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CREO
El éxito al alcance de todos.
La educación de la actualidad establece desafíos que los educadores de antaño no tuvieron que enfrentar. La
accesibilidad a fuentes de información y la rapidez con que se obtienen los datos solicitados por medio del
internet a través de dispositivos cada vez más sofisticados hace urgente que el maestro en la actualidad se
encuentre plenamente informado, capacitado y actualizado, sin embargo las metodologías pedagógicas y
didácticas casi no han experimentado cambios, su enfoque sigue siendo el mismo, desde, por y para la
persona humana.
El maestro que actualmente se necesita es una persona investigadora, actualizada y hasta adelantada en el
campo que le es de su conocimiento, así como de aquellos que se le relacionan. Se espera que aplique la
misma acuciosidad que le solicita a sus alumnos, y la misma disciplina que espera de ellos. Siendo este último
factor el que establece la diferencia entre aquellos que son mediocres y conformistas y aquellos que son
profesionales verdaderos.
Nadie puede olvidar el profesionalismo como uno de los requisitos de un maestro en la actualidad, y no nos
referimos a quien desempeña un trabajo por el cual cobra, sino a quien tiene la capacidad de hacer bien las
cosas, de tal manera que cumpla con las expectativas de sus clientes, empleadores y propias. Un maestro
profesional tiene bien establecidas sus metas, sus conocimientos, sus técnicas y sus métodos de enseñanza
para cumplir sus objetivos para con los alumnos, dejando el aspecto económico en un plano complementario
o consecuente de lo que hace.
Una de las características básicas de los grandes maestros de la historia es la capacidad motivadora hacia sus
alumnos, y de motivación a sí mismos, pues entendían que la motivación (descubrir el motivo que los impulsa
a la acción, trabajando de manera acorde a ese motivo) es el combustible que mantiene funcionando el
interés y el deseo del alumno por aprender para llegar a ser y a hacer.
Un maestro actual comprende plenamente que la razón de la educación es enseñarle al alumno a pensar y
actuar por sí mismo, en función de satisfacer sus necesidades y ambiciones sanas sin necesidad de perjudicar
a los demás, y, de ser posible, ayudarles. El tener la actitud adecuada es una ventaja innegable en cualquier
campo de la vida, pero reviste una importancia sin precedente en lo relativo a la educación. La forma más
sencilla de entender lo que significa la actitud es cuando entendemos que se refiere a las ganas con las que
nos involucramos y comprometemos en la labor.
El maestro necesario en la época actual es aquel que es capaz de anteponer la razón a la emoción. Se
gobierna a sí mismo, a pesar de las circunstancias, sean estas favorables o desfavorables, desarrollando una
virtud estimadísima que se llama “templanza”, que no es más que el dominio propio.
El gobierno se ha vuelto más parte del problema que de la solución, espera de nosotros, a través de la
Secretaria de Educación, que cumplamos con las labores tradicionales del magisterio, además de realizar las
tareas administrativas, cada vez más minuciosas y pesadas con las que pueda justificar el alcance de objetivos
impuestos por organismos internacionales que condicionan las “ayudas económicas” externas.
Se propone a sí mismo como ejemplo digno de ser imitado, obligándose a ser cada vez mejor y más
profesional en las cosas que hace. Está alerta a la crítica, sabiendo que la atención adecuada que preste a la
esencia de la misma lo hará ser una mejor persona y un profesional más exitoso.
Nadie nace sabiendo, todos pasamos por una etapa de aprendizaje teórico-práctico que nos ayuda a ser
personas útiles para los demás. Podemos cometer errores, pero no debemos caer en ellos dos veces, pues el
primero es error, el segundo es torpeza y el tercero es necedad. Un maestro que se jacte delante de sus
alumnos, solamente causa tristeza. Dime de qué hablas y te diré de qué careces.
En la labor de maestros, nuestro más preciado prestigio es el de ser formadores. Hay máquinas que informan,
hay libros que informan, hay personas que informan, pero un verdadero maestro es el que forma, y con ello
transforma la vida y el destino de sus alumnos.
Ser maestro es ser soñador, constructor, formador, consejero, profeta y empresario. Es mezclar en uno el
temperamento, la humildad, la experiencia, la sabiduría y la paciencia para formar el carácter; es ser ejemplo,
mantener la ética y sustentar los valores, no vender por nada la primogenitura. Por sobre todo, es amar
incondicionalmente.
Llevar nuestra capacidad a niveles que nos eleven de buenos a mejores, y de mejores a excelentes, debe ser
uno de los objetivos a alcanzar como profesionales verdaderos y como maestros en constante crecimiento y
desarrollo.
Marcos Alburez.
Centro de Recursos Educativos y de Orientación
entrusiasta3@yahoo,com
Cel. 31507036