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Para empezar a aclarar la cuestión, tenemos que señalar que para Locke hay dos formas
de apropiación, que de algún modo están conectadas evolutivamente o al menos
suponen dos etapas civilizatorias. La primera es la simple obtención por recolección o
caza, cuando un hombre alza el brazo para coger el fruto de un árbol o para pescar un
pez, este fruto o este pez le pertenecen. Si alguien le enajenase esos recursos después de
haberlos obtenido con sus manos estaría cometiendo una injusticia. Esto Locke lo
justifica mediante argumentos teológicos como una donación común del mundo a la
humanidad:
“Whether we consider natural reason, which tells us, that men, being once born,
have a right to their preservation, and consequently to meat and drink, and such
other things as nature affords for their subsistence; or revelation, which gives us
an account of those grants God made of the world to Adam, and to Noah, and his
sons; it is very clear, that God, as king David says, Psal. cxv. 16, «has given the
earth to the children of men»; given it to mankind in common” (Locke, J. T. T.
II, § 25).
Pero, obsérvese que, dada esta definición de la propiedad, los ingleses no tienen una
justificación suficiente para cercar las tierras americanas. Los frutos de la naturaleza
corresponden por igual a todos los hombres y ninguno tiene el derecho a cercenar una
parte de ese terreno común y llamarlo mío. Precisamente por esta razón Locke se ve
obligado a introducir otro criterio para justificar la propiedad, y en este caso será mucho
más restrictivo que el anterior. La laboriosidad y la eficiencia es lo que justifica la
propiedad del terrateniente después de la invención del dinero.
Pablo López Martínez Seminario de filosofía política
“God gave the world to men in common; but since he gave it them for their
benefit, and the greatest conveniences of life they were capable to draw from it,
it cannot be supposed he meant it should always remain common and
uncultivated. He gave it to the use of the industrious and rational” (Locke, J. T.
T. II, § 34).
Como los indios no trabajan la tierra los ingleses están legitimados a tomarlas siguiendo
un frío calculo de rentabilidad. Los nativos americanos requieren de amplias zonas de
caza y recolección para mantenerse sin trabajar la tierra, los ingleses, en cambio, con
parcelas mucho más pequeñas son capaces no sólo de subsistir, sino de crear excedentes
de mercancías con los que comerciar con la metrópolis. De este modo, los indios están
desaprovechando la tierra, lo que constituye casi un pecado. Locke desplaza así la
originaria apropiación por necesidad, característica de sociedades subdesarrolladas, por
la apropiación de la tierra por utilidad y acumulación.