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INDICE
CARATULA
EVALUACION
AUTORIDADES
AGRADECIMIENTOS
CAPITULO I - INTRODUCCION…………………………..……………………………………………1
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CAPITULO V – MATERIALES……………………………………………………………………..…44
V a) DESCRIPCIÓN DEL SITIO: SSALSANMAR 1
V B) DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA OSTEOLOGICA - SALSANMAR 1
V C) DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA DE TEXTILES - SSALSANMAR 1
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CAPITULO VIII – DISCUSION……………………………………………………………………….. 126
IX a) CERAMICA
IX b) TEXTILES
IX c) ANALISIS BIOARQUEOLOGICO
CAPITULO IX – CONCLUSIONES……………………………………………………………….…139
BIBLIOGRAFIA
ANEXOS
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AGRADECIMIENTOS
Esta tesis comenzó, aunque yo no lo sabía, el día que en que me decidí estudiar Antropología allá por el año
1988. Al enterarme de que estaba embarazada de mi quinto hijo, comprendí que no era el momento
adecuado para hacerlo y decidí postergar mi sueño por un tiempo más…. Han pasado 21 años desde esa
decisión que siguió latente en mí, que retomé cuando mis hijos habían crecido y cuando ya tenía mis dos
primeros nietos, ahora tengo cinco.
La deuda que tengo con muchas personas va más allá de su relación puntual con esta tesis, por eso quiero
agradecer.
A Hugo mi amor, por ser la chispa que enciende el fuego y la leña que ayuda a mantenerlo, por ser la llave
que abre puertas y por ser la mano que acompaña y tranquiliza.
A mis hijos Pablo, Sebastián, Gabriela, Florencia y Emiliano, compañeros de vida, motor y fortaleza que me
impulsaron a ser capaz que lograr cualquier desafío y sortear cualquier obstáculo. A mis nuevos hijos
Marcela, Carlitos y Lucas.
A mis nietos, Joaquín, Agostina, Santiago, Josefina y Catalina, por ser mi alegría en la madurez y por
renovar mis ganas de vivir, por hacerme feliz y por todo lo que me enseñan cada día.
A mis padres Carlos y María Etelvina, por el apoyo que me brindaron y por fomentar en mí el deseo de saber.
A mis hermanos Carlos, Adriana y Gustavo por creer en mí y por incentivarme a seguir con este sueño.
A Virginia, mi hija pampeana del corazón que me acompañó durante todos estos años, brindándome además
de su amistad incondicional, la fortaleza y el estímulo que necesité muchas veces para no claudicar.
A Verónica, le debo el haber puesto en marcha esta pasión con la que se inició el camino que conduce a esta
tesis. El haber dirigido mi memoria de investigación, su incondicional disponibilidad a lo largo de todo el
proceso, ordenando mis ideas cuando estaban en un mar de confusión, que tuvo la paciencia de corregirme
tantas veces como hiciera falta y que fue mi guía en la construcción de esta tesis que ya llegó a su fin.
A Mirta, que creyó en mí cuando más lo necesitaba, que me abrió un espacio laboral y profesional, que me
alentó para que este sueño concluyera y que trabajó incansablemente a la par mía, para que termine esta
etapa que me habilita profesionalmente para trabajar en lo que deseo.
A todos mis profesores sin excepción, María Fernanda, Virginia, Catalina, Mimina, Virginia, José Miguel,
Marta, Estela, Vito, María Angeles, Héctor, Eduardo, Norma, Rosana, Daniel, Pablo, Clara, Christian, Elena,
Héctor, Mabel y Silvia, que no solamente me alentaron y ayudaron para amar esta carrera, sino que a nivel
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personal, estuvieron siempre, con la palabra justa y la mano tendida, en algunos de los momentos difíciles
que me tocó transitar.
Un agradecimiento especial a Mimina y Christian que con sus observaciones me guiaron para poder realizar
las correcciones adecuadas.
A mis compañeros de facultad con quienes construimos conocimiento, compartimos mañanas, tardes y
noches de estudio, en especial a mis compañeros de promoción, esa organización autoorganizada de la que
emergió conocimiento y afecto en forma equivalente y a quienes conozco y aprecio desde el año 2001.
A mis compañeros de trabajo Carlitos, Pato, Nelly, Jenny y Emilia y aunque ya no estén María y Ester, que
con una palabra oportuna y la ayuda cotidiana me ayudaron a continuar. A David, que siempre tuvo palabras
de aliento, salidas ocurrentes y todo el optimismo para no dejarme caer, para todos ellos, tengo sólo palabras
de agradecimiento, especialmente por aquellos momentos en los que pude ser inferior a sus expectativas.
A Graciela que tuvo la paciencia, la voluntad y la dedicación de colaborar con la corrección gramatical de la
tesis y que su solidaridad y compañía me sostuvo en momentos difíciles que me tocó transitar.
A mis amigos, que siempre estuvieron y seguirán estando, brindándome cariño y aguantándome, en las
buenas y en las no tan buenas.
A todos aquellos profesionales que colaboraron de forma desinteresada con mi trabajo, realizando los
estudios que necesitaba para esta tesis, asesorándome y brindándome parte de su tiempo y de su
conocimiento: Beatriz, Miguel, Silvia, Pedro, María Fernanda, Ricardo, Irene, Luis y Pablo.
A Mary Pereyra, mis amigos Julia, Apo y familia. Al Intendente de Aguaray Sr. Alcoba y Sra. Carmen. A la
Ingeniera Alejandra, Carolina y directivos de la empresa Refinor por ayudarme y permitirme tener acceso a la
información y al espacio necesario para seguir adelante. Al Padre Emilio que siempre se mostró dispuesta a
ayudar en todo lo que necesitara.
Pero sobre todo deseo agradecer desde lo más profundo de mi corazón a Máximo Ovando, a Pedro Arazari,
a María Daniela, Juana, Laura y Francisco y en general a las Comunidades Chanés de Campo Durán,
Tuyunti y El Algarrobal, con quienes he construido lazos que exceden tiempo y espacio, disfrutando cada uno
de mis viajes o de los suyos.
Mi eterna gratitud al maravilloso pueblo chané que me abrió las puertas de su comunidad y de su corazón,
con quienes compartimos un camino que recién comienza. La generosidad de sus tiempos, la alegría y
sabiduría que transmiten en su forma de vida, me ha enseñado a ser mejor persona.
He leído y criticado todo cuanto escribía, pero en definitiva, la fuerza que me infundieron quiénes me
rodearon, me animó siempre a continuar y a pesar que esta tesis es el resultado de un trabajo individual, mi
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familia, mis compañeros de trabajo, de facultad y mis amigos han aligerado ese sentimiento notablemente
porque siempre encontré apoyo y ayuda cuando la he necesitado, por lo que deseo expresar mi profundo
agradecimiento a todos y cada uno de ustedes por el cariño y la paciencia que me han tenido.
He llegado al final de este camino y en mí han quedado profundas huellas de este recorrido. Este logro es de
todos ustedes.
Por último, la felicidad por la obra terminada y el alivio por poner punto final a una tarea que abarcó una parte
de la vida, hacen que tengan un especial valor las palabras de Groucho Marx:
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CAPITULO I – INTRODUCCION
Los chané han despertado para contarnos el pasado de las tierras bajas.
El pueblo más pacífico y sedentario de las llanuras orientales revela
poco a poco su cultura, hasta el momento apenas estudiado.
(Diario Bolivia Hoy, 2003) Cuando el pasado habla
Luego de un rescate arqueológico realizado en la Destilería de Refinor, en Septiembre del año 2004,
contiguo a la Comunidad Chané de Campo Durán (Salta), fueron halladas cuatro urnas cuyo contenido es
analizado en este trabajo de investigación.
Esta tesis se propone, desde la arqueología, realizar aportes, a la historia de estos dos grupos, a las
discusiones sobre los contactos y relaciones que se dieron entre ellos, investigando sus prácticas culturales,
desde tiempos prehispánicos hasta la actualidad.
La región donde viven actualmente, estuvo habitada por grupos que compartieron territorios en común
durante varios siglos; fuentes históricas y etnográficas expresan que los chané, fueron dominados por los
chiriguanos, desde aproximadamente el siglo XV: “… Los pobladores amazónicos del Chaco estuvieron
representados por dos grupos, uno de origen Tupí Guaraní (Chiriguano) y el otro Arawak (Chané). A finales
del siglo XV, probablemente bajo el dominio del Inca Yupanqui, bandas de guaraníes cruzaron el Chaco,
arrinconando a los pacíficos Chané que habitaban la franja noroeste desde tiempos precolombinos” (Méndez
et al, 2002: 9).
Distintos investigadores a lo largo del tiempo han sostenido que la distribución geográfica de los Chané,
coincide con la de los Chiriguanos, a pesar que ambos provienen de dos grupos étnicos distintos (Acreche et
al., 2004; Bossert, 2005; Calzavarini, 1980; Còmbes, 2005; De Gandia, 1935; De Nino, 1912; Garcilaso de la
Vega, {1609} 1997; Hirsch, 2004; Kersten, 1968; Mètraux 1974; Nordenskjöld, {1912} 2002; Pérez Bugallo,
2001; Primer Censo Aborigen Provincial, 1984; Schmidl, 1997; Susnik, 1968; Ventura, 1999).
Según Rocca, confluyeron en esa zona de yungas, tres culturas sudamericanas correspondientes a las
tradiciones arawak, andina y tupí-guraní, compartiendo una región multiétnica como lo son el sur de Bolivia,
el norte actual de Argentina y el sudoeste de Paraguay, donde se asentaron desde hace varios siglos, los
chané-chiriguano (Rocca y Rossi, 2004).
En esta tesis, los materiales recuperados, son sometidos a análisis y evaluación, a fin de incorporarlos al
conocimiento de estos grupos, de su dinámica y migraciones, lugares de ocupación y asentamiento. A partir
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de allí, se intenta realizar aportes al estudio de las relaciones Chiriguanos - Chané y su dinámica interétnica,
a efectos de contribuir al conocimiento de la historia del pueblo chané, ahondando específicamente en el
conocimiento de la historia de Campo Durán (Departamento San Martín, provincia de Salta).
Campo Durán es una comunidad aborigen, ubicada en el municipio de Aguaray cercana al río Caraparí. Sus
habitantes son los únicos Chané que viven como comunidad, a pesar de que hay algunas familias
diseminadas en parajes, pueblos o ciudades cercanas. Es importante destacar que este territorio que
ocupan, es el más austral de América del Sur y son los únicos Chané que actualmente se reconocen como
tales en Argentina.
El estudio de los materiales recuperados en Campo Durán, será analizado en relación a otros sitios de las
yungas, reflexionando en relación a la configuración del espacio por parte de las poblaciones allí asentadas.
Se trata de un área muy extensa, con escasa información, y con evidencias culturales aisladas; por
consiguiente el estudio de los tipos de asentamiento, la alfarería y los restos óseos humanos pueden
contribuir al conocimiento de los procesos socio-culturales que se dieron en la región.
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Capítulo VIII – Este capítulo, se centrará en la Discusión de la problemática planteada a la luz de los
resultados obtenidos.
Capítulo IX – Por último, en las Conclusiones se intentará dar un cierre a la tesis retomando las hipótesis
de trabajo propuestas.
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CAPITULO II – DESCRIPCION DE AREA Y CONTEXTO
En este capítulo, se realiza una descripción del área estudiada desde el punto de vista geográfico,
se describen características de los asentamientos poblacionales actuales y se hace una breve
reseña histórica de la zona, en relación al lugar donde se efectuó el rescate y donde fueron
recuperados los restos arqueológicos analizados.
II a) LAS YUNGAS
Las Yungas componen un sistema propio con rasgos definidos que la caracterizan, dando lugar a un
paisaje especial ocupando una extensa franja que abarca desde el noroeste de Argentina hasta el
Sur de Bolivia (Figura 1). Este medio ambiente “…se extiende en forma de estrecha faja al pie y por
las laderas y montañas bajas del extremo norte de Salta (Departamento de Orán), por el este de
Jujuy y nuevamente por el centro de Salta (hacia el meridiano 65º) por el centro de Tucumán hasta
el este de la provincia de Catamarca (paralelo 28º). En su parte oriental limita con el dominio
chaqueño y al oeste con la provincia Puneña…” (Cabrera, 1976: 4).
Dentro de los territorios descriptos por Cabrera (1976) para la República Argentina, el área
corresponde a lo que clasifica como Región Neotropical y dentro de ésta al Dominio Amazónico y a
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la provincia de las Yungas. Distintos investigadores citados por Cabrera, le fueron dando otros
nombres y así se la conoce como Formación Subtrópica, Formación Subtropical, Bosques
Subtropicales del Noroeste, Bosques Subtropicales Hidrófilos, Selva Tucumano Boliviana, Selva
Subtropical Tucumano Boliviana, Selva Subtropical Serrana, Selva Tucumano Boliviana, Provincia
Tucumano Boliviana, Provincia Subtropical Occidental y Selva Tucumano Oranense (Cabrera,
1976).
Presenta alturas que van de los 3000 msnm en el oeste bajando hasta los 400/300 msnm al este
conformando de esta manera diversas unidades ambientales con variadas posibilidades de
explotación de los recursos existentes. La matizan montañas altas, quebradas, valles y llanuras al
pie de la montaña, con suelos que varían entre humíferos, de tierra vegetal y de tierra mineral,
siendo el tipo de vegetación predominante la de selva nublada, junto a selva de transición, bosque
montañoso y pradera (Cabrera, 1976) (Figura 2).
El clima varía de acuerdo a la altitud; en general es cálido y húmedo, con lluvias principalmente
estivales y heladas en época invernal, llegando hasta los 2500 mm de precipitación anual, sin dejar
de lado la humedad condensada que se acentúa en el borde oriental de las montañas, las que
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según Ventura, están formando los bordes orientales de las Yungas, ocupando las llanuras
extendidas al pie de las montañas y cerros bajos, siendo menores las precipitaciones que en otro
lugares con un promedio anual que oscila entre 700 y 1000 mm (Ventura, 1999).
Figura 3 –Mapa satelital de zona de Yungas: Argentina - Bolivia - Google Earth - Febrero 2010
El uso que hicieron de los recursos disponibles las poblaciones allí establecidas dependió y
depende de tres factores principales: agua, suelo y riqueza forestal. El agua como recurso clave
para el desarrollo de la agricultura en la zona pedemontana es provisto por lluvias, ríos y arroyos
que descienden de las partes altas, posibilitando el riego aún en la estación seca. Las lluvias
estivales son retenidas por la cubierta vegetal y el suelo, que en conjunto se comportan como una
esponja que drena lentamente su contenido almacenado a lo largo del año, sin el cual sería
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imposible una cubierta forestal, ya que el agua degrada y arrastra el suelo, produciendo además,
avalanchas de materia orgánica y sedimentos (Cabrera, 1976).
La provincia de Salta está situada en el noroeste de la República Argentina con una superficie de
155.488 km2. Limita al norte con la provincia de Jujuy, las repúblicas de Bolivia y Paraguay, al este
con Chaco y Formosa; al sur con las provincias de Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero y al
oeste con la república de Chile (Figura 4).
El municipio de Aguaray (Figura 5) está asentado sobre el valle del mismo nombre y enmarcado al
oeste por las Sierras Alto Aguarague del Sistema Subandino siendo su pico más alto el cerro
Tuyunti de 1.130 m. Al oeste se ubican las Lomas de Campo Durán, al norte Caraparí (que se
extiende incluso hasta Bolivia) y al sur la ciudad de Tartagal. En esta zona, la selva sube por las
faldas de las sierras subandinas y quebradas, conformando diversos pisos de vegetación según su
altura. Con sentido Norte-Sur, y enmarcadas por las sierras de Alto Aguarague (que provienen de
Bolivia) se encuentra un valle, que al igual que otros valles y ríos de la zona que lo surcan
disminuye su altitud a medida que nos dirigimos hacia el este, hasta toparnos con la llanura
chaqueña (Lombardo, 2006).
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Figuras 4 y 5 – Provincia de Salta, Departamento San Martín (izq.) - Municipio de Aguaray (der.)
También cuenta con parajes y comunidades pequeñas que se encuentran fuera del área urbana del
pueblo, algunas de las cuales no superan las 300 personas, con una economía de subsistencia
basada en la agricultura (Ventura, 1999). Los parajes son: Yacuy, Piquirenda Viejo, Piquirenda, La
Loma, Tuyunti, Capiazuty, Tobantirenda y Caraparí. Otros tres se ubican junto o cerca de la ruta
provincial N° 54 que conduce al Paraguay: Campo Durán, El Algarrobal y Timboirenda. Los últimos
cuatro se ubican accediendo por la ruta provincial N° 46 (también de tierra) y son El Chorrito,
Acambuco, Macuetá y Campo Largo.
Aguaray, como otros lugares de las yungas, cuenta con una flora abundante y diversa, productora
de madera, con clima favorable para cultivos tropicales y subtropicales, así como una variada fauna
(Lombardo, 2006).
Dentro del Municipio de Aguaray (Figura 6) existen tres comunidades Chané, que son:
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Figura 6 – Mapa del Municipio Aguaray - www.ofm.com.
Campo Durán: Es un paraje ubicado a 11 km. al noreste de Aguaray por la ruta provincial Nº 34 y
la ruta provincial Nº 54 y posee aproximadamente 590 habitantes2. La Comunidad Chané de Campo
Durán3, está representada por un cacique, que se elige colectivamente por los miembros del
Consejo Comunitario que se ha ido transformando, de acuerdo a los distintos momentos históricos.
Están organizados en grupos de familias extensas con residencia matrilocal y basan su subsistencia
en el autoabastecimiento mediante cultivos familiares, alternando con trabajos periódicos en
empresa petroleras de la zona, como Refinor o PlusPetrol, en trabajos temporarios en Aguaray o a
través de planes sociales (Slavutsky y Belli, 2003).
El Algarrobal: Ubicado a unos 2 km al este de Campo Durán por la ruta provincial Nº 34, con una
población Chané de casi 190 habitantes. También está representada por la figura de su cacique.
Tuyunti: Ubicado en las afueras de Aguaray, distante a unos 5 kilómetros al sudeste del mismo.
Con una población de casi 900 personas, está regida por un cacique y un Consejo Comunitario con
personería jurídica y los títulos de posesión de 100 hectáreas que les fueran entregadas por el
gobierno provincial en 1993 y por la Orden Franciscana, que compró tierra a particulares muchos
años antes. (Bossert, 2005).
2 POBLACION DE CAMPO DURAN: Según datos del INDEC del año 2001 este paraje contaba con 568 habitantes (INDEC, 2001), lo
que representa un incremento del 20,8% frente a los 470 habitantes que arrojó el Censo del INDEC en el año 1991. Los datos
actuales fueron proporcionados por el cacique Ovando durante una entrevista.
3 COMUNIDAD CHANE DE CAMPO DURAN: letrero que se hallaba en la entrada a la misma, aunque actualmente se encuentra
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II c) HACIENDO UN POCO DE HISTORIA
Luego del primer asentamiento realizado en la región por el Gral. Manuel Rodríguez Magariños en
1843, que era considerada en ese momento como territorio boliviano con títulos reales de aquella
Nación, los pobladores que se afincaron luego eran ganaderos y agricultores, cuyas viviendas
distaban entre sí por varios kilómetros.
La fundación de Aguaray se realizó el día 16 de Agosto de 1911 (Lombardo, 2006). Ese mismo año
y ante el fracaso de las primeras exploraciones petrolíferas (que duraron casi siete años) en la zona
el organismo a cargo, la Dirección de Minas de la Nación, concluyó con estas tareas, pero algunos
trabajadores de esa repartición, comenzaron a radicarse en un paraje conocido como Aguaray.
Estos pobladores se dedicaron a la agricultura y ganadería, otros a la actividad maderera o al
comercio. Mientras tanto, Campo Durán, que para ese entonces era un antiguo poblado ubicado al
norte de Embarcación, en territorio boliviano, y que durante varias décadas fue posta o parador para
viajeros que se dirigían hacia el oriente boliviano, comenzaba a poblarse (Castilla, 1999).
El arribo del ferrocarril a Salvador Mazza (Pocitos) se produjo en 1909, pero los rumores de que el
ferrocarril también llegaría hasta Aguaray, hizo que la población se incrementara demográficamente
alrededor de la misma, aunque recién se habilitó definitivamente en Diciembre de 1928.
A mediados del siglo XIX, Tartagal figuraba como parte de la provincia de Salinas, Departamento de
Tarija. Fue entonces cuando los padres Franciscanos del Colegio de Propaganda Fide de Tarija,
decidieron fundar misiones en la zona de Chaco, una de las cuáles fue Yacuiba y en julio de 1860 la
misión de Tartagal, aunque no lograron consolidarla totalmente, porque en 1891, los Chiriguanos
que habitaban el sector, la incendiaron y desapareció como consecuencia de ello (Calzavarini,
1980).
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Se debe tener en cuenta también que la presencia de la Orden Franciscana se desplegó desde el
Colegio Apostólico de Tarija, acercando a las comunidades de la zona, especialmente a los grupos
étnicos chiriguano y chané y abarcando la cobertura de los aborígenes que fueron emigrando hacia
lo que hoy constituye el Norte Argentino, sobre todo en Salta.
Los primeros organismos que se establecieron en este poblado fueron el Telégrafo, Correo, Policía
y Registro Civil, los que a comienzos del siglo XX ya se hallaban en Campo Durán. Posteriormente
el arribo del ferrocarril a Aguaray, permitió el crecimiento demográfico sumado al descubrimiento de
un afloramiento de petróleo (Castilla, 1999).
Esta localidad, es parte de la historia de la madera y del comercio que se generó con su explotación
y también es parte de la historia del petróleo. Después de perforaciones petrolíferas sin resultados
debido a la carencia de equipos adecuados, la Dirección de Minas de la Nación (posteriormente
YPF) activó la perforación en la zona de Campo Durán, dando resultados positivos en junio de 1952
en el Pozo C.D. 06. Consecuente con otras perforaciones positivas se construyó la Destilería de
Campo Durán, en la que se obtuvo distintos subproductos tales como gasoil, fuel oil, nafta y kerosén
(Lombardo, 2006; Martínez Sarasola, 1992; Mètraux, 1947).
Esto se mantuvo hasta la década del „90. Cuando YPF se privatizó, esta refinería pasó a manos de
la empresa Refinor, que permanece hasta la actualidad (Gadano, 2006).
d) EL PETRÓLEO EN LA ZONA
Ya que los materiales, producto del rescate arqueológico, fueron encontrados en el predio de las
instalaciones de la actual Destilería de Refinor, se incluye una breve reseña de las primeras
perforaciones petrolíferas en esa localidad y la importancia que este paraje tuvo dentro de las
mismas.
Los primeros antecedentes en la búsqueda del petróleo se remontan a la Colonia, ya que los
conquistadores españoles, ya sabían de la existencia en el siglo XVIII de una laguna de brea
(Galano, 2006).
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Carmela Santerbó descubrió el petróleo en 1907, pero Don Francisco Tobar4, es quien lo extrajo,
mediante el cateo en la Quebrada de Galarza (Campamento Vespucio). Las perforaciones eran
rudimentarias, mediante el cavado de pozos para filtrar el petróleo que luego era trasladado hasta
Embarcación. La Dirección General de Minas perforó para entonces, un pozo en el paraje llamado
Capiazuti entre los años 1911 a 1920, que luego fue abandonada
Desde finales de 1926 la Standar Oil Company, comenzó la explotación petrolífera en los parajes
denominados San Pedro, Lomita y Aguas Blancas.
Las condiciones laborales previas del grupo étnico Chané, sobre todo durante el auge petrolífero de
YPF y luego de su privatización sufrieron una gran caída en los salarios afectando el ingreso de la
unidad doméstica, como consecuencia de la desocupación durante prolongados períodos y una
significativa inestabilidad laboral (Benedetti y Carenzo, 2007).
Recorrer la historia del lugar, permite conocer acerca de los procesos migratorios que tuvieron lugar
en la zona, la disponibilidad de sus recursos, la educación, el transporte y los servicios públicos,
junto al desarrollo de la explotación petrolera y los cambios producidos en su economía desde hace
más de cien años.
4 FRANCISCO TOBAR: español, uno de los representantes de la historia en el Norte petrolero argentino. Intensificó la explotación
trayendo desde Jujuy hasta Aguaray las primeras máquinas petroleras.
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CAPITULO III - ANTECEDENTES
Lo primero que llama la atención es la abundancia de datos históricos sobre estos grupos, debido a
que cronistas y etnógrafos describieron desde el siglo XVI hasta la actualidad, la existencia de
poblaciones aborígenes en esta región. Según la mayoría de estos relatos, los Chiriguanos, que hoy
se hallan asentados en la zona en forma permanente, provenían de Paraguay o Brasil, desde donde
habrÍan iniciado una migración hacia occidente, hasta llegar al lugar en donde se encuentran
actualmente en búsqueda del “Candiré5 o la Tierra sin Mal”, siendo éste, quizás el motivo por el
cual estas poblaciones llegaron a nuestra provincia (De Gandía, 1935; Mètraux, 1974; Nordenskjöld,
2002; Pérez Bugallo, 2001, Primer C.A.P., 1984; Rocca y Rossi, 2004; Susnik, 1968; Tissera, 1972;
Tomasini, 1978).
Estas migraciones, trajeron a los Chiriguanos, hacia un área que ya habría estado habitada por
grupos amazónicos Arawak, llegados a la zona procedente del noreste de Sudamérica y el territorio
de las actuales Guayanas. Este grupo étnico conocido como Chané fueron sometidos por los
Guaraníes, a quienes los Incas denominaron Chiriguanos, que provenían del naciente, a partir de lo
cual se produjo una verdadera transferencia de pautas culturales entre los Chiriguanos que
dominaban y los Chané que eran dominados, lo que llevó a algunos autores a hablar de la
existencia de un Complejo Chiriguano Chané (Bossert, 2005; Mètraux, 1947; Rocca y Rossi, 2004;
Slavutsky y Belli, 2003; Villar y Bossert, 2007).
5CANDIRE: La Tierra del Metal y la Tierra sin Mal, buscado por Alejo García quien formaba parte de la armada de Juan de Díaz de
Solís, el cual emprendió un viaje a pié desde la costa hasta las estribaciones de los Andes.
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El grupo étnico Chané que se hallaba en la zona de yungas y laderas orientales de los Andes, con
anterioridad a los Chiriguanos, fue demográficamente mayor y según crónicas de la época y relatos
de etnógrafos e historiadores, su desaparición estuvo ligada a éstos últimos (De Gandía, 1935;
Mètraux, 1974; Nordenskjöld, 2002; Pérez Bugallo, 2001, Primer C.A.P., 1984; Rocca y Rossi, 2004;
Susnik, 1968; Tissera, 1972; Tomasini, 1978). Al respecto, Còmbes (2005) expresa que el origen de
este grupo étnico puede rastrearse en las fuentes coloniales, que explican la mezcla biológica y
cultural que se produjo entre los grupos Chané de filiación Arawak y los grupos llegados que
migraron desde Brasil y Paraguay de filiación guaraní, durante los siglos XV y XVI. Estos
Chiriguanos fueron considerados como el principal obstáculo que debían enfrentar los españoles
para penetrar en el Chaco, en la época colonial.
El conocimiento sobre las etnias de nuestro país hasta finales del siglo XVIII, se deben a misioneros
jesuitas y franciscanos quienes plasmaron sus experiencias, describiendo los distintos grupos con
quiénes se fueron relacionando (Schmidl, 1997).
Entre los primeros escritos sobre los Chané figura el de Ulrico Schmidl 6 que data del año 1534. De
su encuentro con los Chané relata: "...Entonces seguimos hacia otra nación que se llama Chané y
que son vasallos o súbditos de los referidos M’bayas, en la misma forma que en estos países los
labriegos son vasallos de los señores…” […] “… Llegamos a una pequeña localidad de los chané,
pero cuando allí estuvimos, todos los indios habían huido. Como encontramos abundancia de
comida, allí nos quedamos durante dos días..." (Schmidl, 1997: 106).
Por su parte, el Padre jesuita Jolís cuenta que los Chiriguanos, mantuvieron guerras largas y
crueles con sus conquistadores para evitar ser sojuzgados y poder continuar independientes,
mientras crecía su fama entre otros pueblos, a causa del valor que demostraban en cada contienda
(Jolís, 1972).
Según Calzavarini (1980), los naturales arribaron en gran cantidad con la expedición de Alejo
García durante los años 1525 y 1526 cuando éste marchó desde el Atlántico hasta Tomina (Bolivia)
para obtener de los Charcas, objetos de oro y plata; García regresó, pero fue asesinado por los
guaraníes. Los flecheros Chiriguanos que lo habían acompañado quedaron en el territorio, robando
y esclavizando a los Chané que allí vivían, extendiéndose los Chiriguanos desde los ríos Bermejo y
Pilcomayo al Sur, hasta el Río Grande o Guapay al Norte.
6SCHMIDL, ULRICO: soldado bávaro que acompañó a Pedro de Mendoza en la Primera fundación de Buenos Aires; marchó con
Ayolas al Paraguay y sirvió bajo las órdenes de Irala y de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Su testimonio es valioso por ser el primer
escrito sobre el Río de La Plata.
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Le cabe a Nordenskjöld, el ser uno de los científicos precursores en las descripciones de las
poblaciones aborígenes del Chaco y es por ello que se referirá exhaustivamente a su obra como
parte de la Expedición a la Cordillera y Gran Chaco junto a Von Rossen y Boman. Toma contacto
con Chorotis, Chanés y Chiriguanos, conviviendo con ellos y visitando poblaciones del sur de
Bolivia como Yacuiba, San Francisco, Machareti, Kaipapendi, Isiporenda, Río Pilcomayo, Río
Parapetí, Charagua, Tarija, Copere y Aguararenda (aldea de los zorros) destacando los hallazgos
incipientes que luego darían lugar a las explotaciones petroleras de la zona (Nordenskjöld, 2002).
Reconoce y describe geográfica y etnográficamente, casi todas las poblaciones que iba
encontrando a su paso “…A lo largo del río Parapetí en las alturas de las montañas viven los
quichua, más abajo los chiriguano cerca del río los tapieté, después los chané y al final en las
indómitas tierras desconocidas los indios tsirakuras […] Cerca de esa Isiporenda, encontré el primer
chané o tapuý como los llaman aquí. Luego visité la mayoría de sus aldeas. Desde el bajo del río
Parapetí, pasando por Charagua un pueblo casi totalmente habitado por blancos, viajé hacia el valle
de Kaipependi donde me quedé con el jefe chiriguano Taruirui….” (Nordenskjöld, 2002: 144 - 145).
De la amistad y respeto que llegó a unirlo al cacique chané Batirayu, se desprende algunas de las
descripciones de estas poblaciones respecto a su origen: los chané hablan el guaraní que es el
mismo idioma que los chiriguanos, al igual que la mayoría de sus usos y costumbres, quienes
probablemente los hayan sometido. Sin embargo, el origen de ambos grupos es distinto, ya que los
Chané son Arawak y se constituyen como el grupo más septentrional de los Arawak, a pesar de
haber tenido y tener aún una presencia amplia en todo Sudamérica y en las Antillas. Varios Chané
todavía sabían algunas palabras del antiguo idioma de la tribu, que hablaban principalmente para
las fiestas y que cuando estaban ebrios, hablaban entre ellos este antiguo idioma Chané que tiene
carácter de lengua secreta (Nordenskjöld, 2002).
Destaca que la tradición oral de los Chanés no remite a mucho tiempo atrás sino dos o tres
generaciones y que inicialmente, vivieron en el curso superior del río Parapetí pero luego fueron
expulsados por un gran jefe; que algunos se quedaron ahí, mientras otros cruzaron hacia Paraguay
ya que allí también se encontraban grupos Arawak, diciendo que al principio, los Chiriguanos
estaban asentados, sobre el curso inferior del Río Parapetí pero fueron expulsados por los Chanés,
aunque quizás sea ésta una historia oficial, siendo más probable que los Chiriguanos hayan
desterrado a los Chanés y no a la inversa (Nordenskjöld, 2002).
Este investigador pudo compartir algunas de las prácticas cotidianas en la vida de estos grupos que
describe con el conocimiento de quien fuera además de observador, partícipe de las mismas.
22
Señala la existencia de caciques mujeres, ya que mientras él visita la zona, conoce a la Vieja
Vuáyruyi jefa de las aldeas Chanés del río Itiyuro. Destaca la diferencia con otros grupos
observados por él, ya que los Chané pasan su vida sobre las tumbas de sus parientes muertos y a
veces como la casa está llena de tumbas, se hace necesario reutilizar las antiguas vasijas para
nuevos entierros. En el caso de que un Chiriguano sea muerto por un jaguar, se le debe enterrar
cabeza abajo para evitar que deambule por siempre convertido en ese animal (Nordenskjöld, 2002).
No escapan a los ojos de este autor, las técnicas de manufactura cerámica que presenció y formas
de intercambio de objetos necesarios para la supervivencia o para las ceremonias, describe que los
habitantes del Río Itiyuro, fabrican ollas mediante el molido de la arcilla, que es mezclada con
fragmentos de otros recipientes y que trituran e incorporan a la misma, para evitar que se rompan al
ser cocidos. Estas vasijas se elaboran amasando rollos de arcilla que van superponiendo y luego se
usan conchas, mazorcas sin los granos (que produce un efecto de finas rayas paralelas) o una vara
delgada de bambú para alisarlas o medir las proporciones correctas. Una vez que se ha fabricado el
recipiente, es puesto a secar a la sombra durante uno o dos días antes de ser cocido.
Habitualmente no trabajan más que una o dos vasijas a la vez, las cuales si son toscas o de uso
doméstico (para la cocina) se decoran usando la impresión de sus huellas digitales o cordones de
arcilla adheridos. Cuando ya está decorada, se amontonan leñas, mazorcas y excremento de vaca
alrededor de la vasija, se enciende el combustible que debe estar prendido por un cuarto de hora o
mas, dependiendo el tamaño de la vasija y se cuecen por un tiempo que depende de la cantidad y
tamaño de la cerámica (Nordenskjöld, 2002). Lo más significativo del libro de Nordenskjöld son las
descripciones de los rituales relacionados a la muerte, las prácticas funerarias y las creencias
respecto a la vida en el más allá, como cuando expresa que a lo largo de las paredes de la casa
siempre se puede ver una gran cantidad de vasijas de barro en diversos tamaños, algunas tan
grandes que podría caber un hombre.
Relata que a los aborígenes que fueron bautizados por los misioneros no les gusta enterrar a sus
muertos en el cementerio ya que pretenden que por lo menos tengan agua adentro de sus tumbas y
manifiesta que habrá llegado el final cuando Vocapoy, Maringay Mandepora 7 estén enterrados
debajo de sus casas en vasijas de barro (Nordenskjöld, 2002).
Este autor detalla que al morir un Chiriguano era enterrado en una gran vasija debajo de su vivienda
y que cuando el cadáver aún no estaba blando, se doblan sus rodillas colocándolas debajo de su
mentón y se cruzan sus brazos sobre el pecho. Luego se vestía al difunto colocándolo en la vasija
con una calabaza que contien agua sobre sus rodillas. Esta vasija es tapada con otra, una vez
23
enterrada. Los recipientes grandes de maíz y chicha se usaban como féretros, y en el caso de
escasez de estas ollas se enterraban de otro modo, siendo testigo del entierro de un niño envuelto
en cuero en Copere (un poblado Chané del río Parapetí).
La crónica del franciscano Bernardino De Nino titulada Etnografía Chiriguana es valiosa por la
pormenorizada descripción de su contacto con estas poblaciones "... La región que habitan
actualmente los indios chiriguanos se compone de muchas cañadas que corren de Norte a Sur..."
[…] "...Antiguamente el territorio chiriguano lindaba al Norte con la provincia de Sara, al Sur y al
Suroeste con la Argentina y ciudad de Tarija, al poniente con el territorio de Tarabuco y al naciente
con la colonia de Carandaiti..." […] "... El territorio chiriguano por ser muy extenso es muy variado,
desde Talisco hasta Monteagudo y desde Tarija hasta las salinas de la Provincia O' Connor en la
ciudad de Entre Ríos...". ( De Nino, 1912: 2,4 y 5).
Relata De Nino (1912) que esta región estaba poblada desde los orígenes, por pueblos
descendientes de los primitivos invasores guaraní y de las mujeres Chané (de lengua Arawak: otra
rama de los Tupí Guaraní) con quienes ellos se unieron, que hacen de esas tierras una zona
etnográficamente Guaraní-Arawak, cuya independencia o anexión a la República del Paraguay es
un hecho determinado por la geografía, la etnografía y la historia.
Según De Gandía (1935) no se puede precisar la fecha, pero anterior al reinado del Inca Tupac
Yupanqui (1471) los aborígenes guaraníes provenientes del Paraguay, atraídos por noticias de la
riqueza en una región en metal, casas de piedra y en ornamentos de todo tipo, con un gran lago y
habitada por una población numerosa de una región rica, cruzaron el Chaco y dirigiéndose hasta los
contrafuertes andinos, se establecieron y comenzaron a guerrear contra de los pobladores del
altiplano.
Un exhaustivo detalle de los rituales de duelos y las formas de entierro de los indios sudamericanos,
es el que presenta Mètraux (1947). En este trabajo, sólo se tomarán los grupos Arawak, Chanés,
Guaraníes o Chiriguanos. Según Mètraux, el entierro directo era realizada por algunas tribus Tupí
Guaraní en Brasil del Este y lleva la concepción equivocada de que el mismo fue característico para
todos los grupos de ese linaje, cuando en realidad, solamente lo practicaron comúnmente Tupí
Nambás y Guaraníes de Paraguay y sus ramificaciones los Chiriguano y Guarayu.
En Migraciones Históricas de Los Tupí Guaraní (1974) este autor, relata los viajes que realizaron los
mencionados grupos, a partir de la conquista tanto española como portuguesa, impulsados a
movilizarse y migrar desde la Amazonia y desde Paraguay hacia el Oeste llegando a los límites del
24
Imperio Inca quienes construyeron fortificaciones a lo largo de toda su frontera Este, justamente
para defenderse del avance y del acoso de estas incursiones hostiles de los guaraníes.
También compara los estilos y rasgos culturales de los grupos que migraron y se dispersaron no
solamente hacia el Oeste sino que se asentaron a lo largo de todo el litoral argentino, dejando su
impronta en los objetos y yacimientos arqueológicos, características que fueron analizadas de una
forma muy precisa por Cerutti (2000). "... La perfecta identidad de cultura entre todas las tribus Tupí
- Guaraní de la costa es una de las mejores pruebas de la fecha reciente de su dispersión sobre el
litoral…” (Mètraux, 1947: 7).
Dentro de las crónicas en que se basa Mètraux están las de Rui Díaz de Gusmán quien en 1526
presencia cómo De Souza envía a cuatro portugueses a hacer un viaje de reconocimiento al interior
y logran traer 2.000 guaraníes del Paraguay, que después de muchas aventuras llegan a las
fronteras del Imperio de los Incas. Al retornar a Paraguay (lugar donde fue asesinado Alejo García)
deciden migrar hacia el Oeste. Los que vivían sobre el Paraná remontaron el Pilcomayo; los que
vivían donde luego fue Asunción, remontaron los afluentes derechos del Paraguay y los que
pasaron por San Fernando se asentaron a 20 leguas de la ciudad de San Lorenzo en Santa Cruz de
Bolivia, mientras que otros, se establecieron en las fronteras del Corregimiento de Tarija. Expresa
que "...El itinerario de los Chiriguanos es dudoso. Se sabe solamente que atravesaron las regiones
desérticas del Chaco. Los pueblos de quiénes tomaron la tierra eran Chané en gran parte y por
consiguiente Aro. Los Guarayó o Tatines conquistaron probablemente a los Chané…” (Mètraux,
1947: 17).
Las conclusiones a que arriba Mètraux (1974) en su trabajo, señalan que los originarios dueños de
la costa del Brasil fueron Tapuya. Posteriormente expulsados por los Tupí Guaraní, irrumpieron en
el Litoral en el siglo XV. Es entonces que durante cuatro siglos posteriores a la conquista, se
suceden una serie de migraciones de los Tupí Guaraní que unieron la costa de Brasil con las de
Perú, conectando los dos océanos de Este a Oeste en el territorio Sur Americano. Que estas
migraciones fueron motivadas por escapar de la esclavitud de los portugueses y de los españoles y
también por la creencia de los Tupí-Guaraní de que la Tierra sin Mal, Candiré o Paraíso Terrenal
estaba situada al Oeste en el otro lado del mar.
Kersten (1968) por su parte realiza un pormenorizado detalle de los grupos asentados en la zona de
Chaco y territorios aledaños. Este autor ubica a los Chiriguanos, en la mitad Oeste del Chaco
Boreal, asociándolos lingüísticamente a los Guaraníes, con quiénes compartían el origen Tupí. Al
respecto, asegura que los Chiriguanos, ofrecieron la más temerosa y violenta resistencia, desde la
25
primera invasión por parte de los españoles. Ni los Incas antes ni lo españoles luego pudieron
someterlos y en el siglo XVIII eran la más importante nación del oeste del Chaco.
En relación a los chané, Kersten relata que la extendida familia Nu – Arawak (Arauaco, Maipuré)
migró en forma continua, desde el Mar de las Antillas hasta los Andes bolivianos, con dirección
sudoeste. Mientras que los pueblos Nu del Chaco, cercanos lingüísticamente a los primeros, surgen
bajo los nombres de Chané y Guaná en el siglo XVII (Kersten, 1968).
Carlos Martínez Sarasola (1992) a su vez, cataloga las culturas aborígenes del Chaco dentro de las
cuáles incluye a las culturas de la Selva en dos grupos: los Chanés del tronco lingüístico Arawak y
los Chiriguanos del tronco lingüístico Tupí Guaraní. Sostiene que ambos grupos se desplazaron por
toda Sudamérica y por las islas del Mar Caribe, siendo la familia arawak la que ocupó la mayor parte
del territorio, aunque no lo haya echo en forma continua, variando en su diversidad desde grupos
semisedentarios hasta aldeas con gran concentración demográfica.
Jean Pierre Chaumeil (1997) analiza los datos sobre las formas de duelo en la zona de Amazonia,
diferenciando dos tipos básicos de prácticas funerarias. Una de ellas, intenta borrar la memoria y la
relación con los muertos, la otra pretende mantenerlos presente y continuar venerando a sus seres
queridos ya fallecidos. Esto abarca la compleja gama de rituales funerarios y su significado en
algunas sociedades de las tierras bajas de Sur América, tanto antigua como actual. Surge entonces
la pregunta acerca de la unificación de prácticas funerarias o si por el contrario existe una gama
amplia de rituales asociados al culto y al entierro de los muertos, con la salvedad de tener en cuenta
que existen diferencias aún dentro de un mismo grupo cultural, asociado a cuestiones como la edad,
el sexo, el status social o la forma de la muerte, entre otras.
Al tratamiento funerario dado a los muertos en las tierras bajas, Chaumeil lo clasifica en seis
grupos: Inhumación simple y doble, Incineración, Momificación, Endocanibalismo, entierro en
plataforma o sepultura aérea y una combinación entre ellas. Entre los que practican el entierro en
tierra, existen algunos grupos Tupí, que lo hacen en la vivienda (Chaumeil, 1997).
Referente al entierro en urnas, común entre los Guaraníes, frecuentes en el Chaco y Amazonas
relata que los grupos Chiriguanos del Chaco, tenían la costumbre de enterrar a sus muertos en
vasijas y en el interior de sus viviendas, donde continuaban habitando (Chaumeil, 1997).
La forma de inhumación doble o secundaria en urnas, sería predominante en los grupos de origen
Arawak de las Antillas, Orinoco, Norte y Sur del Amazonas, con variantes de acuerdo a procesos de
contacto cultural con otros grupos o después de la conquista española. Mientras algunos Arawak
26
optaban por repartir los huesos de sus difuntos entre sus familiares, que los guardaban
separadamente uno de otro resto; otros preferían conservarlos en urnas o paquetes, sobre todos los
huesos largos y el cráneo Chaumeil (1997).
Una de las investigaciones más recientes acerca de los Chané las realizan los antropólogos
Slavutsky y Belli quienes trabajan principalmente en las localidades de Tuyunti y Campo Durán. Los
autores investigan la relación asimétrica establecida entre Chané y Chiriguanos desde tiempos
prehispánicos, hasta la situación actual de dichas comunidades, rescatando el punto de vista de los
propios Chané, y los estudios estructurales sobre la sociedad y cultura Chané integrados, en los
procesos generales de la región (Slavutsky y Belli, 2003).
Los trabajos etnográficos realizados por Bossert y Villar (2004b) amplían la perspectiva iniciada por
varios investigadores anteriores, dedicados al estudio de los pueblos Chané, asentados en Campo
Durán y Tuyunti. En investigaciones publicadas conjuntamente, analizan las representaciones
sociales de los Chané en cuanto al simbolismo existente en la confección de máscaras y cerámicas
llevadas a cabo hasta la actualidad, donde se combinan mitos, técnicas, prácticas rituales, valores,
clasificaciones, creencias y tabúes que son significativas.
Rocca y Rossi (2004) por su parte, efectúan un detallado trabajo sobre el estilo de vida de los
Chané de Tuyunti, su cosmovisión y filosofía de vida, el areté y sus máscaras, viviendas, agricultura
del cerco, cocina y herbolaria, instrumentos musicales, arte cerámico, incluyendo sugerencias para
el docente, entre otros temas abordados.
Finalmente, según Benedetti y Carenzo (2007), la comunidad Chané de Campo Durán, ocupa una
extensa región conocida como Umbral al Chaco8 (Trinchero, 2000) integrando los contrafuertes
andinos con orientación Norte-Sur. Al ser zona de transición entre las regiones de Yungas y el
Chaco Occidental posee una gran importancia ya que es una de las áreas de mayor biodiversidad y
complejidad ecológica en nuestro país, con riqueza natural, presente en los valles aluviales aptos
para la agricultura, con bosques de maderas duras y la presencia de yacimientos de gas y petróleo.
8UMBRAL AL CHACO: se extiende entre los paralelos 22 y 28. Comprende buena parte de la porción oriental de la provincia de Salta
(Departamentos de General San Martín, Orán, Anta, General Güemes, Metán, Rosario de la Frontera y Candelaria) y también parte
de las provincias de Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.
27
La información arqueológica con que cuenta el noreste de la provincia de Salta es limitada. En
relación a los trabajos de investigación arqueológica desarrollados, existe una primera etapa
representada por Ambrosetti (1906), Mètraux (1947), Nordenskjöld (2002), Palavecino (1948),
Serrano (1962) y Torres (1921), que intentan caracterizar a las poblaciones que habitaban la zona.
Entre los investigadores que trabajaron con posterioridad, se puede mencionar a Dougherty (1977),
Pagés Larraya (1980), Tomasini (1978) y Ventura (1999).
Respecto al origen, antigüedad y dispersión de los Arawak o Maipuré, los arqueólogos y lingüistas
han propuesto varios modelos para explicarlo. Algunos han sugerido las tierras Altas Andinas o la
zona sur occidental de la Amazonia (Meggers 1965 en Combes 2005; Noble 1965 en Combes 2005
; Steward 1974 en Combes 2005). Mientras tanto, Lathrap (1970) ha considerado al Amazonas
Central y Cuenca del Río Negro, como área importante, para el surgimiento y los procesos de
evolución sociocultural de éstos y otros grupos aborígenes de las Tierras Bajas de Sudamérica. Los
estudiosos acerca de la evolución política de los Arawakos-Maipure los han clasificado como grupos
tanto de selva tropical, de rangos o con jerarquías y de cacicazgos, (en Còmbes, 2005).
Los primeros trabajos arqueológicos publicados sobre la región, corresponden a hallazgos sobre el
Valle del río San Francisco, en su último tramo, 40 km antes de la desembocadura en el Río
Bermejo. A principios del Siglo XX, Nordenskjöld (2002) y Boman (1992) definieron la Cultura
Subandina del Chaco Occidental, la misma que posteriormente Serrano (1966) llamó Cultura San
Francisco y más tarde Dougherty (1977) Complejo Cultural San Francisco. Si bien este sector se
encuentra un poco mas al sur del sitio estudiado y el área es marginal a las tierras del Gran Chaco,
se considera pertinente incluirla puesto que se trata de los registros más antiguos de ocupación, ya
que tiene más de dos mil años de antigüedad; las evidencias arqueológicas de ocupación se
extienden entre el 700 a.C. al 300 d.C.
Del denominado Complejo Cultural San Francisco, se investigaron sus distintas formas de
asentamiento. Unas, ubicadas en lugares próximos a los cauces de los ríos; otras, en elevaciones,
ocupando las faldas de serranías o aquellas fabricadas artificialmente conocidas como montículos.
Combinaron la ocupación de grandes extensiones con otras pequeñas, lo que sugiere que estos
asentamientos pueden haber sido estacionales o estar relacionados a los recursos y las actividades
realizadas por estos grupos según la época del año (Ortiz, 2005).
Vivían en casas pozos, que conservaban la temperatura y no exigían gran esfuerzo para su
construcción realizada con materiales perecederos. Según datos etnográficos antiguos y actuales,
28
este tipo de grupos combinan una economía mixta: extractiva, combinando caza, pesca y
recolección con una productiva: agricultura a pequeña escala (Ortiz, 2005).
Las antiguas sociedades del Noroeste, basaron sus transacciones en espacios amplios, transitados
con sentido Este - Oeste, articulando zonas distantes que incluyeron desde la costa, hasta la puna y
las selvas orientales. Ocuparon puntos importantes en las redes de comunicación, aprovechando
las vertientes y corrientes de los ríos de toda la región, demostrando pruebas de intercambio y
contacto a larga distancia. Dentro de las características mencionadas, se destaca la cerámica con
impresión unguicular, impresión dactilar, incisión y corrugado (Ortiz y Ventura, 2003).
Los primeros trabajos de campo de Serrano, se centraron en el sitio conocido como El Piquete. El
segundo montículo que trabaja es El Infante y luego Las Lomitas, cuya adscripción cronológica
corresponde al período Formativo. Serrano describe dos grupos cerámicos para San Francisco:
Arroyo del Medio y El Infante. De la primera reconoce cuatro tipos: Arroyo del Medio liso; grabado,
polícromo y pintada y grabada. En el segundo reconoce cinco tipos: digito pulgar, unguicular,
acanalado, digitado y alveolar. Serrano caracteriza a las poblaciones que habitaban la zona, entre
otras cosas a partir de su cerámica "...Las formas predominantes son vasos, tronco cónicos o
globulares. De la cerámica lo mas característico son medianas urnas funerarias de párvulos, de
fondo cónicos...” (Serrano 1962: 7). Dentro de este material, se identifican urnas antropomorfas para
entierro de niños con caras modeladas por agregado de arcilla, pipas angulares, torteros para husos
de hilar, cuentas de valvas de moluscos y hachas de piedra pulida (Ortiz y Ventura, 2003).
Un poco más al Sur, en la provincia de Jujuy, departamento de Santa Bárbara, en 1952 Menghin
excava un cementerio denominado El Talar9, cerca de la localidad de Urundel sobre la margen
derecha del río San Francisco. El inventario es muy variado y consta de piezas de cerámica: urnas
con tapa, platos, vasos y plato pato, lítico: piedras de moler pequeñas, percutores; objetos de metal:
campanitas, representaciones de camélidos, colgantes, pendientes, agujas, anillos y brazaletes,
valvas de molusco lacustre: pinzas depilatorias, caracoles marinos, perlas de collar, cuentas y un
disco de malaquita, lapislázuli azules, verdes y de jaspe (rojo). Los resultados de las excavaciones
de Menghin nunca fueron publicadas por este investigador (Ventura, 1999) Posteriormente,
Dougherty (1977) lo ubica como un cementerio de entierro de adultos en urnas de tipo secundario y
lo adscribe a San Francisco.
En Orán, provincia de Salta, en el sitio conocido como Manuel Elordi I, en 1972 se recuperaron
varias vasijas de cerámica. En 1975, y durante la ampliación de la ruta Nacional Nº 34, Schlegel,
29
recuperó otros componentes del mismo sitio, entre los que se encontraban dos vasijas, una
escudilla incisa y con aplicación de pastillaje, un pequeño vaso con asas asimétricas, tres
campanitas de metal, dos cuentas de collar de color azul, dos de color verde y seis dientes
humanos (Ventura 1999). En la década del „90, Ventura, halló en este sitio, cerámica similar a las ya
encontradas anteriormente, junto a piezas de metal como brazaletes, pulseras, anillos, campanitas y
llamitas, aguja y pinza de depilar, colgantes de caracol, cuentas de collar líticas, piedras planas y
guijarros en el contexto, un caracol terrestre, huesos de roedores y un cráneo con cierta
deformación cuyo fechado radiocarbónico arrojó una antigüedad de 1030 ± 120 AP (Ventura, 1999).
Recientemente, Ortiz y Seldes (2007) realizaron un estudio de los restos óseos arqueológicos
humanos hallados en el subárea del Río San Francisco, por aficionados y otros a excavaciones
provenientes de excavaciones realizadas en los sitios: Aguas Negras, Media Luna, Arroyo del
Medio, Fraile Pintado y El Sunchal, todos adscritos al momento Formativo de la región, entre 800
a.C. y 400 d.C. Si bien estos sitios no se encuentran en la zona medular de esta tesis, son cercanas
a la misma, jugando un papel importante los lugares de ocupación y la movilidad de los grupos
generalmente asociados a los cauces de los ríos y sus afluentes.
Para la zona de la ciudad de San Pedro en Jujuy, Echenique y Kulemeyer (2003) publican los
resultados del trabajo sobre el sitio Moralito, también adjudicado a San Francisco con un contexto
compuesto de cerámica de distintos tipos: vasijas funerarias y domésticas, pipas, hachas de piedra
pulida, pulidores y morteros de diferentes dimensiones, manos de moler, huesos humanos, de
animales, punzón, agujas y carbón, incluyendo la existencia de recintos habitacionales, áreas de
combustión y un horno. Los resultados de diez análisis, marcan una antigüedad que oscila entre el
1.710 ± 60 a.P. al 2.050 ± 60 a.P.
En el año 1983, en las cercanías de Tartagal, en lo que se conoce como Km 6 (Departamento San
Martín), en la Misión Asamblea de Dios que nuclea a un grupo étnico Wichí se hallaron vasijas de
cerámica tosca de forma ovoidal con base acuminadas, asas laterales, cuellos cortos y evertidos.
Otras piezas de cerámica, con decoración de elementos serpentiformes con círculos incisos
aplicados con pastillaje sobre el ecuador de la misma, pintadas de rojo. Otra urna de forma ovoide
con cintura por debajo del medio de la pieza, con asas asimétricas, cuello cilíndrico angosto, base
plana circular; cuentas de collar en crisocola y malaquita; pulidor de piedra de forma subrectangular;
un hacha pulida en forma de T y cuentas circulares realizadas en valvas de molusco de los cuáles
30
no hay fechados radiocarbónicos realizados, aunque por el contexto podría corresponder a un
momento mas tardío que San Francisco (Santoni, 1983).
En 1991, el Museo de Antropología de Salta, realizó un rescate en la parte más antigua de la ciudad
de Orán, correspondiendo a parte de un cementerio con entierro de adultos en urna. Recuperaron
cuatro grandes vasijas con restos humanos muy deteriorados y fragmentados, acompañados por
cuentas de collar de turquesa y crisocola, objetos de metal y pequeñas vasijas cerámicas. Las
vasijas grandes o urnas de cerámica tosca tienen forma globular con base acuminada, presentan
banda decorativa digito unguicular o corrugado sobre la parte superior del cuello y dos asas
perpendiculares aplicadas con técnica de pastillaje, desde el borde que se bifurcan en tres bandas,
semejantes a las encontradas en Complejo San Francisco y publicadas por Nordenskjöld (2002). Se
recuperaron unos fragmentos de costilla muy pequeños; dos piezas de cerámica roja pulida de
buena calidad: una jarra y un plato que cubría el cráneo, doscientas cuentas de collar realizadas
sobre distintos materiales: hueso, concha, turquesa y posiblemente sodalita, debido a las distintas
tonalidades verdosas y azuladas. A pesar de no haberle realizado los fechados, se estima
contemporáneo al sitio Asamblea de Dios (Santoni, 1991).
Sitio 1: S 24º 44‟ 35.5” W 65º 02‟ 59.3” y a 754 msnm, en las cercanías de la Central.
Sitio 2: S 24º 44‟ 27.7” W 65‟ 00-53.7” y a 792 msnm, en Finca San Martín Torzalito a 3 km
de la Central Termoeléctrica Salta
Sitio 3: S 24º 44‟ 28.8” W 65º 00‟ 54.1” 777 msnm, en la margen izquierda arroyo Torzalito a
5 km de la Central Termoeléctrica Salta.
Estos hallazgos: arrojaron como resultado material cerámico asociado a grupos agroalfareros del
Período Temprano del Noroeste, Tradición San Francisco y Vaquerías (Soria et al., 2002).
10VALLE DE SIANCAS: está recorrido por el Río Mojotoro, el cual abarca una superficie de 800 km ingresando a este valle tectónico
en sentido E – O que lo comunica con el Valle de Lerma.
31
III b.4) Río Bermejo – Banda Sur
Recorrieron Bolivia un gran número de científicos y expedicionarios que realizaron diversos estudios
sobre el pasado andino, incluyendo los arqueológicos. Dentro de esta etapa exploratoria, se recopiló
información y los materiales obtenidos en las mismas, fueron enviados a los países de orígenes de
los investigadores entre los cuales podemos nombrar a Bandelier, D´Orbigny, Nordenskjöld, Squier
y Wiener (en Rivera Casanovas y Strecker, 2005).
Se considera importante la periodización que realizaron Rivera Casanovas y Strecker (2005: 15)
para el Período Intermedio Tardío y/o Desarrollos Regionales Tardíos ubicado entre 800/1000 –
1430 d.C en el Sur de Bolivia cuando relatan “… Más al sur, a fines de este período se dan las
incursiones guaraníes que atacarán y conquistarán a poblaciones chané asentadas en el Chaco
boliviano y el piedemonte, creando rupturas en las antiguas relaciones con los valles interandinos y
estableciendo una nueva dinámica de interacción…”.
También Alconini (2002) describe que en la frontera oriental, se establecieron una serie de
fortificaciones y enclaves para defenderse de los grupos provenientes de las tierras bajas, sobre
todo de aquellos llamados Chiriguanos.
Los antecedentes sobre los valles bajos para el periodo hispano indígena son escasos, similares a
la información histórica y etnográfica, de las cuáles se deduce que la zona era algo despoblada al
momento del arribo de los españoles, continuando hasta la época colonial del mismo modo
(Saignès 1986). Esto implicó la hipótesis de algunos investigadores de que esta región constituyó
una especie de corredor, donde se generaba una continua movilización a través del tiempo. A partir
de un trabajo general de reconocimiento arqueológico en el valle, y de excavaciones Rivera
Casanovas y Strecker (2005) encontraron evidencias de una fuerte ocupación prehispánica, que
contrastaba con la información etnohistórica e histórica conocida.
32
Rivera Casanovas y Strecker (2005) relacionan la cerámica de las tierras bajas de la Amazonia con
el Chaco, dentro de las cuales, se destacan: la granulometría de la pasta que es gruesa e irregular >
a 1mm, con inclusiones de antiplástico; su cocción variable, predominantemente gris debido al
grosor de 1 a 2,5 cm, con color naranja o gris en superficie externa; las formas de grandes
dimensiones globulares o semiglobulares; su decoración realizadas con impresiones de mazorca de
maíz o con incisiones en zig-zag o punteados; esta decoración es efectuada en los bordes formando
una banda o está ubicada en una zona determinada por debajo de los bordes (Alconini, 2004).
Los trabajos arqueológicos realizados en el año 2006, en los montículos o lomas cercanas al pueblo
de Casarabe, en Beni, aportan nuevos datos sobre los grupos que habitaron esa zona y su cultura.
Los trabajos de Erickson permitieron conocer aún más sobre las poblaciones que ocuparon la zona
proponiendo que la diversidad cultural es una de las características de la zona (Erickson, 1980).
En relación a la identidad de los grupos que habitaron estos llanos y construyeron las lomas o
montículos, Erickson opina: “… La distribución histórica de los hablantes Arawak, tiene muchas
coincidencias con las culturas de las lomas arqueológicas. Estudios más recientes demuestran que
la distribución de lomas y camellones prehispánicos también tiene elementos en común con grupos
que no son Arawak, como los Pano, Tupi- Guaraní y grupos sin clasificación…” (Erickson, 1980:
215).
En la zona aledaña a Santa Cruz de la Sierra, existen varios sitios detectados como pertenecientes
a la cultura Chané. El aficionado Moreno Giust, se ha dedicado durante los últimos años, a rescatar
su cultura material en el norte de Santa Cruz. Uno de los sitios es Okinawa, donde se desenterraron
33
dos cuerpos y nueve vasijas en una hacienda, en un lugar llamado Las Alturas. Encontraron dos
entierros, uno directo y otro con urna. Según el arqueólogo boliviano Claure, este sitio constituye un
asentamiento de rasgos Chané, con influencia guaraní. Numerosas piezas sin decoración presentan
huesos con signos de haber sido cortados. Los nuevos hallazgos generaron una prospección en un
área de 253 km² registrándose 113 sitios arqueológicos, con recolecciones sistemáticas en la
mayoría de los sitios y pozos de sondeo en algunos de ellos para poder refinar la cronología local
(Diario Bolivia Hoy, 24/05/2003).
En Okinawa, Claure, logró establecer una cronología para la Cultura Chané por medio de sus
utensilios cerámicos y teniendo en cuenta el fechado por datación radiocarbónica y la
termoluminiscencia, consideró probable que pudieran pertenecer al primer período de asentamiento
de los Chané, fechado alrededor del año 100 a.C. Al revisar las otras piezas, cada una de ellas
parece corresponder a períodos distintos, abarcando un período de ocupación de casi 600 años, de
las cuáles, la más reciente podría estar ubicada alrededor del año 500 d.C. incluyendo decoración
sencilla en las cerámica (Diario Bolivia Hoy, 24/05/2003).
En el marco del Proyecto de Manejo Forestal Sostenible BOLFOR, se realizaron trabajos que dieron
como resultado el hallazgo de materiales arqueológicos en las tierras bajas de Bolivia y que
evidencian la presencia de antiguas poblaciones en lugares que hasta ahora se creían desiertas de
yacimientos como el hallado en la concesión forestal de La Chonta al Norte de Santa Cruz de la
Sierra en Bolivia (La Chonta, 2003).
El diagnóstico preliminar, arrojó la existencia de once sitios arqueológicos, con similitudes en cuanto
al tipo de entierros ya que poseen rasgos culturales con particularidades propias de la región
amazónica y chaqueña. Este patrón de entierros debajo de la superficie de sus viviendas, es una
práctica común asociada a ciertos contextos Guaraníes, pero también de tradición Arawak. También
se halló, cerámica con decoración incisa y decoración ungulada, presuntamente de filiación guaraní
y con incisiones en bandas horizontales sobre el cuello de la vasija, junto a un cuenco con
decoración incisa e impronta de tejido en su cara exterior, que tiene el borde reforzado con
incisiones realizadas con las uñas, de filiación no determinada (La Chonta, 2003).
La Chonta posee una gran cantidad de sitios de los cuales se conocen alrededor de 11 que
contienen materiales cerámicos como tinajas de forma globular, con pasta compacta con inclusiones
de arena y cuarzo molido, cocción parcialmente oxidada, acabado de superficie alisado tosco y sin
engobe o decoración, con restos de material óseo en su interior. Se dataron dos muestras de
34
carbón: la primera datación, se sitúa alrededor del 1450 d.C. mientras que la segunda, se ubica en
el 1580 d.C. (La Chonta, 2003).
Figura 7 – Mapa satelital con sitios de Bolivia – Google Earth – Enero 2010
35
CAPITULO IV – PLANTEO DEL PROBLEMA
Por medio de nuestro diálogo con el “otro” acerca del éxito o el fracaso de estas fusiones, aprenderemos
sobre nosotros mismos, de manera que el pasado llegará a contribuir al presente. …” (Hodder, 1988: 163)
IV a) HISTORIZANDO LA ARQUEOLOGÍA
La curiosidad por nuestros orígenes ha sido motivo de profundos interrogantes y desde tiempos
remotos se utilizó la observación de los restos materiales para realizar distintos tipos de
interpretaciones. Uno de los enigmas más frecuentes sobre las poblaciones prehispánicas en
nuestro país, es el referido a la forma de vida que tuvieron los grupos humanos que habitaron la
región del Noreste de la provincia de Salta.
Realizando un viaje a través del trabajo arqueológico, se puede observar que no existió un
desarrollo parejo de la arqueología en Sudamérica. No estuvieron ausentes, factores académicos y
económicos influidos por las ideologías del momento, y cada país adoptó una posición distinta,
respecto al lugar que le adjudicaba a las culturas precolombinas, o al estudio de las mismas
(González, 1980).
Los primeros en interesarse por el pasado prehispánico, fueron los cronistas, los jesuitas y los
exploradores de finales del siglo XVIII, quienes a través del estudio de sus ruinas y la observación
de las costumbres aborígenes, intentaron aproximarse a la historia indígena. En concordancia con
ello, durante el siglo XIX, se acentuaron los estudios de las sociedades prehispánicas, coincidiendo
con la expansión europea y su búsqueda de objetos de todo el mundo a efectos de describir las
diferentes culturas y atesorar sus bienes materiales en los museos (Langebaek, 2005).
Mientras en Europa el evolucionismo perdía vigencia, el interés por las realidades de los grupos
aborígenes aumentaba acompañando el avance del colonialismo y una nueva perspectiva no se
hizo esperar. La respuesta histórico-cultural prosperó en Argentina con el arribo de Rivet o Mètraux,
36
exponentes de esta corriente de pensamiento arqueológico y antropológico (Trigger, 1992).
Imbelloni acercó la Escuela Histórico Cultural de Viena a nuestro país, junto a Menghin, efectuando
clasificaciones en grupos o razas a lo largo de América (Madrazzo, 1985). La arqueología histórico
cultural, definía la cultura a partir de restos materiales que se encontraban asociados, proponiendo
que el cambio social era impulsado por migraciones o difusión, esto es, por influencia de una cultura
sobre otra (Trigger, 1992: 276).
La arqueología dio un vuelco a partir de la década de los „60 a partir de los trabajos de Binford. Esta
corriente denominada Nueva Arqueología o Arqueología Procesualista, surge como una respuesta a
la arqueología convencional, poniendo énfasis en la noción de proceso. Partiendo de la explicación
de los sucesos, pero teniendo en cuenta los procesos que les dieron origen a los mismos, la Nueva
Arqueología se preguntaba no solamente qué había sucedido en las sociedades prehistóricas, sino
por qué había ocurrido de esa manera, intentando buscar no sólo particularidades, sino descubrir
generalidades, acercando la investigación a la teoría e incorporando la Teoría General de Sistemas
a sus trabajos (Fernández Martínez, 2000). La cultura se concebía como medio extra somático de
adaptación y los cambios se interpretaban como respuestas adaptativas a alteraciones ocurridas en
el medio ambiente (presiones externas) o por crecimiento poblacional (presiones internas) (Trigger,
1992).
Autores como Hodder defienden los procedimientos que permitan reforzar las analogías y plantea
que: “… la analogía con el presente es, evidentemente, importante porque amplía y estimula la
imaginación histórica, lo que no significa que la interpretación del pasado tenga que quedar
atrapada dentro del presente…” (Hodder, 1988: 111).
37
Los cambios introducidos por Hodder (1988), plasmaron una forma distinta de interpretar el pasado.
La explicación o interpretación del registro arqueológico podía estar basado en procesos diferentes
denominados problema de equifinalidad11. Al indagar las formas de contacto o de intercambio,
reflejados en el registro arqueológico, se observaba que debían cotejarse las trazas del pasado con
los procesos que tienen lugar en el presente.
La arqueología denominada interpretativa, con las estrategias llamadas por Maxwell (1996) de
contextualización, intentó romper con la organización de categorías analíticas cuantificativas,
incluyendo la comprensión del contexto, y por medio de diversos métodos, la identificación de la
relación establecida entre los distintos elementos que permita realizar una reconstrucción de sentido
(Shanks y Hodder, 1995).
11 EQUIFINALIDAD: del latín aequi: igual Es una cualidad esencial de la sistémica. Se entiende la propiedad de conseguir por
caminos muy diferentes, determinados objetivos, con independencia de las condiciones individuales que posea el sistema. Aunque
varíen determinadas condiciones del sistema, los objetivos deben ser igualmente logrados.
38
IV b) AMPLIANDO LA MIRADA
Estudiar la región a nivel arqueológico, implica estudiar las poblaciones que la habitaron, ampliando
la mirada en tiempo y espacio, a pesar de que existe una sumatoria de factores que limitan esta
posibilidad: la escasez de trabajos científicos, los cambios climáticos, la cobertura vegetal que
determina una escasa o nula visibilidad de sitios con materiales arqueológicos, a los que hay
agregar una elevada alteración antrópica, ocasionada por actividades de distinta índole como son la
explotación agrícola, la extracción de petróleo o sus derivados, que hacen que las evidencias que
interesan, sufran un alto grado de modificaciones. Por otro lado, muchos de los sitios registrados y
los materiales recuperados provienen de hallazgos casuales, sobre los cuales se debieron realizar
tareas de rescate, a veces, sin poder obtener mucha información. Estos y otros problemas, hacen
que no sólo sean muy pocos los investigadores que trabajaron en el área, sino que la mayoría lo
hace en espacios aledaños al que se presenta en este trabajo; en síntesis, debido a los factores
señalados, entre otros, no se cuenta con una detallada cronología. En este sentido, se consideró
necesario incorporar una breve reseña de la ocupación de la región desde tiempos prehispánicos.
Debido a que se desconocen referencias cronológicas específicas del área, se utilizaron los textos
de González (1964) Nuñez Regueiro y Tartusi (1972) y una reseña facilitada por el Museo de
Antropología de Salta12, que da cuenta de los diferentes momentos de ocupación de las regiones
cercanas (Figura 11).
39
Provincia deSalta
Ministerio de Turismo y Cultu
Secretaria de Cultura
Dirección General de Patrimonio C
Museo de Antropología de Sa
Hoy se tienen límites cronológicos provisorios y relativos. Cien años de investigación aportaron
solamente 18 fechados de cronología absoluta, con un cuerpo de información fundamental para el
conocimiento de las tierras bajas sudamericanas pero aún así, no suficientes para dilucidar su
historia ocupacional, por lo que se concuerda con Ortiz cuando afirma que existen serias
deficiencias en el registro arqueológico que se ven reflejadas en la falta de secuencias locales
completas, las pocas o escasas dataciones absolutas realizadas, la ausencia de estudios paleo
ambientales y en la carencia de registros sistemáticos sobre la estructura formal, cuantitativas y
distribucional del paisaje arqueológico (Ortiz y Ventura, 2003).
Los cambios poblacionales producidos en la región de las yungas desde tiempos precolombinos,
permiten analizar los procesos de migración y las relaciones sociales establecidas entre los distintos
grupos asentados en el área, conformando un mosaico heterogéneo que articulaba los valles y
zonas bajas con otras regiones como los Andes y la selva (Arenas, 2002/2003; Blom y Janusek,
2002; Bossert, 2005; Braunstein et al., 2002; Calandra et al., 2005; Méndez et al., 2000; Pérez
Bugallo, 2001; Salceda y Calandra, 2003; Ventura, 1999) Nos referimos en este caso a “…la
influencia de las tradiciones arawak, andina y tupí guaraní, tres culturas sudamericanas que
40
históricamente y por diversas circunstancias convivieron en una región de por sí multiétnica, como
es el Sur de Bolivia, actual norte de Argentina y Sudoeste de Paraguay, donde desde hace siglos
viven los chané-chiriguano…” (Rocca y Rossi, 2004: 16).
Una serie de conflictos étnicos entre las poblaciones mojeñas, chanés y guaraníes, surgieron a
partir de luchas por el territorio, por los recursos o por aumento demográfico (Còmbes, 2005). Entre
las principales características citada por Martínez Sarasola para el siglo XVI, se puede mencionar el
dinámico proceso de continuos desplazamientos y migraciones de las comunidades aborígenes y la
llegada de grupos provenientes de otros territorios, lo que le otorgó una nueva heterogeneidad al
área y transformó su panorama cultural, como en el caso de los Chiriguanos y Chanés asentados en
el Chaco, a los que se les introdujo, algunos principios como la agricultura y la noción del tiempo,
irradiando estas prácticas desde estos núcleos hacia los pobladores originarios (Martínez Sarasola,
1992).
Para Hirsch (2004) los Chiriguanos como los conocemos en la actualidad, son descendientes de
pueblos con una larga historia de migraciones y mestizaje. Numerosos autores tales como Còmbes,
Métraux, Nordenskiold y Susnik, describieron las migraciones de miles de guaraníes desde el actual
territorio de Brasil al Paraguay y luego a Bolivia. Las razones de las migraciones serían múltiples:
religiosas, políticas, materiales y ecológicas.
Métraux (1974) atribuye las migraciones a la necesidad de encontrar objetos de metal conocidos a
través del trueque con grupos del piedemonte andino, ya que los guaraníes de Brasil recibían por
intermedio de los Chané, un grupo perteneciente a la familia lingüística arawak, objetos de metal del
Imperio Inca. Esto motivó a los GuaranIes a cruzar el desértico Chaco y realizar expediciones en
busca de estos objetos. Sin embargo, Métraux concuerda con los autores que atribuyen las
migraciones al móvil religioso y que estas migraciones también obedecían a la búsqueda de la
Tierra sin Mal13.
13 TIERRA SIN MAL: Los guaraníes necesitaban encontrar la Tierra Sin Mal, que no es un lugar físico ya que puede encontrarse sin
morir. Es un estado de un individuo o un grupo, que se obtiene a través de la acumulación de energía llamado agujé y cuando uno
llega a él, el daño o lo malo no lo alcanza, pudiendo desaparecer o permanecer en este mundo La búsqueda del agujé para llegar a la
Tierra Sin Mal, guiaba y aún guía la vida de los guaraníes mediante muchos caminos para lograrlo y uno de ellos es arrebatárselo a
quien ya lo tiene.
14 KARAI: Señor o amo. En el siglo XVI, a la llegada de los europeos al área cultural guaranítica, la palabra karaí tenía por significado
a aquel sujeto al cual se le suponían grandes poderes mágicos; tal tipo de sujeto era generalmente venerado. Al detentar el poder los
conquistadores la palabra se resignificó y prácticamente pasó a significar Don o Señor, aunque se mantuvo cierta aura de magia en
torno a los sujetos así titulados.
41
consenso, la sociedad se disuelve y por lo tanto debe migrar. También se sabe por las fuentes, que
existió contacto interétnico en la región de yungas a partir del siglo XV, y se fue imponiendo una
relación desigual por la dominación de Chiriguanos hacia los Chané y que la mutua aculturación
influyó decisivamente en ambos grupos, lo cual permitió la incorporación de rasgos culturales que
se plasmaron en su lenguaje, en el uso del espacio, en el sistema de creencias y en su visión del
mundo (Hirsch, 2004).
Alconini, propone evaluar si la tradición Estampada e Incisa de Bordes Doblados, puede estar
relacionada a los grupos Arawak prehistóricos que ocuparon las tierras bajas y de las vertientes
Amazónica, citando autores que sostienen la alta complejidad que poseían las sociedades Arawak
incluyendo el conocimiento y manejo de una agricultura intensiva. Estas sociedades que tuvieron
gran influencia en las entidades políticas de las poblaciones que ocupaban los valles interandinos,
establecieron redes de comercio e intercambio antes de la llegada de los Incas y de los Chiriguanos
(siglo XV y XVI). Pero estas redes sociales establecidas por los Arawak con otros pueblos, fueron
interrumpidas a partir de las fronteras políticas, económicas, de intercambio y aculturación
establecidas entre el Amazonas, los Andes y las zonas bajas intermedias a partir del siglo XVI
(Alconini, 2002).
No se sabe a ciencia cierta la época en que arribaron los grupos Tupí-Guaraní a este territorio.
Autores como Magrasi (1981) y Saignés (1986) plantean que se asentaron en los siglos XIV y XV
oleadas de Guaraníes cazadores-recolectores y pescadores provenientes de la Amazonia sobre los
bordes orientales de la cordillera, que conformaron distintas relaciones de alianza, dominación y
conflicto con el Estado Inca, con grupos Chané (de origen Arawak) y producto de la resistencia a la
conquista española El enorme espacio sin ocupar de zonas fronterizas, donde Santa Cruz y Tarija,
se erigían desde la conquista como fronteras Chiriguanas, influyeron también en la concentración
demográfica y la ocupación de esta región de nuestro país. A pesar de la escasa población y de la
presencia misional de los franciscanos, junto a las incursiones militares, las serranías Chiriguanas
se mantuvieron aisladas hasta épocas más recientes en (Còmbes, 2005).
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, se realizó un gran movimiento migratorio de ambos
grupos: Chiriguanos y Chanés. Ocuparon la zona este de la provincia de Salta, realizando labores
agrícolas que les permitían alternar el cultivo del maíz con inclusiones laborales temporales en los
ingenios azucareros de las provincias de Salta y Jujuy. Posteriormente, a partir de resoluciones
surgidas en 1925, como producto del conflicto entre Bolivia y Argentina, estos Chanés perdieron sus
tierras y los territorios ocupados en la zona (Slavutsky y Belli, 2003).
42
Los padres franciscanos establecidos en Tartagal, con posterioridad a la guerra entre Bolivia y
Paraguay de 1932, comenzaran a fundar misiones hacia ambos lados de la ruta nacional Nº 34, con
lo cual se inició un proceso similar al de las antiguas reducciones, pero que incluyó nuevas
estrategias al fundarse escuelas, centros de salud y parroquias, organizando espacialmente los
territorios que pasarían luego a mano de comunidades actuales, como es el caso de Yacuy y
Caraparí entre otras (Lombardo, 2006).
Pérez Bugallo (2001) analiza, a partir de su contacto y el exhaustivo trabajo de campo realizado con
ambos grupos, la diferencia existente entre Chiriguanos y Chané, destacando que a pesar de la
similitud de ciertas pautas culturales, perviven características propias de cada etnia arraigadas muy
profundamente en su identidad y su visión del mundo, que no han logrado modificarse a pesar del
tiempo transcurrido y de la relación establecida a partir del contacto y la dominación de un grupo
sobre otro.
Desde esta tesis se propone, entre otras cosas, analizar las urnas recuperadas en el rescate de
Campo Durán, incorporando el estudio del contexto en el cual fueron halladas, la relación de estos
objetos con estos grupos, así como los relatos orales de los actuales pobladores de esta
comunidad.
IV d) EL CONTEXTO
Se considera necesario tener en cuenta no solamente el nivel en el cuál se encontraron las urnas, la
situación en cuanto a su posición y la asociación con otros elementos hallados en el mismo nivel
(Renfrew y Bahn, 1993), sino la carga de significados ligadas a los condicionantes sociales o
ideológicos que determinaron la forma en que fue depositado, junto a todas las prácticas culturales
asociadas a ese ritual, que pueden ser descifradas e interpretadas más allá de los objetos en sí
mismos.
A su vez, al estudiar los procesos culturales de un espacio delimitado, es necesario incorporar a los
estudios los conceptos de territorio e identidad cultural, sobre todo en el caso de los grupos
Chiriguanos y Chanés donde los límites se superponen o resultan difusos (Mulvany, 1998). Las
similitudes o diferencias culturales han sido tomados como marcadores del punto de interacción
entre dos o más culturas, pero tal como propone Barth (1976) estas diferencias no se sustentan en
la ausencia de esta interacción, sino que se construye sobre la misma, donde por un proceso
dinámico, los integrantes de cada sociedad se valen de elementos culturales para aceptar o negar
las diferencias y de donde se deduce que no siempre identidad coincide con territorio (Mulvany,
1998).
43
En este sentido Chiriguanos y Chanés tienen una larga trayectoria de migración y de contacto
cultural, con una característica que los identifica que es la gran dinámica social y de movilidad que
estuvo presente desde el siglo XV hasta principios del siglo XX, por lo cual se considera necesario
no limitarse en el análisis solamente a Campo Durán, sino extender la mirada hacia la región de las
yungas, donde existen evidencias de una ocupación territorial similar.
Coincidiendo con Grimson “… la gente se traslada y migra desde diferentes lugares del mundo
hacia distintas zonas y rearma en sus nuevos destinos sus vidas y sus significados culturales; por lo
tanto símbolos, valores o prácticas no pueden ser asociados de modo simplista a un territorio
determinado…” (Grimson, 2002: 40).
Además del análisis contextual, se considera necesario realizar un abordaje de la apropiación del
espacio y de su construcción social y simbólica, para lo cual se definirán los conceptos asociados a
este término.
IV e) ESPACIO
El espacio no es sólo un escenario para la acción social, no es una simple escenografía por la cual
las sociedades se desplazan extrayendo recursos y ocupando sus rincones para vivir (Troncoso,
1999). Este lugar que un grupo humano habita, además de ser una "…entidad física ya dada,
estática y mera ecología, es también una construcción social imaginaria, en movimiento continuo y
enraizada en la cultura…" (Criado Boado, 1991: 5).
Trabajar con las prácticas identitarias que incluyen la aproximación a los límites que definen al
grupo, permite describir diferencias culturales en espacios comunes, creando un vínculo entre la
identidad y el lugar. A partir del postcolonialismo, se distinguen e insertan esos grupos culturales
previos a la conquista, acentuando los conflictos establecidos entre espacio y cultura. Al observar
los procesos por los que un espacio adquiere una identidad distintiva como lugar, definiendo a la
comunidad como un espacio físicamente delimitado junto a grupos de interacción, se puede
comprender que la identidad de un lugar, surge por medio de la articulación de su participación
específica en un sistema de espacios jerárquicamente organizados con su construcción social,
como comunidad (Gupta y Ferguson, 1992)
Los grupos que ocuparon el territorio de lo que hoy en día es Campo Durán, establecieron y
aplicaron, junto a estrategias de supervivencia, su propia construcción simbólica y social del espacio
y del paisaje. Este modo particular de ocupar y modificar el paisaje está presente en muchos rasgos
visibles de Campo Durán: la distribución del espacio en sus viviendas y la forma de construirlas, del
44
espacio entre ellas y el terreno circundante a las mismas (generalmente ocupado por huertas para
autoconsumo) la ocupación de las casas no solamente con familia nuclear, sino a veces con familia
extensa, los lugares en común para actividades específicas que realizan colectivamente (comida,
cerámica) e incluso en los espacios de entierro adentro de las casas que luego se modificaron a
partir de la llegada de los sacerdotes, adaptándose e un nuevo espacio en común: el cementerio .
Por consiguiente, cuando se hace referencia al proceso histórico y social de los pueblos originarios,
previo a la conquista española, es necesario pensar en el espacio a partir de los relatos de la gente
que habita actualmente Campo Durán, El Algarrobal y Tuyunti y de que forma fueron construyendo
su identidad, asociada al espacio territorial y social que ocupan.
Para poder comprender la dinámica de los grupos étnicos residentes en la zona, debemos conocer
primero las características que según Barth, los definen como tales (Barth 1976):
Al respecto, Rocca y Rossi (2004) transcriben sobre los chané, el mito de la creación relatado por
los propios habitantes de la comunidad de Tuyunti.
En una zona como esta donde conviven y convivieron interactuando varios grupos étnicos. ¿Cómo
se puede definir entonces cuáles son las características primordiales para la adscripción a una
determinada categoría étnica?
45
“…Las identidades siempre son relacionales. No puede haber un “nosotros” si no se define al mismo
tiempo un “ellos” Las identidades siempre implican relaciones de poder, establecimiento de
jerarquías. A través de esos contrastes y esas jerarquías las identidades sustancializadas imaginan
fronteras fijas y delimitadas que separan mundos homogéneos a su interior…” (Grimson, 2002: 39).
Las distinciones étnicas no dependen de una ausencia de movilidad, contacto o información, sino
que implican procesos sociales de exclusión e incorporación por los cuales son conservadas
categorías discretas a pesar de los cambios de participación y afiliación en el curso de las historias
individuales. Estas diferencias étnicas tampoco dependen de una ausencia de interacción y
aceptación sociales, por el contrario, generalmente son el fundamento mismo sobre el cual están
construidos los sistemas sociales que las contienen. En un sistema social semejante, la interacción
no conduce a su liquidación como consecuencia del cambio y la aculturación; las diferencias
culturales pueden persistir a pesar del contacto interétnico y de la interdependencia (Barth, 1976).
Se cae en el error a veces, de considerar a los Chané y a los grupos Chiriguanos como si fueran el
mismo grupo, conformado por dos identidades iguales, dejando de lado los procesos históricos
locales y las características étnicas que siguen estando presentes, a pesar de compartir una lengua.
Y aún cuando gran parte de los Chané fueron dominados y absorbidos por los Chiriguanos en la
época colonial, quedan varios grupos Chané que estando guaranizados, se conformaron como
núcleos independientes lingüísticamente y que continúan llamándose a si mismos Chané (Còmbes
2005), sin mencionar que simultáneamente también hubo una arawakanización de los guaraníes
(Còmbes, 2005).
En coincidencia con lo postulado por Slavutsky y Belli, se plantean dos posturas analíticas: los que
consideran a los Chané contenidos en el llamado Complejo Chiriguano – Chané como grupos que
fueron hibridados artificialmente o, los que luego de reconocer la gran influencia del pueblo
Chiriguano, producto del largo contacto cultural y las relaciones establecidas entre ambos grupos,
los advierten con rasgos que perduran a través del tiempo (Slavutsky y Belli 2003).
46
un proceso de aculturación proyectando metodológicamente erróneo los datos pertenecientes a un
tiempo y un espacio específicos hacia el pasado o hacia el presente sus conclusiones. Actualmente
una nueva perspectiva aborda esta problemática con autores como Slavutsky y Belli (2003), Santos
Granero (2002) y Pérez Bugallo (2001) que consideran que a pesar del tiempo transcurrido, el
contacto cultural y la mutua aculturación, la esencia de la identidad Chané, permanece intacta, no
En esta tesis se intenta realizar una aproximación cronológica y una adscripción cultural de las
urnas encontradas en el rescate y su contenido, interpretando la relación establecida entre estos
dos grupos a través del tiempo, estudiando los cambios y permanencias en las prácticas culturales
que tuvieron los chanés, su movilidad, la forma en que se instalaron, vinculando y conectando toda
un área de nuestro Noroeste y el proceso de apropiación y uso de un pasado chané, como algo
fundamental para la construcción de su identidad social. Por ello está basada en tres ejes
principales: las urnas encontradas en el rescate realizado de Campo Durán, la revisión de fuentes
históricas, etnográficas y arqueológicas y la incorporación de la historia oral de las comunidades
estudiadas.
IV g) OBJETIVOS
IV g. 1) Objetivo General
Realizar aportes al conocimiento de la arqueología de Campo Durán, a partir del estudio de los
restos materiales y óseos humanos obtenidos en el rescate, la adscripción cultural y cronológica de
los mismos.
47
Efectuar el análisis y caracterización del contexto arqueológico local, poniendo particular énfasis
en los restos cerámicos, textiles y el material óseo humano.
Articular los datos obtenidos de la presente investigación con otros recuperados previamente en
la zona común al sector de Yungas, a fin de establecer aspectos similares y distintivos de los
distintos grupos que ocuparon la región.
Indagar acerca de las prácticas culturales de estos grupos y su continuidad hasta tiempos
actuales.
Dilucidar la dinámica interétnica en la construcción e identidad de los grupos Chiriguano y
Chané, combinando el registro arqueológico con las fuentes etnográficas e históricas del sitio
estudiado.
IV. h) HIPÓTESIS
Primera Hipótesis
Segunda Hipótesis
A pesar del proceso de aculturación entre los grupos chiriguano – chané, estos
últimos conservaron algunas prácticas rituales y funerarias.
Tercera Hipótesis
48
CAPITULO V - MATERIALES
En este capítulo se describen los distintos materiales que componen la muestra. Los mismos,
corresponden al rescate arqueológico efectuado en el sitio SSalSanMar1 de la localidad de Campo
Durán, realizado por el Museo de Antropología de Salta en el año 2004. A pesar de no haber estado
presente en el rescate, se tomaron los datos procedentes de la libreta de campo realizada por el
personal del Museo que participó en dicho rescate, a los que se agregó información aportada por la
Empresa Refinor, como parte de la información preliminar con que se contaba para comenzar a
realizar el análisis.
Se trata de una muestra compuesta por materiales cerámicos, restos óseos humanos y textiles. Si
bien es una muestra reducida, la información que surge de su análisis se considera un aporte al
conocimiento de la arqueología de esta región, poco conocida hasta ahora.
Durante el mes de Septiembre del año 2004, la Refinería de Campo Durán, encaró obras para la
instalación de un desagüe pluvial, sobre los laterales de su Planta. Con este motivo, inició la
excavación de una canaleta para la instalación de una cañería y la construcción de una cisterna. Al
proceder con las excavaciones de la zanja se hallaron piezas de cerámica sobre esta línea de
trazado (Figuras 8 y 9).
A partir de ello, personal de la empresa Refinor se puso en contacto con el Museo de Antropología
de Salta para denunciar el hallazgo y plantear la necesidad urgente de realizar un trabajo de
49
Arqueología de Rescate15. La empresa contribuyó con personal para la apertura de pozos (Figuras
10 y 11).
Figura 10 y 11 – Fotos del hallazgo con personal MAS (izq.) y de Refinor (der.) - MAS
El lugar del hallazgo está ubicado a 528 msnm y sus coordenadas geográficas son: S 22º 12‟ 17.0”
– O 63º 39‟ 35.3”; se encuentra localizado entre el Río Ityiyuro y la Refinería, sobre un camino
lateral (Figura 18). En primera instancia se trabajó sobre la excavación de la canaleta de 0,70 m de
ancho efectuada por los operarios de la empresa donde aparecían los restos cerámicos, en sentido
N - S paralela al alambrado que rodea la refinería, delimitando y ampliando la excavación original,
planteando cuadrículas de dimensiones operativas para el rescate, cuyas medidas están descriptas
abajo.
El lugar había sufrido el impacto ocasionado por el trabajo previo como las alteraciones producidas
por las maniobras en la construcción de las zanjas y canaletas por los empleados de Refinor, que
removieron el lugar en el momento en que estaban trabajando los operarios y encontraron la urna.
Asimismo, las técnicas de excavación y recuperación del material se ajustaron de acuerdo a dos
factores principales: el tiempo disponible para realizar el rescate y las características climáticas del
lugar. Se intentó atenuar estas consecuencias realizando una excavación adecuada a las
circunstancias del suelo, clima y tiempo disponible, bajando hasta los niveles necesarios. La
extracción de las piezas y el interior de las mismas, no se complementaron con el zarandeo del
sedimento en el lugar, sino que se acondicionaron para su traslado a la ciudad de Salta y su
posterior análisis en el laboratorio (Figura 12, 13 y 14).
15 RESCATE CAMPO DURAN: En el mismo, participaron la Lic. Mirta Santoni y los pasantes David Guzmán y Carlos Calzadilla
50
Figura 12 – Mapa satelital hallazgo en Destilería de Campo Durán – gentileza Refinor
51
Figura 14 – Plano lugar del hallazgo urnas – gentileza Refinor
52
Figura 15 – Fotos de la Cuadrícula Nº 1 con las urnas - MAS
V a.1) Cuadrícula Nº 1
En la zanja planteada por Refinor en sentido Norte – Sur y paralela al cerco perimetral de la
refinería, apareció la parte superior de una pieza cerámica sobre el sector Norte, por lo cual se
amplió la zanja. Las dimensiones finales fueron: en sus paredes Norte y Sur de 1,67 m. y en sus
paredes Este y Oeste (paralelas a la canaleta de Refinor) de 2,20 m. procediendo a bajar con
niveles artificiales de 10 cm.
Como producto de la ampliación del pozo y a 0,74 m. de distancia hacia el lado suroeste, apareció
una nueva pieza cerámica, con forma de urna, notándose un marcado desnivel en la profundidad de
la misma con respecto a la anterior. Esta nueva pieza también llevo a una nueva ampliación del
pozo para realizar su extracción. La primea urna fue denominada con la letra “A” y su base estaba a
1,39 m. de profundidad y la segunda se denominó “B” la cual se encontraba a 1,77 m. de
profundidad. Ambas urnas se hallaban con tapa invertida (“A1” y “B1” respectivamente) y en muy
mal estado de conservación. Se extrajo en primer lugar el contenido de las mismas, destapándolas
a la altura de la boca. Las distancias existentes desde las paredes hacia el centro de la urna “A”
fueron: pared Oeste 1,09 m., pared Sur 0,61 m., pared Norte 0,86 m. y pared Este 1,28 m.
Se procedió a abrir el pozo hasta dejar las dos piezas al descubierto (Figura 15) y como precaución,
debido a su fragmentación se dejó una cubierta de sedimento en el exterior hasta completar el
vaciado de las mismas.
53
Figura 16 – Fotos de la Cuadrícula Nº 1 con las urnas - MAS
La urna “A” de esta cuadrícula fue encontrada junto a fragmentos de carbón y un fragmento
cerámico pintado de color blanco, en su cara interna y externa. Esta urna tiene una abertura de 27
cm. de diámetro con gran cantidad de fragmentos en su interior. A medida que se extraía el
sedimento del interior de la misma, comenzaron a aparecer fragmentos cerámicos toscos,
fragmentos óseos en muy mal estado de conservación y algunos molares y dientes sueltos.
También a la altura de la base se encontraron restos de dientes, fragmentos óseos y fragmentos de
carbón (Figura17).
Figura 17 – Fragmentos, carbones, dientes y molares sueltos interior Urna “B”- FDG16
54
La urna “B”, al igual que la anterior, se presentó muy fragmentada, excavando hasta llegar a 1,77 m.
de profundidad (Figuras 18, 19 y 20) y realizando un procedimiento similar al empleado en la
extracción de la urna “A”.
Figuras 18 y 19 - Foto urna “A” (izq) interior urna “A” (der) Cuadrícula Nº 1- MAS
55
V a.2) Cuadrícula Nº 2
En esta cuadrícula se amplió el pozo original, cuya planta se llevó hasta 1,40 x 1,40 m, bajando por
niveles artificiales de 10 cm hasta llegar a la base a los 1, 28 m. Las medidas definitivas se
ajustaron en 1,48 m en sus paredes Norte y Sur y 1,40 m. en sus paredes Este y Oeste, con una
profundidad: 1,28 m. Las distancias existentes desde las paredes hacia el centro de la urna “A”
fueron: pared Oeste 0,78 m, pared Sur 0,77 m., pared Norte 0,72 m. y pared Este 0,68 m.
Correspondía a un enterratorio en una urna de cerámica con tapa y con una vasija también de
cerámica pequeña colocada sobre el costado Norte de la urna (Figuras 20, 21 y 22). La tapa estaba
colocada en forma invertida. La vasija externa es una pieza pequeña con asa (Figura 23).
A los 0,30 m aparecieron fragmentos de carbón (muestra C1) externo al enterratorio y sobre el lado
Sur, restos óseos indeterminados a 0,80 m. de profundidad. A medida que se bajaba, el sedimento
se volvía menos compacto y de color rojizo, lo que hizo necesario ir dejando 10 cm. de sedimento
rodeando la pieza hasta llegar a la base, comprobándose que se encontraba parada sobre una base
acuminada.
A partir de allí, se retiró la tapa y finalmente se procedió a la extracción del sedimento interior, que
fue embolsado para pasarlo por zaranda en laboratorio y dejar los restos óseos del enterratorio al
descubierto para poder registrar la posición del cuerpo mientras simultáneamente se retiraban los
fragmentos de la pieza principal.
56
Cuadrícula Nº 2
1,48 mts
0,68 mts.
1,40 mts
0,70 mts. 0,78 mts.
0,72 mts.
zanja para
tubería de agua
N
1:100
57
Figura 23 - Foto urna pequeña incisa - Cuadrícula Nº 2 - MAS
58
Los restos óseos se hallaban deteriorados, producto de las malas condiciones ambientales con
excesiva humedad, que provocaron meteorización, agrietamiento y alteración del color, con cierto
grado de distorsión del cráneo hacia el lado izquierdo, producto de procesos tafonómicos y
depositacionales que lo modificaron.
El cráneo no estaba completo ya que conservaba la mayoría de sus huesos fragmentados, poseía el
maxilar superior incompleto y el maxilar inferior con casi todas sus piezas dentarias
correspondientes completas.
Figura 25- Croquis con la distribución de los restos en la urna de la Cuadrícula Nº 2 - DC18
Cabe señalar que el material arqueológico obtenido fue abundante para la superficie excavada:
cuatro urnas, un cuerpo y abundante cantidad de fragmentos óseos humanos y faunísticos. La falta
59
de datos sobre información arqueológica previa impide realizar una interpretación más ajustada
sobre el lugar del hallazgo.
No se pudo recuperar la urna “A” completa para vaciarla en el laboratorio debido a que se
encontraba muy fragmentad; además de no contar con las posibilidades de un embalaje adecuado
para el traslado, se corría el riesgo de que los restos del interior se terminaran de romper. La tierra
que se hallaba en su interior, fue extraída y llevada a la ciudad de Salta, para realizar el trabajo de
zaranda en el Museo de dónde surgió el hallazgo posterior de algunos fragmentos de piezas de
textilería.
60
CAPITULO VI – METODOLOGIA
VI a) ARQUEOLOGIA
En esta tesis se propuso analizar las urnas encontradas en Campo Durán, considerando necesario
tomar en cuenta la arqueología contextual, poniendo especial atención a los restos cerámicos,
textiles y bioantropológicos encontrados y a partir de allí, los cambios que se produjeron en las
prácticas de estos grupos desde tiempos prehispánicos. Tomando como eje la Arqueología y las
herramientas que esta disciplina brinda, se complementó el trabajo con la inclusión de
problemáticas y técnicas antropológicas, recurriéndose a entrevistas y parte de la historia oral de los
habitantes de la región.
VI a.1) CERAMICA
La investigación de las sociedades del pasado a partir de la cerámica, puede ser utilizada para
determinar algunas de las transformaciones visibles, en tiempo y en espacio, que evidencian los
procesos socioculturales producidos. Algunas de las características observables, tales como
abundancia, variabilidad o dispersión, resultan un buen indicador de las relaciones sociales no
solamente del grupo estudiado, sino de su vínculo con otros grupos (Calandra et al., 2004;
Cremonte, 1986).
Teniendo en cuenta rasgos distintivos que permiten tomar a la cerámica como buen indicador de la
adscripción cultural, se utilizó la misma metodología en cada una de las urnas. Para analizarla, se
emplearon dos métodos:
61
VI. a.1.1) Análisis Macroscópico
Atmósfera oxidante es el medio atmosférico que posee gran cantidad de oxígeno, que permite la
combustión y oxidación de los minerales y demás componentes de la cerámica.
Atmósfera reductora: en este caso predomina el monóxido de carbono por la escasez en la
entrada de oxígeno, que no permite su completa combustión completa y por lo tanto su
oxidación.
Estos procedimientos se repitieron en cada una de las piezas mediante una primera observación de
la superficie externa e interna de cada fragmento. Un aspecto tenido en cuenta fue la coloración de
los núcleos ya que la diferencia en los mismos, permite inferir el tipo de cocción que tuvieron, si
fueron completas o incompletas y qué tipo de oxidación se utilizó.
Otro rasgo observado fue la coloración de la pasta y la gama de colores que poseen, cotejando
estos datos con el análisis microscópico de Corte Delgado, para ver si coinciden en cuánto a sus
componentes, combinaciones, proporciones, tamaño o espesor y si existen variaciones en una
misma pieza y cuáles son las partes diferenciadas.
Unificando estos datos con el informe de corte delgado, es posible inferir las técnicas de selección
de la materia prima (arcilla), de colado, de preparación y manufactura de las piezas. Entre las más
comunes, están el enrollado superpuesto y alisado posterior o la rotación de la pieza con extracción
de arcilla y modelado.
62
En cuanto a la decoración, se tuvieron en cuenta ciertos atributos que sirvieron como indicadores
para la terminación de la pieza, entre los cuáles se observaron líneas, surcos, quebrado, punteado
y unguiculado. En esta tesis se analizó si la pieza está adornada en forma completa o en alguna
zona específica y cuál es la ubicación de la decoración. Si la misma se halla, en la parte interna o
externa. Si posee la aplicación de alguna técnica específica, como por ejemplo:
Marleado: es una técnica que consiste en pasar el marlo del maíz sin los dientes para realizar
una decoración que deja una impronta de estilo rayado y tosco, en la cual se nota el sentido
dejado por el marlo en la superficie de la cerámica.
Acanalado: es una decoración de depresiones o surcos anchos y continuos pero poco profundos
y curvos que pueden ser hechos con una herramienta o con el dedo cuando pasta está aún
blanda
Engobe: es una capa muy fina de arcilla muy diluida, cuyo propósito es ocultar o cubrir las fallas
en la cerámica producidas por porosidad. Generalmente se utiliza la misma arcilla de la pieza o
una más arcilla un poco más blanca.
19RULETEAMIENTO: Técnica decorativa en la cual se usa un instrumento de borde dentado o afilado que se desliza por la superficie
y provoca en la superficie movimientos oscilantes de líneas en zig-zag (Normas para Descripción de Tipos Cerámicos, Primera
Convención Nacional de Antropología 1964).
63
Acabado en superficie: es el resultado de la aplicación o la ausencia de técnica con las que es
tratada la superficie de las cerámica, como alisado, pulido, bruñido o marleado, entre otras.
Pastillaje: consiste en agregar piezas de arcilla o barro, ya sean hechas a mano o en molde, a la
superficie lisa o externa de la vasija, también conocida como técnica de tiras superpuestas.
También se pudieron analizar las dimensiones de las urnas tomando las medidas de altura,
diámetro máximo, diámetro de la boca, diámetro de la base, diámetro máximo de la tapa, diámetro
de la base de la tapa, medida de la parte decorada, medida de cada franja de decoración, ancho del
asa, largo del asa, y ubicación de la misma.
Para la realización de dicho análisis, se enviaron los fragmentos de las tres urnas al Instituto de
Geología y Minería de la provincia de Jujuy.
64
VI a.2) TEXTILES
Desde épocas prehispánicas, los textiles han tenido gran relevancia en la vida cotidiana de las
distintas sociedades, en la vestimenta de la población y en los contextos funerarios. Sin embargo, el
trabajo de conservación e investigación de los textiles está desarrollado desde hace relativamente
poco tiempo en América Latina y se debe en parte a la labor del arqueólogo Junius Bird, quien
comenzó a estudiarlos como producto de los hallazgos de sus excavaciones en el norte de Chile
entre 1941 y 1942 (Cortés Moreno, 2003).
De acuerdo a los trabajos etnográficos y etnohistóricos, para la elaboración de los tejidos andinos se
utilizaba mayormente el telar de cintura, el cual era amarrado en la parte superior a un poste y en la
parte inferior a las caderas del tejedor, este último en posición de sentado. Este telar está
compuesto de un eje superior y otro inferior (que pueden ser enrollados de acuerdo al largo del
tejido), los enjullos20 donde se coloca la urdimbre que formará la estructura vertical de las hebras.
También se utilizan una serie de instrumentos de madera que agilizan y facilitan el tejido y los hilos
en una o varias bobinas según el producto que se desee obtener (Higueras, 1998).
Son múltiples las líneas analíticas a través de las cuales se puede abordar el estudio de las piezas
textiles (Porro 1982 en Bianchi Villelli et al 2004; Hollen et al., 2001). Entre ellas es importante el
análisis del material del cual está compuesto un textil ya que se pueden encontrar respuestas a
muchos interrogantes al identificar la fibra del cual está hecho, se puede obtener información acerca
de su origen, si son autóctonas o alóctonas, relacionando la materia prima con el lugar dónde se
encontraron. También es posible estudiar los tintes utilizados en el teñido y preparación del tejido,
evaluar si poseen el mismo origen geográfico que la materia prima y asociar la iconografía de los
mismos, con la cultura o cronología adscripta (Higueras, 1998).
En el caso del material aquí estudiado, se prefirió tomar aquellas variables que permitieran
caracterizar el tipo de tejidos e inferir su utilización, observando su cantidad, similitud o diferencia
con el propósito de interpretar la posible funcionalidad de los mismos, contemplando una
identificación de materia prima para caracterizar aspectos tipológicos, morfológicos y funcionales
(Hollen 2010 en Bianchi Villelli et al., 2004).
20 ENJULLOS: Varas redondas y paralelas, en las cuáles se fijan los hilos de la trama
65
Conjugando el hallazgo, con los datos etnográficos y el trabajo de campo, se realizará un análisis de
los textiles en este caso de Campo Durán: uno mediante la Lupa Binocular Estereoscópica y la
Microscopía Electrónica de Barrido.
A tal efecto, inicialmente se realizó una consulta al Museo de Arqueología y Alta Montaña MAAM,
institución que cuenta con una Lupa Binocular Estereoscópica marca Motic con objetivo 2x y 4x.
Si bien se enviaron tres muestras de textiles para realizar el estudio de Microsopía por Barrido
Electrónico, los técnicos, optaron por una de ellas de 1,2 cm aproximado de diámetro. La elección
del textil para el análisis fue decidida por el tipo de materiales y por las puntadas visibles en las fotos
tomadas por la Lupa Electrónica previamente. Luego de analizar el material, por tratarse de una
muestra única cuya integridad es necesario preservar, se decidió utilizar dicha técnica en
condiciones de bajo vacío y sin colocar oro ni grafito en la misma, para que la pieza no sufriera
ningún tipo de deterioro o alteración.
VI a.3) BIOARQUEOLOGÍA
El análisis de restos óseos humanos permite aproximarse al estilo de vida o a la organización social
de los pueblos estudiados. Mediante el estudio de las marcas que quedan en los huesos y la
observación de indicadores de estrés nutricional, estrés ocupacional, dieta, traumas e infecciones
(Cohen y Armelagos, 1984; Goodman et al. 1984; Isçan, 1989; Larsen 1997; Seldes 2006) se
pueden reconstruir, las características biológicas de los individuos investigados y el “… estilo de
vida, entendiendo como tal al conjunto de prácticas que caracterizan la vida de un individuo: dieta,
enfermedades padecidas, estado de salud, actividades laborales, entre otros (Seldes, 2004a: 1) así
como el estado de salud de una población (Isçan, 1989; Larsen, 1997).
Así como lo cotidiano imprime marcas indelebles en el esqueleto de un individuo vivo, también es
posible reconstruir la historia de un individuo por el camino inverso: yendo de los huesos al
comportamiento. Esta reconstrucción en la historia de cada individuo, denominada Osteobiografía
por Saul (1988), permite determinar el sexo, estimar la edad, estatura, patologías y en ocasiones
hasta la causa de muerte del individuo.
La secuencia de las tareas para realizar el análisis bioarqueológico fueron las siguientes:
66
Registro e inventario de cada una de las piezas y de los fragmentos óseos de la muestra,
diferenciando aquellas pertenecientes a la Cuadrícula Nº 1 y a la Cuadrícula Nº 2 los restos
óseos humanos de los restos óseos faunísticos.
Identificación de partes anatómicas y determinación de NMI (número mínimo de individuos),
cuantificando diferentes piezas anatómicas, separándolas de acuerdo a su lateralidad,
considerando como NMI la frecuencia mayor obtenida.
Análisis del material para estudios morfoscópicos y morfométricos que posibiliten estimación de
edad, determinación de sexo y talla, estilo de vida y estado de salud.
El análisis del estado de conservación de los restos óseos humanos, depende entre cosas, de dos
aspectos: el primero refiere a las condiciones del individuo al momento de su entierro; el segundo,
saber que sucedió una vez que fue enterrado, teniendo en cuenta los agentes humanos y naturales
que intervinieron en el mismo.
El clima, el suelo o el agua, son los responsables de preservar, alterar o destruir estos restos, de
acuerdo a las condiciones del medio ambiente, ecosistemas o micro ambientes en que se hallen
(Krezner, 2006). Los huesos que se encuentran en constante humedad, pierden sus componentes
orgánicos y proteínas. A su vez, los componentes inorgánicos como el fósforo, calcio, carbón y fluor
clásico son alterados por los suelos ácidos (Morales Chocano y Ruiz del Aguila, 2005).
21 ESTIMACION DE EDAD: Se tiene en cuenta la edad al momento de la muerte probable del individuo
67
Maduro: desde los 30 años de edad en adelante.
Las epífisis se fusionan a las diáfisis a intervalos de edad conocidos. En el proceso de crecimiento y
desarrollo, cada epífisis se fusiona a un intervalo de edad determinado. De estas uniones se pueden
analizar cuatro variables: a) inobservable; abierta, cuando la epífisis y la diáfisis están
completamente separadas, b) unión parcial, alguna unión ha ocurrido y c) unión completa, todos los
aspectos visibles de las epífisis están unidos (Buikstra y Ubelaker, 1994).
En este trabajo se toman en consideración las tablas propuestas por Fazekas y Kosa (1978) para
perinatos, Scheuer y Black (2000) para subadultos y Buikstra y Ubelaker, (1994) para adultos y
maduros.
Los huesos del cráneo, especialmente las suturas fueron desde hace tiempo, una de las partes del
esqueleto más utilizada para determinar distintas características y procesos de madurez. Se
establecieron metodologías para esas observaciones, teniendo en cuenta que al tomar las suturas
craneales como indicador de edad de un individuo, también se debe considerar la variabilidad que
muchas veces presentan (Rodríguez Cuenca, 1994).
En la edad adulta, estas suturas van cerrando hasta llegar a una total sinostosis. Autores como
Brooks y Suchey (1990), McKern y Steward (1957), Meindl y Lovejoy (1985), han descartado el
análisis de los grados de obliteración sutural como indicador de edad, por considerar que posee un
importante grado de error. Meindl y Lovejoy (1985) consideran útil hacerlo cuando se combinan con
otros elementos de diagnóstico (Krezner, 2006).
El análisis de la cintura pélvica, puede ser de gran utilidad para estimar la edad de un individuo
(Rodríguez Cuenca, 1994). Para individuos adultos y maduros se puede estimar la edad, a partir de
la sínfisis pubiana, cuyas primeras investigaciones las realizó Todd (1921) registrando los cambios
producidos en las sínfisis de adultos femeninos y masculinos de diferentes edades y clasificándolos
en fases. Luego, esta línea de investigación se fue ampliando a partir de otros estudios como los de
Brooks y Suchey (1990), Gilbert y Mckern (1973) y Mc Kern y Steward (1957).
Brooks y Suchey (1990) realizaron en base a los estudios de Todd, un nuevo aporte para estimar la
edad por la sínfisis pubiana (conociendo el sexo) dividiendo en seis fases el proceso desde los 18
68
años hasta aproximadamente los 60 años. Para esta Tesis se utilizó la metodología propuesta por
estas autoras.
La determinación de sexo puede realizarse mediante dos técnicas, los métodos morfoscópicos y los
métodos morfométricos.
Es posible realizar una correcta determinación de sexo cuando se cumplen ciertas condiciones, ya
que es recién a partir de los 15 a 18 años de edad cuando pueden observarse algunos caracteres
secundarios producidos por los cambios hormonales (Selva y Bosio, 2007).
En el caso específico del cráneo, el masculino tiene rebordes en las inserciones musculares, la
cresta occipital más marcada, la protuberancia occipital externa y el mastoide más desarrollado. El
margen superior del relieve de la órbita es más grueso o redondeado. La mandíbula es más robusta
con regiones goniales más desarrolladas y destacadas. La rama de la mandíbula es más ancha y
prolongada en los hombres, con procesos coronoides mejor desarrollados (Bass, 1971; Brothwell,
1987; Buikstra y Ubelaker, 1994).
Cresta Nucal: la prominencia visible y palpable del occipital permite observar desde la
curvatura y superficie externa del mismo en un grado Nº 1, un rasgo suave y grácil con poca o
escasa proyección ósea visible desde un perfil lateral, ascendiendo asociada a la masculinidad,
cuya expresión máxima o grado Nº 5 consiste en una cresta nucal masiva, muy marcada
proyectándose hacia una distancia visible desde el hueso determinando una forma muy definida
tanto visualmente como a la palpación (Selva y Bosio, 2007).
69
Proceso Mastoideo: para clasificarlo se debe realizar la comparación de su tamaño con el
de las estructuras óseas que están alrededor como el meato acústico y el proceso cigomático del
hueso temporal, el cual puede variar en sus proporciones. Su mínima expresión, o sea el grado Nº
1, es un mastoide que se proyecta a poca distancia abajo del margen inferior del meato acústico
interno, mientras la máxima expresión o grado Nº 5 va a estar relacionada a su volumen más que a
la longitud (Selva y Bosio, 2007).
Margen Supraorbital: para tener en cuenta este margen se debe considerar la órbita
observando el forámen supraorbital y el borde de la órbita que permitan determinar su grosor. En su
mínima expresión este borde es agudo al tacto, hasta incluso con filo en grado Nº 1, mientras que el
borde grueso o redondeado es considerado masculino o de grado Nº 5 (Selva y Bosio, 2007).
Angulo supraorbital: al observar el cráneo lateralmente, si se pueden distinguir la
prominencia mínima tanto de la glabela y de los arcos supraorbitales, con un contorno del hueso
frontal suave y con una pequeña o ninguna proyección en la línea media, es considerado grado Nº
1. Si por el contrario, este rasgo involucra una prominencia notoria en la glabela, con arcos
supraorbitales bien desarrollados, es considerado grado Nº 5 (Selva y Bosio, 2007).
Eminencia del Mentón: en los casos de grado Nº 1, o sea netamente femenino, hay escasa
o ninguna proyección de la eminencia del mentón. Al contrario, para ser catalogado como grado Nº
5, se debe encontrar una eminencia del mentón masiva que ocupe la mayor parte de la porción
anterior mandibular (Selva y Bosio, 2007).
El Arco Ventral: que generalmente es más fácil de observar en pelvis femeninas ya que en
el pubis masculino es menos marcado.
La Concavidad Subpúbica: que en la mujer es más notoria y en el hombre menos insinuada.
70
La Rama Isquio – Púbica: ubicada en la parte debajo de la superficie sinfisial, en los
hombres se halla inmediatamente debajo de ella (Selva y Bosio, 2007).
La determinación del sexo de un individuo a través de la morfometría se puede efectuar por medio
de varios métodos, de los cuáles se tomarán aquellos establecidos mediante las medidas de la
cabeza del fémur y del húmero. Para el primero se utilizan las categorías propuestas por Pearson y
Stewart que establecen cinco variables o grados de determinación: Grado Nº 1 y 2 para femenino, 3
para indeterminado y Grado Nº 4 y 5 para masculinos (Bass 1995). Para las medidas del húmero
Dwight y Stewart consideran dos categorías: Grado Nº 1 y Grado Nº 3 para femeninos y masculinos
respectivamente, mientras que el Grado nº 2 es para indeterminados (Bass, 1971).
En este trabajo se realizaron las mediciones de la cabeza del húmero y del fémur del individuo
recuperado, mediante el uso del calibre deslizante.
La estatura, también llamada talla de pie se define como la altura comprendida entre el vértex que
es el punto más elevado de la cabeza hasta el suelo, siempre que el individuo esté orientado en el
plano de Frankfort (Krezner, 2006).
Desde hace un tiempo la utilización de métodos de reconstrucción de estatura en los restos óseos
comenzó a ser de interés para la antropología y es a partir del año 1898 que científicos como Karl
Pearson, aplicando fórmulas matemáticas y ecuaciones de regresión, pudieron estimar este
indicador que sirve como parámetro demográfico, relacionando la longitud de los huesos largos con
la estatura del individuo en vida (Krezner, 2006).
Entre las técnicas que se emplean para la Estimación de la Estatura, se pueden utilizar dos
métodos: el anatómico y el de proporciones o matemático. El primero que fuera desarrollado por
Fully y Pineau, se efectúa sumando el largo de cada uno de los huesos y luego sumando esos
valores obtenidos a cuyo resultado final, que proporciona un valor aproximado de la estatura, se le
debe incluir una medida estándar para los tejidos blandos. Esta forma de estimar la estatura, se
dificulta en los casos en que no se cuente con todos los huesos necesarios que contribuyan a la
estatura de un individuo (Seldes, 2006).
En el caso de que se trabaje con individuos cuyos restos no estén completos, se puede aplicar un
método desarrollado por Trotter y Glesser (1952) conocido como Método matemático o de
71
Proporciones y consiste en las relaciones métricas que se pueden establecer entre la altura de un
individuo y la longitud de sus huesos largos, las cuáles se calculan en base a ecuaciones de
regresión que fueron desarrolladas en poblaciones modernas y en las cuáles se conocían la
estatura en vida para cada uno de los individuos analizados (Seldes, 2006). De acuerdo a estas
ecuaciones, se elaboraron tablas de estimación de estatura de hombres, tomando los valores de la
población masculina con restos esqueletarios de militares norteamericanos fallecidos durante la
Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Corea. Para las tablas de mujeres, se tomaron valores
de una muestra de mujeres blancas y mujeres negras integrantes de la colección Terry, de la cual
también se tomaron medidas de hombres blancos y hombres negros (Trotter y Glesser, 1952).
Genovés amplió estas tablas de Trotter y Glesser (1952) y como producto de su labor realizada en
distintos hospitales del Distrito Federal de México, incorpora una nueva tabla que permite ser
aplicada en poblaciones indígenas de México (Genovés, 1967).
Desde los años „90 se plantea la necesidad de tener en cuenta distintos indicadores del estado de
salud y estilo de vida de los individuos, que permitan brindar una aproximación sobre la salud, la
nutrición, la exposición a eventos de estrés o a las capacidades laborales y reproductivas (Cohen y
Armenlagos, 1984; Isçan, 1989; Larsen, 1997).
Por otra parte, se incorpora el estudio de las Deformaciones: Intencionales del Cráneo, ya que
pueden brindar información sobre las prácticas identitarias de los pueblos (Blom, 2004).
Según Huss - Ashmore (et al. 1982) el estrés, refiere a toda demanda física o psicológica fuera de lo
habitual y bajo presión que se le haga al organismo, provocándole un estado ansioso. En la mayor
parte de los casos, el estrés aparece debido a las grandes demandas que se le imponen al
72
organismo. El grado en que afecte al individuo depende, en gran medida, de la severidad del
estresor y de la consiguiente respuesta del organismo. Los eventos estresores no siempre son
visibles a nivel esqueletal ya que solo dejan marcas en los huesos en aquellos casos en que actúan
de manera severa o prolongada (Huss - Ashmore et al., 1982).
“…Desde el punto de vista médico, el estrés se definiría como el precio del desgaste del
organismo; el mismo tiene importantes consecuencias para el rendimiento del individuo debido a
que genera desde menor capacidad cognitiva y laboral, reducción en la habilidad para la adquisición
de recursos alimenticios, puede provocar tanto detenciones en el crecimiento como reducción de la
fertilidad y la fecundidad, enfermedad y en última instancia muerte” (Larsen, 1997)
(www.elmundo.es/traductor).
En esta tesis se trabaja analizando la presencia de: Hiperostosis porótica y Criba orbitaria, Líneas
de Hipoplasia del Esmalte dental y Líneas de Harris (Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998).
Por Hiperostosis Porótica (HP) se conoce al término referido a las alteraciones en huesos del
cráneo, sobre todo en occipital y parietales, mientras que la Criba Orbitaria (CO) se registra en la
cuenca de las órbitas, ambos reconocidos por la aparición de porosidades o pequeños orificios que
muestran engrosamiento del díploe (Brothwell, 1987).
En ambos casos se observa una imagen radiológica en forma de cepillo. Se cree que la misma se
relaciona a las anemias con carencia de hierro en el sistema, originada por dieta, pérdida de sangre,
infecciones o por presencia de parásitos intestinales. Tanto la HP como la CO son consideradas
indicadores de anemia ferropénica, aunque últimamente se puso en duda la relación entre la
relación causa – efecto entre ambas (Krezner, 2006).
La Hiperostosis Porótica puede ser relacionada a una variedad de patologías y por lo tanto, puede
ser considerada un indicador inespecífico del estado de salud de un individuo (García Guraieb,
2006).
73
VI. a.3.5.1.2.) Líneas de Hipoplasia del Esmalte Dental
Uno de los métodos que se utilizan para detectar los efectos que causa el Estrés Nutricional y/o
Metabólico en un individuo es la presencia de líneas de Hipoplasia del esmalte dental. La hipoplasia
se define como un defecto causado durante el desarrollo de los tejidos duros del diente. Este
trastorno ocurre durante la erupción del mismo, como resultado de una alteración en la formación
del esmalte. El diente comienza a calcificarse en la dentición temporal, alrededor de los cuatro y
seis meses de vida y concluye aproximadamente al año de edad, por ello si se presenta algún
trastorno en este período, mientras se deposita el esmalte o la dentina en la matriz, ocasiona un
defecto conocido como hipoplasia del esmalte (Hillson, 1996).
Existen diversos factores que pueden explicar la aparición de Líneas de Hipoplasia como ser
algunas enfermedades relacionadas a trastornos de la sangre, infecciones, dietas deficientes en
vitaminas A, B y C, algunas patologías asociadas a la desnutrición durante la infancia, por una
anomalía genética, un trauma localizado o por estrés metabólico a nivel sistémico, presentándose
como defectos en forma de surcos alrededor de la circunferencia de la corona (Hillson, 1996). Ya
que son ocasionadas por distintas causas, estas líneas de hipoplasia del esmalte dental son
indicadores inespecíficos de estrés sufrido por un individuo durante el período de vida en que se
formó el esmalte de los dientes (Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998; Goodman et al., 1984;
Hillson, 1996).
Debido a que el desgaste dental es más notorio en molares y premolares, se utiliza la observación
de los dientes incisivos y caninos para analizar las líneas de Hipoplasia del esmalte dental
(Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998). Para este trabajo, se realizó la revisión de forma visual y
con lupa para detectar la presencia de las Líneas de Hipoplasia en los dientes.
Harris realizó una serie de observaciones de unas líneas transversales que aparecían en las placas
radiográficas de los huesos largos; conocidas como Líneas de Park, que están relacionadas con un
estrés metabólico que se produce mientras el individuo está en pleno proceso de desarrollo
(Krezner, 2006).
74
reanuda su crecimiento normal. Estas alteraciones en el ritmo de formación del hueso favorecen la
aparición de unas líneas horizontales de mayor concentración ósea conocidas como Líneas de
Harris que pueden ponerse de manifiesto a través del estudio de placas radiográficas, ya que
permite su visibilidad por ser más radio opacas. Por su número y posición puede calcularse el
número de crisis y la edad a la que se produjeron (Larsen, 1987).
El tejido óseo constituye uno de los sistemas mayores del organismo, constituido por una matriz
mineralizada y una fracción celular muy activa. Entre sus funciones destacan: servir de sustento y
protección a las partes blandas, ser anclaje muscular y base de los movimientos, así como constituir
un gran reservorio de iones como el calcio, que se liberarán de forma controlada, acorde a las
necesidades de cada momento, y por último, no por ello menos importante, servir de almacenaje
activo de la médula ósea, interaccionando con las células precursoras de la hematopoyesis
(Krezner, 2006).
Para cumplir esta función de soporte, el hueso necesita una correcta integración de dos aspectos
fundamentales: la densidad ósea y la calidad del hueso, los que a su vez están relacionados a:
arquitectura, recambio, cúmulo de lesiones y mineralización correctas22, ya que el desequilibrio en
algunos de estos factores, condiciona el aumento de la fragilidad ósea y el riesgo de fracturas, sin
olvidar que la salud del hueso refleja tanto la genética como la biografía de cada individuo.
Finalmente, los factores nutricionales, pueden ser una de las causas principales de aparición de
estas Líneas de Harris. (Huss- Ashmore et al., 1982), que se dividen en tres tipos:
Tipo 1: líneas que son detectadas solamente bajo una minuciosa observación
Tipo 2: líneas moderadas
Tipo 3: líneas marcadas
22OMS: La Organización Mundial de la Salud propuso una definición basada en la densidad mineral ósea = o < de 2,5 para mujeres
jóvenes, adultas y sanas (OMS)
75
Estas líneas pueden ser detectadas solamente a nivel radiográfico, especialmente en las epífisis
tibiales, siendo visibles a través de las bandas opacas que presentan los huesos en forma
transversal al hueso (Seldes, 2006).
Para este trabajo se recurrió al servicio de Radiología del Hospital de Endocrinología “Dr. Arturo
Oñativia” de la ciudad de Salta para la realización de placas radiográficas. Posteriormente se
enviaron las mismas al Dr. Luis Bosio23 para su evaluación y determinación de la presencia o no de
Líneas de Harris
Dentro de las afecciones más comunes de las piezas dentales se encuentran las caries, abscesos,
infecciones y reabsorciones alveolares. Estas patologías, son producto de dos factores principales:
los exógenos, relacionados a los minerales presentes en el suelo, el agua, los elementos
componentes de la dieta, su forma de preparación, la textura, la forma de consumirlos y la higiene
bucal. Dentro de los endógenos se incluyen los microbios o bacterias características de los dientes,
esmalte, acidez o composición química de la saliva y el desgaste dental, que puede ser funcional
(por masticación de productos duros como el cuero, o asociados al bruxismo, teniendo mucho que
ver también los caracteres genéticos del individuo (Powell, 1985).
Es una enfermedad multifactorial, producida por microbios y bacterias que actúan destruyendo la
placa dental, mediante la pérdida de minerales del tejido duro del diente, llegando a veces hasta el
esmalte, la dentina o la pulpa dentaria. Esto es producido por los ácidos que genera la placa
bacteriana a partir de factores como los hidratos de carbono de los alimentos que componen la dieta
de un individuo (Hillson, 1996; Rodríguez Cuenca, 1994). Dentro de las clasificaciones de las caries,
se puede citar:
23DR. LUIS BOSIO: Cátedra de Medicina Legal y Deontología Médica. Servicio de Antropología Forense. Facultad de Medicina.
Universidad de Buenos Aires.
76
y la osteoporosis postmenopáusica, generalmente la perdida de la pieza es asociada a un
proceso cariogénico (Hillson, 1996; Rodríguez Cuenca, 1994).
Recurrir a estos indicadores para saber si existió una pérdida importante de dientes durante la vida
del individuo, permite inferir las condiciones de salud oral.
Se realizaron observaciones en cada una de las piezas dentales y en la cavidad bucal en general en
busca de procesos cariogénicos y reabsorciones alveolares.
Este indicador es utilizado por la bioarqueología como herramienta para obtener información
asociada a la dieta. Habitualmente los dientes son desgastados durante su uso, reduciendo la
superficie oclusal, que comienza por el esmalte y luego la dentina, llegando a afectar la cavidad
pulpar en algunos casos, hasta producir la destrucción de la corona en los casos más graves
(Rodríguez Cuenca, 1994).
El Desgaste Dental es un proceso que originado en la masticación produce la erosión natural del
esmalte (Molnar, 1971), siendo tres los factores intervinientes en el mismo:
77
asociado a la incorporación de elementos abrasivos mezclado con los alimentos, producto de
actividades de molienda de los alimentos (Larsen, 1987).
Para este trabajo se observó el grado de desgaste dental según lo propuesto por Molnar (1971)
mediante la clasificación, simplificando el método de recolección de datos, clasificando el desgaste
en cuatro categorías: (SD) sin desgaste, (L) leve, (M) moderado o (I) intenso.
Al ser el hueso un tejido vivo, responde a ciertos estímulos externos como pueden ser las
enfermedades, la actividad física o los traumas, modificando su estructura ósea para distribuir la
fuerza sin consecuencias perjudiciales para las funciones del cuerpo (Krezner, 2006).
A través de estos indicadores se pueden realizar inferencias acerca de las labores cotidianas que el
individuo realizaba en el transcurso de su vida cotidiana y el impacto que produce la sobrecarga de
trabajo en el organismo, así como aproximarnos a la organización social o económica de un grupo o
sociedad (Jurmain, 1977; Larsen, 1987). Estos marcadores reflejan una tensión prolongada o aguda
ocasionada por la acción muscular que va produciendo cambios en la superficie ósea, ya que para
resistir la tensión, el hueso expande su estructura, ocasionando alteraciones en su dimensión,
aunque están generalmente presentes sólo en los sitios de inserción muscular (Krezner, 2006).
Esta sintomatología es más frecuencia a partir de la edad adulta, a partir de los cuarenta años
aproximadamente, y está relacionada por un lado a causas hereditarias o genéticas, pero también
se ve fuertemente influenciado por factores como la actividad cotidiana y repetitiva que realiza el
individuo a lo largo de su vida así como la sobrecarga de peso en distintas zonas del cuerpo
(Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998; Bourke, 1967).
78
A las actividades capaces de causar desgaste y deteriorar las articulaciones se los reconoce como
producto de un estrés funcional crónico. Cuando este proceso se encuentra generalizado se
considera que es producto de un estrés sistémico (Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998). Dentro
de las más comunes se describen:
Según la definición propuesta por Jurmain (1977) y adhiriendo a lo analizado por Seldes (2006) se
incorpora la siguiente clasificación:
Para realizar un análisis adecuado sobre la presencia o ausencia de osteoartrosis y de qué grado,
en esta tesis se observaron las superficies articulares, de forma visual y mediante el palpado de sus
rebordes y superficies.
Los movimientos repetidos que se realizan como producto de las actividades diarias que desarrolla
un individuo a lo largo de su vida, impactan de distinta forma sobre cada organismo, de acuerdo a
diversos factores en relación al esfuerzo que esto implique. Determinadas acciones no dejan su
impronta en los huesos, mientras que aquellas que están asociadas a un esfuerzo físico mayor, a
sobrecarga de peso o simplemente a tareas específicas realizadas de manera recurrente, generan
inserciones musculares más robustas en los restos óseos (Aufderheide y Rodríguez Martín, 1998).
79
En el estudio de marcadores músculo esqueléticos se pueden tener en cuenta una valoración
general de las categorías robustez, defectos corticales o exostosis. En este trabajo se toma la
definición de Marcador de Estrés Musculo esqueletal (MSM) referida a los cambios que sufren las
inserciones óseas producidas por realización repetida de actividades cotidianas, aumentando no
solamente la robustez sino la rugosidad de los mismos y la producción de osteofitos. Los Osteofitos
son una formación ósea anormal o un bulto óseo formado a expensas del periostio, muy frecuente
que se produce en la proximidad de las articulaciones vertebrales, aunque pueden tener otras
localizaciones (Steen y Lane, 1998).
También llamadas entesopatías, son consideradas como una marca distintiva en el esqueleto que
aparece en las zonas donde un músculo, ligamento o tendón se inserta sobre el periostio hasta la
corteza ósea subyacente, la cual generará hipertrofia del hueso formando crestas o excreciones, o
bien producirá exostosis, generando surcos y hundimientos. Este término usado en referencia a
alguna patología específica, últimamente se ha descartado como forma de denominación
(Rodríguez Martín, 1995).
En este trabajo se realizaron observaciones en las distintas inserciones musculares del esqueleto
postcraneal para analizar si se hallaban alguno de estos marcadores en el individuo.
Las lesiones o accidentes sufridos por el individuo a lo largo de su vida, si son los suficientemente
importantes para dejar huellas o marcas en los huesos, pueden brindar información relacionada con
diversos aspectos como la organización social, la ocurrencia de conflictos, guerras o violencia social
en poblaciones prehistóricas (Ortner y Putscher, 1985).
Cuando se aplica fuerza al hueso, puede ocurrir una discontinuidad o una rotura. Esta
discontinuidad puede ser completa o incompleta, a su vez pueden ocasionar desplazamiento o
líneas de fractura, que están relacionadas generalmente al punto de impacto y pueden ser con
separación o no de los huesos (Krezner, 2006).
Existen distintos indicadores de trauma de acuerdo al lugar de ocurrencia del mismo, divididas
generalmente entre las fracturas del cráneo y las postcraneales. En el cráneo casi siempre están
asociados a golpes o fracturas producidas intencionalmente como en el caso de enfrentamientos
violentos. Es difícil dilucidar el origen del trauma y qué tipo de acontecimiento pudo haber producido
la lesión, salvo en aquellos casos en que la agresión sufrida por el individuo sea explícita
(Auferdheide y Rodríguez Martín, 1998; Larsen, 1997).
80
Para el análisis de los traumas es necesario intentar reconstruir el hecho violento, el instrumento
que lo produjo y si el trauma ocurrió pre- peri- o postmortem y si fue éste la causa de la muerte
(Krezner, 2006). Se debe tener en cuenta si existe una sobrevida a la lesión, si el hueso se ha
regenerado o por el contrario, lo que no tiene remodelación podría haber ocasionado la muerte del
individuo. En esta tesis se revisaron minuciosamente los huesos postcraneales y el cráneo para
buscar indicadores de traumas.
Las infecciones son provocadas por microbios que invaden el organismo y se multiplican y difunden
en él de diferentes maneras. Las infecciones pueden ser leves, crónicas o mortales; localizadas,
cuando afectan a una pequeña área del cuerpo como un absceso o generalizadas (Krezner, 2006).
El hueso es un tejido vulnerable a la infección ya que los gérmenes pueden llegan por vía
sanguínea o linfática, dependiendo de la agresividad del germen y de la resistencia del sujeto. El
germen invade inicialmente la metáfisis de huesos largos que son las más fértiles. Este germen,
produce inflamación y luego una reabsorción ósea rompiendo el tejido óseo formando pus, el cual
comienza su evacuación al canal medular o al periostio el cual deja huella en el hueso mediante una
boca o fístula, visible en placas radiográficas (Krezner, 2006).
A los fines de esta tesis, se analizarán aquellas infecciones cuyos indicadores sean visibles en los
huesos. Debido a que la identificación del origen es compleja, se clasifican en dos tipos principales:
Osteomielitis: es una infección general con localización ósea, dónde existe una agresión de
gérmenes en el organismo. Es más común en diáfisis del hueso expuesto a traumatismo frecuente
como proximal de tibia o distal de fémur. Se pueden clasificar en agudas, crónicas o especiales,
hematógena, exógena o iatrogénica (Krezner, 2006).
Periostitis: es una infección que afecta al periostio, que es la membrana que recubre la
cortical del hueso (Pose, 2005).
Se asocia las infecciones con estados nutricionales deficientes en individuos subadultos, ya que
existe una estrecha relación entre la desnutrición y la propensión a contraer distintas enfermedades,
entre las cuáles se encuentran las infecciosas (Buikstra y Ubelaker, 1994).
81
VI. a.3.5.6) Deformaciones intencionales del cráneo
La práctica de la deformación artificial del cráneo fue un fenómeno ampliamente extendido durante
tiempos prehistóricos en Sudamérica. Entre los estudios sobre deformaciones craneales, se pueden
citar los trabajos de Imbelloni (1923, 1924-25 y 1933); Newman (1942) y Weiss (1961).
Imbelloni (1923, 1924-25 y 1933) fue uno de los primeros en realizar una clasificación que continúa
utilizándose hoy en día:
Tabular por compresión fronto – occipital: mediante tablillas, las secciones son aplanadas
en sentido antero-posterior cuyo ángulo varía tomando la horizontal de Frankfort con el eje de
oblicuidad. Esta forma de deformación puede ser:
a) Tabular Erecto: por presión en la parte superior del occipital; dentro de este grupo existen
cuatro variantes: plano frontal, plano lámbdico, parelelepipédico y pseudo circular.
b) Tabular Oblicuo: por presión en todo el occipital. En este caso también las variantes son
cuatro: 1) curvo occipital, 2) curvo frontal, 3) bilobados y 4) trilobados.
Anular: utilizando vendas o correas elásticas que comprimen circularmente la cabeza, ejerciendo
la presión en forma circular, las secciones del eje de oblicuidad son casi circulares, y el ángulo
formado por los planos del foramen y de Frankfort es casi siempre negativo. Para este tipo de
deformación se citan cuatro variantes:
Estudios recientes aproximan una mirada diferente con la incorporación de técnicas multivariadas,
pudiéndose citar los estudios de (Baffi y Berón, 1992; Cocilovo y Guichón, 1994; Cocilovo y Di
Rienzo, 1984-85; Mendonça et al., 1984-85; Mendonça et al. 1988-89; Varela et al. 2004) entre
otros. El empleo de la morfométrica geométrica permite una buena descripción de las
deformaciones del cráneo y el abordaje de estudios comparativos.
24
HIPSICEFALIA: Oxicefalia, es un término usado a veces para describir el cierre prematuro de la sutura coronal más que
de cualquiera otra sutura, o puede ser utilizado para describir la fusión prematura de todas las suturas. Por la forma
alargada y alta (dolico-hipsicefalia) de la cabeza. Cabeza en aguja de campanario y cabeza o cráneo en torre
25 PLATICEFALIA: Cualidad de tener la cabeza ancha de bóveda craneal aplastada.
82
Las deformaciones craneales pueden ser estudiadas como un patrón cultural que se realiza en el
cuerpo humano, constituyendo una modificación o alteración en el cráneo; se postula que existe un
fuerte vínculo entre prácticas deformatorias, modos de comunicación e identificación entre grupos y
permite aproximarnos a la diversidad de prácticas identitarias de las sociedades antiguas (Blom,
2004).
La datación radiocarbónica permite crear escalas de tiempo absolutas (en años) de acontecimientos
culturales y naturales, correlacionar secuencias arqueológicas entre regiones sin limitación
geográfica, comparando distintos registros. En este trabajo se analiza la relación entre el fechado
obtenido con la información arqueológica, considerando el grado de certeza en las asociaciones,
estimando los procesos tafonómicos y postdepositacionales que pudieron intervenir y analizando las
asociaciones del evento fechado con las muestras de los fragmentos cerámicos y textiles.
Este método de datación por Carbono-14, se consideró necesario para otorgar una asignación
temporal a los materiales recuperados en Campo Durán, para lo cual se recurrió al Laboratorio de
Carbono-14 del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Al indagar sobre los vínculos existentes entre el pasado y el presente y las posibles continuidades
culturales, reflexionar acerca de las formas en que esa historia se reconstruye actualmente, se
vuelve un ejercicio necesario para la compresión de las relaciones históricamente establecidas
entre Chiriguanos y Chané y las cuestiones vinculadas a los procesos identitarios de estos últimos.
Para esto se consideró importante incorporar información proveniente de metodología
83
antropológica, como es el caso de las entrevistas, que nos permiten aproximarnos a la conexión con
la memoria a través de los relatos de los propios representantes de la comunidad. De esta manera
el pasado se nos muestra por tres vías, la Arqueología, las fuentes y antecedentes históricos y
etnográficos y la historia oral de esta comunidad.
En este sentido, la presencia de una comunidad asentada en las cercanías del lugar del hallazgo,
se reveló como una interesante vía de análisis acerca de su visión del mundo, al pasado del lugar y
las conexiones que establecen entre ellos y los restos arqueológicos, ya que a partir de los propios
relatos de los pobladores de la comunidad, se puede reconocer sus prácticas culturales actuales,
relacionándolas con las costumbres ancestrales.
La antropología cuenta con interesantes herramientas que dan cuenta de esto tópicos, como por
ejemplo la entrevista, que es una de las técnicas que facilitan el acceso al universo de significados
de los actores sociales, ya que “… La referencia a acciones, pasadas o presentes, de sí o de
terceros, que no hayan sido atestiguadas por el investigador puede alcanzarse a través de la
entrevista…” (Guber, 2004: 132). La misma, puede concebirse como un tipo de relación social
gracias a la cual es posible obtener enunciados y verbalizaciones de los individuos con los cuales se
interactúa en la situación de entrevista. Al mismo tiempo, la presencia del investigador en el campo
o simplemente en el momento del encuentro, se convierte en una instancia de observación, referida
entre otras cosas al contexto donde se desarrolla la entrevista, al contexto que rodea al
entrevistado, a sus características físicas y modos de desenvolvimiento, entre otros (Guber, 2004).
En esta tesis, se seleccionó el trabajo con entrevistas antropológicas, a efectos de profundizar las
posibilidades que brinda este tipo de encuentro a partir de dos instancias:
Inicialmente, se realizó una guía de preguntas abiertas de tal manera que fuera posible acceder al
tipo de información requerida. A tal fin, se contó con cierto conocimiento previo del lugar y la
información sobre características y perfil de los entrevistados (sexo, edad, rol social, etc), para
84
trabajar con un contenido mínimo de puntos a tratar en el primer encuentro o en los sucesivos y que
dieran la posibilidad de incluir a futuro, temas no previstos que surgieran a partir de las entrevistas.
Se consideró importante contar con un amplio espectro de personas entrevistadas que cubrieran
áreas representativas de la vida social y que dieran cuenta de la mayor diversidad de
representaciones sociales en los grupos analizados y que por lo tanto, sean exponentes de variados
grupos de edad, posición en la comunidad, experiencias de vida, funciones, antigüedad, etc. Los
criterios de selección que se usaron para realizar estas entrevistas, fueron cuatro:
Para la elección de la edad de los entrevistados, se tuvo en cuenta la importancia de cubrir una
franja etaria que permitiera percibir los cambios y permanencias, introducidos con el tiempo y la
percepción que cada uno hiciera de ello. Para ello se seleccionaron dos personas de más de 70
años, tres personas de más de 50 y una de más de 30.
Para cubrir la variable del rol social que cada uno ocupaba, se entrevistaron en Campo Durán y
Tuyunti a dos representantes de cada comunidad, mientras que en El Algarrobal a uno solo.
En relación a la actividad que cada uno desempeña en su oficio, en Campo Durán se entrevistó al
cacique y a su hija y en Tuyunti se entrevistaron dos artesanas ceramistas, una maestra bilingüe y
un artesano mascarero
. En Salta se entrevistó a maestros rurales que trabajaron en Campo Durán desde la década del ‟50
conviviendo y educando a varias generaciones de aborígenes Chané. En tal sentido se entrevistó a
85
un sacerdote franciscano de Aguaray y a un artesano ceramista de Salta que participó de un
programa realizado por el PROFAM26, CNM27, BIRF28 y la Fundación ANPUY29.
En todos los casos, las entrevistas fueron abiertas, y muchas veces se fueron reformulando ante los
nuevos interrogantes que iban surgiendo de las mismas. Estas entrevistas se realizaron mediante
charlas informales, tomando notas en la Libreta de Campo sobre sus puntos más relevantes.
La única entrevista que se grabó, fue la realizada en Abril del año 2008, al cacique de Campo
Durán. Su contenido está transcripto en Anexos, junto a las partes más importantes de las otras
entrevistas realizadas. En la mayoría de los casos se pudo tomar fotos. En todos los casos, quiénes
intervinieron, accedieron a participar y dieron su aprobación para su publicación.
86
CAPITULO VII - RESULTADOS
En este capítulo se describirán los resultados del análisis de los materiales recuperados, donde se
incluyen la cerámica, los textiles, el material bioarqueológico y los resultados del Trabajo de Campo
y Entrevistas.
VII a) CERAMICA
En esta tesis se analizaron los tiestos correspondientes a las cuatro urnas halladas: la urna grande y
la vasija pequeña de la Cuadrícula Nº 2; y las urnas “A” con su tapa “A1” y “B” con su tapa “B1” de
la Cuadrícula Nº 1.
En esta cuadrícula se encontró un enterratorio conteniendo dos urnas, cada una con su tapa. La
primera pieza, denominada “A”, consistía en una vasija con otra colocada en su abertura de forma
invertida haciendo de tapa, a la que se designó como pieza “A1”. La urna “A” es delgada y alisada
con una decoración marleada, cuyo interior es de color oscuro, con poco pulido o alisado y un
tratamiento similar al exterior de la misma (Figuras 28 y 29).
La coloración de la pasta oscila en las gamas del marrón, rojizo, anaranjado fuerte y negro intenso.
Presenta fragmentos de cristales y fragmentos líticos con el agregado intencional de antiplásticos
(fragmentos cerámicos) de granulometría media fina y muy fina, comprendida entre 2 y 0,05 mm. en
87
una proporción del 60 al 70 % del total, cuyo rango más representativo es el fino, entre 0,05 y 0,40
mm. Los otros constituyentes de la pasta, están representados por fragmentos procedentes de otras
pastas cerámicas de tono oscuro en una proporción del 40% del total. El espesor de los fragmentos
es constante, oscilando entre 0,92 cm y 1,03 cm siendo los espesores máximos los que
corresponden a la base de la urna.
La reconstrucción de la urna permite inferir la forma globular (Figuras 30 y 31) sin cuello, ni borde
evertido elaborada con técnica de enrollado superpuesto y alisado posterior, cuyas dimensiones
son:
Figura 30 y 31 – Dibujo (izq) y foto (der) forma globular de la urna “A” – DHC y MAS
La decoración se realizó solamente sobre la superficie exterior con técnica de marleado (Figura 31),
sin engobe y sin aplicación de pintura.
La tapa (“A1”) es de una cerámica gruesa y tosca (Figura 32); los fragmentos presentan núcleos de
color negro que permiten inferir una cocción a baja temperatura, incompleta e irregular en ambiente
oxidante. Sus medidas son:
88
Diámetro máximo de la tapa: 0,66 cm.
Diámetro Base de la tapa: 0,21 cm.
La pieza “B” recuperada en la Cuadrícula Nº 1, tiene una capa exterior alisada y el interior de color
negro con muy poco pulido o alisado y un tratamiento similar al exterior de la misma, pero de color
más oscuro (Figura 33).
La coloración de las pastas oscila en las gamas del lmarrón, gris y negro en el interior, que puede
estar asociado a una reutilización de la misma (Figura 34). Presenta fragmentos de cristales y
fragmentos líticos con el agregado intencional de antiplásticos (fragmentos cerámicos) de
granulometría media fina y muy fina, comprendida entre 2 y 0.05 mm con una proporción del 60 al
70 % del total.
89
Figura 34 – Interior de la urna “B” - MAS
El espesor de los fragmentos de la cerámica es constante, oscilando entre 1,00 cm y 1,05 cm, con
técnicas simples de colado, amasado y elaboración de la urna.
La coloración de las pastas oscila en las gama del marrón, rojizo y negro intenso. Presenta
fragmentos de cristales y fragmentos líticos con el agregado intencional de antiplásticos (fragmentos
90
cerámicos) de granulometría media fina y muy fina, comprendida entre 2 y 0.05 mm en una
proporción que oscila entre el 60 y el 70 % del total.
El interior de esta pieza es prácticamente del mismo color que el exterior, con pulido, alisado,
decoración con marlo y decoración digito unguicular en todo el borde de la misma (Figuras 38 y 39).
Figuras 38 y 39 – Urna grande (izq) con detalle cuello inciso (der) - MAS
El espesor de los fragmentos es constante, salvo los del borde, con valores que oscilan entre los
1,07 cm a 1,14 cm, siendo los espesores máximos los correspondientes al borde (Figura 40).
La matriz ultra fina o fondo de pasta de 0.031 mm, presenta diversas tonalidades, como marrón y
negro intenso, conteniendo abundantes cavidades de aspecto venoso que oscilan entre 0.10 y 0,40
mm. La decoración se realizó solamente sobre la superficie externa con técnica de pulido y
marleado (Figura 41) y en el cuello y borde superior de la misma, mediante técnica de corrimiento
de pasta, con incisión de línea e impresión unguicular, sin aplicación de pintura, ni asas (Figura 42).
91
Figuras 41 y 42 - Técnica de marleado (izq) y borde inciso con corrimiento de pasta (der) - MAS
Esta pieza pequeña, hallada al costado de la urna grande, tiene su interior pulido, alisado y posee
una decoración digito unguicular en toda la pieza, salvo la base y el asa (Figura 43).
92
El análisis de la pasta, refleja una granulometría muy fina, con componentes asociados a
fragmentos líticos y fragmentos de piezas cerámicas. El tamaño de los mismos, se destaca por
tener valores que oscilan entre 1mm. y 0,04 mm, cuyo rango más frecuente está comprendido entre
0,05 y 0,20 mm con una proporción del 50 al 60 % del total.
La matriz o fondo de pasta se presenta en las gamas del marrón, en otros sectores rojizo y también
se encuentran zonas de tono negro, cuyo interior es prácticamente del mismo color que el exterior.
Los componentes más abundantes en la muestra se hallan representados por fragmentos de pasta
cerámica (tiesto molido) de tono muy oscuro y de textura muy fina en una proporción del 50% del
total, con valores que varían entre 1 mm. y 0,05 mm., con cavidades de formas elongadas y aspecto
venoso, cuyo tamaño oscila entre 0,10 y 0,20 mm.
Mediante el análisis microscópico se puede observar la posición que ocupan los componentes de la
pasta, permitiendo inferir que en este caso, para el proceso de elaboración se empleó la técnica
mediante el ahuecamiento y rotación de la pieza, ya que están ubicadas de un homogéneo en
sentido circular.
Espesor: 0,56 cm
Altura de la urna: 0,30 cm
Diámetro máximo de la urna: 19,1 cm
Diámetro de la boca: 18 cm
Largo del asa: 7,5 cm
Ancho del asa en el cuerpo: 2,3 cm
Ancho del asa en el borde: 2,5 cm
Decoración en todo el cuerpo con 8 franjas de 2 cm. cada una, salvo la base que es lisa
93
En este capítulo se realiza un resumen del informe de los estudios de Corte Delgado de las tres
Urnas. El estudio realizado a la pasta, sugiere que los componentes dominantes se encuentran
representados por fragmentos de cerámica angulosa distribuida homogéneamente, caracterizada
también por la presencia de inclusiones de cuarzo muy fino y redondeado (Figuras 44 y 45).
En la fotomicrografía de la derecha (Figura 47) se observa el fondo de pasta formado por agregados
micáceos de tono marrón, por sectores birrefringente, engloba a los cristaloclastos de cuarzo (Qtz)
muy fino, son redondeados y subredondeados. Se asocian con fragmentos de pasta cerámica de
tono oscuro, subredondeada y angulosa. Las cavidades de la pasta son isótropas y la identificación
de los minerales fue realizada bajo nicoles cruzados.
94
VII a.2.3) Enterratorio Cuadrícula Nº 2 – Vasija pequeña
En el caso de esta vasija incisa pequeña (Figuras 48 y 49) el estudio petrográfico de la pasta refleja
como componentes dominantes a los fragmentos de cerámica angulosa o subangulosa, en una
amplia gama de tamaños y distribuida homogéneamente. Se caracteriza también por la presencia
de inclusiones de cuarzo muy fino redondeado.
En la fotomicrografía (Figuras 50) se observa el fondo de pasta, formado por agregados amorfos de
tono marrón oscuro y negro, engloba a los cristaloclastos de cuarzo muy fino asociado con
fragmentos de cerámica de tono oscuro y textura muy fina y angulosa.
95
lo atestigua la presencia de cuarzo deformado con extinción ondulosa o cuarzo multicomponente. La
presencia de clastos de areniscas ricas en cuarzo da idea de la litología del área, sumado a la
existencia de los fragmentos de cuarzo redondeado provenientes de arenas fluviales.
En la fotomicrografía de la derecha (Figura 52) se observa el fondo de pasta totalmente isótropo (no
pasa la luz), formada por agregados amorfos, engloba a los cristaloclastos de cuarzo
subredondeado. Los fragmentos de cerámica, se presentan totalmente extinguidos. Las cavidades
de la pasta se encuentran totalmente extinguidas.
VII b) TEXTILES
El primer análisis realizado a los textiles hallados en el sedimento del Enterratorio “A” de la
Cuadrícula Nº 1 fue la observación macroscópica relativa; en ese proceso se detectó la presencia
de dos sustancias distintas al tejido, una de aspecto resinoso similar a plástico derretido y la otra
similar a madera (Figura 53).
96
Figura 53 – Textil hallado en Enterratorio “A”- gentileza Miguel Xamena
Tal como se describe en el capítulo de Metodología, los fragmentos se trasladaron al laboratorio del
Museo de Arqueología de Alta Montaña para un primer análisis con la Lupa Binocular
Estereoscópica, siendo posible la observación y muestra fotográfica ampliada de los mismos.
Los resultados permitieron visualizar las fibras del tejido junto a otras sustancias, una de las cuáles
poseía una consistencia de resina o algún producto que fue afectado por calor ya que se hallaba
derretida por los costados del textil (Figura 54); la otra parecida a madera, se hallaba entre el tejido
y la sustancia previamente descripta (Figura 55).
Lo que sorprendió del análisis con la lupa fue la regularidad en la trama del tejido y la aparición de
dos puntadas iguales en largo que medían entre 2,14 y 2,17 mm respectivamente.
97
Se trata de una pieza de tejido de diámetro promedio de 1,2 cm que se muestra en la figura
siguiente (Figura 56, 57 y 58). Se obtuvieron imágenes, en las que se observa una estructura, que
tiene hilos flotantes, que siguen un diseño en sentido transversal (zig-zag) (Informe INIQUI 200930).
En este apartado se describen los restos óseos hallados en la urna grande de la Cuadrícula Nº 2 y
los fragmentos, los de la urna “A” de la Cuadrícula Nº 1, tanto del interior como los encontrados en
el exterior de la misma, junto con la del sedimento de su base.
30 INFORME DEL INIQUI: Según el informe presentado por el INIQUI de la MEB la estructura del tejido también posee hilos flotantes.
98
Figura 59 - Cráneo visible en la urna grande. Urna grande
Tabla 3 – Cráneo
Cráneo
Cantidad Tipo de Hueso Lateralidad Estado Porcentaje
1 Fragmento del hueso Frontal - Incompleto 70%
1 Fragmento del hueso Parietal Izquierdo Incompleto 80%
1 Fragmento del hueso Parietal Derecho Incompleto 70%
1 Frag. del hueso Temporal Izquierdo Incompleto 60%
1 Frag. del hueso Temporal Derecho Incompleto 50%
1 Hueso Occipital - Casi completo 90%
2 Frag. de Maxilar Superior Indeterminada Incompleto s/d
1 Mandíbula - Incompleta 80%
23 Fragmentos de huesos Indeterminados Incompletos s/d
s/d: sin datos
El cráneo está separado a la altura lamboidea. No se pudo remontar porque el grado de distorsión
hacia el lado izquierdo, producto de procesos tafonómicos, modificó su anatomía. El hueso frontal
se halla fusionado con ambos parietales. El hueso occipital está completo en un 90%, faltando sólo
las apófisis mastoidea (Tabla 3). En el cráneo se pudo observar una variedad ósea y sutural en la
sutura lamboidea (Figuras 60 y 61).
99
Se analizaron los huesos del cráneo y en ninguno se observa deformaciones craneales
intencionales (Figura 62).
El maxilar superior se encuentra incompleto (Figura 63) contando solamente con un fragmento de
hueso de lateralidad izquierda con cinco piezas dentarias, según se detalla (Tabla 4).
De acuerdo la tabla 4, se observaron canino izquierdo, primer premolar izquierdo, segundo premolar
izquierdo, primer molar izquierdo y segundo molar izquierdo definitivos. Un fragmento de maxilar
superior incompleto de lateralidad izquierda y sin datos.
100
Tabla 5 – Mandíbula inferior
La mandíbula inferior se encontraba incompleta, con falta de ambas ramas mandibulares y sin
pérdida de ninguna de las 16 (dieciséis) piezas dentarias (Figura 64) (Tabla 5).
Mandíbula
Cantidad Tipo de Hueso Lateralidad Estado Porcentaje
1 Fragmento de mandíbula - Incompleta 80%
1 3º Molar Izquierdo Completo 60%
1 2º Molar Izquierdo Completo 100%
1 1º Molar Izquierdo Completo 80%
1 2º Premolar Izquierdo Completo 100%
1 1º Premolar Izquierdo Completo 100%
1 Canino Izquierdo Completo 100%
1 Incisivo Lateral Izquierdo Completo 100%
1 Incisivo Central Izquierdo Completo 100%
1 Incisivo Central Derecho Completo 100%
1 Incisivo Lateral Derecho Completo 100%
1 Canino Derecho Completo 100%
1 1º Premolar Derecho Completo 100%
1 2º Premolar Derecho Completo 100%
1 1º Molar Derecho Completo 100%
1 2º Molar Derecho Completo 100%
1 3º Molar Derecho Completo 40%
Por la falta de ambas ramas mandibulares en maxilar inferior y casi el 90% del maxilar superior no
se pueden detectar patologías asociadas a la articulación témporo-mandibular (Figura 65).
101
Figura 65 – Fragmento Maxilar Superior y Mandíbula
El esqueleto postcraneal, fue dividido en 4 secciones: Tronco, Miembros Superiores, Cintura pélvica
y Miembros Inferiores, simplemente a efectos de describir la cantidad de restos óseos presentes en
cada una y su estado de conservación.
102
De acuerdo a la tabla 6 se registró la presencia de:
Respecto a los miembros superiores, en general están incompletos y existen varios fragmentos
indeterminados, tal como se describe en la Tabla 7.
103
1 3º Metatarso Derecho Incompleto s/d
1 Metatarso Indeterminado Incompleto s/d
1 Falange proximal Indeterminada Incompleto s/d
2 Falange medial Indeterminada Incompleto s/d
s/d: sin datos
A su vez se recuperaron:
De acuerdo a las observaciones realizadas sobre los huesos de la cadera, se pudo determinar que
se encuentra incompleta, con huesos muy fragmentados y deteriorados, probablemente producto de
procesos tafonómicos (Tabla 8).
104
En la tabla 8 se observa que la pelvis izquierda y derecha se hallan incompletas, sin pubis. La
pelvis derecha posee cresta ilíaca con fusión marcada. También se hallan cuatro fragmentos de
pelvis indeterminados, un fragmento de pubis sin sínfisis pubiana y dos escotaduras ciáticas.
El análisis de los Miembros Inferiores, de acuerdo a lo que puede observarse en la tabla 9, presenta
huesos incompletos, en su mayoría.
La tabla 9 da cuenta de la presencia de un fémur izquierdo con ambas epífisis, cuyas articulaciones
proximales poseen Fovea Capitis muy marcadas. En el fémur derecho, la articulación distal se
encuentra muy fragmentada. La rótula izquierda se halla completa, no así la rótula derecha que se
encuentra erosionada y fragmentada en dos partes. Se encontró un fragmento de tibia izquierda con
epífisis proximal erosionada, un fragmento de tibia derecha con epífisis proximal erosionada y sin
epífisis distal y un fragmento de epífisis distal izquierda erosionada. Se halló un fragmento del
peroné izquierdo con parte de diáfisis y epífisis proximal, un fragmento de diáfisis del peroné
derecho, otro fragmento de diáfisis del peroné derecho con epífisis proximal y un fragmento de
diáfisis del peroné derecho con epífisis distal.
105
De los huesos del pie se analizaron un talus izquierdo y uno derecho incompletos con superficies
articulares erosionadas, dos fragmentos incompletos de calcáneo izquierdo y derecho muy
erosionados, un fragmento de 1º cuneiforme izquierdo incompleto, sin superficie articular y
erosionado, derecho incompleto y sin superficie articular, 1º metatarso derecho incompleto con
epífisis proximal completa, pero con epífisis distal incompleta; el 2º metatarso izquierdo está
incompleto, sin epífisis proximal y con epífisis distal; el 4º derecho por su parte no tiene epífisis
proximal ni distal; se recuperó también una falange indeterminada.
De acuerdo a la tabla 10, entre lo recuperado en la urna grande se hallaron seis fragmentos de
huesos largos de diámetro pequeño, pudiendo ser de cubito, radio o peroné; cinco fragmentos de
huesos largos de diámetro grande; siete fragmentos de huesos largos indeterminados; un fragmento
indeterminado de diáfisis sin epífisis del pié o mano; un fragmento de falange incompleta
indeterminada de mano o pié con epífisis distal; un fragmento indeterminado de arco neural de
vértebra; un fragmento del cuerpo del esternón incompleto con articulación costal indeterminada y
veintidós fragmentos de huesos indeterminados.
106
Tabla 11 – Interior Urna “A”
También se recuperó un diente incisivo no humano, dos dientes caninos no humanos y dos
fragmentos de restos óseos no humanos sin identificar (Figura 68 y 69).
107
Figuras 68 y 69 – Incisivos y canino vista anterior (izq) y posterior (der) Urna “A”- DG
De la base del enterratorio “A” se recuperaron 14 fragmentos que por su pequeño tamaño no han
podido ser identificados (Figura 69).
108
Figura 70 y 71 – Meteorización en tibia (izq) y fémur izquierdo (der) - DG
Se tomaron en cuenta los cierres de las epífisis para el esqueleto postcraneal, en fémur, tibia,
húmero y falanges de mano y pié:
Fémur 15-20
Tibia 16-20
Húmero 13-19
Falanges 14-21; falanges 12-22
Tomando en cuenta las tablas propuestas por (Fazekas y Kosa 1978) para perinatos, (Scheuer y
Black 2000) para subadultos y (Buikstra y Ubelaker 1994) para adultos y maduros, se realizó el
cálculo promedio de las edades estimadas para los cierres epifisiarios, el mismo arroja un promedio
total para edad de 22 + 3 años.
En este trabajo no se tomaron los cierres de las suturas del cráneo para la estimación de la edad,
porque para aplicar el método de Meindl y Lovejoy (1985) se necesitan cráneos completos. En este
caso específico, debido al estado regular de conservación del mismo y porque se cuenta con
fragmentos craneales incompletos, no fue posible realizar la estimación de edad mediante el cierre
de suturas craneales siguiendo el procedimiento de los citados autores.
109
VII c.7.3) Análisis de la Pelvis
Para la determinación de sexo en este individuo se utilizó una combinación de los métodos
morfoscópicos y morfométricos, de acuerdo a la posibilidad que brindaron los restos óseos hallados,
sus fragmentos y el estado de conservación. Por ello se tuvo en cuenta principalmente cráneo y
pelvis para el método morfoscópico y las medidas de húmero y fémur para el morfométrico.
Se analizaron los indicadores para determinación de sexo, que se resumen de la siguiente manera:
Las apófisis mastoides no se conservaron por lo cual no se puede evaluar este indicador:
110
Figura 73 – Angulo Supraorbital.- DG
Los resultados de las observaciones realizadas sugieren que se trata de un individuo de sexo
femenino.
111
VII c.8.1.2) Indicadores en Pelvis
En este caso se realizaron las mediciones de las cabezas del húmero (Figura 79) y del fémur
(Figuras 80 y 81) (Tabla 12).
112
Figuras 80 y 81 – Diámetro cabeza del Fémur: derecho e izquierdo 40 mm.- DG
Tomando las tablas de Pearson que establece los valores descriptos en la tabla anterior, para las
medidas de húmero y de fémur obtenidos, las mismas dan cuenta de un individuo de sexo femenino
(Brothwell, 1987).
De lo expuesto anteriormente y tomando en cuenta los indicadores en cráneo y pelvis y las medidas
de húmero y fémur se puede inferir que el individuo de Campo Durán es de sexo femenino.
Mujeres Blancas
Mujeres Negras
113
Siguiendo la tabla de fórmulas de regresión confeccionadas por Genovés (1967), para
proporcionalidad entre huesos largos y la estatura en mujeres indígenas de México, se efectuó la
aplicación de la misma para estimar la estatura máxima según el cálculo correspondiente:
Sacando un promedio entre las medidas de húmero y fémur de las tablas utilizadas (Trotter y
Glessser, 1952; Genovés, 1967), es posible inferir:
A pesar del estado de conservación en que se encuentra el cráneo fue posible detectar que no hay
evidencia de hiperotosis porótica ni criba orbitaria en los fragmentos que lo conforman (Figura 82).
Se han analizado dos dientes caninos del maxilar superior y dos incisivos y dos caninos del inferior.
No se observaron líneas de hipoplasia del esmalte dental (Figura 83).
114
Figura 83 – Incisivos y caninos mandíbula sin Líneas de Hipoplasia dental
La evaluación de las radiografías en ambas tibias, realizadas en conjunto con el Dr. Bosio arrojó un
resultado de ausencia de estas líneas de detención del crecimiento (Figuras 84 y 85).
Figura 85 – Radiografías ambas tibias para detectar Líneas de Harris – Hospital Oñativia
115
VII d. 2) Indicadores de Dieta
Para analizar la dieta del individuo estudiado se tuvieron en cuenta dos indicadores: por un lado
Lesiones y pérdidas dentales antemortem incluidas las caries y por otro, el desgaste del esmalte
dental, según se detalla a continuación:
Las observaciones realizadas en las piezas dentales presentes en el maxilar superior, arrojaron
como resultados (Tabla 13):
116
Canino X Derecho
1º Premolar X Derecho
2º Premolar X Derecho
1º Molar X Derecho
2º Molar X Derecho
3º Molar X Derecho
LA: Labial - LI: Lingual - O: Oclusal – M: Mesial – D: Distal
En el caso de la mandíbula inferior, se encontraron completas las dieciséis piezas dentarias (Figura
87).
117
De acuerdo a lo observado en tablas 13 y 14, se registraron un total de una caries en el canino del
maxilar superior (Figura 88), dos caries en el lado izquierdo y una en el derecho de la mandíbula
inferior (Figura 89).
118
Canino Izquierdo X X
Incisivo Lateral Izquierdo X
Incisivo Central Izquierdo X
Incisivo Central Derecho X
Incisivo Lateral Derecho X
Canino Derecho X
1º Premolar Derecho X
2º Premolar Derecho X
1º Molar Derecho X
2º Molar Derecho X
3º Molar Derecho X
De acuerdo a lo observado en tabla 16, se registraron desgaste del esmalte dental en grados 1 y 2
para incisivos y canino, grado 3 para premolares y grado 3 y 4 para molares, siendo superior el
desgaste del lado derecho en comparación con el lado izquierdo (Figura 90).
Grado 1 y 2 Grado 3 y 4
119
Figura 90 – Desgaste dental descripto en Tablas 15 y 16 - MAS
Se analizaron todos los restos óseos que poseyeran superficies articulares en buen estado. En la
tabla que se detalla a continuación se volcaron las observaciones realizadas y los resultados
obtenidos (Tabla 17)
Tabla 17 – Osteoartrosis
120
A pesar de la edad de la persona, un adulto joven (22 ± 3 años), se observó la presencia de
osteoartrosis moderada en una vértebra cervical, más precisamente en un fragmento de Axis. En las
apófisis articulares que se hallaron sueltas, se encontraron cinco fragmentos de vértebras dorsales
incompletas sin artrosis.
En los húmeros por su parte no pudo relevarse la presencia o ausencia de osteoartrosis por el
estado de meteorización de los huesos.
De los cinco fragmentos de costillas izquierdas sin superficies articulares, se encontró a uno de ellos
con osteoartrosis leve.
En el fémur Izquierdo, la epífisis distal presentaba osteoartrosis de grado leve (Figuras 91 y 92). En
la epífisis distal del fémur derecho se observó osteoartrosis leve.
Figuras 91y 92 - Fovea capitis en fémur derecho (izq) izquierdo (der) - MAS
La rótula izquierda no registró osteoartrosis. Los dos fragmentos de la rótula derecha se encontraron
con osteoartrosis leve.
En la mano se observaron: una falange proximal de lateralidad indeterminada con osteoartrosis leve
en las dos epífisis, dos falanges mediales incompletas con epífisis proximal sin osteoartrosis y dos
epífisis distales con osteoartrosis leve.
121
VII d.3.2) Estrés musculo esqueletal o MSM
En la clavícula izquierda se registra MSM (estrés músculo esquelético) que podría ser un posible
indicador de exceso de actividad del músculo esternocleidomastoideo y trapecio (Figura 93).
En el caso de los miembros superiores, se observa un fragmento de cubito izquierdo con exostosis
e inserción muscular marcada, mientras que un fragmento de cubito derecho, presenta inserción
muscular marcada del músculo supinador.
En el fémur derecho, abajo del trocánter menor sobre la diáfisis hay una inserción muscular muy
marcada del recto femoral y en la articulación proximal la Fovea Capitis está más marcada que en la
izquierda (Figura 94 y 95).
122
Figuras 94 y 95 – Fémur izquierdo y derecho con inserción muscular
Un fragmento de diáfisis de peroné derecho, presenta una fusión muy marcada (peroneo largo y
peroneo corto) (Figuras 96 y 97).
Del total de seis restos óseos analizado y de acuerdo a lo que se observa en la Tabla 18, se registra
MSM en la totalidad de los mismos, dos de grado leve, tres de grado moderado y uno de grado
intenso.
123
VII d.5) Infecciones
En conclusión, el estado general de salud con los indicadores bioarqueológicos del individuo de
Campo Durán que se analizaron, se detallan a continuación.
El fechado realizado revela que el promedio de la actividad 14C medida fue de 7.997 cpm. El
promedio de la actividad 14C del estándar contemporáneo de referencia fue de 7.559 cpm. Por ello
la actividad 14C medida de la muestra es mayor que la actividad 14 C del estándar contemporáneo
de referencia:
Fechado: (año 1950 = año 0 14C), por ello se informa como mayor que moderno (mayor que 1950)
124
VII f) ENTREVISTAS REALIZADAS
A todas las personas entrevistadas se les solicitó la autorización correspondiente para publicar el
resultado de las entrevistas y las fotos o videos que surgieran de las mismas, obteniendo una
respuesta positiva.
Las entrevistas fueron registradas mediante notas de lo conversado, salvo una charla brindada en el
Museo de Antropología de Salta por Máximo Ovando en Abril del año 2008, cuya entrevista fue
grabada, pero no fue transcripta en su totalidad, por la extensión de la misma. Los párrafos más
relevantes también se pueden consultar en Anexos.
Las preguntas efectuadas estuvieron relacionadas al tema de tesis y aquellas que se consideraron
importantes para aportar datos significativos en la investigación, muchas de las cuáles con citas
textuales serán retomadas en el capítulo de Discusión
Entre las principales preguntas que se hicieron, estuvieron aquellas que indagaron sobre la opinión
que tenía la Comunidad acerca del hallazgo arqueológico, la pertenencia de las urnas encontradas,
el tiempo de antigüedad que calculaban a los restos, el tiempo de ocupación en el territorio actual,
los rituales relacionadas con los entierros, la autoadscripción étnica, las similitudes y diferencias con
los Chiriguanos, los aspectos distintivos de su lenguaje y algunas de las prácticas culturales más
conocidas, entre otras.
125
a través del tiempo. Reconocieron su origen y su lengua como Arawak, aceptando que si bien ellos
hablan el guaraní es distinto al que hablan los Chiriguanos, de los cuáles se diferenciaron todo el
tiempo, aclarando que su lenguaje es más lento que el guaraní, con la inclusión de algunos términos
distintos a la lengua que se habla en Paraguay.
Cuando se indagó sobre la posibilidad de que las urnas recuperadas en el rescate arqueológico les
pertenecieran, no solamente no lo pusieron en duda, sino que aseguraron que existen más urnas,
incluso actualmente, enterradas debajo de sus viviendas, muchas de las cuáles fueron encontradas
cuando construían o refaccionaban sus casas.
Otro aspecto destacado de los resultados, fue la respuesta colectiva acerca de los rituales o formas
de entierro que presenciaron algunos de los integrantes más viejos de las tres comunidades,
quiénes relataron como se efectuaban antiguamente estas ceremonias. Describieron qué tipo de
vasijas se usaban, en qué posición y cómo se ubicaba al difunto, cómo se lo introducía en la urna,
con qué ajuar funerario se acompañaba y qué técnicas usaban para el entierro del mismo.
También existió una coincidencia entre entrevistados de las tres comunidades, de que estas
prácticas culturales y formas de enterratorio, fueron realizadas hasta la llegada de los padres
franciscanos quiénes luego de bautizarlos, les enseñaron a enterrar sus muertos en cajón, en el
cementerio de cada Comunidad, hacia la mitad del siglo XX
Por último, al ser entrevistados sobre el destino que decidieran darle a los restos óseos humanos y
a las piezas cerámicas asociadas pertenecientes al rescate arqueológico, los miembros de la
Comunidad de Campo Durán sesionaron y acordaron realizar la inhumación de los restos humanos
en el Cementerio local, una vez que fueran devueltos y luego de la restitución de las urnas del
rescate, organizarlas en un pequeño Museo Comunitario o sala de exhibición en el Salón existente
en la Comunidad llamado Tuty Aty, donde se expondrán junto a información relativa a la historia y al
patrimonio cultural de este grupo étnico.
126
CAPITULO VIII – DISCUSION
En este capítulo se discuten los resultados del análisis de las urnas y su contenido: cerámica,
textiles, material óseo humano, relacionándolos con los objetivos planteados y las hipótesis
derivadas del planteo del problema.
VIII a) CERAMICA
Se considera importante referirse al proceso de confección de las urnas, ya que permite analizar
similitudes y diferencias en cuanto a la elección y obtención de la materia prima, preparación de la
pasta, técnicas utilizadas en su elaboración, cocción, decoración, forma y posible función de las
piezas cerámicas.
En relación a las coincidencias, tanto la urna “A” y su tapa “A1”, como la urna “B” y su tapa “B1”
presentan cerámicas gruesas y toscas con núcleos de color negro, característico de una cocción a
baja temperatura, incompleta e irregular en ambiente oxidante. La pieza “B” es aún más gruesa y
tosca que la “A” con muy poco pulido o alisado, y presenta núcleos diferenciados en su parte
interna. Su coloración en las pastas, puede estar asociada a una reutilización de la misma, ya que
podría haber servido tanto para almacenaje de alimentos o líquidos, como para cocinar, antes de
ser utilizada como urna funeraria.
El estudio petrográfico de toda la cerámica refleja la presencia de inclusiones de cuarzo
redondeado, típico de arenas cuarzosas muy finas de ambientes fluviales y de pastas cerámicas
molidas, lo que induciría a pensar que la materia prima pudo ser obtenida en las cercanías del lugar
como por ejemplo el Río Itiyuro, contiguo a la Comunidad de Campo Durán.
Si bien se registran similitudes en algunas piezas cerámicas, también existen visibles diferencias
como la que existen entre las urnas “A” y “B” de la Cuadrícula Nº 1 y la urna grande de la Cuadrícula
Nº 2, en cuanto a forma, dimensiones y técnicas de decoración. En el caso de la urna grande de la
Cuadrícula Nº 2, los fragmentos de cristales y líticos son mucho más finos que las urnas “A” y “B”,
ya que la mayoría de los núcleos son de color negro, con núcleos diferenciados y una cantidad
visible de fragmentos líticos, que permite inferir una cocción incompleta en ambiente oxidante. El
interior es similar al exterior, con pulido, alisado y decoración con marlo en toda la superficie de la
pieza. El borde de la misma, se encuentra decorada mediante técnica de corrimiento de pasta, con
incisión de línea e impresión unguicular, en tres franjas diferenciadas de similares medidas cada
una, pero sin aplicación de pintura, ni asas. En este caso la mayoría de núcleos no diferenciados y
colores uniformes anaranjados y rojizos permiten inferir una cocción más pareja que las otras piezas
precedentes en ambiente oxidante. El espesor de los fragmentos es constante.
127
Por su parte, la urna pequeña, hallada junto a la urna grande, posee rasgos distintos a todas las
descriptas anteriormente ya que su interior es pulido, alisado y posee una decoración digito
unguicular en toda la pieza, menos en la base y el asa. Su análisis refleja una granulometría muy
fina también compuesta por fragmentos líticos y cerámicos, cuyo tamaño sobresale por ser más
pequeños. La forma subglobular está decorada completamente mediante técnica de corrimiento de
pasta, sin aplicación de engobe ni pintura, salvo en el asa en forma de cinta, y de acuerdo al único
fragmento encontrado del cuerpo con resto de la base, a pesar de que no pudo ser reconstruido se
determinó que la misma es plana y no posee decoración.
El análisis microscópico coincide con las diferencias observadas entre las urnas mediante la
observación macroscópica, respecto a la posición que ocupan los componentes de la pasta. Las
urnas “A” y la urna grande, fueron realizadas con técnicas de rodete superpuesto y alisado posterior,
mientras que para la urna pequeña, en el proceso de elaboración se empleó la técnica de
ahuecamiento y rotación de la pieza, ya que los fragmentos están ubicados en forma homogénea y
poseen un sentido circular.
Este autor describe a la cerámica guaraní de la siguiente manera: “…La cerámica guaraní ha sido
hecha por sistema de rodete…” […] “…El corrugado se consigue ejerciendo sobre la pasta todavía
fresca presiones rítmicas con la yema del dedo pulgar que puede ser oblicuo o perpendicular. En
otros casos la protuberancia que forman la presión de la yema del dedo es separada de la siguiente
por la impresión de la uña. Es éste el corrugado digitounguicular…” (Serrano, 1966: 129 y 130).
Algo similar se registra en los trabajos de Nordenskjold “…Entre los chané del Río Itiyuro he
observado la fabricación de ollas. Muelen la arcilla y la mezclan con fragmentos de jarrones cocidos
y triturados para que el recipiente no se rompa al ser cocido. Las vasijas se levantan con rollos de
128
arcilla a la manera indígena usual. Para alisarlas se emplean conchas o una mazorca desgranada,
así como una varita de bambú La mazorca produce tenues rayados paralelos…” {…} “… Decoran
los recipientes más toscos y las ollas de cocina usando simplemente la impresión de las huellas
digitales y cordones de arcilla adheridos…” (Nordenskjöld, {1912} 2002: 226).
Rodrigué (2005), por su parte, describe la cerámica guaraní, como vasijas alisadas con la
colocación de los rodetes superpuestos, llegando a un espesor en sus paredes, entre 0,08 cm. y 1
cm aproximadamente y engrosada hacia el borde de la misma. Su altura promedio es de 0,45 cm. a
0,80 cm. y su diámetro máximo se encuentra cercano a las dos terceras partes de su altura. Otro
rasgo que caracteriza a esta cerámica es su parte inferior, que es más amplia que el resto (cuerpo,
cuello y boca). Posee líneas paralelas incisas en la parte superior, un canto más o menos
pronunciado y las tapas de las urnas (Figura 83), sin diseños decorativos, son colocadas invertidas
sobre las mismas, con forma de cúpula ya que generalmente son fuentes un poco más hondas, para
tal propósito, de unos 0,30 a 0,45 cm. de ancho por unos 0,25 cm. de alto. La cerámica posee
habitualmente una superficie monocroma, manchas de ceniza, bordes evertidos, cuerpo globular,
ausencia de asas y es predominantemente cocida en ambiente de oxidante a reductor, en
coincidencia con las urnas recuperadas en Campo Durán.
En La Chonta (Bolivia) también fueron encontrados sitios arqueológicos con tinajas similares, de
forma globular, con pasta compacta con inclusiones de arena y cuarzo molido, cocción parcialmente
oxidada, acabado de superficie alisado tosco, sin la presencia de engobe o decoración y con restos
de material óseo en su interior. Dos de las dataciones realizadas, arrojaron un fechado de 1.450
d.C. y 1.580 d.C. el otro (La Chonta, 2003).
Siguiendo esta línea, Torres (1921) analiza cerámica, realizando una recopilación de la expansión
Guaraní, basada en restos y urnas funerarias y en analogías que atribuye a la cultura Arawak.
Asocia la relación existente entre ambos grupos (Tupí-Guaraní y Arawak) y considera que debe
adjudicárseles una antigüedad no mayor al último período hispano-indígena en las regiones del
chaco salteño. También expresa que las urnas de Rosario de la Frontera están relacionadas con los
129
restos arqueológicos que autores como Nordeskjöld, Von Rosen, Ambrosetti, Boman y De
Benedetti, adscriben como característica del pueblo Tupí- Guaraní (Chiriguano), mientras que las
del Arroyo del Medio (Jujuy) poseen rasgos particulares tanto morfológicos como de estilo, que las
aproximan a ejemplares correspondientes a los yacimientos de la cuenca del Amazona
perteneciente a los pueblos de origen Arawak.
De acuerdo a lo referido hasta aquí, las urnas halladas en el rescate, pueden adscribirse a una
tipología cerámica típica de grupos guaraníes (Cerutti, 2000; Serrano, 1966; Torres 1921).
La decoración, la ubicación y las técnicas utilizadas para su terminación, junto al uso del carbón
vegetal y de los fragmentos triturados de vasijas rotas como antiplásticos, serían similares a las
descriptas en esta tesis, por lo que se podría sugerir la adscripción de las urnas analizadas, a una
tipología guaraní (Cerutti, 2000; Serrano, 1966).
Las cerámicas son elaboradas por las mujeres, destacándose la manufactura de vasijas con fines
utilitarios o ligadas al rito funerario, según lo expresado en la entrevista por María Daniela Pereyra:
“… Nosotros molemos las cerámicas viejas y ella la pasa por un colador bien finito para ponerla a la
pasta y el resto se tira y ya está…, ya podemos hacer la cerámica…”. Esta descripción corresponde
a la confección de grandes vasijas chicheras que se usan para la cocción de tubérculos, para la
preparación y fermentación de alojas, especialmente de maíz. De acuerdo a distintos
investigadores, generalmente los recipientes usados para el almacenaje de la chicha eran luego
utilizadas como urna funeraria (Nordenskjöld, {1912} 2002; Rodrigué, 2005).
Esto concuerda con lo expresado por varios integrantes de las tres comunidades, cuando describen
algunas costumbres que observaron en forma directa, relacionadas a los rituales funerarios. Existen
coincidencias en lo relatado por todos ellos: Juana Centeno, Máximo Ovando, Pedro Arazari y María
Daniela Pereyra, en cuanto al tratamiento dado al difunto, diciendo “… se los ataba durante un día
hasta que quedaran duros y de ahí se los ponía en la tinaja, que tiene ser chichera porque ahí se
prepara la chicha y tienen que ser grandes…” (Entrevista Juana Centeno)… […]… “… se cavaba un
hoyo en la tierra y ahí se ponía la vasija para que no se caiga, y se la sostenía hasta que el difunto
esté listo para ponerlo adentro, luego se lo ponía y se la tapaba…” (Entrevista a Pedro Arazari).
VIII b) TEXTILES
Uno de los aspectos más sorprendente en el análisis del material textil, fue la regularidad en la
trama del tejido y la aparición de dos puntadas con dimensiones similares en largo y ancho, como si
se hubieran realizado de forma industrial y no manual (Figura 84). Su observación y registro por
130
medio de la Lupa Binocular, permitió apreciar las regularidades de las puntadas (Figura 85), y
comparar estas medidas con el grosor de la fibra del textil con un hilo de coser actual. El resultado
fue que también coincidía en los diámetros midiendo entre 0,28 y 0,32 mm. (Figura 86).
La presencia en el entierro de textiles con una trama regular, puntadas similares a las realizadas
con máquina de coser y de características análogas a las dimensiones de los hilos de coser
modernos, podría sugerir que los tejidos usados en el entierro serían de tiempos recientes.
Además, mediante el uso de la lupa, se pudo comprobar la presencia de dos materiales distintos al
tejido: uno de ellos con consistencia de resina afectada por calor que estaba derretida por los
costados del textil; el otro un material similar a madera. Estos productos observados y registrados
(Figuras 87 y 88 parecidos a productos plásticos o resinosos derretidos y a madera, podrían estar
indicando la presencia de botones forrados, lo cual también se correspondería a elementos de poca
antigüedad.
Figura 84 y 85 - Puntadas de máquina de coser? con puntadas similares gentileza Miguel Xamena
131
Figura 87 y 88 – Resina y madera? - gentileza Miguel Ximena
Se pudo estudiar por primera vez, restos óseos humanos procedentes de esta zona de yungas en
Campo Durán (provincia de Salta) provenientes de un rescate, señalando las particularidades del
material mencionado y a partir de allí y los análisis realizados, discutir los resultados obtenidos,
teniendo en cuenta las condiciones de preservación de los mismos.
A partir del análisis realizado para estimar la edad y determinar el sexo del individuo, se ha
concluido que se trata de un adulto joven A J de 22 ± 3 años y de sexo femenino con una estura
aproximada de 153,41 cm.
132
El no observar indicadores de Hiperostosis Porótica, líneas de Hipoplasia del esmalte dental, ni
líneas de Harris, permite inferir la ausencia de situaciones de estrés nutricional de tipo generalizado,
que hayan afectado a todo el organismo (Brothwell, 1987; Krezner, 2006).
En el caso de la mandíbula, se observa que las caries tienen mayor frecuencia del lado izquierdo
que el derecho, por lo que se deduce una masticación más frecuente de ese lado. En contraposición
con esto, el desgaste dental observado, es superior del lado derecho en comparación con el lado
izquierdo, aunque por el momento no se pueden explicar estas diferencias. Las caries darían cuenta
de una dieta basada en alimentos con componentes de carbohidratos como puede ser el maíz
(Hillson, 2000; Rodriguez Cuenca, 1994).
Respecto a la presencia de MSM (estrés músculo esqueletal) se registran lo que podrían ser
posibles indicadores de exceso de actividad en distintas partes del cuerpo como el músculo
esternocleidomastoideo y del trapecio en la clavícula izquierda; un fragmento de cubito izquierdo,
con exostosis e inserción muscular marcada, mientras un fragmento de cubito derecho exhibe una
inserción muscular más marcada del músculo supinador. También se observa una inserción
muscular muy marcada del recto femoral en fémur derecho en la articulación proximal la Fovea
Capitis está más marcada que en la izquierda. Todos estos indicadores podrían estar relacionados a
labores cotidianas desarrolladas por este individuo a lo largo de su vida (Jurmain, 1977; Larsen,
1987).
Asociando lo analizado en los restos óseos con los datos sobre actividades realizadas actualmente
en la comunidad y dado que la actividad principal de la población femenina, está basada en la
fabricación de cerámica, puede implicar actividades asociadas a las prolongadas caminatas.
También la preparación y manufactura de la pasta, la elaboración de las vasijas, el horneado y la
decoración de las piezas, podrían implicar tareas de esfuerzo para vértebras cervicales y lumbares,
miembros superiores y su articulaciones, relacionados a todas estas tareas manuales de obtención
de la materia prima y de fabricación de la cerámica.
133
Otra de las tareas femeninas consiste en la obtención y traslado de vasijas con agua, que
generalmente se trasladan mediante la sujeción de una correa que se coloca en la cabeza, y ubica
al recipiente colgando hacia atrás. Esto provoca un esfuerzo para soportar el peso de la vasija
desde la zona frontal hacia la zona vertebral de cervicales y lumbares, lo cual también podría
explicar la osteoartrosis y el estrés músculo esqueletal de columna y miembros superiores.
Las evidencias en los miembros inferiores pueden estar asociadas a la exigencia que implica,
recorrer a pié y subir a lugares con desniveles e inclinación del terreno como son las barrancas o las
laderas de los cerros cercanos a los ríos para la recolección de la arcilla y el esfuerzo que requiere
el acceso a estos recursos, sumado a las posturas adoptadas (a veces de rodillas, en cuclillas o
inclinada) tanto para el amasado como para la manufactura, cocción y decoración de las piezas.
Conjuntamente con los huesos correspondientes al individuo que se recuperó en la urna grande de
la Cuadrícula Nº 2, también se hallaron 44 fragmentos de restos óseos, que no se corresponden con
el cuerpo completo, que puede sugerir la presencia de un entierro secundario asociado al individuo
mencionado.
Una de los mayores dilemas a resolver en este trabajo de investigación, eran la adscripción cultural
y cronológica de las urnas y de su contenido. A partir de la revisión realizada de todos los
antecedentes, surgieron lugares de aparición de restos arqueológicos similares en cuánto a forma y
134
decoración de la cerámica o a la forma de entierro, coincidiendo con una franja de ocupación
particular para zona de yungas.
Al respecto de las costumbres funerarias, Torres (1921) expresó que entre los grupos Tupí-Guaraní,
el entierro directo en tierra fue una de las costumbres más generalizadas, descripta en crónicas y
relatos y constatada por descubrimientos arqueológicos; y excepcionalmente, el enterramiento se
realizaba en urnas de formas abiertas y bases cónicas, de manufactura tosca, con escasa
decoración y sin pintura. Las grandes urnas que contienen cuerpos no disecados pertenecerían a
grupos que ocuparon el valle del río Amazonas y citando a Humboldt (quien recorrió la cuenca del
río Orinoco), en esa zona es frecuente el hallazgo de largas hileras de urnas conteniendo
esqueletos enteros en posición acuclillada.
Torres (1921) trabajó en la primera mitad del Siglo XX, sobre una barranca del Río Rosario, cercano
a la actual ciudad de Rosario de la Frontera y estableció rasgos particulares de las urnas que
mencionó (citando a Boman) en los sitios El Carmen en Salta y San Pedro de Lerma en Jujuy, que
le permitieron establecer coincidencias en cuanto a tamaño, forma, decoración y contenido con las
piezas estudiadas en este trabajo. Torres describió a la urna que denomina como Nº 1, con un
diámetro máximo de 55 cm, base cónica, de arcilla o pasta verdosa mezclada con fragmentos
cuarcíferos, que presenta la superficie granulada realizada mediante el modelado interno y posterior
frotamiento de una tabla externa, que deja impreso un rastro regular pero sin ornamentación. La que
describe como urna Nº 3, posee los bordes abiertos y base cónica, paredes de arcilla gruesas que
no están muy trabajadas ni lo suficientemente amasada y su manufactura es tosca, quizás por la
metodología de superponer las tiras de barro, sin decoración.
Existen también otros autores que hacen mención a esta tipo de cerámica asociada a grupos
guaraníes, dentro de los cuales se pueden citar a Mètraux (1947), Nordenskiöld ({1912} 2002),
Outes (1918), Palavecino (1948) o Serrano (1966) entre otros.
Comparando las urnas mencionadas por Torres (1921) como de origen Arawak, aquellas que
contenían individuos con las piernas retraídas sobre el pecho, y las otras urnas de base cónicas,
toscas, sin decoración ni pintura como características de los grupos Tupí-Guaraní, se pudo sugerir
que las urnas del hallazgo de Campo Durán, permiten una primera adscripción cultural Chané
(Arawak) en relación al contenido, base cónica, tamaño y forma. Sin embargo también se combinan
con otros rasgos que pueden ser atribuidas a los Chiriguanos (Tupí-Guaraní) como son la técnica
de manufactura de rodetes superpuestos, amasado, sin pintura y con decoración digito unguicular
ubicada solamente en el cuello.
135
Resulta interesante lo que opina Saignès (1986) quien se pregunta si en realidad fueron los Andes
un obstáculo entre las comunidades serranas y las de la selva, o si justamente al contrario, estas
montañas, fueron el espacio de encuentro, de aculturación material, de sincretismo político y
religioso, tomando más bien toda esta zona como un corredor de tránsito y de transición con un
papel preponderante y ambivalente de escape o de encierro, según las circunstancias “… Los
Andes orientales tienen una historia múltiple, no propia o separada, sino íntimamente ligada a la de
los dos conjuntos vecinos, los andes y la Amazonía, a los cuales pertenecen igualmente…"
(Saignès, 1986: 86/89).
En tal sentido las prácticas culturales de Chané y Chiriguanos, no estarían exentas de estos
procesos de aculturación y transculturación iniciados a partir del contacto interétnico, evidenciando
en los objetos materiales, las manifestaciones de su dinámica y compleja relación intercultural.
Ortiz y Ventura (2003) publican una compilación en la cual diversos autores exponen trabajos
realizados en las denominadas vertientes orientales de los Andes. Tratan la relación establecida
entre las antiguas poblaciones que ocuparon estos valles, postulando que la evolución de estos
antiguos grupos, debe analizarse como una dinámica y compleja relación entre poblaciones andinas
con las de la selva y la del Chaco, ya que desde hace mucho tiempo, estos espacios se vieron
involucrados en procesos en común, siendo imposible pensar en una historia independiente o
aislada de cualquiera de las sociedades que habitaron estas regiones.
En este sentido, se conoce por los antecedentes históricos, etnográficos y arqueológicos que
existieron migraciones a partir del siglo X de los grupos arawak, en sentido noreste a sudeste y que
ocuparon una extensa franja en la zona de yungas y bordes orientales de los Andes. También se
pudo cotejar que los guaraníes migraron aproximadamente en el siglo XV, desde Brasil y Paraguay
hacia las fronteras del Imperio Inca. Existe una coincidencia temporal y espacial de estos grupos,
que permite inferir el contacto, intercambio, alianzas, conflictos y complejas relaciones asimétricas
que se suscitaron entre ambos, durante varios siglos, influyendo mutuamente en sus prácticas
culturales, algunas de las cuales, continúan hasta la actualidad como el lenguaje, la elaboración de
la cerámica y los rituales funerarios.
Se ha planteado que existió contacto cultural entre ambos grupos étnicos a partir del siglo XV y que
continúa hasta nuestros días, visualizando los procesos de trasformación que fueron
experimentando y registrando qué prácticas culturales son originariamente Chané y cuáles
Chiriguanas.
136
En casi todas las entrevistas realizadas a las comunidades Chané, se percibió una similar intención
de diferenciarse de los Chiriguanos. En las entrevistas realizadas a Ovando (Campo Durán) Juana
Centeno (Tuyunti) y Pedro Arazari (El Algarrobal), se obtuvieron respuestas similares cuando
aseguran que “…las únicas comunidades chané son las de Campo Durán, El Algarrobal y Tuyunti,
las otras son de chiriguanos…”
Ya en los textos de Schmidl (1997), Garcilaso de la Vega (1997) y Jolís (1972) se menciona la
Nación Chané junto a los trabajos de Boman y Von Rossen y Nordenskjöld que visitaron a principios
de siglo XX esta zona. Nordenskjöld (2002: 211 – 213) destaca que « ...los chané no sólo
recuerdan, sino que reivindican de forma llamativa, ciertas líneas elitescas de continuidad, a las
cuales no duda en calificar de « linajes »....
Existen antecedentes que revelan algunas similitudes y diferencias entre grupos Chiriguanos y
Chané, sobre todo aquellas relacionadas a los rituales funerarios descriptas por diversos autores
(Chaumeil, 1997; De Gandía, 1935; De Nino, 1912; Garcilaso de la Vega, 1997; Jolís, 1972;
Mètraux, 1947; Nordenskjöld, 2002; Rocca y Rossi, 2004; Susnik, 1968) y que comprende no
solamente la forma de realizar el culto y el entierro de sus muertos, sino sobre todo, el significado
que le otorgan a cada práctica.
Los Chané acostumbraban colocar a sus muertos en grandes vasijas chicheras o reutilizar alguna
urna que estuviera ocupada anteriormente con un difunto, enterrándolos bajo sus viviendas y
conviviendo con sus muertos, prácticamente toda su vida. Estas costumbres pudieron ser
confirmadas actualmente por los relatos obtenidos de los propios pobladores de las comunidades
Chané de Campo Durán y Tuyunti (Arazari, Centeno, Ovando y Pereyra).
Respecto a la pertenencia de los restos, hoy son materia de disputa entre el Estado y sus
descendientes. “…El patrimonio arqueológico se encuentra comprendido en la definición de
patrimonio cultural, con la salvedad de que los productores de dichos bienes pertenecieron al
pasado remoto del país y, muchas veces, su adscripción identitaria no coincidió con la identidad de
la unidad política cuyo territorio habitaban….” (Di Fini, 2000: 3).
No se debe olvidar que el contacto hispano-indígena de una forma permanente en esta zona, se
realizó en tiempos mucho más tardíos que en otras que fueron corredor para los proyectos de
expansión incaica y de conquista española, como fueron los Andes y sus valles aledaños. La
resistencia y hostilidad a los procesos colonizadores de portugueses y españoles prolongaron la
ocupación de estas tierras, sumado a las características geográficas y ambientales (Còmbes, 2005).
137
Es importante poder conciliar la investigación y la conservación de los objetos recuperados, con la
opinión y decisión de quienes viven allí, que sienten que dichos restos son parte de su historia. El
tomar en cuenta estos postulados promueve el diálogo y crea un espacio participativo, donde las
comunidades aborígenes pueden reconocerse en su pasado a partir de la arqueología. Esta es una
herramienta que permite trabajar sobre los procesos identitarios de las comunidades, fortaleciendo
el conocimiento de su proceso histórico a través del tiempo.
El resultado obtenido en el fechado por datación radiocarbónica es coincidente con las opiniones de
Ovando vertidas en el contexto de la entrevista. Al preguntarle qué antigüedad le calculaba a los
restos recuperados respondió “…Calculo que más de doscientos o trescientos años…”.
Por otra parte, la aparición de los textiles y los resultados obtenidos del análisis de los mismos,
aumentan el conocimiento acerca de la antigüedad de los objetos encontrados. En este sentido, el
fechado coincidía con la temporalidad adjudicada a los textiles.
En el marco de los trabajos de campo realizados a Campo Durán, Tuyunti y El Algarrobal, se realizó
la pregunta de si alguna vez habían visto un entierro y si sabían cómo enterraban a sus muertos
(Entrevistas Ovando, Arazari y Centeno). Todos relataron haber presenciado un entierro,
describiendo las técnicas para preparar y enterrar al difunto, similares a las descriptas aquí, lo que
sugiere la posibilidad de la prolongación de esas prácticas culturales hasta años posteriores a la
década del ‟50, en coincidencia con el fechado radiocarbónico obtenido y los materiales
recuperados.
En las entrevistas realizadas a Ovando (58 años) Arazari (63 años) Zenteno (80 años) y Pereyra (32
años), los entrevistados afirmaron que habían visto a algunos de sus familiares (padre, abuelo,
hermano) ser enterrado siguiendo las técnicas de preparación del cuerpo y colocación en la urna y
que coinciden también con relatos y crónicas desarrollados en el Capítulo de Antecedentes “… yo
138
me acuerdo como lo enterraron a mi abuelo, se le ponía con las piernas contra el pecho y se lo
ataba para que no se suelte…” (Entrevista Ovando) “…antes se sentaba al muerto con las piernas
dobladas y se lo ataba con una cuerda hasta que se pusiera duro y así para luego poder meterlo en
el tinajo…” (Entrevista Arazari)… […] “...se sentaba con las piernas dobladas y se turnaban para
sostenerlo… mi mamá me contó que ella vio a su papá así…” (Entrevista Pereyra).
Sin embargo en las tres comunidades visitadas Campo Durán, El Algarrobal y Tuyunti, el idioma
hablado es el Chané Guaranizado. La enseñanza bilingüe en las escuelas de las tres comunidades
incorporó el castellano como otra lengua alternativa al idioma que hablan hasta el inicio escolar por
toda la comunidad. Incluso durante las visitas a las mismas, se ha podido observar que ellos
continúan hablando en su lengua materna hasta la actualidad, como lengua cotidiana que es usada
dentro de la Comunidad y aún ante la presencia de extraños.
139
CAPITULO IX - CONCLUSIONES
Si bien los antecedentes arqueológicos son escasos y la muestra es acotada, los análisis y
resultados de esta investigación constituyen una primera aproximación al estudio arqueológico de
los Chané en nuestro país, siendo el primer fechado por datación radiocarbónica del sitio en
particular y de la zona en general.
Como conclusión se retoman los puntos sobresalientes de la discusión y las hipótesis planteadas
detalladas a continuación:
Algunas de las prácticas culturales asociadas a los rituales funerarios continuarían desde
tiempos prehispánicos hasta la actualidad.
Los resultados obtenidos del fechado radiocarbónico ubican cronológicamente este entierro en
tiempos recientes, más moderno que 1950.
Por su parte, el análisis de los textiles encontrados en el interior de la urna “A” arrojan un resultado
que se corresponde con textiles modernos, posiblemente con puntadas de máquina de coser de
fabricación industrializada y quizás botones, también correspondiente a tiempos recientes.
Por último, en el caso de las entrevistas realizadas en las comunidades, se puso de manifiesto que
algunos integrantes dicen haber presenciado hasta no hace tanto tiempo estos rituales funerarios. El
relato de la observación de estos entierros en familiares cercanos (padres o abuelos) implican una
antigüedad de algunas décadas, según lo vertido por Centeno, Ovando, Arazari y Pereyra en las
entrevistas realizadas.
Al tener en cuenta las edades de los entrevistados y el hecho de que se sitúan como testigos de
estos entierros, significa que esas prácticas, continuaron hasta tiempos actuales, dato que coincide
con las características del textil estudiado y el resultado arrojado por el fechado por datación
radiocarbónica.
Si bien existió la aculturación como producto del contacto cultural y la convivencia, se mantienen
rasgos culturales particulares que perviven hasta la actualidad. Ellos se reconocen como Chané,
con una historia ancestral que los avala, con un idioma que comparten y con prácticas culturales
140
que los diferencian, porque perduraron en el tiempo, más allá de las relaciones asimétricas, la
conquista y los procesos políticos o económicos que se fueron sucediendo.
En síntesis, la información obtenida en esta tesis permiten postular que los rituales funerarios
habrían tenido una continuidad cultural desde tiempos prehispánicos hasta tiempos recientes.
Según diversos investigadores (Còmbes, 2005; Mètraux, 1974; Nordenskjöld, 2002; Pérez Bugallo,
2001; Rocca y Rossi, 2004; Susnik, 1968; Tissera 1972; Tomasini, 1978) estas comunidades
Chané, provenientes de la familia linguística Arawak, migraron estableciéndose en los bordes
orientales de los Andes y recibieron una importante influencia de las culturas andinas, pero
fundamentalmente del contacto con los Chiriguanos provenientes de la Amazonia. El resultado de
esta convivencia prolongada fue la mutua adopción de patrones culturales mutuos, que pervivieron
hasta nuestros días, expresados principalmente en la cerámica y el lenguaje.
Las vasijas chicheras, fabricadas para almacenar, cocinar y hasta no hace mucho, para enterrar a
sus muertos, combinan algunos rasgos propios de la cerámica Chané en cuanto a función, forma y
textura con otros de la cerámica guaraní, como la ausencia de pintura, color, estilo y posición de la
decoración, los que se constituyen en indicadores de esta aculturación, producto de los contactos y
las relaciones establecidas a través de varios siglos.
El idioma hablado por estas Comunidades es el Chané (o Arawak) Guaranizado, aunque ellos
señalan las principales diferencias al afirmar que hablan el Guaraní pero “… Sí, pero nosotros
hablamos distinto, por ejemplo yo no entiendo a algunos que hablan guaraní, porque nosotros
hablamos más lento…” (Entrevista Arazari). Refiriéndose a los Chiriguanos “… Ellos hablan más
rápido y acentúan distinto, porque nosotros hablamos más lento y más suave, pero ellos
pronuncian más fuerte, por eso es distinto…” (Entrevista Pereyra).
A pesar de este proceso de contacto e intercambio cultural entre ambos grupos no se produjo una
aculturación total, ya que aún se conservan algunas costumbres propias de los Chané, que se
evidencian en muchas de sus prácticas cotidianas, en su autoadscripción étnica y en su historia oral
asociada a un origen común y a una lengua materna Arawak.
141
A pesar del proceso de aculturación entre los grupos Chiriguano – Chané, estos últimos
conservaron algunas prácticas rituales y funerarias.
Se conoce que las prácticas culturales de los Chiriguanos y de los Chané, asociadas al entierro de
los difuntos difieren. Mientras que los Chiriguanos acostumbraban enterrar a sus muertos
directamente en la tierra, el entierro en urna era una pauta característica de los Chané. En los viajes
realizados a las tres comunidades, se pudo observar que actualmente la presencia de urnas de
grandes dimensiones, ubicadas en los patios de la comunidad y cuya fabricación es destinada al
almacenaje de alimentos o líquidos es escasa y la práctica de utilizarlas como urnas funerarias se
ha perdido.
A pesar de que las urnas grandes, no estén a la vista, muchas de ellas se encuentran debajo de sus
viviendas, conservando muchas de las prácticas y rituales funerarios, según lo vertido por Ovando
“… nosotros tenemos muchos tinajos que fueron encontrados cuando estaban construyendo las
casas…” […] “… a veces cuando se hace los cimientos o la otra vez haciendo el baño, siempre que
se cava se sacan tinajos, uh… acá está lleno de esos tinajos…“ (Entrevista Ovando).
El relato de las formas de entierro propio de la Comunidad de Tuyunti evidencia una continuación de
las prácticas hasta tiempos recientes a pesar del contacto con los Chiriguanos y posteriormente, con
los españoles “…Recién desde que llegaron los franciscanos a Tuyunti31 nos empezaron a bautizar
y desde entonces ya enterramos en el cementerio a los muertos…” (Entrevista Centeno).
En conclusión, esta tesis pretendió realizar aportes desde la arqueología y partir de las urnas
encontradas en el rescate de Campo Durán del año 2004, al conocimiento de los Chané de nuestro
país. En este punto se considera que sería prudente continuar reflexionando sobre los desafíos que
enfrenta la arqueología, permitiendo articular la investigación y conservación de los objetos
recuperados, escuchando a la vez la opinión de los pueblos originarios.
Queda abierta la posibilidad de realizar un análisis sobre los vínculos que esta población establece
en el presente con el patrimonio del lugar, aportando a la construcción de las historias étnicas de
sus pobladores y a la reafirmación de su identidad cultural.
Se espera que este trabajo resulte una herramienta útil para que la comunidad se mire, donde
pueda adquirir mayor conocimiento sobre su territorio y la historia al que está unido. Este objetivo
31FRANCISCANOS EN TUYUNTI: según Juana Centeno la llegada de los sacerdotes fue más o menos en 1946. Según las actas de
bautismo de Aguaray desde 1946 se asentaron los primeros bautismos en Tuyunti.
142
solo puede cumplirse mediante un proceso de participación social, que implique un continuo
aprendizaje construido desde cada sociedad
Por último, tal como lo expresa Martínez Sarasola (1992: 20) “…He querido rescatar su forma de
vida desde el origen, su protagonismo y sus vivencias actuales, para contribuir a que ellos tengan
lugar en la memoria colectiva y en la vida de todos los días, junto al resto de sus compatriotas…”.
143
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