La evaluación es un concepto que está obligado a evolucionar con el paso de los
años debido a los cambios dados en cada contexto y entorno determinado, ya que, como todos sabemos; el proceso educativo actual no es el mismo de hace 50 años. La evaluación educativa se encuentra estrechamente relacionada con el proceso enseñanza-aprendizaje, teniendo en cuenta que, si es bien utilizada, esta herramienta es vital en la interiorización del alumno y en la aplicación de los conocimientos adquiridos en su vida cotidiana. Es importante saber que dicho proceso de aprendizaje debe fundamentarse en: La pedagogía, la didáctica y el currículo, ya que estos pueden considerarse como los pilares de la educación. Así mismo, en esta conexión existe otro concepto que juega un papel preponderante y son las competencias. Dichas competencias se encargan de direccionar los modelos pedagógicos de acuerdo a las particularidades de cada contexto, la educación para la realidad y el aporte en la construcción de personas competentes para la vida. Otro aspecto a tener en cuenta es la dimensión de la evaluación educativa, ya que debido a su inmensidad debe dividirse en tres tipos: La autoevaluación, la heteroevaluación y la coevaluación. La primera tipología permite despertar en los estudiantes una capacidad crítica, la cual los lleva a reflexionar sobre su accionar en el medio educativo; permitiendo así la generación de fines formativos y pedagógicos. Por su parte, la segunda tipología fortalece la relación docente-estudiante porque le permite al profesor hacer un análisis diagnóstico, el cual le permitirá conocer las fortalezas y dificultades que presenta cada alumno y a su vez, le delimitará un camino para corregir su actuar y mejorar su proceso educativo. Finalmente, la tercera tipología corresponde a la coevaluación, la cual permite la creación de una unión en el aula de clase; fundamentándose en el trabajo colaborativo y teniendo como premisa los fines sociales. LAURA DANIELA GAVIRIA MEDINA.