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Cuanta tontería está dispuesta a creer la gente.

Cualquier bobería o estupidez que


diga un cura, pastor o jerarca de cualquier culto religioso, no lo tiene que probar,
y algunos hasta lo deben creer ciegamente. En cambio, cualquier teoría que
exponga un científico, la tiene que probar plenamente.

Con razón dice el refrán: “Primero se acaba el helecho con el que los queman, que
acabarse los marranos (los cerdos)”.

Aurelio Mejía
amejiamesa@une.net.co

El P. Gabriele Amorth,
famoso exorcista, reflexiona sobre la nueva ola satánica

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ROMA, 11 Jun. 04 / 09:33 am (ACI)

Con ocasión de la captura de los miembros de la secta satánica “Bestias de Satanás”,


responsable de numerosos asesinatos rituales en el norte de Italia, el vaticanista del
semanario L’Espresso, Sandro Magister,  entrevistó esta semana al más famoso
exorcista del mundo, el P. Gabriele Amorth, quien a sus ochenta años de edad evalúa
la creciente acción de Satanás en formas culturales de hoy.

Magister pregunta al P. Amorth sobre los crímenes del norte de Italia, y luego examina
la situación del satanismo y la acción del demonio en la cultura actual. Aunque con
algunas duras generalizaciones, el exorcista italiano, quien confiesa que se encomienda
a la Virgen María “para que me proteja bajo su manto” antes de cada exorcismo,
explica cómo la principal victoria del demonio es la de hacer creer que no existe.

Padre Amorth, primero las tres niñas de Chiavenna, después Erica y Omar,  y
ahora la banda juvenil de Somma Lombardo. ¿Es Satanás quien actúa en ellos?
Seguramente sí, los dos primeros casi los he estudiado bien. Esos muchachos estaban
entregados al demonio, leían libros satánicos. ¡Y qué ferocidad inaudita en sus actos!
Cuando una hija da noventa y siete cuchilladas a su propia madre no se puede no ver en
acción al príncipe de las tinieblas.

¿Existen momentos en que está más activo que en otros?

En términos generales Satanás está siempre activo. Es el tentador desde el principio.


Hace de todo para que el hombre peque y cada vez que se realiza el mal, él está detrás,
dejando en claro que es el hombre quien decide libremente sus actos. Pero también
existe una acción extraordinaria del maligno: y ésta es la posesión diabólica.

¿Son frecuentes los actos de posesión?

No, son raros. Me es imposible dar cifras precisas. Los casos de verdadera posesión
diabólica que yo atiendo son numerosos, pero es porque a mí llegan los casos más
difíciles, no resueltos por otros exorcistas. En los primeros años de mi actividad, cuando
acogía a todos sin filtro, la gran mayoría eran enfermos psíquicos, sin el demonio de por
medio.

¿Cómo se da cuenta que alguien está endemoniado?

Lo sé durante la curación, no antes. Un síntoma inequívoco es la violentísima, visceral


aversión a todo lo que es sagrado. Recuerdo un padre que temía que su hijo estuviera
poseído por el demonio y un día, mientras estábamos juntos en la mesa, dije
mentalmente por él un Ave María. El muchacho prorrumpió en un grito: ¡Papá, no,
cállate!’. Después está el hablar en lenguas desconocidas, la explosión de una fuerza
sobrehumana, la levitación: todas son cosas que suceden durante los exorcismos.

¿Entre una crisis y otra cómo vive un endemoniado?

De manera normal. Va a su trabajo y ninguno lo sabe. Tiene bien escondido su estado.


Cuando siente que le llega una crisis se aleja, se encierra en el baño, se descarga, y
luego regresa impasible a su lugar. Esto sucede con mayor razón con los endemoniados
en curación, a los cuales el exorcismo da la fuerza para regresar plenamente a una vida
normal. Una cosa debe destacarse: la posesión diabólica no es ni hereditaria ni
contagiosa.

¿Qué cosa une a los endemoniados con los satanistas?

Sucede frecuentemente que un endemoniado se convierta en tal después de haber


ingresado a una secta espiritista o satánica. Entre aquellos que estoy tratando hay pocos
de esos, porque quienes vienen a pedir el exorcismo son los satanistas arrepentidos.
Pero pienso que entre los satanistas existan muchos más. A las sectas satánicas es muy
fácil entrar pero muy difícil salir. En algunos casos se arriesga la vida.

¿Y qué vínculo tienen los satanistas con el demonio?

Hay de dos tipos: aquellos que adoran al demonio, celebrando misas satánicas,  tienes
sus sacerdotes y su jerarquía; y aquellos que no creen en la existencia personal de
Satanás,  pero se entregan a acciones torpes y contra natura. Este otro satanismo es el
más peligroso.

Juan Pablo II realizó exorcismos sobre tres endemoniadas. ¿Se curaron?

La tercera no. La vengo tratando desde 1998 y es un caso verdaderamente doloroso.

Aparte del Papa, ¿Cómo está en la Iglesia la creencia en el demonio?

Muy en descenso. Y el demonio está contentísimo, porque así tiene las manos libres
para hacer su trabajo. La Iglesia ha pasado de un exceso a otro. Para remediar la locura
de la caza de brujas, que en vez de ser exorcizadas eran quemadas, ha cancelado todo,
diablo y exorcismos. El resultado es regiones católicas enteras que no tienen más
exorcistas: España (En España sí existe un conocido exorcista, el P. Fortea –nota del
traductor-), Portugal, Alemania, Austria, Suiza. Yo admiro a los obispos italianos. No
comprenden nada, pero al menos nombran a los exorcistas. El año pasado nosotros los
(exorcistas) italianos nos reunimos: éramos ciento setenta.

Explíquese mejor, ¿En qué sentido los obispos “no entienden nada”?

Porque también ellos, como todos los sacerdotes, han estudiado en el seminario. Y
desde hace tiempo en el seminario no se enseña nada de los ángeles y los demonios,
nada de los exorcismos, nada de los pecados contra el primer mandamiento, “No tendrás
otro Dios fuera de mí: magia, espiritismo y satanismo”.

¿Y la curia vaticana?

La misma incompetencia. Ha aprobado un nuevo ritual que para nosotros los exorcistas
es un desastre. Prohíbe actuar en caso de maleficio, cuando el 90 por ciento de los casos
de posesión derivan precisamente de allí. Prohíbe actuar si no se tiene la certeza previa
de la acción diabólica, cuando eso sólo se puede comprender cuando se está actuando.
Por suerte sigue valiendo el viejo ritual. Yo uso ese, de otra formar tendría que
renunciar.

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