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Evangelio del día en tiempos de pandemia, ciclo A.

P. Nelson Chávez Díaz


Párroco san Juan Bautista – Curicó
Juan 16, 20-23.

1. El paso de “este mundo” al “Padre” es una expresión para indicar su pronta


muerte y que ésta va a traer tristeza y desconsuelo a sus discípulos mas no así al
mundo que se va alegrar con su partida. El mundo se alegrará con la muerte de
Jesús porque Él y su mensaje es una amenaza ya que Jesús con sus palabras
descubre el pecado y la injusticia que hay en el mundo. Pero Jesús también afirma
que esa “tristeza” no será definitiva ya que, en algún momento, se trocará en gozo.
Y debe entenderse que este “gozo” deberá ser tan grande que borrará la memoria
de la tristeza y la pena. Es interesante el ejemplo o la comparación que Jesús
coloca para explicar este proceso de tristeza a alegría; una mujer que va a dar a
luz siente los dolores de parto, pero, cuando nace su bebé, es tan grande el gozo
que la tristeza se olvida. Podríamos afirmar que a la tristeza sobreviene el gozo
cuando los discípulos entienden que la partida del Maestro será momentánea y
que su presencia como Resucitado será fuente de permanente alegría y de
exultación desbordante.
2. Este tiempo de pandemia, qué duda cabe, es un tiempo de dolor; sentimos
dolor por aquellos trabajadores y trabajadoras que han perdido su fuente de
trabajo; sentimos dolor por la muerte de tantas personas que han fallecido
producto del contagio por coronavirus. También nos dolemos profundamente
cuando algunos jóvenes desafiantes y sin mayor conciencia del cuidado que
deben tener de sí mismos y del cuidado de los demás, especialmente los
mayores, arriesgan la vida de sus familias al no respetar las medidas de
cuarentena o de aislamiento; sin embargo, el Señor nos dice hoy en su Palabra
que el dolor y el sufrimiento pueden tener un sentido; en efecto, la comparación
de la tristeza por la muerte del Maestro con la angustia y el dolor de la mujer antes
del parto, y su posterior alegría por el nacimiento del hijo, nos indica que después
del dolor puede existir un nacimiento a una nueva alegría cuando se logra
descubrir el sentido de ese sufrimiento. Es cierto también que, ante la experiencia
de dolor o sufrimiento, nos sobreviene un sentimiento de temor o de respeto y
también de compasión pero también estamos llamados a aceptarlo como parte
integrante de nuestra condición humana y que nos puede abrir a una dimensión
trascendente y, en cierto sentido, nos puede ayudar a superarnos a nosotros
mismos. Como cristianos y creyentes en Jesucristo sabemos y creemos que la
Cruz del sufrimiento siempre está presente en nuestra vida pero que también a
través de esa Cruz el Señor de la Vida nos ha logrado la resurrección y que, por
tanto, la Cruz, signo del misterio del dolor y del sufrimiento humano, se erige para
nosotros en un “sufrimiento de salvación” en donde también podemos encontrar la
presencia consoladora y misericordiosa del Señor. Cristo padeció por todos
nosotros en la Cruz y desde la Cruz del Sufrimiento ha asociado también todos
nuestros sufrimientos para que también nosotros le hagamos partícipes de los
nuestros.

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