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CIEN AÑOS DE SOLEDAD

Autor: Gabriel García Márquez

Melquiades es un gitano humilde, un día en una feria él

presento un invento, que fue el de dos imanes, José Arcadio Buendía no le creía,

entonces lo probaron para ver si había oro debajo de la tierra, empezaron a usarlo y lo

único que salía era los metales de las casas, fueron al rio y lo único que salió fue una

armadura, y dentro de la armadura había un pedazo de collar bañado en oro, José

Arcadio Buendía tenía una esposa y dos hijos, el cual los amaba mucho, pero casi nunca

les tomaba atención, una noche el, su esposa hijos salieron del pueblo a buscar un lago,

caminaron semanas sin dormir hasta que su esposa dijo para descansar, durmieron como

pnunca, muy tranquilos, al día siguiente volvieron a caminar, fue un viaje absurdo, con

el estómago estragado de carne de mico y el caldo de culebras, su esposa dio a luz,

había hecho la mitad del camino una hamaca colgada de un palo donde dos hombres la

cargaban, por la hinchazón de las piernas.

La esposa de José Arcadio Buendía dio a luz al pequeño

hijo, José Arcadio estuvo metido en su laboratorio por muchas horas , el no aceptaba al

hijo que acababa de nacer lo cual salió a la calle, y se encontró con una multitud, y entre

esa multitud vea una gitana, muy jovencita, muy bonita, fue la más hermosa mujer que

vio en toda su vida José Arcadio, empezó a caminar entre la multitud para llegar a ella,

se puso tras ella y empezó a apegase en su espalda, la chica trataba de alejarse pero el

aún más se acercaba, hasta que ella se da cuenta y voltea y le sonríe, mientras que daban

un espectáculo del hombre serpiente por no haber hecho caso a sus padres, luego un

presentador dijo que admiraran a la chica gitana que iba a ser decapitada por ver algo

que era prohibido mirar, pero ellos distraídos siguen, la gitana toma de la mano a José

Arcadio y lo lleva a una carpa allí ellos empiezan a besarse, a quitarse la ropa, estaban
muy acalorados, ella era flaquita, sus piernas eran delgadas pero hermosas, allí entra

otra pareja a la carpa, José Arcadio les dijo que no lo interrumpan pero ellos seguían en

el piso, José Arcadio al verlos se le vinieron las ganas, una tarde él se va con los

gitanos, Úrsula le pregunta al hermano de José si lo había visto y él le dijo: “Si, estuvo

en la plaza con los gitanos empujando un carrito y se fue”.

Úrsula sale en busca de José, va a la plaza, pero no lo

encuentra, llega un momento donde José Arcadio Buendía se aparece y le dicen que su

hijo había nacido, le pusieron de nombre José Arcadio, pero para no confundirse lo

llamarían José, pero José Arcadio no aceptaba al hijo, decía que no era de él, pero luego

de unos días él tuvo que aceptarlo.

Una tarde a lo lejos se miraba a una mujer renovada,

limpia y buena, era Úrsula que hace tiempo salió en busca de José Arcadio Buendía y

no regresaba hasta hoy que la vieron, ella empezó a decir que fue un largo un camino, se

encontraba con mucha gente que la ayudaba, hasta ropa le regalaban, también dijo que

encontró un camino y un pueblo maravilloso el cual José Arcadio Buendía nunca lo

encontró, nunca lo vio, pero ella sí, y camino hasta ese pueblo y su vestidura era muy

diferente a la que ellos usaban, fue tanta su alegría por haber encontrado un camino que

se quedó casi por un mes.

Allí José Arcado Buendía metido en su laboratorio sin

poder dormir días, una noche José Arcadio y Úrsula no podían dormir, claro era la peste

del insomnio hasta la peste llego al pueblo y nadie dormía, pero ellos estaban contentos

ya que no había tanto tiempo para hacer sus cosas, el tiempo era muy rápido, a los días

la gente sin dormir ya no tenían nada que hacer ya que sus trabajos lo realizaban muy

rápido que en las noches quedaban sentados y aburridos sin hacer nada y sin dormir ya

cansados.
José Arcadio Buendía caminaba por la casa hasta que

alguien toca la puerta, Úrsula va y abre, era una niña de tan solo 11 años y tenía una

carta que se le dio a Úrsula, esa carta era de alguien que ya los conocía, era tan

profunda, con tinta verde y parecía que tenía algo que ver con José Arcadio, la niña

llevaba los restos de sus padres ya que en su ciudad no habían cementerios donde

ponerlos, la niña sentada allí chupándose el dedo y Úrsula muy confundida por la carta,

ella y José Arcadio no recordaban a esas personas por nada, decía en la carta que los

padres eran sus familiares pero ella estaba confundida, la hacen pasar y como no tenía

nombre le ponen Patricia como la señora que escribió la carta, la noche ya todos

dormidos, en el cuarto de los niños la nana sentada en la silla se levanta y en la esquina

del cuarto venia un ruido, la nana se levantó y empezó a caminar y vio, era la niña

Patricia nuevamente chupándose el dedo, era ya costumbre a que la niña hiciera eso,

¿Pero cómo pudo sobrevivir al hambre?.

Años después, en su lecho de agonía, Aureliano Segundo

había de recordar la lluviosa tarde de junio en que entro en el dormitorio a conocer a su

primer hijo. Aunque era lánguido y llorón, sin ningún rasgo de un Buendía, no tuvo que

pensar dos veces para ponerle el nombre.

Se llamará José Arcadio dijo, Fernanda del Carpio, la

hermosa con quien se había casado el año anterior, estuvo de acuerdo. En cambio,

Úrsula no pudo ocultar un vago sentimiento.

En la larga historia de la familia, la tenaz repetición de los

nombres le había permitido sacar conclusiones que le permitían terminantes. Mientras

los Aurelianos eran retraídos, pero de mentalidad lucida, los José Arcadio eran

impulsivos y emprendedores, pero estaban marcados por un signo trágico. Lo únicos

casos de clasificación imposibles eran los de José Arcadio Segundo y Aureliano


Segundo. Fueron tan parecidos y traviesos durante la infancia que ni la propia Santa

Sofía de la Piedad podía distinguirlos. El día del bautismo, Amaranta les puso esclavas

con sus respectivos nombres y los vistió con ropas de colores distintos marcadas con las

iniciales de cada uno, pero cuando empezaron a asistir a la escuela y obstaron por

cambiarse la ropa y las esclavas y por llamarse ellos mismos con los nombres cruzados.

El maestro Melchor Escalona, acostumbrado a conocer a

José Arcadio Segundo por la camisa verde, perdió los estribos cuando descubrió que

este tenía la esclava de Aureliano Segundo y que el otro decía llamarse, sin embargo,

Aureliano Segundo, a pesar de que tenía camisa blanca y la esclava marcada con el

nombre de José Arcadio Segundo. Desde entonces no se sabía con certeza quien era

quien. Aun cuando crecieron y la vida los hizo diferentes, Úrsula seguía preguntándose

si ellos mismos no habría cometido algún error en algún momento.

El matrimonio estuvo a punto de acabarse a los dos meses

porque Aureliano Segundo, tratando de desagraviar a Petra Cotes, le hizo tomar un

retrato vestida de reina de Madagascar. Cuando Fernanda lo supo volvió a hacer su baúl

de recién casada y se marchó de Macondo sin despedirse, Aureliano Segundo la

alcanzo, en el camino de la ciénaga. Al cabo de muchas suplicas y propósitos de

enmienda logro de llevarla de regreso la casa, y abandono a la concubina.

Petra Cotes, consciente de su fuerza, no dio muestras de

preocupación. Ella lo había hecho hombre. Siendo todavía un niño lo saco del cuarto de

Melquiades, con la cabeza llena de ideas fantásticas y sin ningún contacto con la

realidad, y le dio un lugar en el mundo. La naturaleza lo había reservado y esquivo, con

tendencia a la meditación solitaria, ella lo había moldeado al carácter opuesto, vital

expansivo desabrochado, y le había infundido el júbilo de vivir y el placer de la

parranda y el despilfarro, hasta convertirlo, por dentro y por fuera; en el hombre con el
que había soñado, para ella desde la adolescencia. Se había casado, pues como tarde o

temprano se casan los hijos. Él no se atrevió a anticiparle la noticia. Asumió una actitud

tan infantil frente a la situación que fingía falsos rencores y resentimientos imaginarios,

buscando el modo de que fuera Petra Cotes quien provocara la ruptura.

Aureliano Segundo, avergonzado, fingió un colapso de

cólera, se declaró incomprendido y ultrajado, y no volvió a ultrajarla.

Amaranta Úrsula regreso con los primeros ángeles de

diciembre, empujada por brisas de velero, llevando al esposo amarrado por el cuello con

un cordel de seda.

Apareció sin ningún anuncio, con un vestido color marfil,

un hilo de perlas que le daba casi a las rodillas, sortijas de esmeraldas y topacios, y el

cabello redondo y liso rematado en las orejas con puntas de golondrinas. El hombre con

quien se había casado seis meses antes era un flamenco maduro, esbelto, con aires de

navegante.

No tuvo, sino que empujar la puerta de la sala para

comprender que su ausencia había sido más prolongada y demoledora de lo que ella

suponía.

Dios mío, grito, más alegre que alarmada, ¡Como se ve

que no hay una mujer en esta casa! El equipaje no entraba en el corredor. Además del

antiguo baúl de Fernanda con que la mandaba al colegio, llevaba dos roperos verticales,

cuatro maletas grandes, un talego para las sombrillas, ocho cajas de sombreros, una

jaula gigantesca con medio centenar de canarios y el velocípedo del marido, desarmado

dentro de un estuche especial que permitía llevarlo como un violoncelo. Ni siquiera se

permitió un día de descanso al cabo del largo viaje.


Se puso un gastado overol de lienzo que había llevado al

esposo con otras prendas de motorista, y emprendió una nueva restauración de la casa.

Pilar Ternera murió en el mecedor de bejuco, una noche de fiesta, vigilando la

entrada de su paraíso.

De acuerdo con su última voluntad, la enterraron sin ataúd,

sentada en el mecedor que ocho hombres bajaron con cabuyas en un hueco enorme,

excavado en el centro de la pista de baile. Las mulatas vestidas de negro, pálidas de

llanto, improvisaban oficios de tinieblas mientras se quitaban los aretes, los prendedores

y sortijas, y los iban echando en la fosa, antes de que la sellaran con una lápida sin

nombres ni fechas y le pusieron encima un promontorio de camelias amazónicas.

Después de envenenar a los animales, clausuraron puertas y ventanas con ladrillos y

armagasa, y se dispersaron por el mundo con sus baúles de madera tapizados por dentro

con estampas de Santos, cromos de revista y retratos de novios efímeros, remotos y

fantásticos, que cagaban diamantes o se comían a los caníbales, o eran coronados reyes

de barajas en Altamar. Era el final. En la tumba de Pilar Ternera, entre salmos y

abalorios de putas, se pudrían los escombros del pasado, los pocos que quedaban

después de que el sabio catalán remato la librería y regreso a la aldea mediterránea

donde había nacido, derrotado por la nostalgia de una primavera tenaz. Nadie hubiera

podido presentir su decisión. Había llegado a Macondo en el esplendor de la compañía

bananera, huyendo de una de tantas guerras, y no habían acumulado en los ocios de

Altamar. Aunque no ponía fechas, era evidente el orden en que había escrito las cartas.

Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás

de ese cuarto, pues estaba previsto que la cuidad de los espejos seria arrasada por el

viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano

Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito era irrepetible
desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no

tenían segunda oportunidad sobre la tierra.


I.E MARIA MURILLO DE BERNAL

CIEN AÑOS DE SOLEDAD

GABRIEL GARCIA MARQUEZ

RESUMEN

SHANEEN ALEESANDRA MORA LURITA

Nº 17
Gabriel Garcia Márquez,
1967 Real Academia Española,2007
Asociación de Academias de la Lengua Española, 2007
De: "Gabriel Garcia Marquez y Cien Años de Soledad
en la novela hispamoamericana"
De esta edición:
Santillana Ediciones Generales, S. L., 2016

Diccionario:

http://dle.rae.es/?w=diccionario
Melquiades es un gitano humilde, un día en una feria él presento un invento, que fue el

de dos imanes, José Arcadio Buendía no le creía, entonces lo probaron para ver si había

oro debajo de la tierra, empezaron a usarlo y lo único que salía era los metales de las

casas, la esposa de José Arcadio Buendía dio a luz al pequeño hijo, José Arcadio estuvo

metido en su laboratorio por muchas horas , el no aceptaba al hijo que acababa de nacer

lo cual salió a la calle, y se encontró con una multitud, y entre esa multitud vea una

gitana, la gitana toma de la mano a José Arcadio y lo lleva a una carpa allí ellos

empiezan a besarse, en la larga historia de la familia, la tenaz repetición de los nombres

le había permitido sacar conclusiones que le permitían terminantes. Mientras los

Aurelianos eran retraídos, pero de mentalidad lucida, los José Arcadio eran impulsivos y

emprendedores, pero estaban marcados por un signo trágico.

De acuerdo con su última voluntad, la enterraron sin ataúd, sentada en el mecedor que

ocho hombres bajaron con cabuyas en un hueco enorme, excavado en el centro de la

pista de baile. Las mulatas vestidas de negro, pálidas de llanto, improvisaban oficios de

tinieblas mientras se quitaban los aretes, los prendedores y sortijas, y los iban echando

en la fosa, antes de que la sellaran con una lápida sin nombres ni fechas y le pusieron

encima un promontorio de camelias amazónicas. Había llegado a Macondo el sabio

catalán en el esplendor de la compañía bananera, huyendo de una de tantas guerras, y no

habían acumulado en los ocios de Altamar. Aunque no ponía fechas, era evidente el

orden en que había escrito las cartas. Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había

comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la cuidad de

los espejos seria arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el

instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo

escrito era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a

cien años de soledad no tenían segunda oportunidad sobre la tierra.


Melquiades is a humble gypsy, one day at a fair he presented an invention, which was

that of two magnets, Jose Arcadio Buendía did not believe him, then tried it to see if

there was gold beneath the earth, they started to use it and the only thing that Jose

Arcadio Buendia's wife gave birth to the little son, Jose Arcadio was in his laboratory

for many hours, he did not accept the child who had just been born, which went out into

the street, and met with a crowd, and among that crowd see a gypsy, the gypsy takes

Joseph Arcadio's hand and takes him to a tent there they begin to kiss, in the long

history of the family, the tenacious repetition of the names had allowed to draw

conclusions that allowed him to be strict. While the Aurelians were withdrawn, but of

lucid mentality, the Jose Arcadio were impulsive and enterprising, but they were

marked by a tragic sign.

According to her last will, they buried her without a coffin, seated on the rocking chair,

eight men came down with goats in a huge hole, dug in the middle of the dance floor.

The mulattas dressed in black, pale with tears, improvised offices of darkness while

they removed the earrings, the pins and rings, and threw them into the pit, before they

sealed it with a stone without names or dates and put a promontory of Amazonian

camellias. The wise Catalan had arrived in Macondo in the splendor of the banana

company, fleeing one of many wars, and had not accumulated in the leisures of

Altamar. Although he did not set dates, the order in which he had written the letters was

evident. However, before arriving at the final verse, he had already understood that he

would never leave that room, since it was foreseen that the city of mirrors would be

swept away by the wind and banished from the memory of men at the instant Aurelian

Babylon to decipher parchments, and that everything

Writing was unrepeatable from always and forever, because the strains condemned to a

hundred years of solitude did not have second chance on the earth.

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