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Resumen
De otro lado, tiene que ver con los vacíos históricos que desde la era esclavista y colonial
originaron a la nacionalidad y a sus ciudadanos. En este momento histórico las
comunidades fueron en gran manera deshistorizadas y minimizadas. La pluma de los
esclavistas eurodescendientes, criollos y católicos no tenía una mirada diferente de las
poblaciones que no tuviera el firme objetivo de animalizarlos, cristianizarlos, despojarlos
de la africanía, estereotiparlos, cosificarlos, racializarlos, poner en el conflicto entre sí,
hacerlos sentir cada vez más ajenos a este continente, nacionalidad y región.
Indudablemente, es una manifestación de una ignorancia concienzuda de una etnicidad
dominante mestizo-criolla. Es por esta razón, en los contextos escolares aún el tema de los
africanos y los hijos de la diáspora sigue reducido a fueron traídos como esclavos y en
algunos textos aparece y dejaron su folklor. Entonces, además de una radical negación al
afro como constitutivo de las Américas, se evidencia la total reducción de lo que estas
comunidades han significado para las sociedades del continente.
Es importante anotar que en los momentos de las gestas libertarias también se acudió a los
aportes como elemento fundamental para generar procesos de libertad para las personas
sometidas al abominable proceso de la esclavización. Es así como muchos y muchas
personas afros, se unen a las gestas independentistas poniéndole el pecho al cañón para
lograr la llama de la libertad. Sin embargo, los ríos de sangre de las comunidades, hombres
y mujeres no fueron suficientes para los esclavistas herederos, criollos, para alcanzar este
firme propósito. Es evidente la ideología esclavista de Simón Bolívar, aunque hoy aparezca
como un héroe de la patria. De igual manera, se entrevé lo opuesto que eran los caminos de
las independencias y la libertad para los sometidos. Hoy, vuelve a sonar con una fuerza
impresionante el tema de los aportes. ¿Será que esta vez sí será suficiente para la élite
mestizo- criolla colombiana, antioqueña y medellinense? ¿Será que poner en escena los
aportes o contribuciones de la comunidad afro a la nación, Antioquia y Medellín permitirá
generar procesos de igualdad de derechos, equidad, justicia social, no racismo, no
discriminación para estas comunidades? o ¿porque no devolver la pregunta? ¿Que han
aportado los mestizos a la consolidación de la nación? ¿Que han aportado los mestizos a la
construcción de Medellín y Antioquia?
En este orden de ideas, dar una mirada a la historia Antioqueña y medellinense debe llevar
a unas rupturas epistemológicas e históricas, la cual se resume de la siguiente manera: Lo
afro es constitutivo a lo antioqueño y lo medellinense. Es decir, el desarrollo histórico a
nivel político, económico, cultural y social de este departamento y ciudad no son posibles
sin la participación y el rol de la comunidad afro. De igual manera, implica profundizar en
la de-construción de lo paisa, ya que éste entra n total conflicto con las diferencias, lo
permite un dialogo horizontal.
“Si se admite el origen polinesio de los aborígenes americanos, se tiene que aceptar que la
sangre y la cultura negroides están presentes en estas tierras desde épocas precolombinas”
(Mosquera, 1999, pag. 45). En el contexto Americano ya se ha evidenciado la presencia de
las comunidades afros desde épocas pre-coloniales, lo cual sustenta más la tesis “la
comunidad afro es constitutiva de América y de las naciones que la componen”. Pero ¿de
dónde vienen entonces las concepciones de los afros como foráneos y que tiene que dar
cuenta de aportes?
Para algunos autores como Santiago Arboleda, el discurso de los aportes proviene desde la
era colonial en donde Simón Bolívar, apurado y frente a una probable derrota, establecía el
precio para el esclavizado poder obtener su libertad. Entonces, las personas africanas, los
hijos e hijas de la diáspora, dicen cínicamente, tenían que poner su sangre para alcanzar
este propósito. El para algunos, héroe de la libertad e independencias, pero para otros gran
esclavista y traicionero, Simón Bolívar en sus contradicciones frente a los procesos
libertarios, cuando decretaba la leva en 1820 en el Perú se preguntaba lo siguiente “¿será
justo que mueran solamente los libres por emancipar a los esclavos? ¿No será útil que estos
que estos adquieran sus derechos en el campo de batalla y que se disminuya su peligroso
número por un medio poderoso y legítimo? hemos visto en Venezuela morir la población
libre y quedar la cautiva, no sé si esto es política, pero sé que si en (Colombia) no
empleamos los esclavos sucederá otro tanto” (Reid, 2007. Pag, 108).
El continente Americano y las naciones que lo constituyen no son posibles sin las
comunidades africanas y afroamericanas. La consolidación del territorio Antioqueño como
sinónimo de prosperidad y de oportunidades no es posible sin el conocimiento, las ciencias,
sabiduría de las comunidades afros. Inicialmente, bajo el proceso de la esclavización son
las comunidades afros las que maximizan la economía colonial sobre la cual se fundaron las
naciones en América, para el caso del Estado de Antioquia no fue la excepción.
A partir de 1544 la corona española dio autorización para la introducción de africanos para
el laboreo de las minas y las haciendas de Popayan, Anserma, Cartago, Santa fe de
Antioquia, Buriticá, Cáceres, Zaragoza, Remedios, Guanmocó, SImití y otras ciudades del
cañón Caucano...De Zaragoza, que fue el principal centro esclavista de Antioquia en el
xiglo XVI...(Mosquera, 1999. pag, 48). “Desde mucho tiempo antes, los esclavos africanos
se convirtieron en predominantes en las minas, las cuales eran el soporte principal de la
economía antioqueña. La industria minera en Antioquia tuvo dos fases principales. En el
siglo XVI, los indígenas y luego numerosas cuadrillas de esclavos fueron usados
especialmente para los lavaderos de oro intensivos de los depósitos mineros en las tierras
bajas al nororiente de la region alrededor del bajo río Cauca y del río Nechí: Zaragoza era
el mayor centro minero con tres mil esclavos y trescientos mineros blancos, según se decía
en 1617 (West, 1952 citado por Wade, 1997, pag. 105). En este sentido, “dado que la
motivación principal tanto del “descubrimiento”, como de la conquista y el colonialismo
ibéricos, fue la búsqueda del oro. Estos desde el primer momento incluyeron africanos en
sus expediciones y asentamientos, no solo por su fortaleza, sino ante todo por su
calificación en la minería, agricultura y otras artes relacionadas con estas empresas;
convirtiéndose en fuerza de trabajo fundamental en la medida que fue reducida
drásticamente la población indoamericana, por los malos tratos y métodos crueles de
esclavitud practicados por los ibéricos” (Mosquera, 1999, pag. 46).
Que las personas y los pueblos forjen formas identitarias sólidas es fundamental para su
desarrollo social, cultural, económico y político. Sin embargo, hay una preocupación
grande por las personas y pueblos que generan identidad fundamentada en la violencia, la
no aceptación, valoración ni respeto por las diferencias que la constituyen.
“La identidad de lo paisa no se formó simplemente en torno a las arepas y a los carrieles:
también apareció el concepto de “raza antioqueña”, un concepto sintético de particularidad
étnica y racial, o más precisamente, pureza” (Wade, 1997. pag, 108). Algunas personas y
mucho más los que se autodenominan como paisas, será dificil comprender la base histórica
y el porqué de la oposición frente a esta forma identitaria. ¿Cómo transformar o romper con
una tradición tan arraigada en las personas de todas las clases sociales mestizas y demás
etnicidades que la validan o reconocen? La constitución de lo paisa puede considerarse
como una ideología que de manera radical niega lo afro. Esto quiere decir, la construcción
socio-histórica de lo paisa es verticalmente intolerante, racista, sexista y xenófobo con
relación a lo afro e indígena. Es válido decir que es mucho más cortante con la población
afro que con la Indígena.
El racismo sistémico que golpea con gran fuerza a las comunidades afrocolombianas es uno
de los principales agentes que han perpetuado el desplazamiento y destierro de estas, casi
convirtiéndolo en algo inherente a la los hijos de la diáspora africana en Colombia. La
desigualdad social y económica de las comunidades afros con relación a las comunidades
mayoritariamente mestizas es notoria. Los índices más bajos a nivel de necesidades básicas
insatisfechas están en las regiones de mayor presencia afrodiaspórica. La región del
pacífico y la costa atlántica cada vez muestran menos desarrollo y calidad de vida; en este
orden departamentos como el Chocó de la región pacífica hace varios años por reportes del
PUND (2006-) viene mostrando altos índices de mortalidad, morbilidad, miseria, pobreza,
baja esperanza de vida, baja calidad educativa y en salud, entre otras, sin que los gobiernos
nacionales asuman una política de Estado a nivel económico y social que transforme de
manera radical esta realidad. Para el año 2011, este departamento desterrado de Colombia,
vuelve a repetir; esta vez gano el premio “el departamento más pobre de Colombia”. Sin
embargo, resulta paradójica esta nominación porque los gobiernos siguen empeñados en
brindar más concesiones a multinacionales, en tanto para el año 2010 se incrementaron
estas en un 80% y de manera igual la producción aurifera y platinifera. Pero ¿porque un
departamento con la riqueza mineral, hídrica, en flora y fauna, entre otras no puede ser un
lugar prospero para su gente mayoritariamente afro?
Indudablemente, este caos creado por las élites colombianas, antioqueñas y la participación
de unos muñecos locales que se parten la torta, esta ligado al racismo sobre el cual se funda
el estado nación colombiano y demás estados americanos. Entonces, esta realidad va a ser
una de las principales fuerzas de violencia que destierran a las poblaciones afros hacia las
principales ciudades del país en búsqueda de mejor forma de vida. Inicialmente, ante el
crecimiento económico e industrial de Antioquia que requería de una mano de obra como
afirma Mosquera (1999, pag 49) “en el aspecto económico el elemento africano ha sido
fuerza de trabajo fundamental tanto en la minería que fue la primera industria antioqueña,
desde la época precolombina con los katios, Ansermas y Quimbayas, como en la ganadería,
la agricultura, la artesanía, el trabajo doméstico, las construcciones civiles, el comercio, la
arriería y el transporte en sus diferentes modalidades, la industria moderna etc. y la cultura
en general”.
Hablar de los afros en Antioquia, obliga el tema de la relación con el departamento del
Chocó a nivel político, social, cultural y económico desde las gestas independentistas en la
era colonial hasta nuestros días. Este último ha tenido un papel determinante en el
desarrollo Antioqueño, podría afirmarse que el desarrollo de Antioquia de alguna manera
ha sido proporcional al deterioro social, económico, cultural y político del departamento del
Chocó. Sino igual, muy similar a lo que Walter Rodney sustenta sobre cómo se da el
desarrollo europeo y sus implicaciones en el subdesarrollo africano. Las relaciones
históricas entre estas dos comunidades han hecho de este departamento uno de los
principales centros de albergue para las poblaciones afro que emigran del Chocó en busca
de mejores formas de vida. En este sentido, muchos de los primeros normalistas y
profesionales afrochocoanos emigran hacia Antioquia.
Existe otra fuerza que ha propiciado el desplazamiento de las comunidades afro al territorio
antioqueño. Los conflictos entre el partido conservador y liberal en la guerra de los mil días
produjo una ola de desplazamiento afro al valle del Aburrá. Hoy pobladores afros de
Medellín en edad mayor pueden dar testimonio. El conflicto político militar colombiano
atravesado por la lucha entre varios actores, fuerza paraestado, guerrillas, narcotraficantes,
multinacionales, por el territorio y las riquezas mineras, floral, hídrica, y en fauna que estos
contienen, es la principal fuerza que ha generado nuevos procesos de diáspora afro a nivel
del país, donde el Chocó tiene el mayor número porcentual de personas en condición de
desplazamiento forzado.
El gobierno actual se ha empeñado en reconocer solo las cifras del DANE, las cuales
muestran que en Colombia existen 800.000 personas en condición de desplazado. Sin
embargo, La Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) y la
Conferencia Episcopal de la iglesia católica insisten que esa cifra supera los 3,8 millones de
personas.
En este orden, la organización y lucha de nuestras comunidades debe tomar siempre como
focos fundamentales, la lucha contra el racismo sistemático, la discriminación racial y
étnica, la colonización mental, los derechos étnico-territoriales, la cultura propia, entre
otros que se pueden derivar. Esto no es encerrarse en el particularismo sino, no cometer los
errores de nuestros héroes y heroínas que dieron todo por todos y todas en América y en
estas naciones y terminaron siendo sacrificados vilmente por los que en un momento fueron
“compañeros de lucha”, solo cuando reclamaban por ejemplo la libertad para sus
congéneres afros. Si bien no podemos ser siegos, sordos y mudos ante las luchas de clase,
no podemos perdernos, aplazar o desplazar la étnica y racial. Como lo ilustraría Aimé
Casaire “hay dos maneras de perderse: por segregación amurallada en lo particular o por
dilución en lo universal. Mi concepción de lo universal es la de un universal depositario de
todo lo particular, depositario de todos los particulares, profundización y coexistencia de
todos los particulares”. (Césaire, p. 11). Esta claridad en la lucha la ilustraría nuestro
Héroe José Prudencio Padilla a portas de la muerte, los afros asumimos banderas ajenas
creyendo que son nuestras propias banderas.
Nuestra lucha debe ser dinámica-multiforme y por ende tener muchos focos, y tratar de
superar las estrategias del opresor que son también múltiples y dinámicas. En este orden de
ideas, no podemos pretender que una oficina de asuntos étnicos o una gerencia de
negritudes resuelvan los problemas agudos creados para la población afro. Entonces, ¿qué
organizaciones en Medellín se están pensando el tema de las viviendas desde la secretaría
correspondiente? ¿Cuáles están pensándose el tema de la salud en nuestros territorios?
¿Quienes trabajan por los adultos mayores? ¿Qué organizaciones trabajan el tema de las
mujeres? ¿Qué corporaciones están tratando el tema de la juventud? ¿Quiénes están en la
lucha por el trabajo? ¿Quiénes están en la lucha por los derechos humanos y étnico-
territoriales? ¿Quiénes están pensándose el tema de la niñez en situación de calle? ¿Quiénes
están pensándose el tema de la comunidad LGTB afro? ¿Quiénes están pensándose el
posicionamiento político y representativo afro? ¿Quiénes están pensándose la
transformación estructural de la escuela a todo nivel? ¿Quién se piensa el desplazamiento
forzado nacional e interno? ¿Quién se piensa el tema del deporte y la recreación? Pero si se
preguntan, quienes están preguntándose el tema cultural (reducido a lo artístico)
probablemente todos o la mayoría y pretenden que lo cultural encierra todo, de esta manera
creen que una de estas secretarias debe resolver el problema, cuando sistemáticamente no
es así. No podemos en este sentido nadar contra la corriente. Creo que si encontramos
doliente para cosas específicas y puntuales los efectos de nuestra lucha generaran
transformaciones radicales a corto, mediano y largo plazo, pero todas no se quedaran entre
las voluntades de las administraciones. Además, llegaría el día donde todos y todas
saldríamos en un bloque por nuestros derechos. La moña se está tejiendo.
Bibliografía
Mosquera Rentería, José Eulicer. Aportes del Negro a la Sociedad Colombiana. Serie
Etnoeducación, Edición Ampliada. Medellín, Agosto de 1999.
Wade, Peter. Gente Negra Nación Mestiza: Dinámicas de las Identidades Raciales
Colombianas.