Está en la página 1de 7

EL TAYLORISMO Y EL

FORDISMO
Daniela Cardozo Castellanos

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA - FCE


DERECHO DE LAS RELACIONES LABORALES
SISTEMAS DE PRODUCCIÓN: TAYLORISMO Y FORDISMO

El proceso de reestructuración, desarrollo, surgimiento y consolidación de un nuevo


modelo productivo ha sido permanente a lo largo de la historia; y ha respondido, muchas
veces de manera tardía, a las necesidades apremiantes del modelo económico global. Desde
los primeros estudios sobre los métodos de producción atribuidos a los padres de la teoría
de la administrativa Taylor y Fayol, hasta las nuevas formas de trabajo en un mundo
globalizado, la necesidad de consolidar un método productivo lo más eficiente posible ha
sido la preocupación de los empresarios y administradores desde los inicios de la
Revolución Industrial en el siglo XVIII.

Más allá de las diferentes perspectivas que se asumen, las teorías sobre nuevos
modelos de producción y organización del trabajo han planteado, a menudo, visiones
evolucionistas de desarrollo que supondrían la existencia de diferentes “etapas de
transición” hacia las “nuevas” formas de producción (Frassa, 2008). En este sentido, es
necesario revisar los primeros modelos existentes, puesto que es a través del entendimiento
de su formulación y el contexto en que se han desarrollado dichas teorías que se gestó, en
su momento, una revolución de la forma en que se concebía el trabajo y la producción;
puesto que, a su vez sirven como punto de partida para entender loas nuevas formas de
producción, que en una economía cambiante surgen como respuesta a las necesidades de la
economía global.

El presente ensayo muestra una breve revisión bibliográfica de las teorías de


producción propuestas por Taylor y Fayol, y su influencia en los métodos de producción en
la actualidad, además de un análisis de las características que hoy en día se conservan de
dichas formas de empleo, y que estructuran las nuevas formas de producción conforme a la
evolución de la economía globalizada y sus respectivas características. En una primera
parte se ilustrará la teoría de Taylor sobre la administración científica, seguido de la teoría
propuesta por Fayol que evoluciona posteriormente a lo que se conoce como el Fordismo;
en una tercera parte del ensayo se procede hacer un análisis comparativo de dichas teorías.
Finalmente, se presentan conclusiones y una perspectiva sobre las características de estas
teorías de producción y organización laboral que se conservan en la modernidad.

El concepto de taylorismo procede de los postulados del estadounidense Frederick


Winslow Taylor, un economista e ingeniero nacido en 1856 y fallecido en 1915. Taylor
ideó un método para organizar la actividad laboral que se basa en la especialización de los
trabajadores, el control del tiempo destinado a cada actividad y la división de tareas. En
palabras de Taylor: “el remedio de la ineficiencia es la administración sistemática, la
administración es una verdadera ciencia, que descansa sobre la base de leyes, reglas y
principios claramente definidos, estos principios son aplicables a todas las actividades
humanas” (Taylor, 1911).

El propósito de Taylor no era otro que el de aumentar la eficiencia de los


trabajadores con el fin de aumentar el beneficio, desde su punto de vista, en el momento en
que se aumentaba el beneficio del patrón también aumentaba el beneficio del obrero, de
manera que se alcanzaba el más alto grado de perfección para que la prosperidad pudiese
ser permanente y replicada en todas las industrias, lo que se traduciría en consecuencia en
una prosperidad generalizada para toda la sociedad norteamericana.

En primer lugar, es necesario entender un poco el contexto histórico en que se


desarrolló los planteamientos de Taylor; a inicios del siglo XIX, a pesar de la poca cantidad
de países industrializados, el capitalismo se convirtió en un sistema mundial que dejaba a
pocas áreas que no estuvieran bajo su influencia. El mapa del mundo comenzaba a cambiar,
concentrándose la población en las ciudades, que se convirtieron en el símbolo del
capitalismo y en el escenario de las fábricas y la industrialización. La expansión del
capitalismo industrial también estuvo ligada a la aceleración del proceso tecnológico; cada
vez fue más estrecha la relación entre ciencia, tecnología e industria; sin embargo, la mano
de obra calificada era escasa.

La visión que tenía Taylor sobre sus trabajadores fue un determinante en la creación
de sus principios de administración científica, puesto que él pensaba que los obreros era
holgazanes por naturaleza, en sus palabras “La simulación del trabajo es el peor defecto de
la clase trabajadora, su eliminación y la de sus causas rebajaría de tal modo los costos de
producción que desarrollaría una ventaja competitiva” (Taylor, 1911).
Para ello, lo que hace el taylorismo es dividir el trabajo en diferentes secuencias y
registrar el tiempo que lleva cada una. Cada obrero trabaja en una secuencia: es decir, no se
encarga de los diferentes pasos implicados en el trabajo. Así se especializa en una única
etapa del proceso productivo. Un proceso complejo, de este modo, se divide en varias
tareas más simples. El trabajo de cada obrero es cronometrado para minimizar la pérdida de
tiempo, o como era denominado “los tiempos muertos”. El taylorismo también se apoya en
el pago por productividad, impulsando al obrero a trabajar más rápido. Los estudiosos del
taylorismo coinciden en subrayar que el mismo generó una notable cantidad de cambios en
el ámbito de la industria (Pérez y merino, 2016).

En resumen, la administración científica consiste en la combinación de los


conocimientos antiguos reunidos, analizados, agrupados y clasificados en leyes y reglas de
manera tal de constituir una ciencia; acompañada de un cambio mental y recíproca entre los
trabajadores y la administración, hacia las personas y hacia sus respectivos deberes y
responsabilidades. Esto trajo como resultado que los obreros se especializaran, aumentando
así su destreza y, por tanto, la contribución que realizaban a la producción y beneficios de
la empresa en cuestión. Además, dio la oportunidad de que se pudiera tener más control
sobre el trabajo en planta de los distintos operarios. Y finalmente, permitió que gracias a la
división de trabajo en la que se basaba, se pudiera conseguir reducir los costos y
reorganizar mucho mejor las tareas.

Ahora bien, una segunda perspectiva de la restructuración sobre los modelos de


producción que se vivió durante los primeros años del siglo XX viene por parte de los
planteamientos propuestos por Fayol. Los 14 principios generales de la administración
propuestos por Fayol en su libro, Administración General publicado en 1916, son más
flexibles que los anteriormente propuestos por Taylor, sin embargo, suponen ser un
instrumento por el cual se pueda producir más y mejor con el mismo esfuerzo, de tal
manera que se crean capacidades que forman el valor del personal de las empresas.

En consecuencia, se constituye una forma de producción denominada fordismo; que


se basa en la producción en serie y el uso de la línea de montaje. La idea es que el
trabajador no deba desplazarse para realizar su tarea, sino que las piezas lleguen hasta él a
través de una máquina que permite el desarrollo continuo de la producción.
Es necesario considerar que el fordismo, al igual que el taylorismo, introdujo una
serie de cambios notables como la constitución de la producción en masa. Además, dio la
oportunidad de que existieran unos precios más bajos de los productos al llegar al mercado,
y permitía el poder conseguir una mayor capacidad de ganancia; finalmente los procesos de
trabajo se volvieron mucho más mecanizados.

Se trataba de una producción cronometrada, con ritmo controlado, producción


homogénea, que buscaba que, como dijo Ford, la opción del consumidor fuese escoger
entre un auto Ford, color negro, modelo T u otro auto Ford, color negro, modelo T. La línea
de montaje, concebida en ritmo seriado, rígido y parcelado, generó una producción en
masa, que objetivaba la ampliación del consumo también en masa, por operarios cuyos
salarios también fueron incrementados. (Antunes, 2009).

El taylorismo y el fordismo constituyen en la actualidad, las formas más difundidas


y generales de los procesos de trabajo en las sociedades capitalistas desarrolladas, no sólo
difundidas ampliamente en términos cuantitativos, sino también fundamentales en términos
cualitativos. Pues a pesar de las “islas de automatización” importantes que, progresiva e
irrefrenablemente se apoderan de los procesos laborales, las figuras taylorista y fordista
siguen siendo aún hoy las modalidades predominantes de los procesos industriales básicos
de las economías más desarrolladas.

Muchas grandes empresas y multinacionales, sobre todo de los países con mayor
producción industrializada, como China y Estados Unidos, utilizan los principios de
administración científica y la organización laboral propuesta por el fordismo, ampliamente
generalizado en industrias como la manufacturera que produce en masa para satisfacer la
demanda global, e incluso en el sector de servicios que ahora llegan a cualquier parte del
globo. Son modelos vigentes dada su notable incidencia en la tasa de ganancia para las
empresas, a pesar de que estos modelos han sufrido necesarias modificaciones, puesto
tienen grandes críticas por su marcada deshumanización y maquinización del obrero, cosas
que van en principio en contravía con la protección de los derechos fundamentales del
hombre.
Después de los diversos y prolongados movimientos sociales vividos alrededor del
mundo durante la segunda mitad del siglo XX, las condiciones laborales han sufrido
diversos cambios. Adicionalmente, el incremento constante de complejidad del entorno de
las organizaciones, el aumento paulatino de competitividad de los mercados, el desarrollo
de las nuevas tecnologías de información y comunicación, y el nuevo escenario
globalizado, han generado desajustes en la eficacia empresarial basada en la gestión rígida
y controlada del sistema taylorista.

Por tanto, se hace necesario revisar la vigencia de los modelos productivos como el
taylorismo y el fordismo en el contexto globalizado actual, que no es aplicable a cabalidad
por las nuevas condiciones laborales adoptadas tras los avances realizaos por la OIT y los
defensores de Derechos humanos que diariamente velan por mejorar dichas condiciones
conforme cambian las dinámicas laborales en el mundo capitalista moderno.

Referencias Bibliográficas

Aguirre, C. (2008). “Los procesos de trabajo taylorista y fordista. Notas sobre la


hiperracionalización del trabajo y la caída de la tasa de ganancia”. Mundo siglo XXI
No. 11, pp. 21-54.

Antunes, R. (2009). “Diez tesis sobre el trabajo del presente, y del futuro” CLACSO.
Buenos Aires. Disponible en:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20160216040822/04.pdf

Frassa, J. (2008). “Tendencias globales y locales en los nuevos modelos de producción y


organización del trabajo. Apuntes para la discusión”. En: Revista Trabajo y
sociedad No. 11 vol. XX Argentina.

Neffa, J. (1999). “Crisis y emergencia de nuevos modelos productivos”. CLACSO. Buenos


Aires. Disponible en:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20101102030206/5neffa.pdf

Pérez, J. y Merino, M. (2016). “Definición de Taylorismo”. En: Definición.de. Disponible


en: https://definicion.de/taylorismo/
Taylor, F. (1911). “Principios de administración científica” Editorial Ateneo: Buenos Aires,
1973.

También podría gustarte