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Guía podología clínica pie diabético

Que es la diabetes? La diabetes es una enfermedad que se caracteriza por una elevación
de los niveles de glicemia (azúcar) en la sangre. Si esos niveles son muy altos (hiperglicemia)
o muy bajos (hipoglicemia) pueden dar lugar a complicaciones agudas que hay que tratar de
resolver de forma rápida. Y es que, los niveles de glucemia elevados y mantenidos durante
mucho tiempo provocan daño en las arterias de todo el cuerpo, y a largo plazo deterioran y
alteran diversos órganos, especialmente ojos, riñones, pies, nervios, corazón y otros vasos
sanguíneos.

La insulina es una hormona producida por el páncreas, cuya función es ayudar a que la
glucosa obtenida de los alimentos penetre en las células para que el organismo pueda usarla
como energía. Sin embargo, en las personas diabéticas, el páncreas no es capaz de producir
insulina, o bien no genera la suficiente o es capaz de usarla de forma adecuada, por lo que la
glucosa no llega a las células y se acumula en la sangre.

Existe un aumento en la prevalencia de diabetes que es creciente en las últimas décadas,


sobre todo en el mundo occidental, debido al estilo de vida. Se estima que 1 de cada 11
habitantes la padecen. De los más de 422 millones de personas que la padecen en el planeta
(205 millones son mujeres, datos de 2015), se calcula que esta cifra llegará a los 550
millones en 2030 y podría convertirse en la séptima causa de fallecimiento. En torno a la
mitad desconocen y desconocerán su diagnóstico.

Esta situación, además, provoca alrededor de 1,5 millones de muertes anuales, la mayor
parte de ellas por enfermedades cardiovasculares asociadas a la diabetes, una cifra que se
eleva a los 3,7 millones si se suman las defunciones relacionadas con la hiperglicemia.

Tipos de diabetes

En la actualidad, se reconocen 4 tipos de diabetes: la de tipo 1 y la de tipo 2, aunque


también es frecuente verla en embarazadas, así como algunos otros tipos específicos:

Diabetes tipo 1: el páncreas no es capaz de producir insulina, ya que el sistema inmune


destruye las células páncreaticas (beta) encargadas de ello. Es típica en edades tempranas
de la vida, generalmente antes de los 30-40 años, de ahí que también se conozca como
diabetes juvenil. En su tratamiento suele necesitar casi siempre insulina.

Diabetes tipo 2: es la más frecuente, en ella el organismo no produce suficiente insulina o


las células no la usan como deben (resistencia a la insulina). Generalmente se da en
personas obesas, que llevan una vida sedentaria, y de edad más avanzada. No siempre
necesita insulina para su tratamiento, sobre todo en las fases tempranas de la enfermedad,
y puede controlarse con dieta y fármacos antidiabéticos.
Diabetes gestacional: el embarazo es una situación que favorece el mal control del azúcar en
sangre y que puede derivar en una diabetes gestacional. Por esta razón, aproximadamente
en la semana 28 de gestación se realiza un test especial a todas las embarazadas, para
valorar si existe diabetes. Aunque en general se retorna al estado no diabético tras el
embarazo, se genera un riesgo a padecer una diabetes franca al cabo de los años.

Otros tipos específicos de diabetes: aquellas provocadas por algunos defectos genéticos de
las células beta, defectos genéticos en la acción de la insulina, enfermedades de la función
exocrina del páncreas como la fibrosis quística, y aquella secundaria al uso de algunos
medicamentos.

Causas de la diabetes

El envejecimiento de la población y los cambios en los estilos de vida son los dos factores
que más influyen en el incremento progresivo de la diabetes. Así, el cambio en los hábitos
alimentarios y el creciente sedentarismo y aumento de la inactividad física, que provocan
obesidad, tienen como consecuencia directa que la enfermedad esté aumentando en casi
todo el mundo.

Hay condicionantes que aumentan la probabilidad de desarrollar diabetes: la edad avanzada


y la presencia de otras enfermedades como obesidad e hipertensión arterial, así como la
historia familiar de diabetes, son factores que influyen notablemente en el desarrollo de
esta enfermedad. En algunos casos la diabetes puede ser secundaria a alguna circunstancia
concreta: consumo de alcohol (sobre todo en el sexo masculino), algunos fármacos
(corticoides, antiinflamatorios, anticonceptivos en mujeres), enfermedades renales, y otras.

Vale la pena distinguir los dos tipos fundamentales de diabetes para diferenciar sus causas:

En la diabetes tipo 1, se consideran dos posibles mecanismos de enfermedad. Por un lado, la


causa de diabetes I más frecuente suele ser la autoinmune, es decir, las defensas del
individuo destruyen progresivamente las células beta del páncreas que es donde se produce
la insulina, y por tanto el paciente con este tipo de diabetes no produce insulina. De ahí que
su tratamiento siempre tenga que ser con esta. No queda bien claro todavía si el estímulo
para que sus defensas destruyan esas células lo genera un virus. Un pequeño porcentaje de
diabéticos tipo 1 no tiene un mecanismo autoinmune, por lo que se considera de causa
desconocida.

En la diabetes tipo 2, la del adulto, se conocen múltiples mecanismos por los que se
desarrolla ésta. Parece que una de las causas de la diabetes tipo 2 se produce una
interacción entre una producción menor de insulina y una resistencia a la insulina en los
tejidos del cuerpo. El propio envejecimiento produce un descenso en la producción de
insulina, algunos fármacos, algunas enfermedades pancreáticas como la pancreatitis
crónica, la obesidad que disminuye la capacidad de acción de la insulina por una mayor
resistencia periférica debido a la grasa.
Síntomas de la diabetes?

En las fases iniciales de la enfermedad puede no haber síntomas de la diabetes.

Los síntomas de alerta, y más frecuentes cuando la enfermedad está plenamente


desarrollada, son: poliuria (orinar mucho), pérdida de peso, polidipsia (tener mucha sed y
beber mucho agua), reducción de la agudeza visual, cansancio y somnolencia.

Síntomas de alerta de la diabetes

Riesgos asociados a la diabetes El diabético siempre tiene una mortalidad mucho más alta
que la de la población no diabética (más del doble). Por eso, en el paciente diabético
adquiere una especial importancia el control de todos los factores de riesgo asociados,
como la hipertensión arterial, el colesterol y la obesidad, y no solo el control del azúcar;
aunque es evidente que a peor control glucémico mayor riesgo de muerte y de
complicaciones.

Complicaciones de la diabetes

El 80% de los pacientes con diabetes desarrollará una enfermedad cardiovascular. El riesgo
de enfermedad cardiovascular se presenta 15 años antes en los pacientes diabéticos que en
el resto de las personas, por lo que la diabetes mellitus reduce notablemente la esperanza
de vida tanto en varones como en mujeres. Los costes de la asistencia sanitaria que genera
son muy altos, y vienen condicionados mayoritariamente por esas complicaciones
cardiovasculares. Entre las complicaciones de la diabetes están:

 Infarto de miocardio, ictus y trombosis cerebrales.


 Enfermedad vascular periférica; la diabetes es la causa más frecuente de amputación
no traumática de miembros.
 Nefropatía diabética, que puede avanzar hasta insuficiencia renal.
 Retinopatía, que puede conducir a ceguera.
 Neuropatía diabética periférica


Diagnostico de la diabetes?

En el diagnóstico de la diabetes, el límite normal de azúcar en sangre se ha ido


modificando en el transcurso de los años. Actualmente se diagnostican como diabéticas:
Aquellas personas que presentan, al menos en dos ocasiones, una glicemia en ayunas
mayor o igual a 126 mg/dl.

Aquellas con valores mayores o iguales de 200 mg/dl en pacientes con síntomas clásicos
de diabetes.

Aquellos con glicemia mayor o igual de 200 mg/dl a las 2 h de un test de tolerancia oral a
75 mg de glucosa.

En aquellos con valores de hemoglobina glicosilada mayores o iguales a 6.5%.

La situación de prediabetes se considera en aquellos con glucemia comprendida entre


110 y 125 mg/dl o en aquellos con cifras entre 140-199 mg/dl tras la sobrecarga con 75
mg de glucosa. Estos pacientes corren mayor riesgo de convertirse en diabéticos en un
futuro.

Para la población general, el Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la


Salud (PAPPS) recomienda el cribado de la diabetes con la determinación de la glicemia
basal en algunas situaciones específicas. Estas coinciden casi en su totalidad con las
recomendaciones de la Asociación Americana de Diabetes, y son:

Todos los mayores de 45 años. Si es normal, repetir cada tres años.

En edades más tempranas o más frecuentemente (anual):

Ante la presencia de otros factores de riesgo: obesidad, alteración del colesterol o


hipertensión arterial.

Si hay un diagnóstico previo de glucemia alterada en ayunas o intolerancia a la glucosa,


sin llegar a criterio de diabetes.

Cuando la paciente tiene o ha tenido diabetes gestacional o antecedentes obstétricos de


interés: partos de niños de más de 4,5 kg.

Si existen antecedentes de diabetes en familiares de primer grado.

En el caso de que concurran otras características que podrían influir en el desarrollo de


la enfermedad como: síndrome de ovario poliquístico, pertenencia a determinados
grupos étnicos (afroamericanos, hispanoamericanos), etcétera.
Pruebas complementarias para el diagnóstico de diabetes

Un diagnóstico tardío de diabetes conlleva un mayor riesgo de complicaciones, por lo


que es muy importante plantear estrategias de diagnóstico precoz en los grupos de
población que tengan un mayor riesgo. La realización del test de sobrecarga oral de
glucosa consiste en ingerir 75 mg de glucosa y hacer una determinación de azúcar a las 2
h. Este test permite el diagnostico de diabetes y prediabetes según los valores antes
mencionados.

El estudio de todo paciente diabético debe completarse con una analítica de sangre y
orina, la realización de un electrocardiograma, y la valoración de la retina mediante la
exploración del fondo de ojo. En el seguimiento del diabético se debe determinar la
hemoglobina glicosilada (HbA1C) que estima los valores de glucemia de los últimos 3
meses. Sus cifras predicen el riesgo cardiovascular en los pacientes diabéticos. El
objetivo es mantenerla por debajo de 7%. Es fundamental descartar que puedan existir
otros factores de riesgo añadidos, especialmente hipertensión y colesterol elevados. Sí
existe suficiente evidencia sobre la posibilidad de prevenir o retrasar la aparición de
diabetes mellitus tipo 2: Perder peso (si hay obesidad): 7-10% en 1 año. Ejercicio: 30
minutos diarios de actividad física moderada (andar rápido).

Que es la neuropatía periférica?

La neuropatía periférica es una enfermedad que daña los nervios periféricos del
paciente. Los nervios que componen el sistema nervioso periférico funcionan como una
red de comunicación que conecta el cerebro y la médula espinal con el resto del
organismo. Estos nervios transmiten información al cerebro acerca de todo lo que
vemos, oímos, tocamos, olemos…, y alertan sobre peligros potenciales, de forma que el
cerebro, a su vez, pueda enviar las órdenes adecuadas para proteger al cuerpo y evitar
que sufra lesiones. Así, por ejemplo, si nos quemamos la mano al coger algo muy
caliente, o si los dedos de los pies se enfrían demasiado, los nervios periféricos enviarán
esta información inmediatamente al cerebro para que el individuo actúe en
consecuencia. Sin embargo, cuando los nervios periféricos se lesionan, se producen
interferencias en este sistema de comunicación, y la información se interrumpe o
distorsiona. Existen numerosos trastornos que afectan a los nervios periféricos y los
deterioran, impidiendo que fluyan correctamente los mensajes entre el cerebro y las
distintas zonas del organismo. El daño nervioso tiene distintos grados de severidad y los
síntomas son también muy variables. Los pacientes pueden experimentar pinchazos o
picores, entumecimiento pasajero, pérdida de la sensibilidad de la zona afectada que
impida apreciar si algo está demasiado caliente o frío, debilidad o calambres en los
músculos, e incluso fuertes dolores en las extremidades. Cuando la enfermedad es grave
también altera el funcionamiento de diversos órganos del cuerpo y puede dificultar la
deglución o incluso la respiración.
La neuropatía periférica puede ocurrir por muchas causas, como un traumatismo, la
compresión de un nervio –como en el síndrome del túnel carpiano–, el consumo de
ciertos medicamentos o sustancias tóxicas, una infección, un trastorno autoinmune…,
pero, con frecuencia, la neuropatía periférica aparece asociada a otra enfermedad, es
decir, constituye un síntoma o una complicación de otra patología, como ocurre en el
caso de la diabetes. Esta enfermedad se caracteriza porque los niveles de azúcar en la
sangre son elevados y esto puede dañar el tejido nervioso, dando lugar a lo que se
conoce como neuropatía diabética periférica.

Que es el pie diabético?

Una lesión muy característica de las personas con diabetes es el pie diabético, que es el
resultado de las alteraciones en la sensibilidad (neuropatía periférica) y en el riego de las
arterias (artropatía periférica). El riesgo de padecer esta lesión aumenta conforme
avanza la diabetes, llegando a presentar una incidencia de amputaciones por este
motivo en torno a 4 por 1.000 pacientes y año. Se estima que el 15% de los diabéticos
presentarán en algún momento de su vida lesiones compatibles con un pie diabético.

Los factores más importantes para su desarrollo son el mal control de la diabetes, la
neuropatía, las deformidades del pie (artropatía de Charcot), la arteriopatía y el tabaco.
El 80% de los pacientes con pie diabético presentan alteración de la sensibilidad, y estos
son los más proclives a desarrollar úlceras.

Dichas alteraciones facilitan que un mínimo traumatismo o herida provoque úlceras o


heridas de difícil cicatrización, y que originan infecciones graves, dolores y, en
situaciones avanzadas, incluso amputaciones.

Síntomas de alarma del pie diabético

Los primeros signos que deben alertar sobre el inicio de un pie diabético son el
enrojecimiento de algunas zonas del pie, el aumento de su temperatura, zonas callosas
que no mejoran, y que finalmente se ulceran. Estas lesiones iniciales pueden progresar
hasta llegar a una ulcera profunda y alcanzar el hueso provocando una osteomielitis, y
finalmente en situaciones muy avanzadas una gangrena del pie. Con un buen
seguimiento y control son lesiones evitables.

El control estricto de la diabetes y del resto de factores de riesgo mencionados con


anterioridad disminuye notablemente la incidencia de estas complicaciones. Los
pacientes diabéticos deben ser examinados con periodicidad a este respecto por sus
médicos de Atención Primaria, y deben ser educados para una correcta higiene y
cuidado de sus pies. En este sentido algunos consejos son:
No cortar excesivamente las uñas.

No caminar descalzo.

Comprobar la temperatura del agua antes de sumergir los pies.

Utilizar cremas hidratantes.

Se debe realizar una inspección frecuente por parte del médico o enfermeras de las
zonas del pie, evaluar la sensibilidad (superficial y a la vibración, con microfilamento y
diapasón, respectivamente) para detectar los primeros signos de neuropatía, realizar el
índice tobillo/brazo para valorar la arteriopatía y mantener una vigilancia estrecha de
heridas aparentemente inofensivas.

Ante la aparición de callosidades o algunas deformidades, no se debe dudar en remitir a


la consulta de un podólogo o de un traumatólogo, según sea el tipo de lesión.

Cuando se detecten lesiones de este tipo se indicarán antibióticos y una eliminación


cuidadosa de la piel infectada o necrótica mediante curas diarias en su centro de salud, o
curas más complejas que precisan de un cirujano vascular.

Recomendaciones para diabéticos?

En las fases iniciales de la enfermedad puede no haber síntomas o ser estos muy leves. La
prevalencia global en España es muy variable, según las regiones y estudios realizados, pero
ronda aproximadamente el 10% de la población. Al igual que ocurre con otras
enfermedades crónicas, es importante conocer la enfermedad y saber qué se puede hacer
para intentar un mejor control. Si se descuida la alimentación o se incumple el tratamiento,
el riesgo de complicaciones aumenta mucho. En aquellos pacientes fumadores es prioritario
el abandono definitivo del hábito tabáquico.

Ejercicio para diabéticos

Bicicleta de mountain bike

Practicar ejercicio moderado, y adaptado a las posibilidades de cada individuo, es una


excelente forma de mejorar el control de la diabetes. Si no se tiene una muy buena
educación diabetológica y un amplio conocimiento de la enfermedad, y sobre todo en
pacientes que utilicen insulina, es recomendable no realizar un ejercicio extenuante, ya que
podría provocar hipoglicemias.

Se considera que un ejercicio resulta eficaz cuando se realiza todos o casi todos los días de
la semana, al menos durante 30 minutos, con intensidad moderada. Los ejercicios más
recomendables para los pacientes diabéticos son caminar, trote suave, bailar, nadar, montar
en bicicleta…

Alimentación para la diabetes

Cuchara con garbanzos

Se han de evitar los alimentos con alto contenido en hidratos de carbono, sobre todo si son
azúcares de absorción rápida (azúcar, pasteles y bollería, cremas pasteleras, mermeladas,
tartas, helados…).

Se recomienda la dieta mediterránea, que se caracteriza por la abundancia de productos


frescos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales, patatas, frutos secos, etcétera), la
escasez de productos ricos en azúcares refinados y carnes rojas, la presencia del aceite de
oliva como la principal fuente de grasa, y la ingesta de queso, yogurt, pollo y pescado en
cantidades moderadas, lo cual se considera una alimentación ideal para la prevención de las
enfermedades cardiovasculares.

La ingesta calórica debe ser adecuada para mantener el peso ideal y se deben evitar
aquellos alimentos ricos en azúcares (dulces, pasteles, tartas, cremas pasteleras,
mermeladas, helados…). Asimismo se debe limitar mucho o evitar el consumo de alcohol, ya
que favorece las hipoglicemias

Mas sobre pie diabético.

Si bien, no todos los diabéticos presentarán esta complicación, siempre es recomendable


tener un cuidado especial y mantener el control de la enfermedad.

El pie diabético es un trastorno provocado por el daño progresivo de la enfermedad que


causa problemas en las arterias periféricas que irrigan el pie, provocando trastornos
sensoriales, úlceras en la planta y atrofia de la piel.

Como estas lesiones transcurren sin dolor -al perder la sensibilidad- pueden agravarse antes
de que el paciente pida ayuda especializada, empeorando una simple cortadura, llaga o
ampolla.

Según las estadísticas, al menos un 20% de los pacientes diabéticos serán hospitalizados al
menos una vez en su vida por problemas de pie diabético. Además, se estima que entre un 1
y 5% presenta una úlcera activa al año.

Estas cifras incentivan al equipo del Centro de Diabetes de Clínica Las Condes a educar y
fortalecer los cuidados de los pies, sumado a la alimentación, actividad física y el constante
automonitoreo.
El cuidado de los pies.

“Es importante que todos se preocupen por los pies, sin embargo, los pacientes diabéticos
deben tener un cuidado muy especial. Si bien, no todos presentan pie diabético, es
importante ponerse en manos de alguien que realmente sepa de la afección”.

Además, hace referencia a distintas patologías que pueden enfrentar los diabéticos. Entre
ellas, la neuropatía (cuando el paciente empieza a perder la sensibilidad) y los problemas
vasculares, es decir, una mala circulación a nivel del pie. “Cuando estamos frente a estos
casos, es recomendable revisarse constantemente porque, por lo general, si se hacen una
herida sólo se dan cuenta cuando empiezan a sangrar”.

Si se producen heridas y tienen problemas de circulación, no habrá un aporte sanguíneo,


por lo que la cicatrización será deficiente o escasa. “Muchos pacientes se dan cuenta que
tienen diabetes porque una herida no se les sana”, y no es la idea llegar hasta ese punto.

¿Cómo evitar complicaciones?

Usar calzado cómodo

Si bien, el podólogo es el encargado de ver, diagnosticar, recomendar y cuidar un pie


diabético, es necesario que los pacientes también reconozcan la sensibilidad que tienen
para mejorar la protección y comodidad. Por eso, es recomendable que los pies estén
cómodos, por eso es importante revisar el calzado diario.

“Hoy existe calzado especial para diabéticos, calcetas con fibras de plata o cobre, todo para
ayudarlos en el día a día. También es recomendable revisar los zapatos antes de ponérselos
para ver si hay algo en el interior que pueda molestar”.

Calcetines claros

Así como el calzado, también es importante el uso de calcetines nuevos y sin costuras
gruesas. “Los calcetines claros ayudan al descubrimiento de heridas. Como no se tiene
sensibilidad, los pies pueden sangrar, por lo que es más fácil notar manchas o humedad.
Además, nunca hay que usar calcetines remendados”.

Evitar el talco

Es mejor humectar el pie en vez de echar talco. “Con talco no es bueno porque
generalmente reseca la piel, lo que puede aumentar grietas. En el mercado hay cremas
especiales para diabéticos, así que es mucho mejor humectarlos”.

No lavarse con agua muy caliente


Al perder la sensibilidad, es necesario revisar el agua antes de meter los pies.
“Generalmente, los codos son un buen ejemplo para notar el calor”.

Además, es bueno lavarlos con jabón neutro, abarcando todas las zonas. Por su parte, es
esencial secarlos bien, sobre todo en la zona de los dedos, evitando lastimarlos o
presionarlos mucho.

Automonitoreo o autoexploración.

Es importante revisarse los pies todos los días. “Si la planta no se ve, puede usar un espejo
para ver si todo está bien”.

La visita al podólogo se realiza -idealmente- una vez al mes, sin embargo el trabajo en casa
es de todos los días. Por eso es necesario mirar y consultar ante cambios como pequeñas
lesiones, picazón, áreas con un color anormal, calambres o uñas encarnadas.

No usar guatero en el invierno

En el invierno es recomendable no usar nada muy caliente como un guatero. Los que tienen
problemas vasculares también deben tener este cuidado.

“También es aconsejable no usar calcetines durante la noche, pues es el único momento en


que los pies descansan”.

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