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El cautivo, Jorge Luis Borges ¡Que muerda y vocifere vengadora,

ya rodando en el polvo, tu cabeza!


En Junín o en Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después
de un maló n; se dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron
inú tilmente; al cabo de los añ os, un soldado que venía de tierra adentro les Los indios, Atahualpa Yupanqui (1908-1992)
habló de un indio de ojos celestes que bien podía ser su hijo. Dieron al fin con
él (la cró nica ha perdido las circunstancias y no quiero inventar lo que no sé) América es un largo camino de los indios. 
y creyeron reconocerlo. El hombre, trabajado por el desierto y por la vida Ellos son estas cumbres y aquel valle 
bá rbara, ya no sabía oír las palabras de la lengua natal, pero se dejó conducir, y esos montes callados perdidos en la niebla 
indiferente y dó cil, hasta la casa. y aquel maizal dorado. 
Ahí se detuvo, tal vez porque los otros se detuvieron. Miró la puerta, como Y el hueco entre las piedras, y la piedra desierta. 
sin entenderla. De pronto bajó la cabeza, gritó , atravesó corriendo el zaguá n y Desde todos los sitios nos está n contemplando los indios. 
los dos largos patios y se metió en la cocina. Sin vacilar, hundió el brazo en la Desde todas las altas cumbres nos vigilan. 
ennegrecida campana y sacó el cuchillito de mango de asta que había Ha engordado la tierra con la carne del indio. 
escondido ahí, cuando chico. Los ojos le brillaron de alegría y los padres Su sombra es centinela de la noche de América. 
lloraron porque habían encontrado al hijo. Los có ndores conocen conocen el silencio del indio. 
Acaso a este recuerdo siguieron otros, pero el indio no podía vivir entre Y su grito quebrado duerme allá en los abismos. 
paredes y un día fue a buscar su desierto. Yo quería saber qué sintió en aquel Dondequiera que vamos está presente el indio. 
instante de vértigo en que el pasado y el presente se confundieron; yo quería Lo respiramos. Lo presentimos andando sus comarcas. 
saber si el hijo perdido renació y murió en aquel éxtasis o si alcanzó a Quechua, aymara, tehuelche, guará n o mocoví. 
reconocer, siquiera como una criatura o un perro, los padres y la casa. Chiriguano o charrú a, chibcha, mataco o pampa. 
Ranquel, arauco, patagó n, diaguita o calchaquí. 
Omahuaca, atacama, tonocotés o toba. 
Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte (Argentina, 1854-1917)
Desde todos los sitios nos está n contemplando los indios. 
¡Piu Avanti! Porque América es eso: un largo camino de indianidad sagrada. 
Entre la gran llanura, la selva y la piedra alta. 
No te des por vencido, ni aun vencido, Y bajo la eternidad de las constelaciones. 
no te sientas esclavo, ni aun esclavo; Sí. América es el largo camino de los indios. 
trémulo de pavor, piénsate bravo, Y desde todos los sitios nos está n contemplando.
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesó n del clavo enmohecido Netzahualcóyotl  (México, 1402-1472)
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo ¿Es que en verdad se vive aquí en la tierra?
que amaina su plumaje al menor ruido. ¡Nadie para siempre aquí!
Un momento en la tierra,
Procede como Dios que nunca llora; si es de jade se hace astillas,
o como Lucifer, que nunca reza; si es de oro se destruye,
o como el robledal, cuya grandeza si es plumaje del Quetzal se desgarra,
necesita del agua y no la implora ¡Nadie para siempre aquí!
Un momento en la tierra.
------- Ánimo (anó nimo)

¡No te acobardes, corazó n mío!


Amo el canto de zenzontle  Allá  en el campo de batalla
pá jaro de cuatrocientas voces,  ansío morir a filo de obsidiana.
amo el color del jade 
y el enervante perfume de las flores,  Oh, los que está n en la batalla:
pero má s amo a mi hermano: el hombre.  yo ansío morir a filo de obsidiana.
Só lo quieren nuestros corazones la muerte gloriosa.

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POESÍA INDIGENISTA CONTEMPORÁ NEA
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra?
¿Có mo ha de actuar mi corazó n?
Hugo Hamioy Juagibioy (pueblo camsá, Colombia)
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Los pies en la cabeza
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos
Siempre es bueno
tener los pies en la cabeza
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dice mi taita,
¡Amigos míos, poneos de pie! para que tus pasos
Desamparados está n los príncipes, nunca sean ciegos.
yo soy Nezahualcó yotl,
soy el cantor, Pedazos de arco iris
soy papagayo de gran cabeza.
Toma ya tus flores y tu abanico Creí vuelto pedazos
¡con ellos ponte a bailar! El arco iris,
Tú eres mi hijo, No,
tú eres Yoyontzin. Eran guacamayos,
Toma ya tu cacao, Colgados en las nubes.
la flor del cacao,
¡que sea ya bebida!
¡Há gase el baile!, Esta soledad
no es aquí nuestra casa,
no viviremos aquí Esta soledad
tú de igual modo tendrá s que marcharte. que sigue mis pasos
tiene ojo de águila
------------ siempre me encuentra.
Fredy Chicangana (pueblo Yanakuna, Colombia) ¿por que debió salir tan solo en este aire de muerte?
otros dicen que los perros si lo sabían
Tigre que estos merodeaban por la plaza del pueblo 
mostrando sus dientes y desafiando a la gente 
Soy el ú ltimo hijo de la tribu que se convierte en tigre y que alguien sabe quién lo mato 
Me gusta lamerme las barbas en el bosque fresco pero nadie oyó , nadie vio, nadie sintió .
Y mirarme en el agua del silencio
Desde ahí miro al humano trasegar sus penas Ya llevan a este muchacho entre un cajó n
Mis ojos son dos relá mpagos que sueñ an bajo la tormenta mientras todos se miran sintiendo que 
Me gusta la llovizna en la piel, los pasos de escurridizos animales, cada uno tiene su culpa
Las huellas de la mujer venado en las orillas del misterio cuando no se oye, no se ve, ni se siente.
Y siempre, casi siempre tengo ganas de una loca venada de monte.
La cabeza
Nadie oyó, nadie vio, nadie sintió
Y desde la madre tierra hablo…
Mataron a un muchacho en una fría mañ ana,  No hemos muerto dijo una cabeza
entre silencios y sombras de la oscuridad  Estamos en el silencio de las estrellas
dicen que un gorrió n canto en las altas horas de la noche  En el cielo azul y la nubes rojizas
y que en algunas chozas el humo salía anunciando tristezas En el silencio de la noche
pero nadie oyó , nadie vio, nadie sintió En la pluma que habla sobre el agua
y todos preguntan En la cascada que golpea la piedra
¿quién diablos mato a este muchacho? Estamos como ayer
En lucha interminable.
Corre el rumor por entre los cerros y las veredas 
corre la gente, corre ese aire de muerte Elicura Chihuailaf (poesía mapuche, Chile)
que ya parece tan normal…
lloran los taitas y las mujeres Qué está s haciendo, sentado en tu Tierra,
pero nadie oyó , nadie vio, nadie sintió . entristecido, sin parlamentar
Conversa pues, parlamenta
En lo alto de la quebrada yace su cuerpo  Qué tristeza verte así
su ruana rota, su mano inerme, Está s sentado en la pampa solamente
sus dientes bien ajustados  donde parlamentaban tus Mayores
y una bala entre su cuerpo Sin movimiento yace tu Tierra
.. .. . .. . Nada dices
Ponte de pie, parlamenta en tu Tierra
En los caminos sueltan palabras de amor al muerto  aunque sientas tristeza, parlamenta
palabras que recuerdan “la bondad de los muertos”  como lo hacían tus Antepasados
pero aquí nadie oyó , nadie vio, nadie sintió . como hablaban ellos

Algunos se preguntan:  (me está diciendo el anciano Julián Weitra)


¿por que debió madrugar? 

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