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LA LECHUZA DORADA

(Cuento)

En una aldea muy alejada de la civilización, habitaban fantasmas de personas


que habían muerto en una guerra contra el pueblo vecino. Se habían
convertido en espectros diabólicos.
Ellos trataban como esclavos a los hombres a quienes tenían prisioneros.
Aquellos fantasmas solían comer a las mujeres embarazadas, para que no
haya descendencia humana.
Cierto día una de ellas quedó en cinta y desde el primer en que ella lo supo,
sabía que el hijo que esperaba sería el salvador.
Para salvar a su hijo, buscó ayuda y les pidió a los ancianos que vivian junto a
los fantasmas en la aldea, que les dijera cómo evitar que los monstruos se la
comieran a ella y al bebé que llevaba en el vientre.
Los ancianos le dijeron que tenía que encontrar a la lechuza dorada que
habitaba en el bosque encantado. Aquel bosque estaba rodeado de un río
inmenso donde solo lo más valientes y de corazón puro, podían cruzarlo y
entrar.
Ella estaba decidida a salvar a su bebé y por eso, decidió ir en busca de aquel
bosque encantado y de la lechuza dorada, sabía también que sí fracasaba,
sería comida para los buitres.
Después de 10 días sin haber probado bocado alguno, cuando ya sentía su
cuerpo desfallecer, vio a lo lejos un ave dorada en lo alto del árbol más
frondoso. Con las pocas fuerzas que le quedaban, alzó la voz y le dijo:
- Por favor lechuza dorada, yo sé que eres mágica. Dame el secreto para
lograr desaparecer de una vez por todas a la maldición que aqueja a mi
aldea.
La lechuza al verla se compadeció de ella y le ayudó a salvar a su pueblo y con
ello a su hijo.
Desde aquel entonces la paz y la tranquilidad reinaron para siempre. No hubo
más muertos, ni los fantasmas diabólicos comieron a más mujeres
embarazadas.

Analy Becerra Delgado

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