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El laberinto

Los paradigmas geográficos aparecen en la obra de Borges como potentes matrices de


conceptualización. Los mapas (orientación), por un lado 1, y, en sus antípodas, los laberintos
(extravío), ofrecen los dos esquemas más elocuentes de figuración dentro de este campo. El
presente trabajo estará consagrado a explorar, de lo literario a lo teológico, el alcance
operatorio de la figura del laberinto en la escritura de Borges.

Cómo hacer laberintos en literatura

Lo que Borges admira en esas obras, y lo que busca a través de la suya, es la aplicación a la
literatura del principio epistemológico de economía, que fue el legado de Lönnrot a su enemigo.
La paradójica búsqueda de un infinito lo más pequeño posible (cf. Nicolas) a través de la
concepción de un laberinto lo menos complicado que se pueda.

El principio del laberinto

Parece claro que Borges adopta esta segunda acepción. : el laberinto es “la casa” de Asterión.

Lectura que más me marcó

"La casa de Asterión" es una metáfora que alude a un espacio al que desde el comienzo
podríamos pensar –al menos en valoración a priori– como un lugar acogedor y tierno. Los
hechos se encargarán de demostrarnos que tal circunstancia es falsa, porque esa casa es un
laberinto y porque ese laberinto es la prisión del pobre Asterión, el lugar en donde habita
aguardando la muerte y acompañado por la soledad.

Asterión es otro nombre del minotauro, un personaje mitológico con cuerpo de hombre y
cabeza de toro el cuál se encuentra viviendo en soledad en un laberinto, ahí, llevan
personas en sacrificio para que sea el minotauro el que las mate. En esa mitología
griega, Teseo llega al laberinto a matar al minotauro, entra al laberinto sin perderse por
un hilo que le da Ariadna y asesina al minotauro.

Borges cuenta esa mitología desde otro punto de vista, el de Asterión, es él el que narra
su propia visión, él no está consciente de su propia monstruosidad, el laberinto no es un
laberinto, es su casa porque él la ve así, él no quiere asesinar a esas personas, pero lo
hace sin intención debido a su condición. Le dijeron que iba a llegar su redentor, alguien
que lo iba a matar, pero él lo interpreta como alguien que lo va a salvar, por eso, al final,
no opone ninguna resistencia.

Lo interesante del cuento es que el lector ignora todo eso, porque casi nadie conoce al
minotauro con el nombre de Asterión, se va descubriendo que es el minotauro
implícitamente de a poco, y solo es notorio al final, por el nombre de Teseo y Ariadna.
Ese es el punto clave, ahí se descubre que era el minotauro el que contaba el cuento,
que desde su perspectiva él no era malo, que tenía sentimientos, que era alguien más
allá de un monstruo, una versión diferente de la historia.
La temática de los laberintos, en los cuentos de Jorge Luis Borges, se emplea para expresar
dos rasgos principales, ya sea el que corresponde a “para perderse”, o ya sea el de “de donde
no se puede salir”. Según Almeida, I. (s/f) “Borges adopta la acepción donde se brinda su
asimilación del laberinto al infinito. Un laberinto es un lugar determinado y circunscripto (y por lo
tanto, finito), cuyo recorrido interno es potencialmente infinito. El “sujeto” del laberinto
borgesiano no está afuera, preguntándose por el sendero que lleva a su centro, sino adentro,
desde siempre, resignado a no poder salir”. Esto se puede evidenciar, en el cuento titulado “La
casa de Asterión”, donde es expresado como una metáfora, dando como significado de que la
casa es un laberinto y porque ese laberinto es la prisión del pobre Asterión, el lugar en donde
habita aguardando la muerte y acompañado por la soledad. Asimismo, podemos comprender el
hecho de que en ese laberinto de puertas infinitas que están abiertas día y noche, se
encontrarán inevitablemente la quietud y la soledad. Esto no hace más que resaltar el grado de
abandono en que se halla el personaje. Descubrimos así que la temática de los laberintos en la
narrativa de Borges puede generar dos sentido como un lugar “para perderse” o “donde no se
puede salir”, a través de los hechos y el uso de las metáforas que se presentan en su narrativa
nos llegan a brindar este mensaje.

El cuento Los dos reyes y los dos laberintos forma parte del libro El Aleph (1949)
escrito por el autor José Luis Borges. Se observa que el título hace referencia a una
temática en particular, los “laberintos” que nos ayudarán a entender de una mejora
manera la concepción estética y filosófica. Por ello el presente comentario tiene como
propósito responder a la siguiente pregunta de orientación: ¿De qué manera el laberinto
representa la concepción estética y filosófica en el cuento “Los dos reyes y los dos
laberintos”? Asimismo, José Luis Borges acostumbra a emplear esta temática para
representar a un lugar determinado y circunscripto (y por lo tanto, finito), cuyo
recorrido interno es potencialmente infinito. En el primer apartado, el tono vengativo
del narrador heterodiegético revela

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