el correcto uso del patrimonio público, la probidad en el desempeño funcio-
nal, la objetividad e imparcialidad en los procedimientos y decisiones) que el Estado ha considerado valiosos y que constituyen las condiciones idea- les o mínimas de funcionamiento del sistema de la administración pública para el logro de los fines del Estado(19). Dicho en otras palabras, en el mar- co del ejercicio público pueden realizarse una serie de perturbaciones, que para ser consideradas penalmente relevantes deben afectar cualitativa y cuantitativamente el normal funcionamiento de la administración pública en forma considerable(20).
En este orden de ideas, es pertinente mencionar la postura asumida
por el Tribunal Constitucional español, que ha negado de manera expresa la titularidad del derecho al honor de las personas jurídicas de Derecho Pú- blico (el Estado y demás integrantes con personalidad que forman parte de la organización estatal), expresando que el honor es un valor referible a las personas individualmente consideradas, por lo que deviene inadecuado ha- blar del derecho al honor respecto de las instituciones públicas o de clases determinadas del Estado, puntualizando que para estas: “(…) es más co- rrecto, desde el punto de vista constitucional, emplear los términos de dig- nidad, prestigio y autoridad moral, que son valores que merecen protección penal que les dispense el legislador, pero que no son exactamente identifi- cables con el honor, consagrado en la Constitución española como derecho fundamental” (21).
Las aproximaciones a la reparación civil en los delitos contra la admi-
nistración pública citadas en este texto, buscan evitar por parte de los diver- sos actores judiciales (jueces, fiscales, procuradores) la falta de argumen- tación jurídica para determinar el monto de dicho concepto, sea que se tra- te de un afectación efectiva al patrimonio estatal o de un daño no patrimo- nial, situación que –en su mayoría– se trasluce en la fijación de indemniza- ciones irrisorias e ínfimas, lo que puede resultar un aliciente adicional para los malos funcionario y servidores públicos, en la medida en que los rédi- tos económicos de sus conductas ilícitas podrían resultar más provechosas que el resarcimiento pecuniario a favor del Estado impuesto por el órgano jurisdiccional.
(19) ROJAS VARGAS, Fidel. Ob. cit.
(20) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit. (21) TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL. Sentencia Nº 107/1988 del 8 de junio de 1988.