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Contar con buenos hábitos de estudio, posibilitarán que una vez que el alumno ya no cuente con la
guía permanente de sus docentes, pueda transformarse en alguien capaz de estudiar por sí solo, que es
lo que se denomina estudiante con autonomía, además de que esos contenidos se acumulan en su
memoria de largo plazo.
Se consideran malos hábitos de estudio: memorizar, tratar de incorporar el contenido a aprender a
último momento, tratar de aprender en un lugar con poca luz, desordenado y ruidoso, ser desprolijo,
estudiar cansado o con hambre, etcétera.
15 Hábitos de Estudio usados por los Estudiantes más Exitosos
Todos tenemos a algún compañero de clase que es increíblemente inteligente y siempre saca las mejores notas.
Muchos estudiantes se desmotivan al ver que, por mucho que lo intenten, siempre hay alguien con mejores notas.
Tal vez pienses que esto se debe a la genética y que no puedes hacer nada contra ello. Pues bien, ¡estás equivocado!
De hecho, es mucho más probable que la razón sea simplemente que sus hábitos de estudio son mejores que los
tuyos.
Analizando los hábitos de estudio de los estudiantes que consiguen obtener las mejores notas en diferentes países
y universidades, existen grandes coincidencias que apuntan a que existe un camino para convertirse en un
estudiante. A continuación, te ofrecemos estos hábitos de estudio en exclusiva:
2. Tomar Descansos
¿Te sorprende que uno de nuestros hábitos de estudio recomendados sea precisamente interrumpir tu estudio?
¡Déjanos explicarnos! Muchos estudiantes solo conocen la técnica de estudio que consiste en atiborrarse de
información los días antes del examen. Sin embargo, está científicamente demostrado que nuestra capacidad de
aprender y retener información disminuye en proporción directa al tiempo que pasamos delante de los libros. Por
tanto, si quieres maximizar el uso de tu tiempo, es recomendable que dividas tu aprendizaje en el tiempo, realizando
descanso entre las diferentes sesiones de aprendizaje.
4. Dormir lo Suficiente
El cansancio es el principal enemigo de la excelencia. La razón por la que dormir es importante es que, cuando
descansas adecuadamente, tu cerebro asimila lo que has aprendido durante el día. Por lo tanto, cuanto mejor
duermas, más aprendes. Este hábito de estudio es habitualmente menospreciado por muchos estudiantes con la
excusa de que están muy ocupados. Sin embargo, los estudiantes de éxito reconocen la importancia de un buen
descanso.
5. Realizar Preguntas
¿Te has dado cuenta de que los estudiantes de más éxito siempre tienen preguntas en clase? En lugar de sentarse
pasivamente escuchando lo que el profesor dice, se involucran en la experiencia de aprendizaje a través de
preguntas y consulta de dudas. Esto no significa que tengas que estar interrumpiendo siempre la lección; las
preguntas también pueden hacerse después de clase, a través de un grupo de estudio, etc. Recuerda: Nunca dejes
de cuestionarte el porqué de las cosas; ¡una gran pregunta para un mundo pequeño!
6. Examinarse Regularmente
Como ya hemos comentado en el punto 2, realizar largas y pesadas jornadas de estudio ni siquiera pasa por la
cabeza de un estudiante top. Por ello, la técnica del repaso espaciado a través de la cual pones a prueba tu
conocimiento regularmente, es una de las más recomendadas para retener conocimiento en la memoria a largo plazo.
13. Meditar
La meditación puede ser un buen método para ayudar a los estudiantes a concentrarse mientras estudian. Además,
también puede ayudarte a reducir el estrés ante los exámenes y a mejorar tanto tu salud mental como física.
Ansiedad.
El concepto de ansiedad tiene su origen en el término latino anxietas. Se trata de la condición de una
persona que experimenta una conmoción, intranquilidad, nerviosismo o preocupación. Para
la medicina, la ansiedad es el estado angustioso que puede aparecer junto a una neurosis u otro
tipo de enfermedad y que no permite la relajación y el descanso del paciente.
Por ejemplo: «Siento una gran ansiedad por el recital de esta noche», «Trata de dominar tu ansiedad,
que en ese estado de nerviosismo las cosas te pueden salir mal», «Gran ansiedad por el partido de
semifinales».
Cabe resaltar que la ansiedad no siempre es una patología, sino que es una emoción común
como el miedo o la felicidad. La ansiedad, en este sentido, es necesaria para sobrevivir ante ciertos
riesgos ya que pone a la persona en alerta.
Cuando un individuo se encuentra en un estado de ansiedad, sus facultades de percepción aumentan
ya que se registra una necesidad del organismo de aumentar el nivel de ciertos elementos que, ante la
situación, están por debajo de lo normal.
El sistema dopaminérgico es el que se encarga de dar las alertas al organismo de aquello que
necesita, liberando señales al sistema nervioso central. Lo hace cuando tenemos hambre, sed o sueño,
y nos lleva a buscar todos los medios por satisfacer esa necesidad. Así mismo, es el encargado de liberar
adrenalina cuando estamos frente a situaciones a las que debemos enfrentarnos. Se trata de una cadena
que consiste en:
1) Alerta amarilla, 2) Alerta roja y 3) consecución del objetivo; cuando la cadena se rompe, se produce
una situación de ansiedad o estrés atípica que puede llevar a la resolución del peligro o a sucumbir ante
el miedo. Es decir que cuando esta facultad innata del individuo se torna patológica, aparece
un trastorno de ansiedad.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos trastornos incluyen a los ataques
de pánico, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y las fobias. Para superar los trastornos de ansiedad,
los profesionales pueden suministrar remedios ansiolíticos o sugerir terapias psicológicas.
La ansiedad como trastorno
La respuesta que genera la ansiedad en una persona son: huir o luchar. En la antigüedad estos
mecanismos surgían al tener que enfrentarse a las dificultades que la vida en la naturaleza les
presentaba; pese a que hoy ya no existen esos problemas, han surgido otros nuevos que generan estrés
y ansiedad en las personas. El peligro a veces es real, pero otras veces se encuentra condicionado por
las experiencias que cada individuo haya tenido que enfrentar previamente; esto último ocurre, por
ejemplo, en los trastornos de ansiedad. El miedo funciona como un mecanismo de defensa, pero si la
respuesta a la que conduce es nociva para el individuo, es imprescindible atreverse a enfrentarlo.
Ansiedad.
La ansiedad es básicamente un mecanismo defensivo. Es un sistema de alerta ante situaciones
consideradas amenazantes. Es un mecanismo universal, se da en todas las personas, es normal,
adaptativo, mejora el rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta. La función de la ansiedad
es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los riesgos y amenazas,
de forma que no se produzcan o se minimicen sus consecuencias. La ansiedad, pues, nos empuja a tomar
las medidas convenientes (huir, atacar, neutralizar, afrontar, adaptarse, etc.), según el caso y la naturaleza
del riesgo o del peligro. El peligro viene dado por la obstaculización de cualquier proyecto o deseo
importante para nosotros, o bien por la degradación de estatus o logros ya conseguidos. El ser humano
desea lo que no tiene, y quiere conservar lo que tiene.
La ansiedad pues, como mecanismo adaptativo, es buena, funcional, normal y no representa ningún
problema de salud.
Sin embargo, en algunos casos, este mecanismo funciona de forma alterada, es decir, produce problemas
de salud y, en lugar de ayudarnos, nos incapacita. ¿Qué factores pueden influir en que un mecanismo
normal, saludable y adaptativo deje de serlo?
Factores pre disposicionales
• Factores biológicos, algunos de ellos genéticos
• Factores de personalidad. Patrones de afrontamiento del estrés. Estilo de vida
• Factores ambientales. Aprendizaje. Contextos y apoyos sociales
Factores activadores o desencadenantes
• Situaciones o acontecimientos que son vividos como desbordantes de nuestros recursos
• Acontecimientos vitales de consecuencias graves o que exigen importantes esfuerzos adaptativos.
• Obstáculos para conseguir logros o que limitan nuestra capacidad para alcanzarlos o mantenerlos
• Consumo de estimulantes u otras drogas
Factores de mantenimiento, ligados a la gestión de la propia ansiedad
• El “miedo al miedo”
• La pérdida de condiciones o facultades, por la propia ansiedad, que dificultan el afrontamiento de los
problemas
• Soluciones intentadas que resultan contraproducentes
• La problematización de áreas inicialmente no conflictivas, como consecuencia de la propia ansiedad
• Afrontamiento insuficiente o erróneo de los problemas origen de la ansiedad.
• El establecimiento de mecanismos fóbicos
Los problemas de ansiedad se producen, normalmente, por una combinación de alguno de estos factores
durante un período de tiempo.