Está en la página 1de 1

2017

19 de Enero

Charlar, derivar, confesarse. Todo en esa línea un poco interrumpida, desordenada. Lo


imprevisto que surge de una palabra dicha como al pasar, sin querer: me explico; hablar
de las tensiones bobas del cotidiano y que al mencionar dolor, estoy acá porque me duele,
surjan a borbotones las huellas que hacen hablar, marcas muchas veces ocultas: 24 de
marzo – golpe – exilio – dificultad

Tiempo que nos invita y nos fuerza a ser extranjeros. Siempre me sentí extranjero, nunca
como ahora, nunca con tanta tranquilidad. ¿Cómo habitar, te pregunto, me pregunto, un
tiempo, el nuestro, sino con el ropaje misterioso de los extranjeros? El tiempo es un
refugio raro ¿no? Contiene y expulsa casi en el mismo movimiento. Es intemperie, nuestra
fortuna de estar juntos en el medio de un campo despejado; me gusta pensarnos así

Otra conversación, infinita: el amor – las distancias – los cruces. Yo te amo, digo, y mi
lengua, mi boca, mi cuerpo se enloquece. Que sea por amor, por el cuerpo que perdió su
eje en una curva vital que perdamos el quicio. Me quedo en silencio, también, el silencio
posterior a una estallido casi inaudible. Vos me mirás y te quedás resonando en ese eco,
voz tan fuera y tan dentro de mí.

“El tiempo como: darse tiempo el deseo” (Patricio Marchant).

Tomo prestada (y te regalo) esa confesión.

También podría gustarte