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1ra semana de la segunda fase semana 5

COMPRENSIÓN Y ATENCIÓN A LA DISCAPACIDAD

DISCAPACIDAD INTELECTUAL
La Asociación Americana sobre la discapacidad intelectual y desarrollo (AAIDD) cambia
el año 2002, el término de retraso mental a discapacidad intelectual, definiendo de la
siguiente manera.
La discapacidad intelectual se caracteriza por limitaciones significativas tanto en el
funcionamiento cognitivo como en conducta adaptativa tal y cómo se ha manifestado en
habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas. Esta discapacidad se origina
antes de los 18 años.
Funciones cognitivas
La inteligencia se considera como la capacidad del intelecto, que comprende las siguientes
funciones (Luckasson y col., 2002):
Razonamiento
La planificación
solución de problemas
Pensamiento abstracto
Comprensión de ideas complejas
Aprendizaje con rapidez
Aprendizaje a partir de la experiencia
Como se puede apreciar, es un funcionamiento intelectual global que va más allá del
rendimiento académico o de respuesta a tests; se trata más bien de esa amplia y profunda
capacidad para comprender nuestro entorno e interactuar con él. La evaluación de este
funcionamiento intelectual es un aspecto crucial para diagnosticar la discapacidad
intelectual, y ha de ser realizada por personas con amplia experiencia y cualificación, que
habrán de recabar en ocasiones la colaboración de diversos especialistas. Pese a sus
limitaciones y al abuso que de él se ha hecho, se sigue considerando al coeficiente
intelectual (CI) como la mejor representación de lo que aquí denominamos como
funcionamiento intelectual de una persona. Pero ha de obtenerse con instrumentos
apropiados que estén bien estandarizados en la población general. El criterio para
diagnosticar discapacidad intelectual en el funcionamiento de una persona continúa siendo
el de “dos desviaciones típicas o estándar por debajo de la media”. En lo que se refiere a la
evaluación del CI en las personas con síndrome de Down, recomendamos el artículo de
Ruiz (2001).
La conducta adaptativa
Entendemos como conducta adaptativa “el conjunto de habilidades que se despliegan en el
terreno de los conceptos (lenguaje, lecto-escritura, dinero), en el ámbito social
(responsabilidad, autoestima, probabilidad de ser engañado o manipulado, seguimiento de
normas), y en la práctica (actividades de la vida diaria como son el aseo o la comida;

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actividades instrumentales como son el transporte, el mantenimiento de la casa, la toma de


medicina o el manejo del dinero), y que son aprendidas por las personas para funcionar en
su vida diaria” (Luckasson y col., 2002).
La capacidad de adaptación marca de modo especial la habilidad de funcionamiento del
individuo porque las limitaciones en la conducta adaptativa son las que más van a afectar
tanto a la vida diaria como a la habilidad para responder a los cambios constantes e
imprevistos que ocurren permanentemente en nuestras vidas y en las demandas que impone
el ambiente en que vivimos.
Ocurre, sin embargo, que bien pueden convivir dentro de una misma persona las
limitaciones en ciertas habilidades de adaptación con capacidades en otras áreas. De ahí la
necesidad de hacer una evaluación que, de manera diferenciada, aborde y analice distintos
aspectos de la vida adaptativa. Para hacer un buen diagnóstico de las limitaciones que una
persona tiene en su conducta adaptativa es preciso utilizar medidas bien estandarizadas con
baremos de la población general que incluya a personas con y sin discapacidad.
El criterio para considerar significativas las limitaciones en esta dimensión, al igual que al
evaluar la inteligencia, debe ser el de dos desviaciones típicas por debajo de la media.
Existen buenos instrumentos con propiedades psicométricas suficientes como para evaluar
esta dimensión (en inglés: escalas de AAMR, Vineland, Bruininks, Adams), si bien no
disponemos todavía de buenas adaptaciones en español. En cambio disponemos de
excelentes publicaciones para planificar los apoyos necesarios para trabajar y progresar en
la adquisición de estas capacidades.
Participación, interacción, roles sociales
Mientras que las otras dimensiones se centran en los aspectos personales o ambientales, en
este caso el análisis se dirige a las interacciones del individuo con los demás y el papel
social que desempeña. Es decir, se trata de destacar la importancia que se concede a estos
aspectos en la vida de la persona; de resaltar el importante papel que juegan las
oportunidades y restricciones que rodean a un individuo para participar en la vida de su
comunidad.
Habrá un funcionamiento adaptativo del comportamiento de una persona en la medida en
que se encuentre activamente involucrada, asistiendo en actividades diversas,
interaccionando con otros, el rol social deberá ser ajustado a las actividades que sean las
normales para un grupo específico de edad: aspectos personales, escolares, laborales,
comunitarios, afectivos, espirituales, etc.
Pero esta participación e interacción se pueden ver profundamente alteradas por la falta de
recursos y servicios comunitarios, por la presencia de barreras físicas o sociales.
No podemos dejar de mencionar la salud física y la salud mental, La salud es entendida en
su más amplio sentido: un “estado de completo bienestar físico, mental y social”. Todos

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tenemos amplia experiencia de que el funcionamiento humano se ve influenciado por


cualquier condición que altere su salud física o mental. La discapacidad intelectual
producida por una causa determinada puede ir acompañada inexcusablemente de una
alteración de la salud que, a su vez, puede repercutir sobre el desarrollo de las demás
dimensiones. Pero incluso cuando no es así, la preocupación por la salud de los individuos
con discapacidad intelectual y los apoyos que debemos prestar se basan en que pueden
tener dificultad para reconocer sus problemas físicos y de salud mental, para gestionar su
atención en los servicios comunitarios de salud, para comunicar sus síntomas y
sentimientos, para comprender y ejecutar los planes de tratamiento y su seguimiento.
Por lo tanto, la discapacidad intelectual no puede ser definida por un elemento único.
Comprende un conjunto de condiciones que la van conformando hasta expresarse en un
individuo determinado. Algunas de estas condiciones son inherentes a la persona, son sus
puntos fuertes y sus puntos débiles, que es preciso descubrir para poder intervenir
adecuadamente. Pero otras son inherentes a su entorno y a los recursos de que dispone o de
que deja de disponer. Por eso la discapacidad intelectual de un individuo no es una entidad
fija e incambiable. Va siendo modificada por el crecimiento y desarrollo biológicos del
individuo y por la disponibilidad y calidad de los apoyos que recibe. En una interacción
constante y permanente entre el individuo y su ambiente.
Clasificación y características de la discapacidad intelectual.
La discapacidad intelectual, según la organización Mundial de la Salud lo divide en cuatro
niveles, cada cual con sus propias características que lo describimos a continuación.
Discapacidad leve o ligero:
Características de su desarrollo:

 Autonomía personal. La mayoría llegan a alcanzar una independencia completa


para el cuidado de su persona (comer, lavarse, vestirse, controlar los esfínteres),
para actividades prácticas y para las propias de la vida doméstica, aunque el
desarrollo se produce más lento de lo normal.
 Lenguaje Oral. Suelen adquirirlo algo más tarde que el resto de los niños y niñas de
su edad, si bien consiguen la capacidad de expresarse y de mantener una
conversación.
 Actividades formativas. Suelen presentar importantes problemas y dificultades en
los aprendizajes escolares; no obstante, con un apoyo adecuado, la mayoría
consiguen notables avances en la lectura y escritura y un desarrollo de los
componentes de su inteligencia, clave para la compensación de sus limitaciones.
 Adaptación a la vida social y laboral. En la vida adulta suelen presentar dificultades
emocionales, sociales y laborales, aunque con una enseñanza adecuada lograrán
estar capacitados para desempeñar multitud de tareas en el ámbito laboral siempre
que cuenten con el apoyo y el entrenamiento oportuno.

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Discapacidad intelectual moderado o medio:


Tienen un coeficiente intelectual que se sitúa entre 36 y 50, presentando las siguientes
características

 Autonomía personal. Tienen limitaciones para lograr las pautas del cuidado
personal, aseo, vestido y alimentación. Por lo general necesitan ayuda para el
correcto desempeño de estas actividades. Suelen alcanzar un cierto grado de
autonomía motriz.
 Lenguaje Oral. Presentan una capacidad limitada para el uso del lenguaje
expresivo y comprensivo. Aprenden a hablar tardíamente y con notables
dificultades.
 Actividades formativas. Necesitan adaptaciones muy significativas de los
programas escolares, precisando ayuda y supervisiones constantes.
 Adaptación a la vida social y laboral. Se pueden integrar en tareas laborales
rutinarias y de escasa dificultad y con ayuda y supervisión continuadas. Sus
hábitos y relaciones presentan dificultades, estando condicionadas por sus
limitaciones. La mayoría de ellos alcanza un desarrollo normal de su capacidad
social para relacionarse con los demás y para participar en actividades sociales
simples.
Discapacidad intelectual grave o severa
Tienen un coeficiente intelectual que se sitúa entre 21 y 35, presentando las siguientes
características en su desarrollo.

 Autonomía personal. No consiguen ser autónomos en locomoción, en la


independencia de movimientos, en la comida, en el aseo personal y en el vestido.
Aunque con supervisión adquieren hábitos elementales de aseo e higiene, vestido,
comida… y aunque con torpeza colaboran en tareas fáciles y rutinarias.
 Lenguaje Oral. Tienen graves dificultades para el uso del lenguaje comprensivo y
expresivo, sólo son capaces de emplear un lenguaje muy limitado. Aunque pobre,
les permite relacionarse con los demás.
 Actividades formativas. Suelen presentar graves limitaciones en los aprendizajes
escolares, para los que precisan supervisión y ayudas que difícilmente se les pueden
prestar en el aula ordinaria, por lo que tienen que ser escolarizados en aulas
específicas o en centros específicos.
 Adaptación a la vida social y laboral. En la vida adulta logran una reducida
autonomía social, precisan en todos los casos ayuda constante y difícilmente
alcanzan una vida independiente.
Discapacidad intelectual profunda.

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Tienen su coeficiente intelectual menor a 20, con las siguientes características en el


desarrollo.

 Autonomía personal. Sus dificultades motoras graves les impiden la autonomía


personal mínima. En todos los casos necesitan cuidados y atención a lo largo de
toda la vida.
 Lenguaje Oral. Está limitado al empleo de formas simples de comunicación no
verbal. Tienen dificultades para comprender órdenes sencillas.
 Actividades formativas. Sus graves limitaciones hacen que precisen de una
intervención escolar orientada al desarrollo e implantación de hábitos y destrezas.
 Adaptación a la vida social y laboral. Debido a las múltiples limitaciones descritas,
no consiguen ningún grado de integración laboral y no desarrollan repertorios de
conductas que puedan ejecutar sin tutela.
Las características anteriores están regidas por las condiciones socioculturales y por el
entorno donde se desenvuelve la persona con discapacidad intelectual, por lo tanto sus
fortalezas y debilidades dependerá del apoyo y de las oportunidades de aprendizaje que el
medio le brinde.

En la próxima sesión estaremos desarrollando las causas de la discapacidad intelectual,


sigamos este recorrido de estudio de la educación especial.

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