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gia.

Apenas si importa que la


CRÓNICA DE ESPAÑA época evocada se haya vivido per-
sonalmente para que tal fenó-
meno se opere. Nostalgia de una
44 edad juvenil o de las fórmulas
La Casa cíe la Troya" de vida dieciochesca. ¿Qué más
da? Nostalgia, en suma, de épo-
cas que se suponen menos incle-
mentes, acaso sin motivo, y a las
Por Joaquín Calvo-Sotelo que la perspectiva despojó de sus
de la Real Academia Española Hoy, Casimiro Barcala no tie-
ne vigencia. El estudiante espa- duras aristas, para dejarles tan
ñol ha descubierto un costado de sólo sus atributos m¿§, atractivos
(Un Servicio Icompress) y rosados. Déjese decir, a pre-
seriedad, de responsabilidad, ca-
si de dramatismo ante los pro- pósito de esto, que el cine es-
Por quinta vez va a ser fil. pañol viene desde hace años vi-
mada "La casa de la Troya", fa- blemas de su tiempo que sus pre-
decesores desconocía^, ¿Cuáles viendo de la nostalgia, como un
buloso éxito editorial, aún no chulillo barriobajero de una pres-
extinguido, de los años de la pri- son las causas determinantes de
mera guerra europea, que as- ese cambio? tancia1 cincuentona.
cendió al tablado escénico de la
mano de Linares Rivas, que co. Desde luego, toda la vida es. Retornando al punto de parti-
roñó, como suele ser frecuente pañola se ha endurecido, es me- da, me acude ahora a la memo-
en esos trances, una acusación nos fácil hoy de lo que lo fué ria la figura de Panduriño.' Pan-
de plagio contra su autor Pérez para las generaciones pasadas, y duriño era, n la entera fauna
Lugín (siempre la estulticia o la no hemos de sorprendernos si la que giraba teniendo por centro
piratería bailan su maligna dan- parcela estudiantil acusa también "La casa de la Troya", el- único
za en el bajorrelieve de los triun- ese mismo endurecimiento. A al que de verdad la conquista do
fos ajenos) y que simbolizó, más quienes suponen que las genera-
ciones que siguen a las de la su título ^de médico le costaba
que en la figura de su protago- un esfuerzo dramático. De humil-
nista Gerardo Roquer y Paz, en guerra se han desentendido de
sus consecuencias, podría repli- de origen, sin medios de fortu-
la de su colega Casimiro Barca. na^-uni' las xomenas^tocaba/du-
la, al estudiantón alegre, indisci- cárseles diciéndoles que, acaso
sin saberlo, su severo perfil pro. rarite el verano para reunir el di-
plinado, ineficaz y simpático de nero con qué pagar sus libros y
las aulas universitarias de prin- viene directamente de la heren-
cipios de siglo Pero esta vez, "La cia recibida. .Hay en el subcons- sus matrículas. En aquel alboro-
casa de la Troya", según me di. ciente, diluido, pero patentísimo, tado friso que Pérez Lugín tra-
cen los que intervendrán en ella, un eco del pasado fragor, de la zó en su obra —truenos santia-
será una película de época. ¿Ha terrible violencia que la vida de gueses, bromistas de primera
pasado, en realidad, tanto tiem- nuestro país cobró en años re- fuerza, fáciles para el monte y
po desde que se publicó como cientes, y el mundo estudiantil la segunda voz, fértiles impro-
para justificarlo? Cronológica- lo testimonia de una manera in. visadores, estómagos atléticos tan-
mente, la distancia no es tan directa, pero muy honda. to para el obligado ascetismo do
grande, al extremo de que mu- los finales de mes como para el
chos de los conflictos avecinados Por otra parte, la Universidad lacón con grelos de los días de
en la fecha de su primera edi. española no es tan uniforme co- fiesta —Panduriño era el con-
ción pueden ser encarnados, sin mo lo fué la anterior. Si la clase trapunto, el patético y sorpren-
desvirtuarlos, en personajes ves- media sigue nutriéndola, otras, dente contrapunto. Las cosas han
' tidos a la usanza de nuestros si no económica ni socialmente evolucionado mucho, total en cua-
días. Lo que sucede es que la inferiores, han hecho acto de renta y pico de años, y ved có-
psicología, de una parte, el con- i presencia entre sus filas. Mer- mo Panduriño, honesto, callado,
flicto, de otra, y el paisaje de ced a un sistema de becas, de quizá un poco aburrido y, lo que
"La casa de la Troya" son hoy ayudas oficiales o semioficiales, es esencial en su dibujo, trabaja-
—1959—• puro y definitivo ana- gracias también al mayor rendí
cronismo. Sí el paisaje —empeza. dor en suertes ajenas a las de
mos por el final— a saber, la su carrera para sufragar sus gas-
miento de ciertas actividades su- ,tos, salta de ser figura singular
pensión estudiantil, ha cedido su balternas, centenares de mucha-
puesto al Colegio Mayor, y el con- ' ; en las aulas universitarias, a ver-
chos aspiran hoy a ganar pues- se imitado por muchos bravos
flicto —aquel amor tejido de lar- tos superiores en la regiduría do
gas esperas, de alados y distan- mozos desasistidos de medios eco-
la sociedad. Ahora bien: quienes nómicos como él, pero denodados
tes encuentros, amor de peripaté.
ticos callejeos, de ruborosas mi- irrumpen en las aulas con ese luchadores, a su igual, en la no-
radas, amor sin tuteo y sin te- propósito, tan noble y legítimo, ble tarea de abrirse camino.
léfono— desentona con los mo- al que suele prestar alas y orear-
dos y modas actuales, la psico. lo cierto soterrado impulso de
logia de sus personajes —a Casi- revancha, cumplen su cometido Gerardo Roquer y Paz, señori-
miro Barcala, esencialmente, alu. con un fervo» y un respeto a la tingo al que la condición de abo-
do, apenas si aletea y se repro- empresa iniciada, que no guarda gado ha de servirle de muy po-
duce, gracias a Dios, en las ge. relación ninguna con el trasno- co¿ Barcala. adorable Barcala, y
neraciones de nuestro tiempo. chado cosmos de "La casa de la • otros de su hechura se quedan
Troya". al margen y Panduriño avanza, a
un primer plano. En la versión
Por eso, no es sólo un acier- cinematográfica, si ésta es fiel a
Declaremos que Casimiro Bar-
cala era, sin disputa alguna, en- to, es una necesidad que sus in- I su origen novelístico, subsistirá
térpretes vistan a la usanza del difuminado y sin mayor relieve,
cantador, divertidísimo, pero fri- como simple comparsa que es de
volo y ligero. Casimiro Barcala, tiempo en que fué escrita. Será
la única forma de hacerla inteli- un paisaje harto diferente; pero
hecho en serie, habría impreg. si otra "Casa de la Troya", se es-
nado de encanto y de inutilidad gible, y, de paso, la más eficaz
manera de despeñar hacia sus cribiese hoy, no sería igual.
la vida estudiantil española. Por
fortuna, no ha sido así, y a esa lances y episodios la nostalgia
circunstancia se debe la distin- del espectador. Lubricante del Mi fe en el futuro de España y
ta fisonomía de la actual, com- éxito, dicho sea de paso, porque en sus nuevas promociones es
parada con la de 1914. no hay nada que al espectador muy firme, entre otras cosas, por-
ligue y conquiste con más fuerza que creo que Casimiro Barcala
que el suscitar en su espíritu ese no capitanearía hoy ninguna aso-
rumor, hecho de nieblas y de le- ciación de estudiantes.
janos sonidos, que es la nostal-

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