivocado fueron relegados al nivel más básico.
Puede que avanzásemos unos diez metros antes de que mi luz volviera a
apagarse. Esta vez aparecimos en una sala de estar luminosa y alegre.
Nada de aquello me resultaba familiar. Miré hacia Cal y Archer.
—Dios mío —exhalé—. Nick. Éstos son los padres de Nick. Él nació demonio.
Demasiado tarde. Antes de que pudiera dar media vuelta, pude sentir el
aire fresco resbalando sobre mi piel. Me inundó una esencia de lavanda y
el alma se me cayó a los pies. Estábamos en Thorne Abbey. Y frente a
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
nosotros, acurrucada en el suelo, vi a Alice sollozando. Parecía tan joven,
tan aterrada y tan distinta de la poderosa criatura que yo había conocido.
Frente a ella, Alexei Casnoff sostenía el grimorio en sus manos. Había una
mujer rubia junto a él, con las manos tras la espalda. Era Virginia Thorne, la
bruja negra que había ayudado a Alexei a practicar el ritual de magia
negra. Alexei estaba recitando el hechizo. La luz centelleaba en el cielo
oscuro. Oí a alguien gritar y miré rápidamente a mi alrededor. Un tipo joven
corrió hacia Alexei con la intención de quitarle el libro de las manos. El 209
viento soplaba tan fuerte que no pude oír lo que el tipo decía. Escuché a
Alice gritar: «¡Henry!». Nada más decirlo, cubrió su vientre para protegerlo y
entonces supe que debía de ser Henry Thorne, el hermano de Virginia.
«¡No!», gimió Alice a la vez que Virginia Thorne daba un grito. Con el mismo
gesto despreocupado con que acababa de matar a su hermano, Alexei
mató también a Virginia. La luz se intensificó hasta tal punto que tuve que
apartar la vista. Justo antes de hacerlo, Alice me miró fijamente. Sé que en
realidad no me estaba mirando a mí. Sólo miraba en mi dirección. Pero
aun así, sus enormes ojos llenos de lágrimas del mismo azul que los míos se
me clavaron en el alma.
—Estoy bien —dije, con la mano contra el pecho—. Es sólo que la pared
me ha quemado.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Convoqué otra esfera de luz y ascendieron unos ribetes rosados desde mis
dedos. Miré de nuevo a la pared. Hasta ese momento había atribuido el
brillo de la pared rocosa a la humedad, pero ahora no cabía duda.
—Es Cristal del Demonio —dije—. Todo este espeluznante lugar está hecho
de Cristal del Demonio.
—Romper —dije.
Paré en seco. Cal seguía mirando por encima de su hombro, pero antes de
que pudiese ver lo que estaba mirando, me empujó hacia delante.
—No creo que sean únicamente cosas que han pasado —dijo Cal—. Quizá
también sean historias que sucederán.
Sacudió la cabeza,
—No importa —contestó. Pero mientras pasaba por donde estaba yo, su
mirada se entretuvo un momento en Archer. Recordé el grito. El que había
sonado parecido a mi voz.
Y mientras hacíamos el camino para volver con mis padres y las Brannick,
no pude evitar sentir que, aunque la caverna había sido una verdadera
pesadilla, lo peor aún estaba por venir.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Capítulo 30
D e vuelta en la casucha usé mi magia para preparar té caliente y una
—El infierno causa estragos en la piel —dijo Archer en broma, aunque diría
que su corazón no bromeaba en absoluto. Bajo la mesa, apoyé mi mano
en su rodilla y él, su mano sobre mis dedos.
Asentí.
Hubo unas pocas sonrisas tristes, pero creo que sólo pretendían seguirme la
corriente.
—Sí, pero aquel hecho fue directamente responsable de todos los demás
—dijo papá—. Bueno, excepto el corte de pelo. Sospecho que eso podrías
cargarlo en la cuenta de mamá. 213
—Claro —exclamó papá con los ojos como platos—. Los hermanos
Anderson. Ambos desaparecieron junto con sus mujeres, unos quince años
atrás. Todo el mundo creyó que habían pasado a la clandestinidad, por así
decirlo. Lara tenía una estrecha amistad con la esposa más joven. Una
amistad muy estrecha.
—¿Sabes…?
—Daniel —dijo papá con voz suave—. Tu nombre era Daniel Anderson.
Archer dejó caer la cabeza hacia delante y pude ver dos lágrimas
silenciosas resbalando por sus mejillas hasta caer en la sopa. Luego arrastró
su silla hacia atrás y salió por la puerta. Me levanté para seguirlo, pero
papá puso la mano en mi brazo.
—Dale un minuto.
—Está bien.
—Y ahora ¿qué?
—Lo siento.
—¿Es eso cierto? —le pregunté a papá—. ¿Se han ido para siempre?
Me pareció detectar orgullo en sus ojos. O quizá fuese sólo un brillo de:
«¿por qué mi hija está tan loca?». Aún así, me respondió:
—Si destruyes tanto el ritual como al brujo que lo utilizó, el hechizo puede
revocarse.
Me encogí en hombros.
Papá dijo:
—Atherton.
Y Aislinn:
—Brannick.
—Sí. Puede que sirva para algo —dijo finalmente sonriendo con tristeza—.
Sería mejor que llegásemos de noche, ¿no creéis? Gracias a la diferencia
horaria, en la isla de Graymalkin aún es temprano. Así que, ¿nos vamos al
atardecer?
Pero no era Archer. Era Elodie ondeando en la brisa. A la luz del día, era
aún más translucida, y su pelo rojo flotaba como si estuviera bajo el agua.
Hundida, pregunté:
—¿Adónde?
Su imagen era tan tenue que costaba discernirla, pero creí ver un fugaz
gesto de arrepentimiento en su cara.
—Él tenía razón. Lamento lo que paso con Cal. No estuvo bien heriros a
vosotros dos sólo para hacer daño a Archer.
—Sólo eso. Que se iba con los del Ojo y que lo siente.
—Ah, y algo extraño sobre contarte que sigue sintiendo lo mismo por
aquella tienda de campaña y que promete decírtelo en persona cuando
vuelva a verte.
Cuando deje Thorne Abbey con la espada de Archer en mis manos, tuve
la sensación de que, de alguna manera, todo saldría bien.
Capítulo 31
L a mañana siguiente, nos reunimos junto a la gran roca que protegía al
—¿Llevabais calcetines hasta las rodillas todos los días? —preguntó Izzy
arqueando la ceja—. Es motivo suficiente para demoler este lugar.
—¿Preparados? —pregunte.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Preparados —respondieron todos en voz baja. Miré a mamá y a papá
por encima de mi hombro. Estaban abrazados por la cintura.
—Gracias —suspiró.
Izzy aún parecía un poco débil, pero tomó mi mano con decisión. Jenna
me cogió la otra y Cal se acercó por detrás y me rodeó la cintura.
Cerré los ojos y me concentré. Tras un golpe de aire frio, nos encontramos
en el césped de Hex Hall. Y justo en medio de lo que parecía ser la
segunda guerra mundial.
Tan pronto como abrí los ojos vi un rayo de magia volar hacia mí. Lo desvié
con la mano justo a tiempo, pero venía otro detrás. Éste alcanzó a Izzy en
el hombro izquierdo. Gritó. En unos segundos Cal llegó junto a ella y la
arrastró hacia los árboles. Hice un esfuerzo por entender la pesadilla que se
estaba librando a mí alrededor. Había demonios por todas partes. O mejor
dicho: hombres lobo convertidos en demonios que iban y venían con los
ojos inyectados en sangre disparando destellos de color púrpura con sus
garras. Hadas convertidas en demonios que flotaban resplandecientes,
con aquella luz sobrenatural, agitando el aire con sus alas negras. Estaban
luchando contra algo y, al principio, busqué con los ojos a Finley y a Aislinn,
pensando que estarían en medio de aquello. Pero no, estaban luchando
entre ellos.
Sacudí la cabeza sin querer creer lo que estaba viendo. En el sótano había
visto sólo unos quince demonios. Pero en el césped los había a docenas y
ni rastro de Finley y de Aislinn.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Intenté ordenar mis ideas. Debía entrar en la casa y encontrar el ritual. Pero
al divisar a una hada demonio merodeando en la entrada, me pareció
imposible.
Así pues, seguí a Izzy y a Cal hacia los árboles. Jenna me siguió los pasos.
Los cuatro nos agachamos, asimilando la escena infernal que se
desarrollaba frente a nosotros.
Con un gesto de dolor, vi que una hada demonio atacaba a una figura
que me era familiar: Daisy. El hada podía haber sido Nausicaa, pero era
difícil de decir. Las alas que un día fueron verdes, ahora eran azul marino
oscuro y sus bordes parecían afilados como navajas.
Terminé la frase con un grito al notar algo que arremetía contra mí. No, no
contra mí. Dentro de mí.
Elodie.
—Lo siento, lo siento —dijo moviendo los labios—. Iba con prisa. El ritual no
está en la casa. Lo tiene Lara.
—¿Qué?
—Estoy bien.
—Sí —dijo Jenna sonriendo débilmente—. Somos unos tipos peligrosos por
méritos propios.
Apreté su mano.
Nada más aterrizar supe que estábamos en el lugar correcto. Había tanta
magia latiendo allí que me dolían los dientes y la piel. Abrí bien los ojos
para observar el profundo foso que Archer y yo habíamos visitado el
verano anterior. Entonces no era más que un agujero enorme en el suelo.
Ahora resplandecía con una luz verde e intensa. Lara estaba de pie junto
al borde del agujero, con el pedazo de pergamino arrugado en sus manos.
Mi corazón dio un brinco al verlo. El ritual.
Si creía que yo iba a tener la típica «charla con el villano» de las películas,
estaba muy equivocada. Alcé una mano mientras la otra sacaba el
grimorio de la cintura de mi falda.
224
El poder comenzó a acumularse alrededor de la planta de mis pies,
ascendiendo por los tobillos, inundándome las piernas, el torso, hasta correr
brazos abajo y chisporrotear en la punta de mis dedos.
Concentré mis poderes. Tenía que ser perfecto. No habría una segunda
oportunidad.
Abrí los ojos, confundida, y seguí la mirada de Lara hacia el foso. Sentí
como si toda la magia y la sangre que corría por mis venas abandonasen
mi cuerpo gota a gota.
Capítulo 32
O í a Izzy llorando detrás de mí. Cuando me volví, Jenna la estaba
—¿Ves?, ésa es la razón por la que tu familia no está hecha para mandar.
Siempre anteponéis el bien de los demás al vuestro.
Así que apunté con el dedo al foso, concentrando toda mi magia en Finley
y en Aislinn. Al hacerlo, un rayo de poder voló a mis espaldas. Sin duda
alguna, era de Cal. Pero la especialidad de Cal era la magia curativa, sus
hechizos de ataque eran flojos. Su rayo rebotó en Lara sin causarle daño
alguno.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Ella levantó ambas manos en dirección a Cal, a Izzy y a Jenna. Les envió
un golpe de magia que los lanzó varios metros atrás. Oí sus quejas de dolor
al aterrizar contra el suelo. Entonces Lara disparó algo parecido a una
bengala hacia el cielo y de pronto desapareció. Apreté los dientes pero no
me permití perder la concentración. La magia que llegaba desde el
exterior era tan fuerte y tan oscura que tuve que poner todo lo que llevaba
dentro para combatirla. No sé si era el foso mismo el que las retenía dentro,
o si era algún hechizo de Lara. 226
Poco a poco, Aislinn y Finley empezaron a moverse para salir del foso.
Cuando estuvieron a pocos metros del borde, usé mis poderes para
elevarlas suavemente.
—Quizá podríamos hablar con ellos —dije frotándome la nariz con el dorso
de la mano—. Sentarnos y charlar un poco.
—Y tomar el té.
La cuestión era ésta: se suponía que yo debía ser valiente, debía usar mi
magia el mayor tiempo posible y hacerlo a lo Braveheart. Pero no quería.
Quería llorar. Quería volver a abrazar a papá y a mamá. Quería ver a
Archer. Y quería saber que había hecho algo más que retrasar la muerte
227
de Aislinn y de Finley unos pocos minutos.
Así que no era ninguna chica estoica y peligrosa haciendo frente a las
hordas de demonios. No era más que una adolescente hecha un mar de
lágrimas que, acompañada de sus mejores amigos, debía hacer frente a
todo tipo de criaturas infernales que avanzaban de prisa.
Podía oír el batir de las alas del hada acercándose. Mis dedos lanzaron un
hechizo de ataque. Pero antes de impactar, algo serpenteó hasta el tobillo
del hada y lo aprisionó… Era un látigo plateado. Con un crujido, el hada
cayó al suelo y mi corazón se aceleró.
—Dios mío —dijo Jenna. No hacía falta que dijera nada más. Ya habíamos
visto era arma antes, cuando el Ojo asaltó el club Prodigium en Londres.
—¡Es el Ojo!
Lara estaba de nuevo en el borde del foso, pero esta vez sin aquel aire de
superioridad o diversión. Y no estaba sola. La señora Casnoff estaba frente
a ella, con su pelo blanco nuclear recogido elaboradamente. Llevaba uno
de los trajes azules de Hécate Hall y no había expresión alguna en su rostro.
Tenía una mano alzada y me di cuenta de que Lara estaba paralizada,
retenida por algún tipo de hechizo.
—¡Este colegio era un refugio para los nuestros! —gritó la señora Casnoff.
Tenía la voz ronca y desgarrada, pero pude oír el eco de la mujer que un
día conocí—. Y los has convertido en un infierno, Lara.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—¡Lo hice por nosotras! —le contestó su hermana—. Esto es lo que papá
quería.
La señora Casnoff me lanzó una mirada desde el otro lado del foso, y supe
229
lo que tenía que hacer.
Estaba tan concentrada en aquello que ni siquiera noté que la tierra bajo
mis pies estaba cediendo.
Alguien más gritó mi nombre, quizá fuera Izzy. Y entonces caí dentro del
foso.
—El fin justifica los medios —murmuré, mientras los muros del foso
empezaban a derrumbarse hacia dentro.
Una mano me tocó el tobillo herido. Grité y encogí la pierna al sentir como
si me atravesaran bolas de fuego. Esperaba ver a Lara agarrándome o a
alguna de las criaturas que habían custodiado el foso. Pero no.
Era Cal.
El foso se derrumbaba cada vez más de prisa. Le tendí una mano a Cal al
mismo tiempo que trataba de juntar toda la magia que había dentro de
mí.
Demasiado tarde. La tierra dio una última sacudida, muy fuerte, y una gran
grieta se abrió en la entrada del foso. Cal se tambaleó hacia atrás,
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
cayendo contra el muro del fondo. En aquel momento nuestras miradas se
encontraron. Me quedé allí, tendida boca abajo, con el brazo aún
estirado. Jadeando.
Capítulo 33
A lguien me sacudía.
Pero no Cal.
—¿El mismo sueño? —preguntó Archer y asentí, frotándome la cara con las
manos. Desde la noche en que usamos Itineris para escapar de Hex Hall,
con la isla entera sacudiéndose como fuera a hundirse en el océano,
había tenido pesadillas.
Papá decía que era de esperar con todo lo que había pasado. Pero hacía
un mes de aquello. ¿Cuánto iba a dejar de soñar?
—Nada, más que un sueño —repetí—. ¿Los demás están ya abajo? Porque
no sé vosotros, pero yo estoy muerta de hambre.
—Todo saldrá bien, Mercer —me dijo al oído, y por un instante, me apoyé
en él, empapándome de su calor y su presencia.
Me erguí y dije:
—Venga, vamos abajo. Nick y Daisy siempre acaban con todo el bacon.
Nick sonrió al verme. O más bien lo intentó. Al igual que todos nosotros,
Nick todavía tenía aquella mirada angustiada que hacía que una
expresión amistosa pareciera triste.
Archer se rió por la nariz, aunque se le notaba tenso. Se sentó en la silla más
alejada de Nick. No creía que Archer y Nick pudiesen llegar a tener una
relación más o menos normal. Después de todo, los padres de Nick habían
asesinado a los de Archer, y Nick había intentado matar a Archer, no una
vez sino dos.
Todos fruncieron el cejo al oír aquello, así que, para contentarlos, cogí la
loncha de bacon y la partí por la mitad. Me senté junto a Daisy y empecé
a masticar.
234
—¿Alguna novedad?
Era la misma pregunta que todos habíamos formulado cada mañana que
nos fuimos de Hex Hall. Los primeros días había habido respuestas del tipo:
«Sí, la isla sigue allí», «Sí, el Ojo ha puesto a la cabeza a Archer un precio
con el que se podría comprar una isla».
—No. Nada.
Después de todo, Daisy era una chica normal a la que las Casnoff habían
convertido en demonio. No me extrañaba que quisiera dejar atrás el
mundo mágico.
Escuché a lo lejos el sonido de metal contra metal que significaba que Izzy
y Finley estaban ya en pie y entrenando, y pensé en reunirme con ellas. No
para empuñar una espada ni nada parecido, pero quizá pudiesen
235
bloquear alguno de mis hechizos. Les iría bien para practicar y yo tendría
algo que hacer además de sentarme en mi habitación y rememorar una y
otra vez la última noche en Hex Hall.
Tenía una hoja de papel en las manos y la miraba con los ojos como
platos.
—Lo sé, cariño. Y para ser totalmente sincero, quizá haces bien en alucinar. 236
Me tendió el papel y vi que era algún tipo de carta oficial. Iba dirigida a
papá, pero mi nombre aparecía en el primer párrafo. La dejé en la mesa
para que nadie viese que me temblaban las manos.
—¡Vamos, Mercer!
Cuando llevaba media página me detuve con los ojos abiertos de par en
par y el corazón bombeando a toda prisa. Miré de nuevo a papá.
—¿Va en serio?
Capítulo 34
A l salir del coche, el camino de grava y conchas crujió bajo mis pies.
—Se ve mucho mejor ahora. Quiero decir, sigue siendo espeluznante, pero
no superespeluznante.
Hex Hall brillaba bajo una capa fresca de pintura. Las ventanas estaban
reparadas. Los helechos que enmarcaban la puerta principal volvían a
estar exuberantes y alguien había reparado el porche. Sin embargo, los
árboles de alrededor estaban negros, y el césped, gris.
Suspiré:
—Si por mí fuera, que la quemen —dijo Archer—. Y de paso que se hunda
también la isla.
Una brisa marina me ondeó el pelo cuando volvíamos al coche. Por dentro
ya no tenía aquel aire desértico y decadente, pero pensé que la casa
siempre parecería un poco triste. O puede que sólo me lo pareciera a mí.
Pasamos bajo las ventanas de cristal tintado y miré hacia arriba, contenta
al ver todo en su sitio otra vez. Los colores brillaban a la luz del otoño. Ya
casi podía oír el murmullo de voces mientras nos acercábamos al salón de
baile. Mamá me cogió de la mano.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—¿Nerviosa?
—Nah —respondí, pero mi voz sonó como el balido de una oveja; dudo
que la convenciera.
Una de las hadas (un hombre enorme con alas verde esmeralda) dijo con
el ceño fruncido:
—¿Por qué me habéis elegido? Quiero decir, soy un demonio, está claro,
pero Nick también lo es. ¿Por qué no se lo habéis pedido a él? ¿Por todo
aquello de haberse vuelto loco y haber matado a un montón de gente?
—Pero no es la única razón —dijo la mujer. Cruzó las manos sobre su regazo
y vi pequeñas chispas violeta en sus dedos. Era una bruja—. El valor, la
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
fortaleza y la iniciativa que mostraste para detener a Lara Casnoff fue
impresionante. Especialmente en alguien tan joven. No dejaste que el
miedo te impidiese ver lo que era necesario hacer. —Echó un vistazo a sus
colegas—. Algo que probablemente deberíamos aprender los demás.
—Bien —dijo un hombre alto de pelo blanco—, ¿has tomado una decisión?
—Porque Hécate Hall ha sido siempre una institución muy útil para nosotros
y no tenemos la intención de dejar que estos desafortunados incidentes
acaben con más de cien años de tradición —respondió una bruja—. El
próximo mes, todos los estudiantes que fueron destinados a este colegio
volverán y la vida aquí retomará su normalidad.
Quise reír al oír al oír aquello. Normalidad. La vida aquí nunca había sido
normal.
—Está bien. Sí. Acepto vuestra oferta de ser Jefa del Concilio.
Prentiss era el internado de lujo al que los brujos adinerados enviaban a sus
hijos. Supuestamente, era lo contrario a Hex Hall en todos los aspectos.
Negué con la cabeza.
Volví a inspirar.
—Lo sé. Ésa es mi otra condición. Quiero que volváis a abrir Hex Hall. Un
240
colegio para todos los Prodigium que quieran venir. Aunque debo admitir
que después del último año quizá no sean muchos. Pero podemos
intentarlo. Ésas son mis condiciones.
Me quedé allí de pie con los brazos cruzados. De nuevo, vi a Cal diciendo:
«Está bien, está bien», mientras el foso se desplomaba sobre él. Dio su vida
por la mía. Debía servir para algo. Y él amaba Hex Hall. Creía en ello, lo
cuidaba. Lo llamaba su hogar. Lo menos que podía hacer era recuperarlo.
Por Cal.
Cuando salí del salón de baile, mamá, papá, Jenna y Archer me estaban
esperando. Antes de que ninguno de ellos pudiese decir nada, cogí las
manos de mis padres y dije:
—Completamente.
Archer asintió.
Sentí una presencia junto a mi codo. Elodie flotaba a mi lado, con su pelo
rojo ondeando alrededor de la cara.
—Sí, lo seré.
Asintió brevemente.
—Lo vas a hacer muy bien. Pero si le dices a alguien que lo he dicho, te
mato.
—Trato hecho.
—Si estás preparada para que te libere o algo así, ahora puedo hacerlo. Al
menos creo que puedo.
Elodie se volvió hacia mí, con los pies flotando a poca distancia del suelo.
—No lo sé.
—Tú me harías…
Parpadeé.
—¿Por qué?
—Sí, podría hacerlo. Pero, Elodie, eso significa que estarás anclada en la
isla de Graymalkin para siempre. Estarás sola con los fantasmas que
queden vagando por aquí.
—Pero ¿qué…?
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Antes de que acabara la frase, reapareció varios metros más allá, en lo
alto de la colina que llevaba al estanque. Me hizo un gesto con el brazo
para que la siguiera y flotó hasta que la perdí de vista.
Suspiré y subí la colina. Al llegar a la cima tuve que protegerme los ojos del
reflejo del sol.
—Te ve —respondió. Y añadió con cierto pesar—: No creo que esa sonrisa
tan especial fuese para mí. —Sus labios se torcieron dibujando una sonrisa
maliciosa—. Al menos de momento. Tengo toda la eternidad para
conseguir que Cal cambie de opinión.
—Lo haré.
—Apuesto que sí —dijo Archer, rodeándome la cintura—. Así que les dijiste
que lo harías.
—Sí, ésa es la otra parte. Cuando reabran Hex Hall voy a quedarme aquí.
No para el resto de mi vida, sino sólo lo que queda del curso. Y luego voy a
ir a la universidad. Pero vamos a seguir en contacto. Existen toda clase de
hechizos para eso.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Jenna y Archer se miraron.
—Mirad, chicos, no puedo pediros que paséis otro año entero en Hex Hall.
Jenna, tú tienes a Vix, y Archer, tú tienes… De hecho, ¿qué es lo que
tienes?
—No creo que tengamos que preocuparnos por la isla —dije limpiándome
alguna que otra lágrima con el dorso de la mano—. La están curando.
—Entonces ya está —dijo Archer—. Vix puede venir a visitar a Jenna, la isla
dejará de ser deprimente y yo no voy a separarme de ti nunca más.
—Sí, y aún tenemos que lidiar con el Ojo… y sus obsesiones, y yo aprender
a ser Jefe del Concilio, lo que implicará leer una montaña de libros
aburridos y…
—En serio —dijo Jenna cogiéndome del brazo—. ¿Qué más puedes pedir?
Miré repetidas veces a aquellas dos personas a las que quería tanto. La
brisa hizo ondear la hierba alta que rodeaba el estanque y me pareció oír
la risa de Elodie.
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
—Nada —les dije, apretando sus manos—. Nada.
246
Fin
Hex Hall: Embrujo Rachel Hawkins
Acerca de la Autora
Rachel Hawkins nació en Virginia,
Alabama, en 1980.
SO
248