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NUESTRA HISTORIA COTIDIANA

Sermón predicado el miércoles 25 de Marzo del 2020

INTRODUCCIÓN
Nuestras vidas pueden ser leídas desde dos ópticas: Las Buenas Decisiones o Las Malas
Decisiones. A lo largo de nuestra estadía en la tierra, vamos avanzando y aprendiendo mayormente
de la experiencia que está bien marcada por estos dos tópicos. Cuanta paz viene a nuestras vidas,
cuando decidimos lo correcto, pues internamente lo sabemos y sentimos tranquilidad y satisfacción
que rodean nuestras vidas, la alegría nos inunda y todo es hermoso. Sin embargo, cuanta desdicha
se nos viene encima, cuando la oscuridad provoca que decidamos erróneamente, pues nuestro
descanso es sobre angustia, nuestro dormir es a sobresaltos.
Santiago, quien nos habla desde lo empírico, desde la experiencia de la vida, aterriza
nuestra teoría del cristianismo y nos coloca en la perspectiva. La vida en si, está llena de
sobresaltos, de curvas, caminos de tierra y hasta obstáculos que hay que saltar. Esto nos lleva a no
tan solo tomar una decisión aislada al día, sino que a tomar múltiples, que van desde las más básicas
hasta las más complejas. Ante todo, debemos reconocer el resultado de tomar buenas decisiones y
que estas se basan exclusivamente en seguir una vida coherente con Dios y el Evangelio. Claro está,
debemos reconocer que ciertamente hay veces que decidir por lo correcto nos lleva a dolernos en
nuestra carne: burlas, injurias e impopularidad podrían ser algunas características amargas que
ciertamente debemos considerar al momento de hacer el bien. Pero también asumir nuestros errores
toda vez que nos alejamos de la Voluntad claramente Revelada. ¡Bienvenidos a la vida Real! En
donde el desempleo nos puede llegar, una pandemia nos puede asustar y sobre todo eso, debemos
mantenernos íntegros y decidir: O hacer el bien o entregarnos al mal.
¿De que estás hecho? ¿Decidirás siempre conforme a Cristo cueste lo que cueste?
I. Buenas decisiones que nos llenan de vida (V.12)
‘Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.’
¡Que respiro es aguantar hasta que una circunstancia es resuelta! Cuando esta pasa,
podemos mirar hacia atrás y decir: ¡Lo logré! Es una alegría que nos trae vida y que alimenta
nuestros corazones. Santiago, resalta nuevamente el hecho de que somos moldeados a través de la
mano de Dios, como alfarero, a través de diversas pruebas. Estas, nos dan el aguante para no
desesperar cuando las circunstancias se vuelven adversas, para detenernos y mirar en perspectiva,
descubriendo que Dios obra en nosotros de maneras que no comprendemos, pero que ciertamente
son las mejores. Bienaventurado soy cuando salgo victorioso en la prueba, porque es Dios quien
asegura mi alegría.
Nosotros comprendemos del todo este sentimiento. Porque en alguna ocasión, ya hemos de
haber experimentado las bondades de una buena decisión, ‘11  En mi corazón he guardado tus
dichos, Para no pecar contra ti.’ (Sal. 119.11). Pero no todo es tan tranquilo como aparece. Porque
somos idealistas. Siempre pensamos en que debemos tomar buenas decisiones, idealizando
escenarios. Jugamos con el ‘que haría si yo estuviera en tal o cual situación’ Si alguien fuera injusto
conmigo, yo sería misericordioso con él, tal como Cristo fue misericordioso conmigo. Si alguien me
abofetea la mejilla izquierda, pondría la derecha. Y si, son escenarios ideales, que como cristianos
debiésemos desarrollar. Pero nos olvidamos de un aspecto muy trascendental: somos pecadores.
Pablo lo dice: ‘22Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23  pero veo otra ley
en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del
pecado que está en mis miembros. 24  ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de
muerte?’ (Romanos 7:22-24). Entonces, si proyectamos nuestra vida, conforme al idealismo que no
considera el pecado, sencillamente nos daremos con una pared.
¿Cuál es la alegría del texto? La alegría no tiene que ver con tan solo pensar que debo
decidir bien, sino que, tiene que ver con mirar en medio de una prueba o tentación, y decidir por
Cristo. De nada me vale con pensar en decidir en Cristo, sin que de hecho, donde ‘las papas
queman’, me mantenga íntegro. ¿Ya has pasado por alguna prueba o tentación? Pienso que hemos
pasado por muchas. Bienaventurados somos cuando tenemos el aguante que nos lleva a razonar y
tomar la decisión adecuada. Queridos, nos encontramos en una situación que envuelve a nuestro
país y a muchos otros países más del mundo, en torno al coronavirus. Somos puestos, por
razonables recomendaciones, en cuarentena. La alerta de cuarentena total como nación nos pisa los
talones. Ya se han anunciado planes para mantener la economía nacional, que se verá afectada
debido a esta crisis. ¿Cómo vamos a reaccionar? Seremos, tal vez, puestos a prueba por medio de la
pandemia, nuestra fe, nuestro actuar serán puestos a prueba de múltiples maneras. Hermanos,
aguantemos. Esperemos en el Señor. Cuando nos veamos tentados a actuar de mala manera debido
a la prueba, no caigamos en el lazo del enemigo. ¡Aguantemos! Pongamos nuestra cabeza fría y
razonemos. El Señor ha sido bueno con nosotros, ¿qué nos hace pensar que no los será ahora?
Miremos que esta prueba, ciertamente será transitoria, pasará y si aguardamos en Dios y Su Palabra,
dirán de nosotros bienaventurados. Respiraremos hondo, lloraremos tal vez, pero diremos: ‘hasta
aquí me ha guardado Jehová’. La mala decisión alimentará el instante, pero la buena decisión
llenará mi vida entera. Bienaventurados somos cuando decidimos por el bien, porque nuestra
alegría será duradera.
II. Malas decisiones que debemos asumir
‘Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser
tentado por el mal, ni él tienta a nadie. sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido.’
Volvamos a la dinámica del texto y a la ocasión de la carta en general. Santiago escribe en
un lenguaje cotidiano, desde la experiencia. Y aquí, nos habla de algo que es muy común entre
nosotros: culpar a alguien cuando cometo algún error. Es la tendencia del hombre, en su afán de
zafar de las consecuencias de sus malos actos, culpar a otros o no caer solo, dicho coloquialmente.
Somos muy ‘inteligentes’ cuando se trata del pecado y es posible que alguien dijera: ‘Dios, tú me
metiste en esta situación por la cual yo decidí mal. Tú propiciaste las circunstancias de mi extravío,
la culpa no es mía, la culpa es tuya porque tú me metiste aquí’. ¡Que infamia de nuestra parte! Y lo
peor es que lo hemos dicho muchas veces, sin siquiera darnos cuenta.
Dios:
 ¿Por qué me has dejado sin trabajo y he tenido que robar?
 ¿Por qué me has expuesto al ridículo público y he tenido que mentir?
 ¿Por qué me has dado tiempo libre y lo he desperdiciado?
 ¿Por qué has enviado una crisis social y una pandemia que ha hecho tan mal a mi vida y
la de otros?
Intentamos hacer a Dios el cupable de nuestros errores, sin asumir que cuando nosotros
caemos, lo hacemos por nuestro propio pecado. Debemos asumir el juicio, por osar desobedecer a
Dios. Dios es Santo, no hay pecado en Él. ‘Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío
todos los días.’ (Salmo 7:11).
Cuando la crisis o la tentación toque tu puerta y decidas tomar una mala decisión ¿a quién
culparás? El error proviene de un corazón débil. ¡Pero Dios, tú me pusiste aquí! No, jamás Dios
habrá de colocarte en medio de la tentación para pecar, porque Él nada tiene que ver con el pecado.
Es tu propia naturaleza la que te conduce al pecado, como un imán que te atrae. No culpes más a
Dios, no culpes más a las circunstancias, asume que has pecado y ya no digas más. La tentación es
el resultado de un corazón que se deja seducir por el pecado.
Consideren, Santiago no nos está hablando de la prueba que produce aguante, porque Dios
efectivamente coloca situaciones que nos conducen para obrar el bien. En cambio acá nos habla de
la tentación que coquetea con el precipicio. Has sido advertido en innumerables ocasiones y nos has
razonado. Has leído los letreros de advertencia y aún así te conduces al lugar de tu propia muerte.
Asume que has descuidado las advertencias, que te has empecinado en desobedecer a Dios. En
medio de la tentación, reconoce que no viene de Dios, de quien procede todo bien, para encontrar
también la salida. Si puedes verte a ti como responsable de tu pecado, y a Dios como Santo y Justo
pero Grande en misericordia, entonces tienes un problema y tienes la solución. ‘Que si confesamos
nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonar’. Confesar implica asumir, pero no para
perdición, sino para vida eterna.

III. Malas decisiones que nos llevan a la destrucción


‘Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo
consumado, da a luz la muerte.’
Cuan horroroso es el pecado, pues su final es destrucción y muerte. Se nos dice que el
pecado nace en nosotros, para obrar conforme a ese nacimiento. El resultado es la muerte. Esto es
un gran contraste respecto buenas decisiones que dan vida. Santiago resalta aún más el hecho de
que las malas decisiones traen consigo pecado que nos lleva a la muerte. Aquí no hay chance, todo
lo que tenga que ver con el mal es malo y no hay más.
Cuantas veces hemos decidido conforme a nuestros ideales, a nuestras creencias, que están
lejos del consejo de Dios. No importa cuanta apariencia de piedad tengan, su resultado es obvio, esa
concupiscencia te llevará a la destrucción. Es contrario al aguante que debe producir la prueba en
nosotros. Esta da por descontado que las situaciones no serán favorables del todo, pero que en
medio de ellas, estará la posibilidad de detenerse y mirar para decidir por la verdad. Y esa verdad
nos dará la libertad al punto de ser dichosos por nuestro actuar. Estaremos sentados en una silla que
el mismo Señor sostendrá. Pero no así, cuando decidimos mal y por causa de ello vamos a la
destrucción.
Queridos hermanos, tenemos en medio nuestro una gran crisis, y deberemos tomar
decisiones. Hay muchas cosas que están claramente estipuladas en la Biblia, pero hay ocasiones en
las cuales no veremos todo claramente. No encontraremos un versículo exacto para decidir. Pero he
aquí una advertencia: cuidado al tomar una opción. Cuidemos de tomar la opción equivocada, la
que se aleja de Dios. Cuando todo se vea negro y no sepamos que hacer ‘lámpara es a mis pies tu
palabra y lumbrera a mi camino’ El constante consejo de Dios a través de su palabra nos dará luces
de los pasos que debemos dar hasta que el camino se iluminará completamente. Nuestras ideas y
concepciones llevadas a cabo engendrarán muerte, más la Palabra de Dios nos llevará a la
vida eterna.

CONCLUSIÓN: Mi vida en el texto


1. En tiempos de Crisis tengamos el aguante que nos lleva a la Vida plena.
2. Cuando las noticias cada día tienden a empeorar, no desesperemos para tomar el
camino equivocado. Detengámonos, pensemos, una mala decisión engendrará muerte,
maldad y tristeza.
3. ¿La presente crisis mundial ya está afectando tu vida al punto de tomar una mala
decisión? Detente. Mira esta circunstancia que está mediada por Dios para tener vida.
4. Confía en el Señor, que no tiene pecado, que nada malo viene de Él como tu única
esperanza en tiempos de desespero. Reconoce tu mal actuar, asúmelo para confesar a
Dios y obtener misericordia de vida en Él.

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