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VÍNCULOS AFECTIVOS E INTERACCIONES:

LA RELACIÓN DEL NIÑO CON SUS PADRES Y CUIDADORES

Las relaciones que se establecen entre los bebés desde su nacimiento con sus
padres, así como con sus cuidadores, además del vínculo afectivo (Apego) que
se tiene con ellos en sus primeros años de vida; son determinantes para el
desarrollo posterior y adecuado de su personalidad. Las experiencias e
interacciones de los niños con sus cuidadores durante la primera infancia son
determinantes en sus conductas, ya que de la calidad de los vínculos e
interacciones depende el establecimiento de una base segura para relacionarse e
interactuar con el mundo.
El niño se va formando toda una serie de esquemas mentales que se hace de sí
mismo y del mundo que le rodea, las relaciones de apego desarrollarán en él
patrones de autoestima, seguridad y confianza en sí mismo y en los demás.
El apego seguro y las interacciones se relacionan con la inteligencia, el
rendimiento académico, la autoestima, el comportamiento social, la expresión de
emociones positivas, la habilidad para la solución de conflictos, el establecimiento
y mantenimiento de amistades, la conducta escolar, la calidad de la futuras
relaciones, etc.. Por otro lado, el apego inseguro se relaciona con problemas como
la ansiedad, depresión, conflictos sociales, conductas agresivas, etc.
Los adultos cuyo cuidador ha sido una fuente de seguridad y de regulación
adecuada de las emociones, valoran más la calidad de sus relaciones
interpersonales y está caracterizada por una mayor afectividad, empatía y
bienestar. Un adulto con apego seguro será aquel que busque la proximidad de
los demás, es seguro de sí mismo y mantiene relaciones caracterizadas por la
felicidad, la confianza y la amistad.
Un individuo cuyos padres hayan sido rechazantes y siente que de alguna forma
no supieron atenderle y sobre todo quererle, es muy probable que haya
desarrollado un modelo del yo en el que se percibe como carente de valor para los
demás e incapaz de obtener amor y cariño. Por el contrario, los adultos que han
confiado en sus padres, se caracterizan por confiar en los demás y buscan la
proximidad de los otros. Estos individuos presentan menos sintomatologías
depresivas, son menos ansiosos, en menor porcentaje consume drogas,
presentan menos desordenes de alimentación y de personalidad.
CARACTERÍSTICAS PERCEPTIBLES DE UNA MADRE CON APEGO SEGURO
PARA SUS HIJOS

 Sensibilidad de la madre ante las señales del niño, es decir, siempre está alerta de
su hijo. Una madre sensible capta las señales del niño respondiendo de forma
apropiada. El hijo aprende así a confiar en ella. Imaginemos a una madre sensible
que se da cuenta de que su hijo no sonríe cuando lo baña como en otras
ocasiones, la mamá es sensible a su sonrisa e interactúa con él hablándole y
sonriéndole.

 Se involucran más con sus hijos, participa con él en sus juegos, le proporciona
aquellos adecuados para su edad. Se implica constructivamente en el juego libre
con el niño y lo enfrenta por ejemplo a la ordenación posterior de los juguetes de
una forma positiva, utilizando un tono afectuoso de su voz, pocas expresiones
verbales de control. Por ejemplo:

-¿Qué te parece mi chiquitín si ahora recogemos juntos los juguetes? Muy bien,
mamá está muy orgullosa de ti.
Frente a una madre controladora y más colérica que se dirigiría al niño con un
tono de voz menos afectuoso y sensible:
“Bueno, ahora ya sabes lo que toca: recoger”.

 Apoyan emocionalmente a sus hijos.


 Construyen una atmósfera relajada en el hogar.
 Existe un contacto físico muy apreciado por la madre, le gusta abrazar a su bebé.
Importancia del vínculo y las interacciones del niño con los demás.

La interacción social es un factor determinante en el desarrollo de los niños y


niñas por lo que debe fomentarse desde muy corta edad.

Durante la primera infancia tiene lugar el proceso de socialización más intenso e


importante de interacción ya que es este el periodo en el que el ser humano es
más apto para aprender. Desde que se nace se está aprendiendo, se mira, huele,
toca, siente, saborea, imita, experimenta; lo cual se continúa haciendo toda la
vida. Así como no todos los niños gatean, caminan o hablan a la misma edad,
tampoco para aprender hay una edad fija. Los niños suelen diferir en su ritmo de
aprendizaje, por lo cual es importante ofrecerles estímulos y experiencias que
contribuyan al desarrollo del mismo, puesto que el proceso de aprendizaje,
desarrollo e interacción lo realizan los propios niños.

Este proceso mediante el cual los niños aprenden a diferenciar lo positivo de lo


negativo en su comportamiento se llama socialización. Mediante la socialización
se espera que los niños aprendan que las mentiras, los delitos y agresiones son
factores negativos, y que la cooperación, la honestidad y el compañerismo son
factores positivos. Algunas teorías sugieren que la socialización se aprende a
través de la imitación o de un proceso de premios y castigos. Sin embargo, es
necesario destacar el papel de las variables cognitivas y perceptivas, del
pensamiento y el conocimiento, ya que la madurez social es la reguladora de la
comprensión de las reglas del comportamiento social que varían de acuerdo a las
situaciones vividas.

Es de gran importancia enfrentar a los niños constantemente a diversos


ambientes, tales como el ambiente familiar, escolar, entre otros, ya que la
socialización durante la infancia es una introducción al desarrollo que el niño podrá
adquirir a medida que vaya creciendo, el cual dependerá del medio en el que se
desenvuelva y enfrente a nuevos y diversos tipos de comportamiento que hasta
entonces serán comprendidos.

Fuente: http://psicologosoviedo.com

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