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LA ORACIÓN DE ALABANZA COMUNITARIA

La familia es la primera escuela de oración, cómo la Virgen María enseñó a orar a Jesús. Él como
conocedor de las escrituras, ora con los salmos que expresan la oración del pueblo de DIOS
como asamblea.

Dentro de las comunidades parroquiales los grupos de oración son una ayuda para la oración,
es necesario invocar al Espíritu Santo con fe, porque no sabemos orar como es debido y el
mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad (Rom 8,26).

“Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al


Señor de todo corazón” (Ef 5, 19).
“Canten a DIOS con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados” (Col 3, 16).

El Espíritu Santo es el que guía nuestra oración de alabanza, debe ser comunitaria, espontánea
y sincera, manifestando los sentimientos que Él nos inspira: Sanación, Liberación, la alegría
compartida que se expresa en nuestras palabras para manifestar la gloria y el poder del Señor,
para elevar cánticos espirituales (Ef 6,18)

En los momentos de alabanza, también incluimos la Acción de Gracias que brota del corazón y
experimenta el Amor de Dios. La alabanza debe ser guiada por el Espíritu Santo, hasta llevarnos
a la adoración, a sentirnos realmente en la presencia del Señor, y desear sólo reposar en sus
brazos, contemplarlo y escucharlo.

La Alabanza tiene que apoyarse en la Palabra de Dios no sólo para iniciar la oración, sino para
profundizarla, crecer en ella y meditarla como María. La lectura de la Palabra debe acompañar
a la oración, porque a DIOS le hablamos con la oración (le damos gracias, le bendecimos, le
alabamos, intercedemos y le pedimos) y a DIOS le escuchamos con la lectura de la Palabra.

La Misa de Sanación diocesana es la expresión máxima que tenemos para hablar con DIOS,
alabándolo, dándole gracias, y escuchando sus palabras, llevándonos al recogimiento y la
Adoración cuándo pasa entre nosotros.

Javier Romero
Decano de Los Polvorines
Equipo Coordinador Diocesano

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