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Seminario de filosofía medieval- Cuarto control de lectura

Doctrina de la ciudad

José Luis García Palacios -20153263

Es interesante notar como desde el libro anterior Aristóteles nos vienen


remarcando que el cambio político, desde los términos que él lo plantea, no
debe partir solo de la formulación “ideal” de una constitución que aparezca
como criterio normativo único. Esta prerrogativa, la cual tiene un componente
crítico sustancial contra la teoría platónica, es explicitada cuando en el inicio del
libro IV se pone en evidencia los límites de la ciencia política y su campo de
acción:

“corresponde a la misma ciencia examinar el más perfecto, cual es y


cómo debería ser para ajustarse mejor al ideal sin que lo impida
ningún factor de orden externo, y cuál para qué personas sería
apropiado1 (…)” (1288b).

Entonces, el hecho practico de la reforma política tendría una doble


perspectiva: por un lado, estaría la formulación de un ideal, que actuaría como
referente normativo ante la formación política; por otro lado, estaría el trabajo
práctico, propiamente dicho, en donde se ve la adaptabilidad de regímenes
específicos hacia aquel ideal, pues como nos dirá más adelante: hay una forma
[política] más adecuada para cada tipo de gobierno (1296b). En ese sentido, la
reforma es un proceso que debe partir de una constitución ya dada, para desde
ahí erigirse con total seguridad sobre cimientos mundanos y conocidos.

La gran insistencia con la que Aristóteles remarca este aspecto, nos pone a
pensar en el papel sustancial que tendría la reforma política (1289a). Ahora, es
en verdad una cuestión que se deriva de los libros anteriores, el papel crucial
que se entiende por constitución, dentro de los requerimientos de la polis, alude
su poder totalizador que tiene sobre los individuos, pues al final es esta la que
determina los aspectos más básicos de la vida de las personas. Nótese como
aún, en esta época de la historia del pensamiento político, no asistimos a la
diferencia entre ámbito personal y político-social, esta dicotomía es en verdad

1
Las cursivas son mías.
una formulación recién moderna. Entonces, la reforma de la polis no es un
asunto que puede ser tratado con ligereza, pues es con la constitución de la
totalidad de una ciudad con la que se juega, y en su desarrollo no solo está
provisto el bien de la ciudad, si no del individuo de algún modo (aunque mayor
importancia tiene el primero).

Tras lo dicho podemos entender lo que significa la ciudad para Aristóteles, esta
no es solo un receptáculo que sostiene a los individuos en un sentido
geográfico, es más que ello, es el punto desde donde se define al ser humano.
El hombre es un animal político, nos dice Aristóteles, con esto nos introduce
frente a la idea de la imposibilidad de entender al hombre fuera de los
requerimientos de una polis, pues ese lazo comunicativo-político direcciona al
hombre a lo que lo hace precisamente “hombre”. En ese sentido, no es raro
que Aristóteles nos diga, en el primer libro, que algún individúo que puede
habitar fuera de la ciudad debería ser visto y tratado como una bestia, es decir,
pierde su total condición como “hombre”, además esto explicaría porque
Aristóteles le toma la importancia debida al tratamiento del ostracismo en el
libro tercero. Tras lo dicho podemos entender cómo, para Aristóteles, las
estructuras políticas deben ser lo suficientemente fuertes y organizadas para
entablar una totalidad coherente y eficiente dentro de los límites de la ciudad.

Esta visión de la ciudad difiere notablemente de la que encuentra la traducción


latina de La Política en la segunda mitad del siglo XII, el cristianismo había
calada en la consciencia europea de un forma tan potente que incluso había
tenido injerencia en el pensamiento político, pues de pasar de una compresión
sustancial de la ciudad, la historia del pensamiento político ingresa en una era
en la que la ciudad es solo visto como un medio transitorio para la verdadera
sustancialidad humana, pues ahora el valor del individuo esta puesto en la
unión que tendrá lugar en un mundo supra-mundano (posterior a la muerte)
entre su alma y su creador. Entonces, el mundo en toda su determinación es
suprimido frente a la gloria que se abre con el cristianismo, y en esa supresión
la ciudad dejar de tener el lugar protagónico en la autodeterminación del
hombre, es decir, se pasa de una concepción del hombre como animal político
a animal redentor.

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