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Que es la diabetes? La diabetes es una enfermedad que se caracteriza por una elevación
de los niveles de glicemia (azúcar) en la sangre. Si esos niveles son muy altos (hiperglicemia)
o muy bajos (hipoglicemia) pueden dar lugar a complicaciones agudas que hay que tratar de
resolver de forma rápida. Y es que, los niveles de glucemia elevados y mantenidos durante
mucho tiempo provocan daño en las arterias de todo el cuerpo, y a largo plazo deterioran y
alteran diversos órganos, especialmente ojos, riñones, pies, nervios, corazón y otros vasos
sanguíneos.
La insulina es una hormona producida por el páncreas, cuya función es ayudar a que la
glucosa obtenida de los alimentos penetre en las células para que el organismo pueda usarla
como energía. Sin embargo, en las personas diabéticas, el páncreas no es capaz de producir
insulina, o bien no genera la suficiente o es capaz de usarla de forma adecuada, por lo que la
glucosa no llega a las células y se acumula en la sangre.
Esta situación, además, provoca alrededor de 1,5 millones de muertes anuales, la mayor
parte de ellas por enfermedades cardiovasculares asociadas a la diabetes, una cifra que se
eleva a los 3,7 millones si se suman las defunciones relacionadas con la hiperglicemia.
Tipos de diabetes
Otros tipos específicos de diabetes: aquellas provocadas por algunos defectos genéticos de
las células beta, defectos genéticos en la acción de la insulina, enfermedades de la función
exocrina del páncreas como la fibrosis quística, y aquella secundaria al uso de algunos
medicamentos.
Causas de la diabetes
El envejecimiento de la población y los cambios en los estilos de vida son los dos factores
que más influyen en el incremento progresivo de la diabetes. Así, el cambio en los hábitos
alimentarios y el creciente sedentarismo y aumento de la inactividad física, que provocan
obesidad, tienen como consecuencia directa que la enfermedad esté aumentando en casi
todo el mundo.
Vale la pena distinguir los dos tipos fundamentales de diabetes para diferenciar sus causas:
En la diabetes tipo 2, la del adulto, se conocen múltiples mecanismos por los que se
desarrolla ésta. Parece que una de las causas de la diabetes tipo 2 se produce una
interacción entre una producción menor de insulina y una resistencia a la insulina en los
tejidos del cuerpo. El propio envejecimiento produce un descenso en la producción de
insulina, algunos fármacos, algunas enfermedades pancreáticas como la pancreatitis
crónica, la obesidad que disminuye la capacidad de acción de la insulina por una mayor
resistencia periférica debido a la grasa.
Síntomas de la diabetes?
Riesgos asociados a la diabetes El diabético siempre tiene una mortalidad mucho más alta
que la de la población no diabética (más del doble). Por eso, en el paciente diabético
adquiere una especial importancia el control de todos los factores de riesgo asociados,
como la hipertensión arterial, el colesterol y la obesidad, y no solo el control del azúcar;
aunque es evidente que a peor control glucémico mayor riesgo de muerte y de
complicaciones.
Complicaciones de la diabetes
El 80% de los pacientes con diabetes desarrollará una enfermedad cardiovascular. El riesgo
de enfermedad cardiovascular se presenta 15 años antes en los pacientes diabéticos que en
el resto de las personas, por lo que la diabetes mellitus reduce notablemente la esperanza
de vida tanto en varones como en mujeres. Los costes de la asistencia sanitaria que genera
son muy altos, y vienen condicionados mayoritariamente por esas complicaciones
cardiovasculares. Entre las complicaciones de la diabetes están:
Diagnostico de la diabetes?
Aquellas con valores mayores o iguales de 200 mg/dl en pacientes con síntomas clásicos
de diabetes.
Aquellos con glicemia mayor o igual de 200 mg/dl a las 2 h de un test de tolerancia oral a
75 mg de glucosa.
El estudio de todo paciente diabético debe completarse con una analítica de sangre y
orina, la realización de un electrocardiograma, y la valoración de la retina mediante la
exploración del fondo de ojo. En el seguimiento del diabético se debe determinar la
hemoglobina glicosilada (HbA1C) que estima los valores de glucemia de los últimos 3
meses. Sus cifras predicen el riesgo cardiovascular en los pacientes diabéticos. El
objetivo es mantenerla por debajo de 7%. Es fundamental descartar que puedan existir
otros factores de riesgo añadidos, especialmente hipertensión y colesterol elevados. Sí
existe suficiente evidencia sobre la posibilidad de prevenir o retrasar la aparición de
diabetes mellitus tipo 2: Perder peso (si hay obesidad): 7-10% en 1 año. Ejercicio: 30
minutos diarios de actividad física moderada (andar rápido).
La neuropatía periférica es una enfermedad que daña los nervios periféricos del
paciente. Los nervios que componen el sistema nervioso periférico funcionan como una
red de comunicación que conecta el cerebro y la médula espinal con el resto del
organismo. Estos nervios transmiten información al cerebro acerca de todo lo que
vemos, oímos, tocamos, olemos…, y alertan sobre peligros potenciales, de forma que el
cerebro, a su vez, pueda enviar las órdenes adecuadas para proteger al cuerpo y evitar
que sufra lesiones. Así, por ejemplo, si nos quemamos la mano al coger algo muy
caliente, o si los dedos de los pies se enfrían demasiado, los nervios periféricos enviarán
esta información inmediatamente al cerebro para que el individuo actúe en
consecuencia. Sin embargo, cuando los nervios periféricos se lesionan, se producen
interferencias en este sistema de comunicación, y la información se interrumpe o
distorsiona. Existen numerosos trastornos que afectan a los nervios periféricos y los
deterioran, impidiendo que fluyan correctamente los mensajes entre el cerebro y las
distintas zonas del organismo. El daño nervioso tiene distintos grados de severidad y los
síntomas son también muy variables. Los pacientes pueden experimentar pinchazos o
picores, entumecimiento pasajero, pérdida de la sensibilidad de la zona afectada que
impida apreciar si algo está demasiado caliente o frío, debilidad o calambres en los
músculos, e incluso fuertes dolores en las extremidades. Cuando la enfermedad es grave
también altera el funcionamiento de diversos órganos del cuerpo y puede dificultar la
deglución o incluso la respiración.
La neuropatía periférica puede ocurrir por muchas causas, como un traumatismo, la
compresión de un nervio –como en el síndrome del túnel carpiano–, el consumo de
ciertos medicamentos o sustancias tóxicas, una infección, un trastorno autoinmune…,
pero, con frecuencia, la neuropatía periférica aparece asociada a otra enfermedad, es
decir, constituye un síntoma o una complicación de otra patología, como ocurre en el
caso de la diabetes. Esta enfermedad se caracteriza porque los niveles de azúcar en la
sangre son elevados y esto puede dañar el tejido nervioso, dando lugar a lo que se
conoce como neuropatía diabética periférica.
Una lesión muy característica de las personas con diabetes es el pie diabético, que es el
resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las
arterias (artropatía periférica). El riesgo de padecer esta lesión aumenta conforme
avanza la diabetes, llegando a presentar una incidencia de amputaciones por este
motivo en torno a 4 por 1.000 pacientes y año. Se estima que el 15% de los diabéticos
presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético.
Los factores más importantes para su desarrollo son el mal control de la diabetes, la
neuropatía, las deformidades del pie (artropatía de Charcot), la arteriopatía y el tabaco.
El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos
son los más proclives a desarrollar úlceras.
Los primeros signos que deben alertar sobre el inicio de un pie diabético son el
enrojecimiento de algunas zonas del pie, el aumento de su temperatura, zonas callosas
que no mejoran, y que finalmente se ulceran. Estas lesiones iniciales pueden progresar
hasta llegar a una ulcera profunda y alcanzar el hueso provocando una osteomielitis, y
finalmente en situaciones muy avanzadas una gangrena del pie. Con un buen
seguimiento y control son lesiones evitables.
No caminar descalzo.
Se debe realizar una inspección frecuente por parte del médico o enfermeras de las
zonas del pie, evaluar la sensibilidad (superficial y a la vibración, con microfilamento y
diapasón, respectivamente) para detectar los primeros signos de neuropatía, realizar el
índice tobillo/brazo para valorar la arteriopatía y mantener una vigilancia estrecha de
heridas aparentemente inofensivas.
En las fases iniciales de la enfermedad puede no haber síntomas o ser estos muy leves. La
prevalencia global en España es muy variable, según las regiones y estudios realizados, pero
ronda aproximadamente el 10% de la población. Al igual que ocurre con otras
enfermedades crónicas, es importante conocer la enfermedad y saber qué se puede hacer
para intentar un mejor control. Si se descuida la alimentación o se incumple el tratamiento,
el riesgo de complicaciones aumenta mucho. En aquellos pacientes fumadores es prioritario
el abandono definitivo del hábito tabáquico.
Se considera que un ejercicio resulta eficaz cuando se realiza todos o casi todos los días de
la semana, al menos durante 30 minutos, con intensidad moderada. Los ejercicios más
recomendables para los pacientes diabéticos son caminar, trote suave, bailar, nadar, montar
en bicicleta…
Se han de evitar los alimentos con alto contenido en hidratos de carbono, sobre todo si son
azúcares de absorción rápida (azúcar, pasteles y bollería, cremas pasteleras, mermeladas,
tartas, helados…).
La ingesta calórica debe ser adecuada para mantener el peso ideal y se deben evitar
aquellos alimentos ricos en azúcares (dulces, pasteles, tartas, cremas pasteleras,
mermeladas, helados…). Asimismo se debe limitar mucho o evitar el consumo de alcohol, ya
que favorece las hipoglicemias
Como estas lesiones transcurren sin dolor -al perder la sensibilidad- pueden agravarse antes
de que el paciente pida ayuda especializada, empeorando una simple cortadura, llaga o
ampolla.
Según las estadísticas, al menos un 20% de los pacientes diabéticos serán hospitalizados al
menos una vez en su vida por problemas de pie diabético. Además, se estima que entre un 1
y 5% presenta una úlcera activa al año.
Estas cifras incentivan al equipo del Centro de Diabetes de Clínica Las Condes a educar y
fortalecer los cuidados de los pies, sumado a la alimentación, actividad física y el constante
automonitoreo.
El cuidado de los pies.
“Es importante que todos se preocupen por los pies, sin embargo, los pacientes diabéticos
deben tener un cuidado muy especial. Si bien, no todos presentan pie diabético, es
importante ponerse en manos de alguien que realmente sepa de la afección”.
Además, hace referencia a distintas patologías que pueden enfrentar los diabéticos. Entre
ellas, la neuropatía (cuando el paciente empieza a perder la sensibilidad) y los problemas
vasculares, es decir, una mala circulación a nivel del pie. “Cuando estamos frente a estos
casos, es recomendable revisarse constantemente porque, por lo general, si se hacen una
herida sólo se dan cuenta cuando empiezan a sangrar”.
“Hoy existe calzado especial para diabéticos, calcetas con fibras de plata o cobre, todo para
ayudarlos en el día a día. También es recomendable revisar los zapatos antes de ponérselos
para ver si hay algo en el interior que pueda molestar”.
Calcetines claros
Así como el calzado, también es importante el uso de calcetines nuevos y sin costuras
gruesas. “Los calcetines claros ayudan al descubrimiento de heridas. Como no se tiene
sensibilidad, los pies pueden sangrar, por lo que es más fácil notar manchas o humedad.
Además, nunca hay que usar calcetines remendados”.
Evitar el talco
Es mejor humectar el pie en vez de echar talco. “Con talco no es bueno porque
generalmente reseca la piel, lo que puede aumentar grietas. En el mercado hay cremas
especiales para diabéticos, así que es mucho mejor humectarlos”.
Además, es bueno lavarlos con jabón neutro, abarcando todas las zonas. Por su parte, es
esencial secarlos bien, sobre todo en la zona de los dedos, evitando lastimarlos o
presionarlos mucho.
Automonitoreo o autoexploración.
Es importante revisarse los pies todos los días. “Si la planta no se ve, puede usar un espejo
para ver si todo está bien”.
La visita al podólogo se realiza -idealmente- una vez al mes, sin embargo el trabajo en casa
es de todos los días. Por eso es necesario mirar y consultar ante cambios como pequeñas
lesiones, picazón, áreas con un color anormal, calambres o uñas encarnadas.
En el invierno es recomendable no usar nada muy caliente como un guatero. Los que tienen
problemas vasculares también deben tener este cuidado.