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Proyec torial: Federico Polowo Coordinacin general de la obra: Juan Susiano a: Graciela Garefa Romero Disefio de coleceisn: Isabel Rod NUEVA HISTORIA ARGENTINA TOMO 9 VIOLENCIA, PROSCRIPCION Y AUTORITARISMO (1955-1976) Director de tomo: Daniel James EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES, peti aninflcionariaen la Argenin, 1967-1970, Buenos Ares, ‘Amorrorty, 1972, Senin eles econdica argentina, Materiales para et desorote del tema segin el método de as casos; Buenos Aires, Maceh, 1980, Ret Mileindes,Indusralizacién y clases sociales en la Argentina, Buenoy Aires, Hyspamésiea, 1986. Fodes Ejecutivo Nacional, Plan Trenal para la Reconstruct la Libera. idn Nacional, Buenos Aires, 1973, Fader Ejeutivo Nacional, Ministerio de Econom, Politica para ef cambio gatructural en el sector public. Mensaje de las proyectos de lesesde rncg ‘puesto, Buenos Aires, 1989, fraeepats Mario, y col. 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Historia econdmica compas ‘ada. Buenos Aires, Prendergast, 1999. BCAA at agricultura pampeana Transformaciones productivasy sociales, Buenos Aires, FCEAICAICISEA, 1988 — 16 — Il Sindicatos, burdcratas y aovilizacién or DANIEL JAMES, “NLVENCEDORES, NI VENCIDOS.” EL PRIMER INTENTO DE. CONSTRUIR UN ORDENAMIENTO POSTERIOR A PERON ENTRE LOS SINDICATOS Y EL ESTADO En su discurso de asun. cién, pronunciado el 23 de septiembre de 1955 tras la jura como nuevo presiden- te provisional, el general Eduardo Lonardi anuncié que en la Argentina pospe- “ni ven i vencidos”. Su n era, sobre todo, tranguilizar a la masa de tra” bajadores peronistas pre- ‘ocupados por el destino de las conquistas sociales y econémicas alcanzadas con Perén y de las organizacio- nes sindicales que las garan- tizaban. La l6gica subya- cente a la politica de Lonar- di_con respecto al movi- miento sindical peronista era clara, Bl presidente y sus partidarios dentro del gobierno provisional esta- ban dispuestos a admitir que los peronistas siguieran controlando los sindica- tos. Su tinica salvedad era que debia tratarse de un peronismo purificado de los vicios que lo habfan corrompido y conducido a la derrota, El ala nacionalista de 1a oposicién a Perén coincidia con mucho de lo que se habia logrado. Para ellos, el peronismo re- presentaba un baluarte contra el comunismo, La cuestién tenia que ver, en esencia, con los limites y los excesos. Si los gre- ios reconocfan la necesidad de mantenerse dentro de su pro- pia esfera y la demagogia corrupta de los elementos mas estre. chamente asociados a Perén podia eliminarse, los sindicatos conducidos por los peronistas tendrian un papel crucial en la Argentina posperonista como érganos de control social y cana- les de expresi6n de la clase obrera. Luis Cerruti Costa, el mi- nistro de Trabajo, adopt6 en consecuencia una politica de ave nencia con la conduccién gremial peronista. La CGT qued6 en. manos de ésta, lo mismo que, en un inicio, muchos de los gran des sindicatos. El intento de Lonardi de Hevar a la prictica esta politica fra- casarfa a mediados de noviembre, y el primer mandatario seria reemplazado por su vicepresidente, el general Pedro Eugenio Arambutu, Ifder del campo militar antiperonista de linea dura, Varias razones explicaban ese fracaso. La posicién de Lonardi cra minoritaria entre los militares y las fuerzas eivieas que ha- bian levado a cabo la Revolucién Libertadora. El grupo domi- nante dentro del campo antiperonista consideraba el peronis- mo como una calamidad que era preciso exorcizar de todos los sectores de la sociedad argentina, Les preocupaba en especial a autoridad peronista sobre Ia clase obrera. En armonia con esta linea de pensamiento, grupos armados de antiperonistas se habjan apoderado de muchos sindicatos en las semanas si- guientes al golpe. Estos grupos eran conocidos como “coman- dos civiles” y estaban compuestos principalmente por activis- tas socialistas y radicales que habjan desempefiado un destaca- do papel en la rebelién contra Perén. Se vefan a sf mismos como una mitticircivil que actuarfa como un bastién contra la amenaza de un resurgimiento peronista. De tal modo, mientras Lonardi y su ministro de Trabajo pro- curaban concertar con la conduccién gremial peronista un compromiso que posibilitara una continuidad modificada de la situacién laboral previa a septiembre, los antiperonistas inten- sificaban sus ataques a los locales sindicales e instaban a sus partidarios dentro de! gobierno provisional a efectuar una — 120 El general Lonardi con sinicalistas. En el extrema derecho, Augusto andor completa purga de la influencia justicialista en los gremios. Como resultado de esa situacién, ia conduecién peronista de la CGT, encabezada por Andrés Framini y Luis Natalini, comen- 26 a dudar cada vez. més, si no de las intenciones, sf al menos de la capacidad de Lonardi y sus seguidores nacionalistas de cumplir sus promesas. Lo ciert6 era que el sector nacionalista del gobierno provisional no tenfa la autoridad suficiente den- tro de la policfa o las Fuerzas Armadas para impedir los ata~ {ques antiperonistas y Ia toma de locales u oponerse al arresto de una creciente cantidad de funcionarios sindicales peronistas de nivel medio, En este contexto de tensi6n y recelos en aumento, surgi6 otro actor como figura crucial en la resolucién del interregno de Lonardi. Las bases gremiales peronistas, en un principio aturdidas por el golpe contra Pern, habfan demostrado en los dos meses siguientes una creciente disposiciOn a resistir y pre- servar “algo que por instinto sentfan estar perdiendo”. Gran parte de eva reststencia gaye aun Ta indical — 121 — peronista. E117 de octubre y una vez més a comienzos de no- por una comisién especial creada para investigar los delitos e Vinston wo focjotn ua toate tr prem tance, inregularidades cometidos por los funcionatios justicialistas como protesta por ja situasiie-racianalen generat y los ata- ‘De manera similar, quedaron proscriptas todas las actividades —dues_antiperonistas contra los sindicatos en-particular: A°su politicas peronistas, Turno, esto alarmé y fortalecié-a los elementos mas dysas de "AT mismo Tiempo, esta ofensiva antiperonista se extendié a las Fuerzas Armadas y sus aliados civiles e hizo adn wis di a base fabril. Inmediatamente después de la intervencvon Ue Ta -ciL_para Lonardi dar el tipo de concesiones que podrfan haber ‘CGT en noviembre de 1955, el Ministerio de Trabajo del nue- tranquilizado a las bases peronistas vo régimenadgclaré disueltas todas las comisiones internas de La CGT convocé a un paro general para el 14 de noviembre, delegados, A principios de T956, por To Tanta, Ta siuacton con el fin de protestar contra la asuncién del nuevo régimen. dical habia cambiado radicalmente. La CGT estaba bajo el Pese a un considerable apoyo entre las bases, las nuevas auto- control de un interventor militar, el capitén Patrén Laplacette, “ridades reprimieron eficazmente la medida y el 16 de noviem- que seria asistido por un consejo asesor de figuras antiperonis bre el gobiemo intervinodeEGT y todos sus sindicatos miem- tas de la época anterior a 1945. Ademas de la detencién de bros y detuvo a muchos dirigentes, muchos miles de funcionarios justicialistas de alto y mediano FI interregno de Lonardi, en consecuencia, puso de relieve rango y de la proseripcién de varios millares de ex activistas, la existence Teun Spe “qpducci6n sindical peronista que estaba se habian designado interventores militares y antiperonistas en profundaments_confundide y sacudida por acontecimientos todos los sindicatos. El suefio del gobierno militar y sus aseso- que le costaba entender y le era imposible controlar. Al mismo res civiles era que, luego de una etapa de necesaria purga, el una firme vgluntad de defender sus sindicatos. Esta voluntad miales verdaderamente “democraticos”. Decree oe netnncnter nesteretcr Se re eee eee OBRERA Y LA SUPERVIVENCIA DEL PERONISMO raen el proceso de produccién. El decreto 2.739 autorizaba a Ja patronal a eliminar lo que definga como “ahsticulos ala pro- EI nuevo gobierno provisional del general Pedro Eugenio dutividad™ Junto con el atague las comisiones EMME Aramtura y el vicealmirante Tease Rojas se dispuso a abordar cuestion de esos “obstéculos” se convertirfa en una piedra de “Te nmediato lo que para ellos era un problema nacional deci toque crucial en la mente de los trabajadores, a través de la sivo: la persistente influencia peronista en todos los niveles de cual éstos podrian apreciar las consecuencias coneretas del Ia sociedad argentina, Segin su criteio, el peronismo era una cambio de autoridad politica nacional para su vida laboral. aberraci6n que era preciso baxrazde la canciencia nacional, En Para la patronal y el gobierno la cuestién era fundamental Inesfera de la clase obrera y sus instituciones, esto significaba La industria argentina se caracterizaba por una situacién de varias cosas. En el nivel més concreto, las autoridades intenta~ hecho que daba a las Soo ee ae ron proscribir a toda una generacin de is decontrol del proceso productive. Este la po- peronistas EDCCCTE “Ie Ia actividad sindical a sicién singular del movimiento sindical dentFo-deT peromsTh todos aquellos que MMDIMTTENtty CATEOS representativos entre ¥ bs ‘aTos Convenios colectivos firmados en- 1055) SoRO Sete Tostcant comet ermrindmetios ire 1946 y 1948. Este poder de la base fabril, impedia eficaz~ — 122 — — 13 — mente la implementacisn de ucvos oropastientertsborales racionalizados que podian incrementar la productividad del “TabS-ETHTEMo del nuevo gobierno y de los empleadores de transformar esta situacidn chocé con una resistencia generali- zada.de los tabajador ui (ua tabrilespecttice duane aera peronista. Esa culaura tran in social y politica de los trabajadores re Re ‘dia demandar legitimamente a su 1, Para los trabajado- “Fercherpritony-digpef TOTES Aue los empleadoresy el Es tado ahora consideraban tan objetables eran una salvaguardia crucial de la calidad de vida en las fébricas. Como tales, eran gemblematicas de-un aspecto decisivo del significado de la ex Ssrencis peronita pare Cae OMeT Te letra end Tete Serer ett cee saya las treociones da vagad ‘de la ret6rica justicialista "Para defenderse a si mismos del ataque contra los sindicatos y las condiciones fabriles os tabaiadores iniciaron el proceso ‘de reorganizaci6n esponténea y localizada que la.cultura polt- tier poonist Tepariaed POMBcer como “lareislencia. wre- ‘cuentemente cimentada en comités de base-extraoficiales y ‘con una diversidad de formas de accionar que iban desde el sabotaje hasta las huelgas salvajes y el trabajo a desgano en distintos sectores, esta lucha confirmé la dominacién peronis- lade In clase obrera, ierno convocé a elecciones RS a ayorTa de Tos cisos fueron elegidos delegados peror SS SSS MMT aS victlacion en To que se refiere a la lealtad al peronismo. Ni socialistas ni comunistas pudieron desafiar eficazmente esa fidelidad. El gobierno de Aramburu y Rojas, con sus ataques a las comisiones internas, su generalizado revanchismo en la base fabril y la ofensiva contra las condiciones laborales, expresaba con mucha clari- dad para los trabajadores lo que estaba en peligro de perderse y el contraste con Ia época de Perén. De ese modo, reforzaba la identificacién de Perén y el peronismo con las experiencias obreras concretas, 56 v 195 mer chas defensivas de 1956 y 1957 pusicron eno plano una nueva camada de dirigentes gremiales més jovenes — m4 — aque llenaron el vacio generado por la proscripeisn de la gene- racion anterior @ 1955. Esta nueva generacién tenia estrechos lazos con las bases y disfrutaba del prestigio que se despren: de la dureza y las penurias del activismo sindical en esos afios, ‘Dos serfan los, lesafios que estos dirigentes en- frentarian en 1957 y 1958. El primero era negociasoficazmen- mn 1a patronal y las autoridades nacionales, para lograr ex- Fntity ComOTR-TOPESpATOSTHTTctonales que se les con- cedian a regafiadientes, Hacia fines de 1956 varios sindicatos volvian a estar a cargo de gremialistas peronistas luego de ce- lebrar elecciones; otros se les sumarian en 1957, cuando el ré- gimen termin6 por reconocer Ia incvitabilidad de una constan- tey fuerte presencia peronista. Algunos de los gremios norma- lizados, tanto peronistas como no peronistas, formaron la Co- misién Intersindical a principios de 1957. Este organismo con- vyocarfa a varias importantes huelgas en el transcurso de ese mismo afio. Més adelante, siempre en 1952_¢Lintersentor mis Jitar de la CGT Iamé a un congreso normalizador. Los’socia~ Vistas 7 otros antiperonistas controlaban sindicavos como los “Instrucciones Generales Para los Dirigentes” del Comando Superior Peronista “Plan de Aceién "La idea operativa es ta siguiente: "1 Resistencia cl ports fuerza easy sndclesorgania- Mientras se realiza la resistencia, debe activarse la organiza ‘in y perfeccionar lo existente en forma que (..) la resistencia se extienda a todo el pats Cuando el desgaste sea suficiente y a organizacién adecuada se aralizard el pats, tentando una decisién final. Para el caso de que aun paralizado ef pais, fa canalla resistiera (..) deben irse preparando los medios para descargar la guerra de guerrillas en todas partes. Para esa acasién debe contarse con las fuerzas del Ejéreito, Gendarmeria, Polietaetc, que se ‘encentren en acuerdo con nosotros (..)" Fuente: Perén-Cooke, Correspondencio, vo. 2 de empleados de comercio, bancarios, personal civil de la na- cién y empleados municipates. Cuando estos gremios se vie ron en minorfa, abandonaron el congreso y constituyeron los 32 Gremios Democréticos. Los restantes sindicalos, peranisias en su abrumadora mayorfa, formaron entonces las 62 Organi- zaciones. La, A i crecicnic divisién de la caciadadanontterertre PSM Mpernies, qu el ésimen militar haba epe rado converdir en cosa def pasado, encontraba de ese modo.cs- resién institucional dentro del movimiento sindicsl. Las 62 “Diganteatanes epresetaron pas Tor eat crenins la, cs legal des- deel derrocamicnto de Peri, y la utilizarian para_coord accionar y presionar al gobierno Tanto ene campo sindical Son sca nlc ema Precisamente el segundo gran desafio que enfrentaba la Fl Adsmina “sssistancia", que fue un punto crucial de refe- rencia en la cultura politica peronista, significaba algo mas que la mera alusién a la defensa de las condiciones y la organi- zacién dentro de las fabricas. Enel folclore del movimiento, la fesistencia fabril estaba eatrechumente asociada a la resiston, ‘ia en otros terrenos. En la conciencia popular peronista lu re- simensireroeuhauuu-conjunto diverso de respuestas que iban desde ta protesta individual, através del sabotaje personal y actividades clandestinas més organizadas, hasta el intento de evant aTOTENTOS TTT Tfima de esta gama de ace ciones se sintetizaba en la consigna “Perén vuelve” Muchos activistas peronistas concebfan la resistencia desde un punto” de vista insurreccional, ET exponente mis consumadO-TeTsta perspectiva era el delegado personal de Perén en esos momen. tos, Joha William Cooke (véase el capitulo VII). Para muchos militantes, el dilema radicaba en el hecho de que el éxito mismo de la resistencia en los sindicatos estaba iento, ELgobierno se retiraba y abria posibilidades de activi ad legal dentro de Tas estructuras en ‘eT movimento eran muchos Tos que rechizttan esa opcién téc- tica, porque dejaba a um lado el derrocamiento del régimen y el retorno de Persn, rt 1 ELpunto focal de esta tensién se cents on elecciones presidenciales convocadas para febrero de 1958. — 126 — ‘Arturo Frondizi habia cortejado abiertamente al peronismo para obtener su voto. Para los drigentessindicales peronstas, peyar su candidatura era una opcién con muchos atractives Frondizi habfa prometido la reconsttuién de la CGT. habla impulsado la convocatoria de elecciones en todos los sindica- {0s ain no normalizados y era partidario de Ia vuelta a un fuer fe sistema de negociaciones colectivas besado en sindicatos pacionalescentralizados, de acuerdo con la estructura existen, te durante el régimen de Peron, El contaste con el gobiemo militar parecfa evidente. Este ditimo habia emitido el decreto 8.270, que garantizaba larepresentacion de las minorfas en la conducciGn sindical y el reconocimiento de varios sindicatos ton iguales derechos de negoctacign en una misma rama ins dustrial, y habfa prohibido toda actividad gremial que se defi- hiera como poltica En este contexto, el Namado de muchos sectores de la resis. cia a abstenerse 0 volar en Blanco tenia poco que ofrecer “Rac ee oe Ree buirfa aconslida as posiciones que habfanarrancado a rep FRPMTMOTET A votaran por el candidato de la Union Civica Radical Intransigente en las elecciones de febrero de 1958, LOS ANOS DE FRONDIZI: LA LOGICA EMERGENTE DEL PRAGMATISMO INSTITUCIONAL El gobierno de Arturo Frondizi disfrut6 de una tregua inesta- ble-con las sndicals durante si FHIISIOS SOTO poder. Las bases peronists, en particular aban salido del reg men inilitar con una canfianza muy cabustecida en sus propias fuerzas, funda en su compe slevar la represion milter y rete oe IocoaTana STIRS ae ann cia, Alentados por la nueva situacién institucional representada por un presidente que debja ese cargo a sus votos, Ios trabajado- res peronistas lanzaron una cantidad ereciente de hueleas. Sélo en la Capital Fédéral, en 1958, se perdieron mas de seis millones de horas de trabajo a causa de esas medidas de fuerza. — 17 — Al mismo tiempo, Frondizicumplié una de sus principales comesas de campati y sancion® EY TASS TEROTIo- ae Feonslon que oe muchos aspects se Dasaba sve CE dea TSO, Esta ley permitia el reconocimiento de-una sola entidad negociadora en cualquier rama industrial SSS porrermfado el intento del régimen de ‘Aramburu de implementar una negociacién con varios sindica- {os por rama. La nueva ley tambiénaboliala represcmacisn de las minorias en la conduccién sindical, otra caracteristica de la ‘polftiea gremlal del gobiemo mintar- SeTestablecia el tradicio: nal sistema peronista por el cual la lista ganadora tomaba el control de todo el sindicato. También se autorizaba a los pleadores a retener Ia cuota ug itabaiadores sMMTeatos. Las elecciones realizadas en muchos SIMAICaTOT TE ACTERTO TON las disposiciones de la nue va ley dieron por resultado el triunfo de las listas peronistas en todos los gremios industriales de importancia, Para terminar, Frondizi prometia el restablecimiento de la CGT una vez que se completara ese proceso electoral “3 laboral gue parecfan brindar esos primeros meses se-disips rapidamente, En enero de 1959 Egondizi, Iuego de negociaciones con el FMI para ob- tener ae Ea le emergencia,anuncié un plan de estabili- zacin que reducfa de manera dréstica las protecciones arance- Tarins, devaluaba el peso, aumentaba la mayoria de los precios aia poets cn viraaTcongetarento Tara Pa {eae sero anor pt epee OT ETP go Nacional Lisandro de la Torre, La fespwesta deT movimiento Sbrero aestas medidas baa conducrlo a una serie de gncari zadas acciones defensivas en el transcurso de 1959 y 1960. La Drimera de ellas fue Ta eeupacida del mencionado frigarifico. por su personal para protestar contra el decreto de privatiza- cién, De hecho, en 1959 se perderia una cantidad sin preceden- tes de dias de trabajo a causa de las huelgas, emprendidas por os trabajadores para defenderse del impacto del plan econé- ico de Frondizi. A corto plazo, las medidas gubernamentales envenenaron las relaciones laborales. Tanto los si Os pe~ ronistas como los no peronistas se encontraban en una situa- cién desventajosa al enfrentarse con un gobierno respaldado por las Fuerzas Armadas y dispuesto a usar el poder del Estado — 18 — John William Cooke evaliéa para Perén la actuacién de los dirigentes sindicales ante la huelga general decretada en solidaridad con los trabajadores del Frigorifico Lisandro de la Torre (uu) pero mantienen su gravitacién los dirigentes importantes: Manor, Olmos, Framini...et equilibrio de fuerzas y la gravitacién de los dirigentes de primera categorta no parecen haberse alterado des- _ és de los episodios recientes. Vandor, detenido el dia demingo de la JIuelga, aparece encabecando el sector més duro y tiene, ademés de sus Iméritos personales, la fuerza de contar con la solidaridad de su gremio, ratficada en una asamblea general realizada (..)" Fuente: Carta de Cooke a Perén, 5 de febrero 1959, Pertin-Cooke, Correspondenci, Vo. 2. para sostener su potftica econémica. Muchos gremios volvie- i ooitesasioa lucnis 1959. La lucha mbida era des gual porque, con la aguda receS1Oh provocada por el plan de estabilizacién, Ia posicién negociadora de los sindicatos habia quedado muy debilitada. BI resultado fue una serie de derrotas, que desmovilizaron y pusieron a Ia defensiva al movimiento obrero. En 1960 y 1961 la cantidad de huelgas decliné drasti- ccamente. Los sindicatonporonisterexperimentaron estos aconteci- mientas.comauna traiciéa. A corto plazo los sucesos sefiala~ ron, sin duda, el cualquier posibilidad inmediata de im- lementar itabsado en una Alla nacional policlasista com inclusia- de una faerie pre ‘sencia sindicgl. Para muchos peronistas, la “traicién” de Fron- dizi era una prucba de que su renuencia con respecto a la deci- sin original de apoyarlo estaba bien fundada. Frondizi pasaria Ja mayor parte del tiempo que le quedaba en el gobierno tratan- do de convencer a los dirigentes gremiales peronistas de su buena fe y su compromiso permanente con las ideas de des: rrollo “nacional y popular”. Es importante subrayar la complejidad de la situacién que enfrentaba la miayoria de los sindicalistas —tanto peronistas — ng — ‘como no peronistas— en esos tiempos. Para los peronistas, en particular, e|_atractivo del proyecto de Frondizi habia tenido dos caras. Existia, por cierto, un aspecto pragmético. La le TFASTeTA esencial para el restablecimiento de un mov} SEED SEU znd Mi aad. Habla adanuis muchas otras ventajas institucionales y pricticas que hacfan al gobier- no constitucional de Frondizi preferible-slesaimen-nmilitar pre- cedente. De tal modo, los dirigentes gremiales se vefan en la necesidad de_considerar seriamente el efect sobre la supervivencir det gabicrno Tondicnt,¥estaban may al tanto de las presiones militares antiperonistas sobre el presi- dente. ‘Dcigualimpanancia, sin embargo, era lo que podriamos Hamar una afinidad ideolégica subyacente entre concepciones clave del desarrollismo ciertos dogmas fmmgamentares eT ideologia justicialista formal. La retorica desarrollista e indus- trialista de Frondizi abrevaba en una tradicién de larga data del nacionalismo econémico argentino que inclufa al peronismo. Sata aie esol ouesidente-a widen dela importa — Gia de Tos capiales extranjero: e con Standard Oil y el acuerdo con Kaiser Industries). El desarrollismo también compartia con el peronismo ciertas cconcepciones bisicas sobre Tos BeneTICTO® the kemmremrsaeTal y Ta humanizacion de Tas relaciones entre capital y trabajo. Mis especificamente, Frondizi sus socios hacfan mucho hin- capié en la necesidad de que los trabajadores, a través de fuer- tes sindicatos independientes, cooperaran con otros “factores de poder” como la Iglesia y la patronal, La afinidad entre elementos contales detrttesofirttesasia- Slav concepeiones que podian encontrarse en Ia ideologia justicialista fue un factor crucial que apuntalé Tas acciones sin- icales durante el gobremo We Frondizry sus sucesores, EThe- “Gis tana de qos Tos chaos comaliaracin como soe “traicién” las politicas del presidente en 1959 indica una per- sistente creencia en la eficacia de las ideas traicionadas. La biisqueda de una u otra versién de este proyecto de desarrollo ‘ba a ser un fundamento estable de la actividad politica y social de los sindicatos peronistas a lo largo de la década siguiente. Frondizi y sus partidatios argumentarfan que el plan de esta — B0 — ara romper as, . Consideraciones cada VEZ TMT Fragmsti- Gas llevarian a los dirigentes gremiales a dar al presidente el beneficio de la duda en esta cuestion. Una importante mi r0 del peronismo y Ia clase obrera se resistirfa a esta Igica pricties. Apoyados en la experiencia y Tos valores de la resistencia, denunciaron el ‘compromiso con Frondizi. Esta posicién se sostenfa de una in- tertaci6y itl y selecting SA MENTS a eronistas que no se remontaba al Perén de los contratos con la SEIT OL sino ate a prvaiznctorde Tos fomocariion de propiedad briténica. Para esta minoria militante, ademés, a presencia del mismo Perdn tenia una significacién crucial ‘como garantia de que el Estado no serfa utilizado en perjuicio de los trabajadores y In nacién, Esta oposicién a Frondizi ws labors una critica fundamental de la estratesia desassallista, Mbt Eien perdurd comoun echire somal Ge-re impacto y ioe mociador + eT y-mrtmsTeNeR-e-R-TMPE anc defor tetios sociales y morales para establecer las politicas esta- tales. A menudo esta oposicién sindical recibia el nombre de “Ii- nea dura”. Si bien sentian que la I6gica del desarrollismo Tos ponia cada vez més a la defensiva, los “duros” conservaron luna qayorfa formal dentro de las 62 Organizaciongs durante los afios de Frondizi, Sostenidos por Ta aspereza misma de las luchas de 1959 y 1960 y con frecuencia representantes de sin- dicatos particularmente afectados por la aguda recesién de 1960 y 1961, denunciaban con pasién a Frondizi..La linea dura crefa que la participacién en la negociacién, el compromiso y _lWeTensa de To que se vel uesta por el sistema implicarfa inevitablemente la postergacién para algtin vago fu- tro de las aspicacioues Tundamentaterque aban sid la base de la lucha obrera desde 1955, sobre todo la_yyelta de Peron. “En rigor de- verdad, Ta porttica de Frondizi, expuesta sin tapu- nie en divorciara Perén del mov ie toy eireapecal dest fama remial En definitive TPO ‘Ue proponian los duros para contrarrestar esta amenaza era tuna insistencia en las virtudes subjetivas de la dureza, la in- (ransigencia y la lealtad y en la fidelidad a quienes habjan lu- — 131 —_ chado y suftido y sobre todo a Perén. La linea dura era, en tit ‘ma instancia, mas un estado de snimo que una posicién polit ca articulada, y esto dio a un nticleo militante del sindicalismo peronista la capacidad de sobrevivir a la desilusién de los afios siguientes. se. El perio- do posterior a 1959 se caracterize por el crecimiento de cierta resignacién y desmovilizacién que ibaa sere] telGn de Tondo —dloun proceso de busocratizacidn dé los sindicatos, Esto impli caba un cambio en la relacién entre los dirigentes y las bases y cen las ack Tos lideres sindicales. Vatios facia — °s explican este proceso. Muchos activislas cstaban desocy- eee otros simplemente habjan abandonado a actividad gremial. Quienes persistfan compro- baban a menudo que sus sindicatos eran lugares crecientemen- le hostiles_Lademoccacia interna de facto que habja caracteri zado en general la lucha sindical luego de 1955 gomenzaba a cambiar de manera dramética, Bl fraude electoral era cada vez — Delegacién argentina ala reunn de la OFF: Desde la icquienta, Augusto andor (con bolso de mano blanco), Francisco Pérez Letrds, Guillermo ‘Aeuiia Ancovena, ministro de Trabajo, Riezo Ribas, Juan Carlos Loholaberry, José Alonso, Luis Angeleriy Maximo Castillo, 5-6-1961. — 132 — nds frecuente. Ahora, las conduc’ 8 tapbign ejercian un control mucho mas treo sobre los dit ponies TabrTGs Tocales- Ete tite Come ESOT ICOM fo porla purga deactivates de base Lugs convenias Gumadas 60 y_ 1961 formalizaron esa creciente autoridad de la or- ganizacign indica en ct VST WC te pe nico antes de dichos convenios aceptaban muchas de las res. tricciones a la actividad de las comisiones internas en la base fabil que la patronal habia procurado implementar durante el fpbierno de Aramburu En parte, aba en cierto grado de corrup- ~cigunersonal. En este perfod s —de-casiquecimiento 0 simplemente de una vida més e6moda. En una carta a Perén, John William Cooke comentaba que “de ahora en adelante habré més represién, mas cércel, més cachiporrazos. Pero también habré mas dinero y facilidades para quienes quieran llegar a algdn arreglo con el gobierno, En todos los ambitos ef objetivo serd debilitar al peronismo por medio de una integracién prictica”. Pero el efecto de la co- rrupcién personal en su sentido ms literal no debe exagerarse. La mayoria de los dirigentes ahora tentados por esa “integra- cin préctica” habfa surgido muy poco tiempo atrés de las lu- chas fabriles contra el régimen militar. No estaban separados de los activistas por aiios de disfrute de privilegios burocrat cos. Augusto Vandor, el lider de los metaltirgicos, habia dejado la planta de Philips apenas cinco aos antes. A decir verdad, activistas y dirigentes compartian una experiencia comiin en la resistencia a los militares y a Frondizi. Los activistas recono- fan en tos lideres a hombres como ellos, con los mismos ante- cedentes, aspiraciones y debilidades. Ademés, muchos activis {as locales formaban parte ahora de las jerarquias sindicales. La l6gica de cierta avenencia era dificil de resistir. Los mili tantes peronistas se enfrentaban a la realidad de que a media- dos de 1960 1a opcisn insurreccional era una Tusion TI Plan CONINTES isauiado a prinipos de 7 J igi ‘Al mismo tiempo, Frondizi ofrecié oportunidades institu- cionales més concretas a los sindicatos. Ademés de los contra- tos de negociaciones colectivas firmados en 1960 y 1961, que — 133 — condujeron a la primera renegociacién general de los conve- nios desde prineipios de la década del 50, el presidente tam- ign tomé algunas medidas para cumplir su antigua promesa de devolver la CGT: En 1961, las 62 Organizaciones aceptaron compartir el poder con los no peronistas en una comisién de veinte miembros encargada de convocar un congreso reorgani- zador. wesentaba sus propios desa- Thos ator s diicatos peronistas empezaba a mostrar numerosas facelas- POL “Gr Tnfor ta evidente que los gremiostenfan que representa as wes institucionales de sus organizaciones y Tos in- exeses econdmicos de sus afiliados, Esto implicaba egoclar ‘con Ia patronal, el Estad cat yeronists. mA] ; 7 nana su cargo la Reggciacin de las demandas del movimiep {o.con otros nctores det sistema poniCo TATTTCTONI-T pro “GHgSte LTE Tatlin so haota wing refeeat Tatendencla. Por titimo, los Seige sindcales doa ae. Sect EnEATA perunisino con oon sectores del movinien te. Luego de 1960, esto sigificabaesencialmente dos cosas Poruna parte, rata on el eojunto de patidos neoperonaas que habjan surgido con la intencién de i to asociado al voto peronisa, Tambien signfieaa ala con Jas diversas figuras politicas » orsanismas oficiales designa- 10s por Persp caditsromenmementerpaecibablar cn si wan | Tey representar las necesidades polticas del movimiento, | TLa primera prueba real de Ta capacidad de los dirigentes sin- dicales para desempefiar eficazmente esos méitiples roles se produjo en las elecciones de mitad del mandato presidencial, n mageo.de 1962, Dertredetreriremetsimtis al prevaleca la idea de que el peronismo debia intentar presentar sus pro- bios candidatos on vez de seguir Teourionde + CTE TT voto en Blanco de elecciones anteriores. Cualquier campafa justicialista dependeria indudablemente de la capacidad de los sindicatos de movilizara su electorado peronista. La pregunta crucial era quign sera el principal beneficiario de las recom- peru. Las fgusar St TETAS POTTS SSpSTUDEN CSF- Vencer a los sindicatos y a Perén de Ia necesidad de dar los — 134 — yotos a los partidos neope- ronistas. Los propios sindi- gatos estaban decididos a imponer una mayoria de candidatos de su sector ‘Adin mas importante, el li- der de los trabajadores tex- tiles, Andrés Framini, iba a ser canilidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. propio Pern era, a lo oe caaene coe ae ecto TES POTSPeCTINT. osm apoyada en Tos sindica- {os gonirmaria a &tos co- mo_un sector con py Tiegociacion dentro de la po- Andrés Framini se dirige a plenario de la CGT de La Plata para leer el mensaje que se ‘ropanta drial purblo de la provincia de ‘Buenos Aires en cardcter de gobernador su lado, Augusto andor yards Vicente Solano Lima, marzo de 1962. —ia fasta crerio punto inde-~ ous comical Para terminar, los sindi- catos debian ser conscien- tes de las posibles consecuencias negativas de su intervencién directa en esa campatia. El propio Erondizi apostaba sin duda a limitar et éxito de cualquier participacién peronista. Bsto deja- rfa a los sindicatos, en particular, con pocas alternativas salvo seguir adapténdose a los movimientos del presidente, Este ad-_ seta gs pots gases qe tnt vr ca eins renera su parelpeicn eesoalprovoosba ina Spapeona mii Se tataba do un ogo compe, yero-cn selva og ie ses sindicales de las 62 Organizaciones consideraron las elec ‘clones como una oportunidad Onn m ‘gremialismo tanto dentro del peronisme como en el sisiase politico argentino. Aun si Tos resultados de los comicios indu- — 135 — ‘fan a los militares a intervenir, los sindicatos se habrian esta- blecido como una fuerza con la cual estaria obligado a nego. ciar cualquier nuevo régimen. También otros célculos entraban ‘en sus consideraciones, és indudable que la linea dura juzgaba la participacién en las elecciones como una forma potencial de Profundo deseo de votar candidatos justicialistas como un modo de protestar contra el gobierno frondizista. El resultado de los comicios fue una resonaple victoria pexanisti; sus can- didatos ganaron ocho de las catorce gobernaciones en juego, incluida la de la provincia de Buenos Aires. Exandizianskénde— inmediato las elecciones ¢ intervino esas provincias, pero esto ‘no Tue suficrente para salvar su presidencia, ET 27 de marzo, con apoyo militar, juré como primer mandatario el presidente provisional del Senado, José Maria Guido, que a continuacién formé un gabinete decididamente antiperonista. Las elecciones de marzo demostraron con claridad el nuevo estatus del sindicalismo peronista. Dentro det movimiento jus- ticialista habfan logrado imponer sus candidatos a otros secto- res. En términos més generales, la expresién politica de la cla- se obrera peronista estaria ahora muy atada al movimiento sin: dical. BLiider gue sursi6 de a campaiaclecioral como figua dominante dentro del sindicalismo peronista —y por extension Teniro TET peronismo en su conjunto— fue Augusto Vandor. Como jefe de la UniGn Obrera Metalirgica (JOM), el sindica- (o industrial més poderoso del pats, habfa sido en gran medida responsable de la organizacién de esa campaiia. La victoria en las elecciones habfa sido posible gracias a la infraestructura y Jos recursos econémicos provistos por la UOM y otros sindica- tos peronistas. En la prensa y en el movimiento sindical, tanto amigos como enemigos comenzaban a utilizar con creciente frecuencia el término “vandorismo”. LOS ANOS VANDORISTAS: APOGEO DE LA BUROCRACIA SINDICAL Augusto Vandor leg a simbali £0 de integracién del aparato sindical al sisiema politico institueT fo Feu eral do baroscaagedie 7 tno coos de métodos — 136 — a acts . sindicgtos. El {érmino “vandorismo” se convirti6 en sinénimo de negocia- jn, pragmatismo y aceptacién de la Realpolitik que gobern6 [asoctstnty Tpolitcaargentinas lego de 1955, Pare los co- mentaristas politicos y el pablico en general, Vandor pessaéki- Ja wansfon Y sus sindicatos, que pasa- ban gstura de franco antagonismo con respecto al stat quo posterior a 19SS-a una wweptaciGn de Ja necesi- yy encontrar un espacio dentro de sus limites. Politicamente, el vandorismo implicaba el uso del po- dor y la representatividad que los,sindicatos debfat WSU FOS ‘cién de fuerza dominante dentro del peronTeino —como tinico sector plenamente legal dentro del movimiento— a fin de ne- En términos mediaticos, Ia imagen de poder ¢ influencia dentro del sistema se simbolizaba en las Seecuentes Convers: wviones onlre disigenies gubssnamenialeosy sindicales sobre ftoacin ere reforcada por la reproducciGn canstate de ie abundantes consuftas ent Vandory sts computers del onduccignsindical y politicos drigenes empresa, cerdotes y jefes militares, La imagen de un Vandor en mangas fb caminay sin corbts quo, em su carte Je dhigente tines cal, entraba a la Casa Rosada o al Ministerio de Defensa baa converse en el elemento dominante del imaginarta yoee dela Argentina de esa epoca, Coninvamentereiterada por le meds, esta representacion contbuyé a fortalecer a percep. Gion de los sipdictosperonistas come una parte funded del sistema socal y poi. A su tomo, ls diigentsgremia Ies se apreturarta& hacer tuys ese imagen ba ras maneras de detinir el vandorismo, menos new AE {amber ere sb}tode Te eneTom Ensue caso la imagen peo. yecida recordaba el modelo dg gangneriamg sindieal none. Americano asoiado a pewsonajestot ma Hat Tan suscitaba la_evocacidn del siniastza eauspisadar que intrigaba con potencies golpistas en os pailion del poe’ Pasa lagad_— tetiarios de Vandor cn cl movimiento sindical los duros a ‘quienes habfa marginado de las 62 OrganizacionSS—F para Aquelos que, dentfo del movimiento en au conjunto, adn soe — 137 — dian a personas como John William Cooke en busca de orien- tacién estratégica, el Ifder metalirgico Ueg6 a personificar 1a _itseGna ssf de a esse y in eencia dum pero % obreto radical. Esta concepei6n sobreviviria al apogeo del poder del lider metalirgico y encontrarfa expresién en una nueva generacién de activistas peronistas mas jévenes que in- gresarfan en grandes oleadas al movimiento a fines de la déca- da de 1960. También tendrfa vigencia en las formaciones gue- rrilleras responsables de su asesinato el 30 de junio de 1969, La versién mas atrapante de esta visién del vandorismo fue Is exresi por el eseior Roa Was. Este investige un tiroteo producido en 1966 en Trprzzeria La Real, en Avellane— gentes de la UOM, incluido el propio Vandor, El violento en- Frentamientocausé la muerte de dos de Ton activists y de uno de los protegidos de Vandor, el joven I{der metalirgico Roseuda Cassia, Wolsh utizé a invesigaién de este inci dente par lana una denuneie ns genet sae aus Leads al camo actsbs on Te TOM bi aletado fvida-de militantes como Domingo Blajaguis, Raimundo Villar, su hermano Rolando y su compatero Juan Granat, todos ellos vietimas —sostendrfa Walsh de las maguinacio, nes de Vandor esa fatiica noche en la pizzeria, An isd Inicamente, Walsh afirmarta que arta, protegido del jefe dela UOM, no habia muerto por las balas de los activists sino fom pare deta compl. daiberado del Ider sadioal psn climicar aun potencal rival més Joven dent del grupo de onduccién. Su vsion de Vandor y el vandorismo como tn gemplo de correo PONTE Y TMOTAT 3e pUOICO OnETAT ‘BE Se EOC ERSTE, Tego aT Teaiculos per B, Tue go aparecr Tos ‘como fibro con ef titulo de gQuién maté a Rosendo?, que al- oa canzé gran circulacién {4Cual era entonces la base del poder de esta dirigencia sin- dical? Eq.un nivel elemental, el poder de.cualquic al gobiemo para otorgar personeria gremial a un solo sin- deste par FENN ETRE CTT TETUABE Eso SaRGS “Tonducit !as negociaciones en esa actividad laboral. La ley tainbién regulaba Ta mayor parte de los demas aspectos del funcionamiento sindical. Si bien admitfa una estructura fede- — 138 — rativa de organizaci6n gremial, en ta prictica los sindicatos nds grandes e importantes del pafs tenfan estructuras suma- mente centralizadas que concentraban el poder en una tinica dirigencia de nivel nacional. Estos sindicatos tenian un control casi total sobre las actividades de sus ramas y seccionales. En Jos hechos, ni siquiera los sindicatos que tenan una estructura federal formal garantizaban la autonomfa de sus seccionales eon respecto al control centralizado. La ley laboral autorizaba {ederaciones a imponer estatutos que Om - jamente a los sindicatos afiliados y limitaban su capacidad de COR te ratera indopondionte de Ta Tederasion- Beta he Serre PROTEOME no sso garntzaba a He Siescine preainlesc¥ derecho a netociee on tomer in come Serie sintcatosrvates, sao que tambien senaba las bases MeaHTETACTTT TAATAT que contribuia en mucho a asegurar “Ticomtorcentratizado denrodeunsingica,SSOSCS~* ‘Otro motivo crucial del poder y la influencia de la condue- cin era el my 1Zas. También en este caso los fundamentos procedian de la ley. Las finanzas gremiales te- nfan dos fuentes esenciales:la cuota sindical y la cuota asis- ensial. prevista para el mantenimiento de los dIVESOeSer7= cios sociales ofrecidos por los sindicatos. Una tercera fuente era la cugta empresarig), pagada por la patronal como un apor- te a los fondos gremiales para el bienestar social. Por tltimo, habia quotas extraordinarias negociadas en los convenios, que por lo comdn eran un porcentaje del primer salario quincenal pagado al comenzar un nuevo contrato. La Ley de Asociacio- nes Profesionales establecfa un sistema de retencién automat ca de estas diferentes cuotas, de la que se encargaban los em- pleadores. Dada la preponderancia de un tipo de estructura gremial centralizada, este sistema proporcionaba grandes re- cursos econdmicos a la dirigencia sindieal. En términos esen- ciales, significaba que en los grandes sindicatos industriales y de empleados administrativos la cuota del afiliado metalirgico de Cérdoba, el trabajador de la carne de Rosario o el ferrovia- rio de Tucumiin era deducida por sus empleadores y depositada dlirectamente en la cuenta bancaria del sindicato central en Buenos Aires. Las cifras del Ministerio de Trabajo muestran que el valor total de los bienes de propiedad sindical en la acti- Vidad manufacturera se calculaba en casi 600.000 millones de — 139 — pesos en 1965. El valor total de los bienes de Ios sindicatos ascendfa ese mismo afio a 4.201 billones de pesos. En sf mismas, esas enormes sumas se asociaban, por su- puesto, al gangsterismo y la corrupcién cada vez més identifi- cados con el sindicalismo peronista. La prensa oficialista y los grupos opuestos a Vandor dentro de los sindicatos ponfan en circulacién muchas historias sobre el desvio de esos fondos en beneficio de determinados dirigentes. Igualmente signifi tivo, sin embargo, era el hecho de que con ese dinero se sol- ventaba toda una gama de servicios sociales offecidos por los sindicatos a sus afiliados. Los fondos también facilitaban a la conduceién gremial central la implementacién de una politica clientelista de vasto alcance. El dinero y los servicios que pro- vein eran la base a partir de Ia cual se producfan las negocia- ciones entre diferentes sectores de la burocracia. Tenfan im- wtancia por lo que representaban en términos depres trabajo, influencia y prestigio, El sistema clientelista que sus- Taban-en Tos sindicatos se basaba en una compleja red de ihtereses entrelaza en eT movi- Sindical en su conjunto, El sistema de elecciones gremiales también otorgaba a las conducciones existentes un_considen 55 instituy® una po- Tra fa lista ganadora se Hevaba todo. En efecto, la lista mayoritaria asumia el completo control del sindicato. En si mismo, esto podia contribuir a aumentar la violencia que ro- deaba las elecciones, dado que la lista de candidatos elegidos s6lo_ocupaba todos los cargos puestos en juego sino que, cna ver en geRROWETUCTMETes, paced a iastalac as seguidores en todo cl apatato administratiyoDeialmedo, cada elecci6n implicaba también una red de oportunidades la- Fee alee page. ct exec ia desalojarlo, dado que la organizacion de Tos comicios ulteri0- res vel establecimieni de las crglas delpego tanto para los procedimientos de votacién como para el reconocimiento ofi- cial de las listas opositoras quedaban a su exclusivo cargo. El resultado era un sistema que hacia yirtualmente imposible que un grupo de oposiciGn, aunque lograra superar Tos Obstaculos en torno de la presentacion de su lista de candidatos, desplaza~ ra a las autoridades existentes por medio de elecciones. — 40 — andor y los otros lideres sindicales, tanto peronistas como ie peronisias —que amoldaban cada vez més sus conducts 4 Ja del lider metaldrgico—, ytilizaron este sistema para conver- Mas en decnivos interlocutor Sey pom TTS ilmente la CGT, Las 62 Oreanizaciones tenian una clara Stari Tree wos Sndicatos no peronistas. Controlaban todor Jos sindicatos industriales y todos salvo uno de los comités re- flonales de ln central obrera. Hacia 1962 los 32 Gremios De. mmocriticos, de fuerte militancia antiperonista, practicamente habian desaparecido, mientras que la influencia comunista Tambicn estaba estringida a unos pocos sindicatos més peque- flos. La mayorfa de los grandes sindicatos de empleados admi- histativos que habfan sido el nécleo de los 32 Gremios Demo. eréticos se definfa ahora como independiente. Aceptaban la realidad de la influencia peronista en el movimiento sindical y pecesitaban encontrar un modus vivendi eficaz con ella. La CGT reconstituida representaba justamente esa posibilidad, Si Bien el comité central estaba dividido en parts iguales entre peronstas e independientes, Vandor insist con éxito en que El secretario general debia ser un peronista y coloe6 a mem. tos de esta tendencia en los puestos clave de recretatio del interior y de asuntos gremiales. EI secretario general elegido con ln bendicién de Vandor fue el lider de los trabajadores del vestido, José Alonso. La nueva confederacién afirmaba tener alrededor de 2.567.000 afiliados. Con Ia recign recuperada CGT en funcionamientoy su base de poder en las 62 Organizaciones ahora consolidada, la con- duccién sindcal peroistalanz6 una campata para buscar so. luciones a las penurias econémicas y sociales de sus afiliados. 01 juido habfa implementado un plan de estabili- zacin similar al de FORT ‘para la Te esidn, alto desempleo —so- bre todo en industrlas tradicronales como Tatextry Ta metalt gica— e inflacién en aumento. La primera etapa de-aquella Sampatia culming con el lanzamiento del Hamado Plan de Lucha, La primera fase de este plan, terminé en mayo de 1963 con luna semana de protesta contra la politica econémica del go- — 41 — bierno de Guido. Se organiz6 una vasta serie de acontecimien- tos cuya intencién era fortalecer la posicién del movimiento sindical como un interlocutor crucial de otros sectores de la sociedad civil. Se realizaron debates y reuniones piiblicas con representantes de los estudiantes universitarios, las federacio- nes patronales y la Iglesia, en los cuales se discutfan las politi- cas econémicas, sociales y culturales. La semana culminé con tun paro general de veinticuatro horas. terreno perdido. Sus intentos de presionar al gobierno radical de Arturo Illia, que habia sucedido a Guido en julio de 1963, condujeron a la implementacién de la segunda fase del Plan de Lucha en mayo y junio de 1964, Esta etapa consistié en una vescalida de agupaeienesTETibricas en todo el sector indus- trial argentino, El principal arquitecto de este plan fue Vandor, y la industria metaliirgica encabez6 el ndmero de ocupaciones. Cuidadosamente planificadas y Mevadas a la préctica bajo el firme control del aparato sindical, estas medidas fueron una La CGT explica el Plan de Lucha “Por Qué Luchan Los Trabajadores Argentinos "Los trabajadoresluchan pues por un mundo mejor, por a confor- rai en ste as cis ce {felicidad y el bienestar de fodos (os habitantes. Porta iguadad ante la Tey y por la equdad necesaria para que el débil no se veaexplorado. Que ta nid a eat FT ae eng imas oportnidades y que nae se encuentre sumergido. Osea que Cox ital Goblema Bada Trabaia seasnauesios al servicio del hombre en Ta gran dimension humanista que representa. En una palabra, que eT ser humano sea el medio y el fin de toda accidn. “Por esolichan los tabajadores..) ante el panorama opresor(..) -ycomo una manera ytictica de esa lucha, ls rabajadoresargentnos Ccupan en forma pacifica las fuentes de produecién ycomercalizacié, to para uilizarlas conta el pats sino para ponerta as servicio.” Fuente: Dectaraci6n de la COT, mayo de 1964, Santiago Senén Gonzilez, Fl sindicalismo después de Peréa La CGT exige un cambio de estructuras “el avance de la ciencia y la técnica, aplicado a la solucién de los ‘problemas concretos del hombre de hoy, hace inexorable en su escala internacional na accidw al respecto(..) Las tensiones sociales y pol- ticas es reconocido que encuentran su causal verdadera en tas insatis- facciones de las necesidades elementales del hombre, tanto como aque- as creadas por ta eivilizaci6n industrial de que formamos parte como pais cvilicado. El problema del subdesarrolio, entonces, es considera ido como problema estratégico de primera prioridad por los patses que tienen intereses econdmicos y defensivos en el mundo (..) La CGT sos- tiene la necesidad de exigir un organismo especffico con partipacién sindical y poder de decision al més alto nivel del Estado, Para lograr el esfuerzo concertado de la comunidad en las relaciones econdmi ‘eosociales, ésta serta una de las formas de participacién posibles.”" Fuente: CGT, “Hacia el cambio de estructuras", Buenos Aires, 1965, impresionante muestra de organizacién y disciplina, A lo largo de cinco semanas, la CGT afirmé haber ocupado mas de once mil plantas, con la participacién de més de 3,900,000 trabaja- dores. Con la conduccién de José Alonso, la CGT asumié su papel de actor fundamental en los cruciales debates nacionales, En ‘e505 alios la central obrera edit6 una gran cantidad de publica- ciones e informes y organiz6 numerosas y bien publicitadas conferencias. Se crearon un departamento estadistico y una co- isin de asistencia juridica. Se restablecieron los lazos con sindicatos extranjeros y organizaciones laborales internacio- nales. Durante la secretaria general de Alonso, la CGT cultivé asiduamente la imagen de una central obrera avanzada y con capacidad técnica, que podta discutir cientifica y responsable- mente el futuro de la nacién. Esta postura implicaba tanto un anlisis eritico de la inequidad de las estructuras econ6micas Vigentes como una critica de la eficacia de las formas repre- sentativas liberales. En ocasiones, esa critica asumfa una clara forma neocorporativista, ya que la representatividad de la CGT se comparaba favorablemente con la de los partidos politicos, — 43 — en cuya falta de legitimidad se hacia frecuente hincapié. Esta actitud se convirti6 luego en una afirmacién de la necesidad de institucionalizar esa funcién representativa y asegurar asi al ‘grupo social representado por la CGT —la clase obrera— el reconocimiento que mereefa en las deliberaciones del Estado. EL DOBLE JUEGO: LAS VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE JUGAR A LA POLITICA jionales daba a la conduccién Sindical un poder consMEMOTESEAMBET Tibia que decir que ‘era un poder ambiguo, caracteristica que radicaba en el papel del Estado én las cuestiones del trabajo. La legislacién laborat argentina otorgaba al gobierno el control de la mayorfa de los asuntos internos de un sindicato, La cupacidad misma de ésie de nevociar con la patronal dependia de que consiguicra y ‘mantuviera la personerfa gremial. La ley laboral se ocupaba de A\N José Alonso presenta al vicepresidente, Dr. Perete, un petitorio, 1964 — 44 — {todos los aspectos del funcionamiento sindical, desde la reali zacién de elecciones hasta la contabilidad de los recursos eco- dmicos. Regulaba la frecuencia de las asambleas generales determinaba cuales eran los requisitos para ser delegado y es- tablecia el plazo previo con que debia anunciarse Ia realiza- cidn de una asamblea, Ahora bien, cbuseconcreinqueclpie bierno en ejercicio hacia de este poder era precisamente la aso de las negoc OMENS MTcatos y el Estado. Po- dia tratarse de un uso sutil: Ta tolerancra, quiza, de algunos abusos cometidos por una conduccién gremial cuyos favores el gobierno estaba interesado en cultivar. De manera alternati- va, podia implicar el acoso a un sindicato hostil cuya dirigen- cia y sus actos constituyeran un problema politico para el go. jierno. Dada la vasta gama de actividades gremiales cubiertas por las regulaciones laborales, ol Ministerio de Trabajo sim. pre poda encontrar infracciones cometidas por los sindicatos si era nccesario presionar a alguna condueci6n gremial en par Ticular- En altima Tnstancta, ese ministervo Tenfa Ta facultad de designar a un interventor que se hiciera cargo del funciona miento cotidiano de un sindicato o cancelar una personeria sgremial. A su turno, las consecuencias de estas medidas eran calamitosas desde el punto de vista sindical. Sip personerta nocopasible cobrar las cuotas, lo cual tenfa un efecto inme: dato sobre los servicios sociales y las tareas administrativas bsicas del sindicato y amenazaba todo el sistema clientelista y de empleo. BI hecho de que una parte tan grande del funcionamiento sindical normal estuviera sujeta a esa gstrecha supervisién po- tencial del gobierno de turno implicaba una inevitable “politi- zacion” de los asuntos gremfales en la Argentina. Obligaba a los Ideres sindicales a interesarse en el caracter del gobierno nacional: su actitud potencialmente amistosa w hostil hacia ellos. Por si mismo, éste era yn factor importante que contri- huis.a explicar el proceso de “IMEDTIEIGT suTrido por Tos sin dicatos peronistas en esos affos; en efecto, indueia vigorosa- ‘mente a la conduccién sindical a adoptar un realismo pragmé- ‘ico_Sin embargo, vale la pena sefalar que ello no implicaba simplemente la vulnerabilidad de los sindicatos. La situacisn era bilateral. El gobierno, resuelto a ampliar su control legal de Tos_gromios. SOOM CHOC COM Ta ETE OM MMT TS — 145 — puto del poder. Eamarode 16ie1 go bierno de Arturo Illia promulgé ef decreto 969, modificatorio de la Ley de Asociaciones Profesionales. La disposicién repre- sentaba un atgaue en toda la linea contra las facultades de la dirigencia sindical, ya que yponia reglas exigentes en benefi cio de la democraciaintrnardebi taba Te capacttad Financ Enfrentados a semejantestaqueestratégico al centr del poder sindical, los gremiosperegistas replicaron del mismo modo, Gran parte de sus negociaciones con figuras militares en las Gltimas etapas del gobreTHO TE m ostili- dad hacia él deben verse bajo esa luz. Los sindicatos peronistas también cumplian una funcién més especificamente politica que se deducia de su papel como principal fuerza organizadora del movimiento justicialista en su conjunto, Esto implicaba su participacién en lo que se ha llamado el “doble juego”, consistente en representar a sus afi liados en 1d lucha por las demandas econdmicas y al movi- miento peronista en sus contlictos y maniobras con otras fucr- ‘ats polticas argentinas. Este doble juego haba sido claramen- te visible en las elecciones de marzo de 1962. En los aos si suientes serfar gada vez mis notorios la tensisn v elconflicio que este papel generaba dentro del movimiento justicialista y Elim iciones con ol props Parte. La tenater se contabetn el intento de la conduccién sindical que rodeaba a Vandor de afirmar su dominacién del movimiento peronista ¢ institucio- nalizarla en una expresi6n politica aceptable para las otras, fuerzas actuantes en el sistema politico argentino. Rentineste- ba resuelto a contrarrestar este desafio implicito a su posicion foqueTlevaba STHOMDTE_ENTETIOZY 1966 Perdn realizaria esfuerzos siste- maticos por imponer en Ta Argentina Unt MUTT de Tas limitaran la autonomia politica del sector gremial. Por lo comiin, se ha dicho que el proyecto vandorista impli- caba la construccién de un partido obrero. Esto significaba la constitucién de un partido politico basado en los sindicatos, segtin el modelo de los partidos laboristas y socialdemécratas, europeos. Sin lugar a dudas, ese proyecto podia reivindicar — 46 — ciertas raices hist6ricas dentro del peronismo, particularmente Jacreaci6n del Partido Laborista en 1945. En algunos aspectos no era més que un desarrollo de la posicién de facto en que se encontraron los sindicatos luego de 1955. El propio Vandor no tenfa, en verdad, demasiados deseos de teorizar este proyecto, El dirigente sindical Miguel Gazzera, uno de sus intimos cola- oradores, sefial6 que aquél “estaba mas interesado en los de- talles planteados por una oportunidad determinada que en cuestiones de estrategia general” Para Vandor, el problema fundamental en juego no era una cuesti6n filoséfica sobre la representacién laboral sino, antes bien, el equilibrio interno de fuerzas dentro del peronismo. Si en sus relaciones con el Estado y otros “fuctores de poder" los sindicatos tenfan que afirmar su derecho a actuar més alli de la esfera estrictamente econdmica de las negociaciones colecti vas, también debfan plantear una pretensién de hegemon{a dentro del movimiento justicialista, Esta pretensién chocaba tanto con los grupos neoperonistas como con el ala politica oficial del movimiento. Por otra parte, también significaba una demanda al menos implicita de independencia relativa con res- pecto al mismo Pern. Si realmente eran la “columna verte- bral” del movimiento, como Perén nunca se cansaba de repetir, debian tener la libertad de determinar la tictica en la Argentina ¥y negociar su propio destino En una conferencia de las 62 Organizaciones celebrada en Avellaneda en octubre de 1965, los delegados vandoristas re- afirmaron su “voluntad de promover la institucionalizacién del movimiento”. Esto implicarfa la creacién de un partido politico legal organizado de abajo hacia arriba “de una manera limpia e internamente democrética”. Era evidente que en un partido cu- yos dirigentes fueran elegidos en un congreso nacional el papel de Per6n serfa limitado, dado que las decisiones politicas capita- les dejarian inevitablemente de estar en sus manos. ‘andor era un astuto jugador del doble juego. En las elec: ciones de marzo de 1965, utilizando férmulas partidarias neoperonistas, el sector sindical llev6 al peronismo a una nota- ble vietoria. En Ia Camara de Diputados habja ahora un bloque peronista de facto constituido por cincuenta y dos miembros. En las provincias fueron elegidos més de ciento cincuenta di- putados peronistas. En total, las listas justicialistas obtuvieron — 147 — is de tres millones de votos. Paulino Niembro, un dirigente de a UOM y estrecho allegado de Vandor, encabez6 el bloque peronista en el Congreso, como un simbolo del poder sindical y su posicién dominante en el movimiento, No obstante, el poder politico que incluso un jugador tan as- tuto como Vandor podta extraer del doble juego también tenia claros limites. ELbocho-da-somlosprincinales representantes politicos de Pers confcria wlos lideres sindicales lea ato- | ridad frente a las bases y una reserva esencial de apoyo que los ‘Tracasos en el campo estrictamente econdmico tal vez les ha- | brfan negado. Cada visita a Madrid podia utilizarse para con- twapesar_una_huelga perdida o un-mat convento Tirmado- Al “iso tiempo, su capacidad de movilizar a la clase obrera en nombre de Pergn cra wn auna importante que padianempler para presionar al gobierno de furno con el fin de obtener bene- | | ficios econémicos concretos. La linea divisoria entre las movi- | | lizaciones por reivindicaciones de rutina y las maniobras poli- icas se desdibujaba constantemente y era casi imposible de definir. Las ocupaciones fabriles de 1964, por ejemplo, res- pondieron a una genuina demanda de soluciones econémicas pero tambien pretendian demostrar a tos militares tanto la de- bilidad del gobierno de Illia como el poder correspondiente de los sindicatos.. rmadas se convencerfan asi de la necesidad de Megara un acuerdo con la dirigencia gremial en TRC saereA in golpe, o bien de dejaraunTado vis | Dobjeciones a Ta participtetinrclectoral peronista, con el argu- ‘mento de que la intervencién en el proceso politico disiparia el | poder social militante desplegado en las ocupaciones de fi- bricas | ‘También podria aducirse, sin embargo, que la participacién cen este juego terminaba por ser desgastante para la conduccién vandorista, En un marco institucional dominado por la dicoto- mia a favor de Peron/contra PEROT isferan Ta cuerda nepoctadora de Ta movi Tizacién peronista icin en las elecciones sin que as Fuerzas Armadas intervinicra y desbarataran el juego de Famenazas y contraamenazas, instaurando un régimen menos ‘expuesto a la presién sindical. Asi, por ejemplo, los triunfos Peronistas en las elecciones de 1965, motorizados por el sector gremial, y su_probable victoria en las elecciones de 1967 entra — 48 — fica de Peron Fl célebre pragmatismo de Vandor implicaba una actitud ‘oportunista cuando se trataba de técticas y formas politicas. [Los vandoristas se enorgullecfan de decir que tenfan la opeién tictica de alcanzar el poder a través de elecciones 0, si los infos electorales provocaban una reaccién militar, encabe- zat la resistencia popular contra la dictadura castrense. En rea~ Tidad, sin embargo, no se hacian ilusiones sobre las dificulta- des que los regimenes militares les planteaban en términos de negociacién politica. La légica les indicaba la preferencia por Ja politica electoral, por mucho que denostaran la ilegitimidad de la politica partidaria tradicional en la Argentina. La condue- {én sindical era muy consciente de que su capacidad de alcan- zar cl poder y ejercer influencia dentro del sistema politico proventa de su aptitud de movilizar a sus afiliados: en térmi- nos politicos, como delegados de Perdn en la Argentina, y en {érminos mas especiticamente gremiales, como organizadores del movimiento obrero. Por definicién, la vigencia de un siste- ma electoral —aunque restringiera el acceso peronista— les daba el mayor campo de accién para ejercer presiones y ne- ociar ‘También es importante advertir que su poder de negocia- cin, desde un punto de vista politico, procedia mas de su po- sicién como representantes de Pern ante las masas que de una capacidad negociadora auténoma debida a su actividad sindi- cal y derivaba, en dima instancia, del nombre del jefe del mo- Vimiento. Este era una fuente de fortaleza pero también de dcbilidad porque, en definitiva, la dirigencia gremial no tenia la posibilidad de controlar la principal arma de negociacién con que contaba. El uso de la “camiseta” peronista les daba un margen consi- derable de maniobra y cierta independencia en sus tratos con Perén y los gobiernos, pero no era equivalente a negociar poli- ticamente desde una posicién de fuerza sindical auténoma. La conocida observacién de Vandor de que “si dejara Ia camiseta perderfa el gremio en una semana” era un reconocimiento rea- — 149 — cco Bomberos tratan de entrar a ta fbrica Philips para desalojar« los obrevos ‘que ocupan el establecimientosiguiendo el Plan de Lucha de la CGT, 1964, lista de esa situacién, Cuando 1a independencia de los ditiven. tes sindicales se convertfa en una amenaza, Peron podia recor- Tarfox Ta naturaleza relativa de su poder Denno del sector sin- Tear sane an Tee gue eT novilizar para srestar a Vandor, como To hizo a fines de 1965 cuando Alonso y ‘otros Teales se separaron de éste y fundaron una entidad rival, Jas 62 Organizaciones de Pie Junto a Perén ‘Asi, Pern y los lideres sindicales estaban atrapados en yn lcci TERED Tae Te Te STTCTOT postrior 1955, qquéL estaba obligado a apovarse primordial mente en los sindicatos como su principal herramienta de negociacién y “GHMACTON Te Tas pretensiones perOTINTis tewismdsbsinte na politico. Al mismo tiempo, el éxito que los sindicatos aleanza- impulso que los triunfos daban a su base organizativa plantea- an inevitablem fio ala capacidad de Peromdede- terminar el dk % Tisa Tue Ta tension que se exterforiz6 en la disputa entre el lider justicialista y Vandor en tomo de las elecciones de 1965 en Mendoza (véase el capitu- lo 1). El triunfo det candidato de Pern sobre el vandorista ofi- cialmente designado, Alberto Sera Garcia, mostré los limites — 150 — dad de crear un partido basado en los sindicatos que relegara a Perén al papel de una mera figura decorativa, Qué podemos decir, entonces, de Ia imagen que Walsh te: | vandorismo? Indudablemente, Igs si de siaanesyde la “hasa” para intimidar y reprimir a poten- ciales adversarios era un hecho cotidiano de la vida del ‘yandorismo. Pero no era ésta la «nica forma de exclusién prac- ticada en los sindicatos. Aunque Iyg mujeres tenian un peso Grecente dentro dela fuerza laboral FEMTMETestban virtual yente ausentes de los organismos directivos del movimiento mm simiterfos con una sianifrcativa concentra ciGn de Trabajadoras, como Tos Textiles, encontramos a Muy Poors Te eTaS CITI euerpos representativos del gremio por Augusto Vendor ya su lado Send Gara durante el proceso electoral de Mendoza, 1965 — 151 — encima de la base fabril, Este no era, por supuesto, un rasgo exclusivo del vandorismo. El mundo del activismo peronista, tanto sindical como politico, tanto entre los duros como entre los vandoristas, era un territorio abrumadoramente masculing, A pesar de que las actitudes concernientes a los papeles apro- piados para las mujeres en la cultura en general (véase el capi tulo VID comenzaban a cambiar en la década del 60, el activis. ‘mo gremial siguié teniendo un fuerte contenido de género y se definia en términos de cédigos masculinos de fuerza, valentia, y compafierismo. En este aspecto, no habia diferencias entre los sindicatos vandoristas ¢ independientes, imagen del s i - aba clara- ‘mente en el estilo represivo de gobierno interno de la conduc- Per sta f dg esta dirigencia para forjarse upespacio como azenies de poder del peronismo dentro de un statu quo que en tiltima ins Fctpecciats peeam eran RT ha evidente- mente ligados y fue esa conexién la que Motoriz6 la oposicién a a jratguia Sinica, ya fuera entrlas hase de sdeador oe “fos anos soso o enue las formactones de la uventuty Te guerilla peronistas de finer de esa decade y principios de la siguiente, fuertemente influenciadas por la visién critica de autores como Walsh, sicién se nutrfa de una impresién de afrentayulwae morales. No obstane- pos Tease yee lefinitiva la légica del “pragmatismo institucional” era inelu- dible tanto para dirigentes como para dirigidos dentro del mo- vimiento sindical. Por otra parte, y en oposicién a la imagen ampliamente difundida del vandorismo, también podria argumentarse que, como politica, laintegracién fue notable no por el poder que brind6 a los lideres gremiales peronistas sino Por sus resultados relativamente magros. Es Facil exagerar los resultados de las consultas entre la CGT y las organizaciones patronales. [ja armonfa de clases seguia siendo un objetivo re- A6rico, per en realidad las relaciones entre sindicatos yem- Plcsdores-cstahan eins cae idasbaesnentooerEn Tuna situa ‘cron econdmica que luego de 1955 fue testigo de frecuentes ataques contra los salarios y las condiciones laborales, Vandor yy sus compafieros de la conduccién sindical eran muy cons- jentes de la necesidad de ser vistos como adversarios de la — 152 — ronal y el Estado en esta cuestién fundamental. Por lo de- is, cl doble juego los obligaba a estar en condiciones de mo- izar a sus afiliados cuando fuera necesario con el fin, por lo snos, de mantener su credibilidad como una fuerza que los ros “factores de poder” debian tener en cuenta. Bn el plano de las relaciones entre el Estado y los gremios, imbién es posible argumentar que, a despecho del notorio jayor peso de los sindicatos peronistas dentro del sistema so- ial y politico, habfa una mareada falta de expresiones forma- ss institucionalizadas de colaboracién entre ambos campos. Pese a sus charlas con los generales y su afable familiaridad con los presidentes, da influencia de los sindicatos peronistas en los centros de decisiones de la nacién era reconocida a rega- fiadientes y estaba estrictamente limitada por la restringida to- Jerancia a todo lo que fuera peronista y obrero. Un whisky con el ministro de Trabajo era, en Giltima instancia, un pobre susti- tuto de unas auténticas instituciones de integraci6n. La delga- da linea por la que caminaba cualquier lider gremial entre inte- sraciGn y oposicién era atin mas delgada debido a las magras ganancias reales que podian hacerse en este perfodo. La fzuss— {racién ocasionada por un sistema que proponfa la fachada y el roar aera ‘duccién sindical peronista gozar de cierta tolerancia hacia sus, aspiracrones poMticas y cconomicasy cra a Ta ver-un Teas de que nunca iba a provechar el poder qe le —— ss Juego desgastante, al que puso término el golpe militar de ju- LOS DIRIGENTES SINDICALES PERONISTAS Y LA REVOLUCION ARGENTINA En un comienzo, a conduccién sindical habfa recibido con ‘muchas esperanzas el nuevo régimen del general Juan Carlos Onan, Maposasaanacosaediinnal onl deni basaba_en_una_profunda antipatia hacia el gobierno de Parle, simpalizaban con figuras militares come Onsanis, que aparentemente compartfa sus ideas sobre las soluciones reque- — 153 — Asuncién del general Juan Cartos Onganta ‘re ta concurrencia, Augusto Nanos ridas por los problemas argentinos. Sus frecuentes contactos con muchas de las figuras que estaban detris del golpe en los. ‘meses previos a su ejecucién, junto con el peso de la presencia gremial en la sociedad argentina, parecfan asegurarles un acce- so privilegiado a las nuevas autoridades piblicas. Segdn sus clculos, un régimen militar también reduciria seriamente Ja capacidad de maniobra politica de Perdn y su ejercicio de la autoridada expensas de Tr MEET STAMTEal. Al cabo de un aio, estos céleulos, aunque muy plausibles, se revelarfan como ilusiOnes en su confrontacién con un résimen exiremadamente autoritario resuclo 4 loasamercrmtmyr precio Ia racionaliza- cién de la economfa y la modernizacion TE-ESTTT TERE el CAPT TTT El régimen militar hizo dos cosas que socavaron el poder de Ja jerarquia sindical, En primer lugar, suspendio toda acivigad 'y ofganizacion pollticas. De exe Mada esp ibolir el com- PRO SITEMMAETRPOCTACT Ones. politicas a través de las cuales — 154 — primir la capacidad de negociacién politica de los grupos s0- El dirigemte porsuario Eustaquio Totosa es condueido derenido por la policia, — 155 — improductivas de la economia, ante todo en distintos émbitgg del sector piblico y de las economias regionales subsidiadgs (véase el capitulo IV). La prioridad de la nueva politica s desarrollo del sector mas dinémico de Ia economia. De ta) ‘modo, al suspender las negociaciones colectivas y el funciona, miento del sistema politico, el régimen logré minar las dog fuentes de la capacidad negociadora tradicional de los sindiea, tos en el periodo 1958-1966. Enfrentada a un gobierno intrane sigente, la CGT convocs a regafiadientes un paro de veinticua, {ro horas en marzo de 1967 para protestar contra los planes econ6micos del ministro de Economia, Adalbert Krieger ‘Vasena_La respuesta del régimen conetet-em-memremteoTt personeria gremal de muchos grandes sindicatos e interrumpir conotamente ef Tuncronamrento dela CCL Erente a esta ca. ‘éstrofe, Ie central obrera procuré reanudar las conversaciones com las autoridades, La respuesta fue el silencio. De ese modo, cl régimen militar ponfa a la conduccién’ gremial frente a un dilema: u existencia institucional corria peligro si oponi sistencia a la polfica gubernamental-y-t immer Teen ESE ee edad ents ss ila ‘das quando esa polftica afectara la vida de estos. Ta respuesta de I conducei6n sindical a esta crisis fue wasiae ij Bare Tos adicatos que habfan sido ms palneadas por la po- Tica econémica y sufrian la intervencién gubernamental de sus organizaciones, la franca oposiciGn tenfa un atractivo inicial. En Jas cireunstancias del momento, la tradicional politica sindical demnovilizaciGn v negociaciGn cra clarammente nsosionible-Con poco que perder la oposicién abierta parecia una opciGn igica ta alterativa pada encontrar egitimacisn én Ja culuusa poli sica peronista sist postulaba como la encarmacién de la tradi nal oposicion a los regimenes militares portTas- LOT Maen perienecrenes @ este grupo —portuarlos, ferroviarios, trabaja dores del interior —omaron ta ofensiva en ef congresa convo «ado para normalizar la CGT en marzo de 1968. Entre los dir gentespresenes en €, una clara mayOMETATcaba la incapac dad de las anteriores autoridades para oponerse- HE PONTE del egimen y abogaba por una actitud de abierta resistencia Este congreso eligié como secretario general a Raimundo Ongar, el carismatico lider de los trabajadores gréficos, en conta del candidato vandorista, Cuando los vandoristas se reti- — 156 — Be ccasitayeron sx pop conte! ober, In CGT de Bon conn d's conocene como CUT de Pca Colén 9 fecal ce 1a crecicnie opasicisa de amplios sectores de la Sitaram del pen (asso capflo 1), a la vez que DIMMU centremorEMzative a muchos Fes aazinndos por Vandoren aes anenors Para numerosos sindicatos mas pequenios con una posicién radicionalmente vulnerable en el mercado laboral, 1a oportu- sustiicun nich denice del nuevo eéeimen y lograr dpaccr por medio de 1a pesociacisn parecia una alternativa jgualmente Togica, una vez demostrada la ineficacia de la es- frategia vandorista en la cual se habjan apoyado. Conocidos ‘como “pasticinacionistas”, estos dirigentes gremiales acepta- ron la ret6rica corporativista del régimen sobre la necesidad de que los sindicatos concertaran una estrecha alianza con el Es Raimundo Ongaro, mayo de 1969. — 157 — ado. También esa alianza con figuras militares podia aducir precedentes en la ideologia y Ia historia peronistas. Los_principales sindicatos pevanistas saupadas alsededor nativas tan drésticas. Sostu {4 con el objetivo de recupgrar la fuerza sindical y al mismo Tiempo nagntener abiertos Lo STIS robier- —no_ Esta estzategia pragmatica no era contradictoria con el tono ‘general de desmovilizacion obrera prevaleciente en los alos ue siguieron al fracaso de los intentos de resistencia al régi- men de Ongania, Este debilitado y dividido movimiento obrero daria al presi- dente lapaz social” crucial para la implementacién del “tiem- po econémico” del régimen. Las huelgas se convirtieron de in- mediato en luchas contra el Estado y se recurria a las Fuerzas Armadas para aplastarlas, En estas condiciones, no habfa casi ‘ninguna oposicisn nacional coherente a las politicas laborales y econémicas del gobierno. Lo que el régimen ofrecia al movi- ‘miento obrero y a otros sectores de la sociedad argentina que sufrian las consecuencias de su politica econémica era la pro- des Ue una mayor pativipaciGn en las futuras etapas social y politica de la revolucién vagamente definidas. Gsticos de manipulacién social y politica en los cuales se fundaba es politica cayeron hechos pedazos en mayo de 1969 cuando el descontento obrero y las tensiones de la sociedad civil se aliaron en una ola de protestas sociales ge- neralizadas que se inicié en Cérdoba (véase el capitulo VIID. Si bien las implicaciones del Cordobazo fueron calamitosas para el régimen militar, también fueron ominosas para la jerar- (quia sindical. Aun la CGT de los Argentinos tuvo un papel re- Jativamente marginal en Tos acontecimientos cordobeses. To- “miados por Sorpresa por Tos Rechos, Jos sindicatos de todos los sectores del movimiento obrero intentaron ponerse a Ja cabex de 1a movilizaci6n para restablecorastso peabTead pace iar el poder con las autoridades nacionales. No obstante, Ios aiios que siguieron al Cordobazo presenciaron un agravamien- to de la crisis de la dirigencia gremial peronista, ya que nuevos sectores comenzaron a poner en tela de juicio su posicién, — 158 — En Puerta de Hierro, Juan D. Perdn vodeado de drigentes peroists Fue otras lio Guilin, Antonia Cafiero. Armando Cabo. Alberta Iturbe. Sentades, Vicente Solano Lima, sabel Perdn, Delia Pavol y Augusto Vand NUEVOS ACTORES DESAFIAN A LA JERARQUIA SINDICAL Estos nuevos actores se concentraban principalmente en los sectores industriales mas recientes establecidos durante el go- “Diemo de Frondizi sobre todo Ta fabricaciGn de vehiculos, ta siderurgia y la petroquimica. Varias importantes caracteristicas ue los diferenciaban tendriat_un-profundo impacto en cl sur— fia Gee el lace el movimiento sindical tradicional en el periodo poste- rior al Cordobazo_ En primer Tugar, Frondizi habia permitido ‘GTewabTectmiento-de sindicatos por empresa en muchas de e las industrias. Asf suced?ay por gjemplo, ChTas plantas de auto~ méviles de Fiat en Cérdoba y en 1a nueva industria petroqui- mica En ors casos, a eprsegivisn gasnie-weetoreb 2 sindicatos nacionales m&¥ debiles ya existentes, En la industria AMTOMMOTTZ, Por CpEMPTO, Tos eres TE MMBanizacion fueron — 159 — concedidos al Sindicato de Mecénicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) iniclalmenie un peauctio eceinin deme. scdnicos de estaciones de servicio, en contra de las pretensiones de la UOM, La segunda diferencia de ese sector consistia en Te —y lo lograron— el derecho a firmar convenios , lo cual_socavaba cl sistem#ME contratos nacionales por rama industrial previsto por la Ley de Asociaciones Profesionales, La descentralizacién de las negociaciones colectivas y los “settoniaacseaias Tier

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