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Jaume

Galiana
San Benito de Nursia: biografía y
análisis de su Regla.

En portada: San Benito de Nursia en un


fresco de Fra Angélico fechado entre el
1437 y el 1446.
Jaume Galiana
1
ÍNDICE
1. Introducción pg.3
2. Contexto histórico pg. 3
3. Biografía de San Benito pp. 3-4
4. La Regla pp. 4-7

2
1. INTRODUCCIÓN

Las normas que prescribe San Benito en su regla dieron lugar al modelo a seguir por la
comunidad monástica (tanto masculina como femenina) durante gran parte de la Edad
Media, convirtiéndose en un documento fundamental de la cultura europea. La
configuración de la espiritualidad benedictina con la aplicación de sus preceptos dio
lugar a un nuevo modo de vida y actitud mental que se materializa en las grandes
abadías benedictinas, que actuaban como centros de conocimiento y preservación de la
cultura y ejercieron como la autoridad eclesiástica poseedora de una gran explotación
agrícola. Antes de generalizarse su Regla los monasterios se regían por normas que
prescribía el abad, por lo que fue gracias a la obra San Benito que se produjo una
unificación del monacato, impulsado en gran parte a que Carlomagno la obligó en su
imperio (por la necesidad de tener una homogeneidad de normas en el ámbito monacal).

2. CONTEXTO HISTÓRICO

San Benito (aproximadamente vivió entre el 480 y el 550 d.C) vivió en unos tiempos
difíciles para su Italia natal (cuatro años antes de nacer Rómulo Augústulo, el último
emperador del Imperio de Occidente que había sido depuesto por los hérulos y con ello
había caído el imperio), por lo que durante el siglo la península itálica estaba bajo
dominio ostrogodo. El agravante de esta situación fue la guerra que emprendió
Justiniano en su voluntad de restaurar el antiguo imperio (idea de renovatio imperii),
empresa en la que no tuvo éxito y en la que Italia quedó devastada (incluida Roma, que
quedó en ruinas).

En este momento hay ejemplos de ascetismo cristiano en el territorio, que junto a San
Benito proporcionan ejemplos de la presencia divina en este contexto de crisis. La
población romana, que tras la dominación bárbara, la peste y la guerra se sentía
abandonada por Dios, tuvo en la existencia de santos en su alrededor una fuente de
esperanzas a las personas del momento (para algunos los relatos hagiográficos tenían un
significado simbólico, pero muchos creían que los santos eran personas capaces de
dominar las fuerzas de la naturaleza).

3. BIOGRAFÍA DE SAN BENITO

La vida de San Benito nos es muy desconocida, salvo que fue un abad italiano las
fuentes que nos dan información sobre él no nos dan un relato fiable, además de ser
escasas. La principal y que describiremos aportando un juicio crítico es la Vida de San
Benito escrita por el Papa Gregorio el Grande cuarenta y cinco años después de la
muerte del santo dentro de un compendio de vidas de figuras importantes de la Iglesia
(dividida la obra en varios libros, el II corresponde a San Benito, narrando su vida
mediante etapas)1.

1
Las fuentes del Papa para elaborar la biografía fueron cuatro discípulos del santo, tres abades que le
sucedieron en Monte Casino y el abad del monasterio de Letrán en Roma.

3
La visión del papa fue responsable de la extensión del culto a San Benito pues lo
describe como un hombre santo capaz de hacer brotar el agua y de hacer posible
caminar sobre ella además de ser capaz de devolver la vida, sin embargo hay una gran
ausencia de referencias cronológicas en su descripción y además es muy breve.

Según el Papa Gregorio, San Benito nació en la provincia de Nursia (Italia central) la
cual fecha (sin ningún argumento que la justifique) en torno al año 480. De familia
noble senatorial, sus padres, Eupropio y Abundancia, eran católicos romanos. Fue
criado por su nodriza, una ferviente cristiana llamada Cirila. Después de haber recibido
la educación propia de un romano acomodado fue enviado de joven a Roma para
estudiar literatura, pero estando allí abandonó pronto los estudios debido a que no le
gustaba el inmoral ambiente estudiantil y de la sociedad en general, unido a un rechazo
amoroso a los quince años. Huyó con su nodriza a la pequeña población de Alfide (no
muy lejos de Roma, para vivir junto con una pequeña comunidad cristiana) renunciando
de este modo a su herencia y familia directa.

Tras pasar el tiempo, realizó un milagro y asustado por el hecho decidió retirarse (ya
sin su nodriza) en soledad en una cueva cerca de Subiaco (un lugar desértico tampoco
lejos de Roma, cerca de un embalse que había construido el emperador Claudio), tenía
por entonces 20 años y allí permaneció tres. En la cueva fue alimentado con pan por un
monje de un monasterio cercano que iba a visitarle, Romano, que además le introdujo
en el ascetismo y le dio un hábito de monje (en este momento solamente Romano sabía
dónde se escondía el Benito).

Creció su reputación a lo largo del tiempo y empezó a recibir visitas y posteriormente a


tener discípulos, que organizó en grupos de doce nombrando un abad para cada grupo.
Cuenta el Papa que fue llamado a regir un monasterio, pero que al aplicar su normativa
le intentaron envenenar y fue por eso que después se retiró a la cumbre del monte
Casino (entre Roma y Nápoles) y fundó allí su propio monasterio encima de las ruinas
de un templo pagano en el 529 junto a sus discípulos, a los cuales dirigió el resto de su
vida conforme a la Regla que él había elaborado (se cree que empezó a escribirla en el
534).

El Papa, admirador de la vida del santo y de la Regla, nos dice que murió entre los años
546 y 5502 y que lo enterraron en el monasterio (la tradición recoge que falleció un 26
de marzo3). Prueba de la admiración que sentía el pontífice por el santo es que no
describiese la Regla en su relato, puesto que en cambio lo llenó de hazañas milagrosas y
anécdotas que ejemplifican una plena vida cristiana.

4. LA REGLA BENEDICTINA

No se conserva el manuscrito original de la Regla, los ejemplares más antiguos son una
copia encontrada en la Inglaterra fechada en el siglo VIII y otra hallada en Aquisgrán

2
Otras fuentes dicen que en el 543 o el 547.
3
Sin embargo su festividad se cambió al 11 de julio para que no coincidiese con la Cuaresma.

4
que envió el abad de Monte Casino a Carlomagno, la cual es más probable que se
copiase directamente del original de San Benito.

Lo que sí es seguro es que el santo no la redactó completa en un mismo momento, fue


incluyendo sus experiencias y reflexiones conforme ejerció de abad en su monasterio,
ampliando el contenido de la Regla.

A grosso modo podemos decir que consiste en una guía para organizar una comunidad
monástica: un edificio (o conjunto de ellos) dirigidos por un abad elegido entre los
hermanos los cuales debían ser admitidos después de un período anual de noviciado en
el que se les pondría a prueba (una vez seleccionados, debían permanecer en el
monasterio el resto de su vida).

Muy pronto su escrito se extendió por Italia y el sur de la Galia, en las que las distintas
comunidades monásticas adoptaron su modelo, que tuvo su impulso definitivo en el
siglo VIII cuando Carlomagno invitó a todos los monasterios de su imperio a seguir la
Regla benedictina. Sin embargo, los preceptos descritos no son originales del santo;
elaboró la Regla a partir de otras fuentes y después de reflexionar sobre algunos
antecedentes como por ejemplo el monje Eugipio, que en su vida de San Severino4 ya
redacta algunos principios y consejos que San Benito copió al pie de la letra. Podemos
afirmar que Benito compiló en su obra diferentes preceptos que tomó de algunos
miembros de la comunidad eclesiástica que le precedieron con el objetivo de guiar a sus
monjes. Por ejemplo, las enseñanzas ascéticas de la Italia de la época tuvieron su origen
en Egipto, por lo que los ermitaños que se retiraban a la soledad intercambiaban
experiencias y conocimiento entre ellos, lo cual es muy probable que hiciese San Benito
ya que al saber que contactaba con monjes durante su estancia en la cueva de Subiaco.
Todo esto sin olvidar que la Regla hace constantes alusiones a la Biblia, con citas de
algunos pasajes.

El santo fue muy crítico con algunos tipos de monacatos, por ejemplo, rechazaba a los
ermitaños porque defendía la importancia de vivir en comunidad y también a los
giróvagos, porque al ir errantes pidiendo limosnas no construyen ni sirven a la
comunidad. Benito tomó el modelo cenobita: buscar la vida espiritual en el monasterio
como manera de conseguir la santidad, orientados con una regla monástica tutelados por
un abad o una priora.

Sabiendo pues que la regla benedictina no es original del santo y que tuvo antecedentes
capaces de erigir un modelo monástico como el suyo, ¿cómo es posible que su Regla se
hiciese tan famosa y fuese adoptada en la mayor parte de la christianitas? La respuesta
está en la biografía del Papa Gregorio. Sin su exagerado escrito, Benito no habría
llegado a ser tan famoso ni su Regla hubiera despertado el interés del conjunto
eclesiástico. Sin embargo, gran parte del mérito lo tiene su propia redacción de la Regla
fue un punto a favor para su expansión, pues San Benito la escribió en latín vulgar y le
dio una visión jurídica a sus preceptos los cuales siempre termina con una frase

4
Escrita veinte años antes que la Regla de San Benito.

5
lapidaria, lo que da a entender un mensaje más personal y tolerante con el espíritu
humano ( a esto se le une su recomendación de tomar decisiones en comunidad y su
reiteración de un vínculo entre las personas mediante amor mutuo). El uso de un
lenguaje sencillo sin profundas reflexiones metafísicas da como resultado una guía
directa y clara que permite examinar diversos temas vitales que nos preguntamos en la
vida cotidiana y a los que Benito intenta dar respuesta. De este modo la Regla pondría al
alcance una vida espiritual llena de plenitud, a la que no puede llegarse mediante
nosotros mismos. Defiende San Benito que Dios está por encima de nosotros y debemos
dejarnos guiar por él, por ello está la Regla basada en el Evangelio que marca el
principio del camino a recorrer. Llevar una vida espiritual no significa para este santo
vivir como un asceta sino que la define como un modo de estar cerca de Dios y de hacer
el bien a los demás. San Benito considera el estar vivo como atender a Dios y hacer el
bien, ignorando la violencia en todos sus preceptos obligando a ser justo, honesto y
compasivo. Para él llevar este modo de vida es una responsabilidad que debe llevar a
cabo cada persona dentro de la comunidad humana.

San Benito pues no era un hombre ajeno a los fieles, que se escudaba en la autoridad
para imponer sus preceptos, sino que dio importancia a sus subalternos y transmitía un
mensaje más cercano y amable. Siempre recomendó dejar de lado el orgullo, el motivo
por el que se es bueno y se lleva una vida espiritual es por seguir a Dios, al que no se
puede alcanzar porque para Benito ya existe de por sí y lo que se debe hacer es
responder ante él. Su objetivo fue crear un modo de vivir y no un modo de servir, no
persiguió el alcanzar un nuevo sistema clerical sino el establecimiento de una gran
familia humana en torno al monasterio. La vida espiritual no significa para él un duro y
penoso proceso privado, sino que se trata de una vida en comunidad al servicio divino.

Contribuye también a esta visión más cercana de lo religioso en su propia idea de vida
monástica. Su plan de monasterio tenía directamente su base en la villa romana tardo
antigua. Pero no se trata de una comunidad abierta disponible para todo aquél que lo
desee, puesto que se debe adiestrar al candidato primero renunciando a toda propiedad y
estar predispuesto a compartir ese tipo de vida hasta su muerte5.

Por tanto, tenemos en el monasterio benedictino una unidad autosuficiente y con gran
independencia política, basada únicamente en la autoridad de la Regla, la cual ni
siquiera el abad podía modificar.

Dentro del monasterio, uno renunciaba a su voluntad llevando una recta moral y
recibiendo solo ayuda de donativos6. San Benito defendió siempre la obligación de usar
solamente cosas de primera necesidad y de aprender la escritura antes de orar, puesto
que la reflexión sobre las escrituras es una tarea fundamental en el monje (es muy
importante la oración nocturna en comunidad y la recitación de los salmos de manera
individual demuestra el compromiso del monje).

5
Durante el período de iniciación se perdona entrar y salir del monasterio un máximo de tres veces.
6
Lo cual les seguía haciendo ser pobres de espíritu, pero es innegable que materialmente los monasterios
se enriquecieron

6
El trabajo comunitario significaba responsabilizarse de edificar conjuntamente la
comunidad (de carácter igualitario en contraposición de la exterior tan estratificada). El
monje no recibía presentes, no podía hacerse rico con objetos que le proporcionasen del
exterior familiares, amigos o donantes; los monjes debían vivir una vida espiritual con
lo suficiente para poder mantenerse de igual modo que debía hacerlo el monasterio, que
tenía que perseguir el ser santo y no rico ni popular, concentrándose en lo espiritual y no
en lo material.

La figura del abad es importantísima, el monasterio se configura de manera paternalista


en torno a él, pues él instruye, confiesa y guía a los monjes. A su vez, el abad no
gobierna solo, necesita de sus compañeros para ser elegido y aconsejado. Esto es debido
a que en el monasterio no hay un señor , la única autoridad que debe haber en él es la
ley de Dios teniendo el abad la figura de padre espiritual que lidera pero no gobierna (no
tiene siervos, está junto a su comunidad y ella le elige por sus méritos).

De este modo, en el monasterio benedictino no hay una jerarquía establecida con


privilegios, la comunidad pertenece a la comunidad y si alguien se aparta de ella,
recibirá un castigo para conseguir la expiación. Dentro del ámbito benedictino hay dos
formas de castigo: por ofensas menores contra la unidad y la paz del conjunto de los
monjes se aparta al culpable de la mesa y se le niega el derecho a recibir la oración; para
infracciones más graves se le destierra de la mesa, de la oración y de la vida social en
general, dándole un período de reflexión (el silencio es una parte fundamental de la
doctrina benedictina, desarrolla la paz interior y proporciona la calma necesaria para
escuchar a Dios).

No hay que caer en el error de pensar que el monasterio benedictino proporcionaba una
vida tranquila de retiro ni que tuviese una función escolástica, puesto que los monjes se
aplicaban a la oración, el trabajo y el estudio en una perpetua guerra espiritual contra la
propia naturaleza del ser humano.

La Regla establecía una división tripartita del día de un monje: después de ocho horas
de descanso, había que dedicar cuatro al Opus Dei (los oficios diarios comunes, como
por ejemplo el coro), otras seis horas en el campo o el claustro de trabajo y por último,
de tres a cinco horas de lectura de las Sagradas Escrituras y de las obras de los Padres de
la Iglesia. El monacato benedictino se desarrolla en torno al Evangelio, las enseñanzas
de los abades y las prioras, la experiencia de la comunidad y la Regla de Benito;
necesita de trabajo unido a la disciplina y el autocontrol, siendo el motivo de vivir esta
vida es el amor al prójimo y a Dios y su objetivo es la sabiduría, la búsqueda de la cual
constituye el camino del monje. Para poder llevar esta vida es necesario un precepto
benedictino básico: la humildad, que permite aprender de la sabiduría ajena.

La obra de los monjes benedictinos constituyó una revolución social a lo largo de


Europa, pues conservaron gran parte de la civilización en los monasterios basados en el
compromiso con la comunidad, la fidelidad al modo de vida monástico y la obediencia.

Jaume Galiana Llorca.

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BIBLIOGRAFÍA

CHITTISTER, J. La regla de San Benito: vocación de eternidad. Ed. Sal Terrae. 2003.

COLOMBÁS, García M. La Regla de San Benito. Ed. Biblioteca de Autores


Cristianos. Madrid. 1993.

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1968.

FORBES, F.A. San Benito: padre de Europa. Ed. Vita Brevis. 2016.

HENNE, Philippe. Gregorio Magno. Ed. Palabra. 2011. pp. 117-119

LADERO, Miguel Á. Historia Universal: Edad Media. Vol. II. Ed. Vicens Vives.
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LAWRENCE, C. H. El monacato medieval: formas de vida religiosa en Europa


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LINAGE, Antonio. Vida cotidiana de los monjes de la Edad Media. Ed. Complutense.
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RAGUER, Hilari. San Benito, padre de monjes. Santos y Santas vol. 29. Ed. Centro de
Pastoral Litúrgic. 1999.

VV.AA. National Geographic, Historia: La Europa Medieval. Ed. RBA. 2013. pp. 24-
26

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