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OTOÑO 2010

CONTRATOS PARTE ESPECIAL


DEPARTAMENTO DE DERECHO PRIVADO
PROF.: DIEGO PARDOW

ESQUEMA DE CLASES: MANDATO


(Lun. 10-06-10, 8:30-09:40 hrs.)

Definición (art. 2116): “El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o
más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera”. De la
definición legal, se desprende que es un contrato. Si bien lo más usual es constituirlo por medio
del otorgamiento de un poder (“Por medio de este instrumento N.N. confiere poder a don...”), que
es un acto unilateral, es perfectamente posible convenirlo mutuamente. En el primer caso, el
mandato como contrato se perfeccionará al momento en que el mandatario asuma el encargo
(expresa o tácitamente), en el segundo desde el mismo momento en que se celebre el acuerdo.

1. ELEMENTOS

(a) Acto o idea de confianza de parte del mandante al mandatario.


(b) Idea de gestión de uno o más negocios.
(c) Gestión se hace por cuenta y riesgo del que efectúa el encargo.

1. (a) ACTO DE CONFIANZA

Es un contrato doblemente intuito personae, en que tanto la persona del mandante como la del
mandatario es esencial. Es precisamente esa confianza la que induce al mandante a celebrar el
contrato.

Este elemento se manifiesta, en primer lugar, en las causales de terminación del mandato (art.
2163):

- Muerte del mandante o del mandatario. La muerte no es un modo de extinguir las


obligaciones (por ej. si se pide un crédito, la obligación pasa a los herederos), pero en el
mandato las obligaciones no pasan a los herederos.

- Renuncia o revocación (sin perjuicio de la posibilidad de pactar irrevocabilidad).


Incluso el mandatario se puede retractar antes de iniciar el encargo (2124). Según el art.
1545, no se puede poner término a un contrato en forma unilateral.

El elemento fiduciario también se manifiesta en la naturaleza de la responsabilidad del


mandatario, que siempre responde por culpa leve (2129), aunque el mandato sea gratuito. Por
tanto, aunque el mandatario no tenga beneficio, igual responde por culpa leve.

Si es remunerado (y, por tanto, útil para ambas partes), la responsabilidad es más estricta (sin
pasar a culpa levísima). Según la regla del art. 1547, se debiera responder simplemente por culpa
leve, porque aquí el contrato tiene beneficio para ambas partes. Lo importante es que el
mandatario remunerado responde más estrictamente, aunque no se pase al grado de culpa
levísima, por lo que el deber de cuidado es mayor.

Por otra parte, si el mandatario repugnó el encargo y en cierto modo se vio forzado a aceptarlo, la
responsabilidad será menos estricta (sin pasar eso sí a culpa grave).

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Una consecuencia del carácter intuito personae es que el error en la persona del mandante o del
mandatario vicia el consentimiento (art. 1455).

1. (b) GESTIÓN DE UNO O MÁS NEGOCIOS

El mandato siempre implica una gestión de negocios, sea que recaiga sobre un negocio específico
o que sea general. Precisamente, es la idea de gestión la que hace la diferencia con otros contratos
como el arrendamiento de servicios y el contrato de trabajo.

Se discute cuál es el objeto del mandato o de la gestión y hay diferentes posturas:

 Sólo puede recaer sobre actos jurídicos: muy restringida y es obvio que el mandato puede
recaer también sobre otros actos que no son jurídicos sino materiales o económicos.
 Cualquier prestación posible y que no esté prohibida, sea que tenga o no significación
económica o jurídica: demasiado amplia e invade el ámbito de otras instituciones que no
implican gestión (por ej. arrendamiento de servicios).
 Actos jurídicos y de significación económica para el mandante: es la más aceptada.

Así, en general se acepta que el mandato recaiga sobre actos tanto jurídicos como materiales. Lo
importante es la idea de gestión, que implica hacerse cargo de negocios ajenos con cierto grado
de autonomía. La gestión puede consistir en:

 Conservación de un patrimonio
 Administración de una empresa, patrimonio o bien determinado
 Ejecución de un negocio o acto jurídico específico para el mandante (ej. compra de
un bien)
 Lo normal es que el mandato comprenda actos jurídicos y económicos.

1. (c) LA GESTIÓN SE HACE POR CUENTA Y RIESGO DEL MANDANTE

Los efectos del negocio finalmente quien los soporta es el mandante, ya que éste asume el riesgo
del éxito o fracaso de la gestión. Sea que se actúe a nombre propio o en representación, el
mandato siempre es por cuenta y riesgo del mandante, por lo tanto no es requisito que se actúe en
representación para que sea por su cuenta y riesgo. La única diferencia es que si existe
representación los efectos se radican directamente en el patrimonio del mandante y en caso de no
existir, los efectos jurídicos se radican en el mandatario, pero los efectos económicos igual se
radican en el patrimonio del mandante.

Por tanto, todos los costos, gastos, perjuicios o beneficios son de cargo del mandante.
Usualmente, la obligación del mandatario será de medio y no de resultado (art. 2158): aunque no
se logre el éxito de la gestión, el mandante igualmente queda obligado a dejar económicamente
indemne al mandatario y no se presume la culpa por este solo hecho, por lo que se deberá probar.

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El art. 2152 permite que el mandatario se haga cargo de la solvencia de los deudores u otro tipo
de contingencia, pero es una situación excepcional y requiere pacto expreso. Es una obligación
de garantía que afecta las relaciones entre el mandante y el mandatario (podría decirse que
desnaturaliza el mandato, porque la gestión no es por cuenta y riesgo del mandante), pero en las
relaciones con los terceros sigue habiendo un verdadero mandato.

Es posible que se pacte una remuneración proporcional al éxito de la gestión (por ej. abogados) y
en este caso el mandatario asume el riesgo de que la operación resulte beneficiosa. Sin embargo,
el riesgo del mandatario se refiere sólo a su remuneración, porque el negocio principal sigue
siendo de cargo del mandante (por ej. un juicio). Ahora bien, si el mandatario actúa a nombre
propio él asume el riesgo de insolvencia del mandante: estará obligado personalmente con los
terceros y sólo tendrá una acción personal contra el mandante.

2. MANDATO Y PODER DE REPRESENTACIÓN

El mandato es un contrato y el poder es un acto jurídico unilateral. Por ende, el mandato


genera obligaciones por sí mismo, en cambio el poder por sí sólo no genera obligaciones. Es
más, ni siquiera supone aceptación o conocimiento del apoderado.

El apoderado es libre de ejecutar el encargo, no está obligado a hacerlo. El mandato, como


contrato, sí genera obligaciones para ambas partes, porque implica aceptación del mandatario.
Por ejemplo, si simplemente se otorga poder para ejecutar diversos actos, el hecho de ejecutar
uno no implica la obligación de ejecutar los demás, salvo que el poder implique gestión de un
negocio.

Cuando se otorga un poder que implica una gestión y luego es aceptado mediante un acto de
ejecución, aquí el poder va a devenir en mandato (o al menos se regirá análogamente por las
reglas de éste), porque en definitiva la aceptación del poder implicará la formación del
consentimiento para el mandato. En caso contrario, el mero uso del poder no genera obligaciones
para el apoderado.

En el fondo, el poder regula la facultad de representación respecto de una persona, aunque no


haya gestión de negocios, en cambio el mandato regula las relaciones internas y externas. Así,
puede existir perfectamente poder de representación sin que exista mandato.

En principio, el mandatario puede actuar a nombre propio o en representación, el apoderado sólo


puede actuar en representación del poderdante.

Revisadas las diferencias entre el mandato y el poder de representación, podemos analizar la


relación entre:

3. MANDATO Y REPRESENTACIÓN

El mandato naturalmente implica representación, por lo que ésta es un elemento de la naturaleza


del mandato, pero nada impide que se prive de la facultad de representación. Por ende, hay una
relación contingente pero no necesaria (no es elemento de la esencia).

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Es más, aunque se tenga la facultad de representación, el mandatario igual puede actuar a nombre
propio, salvo que tenga instrucciones de actuar de manera diversa, ya que en este caso incumplirá
el mandato, pese a encontrarse dentro de los límites de su gestión. Por ende, el mandato es más
amplio que la representación, porque puede o no incluirla.

Si se actúa en representación, los actos ejecutados producen efecto inmediato en el patrimonio del
mandante, como si hubiese contratado por sí mismo: art. 1448 y 2160

Si se actúa a nombre propio, hay 2 relaciones totalmente distintas:

 Mandante con terceros: mandante no tiene ninguna responsabilidad (salvo casos


excepcionales de responsabilidad extracontractual); y
 Mandante con mandatario: éste le debe traspasar el negocio y los efectos se radican en el
patrimonio del mandante.

En este caso, los efectos económicos se radican en el patrimonio del mandante, pero los efectos
jurídicos en el del mandatario, quien deberá traspasar el negocio a aquél.

En el derecho chileno las fuentes de la representación son:

 La ley: representantes legales de personas naturales (por ej. padre) y órganos de


personas jurídicas (por ej. directorio de la S.A.), que no actúan por mandato sino que es la
persona misma la a que actúa;
 Poder de representación: acto jurídico unilateral; y
 Mandato con representación.

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