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‘Mi Cuerpo Dice la Verdad’

Durante más de 50 años la historia de violencia que ha vivido nuestro país, la voz de miles de
personas víctimas del conflicto armado ha sido ahogada, sofocada y escondida por la vergüenza
de muchos, el temor de otros y la permisidad de un Estado incapaz de proteger y garantizar el
cumplimiento de los derechos humanos de todos sus ciudadanos.

Ante un incremento diario de las cifras de homicidios a líderes sociales y en medio de la zozobra

que se vive nuevamente en los territorios rurales por la presencia de grupos paramilitares, se llevó
a cabo en la ciudad de Cartagena el primer Encuentro por la Verdad, en cumplimiento de los
mandatos del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición derivado de la
firma de los Acuerdos de Paz entre el Estado y la antigua insurgencia de las FARC.

‘Mi Cuerpo Dice la Verdad’ fue el nombre del evento que tuvo como punto central el
reconocimiento de las mujeres, hombres y personas LGBTI víctimas de violencia sexual en el
marco del conflicto armado, resaltando las voces de las mujeres negras afrocolombianas,
raizales, indígenas y Rom.
De acuerdo con las cifras del Registro Único de Víctimas, desde 1985 hasta el 2016 en Colombia
hay registradas 24.861 mujeres y 386 personas LGBTI víctimas de violencias sexuales.

El Caribe fue escogido como lugar de este primer encuentro por ser la región en donde se
cometieron al rededor del 30 por ciento de estos hechos victimizantes. Según la comisionada
Lucía González los máximos responsables de estos delitos fueron los paramilitares, seguidos de
las guerrillas, los militares y agentes del Estado.
Al encuentro asistieron miembros de la Comisión de la Verdad, encabezada por el sacerdote

jesuita Francisco de Roux, quien expreso un mensaje solidaridad y respeto a las vidas de las
víctimas.

Ana Güezmes García, representante de ONU Mujeres en Colombia le dijo que “el cáncer de la
violencia se sana acabando con la cultura de silencio e impunidad que ha durado tantos años”.
Durante su intervención hizo énfasis en que alcanzar los objetivos de la comisión es una
responsabilidad de la sociedad en general y reiteró el compromiso de la ONU con las víctimas.
María Ángela Salazar Murillo, miembro de la Comisión de la Verdad, exaltó la valentía de la
comunidad LGBTI y del movimiento feminista por atreverse a contar la Verdad de los que les pasó
en el marco del conflicto armado, terminando su intervención con un emotivo clamor por una vida
sin violencia.

La violencia que ha sufrido nuestro país a razón del conflicto armado ha dejado una cifra
innumerable de víctimas, las cuales han atravesado por las mayores dificultades, superando
atrocidades que no logramos imaginar.

Algunos de los testimonios fueron entregados a través de personalidades como Tarcila Rivera,
lideresa indígena peruana, que leyó el testimonio de una de las madres de las niñas abusadas
sexualmente por soldados norteamericanos en el municipio de Melgar cerca de Bogotá.

Después de la jornada de dolorosos testimonios, en horas de la tarde a las afueras del claustro de
San Pedro Claver se rindió un homenaje a las víctimas con un concierto y presentaciones
culturales que tuvieron a cargo de invitados nacionales.
Uno de los invitados al acto cultural fue La Organización Tamboreras del Cauca, grupo de
mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado que a través de los
tambores, la música y el canto han encontrado una alternativa de sanación sicológica y espiritual.
La actriz Alejandra Borrero, ante un numeroso público realizó de manera muy emotiva un
monólogo sobre la historia de una de las miles de víctimas de este flagelo.
La agrupación de rock Aterciopelados fue uno de los invitados que deleitó con sus canciones al
público. Andrea Echeverría vocalista del grupo es reconocida por su apoyo y aporte a la lucha
feminista en nuestro país.
Kombilesa mí, que en español significa Mis amigos, estuvo presente con su sonido tradicional
palenquero, en el cierre de este sentido homenaje a las víctimas y a las organizaciones sociales,
que siempre han resistido y que seguirán resistiendo desde los territorios más alejados, donde
las comunidades avanzan anhelando la paz, la justicia y la No Repetición en medio del aumento
de casos de muertes de líderes sociales y defensores de derechos humanos en el país.

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