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El Jardin de Sofia
El Jardin de Sofia
EL JARDÍN
DE SOFÍA
CICLO 2019
Primera edición: Febrero 2020
ISBN 978-9974-94-746-7
9
remembranza, para re-cordar (volver a “cordis”, el cora-
zón) y, siendo así, en las enseñanzas sapienciales se utiliza
muchas veces el prefijo “re”: re-cordar, re-integrar, re-ligar,
re-unir, re-construir, re-gresar, re-vivir, etc., entendiendo
que esta senda no nos lleva hacia ningún lado que esté
adelante (pro) sino hacia atrás (re). Sin embargo, volver
atrás no tiene nada que ver con regresar al hombre-mo-
no sino que consiste en recuperar la condición de hom-
bre-Dios.
10
circunferencia; y que en este presente mundo nuestro el
hombre sufre un período de restricción, ignorancia, disci-
plina y experiencia que lo capacitará para retornar al cen-
tro del que provino y al que en realidad pertenece” (4).
11
Y entonces, “un símbolo permite, en una sola imagen o
palabra, resumir toda una historia o un largo discurso. El
símbolo es el intermediario entre la intuición y la inspira-
ción”. (6)
12
(3) Wilmshurst, Walter Leslie: “El significado de la Maso-
nería”
(4) Wilmshurst: op. cit.
(5) Vale Amesti, Fermín: “El retorno de Henoch”
(6) Vale Amesti: op. cit.
13
Notas sobre Geometría Sagrada
En el umbral de la academia de Platón había un letrero
que decía: “Que nadie entre aquí si no sabe geometría”,
es decir que para ser aceptado en ese importante centro
cultural el estudiante tenía que apreciar en la geometría
“algo más” que un mero estudio de las propiedades y las
magnitudes de las figuras en el plano o en el espacio (1).
14
por imitar al divino constructor o Gran Arquitecto del
Universo.
15
triángulo nos enseña la Ley. ¡Y qué lindo es cuando empe-
zamos a darnos cuenta de todo esto!
16
Notas sobre Alquimia (I)
“La Obra tiene lugar en un reino intermedio entre el
Espíritu y la Materia” (Patrick Harpur)
19
los símbolos de tal ciencia, los tomaban en un sentido gro-
seramente material” (1).
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rigor de verdad, los alquimistas –al tener que transmitir
un conocimiento inefable, que no podía comunicarse con
palabras– tenían que recurrir al lenguaje propio del Alma,
esto es: el simbolismo. Y, como sabemos, los símbolos
no tienen como objetivo convencer sino evocar, despertar
la intuición para que paulatinamente se produzca la cap-
tación intuitiva, pues éstos permiten “en una sola imagen
o palabra, resumir toda una historia o un largo discurso.
(…) El símbolo es, por lo tanto, un mediador o relaciona-
dor que hace las veces de puente entre lo abstracto y lo
concreto” (6).
21
a un entrenamiento imaginal, que casi todas las escuelas
iniciáticas poseen pero que –lamentablemente– apenas un
puñado lleva a la práctica.
22
Notas sobre Alquimia (II)
La unión del Rey Rojo y la Reina Blanca entendida como
una “boda alquímica” es uno de los símbolos centrales de
la Gran Obra, y alude a la reunión de dos fuerzas pri-
migenias polares, una de naturaleza positiva (el Sol, Shiva,
Azufre, Rajas, Yang) y otra de naturaleza negativa (la Luna,
Shakti, Mercurio, Tamas,Yin).
Como consecuencia de esta unión del Azufre y del Mercu-
rio surge una tercera fuerza andrógina que representa la
armonía de los opuestos o “coincidentia oppositorum” y
que es llamada Sal. Obviamente, los alquimistas no se re-
ferían al azufre, al mercurio y a la sal vulgares sino que
utilizaban un lenguaje químico para representar principios
metafísicos.
Y, justamente, debemos entender al Azufre, el Mercurio y
la Sal como principios.
Los alquimistas hablaban de una Materia Prima que era di-
ferenciada en Azufre y Mercurio, y a partir de estos dos
principios (juntándose en diferentes proporciones) se for-
maban todos los cuerpos, postulando que “todo se com-
pone de materias sulfurosas y mercuriales”. Por lo tanto,
el Azufre representa el principio masculino, activo, viril
y luminoso de la Materia Prima, mientras que el Mercu-
rio alude al principio femenino, pasivo y formal de la Ma-
teria Primera.
Siguiendo esta idea, en todos los metales existe una com-
binación distinta de azufre y mercurio, pero solamente
en la plata y el oro esta combinación es justa y perfec-
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ta. Por lo tanto, puede hablarse de un polo negativo de
perfección (plata-mercurio-luna) y un polo positivo de
perfección (oro-azufre-sol), al mismo tiempo que en los
restantes metales la combinación no es lo suficientemente
equilibrada. En palabras de Roger Bacon: “Yo sostengo que
la Naturaleza tiene por objetivo y se esfuerza sin cesar
por alcanzar la perfección, el oro. Pero a consecuencia de
accidentes, que entraban su marcha, nacen las variedades
metálicas”.
¿Qué hacían entonces los alquimistas? Ayudaban a la Na-
turaleza a perfeccionarse, a acelerar procesos, donde “el
tempo geológico era cambiado por tempo vital” (1), lo
cual fue explicado por un alquimista del siglo XVIII de este
modo: “Lo que la Naturaleza ha hecho en el comienzo
podemos hacerlo nosotros igualmente, remontándonos al
procedimiento que ella ha seguido. Lo que ella acaso siga
haciendo con ayuda de siglos en sus soledades subterrá-
neas, nosotros podemos hacer que lo concluya en un solo
instante, ayudándola y poniéndola en mejores circunstan-
cias. Del mismo modo que hacemos el pan, podemos ha-
cer los metales. Sin nosotros la espiga no maduraría en los
campos; el trigo no se convertiría en harina sin nuestros
molinos, ni la harina en pan sin el amasamiento y la coc-
ción. Concertémonos, pues, con la Naturaleza para la obra
mineral, lo mismo que para la obra agrícola, y sus tesoros
se abrirán para nosotros” (2).
Siendo así, los alquimistas creían que “si nada entorpece
el proceso de gestación, todos los minerales se convier-
ten con el paso del tiempo en oro” (3) y –valiéndose de
analogías entre lo de afuera y lo de adentro– entendían
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ese proceso “externo” (lento en el mundo natural y ace-
lerado dentro del horno alquímico) como el reflejo de
otro proceso que se producía en el interior de cada ser
humano, donde las tres energías primigenias se oponen, se
contradicen y se vuelven a unir. Tres principios afuera, tres
principios adentro. Así como es arriba es abajo. Así como
es afuera es adentro (4).
En el matrimonio alquímico, el Rey sulfuroso y la Reina
mercurial morían, eran enterrados juntos y luego volvían
a vivir totalmente rejuvenecidos. Disolver y coagular, sepa-
rar para volver a unir: Solve et Coagula. Según Titus Burc
khardt: “El mercurio se incorpora al azufre y viceversa;
ambas fuerzas “mueren” en su calidad de antagonistas y
oponentes. Entonces, la luna del Alma, variable y reflectan-
te como un espejo, se une al inmutable sol del Espíritu, de
manera que aquélla queda al mismo tiempo extinguida e
iluminada” (5).
Con esta muerte a lo viejo y con el nacimiento de algo
nuevo y mejor, lo corpóreo es espiritualizado y lo espiri-
tual corporizado, a fin de hacer fijo lo volátil y volátil lo fijo
(“Fac fixum volatile et volatile fixum”).
Además de los tres principios, los alquimistas hablaban
de cuatro elementos: Tierra, Agua, Aire y Fuego, que ha-
cían alusión a los estados de la materia, desde lo más den-
so a lo más sutil. Dicho de otro modo, estos elementos se
usaban para representar los diferentes grados de sutilidad:
lo sólido vinculado a la Tierra, lo líquido al Agua, lo gaseo-
so al Aire y lo gaseoso sutil al Fuego.
Pero los cuatro elementos, además de representar esta-
dos físicos también aludían a cualidades, a saber:
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Tierra: seca y fría.
Agua: fría y húmeda.
Aire: húmedo y caliente.
Fuego: caliente y seco.
Siguiendo el viejo enunciado: “Todo lo que existe en el
macrocosmos lo posee también el ser humano”, es de-
cir: cuatro elementos fuera, cuatro elementos dentro, los
autores antiguos buscaron una correspondencia de es-
tos elementos con diferentes aspectos del ser humano.
En primer lugar, el elemento Tierra se vinculó con lo más
denso en nosotros y el elemento Fuego con lo más sutil,
mientras que el orden del Agua y del Aire puede aparecer
intercambiado en ocasiones. Esto no afecta al sentido úl-
timo de este simbolismo, donde lo importante es la com-
prensión de los diferentes grados de sutilidad.
Uno de los criterios más extendidos (6) para vincular a
los elementos con aspectos humanos es el siguiente:
Tierra – Cuerpo físico, corporalidad.
Agua – Cuerpo vital o pránico, vitalidad.
Aire – Cuerpo emocional, afectividad.
Fuego – Mente de deseos, creatividad.
Estos cuatro elementos confluyen en un quinto elemento
o “quintaesencia” de naturaleza espiritual, y que Aristóte-
les consideraba el más noble de todos: el “primer elemen-
to” (proton soma), anterior y fundamento de los demás.
En concordancia con todo esto, la tradición vedantina ha-
bla de los cinco koshas (envolturas del Atman) y los orde-
na de este modo:
26
Anamayakosha: Cuerpo físico (Tierra)
Pranamayakosha: Cuerpo energético o pránico (Agua)
Manomayakosha: Cuerpo mental (Fuego)
Vgnyanamayakosha: Cuerpo psíquico (Aire)
Anandamayakosha: Cuerpo espiritual (Éter)
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Esta sucesión puede expresarse también de este modo:
1 – Unidad: Materia Prima
2 – Dualidad: Azufre-Mercurio
3 – Trinidad: Generación del tercer principio: Sal
4 – Cuaternidad: Los cuatro elementos (Tierra-Agua-Ai-
re-Fuego)
Observando este proceso, queda en evidencia que el quin-
to elemento representaría un retorno a la fuente, y que
esta sucesión es bastante similar la tetraktys pitagórica,
donde 1+2+3+4 es igual a 10, y donde 10 es 1+0=1, la
vuelta a la Unidad.
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Notas sobre Alquimia (III)
En estos tiempos que los medios nos advierten una y otra
vez que en pocos años más un enorme porcentaje de pro-
fesiones y oficios serán ejecutados por robots, a mí se me
ocurrió pensar en los robots intentando desentrañar los
misterios de la Alquimia. ¿Sería esto posible?
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ter prestar la mayor atención, al comparar entre sí dife-
rentes ternarios, a que la correspondencia de sus térmi-
nos puede variar según el punto de vista desde el cual se
los considera. En efecto, el Mercurio, en tanto que princi-
pio “anímico”, corresponde al “mundo intermediario” o al
término mediano del Tribhuvana, y la Sal, en tanto que es,
no diremos idéntica, pero sí al menos comparable al cuer-
po, ocupa la misma posición extrema que el dominio de la
manifestación grosera; pero, bajo otra relación, la situación
respectiva de estos dos términos aparece como la inversa
de ésta, es decir, que es la Sal la que deviene entonces el
término mediano”.
30
Mercurio, su pasividad, correlativamente a la actividad del
Azufre, le hace ser considerado como principio húmedo;
y se considera que reacciona desde el exterior, de suerte
que en este aspecto desempeña el papel de fuerza centrí-
peta y compresiva, que se opone a la acción centrífuga y
expansiva del Azufre y en cierta manera la limita. Por to-
dos estos caracteres respectivamente complementarios,
actividad y pasividad, “interioridad” y “exterioridad”, ex-
pansión y compresión, se ve, volviendo al lenguaje extre-
mo-oriental, que el Azufre es yang y el Mercurio yin, y que,
si al primero se lo relaciona con el orden de las influencias
celestiales, al segundo se lo ha de relacionar con el de las
influencias terrenales. No obstante, hay que fijarse bien en
que el Mercurio no se sitúa en la esfera corporal, sino en
la esfera sutil o anímica”. (1)
31
forma lógica y racional, dado que la Alquimia tiene “otra
lógica” y no es irracional sino supra-racional. Las obras
clásicas de Alquimia deben leerse con los ojos del cora-
zón, con la profunda mirada del Alma. Por esta razón, el
secreto de la Gran Obra siempre estará a salvo de los
profanos, los curiosos, los sopladores… y los robots.
Concordancia
32
Notas del texto
33
Notas sobre Alquimia (IV)
“Los Filósofos siempre han tenido un gran cuidado en
ocultar el conocimiento de su fuego, de manera que casi
nunca hablan abiertamente de él” (D’Espagnet)
34
tafísica de la Gran Obra? Esta doble condición del fuego
indica que los procesos químicos que van sucediéndose
dentro del horno precisan ser estimulados por un fuego
exterior en diferentes grados. Pero este fuego no se en-
ciende por sí solo sino que necesita de un combustible,
es decir de un material capaz de liberar energía y generar
calor (madera, carbón, etc.).
Las impresiones
35
gún su parecer es alimento sano, pero en lo que respecta
al alimento psicológico de impresiones, ¿aplicamos acaso
las mismas reglas elementales y obvias para escoger lo que
absorbemos de los que oímos y vemos?”. (4)
36
de procesar las mismas (ese fuego externo) depende de
cada uno de nosotros. En palabras de Victor Frankl: “La
última gran libertad de una persona es poder escoger la
actitud que adoptará ante cualquier conjunto dado de cir-
cunstancias” (7).
37
Blaise de Vigenère lo dice de este modo: “Hay cuatro tipos
de fuegos, el del mundo inteligible que es todo luz; el fuego
celestial que participa de calor y de luz; el elemental de
aquí abajo de luz, calor y ardor; y finalmente, el fuego infer-
nal, el fuego del interior de la Tierra que, al contrario del
inteligible, es ardor y abrasamiento sin ninguna luz”. (9)
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d) El fuego de cuarto grado es un fuego contenido que
ilumina y que purifica profundamente. Se vincula con las
experiencias cumbre de tipo místico o espiritual, donde
terminan disolviéndose las fronteras del yo.
39
Según D’Espagnet: “Los autores, con una manera de hablar
distinta, envuelven a menudo con tinieblas la luz del fuego
de los filósofos, pues el conocimiento del fuego viene a ser
entre ellos uno de los principales secretos” (12).
40
El emblema rosacruz
El emblema de nuestra Orden es una cruz de oro trebola-
da donde florece una rosa roja de cinco pétalos.
41
El oro representa siempre la perfección, la luminosidad, la
nobleza, y desde una perspectiva simbólica, es la coagula-
ción o materialización del sol.
42
muchas veces con doce caballeros en torno al Grial, y tam-
bién lo podemos ver en las doce tribus de Israel durante
el éxodo alrededor del tabernáculo donde se guardaba el
arca de la alianza. Hay muchos ejemplos más de esta sim-
bología a lo largo de la historia. Me viene a la memoria
San Francisco de Asis, con su mesa austera con los doce
hermanos originales de su orden, e incluso la bandera de
Europa con doce estrellas que aluden a la virgen María y
la corona de doce estrellas que aparece en el Apocalipsis.
43
La rosa de cinco pétalos puede encontrarse también en la
naturaleza y es la más humilde de las rosas, la rosa englan-
teria, un arbusto que crece en algunas zonas de Europa y
de Sudamérica, donde también se la conoce como rosa
mosqueta.
44
Visión de día y visión de noche
La palabra “símbolo” proviene del griego symbolon y en
su origen hacía referencia a un objeto partido por la mi-
tad (medalla, moneda) del que dos personas conservaban
cada uno una mitad, exactamente como las medallitas que
aún venden algunas joyerías para amigos y enamorados.
46
logo Rupert Sheldrake, el que denunció sin tapujos que,
durante su formación académica, se le inculcó insistente-
mente la idea de que “los organismos biológicos eran en
realidad máquinas inanimadas, carentes de todo propósito
intrínseco, productos del ciego azar y de la selección na-
tural; [y que] toda la naturaleza no era más que un sistema
mecánico inanimado”. (2)
¿Hacia donde voy con todo esto? A que una mirada muerta
y superficial solamente puede observar cosas separadas y
eventos fortuitos, y desde esa perspectiva es bastante fácil
concluir que la existencia humana carece de propósito y
que está sujeta a la casualidad y a los accidentes.
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suprasensorial, la única que nos permite ver el corazón
detrás de la corteza y así descubrir un mundo vivo, pro-
fundo, lleno de alma, donde los accidentes no son otra
cosa que pruebas, desafíos existenciales, en otras palabras:
necesidades del Alma.
Sobre esto, Oskar Adler dijo: “No podría ser más gro-
tesco el abismo abierto entre esta “visión nocturna” del
materialismo, que, por cierto, ganó para sí un mundo “ob-
jetivo” a cambio de la pérdida del Alma, y la visión del
mundo dada por la ciencia oculta (…). Un escritor mate-
rialista, autor de obras de divulgación científica, expresó
la frase siguiente para explicar el triunfo del pensamiento
moderno: “Antes se creía que el sol era de naturaleza di-
vina; ahora se sabe que es una bola de gas incandescente.”
¿No se podría decir con el mismo derecho que antes se
creía que las sinfonías de Beethoven eran excelsas obras
de arte y que ahora se sabe que no son más que masas de
aire que vibran? O lo siguiente: “ayer creía que tú, ¡oh es-
critor que escribiste las palabras arriba mencionadas, eras
un ser pensante; en cambio ahora sé que no eres más que
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una combinación química de hidrógeno, oxígeno, carbono,
nitrógeno y algunas otras sales minerales!” ¿No se podría
decir esto con el mismo derecho?”. (5)
49
El mandil rosacruz
En varias organizaciones de corte iniciático se utilizan
delantales o mandiles como una forma de simbolizar el
trabajo. En el caso de los masones, sus mandiles están ins-
pirados en los constructores medievales, en los delantales
que usaban los picapedreros.
50
les muchas veces, en lugar de representar el trabajo del
humilde operario se han convertido en un plumaje del
ego. Por eso, al usar mandiles, los rosacruces recordamos
el sentido último que le daba el gran Paracelso, es decir
como símbolo del trabajo interno y externo.
51
sencilla y silvestre que nos recuerda la humildad que debe
tener cada noble viajero de esta Via Lucis, donde cada pel-
daño debe alejarnos un poco más del Ego y acercarnos un
poco más al Ser.
52
Fratres y Sorores de la Rosacruz
La palabra “Fraternidad” proviene del latín (Fraternitas) y
significa “cualidad propia de hermanos”. La mayoría de las
veces la idea de una “Fraternidad Humana” o “Fraternidad
Universal” esconde un deseo, una aspiración bastante vaga,
algo así como: “¡qué bueno sería que los hombres estuvié-
ramos más unidos, como si fuésemos hermanos!”. Pues
no. La Fraternidad no es simplemente una aspiración sino
una ley de la naturaleza y al hablar de ella es bueno recor-
dar ese antiguo axioma que muchas personas repiten sin
entender su significado: “Todos somos uno”.
54
Un mundo nuevo y mejor podrá emerger solamente de
la Unidad en la Diversidad, y eso incluye a blancos y ne-
gros, hombres y mujeres, cristianos y musulmanes, hete-
rosexuales y homosexuales, jóvenes y viejos, personas de
derechas y de izquierdas, etc.
Frater / Soror
55
La palabra “Soror” también posee origen latino y quiere
decir “Hermana” y en las cofradías religiosas de monjas ha
pasado a ser “Sor”, seguramente por influencia catalana,
francesa (sœur) o italiana (sorella).
56
realizó “una considerable parte de sus experimentos [...]
en conjunto con su esposa y su nombre fue asociado pos-
teriormente con uno de ellos, el Aqua Rebecca”. (3)
Esta “nobleza del Alma” no tiene nada que ver con pro-
vilegios sanguíneos hereditarios ni por linajes de rancio
abolengo sino por el reconocimiento de que todos los
seres humanos contienen en su corazón una chispa divina
que nos hermana y nos convierte en “dioses en estado de
crisálida”.
57
Notas del texto
58
El Kybalión y los Tres Iniciados
Aunque los antiguos atribuían a Hermes la autoría de mi-
les de obras, el “canon hermético” –es decir aquellos es-
critos que enmarcan el saber del Trimegisto– está consti-
tuido por los siguientes textos:
60
tres que están íntimamente ligados al conocimiento her-
mético y que intentan brindar una síntesis del mismo:
61
contemporáneos y tenida muy en cuenta por muchos in-
vestigadores, hay otros –como Julio Peradejordi– que la
critican diciendo que “aún a sabiendas de que el Kybalión
ha servido para despertar el interés genuino y auténtico
por el esoterismo en muchas personas, no podemos dejar
de denunciar esta obra particularmente dañina, más por
su inspiración y por lo que a nivel subliminal va dejando en
la mente de sus lectores, que por sus palabras y sus ma-
nifiestos errores que, finalmente, resultan harto ingenuos
e interesantes para aquel que ha saboreado los textos au-
ténticos de la Tradición Hermética”. (1)
62
Unidos, con muchas influencias del esoterismo tradicional,
el orientalismo y del trascendentalismo americano.
63
Notas del texto
64
El mapa no es el territorio
El Sendero Iniciático puede ser representado y entendi-
do de múltiples maneras, y el mismo puede ser estudia-
do, abordado y comparado desde diferentes perspectivas,
pero hay dos puntos que deben ser tenidos en cuenta por
todos los nobles caminantes:
65
Podemos estudiar en profundidad la cultura japonesa, sa-
berlo todo sobre sus costumbres, haber estudiado todos
los mapas y las guías de Tokio, pero si no viajamos a Tokio
nunca conoceremos Tokio. Conocer Tokio significa com-
prar un billete de avión, viajar a la ciudad y recorrerla de
arriba a abajo, con mucho tiempo, comiendo sus comidas,
hablando con sus gentes. Y aún así solamente conocere-
mos una parte de Tokio.
66
dores, mientras que el otro sostenía que eran indiferen-
tes y liberales. Uno había visitado un pueblo de Texas y
el otro la ciudad de Los Ángeles. Los dos tenían razón
y los dos estaban equivocados, pues de una experiencia
personal y limitada hacían una generalización. Lo mismo
ocurre en Montevideo. Uno puede recorrer Carrasco y
afirmar “esto es Montevideo” del mismo modo que otro
puede pasear por el Barrio Borro y sostener exactamente
lo mismo.
67
qué hay detrás de ese mapa es indispensable pasar a la
acción y recorrer el territorio. Muchos se contentan con
el análisis y la compación de los diferentes mapas, convir-
tiéndose en “eruditos espirituales” (¡vaya horror!), pero
nosotros tenemos que ir más allá, salir de la virtualidad,
calzarnos nuestras botas de caminata e iniciar nuestro
propio sendero.
¡A caminar!
“¿Qué va a ganar uno por citar o escuchar meramente las
escrituras? Uno debe asimilarlas. El almanaque predice las
lluvias para el año, pero no conseguirá usted ni una gota
exprimiendo sus hojas.” (Sri Ramakrishna)
68
despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y
por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las
Disciplinas Geográficas.
69
La vía del recuerdo
“Recuérdame y yo te recordaré” (Corán 2:152)
70
la cual podemos convertirnos en canales eficaces de lo
Bueno, lo Justo, lo Bello y lo Verdadero.
71
El misterio de Bafomet
Hace pocas semanas atrás, la figura de Bafomet volvió a la
palestra a raíz de la demanda por 150 millones de dólares
que una agrupación norteamericana conocida como “El
Templo Satánico” le presentó a Netflix por el uso de una
estatua de Bafomet en la serie “Las escalofriantes aventu-
ras de Sabrina”.
El Bafomet templario
73
con los Templarios, esta carta habla de él 20 años antes de
la fundación oficial de esta Orden caballeresca.
74
to mágico-esotérico y que tituló “Dogma y Ritual de Alta
Magia”.
75
emblema de lo volátil; luego la humanidad está represen-
tada por los dos senos y los brazos andróginos de esa
esfinge de las ciencias ocultas” (2).
76
Valiéndose de la imagen de Bafomet popularizada por Eli-
phas Lévi, el escritor antimasónico Leo Táxil acusó a la
Masonería de adorar en sus ceremonias a este ser mons-
truoso.
77
Ocultismo, Alquimia y Satanismo
78
iniciados del Templo habían agrupado todos los elementos
de la alta ciencia y de la tradición” (9), para luego aclarar
lo siguiente: “Esta imagen sobre la cual no se posee más
que vagas indicaciones o simples hipótesis, jamás fue un
ídolo, como algunos lo han creído, sino tan solo un em-
blema completo de las tradiciones secretas de la Orden
empleado sobre todo exteriormente como paradigma
esotérico, sello de caballería y signo de reconocimiento.
Se reproducía en las joyas, así como en el frontón de las
residencias de los comendadores y en el tímpano de las
capillas templarias” (10).
79
En su “Biblia satánica”, LaVey afirmó sin tapujos que “el
símbolo de Bafomet fue utilizado por los Caballeros del
Temple para representar a Satán. A través del tiempo, éste
símbolo ha sido llamado por nombres muy diferentes. En-
tre éstos están: El Chivo de Mendes, El Chivo de Mil Crías,
El Chivo Negro, El Chivo de Judas, y el que tal vez sea el
más apropiado, El Chivo Expiatorio” (13).
80
Creo que el español Juan G. Atienza se acerca bastante
a develar el enigma al afirmar que el Bafomet “no sería
objeto de la adoración idolátrica que se atribuyó [a los
Templarios], sino un elemento de meditación que se en-
contraría en muchos casos en la sala de reuniones de las
encomiendas” (14).
81
que su androginia marca claramente una integración de
los opuestos, resaltada en sus brazos (Solve et Coagula)
así como en el caduceo de Mercurio.
Palabras finales
82
Notas del texto
83
grafía hermética, este signo indica el Espíritu universal, el
Espíritu creador, Dios. En el interior del gran triángulo, un
poco por encima y a cada lado del triángulo de fuego, se
veía, a la izquierda, el círculo lunar con el creciente inscrito
y, a la derecha, el círculo solar de centro aparente. Estos
círculos se hallaban dispuestos a la manera de los ojos.
Finalmente, solada a la base del triángulo interno, la cruz
rematando el globo completaba así el doble jeroglífico del
azufre, principio activo, asociado al mercurio principio pa-
sivo y disolvente de todos los metales. A menudo, un seg-
mento más o menos largo, situado en la cúspide del trián-
gulo, aparecía cruzado de líneas de tendencia vertical en la
que el profano no reconocía en absoluto la expresión de
la radiación luminosa, sino una especie de barbichuela. Así
presentado, el bafomet afectaba una forma animal grosera,
imprecisa y de identificación problemática”.
(12) Fulcanelli: op. cit.
(13) LaVey, Anton Szandor: “La Biblia Satánica”
(14) Atienza, Juan: “La meta secreta de los templarios”
84
¿Qué es la Iniciación?
La palabra “Iniciación” deriva del vocablo latino “initium”,
es decir “inicio”, el que a su vez proviene de “in-ire” (ir
hacia adentro, entrar). Por lo tanto, la Iniciación supone
un primer paso pero no hacia afuera o hacia adelante
(pro-greso) sino hacia adentro (re-greso).
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Lamentablemente muchos “iniciados” reciben con entu-
siasmo la semilla pero al cabo de unos días prefieren guar-
darla en un cajón y olvidarse de ella, tras percatarse que
transitar el sendero iniciático no es fácil y que exige de sus
caminantes cuatro cosas “pasadas de moda”:
* Coherencia
* Constancia
* Compromiso
* Confianza
86
verificarse en nosotros la Magna Obra de los Hermetis-
tas, seguiremos siendo profanos y nunca podrá el plomo
de nuestra naturaleza transformarse en oro luminoso.
Pero, ¿quién es lo bastante crédulo para imaginarse que tal
milagro, pueda tener lugar por la virtud de un apropiado
ceremonial? Los ritos de la iniciación son tan sólo símbo-
los que traducen en objetos visibles ciertas manifestacio-
nes internas de nuestra voluntad, con el fin de ayudarnos a
transformar nuestra personalidad moral. Si todo se redu-
ce a lo externo, la operación no dará resultado: el plomo
seguirá siendo plomo, aunque esté enchapado en oro. (…)
87
En resumen: si tuviéramos que definir la Iniciación (y cuan-
do hablo de Iniciación con “I” mayúscula me refiero a la
Iniciación efectiva, que es sinónimo de “Iluminación”) po-
dría decirse que ésta es la realización o actualización de
nuestra verdadera naturaleza, un estado de conciencia su-
perior que nos ubica en un espacio intermedio entre la
materia y el espíritu, un punto estratégico entre dos mun-
dos.
88
Vestirnos de luz
El proceso espiritual es un recorrido gradual y contraco-
rriente desde la oscuridad a la luz, y entendiendo a esa
luz como el destino final de todos nuestros esfuerzos, en
ocasiones la Filosofía Iniciática habla de “vestirnos de luz”
y de colocarnos un “traje luminoso”.
89
“Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fue-
ra”. Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”
(Mateo 22:11-14).
Vestimentas blancas
90
El delantal que recibe el aprendiz masón en su iniciación
ritual es de color blanco y tradicionalmente se elabora
con piel de cordero nonato o recién nacido, a fin de re-
forzar la idea de una “nueva inocencia” de la que mucho
hablado Raimon Panikkar en sus obras. Esta “nueva ino-
cencia” no es otra cosa que un cambio de conciencia, una
nueva forma de contemplar la realidad. Este es el sentido
de “volvernos niños” y de “nacer por segunda vez” que
Jesús enseña en los evangelios: “Quien no recibiere como
niño inocente el reino de Dios no entrará en él” (Marcos
10:15).
91
do, no es más que su sombra” (3). En rigor de verdad, el
término “augoeides” se refiere a la luminosidad divina que
logra colarse desde lo alto para liberar al Alma de sus sóli-
dos grilletes materiales y restaurar sus alas. Por lo tanto, la
iluminación del Alma no es otra cosa que la recuperación
de nuestra propia luz, una luz que nunca desapareció del
todo.
92
Via Spinosa
Un viejo refrán sentencia que “no hay rosas sin espinas”,
es decir que las cosas que verdaderamente valen la pena
únicamente pueden alcanzarse con esfuerzo, o –dicho de
otro modo– si queremos rosas debemos esperar espinas.
93
dio de protección contra la indiscreción de los profanos,
aquellos que no están dispuestos a hacer ningún esfuerzo
y que pretenden cosechar sin haber sembrado. Esta idea
aparece claramente en un interesante emblema del siglo
XVIII donde las espinas impiden que tres cucarachas es-
calen hasta la rosa. La frase que acompaña la imagen es
elocuente: “Procul inde profani”, lo cual significa “Mante-
ned la distancia, profanos”, una variante de la vieja máxima
latina “Procul hinc, procul ite prophani” (¡Lejos de aquí,
alejaos profanos!), que era un aviso muy claro para los
curiosos que querían meterse en los templos sagrados. (4)
94
son las que tienen la virtud de mantenernos alerta. Bu-
ddha proclamó que “el dolor es vehículo de conciencia”,
aunque esa afirmación suene casi a herejía en un mundo
moderno que se empecina en rendir culto al placer y en
escapar (o mejor dicho, tratar de negar) el dolor.
95
Lou Marinoff, por su parte, opinó que “las adversidades y
las tragedias que debemos afrontar nos colocan a menu-
do en el camino adecuado para descubrir (o redescubrir)
nuestro propósito. (…) Tendemos a rechazar las cosas
desagradables, como si no tuvieran cabida dentro de la
pauta, pero algunas filosofías, como el Tao, justifican siem-
pre el entrelazado de opuestos. Si está buscando el bien,
encontrará también el mal. Si busca el significado, vivirá
ciertas cosas inexplicables. Si no comprende un aconteci-
miento como parte de la pauta, es porque probablemente
todavía no ha visto la totalidad del proyecto” (6).
96
Notas de texto
97
El velo de Isis
Según una vieja tradición mediterránea, recogida por Pro-
clo y Plutarco, en el Adytum de un templo de Sais (Egipto)
existía una enorme estatua de la diosa Isis con un tupido
velo negro cubriendo su rostro, acompañada de la enigmá-
tica frase: “Yo soy todo lo que ha sido, es y será, y ningún
mortal ha levantado mi velo” (1).
99
y montañas se dirigió, presuroso, a la tierra desconocida.
Preguntó a los hombres y a los animales, a las rocas y a los
árboles, el camino que conducía hacia Isis, la diosa sagra-
da. Muchos se burlaron de él; otros callaron; y en ninguna
parte pudo obtener respuesta. Atravesó, primeramente,
tierras salvajes y desoladas; brumas y nubes le cortaron
el camino, y las tempestades no amainaban, jamás. Luego
encontró desiertos sin límites y arenas incandescentes. A
medida que avanzaba, su alma se transformaba también”.
(3)
100
quedaríamos enceguecidos y nos ocurriría lo mismo que
le pasó al prisionero de la caverna platónica al salir a la
superficie iluminada por el sol.
Alegoría de la caverna
– Así es.
101
che lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz
de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día,
el sol y la luz del sol.
– Sin duda.
103
Notas del texto
104
Misterios mayores y menores
Atendiendo a la naturaleza dual del ser humano (material
y espiritual), los Misterios Iniciáticos se dividen en dos: los
Misterios Menores, que pueden definirse sencillamente
como los “misterios del Alma” y los Misterios Mayores, es
decir los “misterios del Espíritu”.
105
herramientas valiosas para la purificación anímica (Ani-
ma=Alma) y que intentan generar un ámbito propicio para
la formación integral del ser humano. A veces lo logran, a
veces no, pero las herramientas están ahí, esperando ser
utilizadas por operarios hábiles para cumplir con el pro-
pósito con el que fueron creadas.
106
camino, largo, esforzado, contracorriente, atravesando las
pruebas de la Tierra, las pruebas del Agua, las pruebas del
Aire, las pruebas del Fuego para que finalmente todos los
elementos sean integrados, lo de arriba se una con lo de
abajo para encontrar la Paz más perfecta, la Paz triunfal, la
Paz Profunda.
Algunos dirán –y con toda razón– que esa Paz no está le-
jos. Es verdad, la Paz Profunda está aquí mismo pero como
no la podemos detectar con esta mente agitada es nece-
sario que nos convirtamos en nobles caminantes, que nos
preparemos integralmente y que abramos los ojos.
107
ción del Alma. Simbólicamente los misterios menores se
vinculan a la llave de plata que es la que abre la puerta de
los hombres. Son los Misterios de la Tierra, el Arte real, en
la Cábala tiene su eje en Tipheret.
108
La Ley del Triángulo
El simbolismo del número 3 está íntimamente relacionado
a la llamada “Ley del Triángulo”, que es estudiada en pro-
fundidad en las escuelas rosacruces y hermetistas moder-
nas.
¿En qué consiste esta Ley? Pues bien, esta Ley universal
establece que cada efecto tiene una causa que siempre
contempla dos condiciones, una activa (positiva) y otra
pasiva (negativa), que al ser unidas generan un efecto.
109
tación perfecta puede producirse ni estar completa, si no
aparecen estos dos polos que originan un tercero. Al re-
unir al Uno (principio activo) y al Dos (principio pasivo),
aparece una tercera condición que contiene las cualidades
de las dos primeras pero constituye a su vez una realidad
diferente: 1 + 2 = 3
110
las escuelas iniciáticas contemplen al Cuerpo y al Espíritu
pero focalizando su trabajo en la purificación anímica y,
por esto, su trabajo ascético está dedicado al Alma.
111
El linaje rosacruz
Uno de los temas que aparece recurrentemente al hablar
del rosacrucismo es el referido al linaje, es decir a la vali-
dez o no de una Orden, Fraternidad o Cofradía que lleve
el nombre de “Rosacruz” y por eso queremos dejar claro
nuestra visión acerca de este asunto.
112
En el Martinismo la cosa es sencilla. La Orden Martinista
fue creada por Papus y Agustin Chaboseau entre los años
1887 y 1891, que habrían sido receptores de dos linajes
diferentes que procedían del Filósofo Desconocido, Louis
Claude de Saint Martin. En este sentido el linaje puede
rastrearse bastante bien y se acepta –además de esta lí-
nea francesa– otra línea de sucesión que es bien conocida
como martinismo ruso.
113
La segunda cadena es espiritual y nos vincula a cada uno
de nosotros individualmente con el Espíritu, con la Fuente.
Otra vez recurriendo a las llaves de Jano, esta sí sería la
“cadena de oro”.
¿Una cadena es mejor que otra? ¡Por supuesto que no! Las
dos son necesarias y la mayoría de las veces simultáneas.
Esto signifca que una persona puede ser iniciada en una
orden tradicional y participar de un colectivo, formar par-
te de una cadena anímica, pero a partir del momento que
empieza a “abrir su visión interior” (el ojo del corazón) y
conectarse con el símbolo, empieza a conectarse también
con la otra cadena donde hay un solo Maestro, que ha
recibido decenas de nombres (Hermes, Enoch, el pro-
pio Cristo) pero que siempre nos remite a un Maestro
sin forma, el Maestro universal, aquel que compartimos
todos los seres humanos y que reside en el centro de
nuestros corazones. Es uno solo y está presente en todos.
114
Volvamos ahora a la Rosacruz. Cuando hablamos de una
Orden Rosacruz o Hermandad de la Rosacruz estamos
hablando de un colegio metafísico, no de una organización
humana. ¿Y dónde reside esa Orden invisible? En un lugar
secreto, a resguardo de la indiscreción de los profanos y
que en la Tradición recibe el nombre de Agartha.
115
rosacrucismo, normalmente haciendo énfasis en algún as-
pecto esencial de la Tradición y trabajando con diferentes
herramientas. Todas estas escuelas han sido (y son) valio-
sas y necesarias para diferentes tipos de personas.
116
camino y que descubramos a nuestro verdadero maestro,
el Sat-guru.
117
Frente a nuestras narices
En 1946, la 20th Century Fox llevó a la gran pantalla una
novela de W. Somerset Maugham titulada “El filo de la
navaja”, la cual estaba inspirada en una frase de los Upani-
shads: “El camino de la salvación es tan difícil de recorrer
como el filo de la navaja”.
118
Flamel: “Hay una piedra oculta, escondida y sepultada pro-
fundamente bajo un manantial, ella es vil, pobre y sin nin-
gún valor; y está cubierta de excrementos y de estiércol;
a ella, siendo siempre la misma, le han sido dados muchos
nombres diversos” (1). Jung, por su parte, al hablar de la
materia prima sostenía que ésta “resulta barata y se en-
cuentra en todos sitios, incluso entre la inmundicia más
repugnante” (2).
119
cesidades del Alma (causalidad), los acontecimientos y las
personas se convierten en llaves que abren puertas hacia
una comprensión más profunda de la vida.
120
lo que hacen, sino soñar en un sin fin de cosas. Así pues,
ellos no son como yo. (3)
121
Simbolismo de la granada
La granada, como fruta y como símbolo, era conocida y
apreciada por las naciones de la antigüedad, especialmente
en el Medio Oriente.
122
Testamento en Éxodo 28:33, cuando Dios da instruccio-
nes sobre la vestimentas que deberá utilizar el Sumo Sa-
cerdote (Aarón): “Haz granadas de tela azul, púrpura y
escarlata alrededor del borde del manto, con campanas de
oro entre ellos”.
123
De acuerdo al relato bíblico, Hiram de Tiro “fundió dos
columnas de bronce. (...) Hizo también dos hileras de gra-
nadas alrededor de la red, para cubrir los capiteles que es-
taban en las cabezas de las columnas con las granadas; y de
la misma forma hizo en el otro capitel. (...) Tenían también
los capiteles de las dos columnas, doscientas granadas en
dos hileras alrededor en cada capitel, encima de su globo,
el cual estaba rodeado por la red. Erigió estas columnas
en el pórtico del templo; y cuando hubo alzado la columna
del lado derecho, le puso por nombre Jaquín, y alzando
la columna del lado izquierdo, llamó su nombre Boaz” (I
Reyes 7:15-21).
124
la pasión de Cristo e incluso con el Santo Grial, dado que
tanto el cáliz como la fruta actúan como contenedores de
un líquido precioso de intenso color rojo.
125
dando a entender que –a partir de ese momento– las dos
almas se convertían en una sola y que su sangre se termi-
naría mezclando en sus hijos.
126
Crisis de las órdenes iniciáticas
Una de las cosas más preocupantes de nuestros tiempos
modernos es la situación crítica en la que se encuentran
todas las organizaciones humanas, tanto las profanas como
las sagradas.
127
un naufragio. De ese modo salvaron muchas vidas y se
hizo famosa la estación.
128
Y esto fue justamente lo que hicieron: crear otra estación
en la misma costa, un poco más allá, en la que demostraron
tal desinterés de sí mismos y tal valentía que se hicieron
famosos por su heroísmo. Con lo cual creció el número
de sus miembros, se reconstruyó la cabaña... y acabó apa-
gándose su idealismo. Si, por casualidad, visita usted hoy
aquella zona, se encontrará con una serie de clubs selec-
tos a lo largo de la costa, cada uno de los cuales se siente
orgulloso, y con razón, de sus orígenes y de su tradición.
Todavía siguen produciéndose naufragios en la zona, pero
a nadie parecen preocuparle demasiado”.
129
Las órdenes iniciáticas no tienen que buscar nada fuera
de ellas sino redescubrir su propia tradición, sacar del
cajón y desempolvar las viejas herramientas que todos los
miembros conocen pero que pocos utilizan.
130
Simbolismo de los huevos de pascua
Aunque la tradición de los huevos de pascua se pierde
en la noche de los tiempos y tiene muchos anteceden-
tes históricos (Egipto, Mesopotamia), durante la Semana
Santa cristiana es necesario interpretar el símbolo en su
contexto. ¿Y cuál es este contexto? El Cristo resucitando,
volviendo a la vida tres días después de su muerte.
131
iglesia con toda la clerecía en busca de Cristo resucitado;
después, volviendo á entrar en el templo, anuncia en voz
alta á los fieles que el Hijo de Dios ha salido del sepulcro, y
entona un himno de triunfo. En tal día se ve á los hombres
de todas las clases abrazarse con efusión al grito de “Ha
resucitado Cristo” y cambiar entre sí el huevo tradicional
de la Pascua.”” (1)
132
su nido pacientemente para luego prenderse fuego y más
tarde renacer de sus cenizas.
133
va, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le
salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva
toma consigo el ataúd en que se hallan los huesos de su
progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto,
a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la
vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita
allí; y una vez hecho esto, emprende el regreso”. (6). A
esto, agrega Cirilo de Jerusalén: “Una vez rehecha esta Fé-
nix como era anteriormente, va volando por los aires tal
como era antes de morir, mostrando a los hombres con
toda evidencia la resurrección de los muertos.” (7)
134
podría significar “fénix” (9) y así ha sido traducida por al-
gunas versiones de la Biblia, como la “New Revised Stan-
dard Version” (NRSV) (10), la “New American Bible” de la
Conferencia de obispos católicos de EE.UU., (NAB) o “La
Palabra” de España (BLP).
135
de tradición ortodoxa los huevos de pascua suelen ser de
color rojo carmesí, en alusión a la sangre del Cristo.
(3) Recordemos la íntima relación de ambos países a lo
largo de los siglos y que la lengua de la nobleza rusa era
el francés.
(4) Véase Nicolay, Fernand: “Historia de las creencias : su-
persticiones, usos y costumbres”
(5) Dice Chevalier en su Diccionario de Símbolos: “La
edad media vio en el fénix el símbolo de la resurrección
de Jesucristo, y a veces el de la naturaleza divina, mientras
que la naturaleza humana se figuraba con el pelícano”. En
relación con esto, vale la pena destacar que muchas veces
se asocia la cuarta iniciación crística (fuego) con el pelíca-
no y la quinta (éter) con el fénix.
(6) Clemente de Roma: “Epístola a los Corintios”
(7) Cirilo de Jerusalén: Catequesis XVIII
(8) Marcuello, Francisco: “Historia natural y moral de las
aves”,Volumen 1
(9) Véase “Phoenix” (parte 2) de David Herbert Lawrence
y “Job, Ecclesiastes, Song of Songs”, escrito por August H.
Konkel y Tremper Longman III
(10) “Then I thought, ‘I shall die in my nest, and I shall mul-
tiply my days like the phoenix”
(11) Desde una perspectiva iniciática, la vida del Cristo
ejemplifica los 5 pasos o “iniciaciones”: Tierra en la gruta
o cueva del nacimiento, Agua en el bautismo del Jordán,
Aire en el monte de los Olivos, Fuego en la cruz (I.N.R.I.)
y Éter en la resurrección, que se complementa y completa
con la ascensión.
136
Tres instancias, tres estados
De acuerdo con la Filosofía Iniciática, el Alma es la eterna
mediadora entre el Cielo y la Tierra. Por esta razón, no
es raro encontrar en la bibliografía tradicional referencias
a que el Alma misma se “dualiza” a través de dos “orien-
taciones” que aparecen representadas con claridad en la
imagen del Jano bifronte o del águila bicéfala.
137
Lee Lozowick llama a esto “dualidad iluminada”, donde
puede reconocerse a “la conciencia no dual, mientras que
su contenido es la dualidad” (2). En otras palabras, pode-
mos hablar de una transición consciente desde la dualidad
ordinaria (“percibo dos mundos y son irreconciliables”)
hasta una dualidad iluminada cuyo trasfondo es la concien-
cia no-dual (“percibo dos mundos pero puedo conciliarlos
y descubro que en el fondo solamente existe la unidad”).
138
Estos tres espacios (la periferia, el espacio intermedio y el
centro) pueden ser reconocidos de otras formas:
139
* En la visión cristiana de un “Hombre viejo” (Palaios An-
thropos) y un “Hombre nuevo” (Neos anthropos), repre-
sentados por el Adán caído y el Cristo resucitado, se habla
de un ser humano que es Adán y es Cristo al mismo tiem-
po (o Eva y María), un ser en transición que ha olvidado
su origen y su propósito pero que, sin embargo, sigue bus-
cando el camino de regreso a casa. Este “tercer hombre”
puede ser llamado “Homo viator” u “Hombre viajero”.
140
Ars Superat Naturam
“Ars Superat Naturam” (“El Arte supera a la Naturaleza”)
es un axioma que contradice y complementa a otro: “Ars
Imitatur Naturam” (“El Arte imita a la Naturaleza”).
141
al servicio de la Naturaleza, nunca en contra de ésta, y por
esta razón ellos mismos se auto-denominaban “Hijos de
la Naturaleza”.
142
Y para ello, es necesario imitar, ayudar y superar a la Na-
turaleza.
143
La séptima dirección
En el ser humano existen cuatro tendencias que pueden
vincularse con los cuatro reinos de la Naturaleza, desde el
punto de vista de la evolución consciencial y, por lo tanto,
podemos hablar simbólicamente de un hombre-mineral,
un hombre-vegetal, un hombre-animal y un hombre ver-
daderamente humano.
144
cen orbitar toda su vida en torno a la comida y el sexo.
Ocupan un lugar en el espacio como las piedras y hasta
el momento de su muerte no piensan en otra cosa que
satisfacer sus deseos más básicos.
145
Esta séptima dirección es la que nos convierte en seres
verdaderamente humanos.
146
Síntesis histórica de la Rosacruz
En un artículo anterior hablamos de las dos cadenas de
transmisión iniciática, una relacionada a los Misterios Me-
nores (el llamado Arte Real) y otra relacionada a los Mis-
terios Mayores (o Arte Sacerdotal).
147
1) Pre-rosacrucismo
2) Proto-rosacrucismo
3) Rosacrucismo de los manifiestos
4) Neorosacrucismo
148
con dos vertientes determinantes para entender el futuro
rosacrucismo: el Neoplatonismo y el Hermetismo.
149
femo, Pitágoras, Filolao y Platón, aunque más adelante se
agregaron otros eslabones como Zoroastro, Homero,
Moisés, Plotino, Abraham, Licurgo, Heráclito, Noé, Aristó-
teles, Filón de Alejandría, Avicena, San Agustín, las sibilas,
los druidas, los cabalistas, los brahmanes, los alquimistas y
muchos otros.
150
miento, donde se declaraba sin tapujos “Jesus Mihi Omnia”
(Jesucristo es nuestro Todo). Por esta razón no es raro
que uno de los textos fundamentales de estos primeros
rosacruces conocidos haya sido el libro “La Imitación de
Cristo” de Tomás de Kempis.
151
el Rosacrucismo y, justamente, las características de esta
Iglesia Interior o Logia Blanca. Esta obra es “La nube sobre
el santuario” de Karl von Eckhartshausen.
152
dad Teosófica que –si bien estaba más centrada en el ocul-
tismo oriental– también supo conectar con las corrientes
esotéricas occidentales a través de Anna Kingsford, fun-
dadora de la Sociedad Hermética, y del rosacruz alemán
Franz Hartmann.
153
Años más tarde, al final de la Segunda Guerra Mundial, dos
estudiantes holandeses de la Fraternidad Rosacruz, Ca-
tharose de Petri y Jan van Rijckenborg, se escindieron de
la organización central y fundaron el Lectorium Rosicru-
cianum o Escuela de la Rosacruz de Oro, haciendo énfasis
en los aspectos gnósticos del rosacrucismo y conectando
con la tradición cátara.
Estamos seguros que este siglo XXI dará inicio una quinta
etapa, en este momento crucial de la humanidad, en este
fin de ciclo, en esta época oscura donde la rosa tendrá
que emerger victoriosa y donde todas las escuelas que
promueven el ideal rosacruz tendrán que formar un fren-
te común para que en el mundo reine la Luz, la Vida y el
Amor.
154
Vía Iniciática y vía mística
El año pasado, el papa Francisco visitó Cuba y citó un inte-
resante proverbio africano: “Si quieres ir deprisa, ve solo;
si quieres ir lejos, ve acompañado”. Aunque el contexto
de la frase hacía referencia a la importancia del encuentro
con los demás, este pensamiento se ajusta perfectamente
a la concepción de los dos caminos que postula la Filosofía
Iniciática:
155
vías no son opuestas sino complementarias y coinciden
tanto en el punto de partida (Malkuth) como en el de
llegada (Kether).
“Digo, pues, que las dos vías son ciertas, pues no es más
que una sola vía al final, y no al principio. Pues todo nues-
tro secreto se encuentra en nuestro Mercurio y en nues-
tro sol. Nuestro Mercurio es nuestra vía, y sin él no se
hará nada”. (Irineo Filaleteo)
156
Hic Sunt Dracones
“Si no quieres luchar, tampoco vencerás; te matarán en
tu blando lecho. Pues el hombre tiene ante sí un ejército
poderoso que combate de continuo contra él”
(Jacob Böehme)
157
máximo oponente: el Ego, y este concepto fundamental
de la enseñanza iniciática ha sido transmitida de diversas
maneras por los grandes instructores de la humanidad (2).
158
imaginario popular, o –por el contrario– adoptarlo como
nuestro “personal trainer”, la personificación de todas las
pruebas y desafíos de ese gimnasio psicológico que llama-
mos “vida”.
159
¿Qué es más satisfactorio? ¿Subir al Everest peldaño a pel-
daño o que nos lleven a la cima en helicóptero? ¿Peregri-
nar a Santiago durante un mes, caminando paso a paso, o
recorrer la senda compostelana en coche?
160
las gentes piadosas, pues en tiempos antiguos era costum-
bre dar alegóricamente las enseñanzas morales” (7), con-
cluyendo que en este libro, aunque es “mal comprendido y
erróneamente interpretado, (…) es posible encontrar los
ecos verdaderos de la Doctrina Arcaica” (8).
161
Al célebre axioma de Delfos (“Conócete a ti mismo”), el
insigne Ignacio de Loyola –muchas veces menospreciado
por quienes transitan vías iniciáticas– le agregó otra re-
comendación tan valiosa como la primera: “véncete a ti
mismo”. Si reunimos estas dos máximas, podríamos con-
cluir: conoce tu naturaleza superior y vence tu naturaleza
inferior.
162
Damero y pavimento mosaico
Desde la más lejana antigüedad, en los templos iniciáti-
cos, la dualidad del mundo manifestado fue representada
de las más diversas formas. Una de ellas consistía en la
colocación de un pavimento mosaico de baldosas negras
y blancas en forma de damero. Esta clase de enlozados
puede ser rastreada en Egipto, en Creta, en Grecia (espe-
cialmente en los misterios dionisíacos) y en el Templo de
Jerusalén.
163
En otras palabras, con el estado mental adecuado es po-
sible colocarse por encima de los opuestos, superarlos y
trascenderlos desde un lugar intermedio entre la materia
y el espíritu, es decir el punto de observación propio del
Alma que permite observar en perspectiva toda clase de
oposición.
164
sual inferior y mantenerla bajo sus pies en sujeción y con-
trol. Debe ser capaz de elevarse sobre la mezcolanza de
lo bueno y lo malo, volverse superior e indiferente a los
altibajos de la fortuna, las atracciones y temores que go-
biernan a los hombres ordinarios e inclinan sus acciones
y pensamientos en uno u otro sentido. Su intención es
desarrollar sus potencias espirituales innatas y es imposi-
ble que estas se desarrollen mientras él se halle dominado
por sus tendencias materiales y las emociones fluctuantes
de placer y dolor a que dan lugar. Es elevándose por enci-
ma de estas y alcanzando la serenidad espiritual y el equi-
librio mental bajo cualquier circunstancia en las que pueda
encontrarse, como un masón realmente camina sobre el
cimiento ajedrezado de la existencia y las tendencias en
conflicto de su naturaleza material” (1).
En los tableros de ajedrez, las 64 casillas (escaques) re-
presentan una dualidad visible que oculta una unidad im-
perceptible dado que, al usar la reducción teosófica, el 6
y el 4 (6+4=10, 1+0=1) terminan revelando el número 1
(la unidad). Por lo tanto, terminada la partida y acabado el
conflicto, las piezas blancas y negras terminan regresando
a la misma caja, vuelven al mismo lugar.
165
una forma de “uniformidad”, que no es otra cosa que una
excusa para controlar a las masas.
166
tica necesidad de diferencia, cuando, en realidad, casi no
existe ninguna” (2).
167
La técnica rosacruz (I)
En varias ocasiones hemos sostenido que el conocimien-
to rosacruz no es meramente teórico sino que es teóri-
co-práctico y que es esencial que el estudiante pase a la
acción, que compruebe por si mismo las afirmaciones que
se realizan en nuestros materiales de estudio.
168
entidad individual y separada de los demás, y que vivimos
en un universo de casualidades, animados por complejos
procesos físico-químicos. Y ahí se queda la visión mate-
rialista, sosteniendo que somos una especie de máquina
biológica o bien un cerebro con patas.
169
Hablamos de un individuo, el número 1, con dos natura-
lezas, el número 2. Pero otra parte importante de nues-
tras enseñanzas es que la materia y el espíritu deben ser
conectadas, integradas, como decían los alquimistas hacer
fijo lo volátil y volátil lo fijo, que significa materializar el
espíritu y espiritualizar la materia. Y ese elemento inter-
medio que logra esa magia es el alma, la eterna mediadora
entre lo de arriba y lo de abajo.
170
gran en torno a un quinto elemento, a una quintaesencia
que conforma nuestra naturaleza espiritual. El elemento
Éter.
171
Entendiendo al ser humano como un individuo y habien-
do determinado cinco áreas de trabajo, el objetivo de la
técnica rosacruz es desarrollar nuestas potencialidades e
integrarlas en torno a un centro, a un eje, a un quinto
elemento de naturaleza espiritual, el elemento que une e
integra el conjunto.
Hay una frase latina que resume muy bien esto: “Pedes in
terra, ad sidera visus”. Los pies en la tierra pero la mirada
en el cielo. Vivir en armonía, disfrutando de la existencia,
pero siempre con la conciencia plena de nuestra identidad
divina. De que somos extranjeros en este lugar, seres espi-
rituales que están viviendo una experiencia material y eso
nos convierte en seres de dos mundos.
172
La técnica rosacruz (II)
En el artículo anterior de esta serie sobre la “técnica ro-
sacruz” hablé de la importancia de comprender al ser hu-
mano y su constitución para poder avanzar en la práctica
de las técnicas rosacruces.
174
La palabra estrategia viene del griego “strategos” y signi-
fica “dirigir ejércitos”. Y muchos se preguntarán: ¿por qué
se utilizan términos militares para describir este trabajo?
Bueno, siempre partimos de la base que en nuestro inte-
rior existe esa pulseada, esa doble orientación, una hacia
arriba y otra hacia abajo, por lo cual se suele hablar de una
“guerra interior”, de un combate contra un dragón, etc.
Hay una frase bélica muy conocida y que dice: “Si quieres
la paz, prepárate para la guerra”, la cual en un contexto es-
piritual pasa a entenderse como: “Si quieres la paz interna,
preparate para la guerra interna”.
175
a grandes distancias, sobre los puntos decisivos del teatro
de guerra”.
176
táctica diaria, podremos enfrentarnos a los imprevistos, a
situaciones conflictivas y a diferentes situaciones que sue-
len presentarse en la vida cotidiana, es decir en nuestro
habitual campo de batalla.
177
Por último, hay que considerar otra cosa más: la técnica.
178
La técnica rosacruz (III)
En los dos artículos anteriores de esta serie repasamos la
constitución del ser humano y hablamos de los diferentes
vehículos del hombre. Dijimos que en una primera aproxi-
mación el hombre posee una naturaleza mortal y otra in-
mortal, y que estas dos realidades –Cuerpo y Espíritu– se
conectaban a través de un tercer elemento que llamamos
Alma.También dijimos que, para facilitar el estudio de esta
realidad compleja dividimos al ser humano en cinco partes
y en ocasiones en siete.
179
centenares, miles, pero no las usaremos todas porque no
necesitamos usarlas todas. Necesitamos utilizar aquellas
técnicas que –en primer lugar estén en concordancia con
el camino que elegimos– y en segundo lugar que sean pre-
cisas y efectivas.
Por otro lado, tenemos que ser lo más empíricos que po-
damos, es decir que no tenemos que creer a pies juntillas
las cosas que nos digan o que leamos simplemente porque
nos lo dice alguien supuestamente que sabe más sino que
es preciso que pasemos a la acción. Tenemos que experi-
mentar, pero siempre con discernimiento y sano escepti-
cismo.
180
dos occidentales, métodos orientales y también otros que
no es fácil catalogarlos tan a rajatabla.
181
físico se nutre pero en ese mismo alimento hay prana,
energía vital, que nos alimenta de una formal más sutil.
182
Para poder ejecutar ejercicios más avanzados es preciso
que nuestro cuerpo físico esté relajado y otro punto im-
portante de esta primera parte de nuestra ascesis es la
relajación y el control de los sentidos.
183
tornos urbanos para cargarnos de energía en las playas, en
los bosques, en la montaña, donde sea que encontremos
un aire más puro y menos contaminado.
184
vación del entorno, detectar las energías del medio cir-
cundante, en especial la proveniente de otras personas.
185
justamente ella la que nos ayuda a trazar planificaciones y
estrategias.
186
Tipos de Iniciación
Los Misterios Iniciáticos, es decir aquellos que enmarcan
el proceso espiritual de regreso a la fuente, suelen dividir-
se en “Misterios Menores” y “Misterios Mayores”, y vincu-
lamos a los primeros con el Alma y los segundos con el
Espíritu, e incluso podemos hablar de un “Arte Real” y de
un “Arte Sacerdotal”.
187
aflorar a ese conocimiento a fin de producir en las per-
sonas un efecto positivo, conectándolas con su verdadera
naturaleza.
188
al Alma. Desde esta perspectiva, todas las ceremonias y
rituales que se ejecutan en el plano físico deben ser con-
siderarse “iniciaciones menores”, preparaciones para las
iniciaciones del Alma o “iniciaciones mayores”.
189
Esas experiencias están inmersas en un plano intermedio,
ni material ni espiritual, el plano del Alma que el francés
Henry Corbin llamó “mundus imaginalis”, describiéndolo
de este modo:
190
se de una auto-iniciación pero nunca observada desde la
perspectiva del Ego sino del Ser.
191
un matrimonio indisoluble que nos haga el amigo, el herma-
no y la esposa de nuestro Divino Reparador. No hay otro
medio para llegar a esta santa iniciación que el de sumergir-
se, cada vez más, hasta las profundidades de nuestro ser y de
no retroceder hasta que no hayamos alcanzado a obtener
la viva y vivificante raíz”
192
no son necesarios y que este proceso no solamente es
supra-físico sino también supra-imaginal. Es un salto al infi-
nito que muchos llegan a desdeñar advirtiendo que impli-
caría una destrucción, una aniquilación de la individualidad.
193
¿Para qué buscar afuera
lo que tenemos dentro?
Si concebimos el Sendero Espiritual como una larga e in-
mensa escalera que lleva a la realización plena, es lógico
pensar que existan personas que están escalando los últi-
mos peldaños o que ya han llegado a lo más alto.
194
Los Maestros lo dijeron hace mucho tiempo atrás: el pri-
mer paso en el Sendero es el discernimiento, por lo
cual antes de realizar prácticas de contacto metafísico de-
beríamos preguntarnos antes que nada: “¿por qué buscar
este tipo de contactos?”. No estamos negando la validez
de algunos de estos fenómenos, pero determinar la moti-
vación que nos impulsa es sumamente importante… ¿por
qué?, o, más bien, ¿para qué buscar afuera lo que te-
nemos dentro?
195
fuentes” y “nuevos Maestros”, a lo que podríamos replicar:
¡pero si nunca llegamos a practicar las enseñanzas “viejas”!
196
Simbolismo de la Flor de Lis
En 1653, el albañil Adrien Quinquin –que trabajaba en la
reconstrucción de la iglesia Saint-Brice en Tournai– descu-
brió la tumba del rey merovingio Childerico, que contaba
con diversas piezas de oro entre las que se destacaban
300 abejas, uno de los símbolos reales más importantes
desde la antigüedad y que solía representar la inmortali-
dad y la resurrección.
La silueta de la abeja real con sus alas extendidas fue trans-
formándose con el paso de los siglos hasta convertirse
en una fleur-de-lis, una especie de lirio inexistente en la
naturaleza, el cual fue adoptado como emblema por los
monarcas de Francia.
Napoleón, en su intento por diferenciarse de los borbo-
nes, descartó de plano el uso oficial de la flor de lis en
Francia y trató de conectar con el egrégor de los antiguos
merovingios, volviendo a adoptar la abeja como símbolo
personal, por sugerencia de Cambacérès.
El simbolismo de la flor de lis está supeditado a su sime-
tría, a la unión de tres pétalos mayores situados en la par-
te superior con tres pétalos menores ubicados abajo que
están sujetados por un anillo central. Esta forma evidencia
la correspondencia entre lo celeste y lo terrestre, entre el
Macrocosmos y el Microcosmos, entre el Cuerpo y el Es-
píritu que están conectados por un elemento central que
da cohesión y significado al conjunto: el Alma.
Entre los cristianos, la flor de lis fue interpretada como
un símbolo de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo, Espíritu
197
Santo) que está formada por tres elementos pero consti-
tuyendo una Unidad.
Durante el medioevo, el navegante Flavio Gioia inventó la
brújula marina y marcó en ella el punto norte con la le-
tra “T” de “Tramontano” (viento norte del Mediterráneo)
sobre la que colocó una flor de lis, que formaba parte del
escudo de su rey (Carlos de Anjou).
A partir de ese momento, la flor de lis pasó a formar parte
de la cartografía marítima y decoró toda clase de mapas y
elementos de orientación, señalando siempre la dirección
a seguir. Los ingleses, siempre en conflicto con las monar-
quías europeas (especialmente la francesa) se negaron a
usar este símbolo en sus mapas y prefirieron marcar el
norte con una punta de flecha.
Siglos más tarde, el militar británico Robert Baden-Powell
(BP) fue instruido acerca del simbolismo oculto de la flor
de lis durante su estadía en la isla de Malta y la adoptó
años más tarde como emblema de los boy-scouts.
Según el propio BP: “La historia de la Fleur-de-Lys (...)
como insignia se remonta a muchos cientos sino miles de
años. En la India antigua se usaba como símbolo de vida y
resurrección, mientras que en Egipto era el atributo del
dios Horus, unos 2.000 años antes de Cristo. El significado
real de la Fleur-de-Lys es que ésta apunta en la dirección
correcta (y hacia lo más alto) sin desviarse a la izquierda
ni a la derecha” (1).
Posteriormente, dentro del Movimiento Scout, el simbo-
lismo de la flor de lis scout (con dos estrellas en sus péta-
los superiores) fue profundizado un poco más:
198
1) Los pétalos superiores representan los principios
scouts (Dios, Patria, Hogar) o bien la conexión con la di-
vinidad, con los demás y consigo mismo, mientras que los
inferiores aluden a las virtudes scouts (lealtad, pureza, ab-
negación).
2) Las estrellas son los ojos del scout que debe estar
“siempre listo” y sus diez puntas recuerdan los diez artí-
culos de la ley scout.
3) La línea recta superior representa el recto pensamiento
mientras que la inferior la recta acción que se traduce en
“hacer (al menos) una buena acción al día”
4) El anillo que une los pétalos representa la fraternidad, la
aceptación de que “el scout es amigo de todos y hermano
de todo scout sin distinción de credo, raza, nacionalidad o
clase social” (artículo 4 de la ley).
Por lo tanto, la flor de lis es un símbolo que sintetiza muy
bien algunos aspectos fundamentales de la Filosofía Iniciá-
tica: la correspondencia de lo de Arriba con lo de Abajo, el
Alma mediadora que brinda sentido al conjunto y el cami-
no recto a seguir (“como el filo de una navaja”).
(1) Boy’s Life, julio 1928. Artículo “How the Scouts’ Badge
Originated” de Robert BadenPowell
199
Re-cordar: volver al corazón
Si vamos a la etimologia de la palabra “recordar” veremos
que ésta proviene del latín “recordare” y está compuesta
por el prefijo re (de nuevo, volver) y cordis (corazón), es
decir que estamos hablando de “volver al corazón”.
200
adentro. Aquí y ahora, recordando siempre el VITRIOL.
Visita el Interior de la Tierra y Rectificándote Encontrarás
la Piedra Escondida.
201
por un sendero sin levantar polvo, entonces no estás ca-
minando por un sendero. Cuando haces un cambio verda-
dero en tu vida, las cosas se mueven, los amigos cambian
y la gente no siempre está contenta con tu crecimiento.
Los senderos auténticos nunca son tranquilos. Hoy reco-
noce que, mientras avanzas en tu vida, no todo el mundo
va a apoyarte. No tengas problema con eso. Y dale hacia
adelante”.
202
La medicina del Alma
En Egipto, las bibliotecas recibían el sugestivo nombre
de “clínicas del Alma” (1) o “tesoro de los remedios del
Alma” (2), haciendo referencia a que en ellas el ser huma-
no podía curarse la enfermedad más severa de todas: la
ignorancia.
203
Si el Alma está enferma, amnésica, encandilada por los es-
pejitos de colores del mundo material, entonces la Filo-
sofía Iniciática debe entenderse como un valioso método
terapéutico para que el hombre empiece a recordar su
verdadera identidad.
205
del recuerdo y convertirnos en lo que verdaderamente
somos.
206
El tercer ojo
“Nosotros somos como barcos / que chocan entre sí. /
Tenemos los ojos ciegos, aunque / flotamos sobre un mar
de luz”. (Rumi)
207
restaurar la salud del ojo del corazón, por el cual vemos
a Dios” (1). Esta idea, retomada y desarrollada en el siglo
XII por los victorinos, postulaba que el hombre primordial
(Adán para judíos y cristianos) contaba con tres ojos: uno
del cuerpo (oculus carni), otro racional (oculus rationis)
y el tercero de contemplación (oculus fidei). Según estos
filósofos, la caída y la expulsión del Edén supuso un de-
bilitamiento del primer ojo, una alteración del segundo y
un completo cierre del tercero, por lo cual el regreso al
Paraíso (es decir, la reintegración a la divinidad) está supe-
ditada a la recuperación de la visión perdida.
208
hombre es la medida de todas las cosas” (“Homo omnium
rerum mensura est”). (2)
La visión del ojo del corazón está ligada a lo que los grie-
gos llamaban “aesthesis” que significa sensibilidad, enten-
dimiento, percepción, mientras que su ceguera implica una
an-aesthesis (anestesia), es decir una inconsciencia, narco-
sis, pérdida de sensibilidad o –como le llamaba Robert J.
Liftton– “entumecimiento psíquico” que coincide con el
sueño de la conciencia del que hablan los espiritualistas de
las escuelas orientales y occidentales. (3)
209
blan los místicos e iniciados, que la entienden como una
percepción integral del mundo, la contemplación de la uni-
dad subyacente a todas las cosas en función de un estado
de conciencia superior. (6)
210
Testimonios de la visión interior
211
“Para poder comprender la realidad en su totalidad, nece-
sitamos la dimensión contemplativa que nos abre el tercer
ojo”. (Raimon Panikkar)
(1) San Agustín: Sermón 88. Esto coincide con las palabras
del poeta persa Hatif: “Abre el ojo del corazón para que
212
puedas ver el espíritu y alcanzar la visión de lo que es in-
visible.”
(2) Véase el capítulo de Protágoras en “Vidas, opiniones
y sentencias de los filósofos más ilustres” de Diógenes
Laercio.
(3) Para los profanos, estar despierto es tener los ojos
abiertos y poder moverse, mientras que los iniciados ase-
guran que mientras no esté abierto el ojo del corazón no
puede hablarse de auténtica vigilia.
(4) En esta categoría se destacan las prácticas con espejos
o aquellas que se basan en la visualización del tercer ojo
en relación a un mantram específico.
(5) Los libros de Lobsang Rampa (que se presentan como
autobiográficos pero que son solamente relatos de fic-
ción) contribuyeron mucho a esta confusión y afición al
psiquismo característico de las últimas décadas del siglo
XX, en especial en las corrientes vinculadas a la “New
Age”. En su primer obra, Rampa afirmó que su tercer ojo
fue abierto mediante una operación quirúrgica en su cabe-
za, lo cual le permitió observar las auras. Véase: “El Tercer
Ojo”, cap.VII, de Martes Lobsang Rampa.
(6) Esto es el cuarto estado de conciencia.
(7) La “Luz Mayor” es otra forma de referirnos a nuestra
naturaleza divina o “Dios en nosotros”, la cual hemos ol-
vidado.
213
Quo Fata Trahunt
“¡Conducidme, Zeus, y tú también, Destino, adonde me
tengáis asignado mi puesto, que os seguiré sin vacilar! Que
si no quisiera de todas formas sería arrastrado.”
(Cleantes de Assos)
215
De acuerdo con la filosofía estoica, toda acción debe estar
conectada con el destino o en armonía con éste, lo que
en ocasiones se llama “vivir según la naturaleza”. En este
sentido, Epicteto afirma que “lo esencial es comprender
la naturaleza y alinear las intenciones y actos con la for-
ma de ser de las cosas”. Por lo tanto, nuestro propósito
“debería buscar la armonía con la naturaleza, ya que éste
es el verdadero camino hacia la libertad”. (2) En Oriente
a este propósito existencial de orden y equilibrio se le
llama “Dharma”.
216
mos, más tranquilos estaremos. Serías un necio si desearas
que tus hijos o tu esposa vivieran para siempre. Son mor-
tales, igual que tú, y la ley de la mortalidad está completa-
mente fuera de tu alcance.
217
“Solamente tiene que soltarlo”
En la última parte de la saga de “El Señor de los Anillos”, y
después de un largo viaje, Frodo y Sam arriban finalmente
a las entrañas del Monte del Destino. El momento de des-
hacerse del anillo ha llegado, pero Frodo no termina por
dejarlo ir. Permanece como ausente, mirando al anillo fija-
mente mientras su compañero Sam le anima: “Adelante,
señor Frodo… Sólo tiene que soltarlo…”
218
hemos acostumbrado de tal manera a muchos de ellos
que llegamos a apreciarlos como parte de nuestra “per-
sonalidad” y que supuestamente nos convierten en lo que
somos.
La familia
219
gunos suponen, los sacerdotes no matan a seres vivientes
[…] sino eliminan de su inteligencia todas aquellas cosas
que son familiares y amigas de la carne. […] Por eso mata-
remos a nuestro “hermano”; no a un hombre, […] desliga-
remos al elemento amante de la pasión y mortal. Matare-
mos también a nuestro “vecino”: como en el otro caso, no
a un hombre sino al coro y cofradía de los sentidos”. (1)
220
a nuestros vicios y “gracias a ellos” hemos construido una
fachada ante los demás, que no es fácil dejarlos ir. ¿Qué se-
ríamos sin ellos? Séneca reflexionó sobre esto y terminó
declarando que: “Lo que al comienzo fueron vicios, hoy
son costumbres…”
221
¿Cómo hacerlo? El Kybalión nos da la respuesta y dice
que: “Para destruir una frecuencia indeseable de vibra-
ción mental poned en operación el Principio de Polaridad
y concentraos sobre el polo opuesto a aquel que deseáis
suprimir. Matad lo indeseable cambiando su polaridad” (4).
En otras palabras: transmutación.
222
Y otra vez estamos hablando de lo mismo: transmutación.
De eso se trata.
223
–Amigo, ¿no sabe que los chiles sólo se comen en peque-
ñas cantidades?
224
Kheper, el escarabajo sagrado
El concepto de “iniciación” está íntimamente relacionado
al de “transformación” y por eso el conocido egiptólogo
Christian Jacq afirmó que “este término significa “venir a
la existencia, advenir, tomar forma, actuar, ser en devenir,
llegar a existir (en el más allá), nacer, hallar su origen en”, y
se refiere esencialmente al pasaje de un estado a otro”. (1)
225
con gran esfuerzo hasta un hoyo donde las larvas estarán
a salvo de los depredadores. Tras veintiocho días, la esfera
totalmente seca será empujada hacia la superficie y al res-
quebrajarse y partirse, surgirá de ella el escarabajo alado.
226
a quienes tomaban estas alegorías paganas y las incorpo-
raban a la cristiandad.
227
de Atum, que es una transición que nos llevará a un nuevo
nacimiento.
228
Espiritualidad Iniciática
Cuando hablamos de “Iniciación” no estamos refiriéndo-
nos a ceremonias, rituales o formalidades litúrgicas sino a
un momento cumbre en el desarrollo espiritual, un esta-
do de conciencia superior que también se conoce como
Iluminación, despertar de la conciencia o apertura del ojo
interior.
229
alusión a este punto intermedio que nos permite conver-
tirnos en puentes, elementos de conexión entre lo que
está arriba con lo que está abajo, lo de adentro con lo de
afuera.
230
dejamos de hacer, en nuestra relación con los otros, en
nuestros pensamientos, palabras y acciones.
231
El compás de oro
El impresor renacentista Cristóbal Plantino (1520-1589)
adoptó como la marca de su imprenta un compás sosteni-
do desde lo alto por una mano divina trazando un círculo
perfecto, el que aparece acompañado por la máxima lati-
na “Labore et Constantia” (“Trabajo y constancia”).
233
No tiene manos sino las tuyas. No tiene pies sino los tu-
yos.
Tuyos son los ojos con los que la compasión de Dios mira
al mundo.
Tuyos son los pies con los que Él camina para ir haciendo
el bien.
Tuyas son las manos con las que ahora cuenta para ben-
decirnos.
Tuyas son las manos, tuyos son los pies, tuyos son los ojos,
tú eres Su cuerpo”.
234
Solamente una mente clara e impeturbable podrá captar
del mejor modo las señales, el sentido de las pruebas de
la vida, los “guiños” de Dios expresados a través de las
“casualidades” y las recurrencias.
235
Simbolismo del águila bicéfala
El águila es un ave de naturaleza solar, que suele estar aso-
ciada tradicionalmente con el astro rey, símbolo de poder,
fuerza y luminosidad, y cuando aparece con dos cabezas
sus atributos se duplican.
236
va simbólica tanto los ángeles como las aves son mensaje-
ros, intermediarios entre lo visible y lo invisible.
237
mazatecos, cuicatecos, mixtecos, chatinos y zapotecos (4),
y representaba el encuentro del Viejo Mundo y el Nuevo
Mundo, reflejada en una alianza entre el pueblo quauhque-
cholteca y los conquistadores españoles.
238
Un camino de un solo paso
“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma
de ver las cosas” (Henry Miller)
Un solo paso, ¡pero qué paso tan difícil de dar! Los sabios
de la humanidad han coincidido en que esta travesía inter-
na es la tarea más complicada y desafiante que podamos
emprender nunca, pero –por otra parte– es la única que
puede otorgar sentido a nuestra existencia.
239
Durante mi peregrinación compostelana recibí un magis-
tral consejo en una taberna perdida de Burgos. Otro pe-
regrino, al verme cubierto de nieve y con un frío que me
calaba los huesos, me dijo: “Enamórate de la incomodidad,
pues la comodidad nos lleva a la conformidad. Por el con-
trario, la incomodidad es sinónimo de inconformidad, y un
peregrino nunca debe conformarse porque la conformi-
dad es inmovilidad”.
240
y más allá de la humanidad” según explicó muy bien René
Guénon. Mircea Eliade, por su parte, hablará de un tiempo
que está por encima del tiempo: “in illo tempore” (“en
aquellos tiempos”), en otras palabras un tiempo sagrado.
241
Ad Rosam per Crucem
En la Rosacruz existe un cántico tradicional, casi un man-
tra, que dice así: “Ad Rosam Per Crucem, Ad Crucem Per
Rosam” (“A la Rosa por la Cruz, a la Cruz por la Rosa”).
242
La doble frase “Ad Rosam Per Crucem – Ad Crucem Per
Rosam” alude a los dos elementos que forman la rosacruz,
la rosa y la cruz y que –a grosso modo– nos recuerdan el
es´píritu y la materia, así como su interdependencia.
243
La Iniciación no se concede...
¡se conquista!
En otro artículo hablamos de una Iniciación virtual que es
a la que podemos acceder a través de los llamados ritos
iniciáticos y también de una Iniciación efectiva que vincu-
lamos con un estado superior de conciencia.
244
la re-cuperación de algo que perdimos hace mucho tiem-
po. No es un objetivo, no es una meta sino la consecuencia
lógica de un proceso virtuoso, la integración a nivel pro-
fundo de lo humano y lo divino en nosotros.
245
en obtener el entendimiento, me sentí como el ladrón que
vigila durante días la casa que robará, luego escala un muro
con mucho esfuerzo, se esconde con prudencia, rompe
la ventana cerciorándose de no hacer mucho ruido, para
percatarse más tarde que la puerta que daba a la calle
siempre había estado abierta”.
246
de Dios (que es otra forma de referirse a un estado de
conciencia interior) no es para cobardes ni para timoratos
sino para valientes.
247
metodología apropiada e incluso usando palabras exóticas,
conformando de este modo una especie de “máscara espi-
ritual” que –al carecer de una base sólida– se descascara
con mucha facilidad. El cobarde tiene un gran problema:
no tiene la constancia necesaria para pasar de la teoría a
la práctica.
248
El pozo iniciático de Regaleira
Estoy en los jardines herméticos de Regaleira, en Sintra,
Portugal. En la entrada, Hermes oficia de guardián, pero la
inmensa mayoría de los miles de turistas que pasan año a
año apenas lo notan, ni se detienen a mirarlo. Lo conside-
ran un simple objeto de decoración.
250
el lugar es sagrado, bello, que tiene su propia integridad,
su propio genio. Entonces debes respetar la integridad, el
genio, lo único que es este lugar, y no destruirlo. La mente
turista dice: no importa el lugar, yo quiero mi comodidad.
No vendré [...] si no hay clubes y casinos y hoteles de
cinco estrellas. Todas estas demandas son turísticas. Pero
cuando vienes como peregrino, vienes por el valor intrín-
seco del lugar en sí” (1).
251
Toda senda iniciática empieza con una muerte simbólica,
con una “metanoia” que muchas veces es representada a
través de un descenso a las entrañas de la Madre Tierra
(una caverna, una gruta, un pozo), en lo que Mircea Eliade
llamaba “retorno al útero”.
252
la germinación, con la embriología: indican que una nueva
vida está preparándose”. (3)
253
corte iniciático vinculados con la Masonería, el Rosacru-
cismo y el Templarismo, para representar en forma vívida la
muerte mística que se producía en la cámara de reflexión.
254
recalcar este nuevo nacimiento– los nuevos iniciados eran
“alimentados con leche”, como los bebés.
255
prenderlos en su sentido último es imprescindible hacer
silencio, lo cual no significa cerrar la boca sino apaciguar la
mente y escuchar al corazón, el único que puede decodifi-
car con certeza el mensaje de estas imágenes. Tal vez este
detalle sea una de las razones por las cuales hay millones
de masones en el mundo y solamente un puñado de ini-
ciados, porque para ser iniciado –tal como lo indicara con
lucidez Oswald Wirth– hay que “saber morir”.
256
los elementos profanos que aparecen atrás de cada piedra
con su teléfono móvil. Pero eso también es parte de la
experiencia.
257
Esoterismo y exoterismo
Cuando el estudiante se enfrenta a un símbolo o a una en-
señanza espiritual debe considerar que existen dos aspec-
tos que son inseparables y que aparecen como opuestos
y a la vez complementarios. Estos dos aspectos reciben el
nombre de “exotérico” y “esotérico”.
258
el sentido a los acontecimientos gratos e ingratos que se
nos presentan. De este modo, la vida también posee una
parte “exotérica” (lo que nos sucede) y una parte “eso-
térica” (la causa de lo que nos sucede). La comprensión
íntima de estas “lecciones de vida” es lo que nos hace re-
cordar nuestra verdadera naturaleza, lo que verdaramente
somos y hacia dónde nos dirigimos.
259
formas de presentación, el contenido tiene el mismo sus-
tento y siempre nos lleva a la unidad, a la verdadera acep-
ción de la palabra “Re-ligión” (“volver a unir”, es decir “re-
unir” al hombre con la trascendencia).
260
“Un dogma religioso cesa, sin embargo, de ser limitado
así desde el momento en que es comprendido según su
verdad interna, que es de orden universal, y esto es lo que
acontece con todo esoterismo”.
261
exóticos y variopintos de la tradición esotérica para pre-
sentarlos de modo chabacano y hasta vulgar a los profa-
nos, que –al carecer de una formación espiritual y muchas
veces un mínimo nivel cultural que les permita entender
todo esto– se terminan encandilando con mancias, predic-
ciones del futuro, horóscopos, fenómenos extraños, cu-
raciones milagrosas y muchas de esas fantasías de la new
age que parten de la necesidad del ser humano de prestar
atención al interior.
262
¿Eso significa que debemos renunciar al uso de medios
modernos de comunicación para la transmisión del co-
nocimiento? Por supuesto que no estoy hablando de eso,
pero sí hay que decir que las herramientas modernas pue-
den (y deben) usarse de forma inteligente, para la difusión
de lo bueno, lo bello, lo justo y verdadero.
263
Quemar las naves
En el siglo III antes de Cristo, Alejandro el Grande desem-
barcó en las costas fenicias y, al llegar, sus informantes le
anunciaron que los persas triplicaban a las fuerzas griegas.
264
y siempre ha sido marginal. Ojalá fuera para los muchos
pero hasta nuestros días ha demostrado ser para los po-
cos porque no es un camino fácil sino contracorriente,
ascendente y lleno, llenito de pruebas.
Pero aún con todos los errores, las idas y vueltas, los avan-
265
ces y retrocesos, estamos en el camino, y como dice un
dicho popular “ya que estamos en el baile, vamos a bailar”,
en otras palabras, ya que estamos en el camino, ¿qué tene-
mos que hacer? Caminar. El avance siempre es inexorable
y el camino a veces se contempla –no como lineal-–sino
como una espiral.
266
entrada y hasta renegar del paso que dio, pero lo hecho
hecho está, y a partir de ese momento tendrá que unir esa
iniciación virtual, esa posibilidad, con la Iniciación efectiva,
en el centro del laberinto.
267
Simbolismo de Rapunzel
La enseñanza esotérica ha sabido esconderse y camuflar-
se en múltiples formas culturales para permanecer viva
e inalterada a lo largo de los siglos. Es así que podemos
encontrar contenidos profundos en cuentos infantiles,
juegos, refranes y otros ingenios los que, observados su-
perficialmente, no parecen contener ningún tipo de men-
saje, y que –por su presentación inocente– han logrado
sobrevivir durante muchas generaciones como “cápsulas
del tiempo” transportando y conservando en su interior
un mensaje filosófico poderoso.
268
En el año 2010, Disney presentó su versión de Rapunzel
en forma de comedia y la llamó “Enredados” donde –si
bien muchos elementos fueron alterados– la historia bá-
sica permanece.
269
Para poder entrar por la alta ventana, la bruja le pedía a
Rapunzel que arrojara sus largos cabellos por la ventana
y decía: “Rapunzel, Rapunzel, deja tu pelo caer, así puedo
trepar por la escalera dorada”. Así pasaron años, y la niña
permaneció encerrada, solamente teniendo contacto con
el exterior a través de la bruja.
270
por la escalera dorada”, la bruja arrojó la trenza de Rapun-
zel, él subió y al llegar a lo alto descubrió el engaño, cayen-
do desde la torre sobre unos espinos y perdiendo la vista.
271
reció por primera vez en público cuando tenía 12 años,
y para las niñas judías el número 12 marca su madurez
personal y frente a su comunidad, la cual se llama Bat Mit-
zvah. En otras palabras, cuando Rapunzel cumple 12 años
y comienza su pubertad o adolescencia inicial, en ese mo-
mento es recluida y separada del mundo de los estímulos.
272
Ego, con sus prejuicios y limitaciones, quien puede contar-
le a Rapunzel lo que sucede afuera.
273
Aunque sus necesidades básicas están bien cubiertas por
la bruja, el Alma (Rapunzel) está insatisfecha, siente un va-
cío, necesita “algo más” y por eso canta. Y ese canto es,
justamente, el que escuchará el príncipe que –como dije
antes– representa el Espíritu, nuestra porción divina.
274
siempre aparece como un lugar de pruebas, de crecimien-
to, por ejemplo imaginemos a Jesús en el desierto, a los
mismos judíos atravesando el desierto desde Egipto a la
Tierra prometida, etc.
275
Las dos esfinges
El más enigmático de los monumentos simbólicos de Egip-
to es –indudablemente– la Esfinge de Gizeh, también co-
nocida como Abu-el-Hol (el Padre del Terror), de 73 me-
tros de largo y 20 de altura, situada en la ribera occidental
del río Nilo, a pocos kilómetros de la ciudad de El Cairo.
276
La esfinge griega, por su parte, es un compendio de los
cuatro elementos, y en ella se puede establecer la siguien-
te correspondencia: león-fuego, hombre-agua, águila-aire y
toro-tierra. Es interesante saber que esta misma corres-
pondencia aparece en la visión bíblica de Ezequiel: “La
forma de sus caras era la de una cara de hombre, con una
cara de león en el lado derecho de los cuatro, una cara de
toro en el lado izquierdo de los cuatro, y una cara de águi-
la en los cuatro. Así eran sus caras” (Ezequiel 1:10), una
imagen potente que fue heredada por el Tarot y que apa-
rece en dos arcanos: la Rueda de la Fortuna y el Mundo.
277
cosa que dar a entender que la verdad de la doctrina sacra
y la filosofía se hallaba oculta entre enigmas”. (3)
278
el pasadizo ceremonial secreto desde el patio exterior en-
frente de la Esfinge a los pasadizos en ascensión y cámaras
dentro de la Pirámide en sí”. (5)
279
viajeros con sus preguntas o porque las leonas estrangulan
a sus presas hasta asfixiarlas.
(3) Plutarco: “Los misterios de Isis y Osiris”
(4) Waite, A.E.: “A New Encyclopaedia of Freemasonry”
(5) En rigor de verdad, Jámblico nunca dijo nada sobre
cámaras subterráneas en la Esfinge.
(6) Spencer Lewis, Harvey: “La profecía simbólica de la
Gran Pirámide”
280
Metanoia y Ascesis
La palabra “Metanoia” proviene del griego, Meta=más allá
y Noia=mente, es decir una nueva forma de percibir el
mundo y de “dar el giro”, una vuelta de 180 grados.
281
voluntario de todo aquello que nos limita y que no nos
permite cumplir con nuestro propósito.
282
Todos estos esfuerzos se canalizan en un punto central
que los integra, permitiendo conectar lo de Arriba con lo
de Abajo.
283
Walt Disney y el esoterismo
La mayor virtud del creador Walt Disney fue la popula-
rización de muchos cuentos tradicionales como La Bella
Durmiente, Cenicienta y Blancanieves adaptándolos a la
pantalla grande y logrando así que no cayeran en el olvido.
284
encontrar compañeros de camino y atravesar diferentes
pruebas hasta descubrir su propósito más alto.
285
en la Masonería, pero lo cierto es que nunca fue miembro
de ésta sino de una organización paramasónica juvenil co-
nocida como Orden de Molay.
286
ratón Mickey hayan sido protagonizado películas donde se
convierten, respectivamente, en iniciado y en mago.
287
Disney escrito al revés), crea una mariposa de un cráneo.
De la muerte hace nacer vida y es bien sabido que el pro-
ceso de metamorfosis de la mariposa es símbolo de la
transformación espiritual. De este modo, Mickey entien-
de la concepción hermética de la transmutación e intenta
imitar al hechicero, pero sin una formación adecuada, so-
lamente consigue generar caos.
288
en cuenta que estas historias hablan de una sola cosa y
esa sola cosa nos involucra.
289
colectivo, que no es otra cosa que una estructura psíquica
suprapersonal en la que se acumulan recuerdos de hechos
y temas arquetípicos, símbolos propios de la humanidad,
con la que todos nos podemos conectar. Esta idea es po-
derosa y le brinda sentido y coherencia al simbolismo uni-
versal.
290
El árbol de la vida en navidad
Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha otor-
gado a los árboles un carácter sagrado, observando en su
verticalidad una especie de puente entre lo de arriba y lo
de abajo, una conexión entre el Cielo y la Tierra.
291
sino también en invierno, cuando nieva.
Tu follaje me quiere enseñar algo.
Tu esperanza y persistencia
dan consuelo y aliento”.
292
nos recuerdan los diferentes planos del microcosmos y
del macrocosmos. El ascenso desde las raíces hasta la es-
trella también aluden a un viaje ascendente desde la oscu-
ridad hasta la luz que en Cábala aparece como un despla-
zamiento desde el mundo físico o el reino (Malkhut) hasta
la corona (Kether) (2).
293
un símbolo de descenso-ascenso y un medio de comu-
nicación entre los planos subterráneos, el terrestre y los
celestes, recorrido que se efectúa en cualquier iniciación
[…] donde se debe morir a un estado para nacer a otro,
regenerando una vez más el proceso cósmico del que de-
rivan los diferentes procesos y de los que participan los
astros, dioses de la tierra, y el inframundo” (5).
El Cristo en el árbol
294
como Atanasio Sinaíta al decir: “La Cruz de Cristo es el
árbol de la vida” (Christi est lignum vitae)” o incluso Co-
modiano: “En el madero de la muerte busquemos el árbol
de la vida”.
295
dignidad preferente por el goce de un fruto inmortal [del
árbol de la vida]” (9).
Palabras finales
296
Concordancia
297
(4) González Frías, Federico y otros: “Programa Agartha”
(5) González Frías, Federico: “Los símbolos precolombi-
nos”
(6) Traídos por un personaje que viaja por el cielo con su
trineo (Papá Noel o Santa Claus) y que proviene desde el
polo norte, es decir desde el lugar donde tradicionalmen-
te se sitúa a la Hiperbórea.
(7) Donne, John: “Hymn to God, my God in muy Sickness”
(8) Guénon, René: “El simbolismo de la cruz”
(9) Eckhartshausen, Karl von: “La nube sobre el santuario”
298
Llenar de sentido la navidad
Olvidémonos por un momento de todas las cosas que so-
lemos asociar con la navidad: el arbolito, los regalos, Papá
Noel… pero también ignoremos todo aquello vinculado
al nacimiento del niño Jesús: el pesebre, los villancicos, y
hasta la misma natividad.
299
permita encontrar a Dios, a nuestro Sol interior. (…) Al-
gunas personas, según parece, temen que tomemos al sol
como Dios mismo. No, que se tranquilicen, no es cuestión
de confundir a Dios con el sol. Dios es inconcebible, inex-
presable, y nunca podríamos tener una idea exacta de lo
que Él es. Nosotros no adoramos al sol, únicamente ado-
ramos a Dios. Pero si profundizamos en la imagen del sol
en tanto que símbolo, nos vemos obligados a reconocer
que es, para los humanos, la mejor imagen de Dios. Eso es
todo. Esta es nuestra convicción absoluta. Y ello signifca
que hay que aprender a encontrar al sol interior” (1).
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vivió y murió– existió “otro ser” inmortal y que llamamos
“Cristo”.
“Cristo, Sol eterno, Luz del mundo, nace para que desper-
temos, para que salgamos del sueño en que nos hallamos
sumidos, para que nos sacudamos la ignorancia o ceguera
espiritual que nos tiene aprisionados. Su Luz redentora,
renovadora y liberadora quiere abrirse paso hasta lo más
profundo de nuestro ser para que recobremos la memo-
ria, nuestra más alta memoria, que nos permitirá salir de
la amnesia en que vivimos y recordar nuestra verdadera
301
naturaleza, nuestro destino, nuestro origen y nuestro fin
último.
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