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COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HOS (EINES Y METODOS DE LA EDUCACION DEL PUEBLO) CARTAS DIRIGIDAS A GESSNER VERSION ESPANGLA DE JOSE TADEO SEPULVEDA PREAMBULO Cémo Gertrudis ensefia a sus hijos es un libro de Pestalozzi es- crito en 1801. Se propone corregir la educacién memorista, drida ¢ intelectualista de su tiempo. Para ello ensaya, experimenta y perfec- ciona un sistema, un método, una técnica que educa a {a vez el in- telecto, el corazén y la mano. Su principio. pedagdgico, o su gran descubrimiento, es el ejercicio y uso de la intuicién. .Pestalozzi no utiliza una psicologia de Jas facul- tades, sino se sirve de una ‘psicologia de las estructuras mentales, de los procesos tipicos de Ja psique, que él Hama “operaciones del es- piritu”. En este libro habla de sus ideales, de sus principios cientificos y de sus experiencias, con autocriticas, con mimo y satisfaccién. Ast se ufana aqui Pestalozzi, de que todos sus contempordneos reconozcan sus principios educativos fundamentaies, a saber: a) Cultivar iniensivamente las operaciones del espiritu, y no sélo extensivamente. b) Unir enteramente la ensefianza toda, al estudio de la lengua. ¢} Tratar de proporcionar a todas las operaciones del espfritu, datos o ribricas, epigrafes o ideas guiadoras. d) Simplificar el mecanismo de ja ensefianza del estudio. ¢). Popularizar las. ciencias. }) Escribir y difundir modernos libros de texto para los alum- nos, aun para los nifios pequefios de 3. y 4 afios, con sus correspon- dientes guias diddcticas para las madres y los maestros, Este libro renovador en més de un punto, con razdn ha recibido los mds grandes elogios y a la vez las mas duras criticas de todos los tiempos. Ahora se publica segtin la cldsica traduccién al castellano de don José Tadeo Sepiilveda, hecha. con-.toda ciencia y paciencia, y publicada en Dresden, Alemania, el afio de 1888, entendidos de que Cémo Gertrudis ensefia a sus hijos, es ek libro fundamental de la obra de Pestalozzi, pues en 1 se encuentran las reflexiones bdsicas sobre los principics generales de Ja educacién del pueblo, tanto como las regias principales sobre la ensefianza y el aprendizaje, sunque nunca aparezca la figura de Gertrudis, Ia maestra perfecta. { Ei 2 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI CONTENIDO DE LAS CARTAS Carta I: Contiene algunos datos biogrdficos de Pestalozzi. En ella declara el autor que va a dat publicidad a sus ideas sobre la educacién del pueblo. Declara que aspira a cegar las fuentes de la miseria en que el pueblo se hallaba. Para llegar a este cono- cimiento y a estas conclusiones, afirma Pestalozzi que ha vivido en compafiia de 50 nifios, hijos de pordioseros, compartiendo el pan con ellos y viviendo como un mendigo, para ensefiar a los mendigos a vivir como hombres . . . Aqui describe los principios elementales de toda instruccién y de toda actividad intelectual. Carta II: Cuenta Pestalozzi su alianza con Kriisi, y su amistad desde entonces con Tébler y Buss. Aqui se incluye un juicio de Tébler sobre Ja obra de Pestalozzi y algunas observaciones de Kriisi sobre el método del maestro. Carta III: Refiere Pestalozzi el juicio de Buss sobre su sistema pe- dagégico. Carta IV: Trata del desenvolvimiento de las facultades intelectuales - y de la intuicién, como origen de los conocimientos. Carta V: Se exponen las leyes psicolégicas sobre las que descansan los principios anteriores. Carta VI: Desenvuelve Pestalozzi el concepto de intuicién. Carta VII y VIII: Se aplican los principios generales, a la ense- fianza elemental del lenguaje, de la forma y del célculo. Cartas IX, X y XI: El autor reitera tesis anteriores y hace desarro- Ilos nuevos en algunos aspectos. Carra XII: Plantea la necesidad de cultivar en el hombre las di- versas facultades, y aplicar las facultades intelectuales y las ffsicas a los diversos grados de la actividad, tomando en citenta la vida social y el ejercicio de una profesién. Cartas XIII y XIV: Tratan de la educacién de los sentimientos mo- rales y religiosos, CARTA I IMPRESIONES DE PESTALOZZI SOBRE SU VIDA Y SUS PRIMEROS ENSAYOS BuRGDORF, dia del afio nuevo de 1801. Mi querido Géssner: * Td me dices que es ya tiempo de dé a la publicidad mis ideas sobre la educacién del pueblo. Voy, pues, a hacerlo, y a ex- flicarte del mejor modo que me sea posible, en una serie de cartas, como en otra época LavATER? a 2 Las 14 Cartas de que se compone la presente obra del eminente filén- rropo y pedagogo suizo estén datadas en BeRcporr, Hamada BertHoup por los frenceses, segunda ciudad del Can- de Berna, y son dirigidas por Pes- Jozi @ su amigo el patriota ENRIQUE GéssNer, librero de Zurich ¢ hijo del famoso poeta SALOMON GéissNeR, autor de una obra poética titulada Ipitios muy conocida del mundo iterario. (Véase Baxros Arana, Historia de la Literatura.) Juan Gaspar LavArer (1741-1801), acido en Zurich, era tedlogo, orador sagrado, escritor y poeta y pertenecia ‘omo Pestalozzi y Géssner a una so- ciedad de j6venes que se reunieron en 1762 bajo el nombre de patriotas y cuyo fin era el levantamiento intelec- tual, fisico, moral y social del pueblo. Lavater es el creador de la Fisiognomia © ef arte de conocer a los hombres por la fisonomia, esto es, el aspecto i rosiro de las personas, Este hombre notable murié el 2 de enero de 1801, a consecuencia de una herida de bala recibié el 22 de septiembre de 1799, mientras auxiliaba a los soldados ZIMMERMANN en sus Vistas de la Eternidad, mis miras o mejor di- cho mis opiniones sobre el parti- cular. suizos heridos durante el combate por los franceses que atacaron y se -apode- raron de Zurich, JUAN JorGE ZIMMERMANN’ (1728- 1795), natural de Brugg en el Cantén de la’ Argovia, médico y escritor.filo- séfico en su ciudad natal y mds tarde médico ordinario de S. M, B. en Hannéver. Su libro Consideraciones sobre la. soledad y una obra intitulada Del orgullo nacional hicieron conocido su nombre dentro y més alld de les “fronteras de su patria, Enfermedades, desgracias de familia y desagradables polémicas literarias a consecuencia de un folleto sobre Federico el Grande, todo turbé poco a poco su dnimo y sus ideas hasta conducirlo a Ja me- lancolia. La citada obra de Lavater Vistas de la eternidad, en cartas al sefor J. J. Zimmermann (Zurich, 1768) es una prueba evidente de la exaltacién de los sentimientos de ambos escritores ami- gos. En los cuatro yolimenes de que se compone la obra, Lavdter describe Ja vida futura de una manera fantés- tica y excesivamente difusa. Segin las suposiciones de Lavater, el estado des- pués de la muerte es muy semejante al estado actual, de modo que en la otra vida se repiten el estado, circuns- tancias y ocupaciones de la tierra. Con- forme a la costumbre de aquella époce, ja obra esta escrita en cartas. En el siglo xvut los escritores mas notables empleaban a menudo ia forma de car- tas para tratar las cuestiones cientificas. 4 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI La educacién del pueblo’ se pre- sentaba a mi vista como un inmen- so pantano; yo lo he recorrido en todas direcciones, sumergiéndome re- sueltamente en el lodo, hasta que por fin reconoci los manantiales de sus aguas, las causas de sus obs- trucciones, y los: puntos de yista desde los cuales se dejaba presentir la posibilidad de abrir canales para desaguar su htmeda putrefaccién. Voy ahora a conducirte un mo- mento a ese laberinto cuya salida he encontrado por fin, gracias mas bien a la casualidad que a mi in- ieligencia y a mi arte. Tiempo ha jay! desde mi adoles- cencia, mi corazén, como un rio impetuoso, se dirigia solamente ha- cia un fin tinico, a cegar las fuentes | de la miseria en que yo vefa a mi alrededor sumergido al pueblo. Hace ya mas de treinta aiios que puse manos a la obra de que ahora me ocupo, Las Efemérides de Ise- uN’ atestiguan que yo no pre- iendo actualmente que el suefio de mis aspiraciones abrace hoy més que antes cuando trataba ya de | Fealizarlo. Vivia todo el aiio en compafiia | de ms de cincuenta nifios, hijos de pordioseros; en la pobreza compar- tia mi pan con ellos, y vivia yo | Pestalozzi no hizo, pues, més que se- | apoyo’ | por primera vez la primera obra guir la moda de su tiempo, eligiendo esa forma para su libro sobre educa- cién, forma que era, sin duda, la més propia y adecuada para él y para los fines que se habia propuesto. 3 EREMERDES DE LA HUMANIDAD (Ephemeriden der Menschheit), era el tilo de un diario dado a luz en Basilea (1776-1782) por Isac ISELIN, amigo de Pestalozzi, quien se expresa de esta suerte sobre Iselin: “fue mi padre, mi madre, mi consuelo y mi En las Efemétides se- public6 we Pestalozzi escribié sobre educacién, las Tardes de un solitario, ese “preciso collar de perlas de grandes pensamien- fos” como Ia llama uno de los bidgra- fos de Pestalozzi. mismo como un mendigo para en- sefiar a mendigos a yivir como hombres* Mi ideal de la educacién de esos. nifios comprendia la agricultura, la industria y el comercio. Yo poseia en esos tres ramos un elevado y seguro tacto para el todo y lo esen- cial de ese plan, y aun hoy mismo no yeo ningin error en los funda- mentos de él. Mas, por el contrario, también es muy cierto que me fal- taban igualmente en los tres ramos la destreza y habilidad prdcticas para los pormenores y un cardcter que .se ajustase firmemente a las minuciosidades; tampoco era bas- tante rico y estaba desamparado en demasia pata tener bajo mis érde- nes un personal capaz de suplir lo we a mi me faltaba. Mi plan racas6. Mas yo habia aprendido en los inmensos esfuerzos hechos en la prueba inmensas verdades, y mi conviccién sobre la exactitud de mi plan no fue nunca mas grande que cuando é| naufragaba; también mi corazén, siempre inalterable, aspi- raba aun hacia el mismo fin, y entonces, en la desgracia misma, aprendia yo a conocer mas a fondo, y como ningtin hombre feliz las ha conocido, la miseria del pueblo y sus causas. Yo sufria lo que el pueblo sufria, y él se me mostraba como era, como a nadie se ha mos- irado. Yo he vivido con ét una larga serie de afios, como el buho en medio de las aves. Pero a pesar de 4 Pestalozzi habia comprado. en Birrfeld una propiedad, un campo, que llamé Newhof (Quinta nueva, de’ neu, nueva, y de Hof, quinta, granja) con el objeto de fundar alli una empresa agricola que no tatdé en fracasar y también. en arruinarlo. Entonces Pes- talozzi, en medio de su pobreza, en ‘las_circunstancias més criticas, se de- cidié a abrir en su casa un asilo para los pequefios vagabundos y mendigos que pululaban por los caminos; esto fué lo que acabé de completar su ruina. COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 3 sas risas burlescas de los hombres que me arrojaban de su sociedad; en medio de los sarcasmos de los que me gritaban: “jDesgraciado, it menos que el tiltimo jornalero es- tés en estado de ayudarte a ti mismo, y te imaginas que puedes ayudar al pueblo!” —a despecho de ese apéstrofe fisg6n que leia en to- dos fos labios, no cesaba el im- pulso poderoso de mi corazén que aspitaba a un solo y tinico fin: cegar las fuentes de ja miseria en qué veia en torno mio sumergido al pueblo: y, por otra parte, mi pra se fortificaba més y més. Mi desgracia me ensefiaba de dia en dia gran ntimero de verdades fitiles a mis designios. Lo que a nadie engafiaba, me engaiiaba aun a mi; pero lo que engafiaba a to- dos, ya no me engafiaba mds a mi. Yo conocfa al pueblo como na- die a mi alrededor lo conocia. La alegria producida. por las ganancias del algodén, su riqueza siempre creciente, sus casas blanqueadas de nuevo, sus magnificas cosechas, aun. Ja ensefianza socratica ejercida por algunos de sus maestros y los circu- los de lectura dirigidos por hijos de subalcaldes de aldea y por bar- beros —todo esto no me ilusio- naba. Yo yeia su miseria; pero me extraviaba en ¢l vasto cuadro -de tantas causas aisladas y disemina- das que la producian, y no ade- lantaba_ en ios medios practicos de aliviar sus males en el grado que cortespondia a la extensién de mis conocimientos sobre la verda- dera situacién del pueblo; y aun el libro mismo que expresaba con ingenuidad mi sentimiento sobre esa situacién, Leonardo y Gertrudis, era una obra de mi impotencia’ y es- taba entre mis contemporaneos como un monumento de piedra que ha- bla de la vida y que est4 muerto. Muchas personas le concedieron una mirada, pero no me comprendieron a mf ni el fin que yo perseguia, del mismo modo que yo mismo no ,. 433 comprendia Jos detalles de los me- dios necesarios para su_ejecucién. Yo mismo habfame abandonado y me dejaba Hevar como un torbe- ilino pr un deseo irresistible de actividad exterior, cuyos fundamen- tos internos no habia yo atin pro- fundizado lo bastante en mf mis- mo’ Si yo hubiese comenzado por lo Ultimo, a qué altura intelectual itil a mi objeto habria podido clevarme en mis concepciones, y con cudnta rapidez habria alcanzado mi fin, fin que yo no alcanzaba porque no era digno de ello, pues que no. buscaba mds que su realizacion ex- terior y puesto que he dejado iras- formarse mi amor a la verdad y a la justicia en una pasién que me arrastraba en fa corriente de la vida como una cafia desprendida que sir- ve de juguete a las olas y que estorbaba dia por dia que ganase la tierra firme, que sus lavadas rai- ces se arraigasen de nuevo y que encontrasen allf el alimento indis- pensable para su existencia—. Era una esperanza muy vana esperar que otro que yo arrebatase a ‘as olas esa catia Hevada a fa ventura, y que la plantase en Ia ribera en donde yo mismo no procuraba plan- tarla. Caro amigo, quien tiene en sus ve- nas una sola gota de la sangre que circula en las mfas, iél ve ahora el abismo en que yo debfa hundirme! Y 4, mi querido Géssner, antes de que leas mas adelante, dedica una lagrima a mi destino. Yo era presa entonces de un ma- lestar profundo. Lo que es verdad y justicia eterna mi pasi6n lo tras- formaba en quimeras. Yo ‘ime asia ciegamente a palabras vanas que no correspondian a ninguna de mis con- vicciones; caia mas y més en el culto de Jas frases banales y de las recetas de Jos charlatanes, anuncia- 5“. .en mi mismo”, es decir, en mi espiritu; por medio de’ la refiexién. 6 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI das a golpe de caja, con las cuales sla nueva generacién queria aliviar a la especie humana. Sin embargo, no era que yo no me diese cuenta de mi naufragio in- telectual, ni de que no tratase de impedirlo. Escrib{ en tres afios con un trabajo increible mis Investiga- ciones sobre la marcha de la natu- raleza en el desarrollo de la especie humana, Al escribir esa obra tenia sobre todo por objeto el darme cuenta exacta del encadenamiento de mis ideas fayoritas y de poner mis sentimientos naturales en armo- nia con las opiniones que me habia formado sobre ‘el derecho civil y sobre Ja moral. Mas ese libro no es sino un nuevo testimonio de mi impotencia intelectual; éf es un sim- ple juego de mi facultad de inves- tigacién, una obra demasiado ex- clusiva, relativamente débil, en que no se conoce fo bastante el esfuerzo hacia esa energia practica que era tan necesaria a mi empresa. La des- proporcidn entre mis fuerzas y mis conocimientos -no hacia més que aumentar, y ensanchaba en mf el yacio que debia llenar para alcanzar mis fines, yacio que cada vez me- nos podia Ienar. Tampoco no, coseché més de to que habia-sembrado. Mi libro pro- dujo en torno mio el mismo efecto que habian producido mis actos: casi nadie me.comprendié, y yo no encontré entre los que me rodeaban dos hombres que no me diesen a entender entre palabras que lo con- sideraban como un_ galimatias. Y aun poco ha, aun hoy mismo, un personaje notable, que por otra par- te me profesa catifio, se expresaba con la familiaridad suiza-asi sobre el asunto: “{No es cierto, Pesta- lozzi, que Ud. mismo reconoce hoy que no sabia bien lo que Ud. que- ria. cuando escribid ese libro?” —Esa era, pues, mi suerte; ser des- conocido y ser victima de la injus- ticia. Yo debi haber aprovechiado las lecciones de la experiencia, mas no las aproveché; yo no opuse a mi desgracia més que mi desdén y mi desprecio de fos hombres; con todo eso, yo no me aparté ni un solo instante de mis fines; por el contrario, ellos se habian encarnado en mi y vivian en una imaginacién perturbada y en un corazén desazo- nado; me obstinaba en querer cul- tivar en um suelo profano la sagra- da planta de la felicidad de los hombres. Géssner, yo que acababa de ex- plicar en mis Investigaciones las presctipciones de todo derecho civil por Jas exigencias mismas de mi or- ganizacién animal; yo que acababa de declarar que a mi ver no habia ataque contra la moral sino cuando habia ataque esencial @ lo unico que tiene un valor para la naturaleza humana; en un momento en que las violencias en el exterior y las pasiones en el interior se hacjan amenazantes, cuando todos mis con- tempordneos, salvo algunas excep- ciones, no respiraban mas que sen- timientos yanidosos, aspiraban al poder y andaban husmeando las me- sas bien provistas, iyo habia legado hasta a humillarme a esperar que una sola palabra de verdad popu- lar, que simples nociones de dere- cho fuesen a ejercer en ellos una influencia saludable! A pesar de mis nevados cabellos era todavia un nifio; pero un nifio cuyo espiritu estaba profundamente perturbado, Aun en medio de la tormenta de esa época marchaba siempre al encuentro del objeto de mi vida, pero de un modo més exclusive y més extraviado que nunca. Buscaba un camino para mi objeto, exponiendo de una manera general las antiguas causas de la desgracia del pueblo, presentando interpretaciones apasionadas del de- recho civil y de sus fundamentos y aprovechando el espiritu de revuel- ta que se manifestaba contra ciertos males populares, Mas las verdades més importantes proclamadas en COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 7 teriores de mi vida no ha- do para mis compatriotas alabras al aire; jcudnto més parecerles ahora una locura piniones actuales sobre la ma- Ellos sumergieron como siem- s verdades en su lodo y necieron siendo lo que eran, 2 portaron conmigo como debia rio previsto y no lo previne, rorcue me cernia en los aires Ik o en alas de la ilusién de. mis 203 y porque la falta de egofsmo abria los ojos para conocer hombres que me rodeaban. io me engafiaba no sélo en cada uto sino también en cada loco, me confiaba de cualquiera que me presentase y me dijese una pslabra de aliento'o que me mani- festase una opinién favorable, No ‘astante, yo conocfa tal vez mejor ue nadie al pueblo y las causas su embrutecimiento y de su de- dacién; mas no deseaba nada, lutamente nada més que ja su- presién de esas causas y el fin de las taiserias del pueblo; y Ios hombres nuevos (novi homines) de la Hel- yecia, que no aspiraban a tan poco ¥ que no conocian al pueblo, en- contraron naturalmente que yo 10 era el hombre que les conveni Esos, que en su nueva posicién pa- recian mujeres néufragas que toman cada paja por un mastil capaz de llevar a la Reptiblica a puerto se- guro, esos hombres me consideraban a mi, Gnicamente a mi, como una paja a la cual ni un gato habria podido agarrarse. A pesar de todo, sin saberlo y sin quererlo, me hi- cieron bien, me hicieron mas bien que ningtin hombre me habia hecho jamés. Me devolvieron a mi mismo y no me dejaron, en la tranquila rpresa sobre su cambio de ma niobras para reparar el navio en medio del naufragio, més que las palabras que yo habfa pronunciado en los primeros dias de desordes “Yo quiero ser maestro de escuela.” Pera ello tuvieron confianza en mf. 34 He Ilegado a ser maestro de escuela y desde entonces sostengo una lucha que me impulsa contra mi yoluntad a llenar los vacios de mi espiri- tu y a vencer la impotencia que me ha impedido realizar mis proyectos. Amigo mio, voy a exponerte sin reserva todo lo que he sido y todo Jo que he hecho a partir de esa época. Gracias a LEGRAND,® ha- bia ganado 1a confianza del primer directorio para lo concerniente a la educacién del pueblo y estaba a punto de inaugurar en el Cantén de Argovia un vasto plan de edu- cacién, cuando StaNz? fue presa ® Lucas Lecranp, de Basilea, era uno de los cinco miembros de que se componia el Directorio Ejecutivo de la Reptiblica Helvética proclamada a principios del afio 1798. Legrand, que con todas sus fuerzas trataba de curar las profundas heridas que habia reci- bido recientemente su querida patria, era grande admirador y valioso pro- tector de Pestalozzi, y encontraba tan importante el plan de éste sobre la lucacién de los pobres que jo a Pestalozzi: “Si yo también me retiro de mi puesto, ello no se verifi- caré antes que ti hayas principiado tu carrera.” A las influencias ¢ instancias de Legrand se debe el que Pestalozzi fuese enviado a Stanz. (Véase la nota siguiente.) 7 Stanz, villa en el Cantén de Un- terwalden y cabecera del Niederwalden, fue devastada por el ejército francés el 9 de septiembre de 1798. Entre los pocos cantones que rechazaron Ja cons- titucién que la Francia habia dado. a la Suiza, Unterwalden fue uno de los que opusieron la mas viva y tenaz re- sistencia; pero Ia superioridad de las armas de la Francia republicana vencié la oposicién y terca pertinacia del des- graciado Cantén, y entonces los fran- ceses yictoriosos no dieron cuartel, no respetaron siquiera ni a las débiles mujeres ni a los indefensos niiios, in- cendiaron la villa y devastaron el Can- tén de tan terrible suerte que ese pequefio pueblo, segtin datos oficiales, se encontraton después de la guerra 246 huérfanos y 237 nifios desvalidos, hijos de padres totalmente arruinados. La més profunda miseria, la pobreza 8 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI de las llamas y LEGRAND me pro- puso elegir por esa vez ese desgra- ciado pueblo para lugar de mi residencia. Yo habrfa ido hasta las cueyas mds apartadas de las mori- fafias para aproximarme a mi ob- jeto, y yendo a Stanz me aproxi- maba efectivamente a. él. Mas figt- rate mi situacién: yo estaba solo, completamente desprovisto de todos los medios necesarios para una obra de educacién; yo solo era al, mismo tiempo superintendente, tesorero, sir- yiente y casi criada, en una casa inconclusa, en medio de la ignoran- cia, de enfermedades y de toda clase de circunstancias nuevas para mi. El namero de los nifios asilados se elevé poco a poco a ochenta, todos de diferente edad, algunos Tenos de Pretensiones, otros habituados a la mendicidad, todos, salvo raras ex- cepciones, completamente ignorantes. iQué tarea el educarios! Desarrollar esos nifios, jqué problema que re- solver! Yo me ayenturé a resolyerlo, De pie, en medio de ellos, ies pronun- ciabe sonidos y se los hacfa en segut da repetir: ef que eso vefa quedaba estupefacto del resultado.’ En ver- més espantosa reinaba alli; ella exigfa, teclamaba imperiosamente pronto aux lio y eficaz remedio. Pestalozzi fue en- viado a Stanz con el fin de fundar alli una casa de huérfanos, y ef 14 de enero de 1799 tuvo lugar la admisién del primer nino asilado. 8 ...“el que eso veia quedaba estu- pefacto del resultado”. Entre muchos testimonios escogimos el de Juan Federico Herbart (1796- 1841), oo a ie de los més gran jagogos de los tiempos modernos, sea jor de la pedago- ia cientifica. Herbart dice asi: “Yo vi_en su sala de clases. Una docena de nifios.de 5 hasta 8 afios de edad fueron Hamados a la escuela a una hora inusitada de 1a tarde; yo temi encontrarlos de malhumor y ver fraca- sar asi el-experimento que yo habia ido ‘a presenciar. Mas los nifios Hega- ron sin la menor huella de disgusto. y una viva actividad reiné igualmente dad, él fue como un meteoro que - brilla un instante en la atmésfera y desaparece en seguida. Nadie com- rendid su naturaleza. Yo mismo-no la conocf. El era Ja accién de una simple idea psicoldgica que existia en mi espiritu, pero de la cual no tenfa yo una conciencia ciara. Precisamente yo pulsaba el mé- todo que buscaba —fue un atrevi:. miento enorme— un hombre perspi- caz no se habria aventurado cier- tamente; mas, por felicidad, estaba ciego, de lo contrario yo mismo no me habria atriesgado a cometerlo. Yo no sabfa claramente lo que ha- cia; pero sabia lo que queria, y ello era: jla muerte o la consecu- cién de mis fines! Mas los medios que para ello empleaba eran indudablemente re- sultados de Ja necesidad, con Ja cual debia yo abrirme paso a través de los embarazos infinitos de mi si- tuacién. Yo mismo no sé, y apenas puedo hasta el fin de la clase. Yo oi el ruido del hablar a un mismo tiempo de toda la escuela: no, no era“un ruido, era el sonido unisono de Jas palabras, su- mamente inteligible, como un coro. acompasado, también tan imponente como un coro, que atraia tan fuerte- mente, que encadenaba de.una manera tan precisa a lo que se acababa de aprender, que a mi casi me cost6. tra- bajo el no también a convertirme de espectador y obseryador en uno de Jos mifios beg aprendian, Yo andaba a espaldas de ellos con ei fin de escu- char si alguno callaba o hablaba negli- gentemente; no encontré ninguno. La pronunciacién de esos nifios hirié agra- dablemente mis oidos, a pesar de que su maestro mismo tiene el drgand (de la voz) més ininteligible del mundo; oo causa de sus padres suizos tampoco ia ciertamente estar su lengua bien desarroliada.” En el atractivo y Ja coaccién del ha- blar simulténea, acompasada y uniso- namente, en la if a una aten- cién y actividad constantes deben ma- nifiestamente buscarse las catisas de ese fenémeno, B35 COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 9 comprenderio, cémo he vencido las dificultades. He jugado, por decirlo asi, con la necesidad; he desafiado los obstéculos que ella colocaba de- lante de mi como montaiias; opuse a la apariencia de la imposibilidad material la fuerza de una voluntad que no yeia ni apreciaba el porve- nir més cercano y més inminente, y que se asfa al presente como si sdlo el presente hubiese existido y de é dependiese la vida ‘y la muerte. Yo trabajé en Stanz hasta el dia en que la aproximacién de los aus- triacos hirié a mi obra en el cora- n° Los sentimientos que enton- ces me agobiaron me redujeron a la debilidad fisica en que me encontraba cuando al mé a Stanz. Hasta ese momento no me habia formado todavia un juicio exacto de los fundamentos que de- bian servirme de guia; mas, habien- do inteniado Jo imposible, encontré lo posible, lo que yo no presentia, y habiendo penetrado en una selva Sin salidas en donde durante siglos ningtén hombre habfa penetrado, en- contré detras de la selva huellas de pasos que me condujeron al camino ® En 1799, fos austriacos obligaron al ejército francés mandado por el general Loisén a desalojar a Uri y a reple- garse_a Unterwalden. El ejército-fran- cés Hevaba consigo un ndimero de enfermos y Ja casa de huérfanos de Pestalozzi fue convertide en un hospi- tal militar. La disolucién de ese esta- blecimiento, ja cual tuvo lugar el 8 de junio de 1799, y una enfermedad det ‘que a causa del excesivo trabajo habfa contrafdo Pestalozzi en Stanz y gue lo habia acabado de tal suerte que ai, segtin su propia expresiGn, “estaba cerca de la muerte”, lo obligaron a retirarse en busca de salud a los Ba- | fios de Gurnigel, lugar hermosisimo, pintorescamente situado y muy fre- | cuentado por sus saludables aguas, que se encuentra en el Oberland, en: el Cantén de Berna, y que dista 2% horas de la cumbre de la montaiia de su nombre y 6 horas al sur de la ciudad de Berna, real que también después de siglos nadie habia andado. Voy ahora'a pasar un momento a los mores. Habiéndome visto obligado a ins- truir solo y sin auxilios a un. gran nimero de nifios, aprendi el arte de ensefiar a Jos unos por medio de jos otros, y como no tenfa otro me- dio que ia pronunciacién en alta voz, concebi naturalmente el pensa- . miento de hacerlos dibujar, escribir y trabajar durante Ja clase, El des- orden que producfa ia multitud. de nifios que repetian la leccién me hizo sentir la necesidad del ritmo, y el ritmo aumentaba la impresin de 1a ensefianza. La absoluta igio- rancia de todos mis discipulos me hizo retenerlos largo tiempo en los principios, y esto me indujo a descu- brir el aumento de fuerza intelec- tual que se alcanza por el conoci- miento perfecto de los primeros elementos y de los resultados que produce el sentimiento. de la per- feccién y de la entereza, aun en los grados més inferiores de. la ense- fanza. Como nunca todavia adivi- naba yo entonces la conexién de los ptimeros principios en cualquier ramo de conocimientos, en toda su extensi6n, y sentfa los vacios incon- mensurablés que debian resultar del estudio desordenado e incompleto en cada serie de conocimicntos.. Los resultados de esa atencién dedicada al estudio perfecto de las nociones elementales sobrepujaton en mucho a mis esperanzas. Se desartollé ré- pidamente en los nifios la concien- cia de fuerzas que ellos no conocian y especialmente un sentimiento neral de orden y de belleza. Ellos se reconocieron ‘a si mismos, y la atmésfera de fatiga que reina habi- tualmente en la escuela se desva- necié de mis clases como una som- bra; ellos querian —podian, perser- veraban— y reian; su disposicién de dnimo no era la de ninos gue aprenden, era la disposicién de las fuerzas despiertas del suefio, desco- Te JUAN ENRIQUE PESTALOZZI nocidas, y un sentimiento que eleva el espiritu: y el corazén, a los cuales Jas fuerzas podian y debian condu- citlos.0- * Los_nifios ensefiaban a los ni- ios. Ellos ensayaban lo que yo solamente decia. Aun a esto me condujo la necesidad No teniendo ningén colaborador, colocaba un nifio mds capaz entre dos menos capaces; el primero tomaba de la mano a sus dos compaficros, les decia lo que él sabfa y ellos apren- dfan a repetir lo que no sabian.t Caro amigo, (ci has ofdo el barullo de ese aprendizaje de todos al mis- mo tiempo y has visto el ardor y la alegria con que ellos aprend{an. Di ti mismo: ¢qué sentimiento ex- perimentaste cuando viste ese es- pectaculo? Yo vi tus lagrimas, y la célera hervia en mi pecho contra el hombre que podia pronunciar atin estas palabras: “jel mejoramiento del pueblo es sdlo un stiefio!” No, ello no es un suefio; es un arte que voy a poner en manos de las madres, en manos de los nifios, en las manos de la inocencia, y entonces el miserable callara y no diré_ més: jes un suefio! iDios mio, cémo darte gracias 19 Si ef maestro logra despertar en sus alumnos el amor al estudio, Ia conciencia del saber y sobre. todo un interés vivo y miltiple, entonces él ha ganado la partida. Para conseguir 50, las horas destinadas a Ja ensefianza deben ser principalmente horas de aprendizaje y de ejercicio; los maestros que todo lo esperan sdlo de la ense- fianza dada en la escuela y del estudio en la casa, no tienen la menor idea de lo que ¢s la educacién. El maestro debe aprender con sus alumnos para ver como se. aprende. 11 Aqui puede verse el germen del sistema mutuo de ensefianza cuya teo- ria completa formularon més tarde los edagogos ingleses BELL y LANCASTER gue han dado su nombre al sistema, “Entonces (1798) nadie hablaba toda via de enseignement mutuel” (ense- fianza mutua), dice Pestalozzi en su Canto de Cisne. por mi miseria! Sin ella no pronun- Ciarfa yo estas palabras y no redu- cirfa a ese hombre al silencio. Mi conviccién es ahora comple- ta; durante fargo tiempo no lo fue; pero yo también tuye en Stanz ni- fios cuyas fuerzas, no paralizadas atin por el cansancio de la educe- cién antipsicoldgica de 1a familia y de la escuela, o¢ desarrollaron. répi damente. Era otra raza; los po- bres mismos eran otros hombres que los pobres de las ciudades y que Jos hombres endebles, raquiticos, que habitan los lugares donde se cultiva el grano y la vid. Yo vi la fuerza de la naturaleza del hombre y de sus facultades en el juego mds variado y més libre. Su corrupcién era la corrupeién de la naturaleza sana, una diferencia infinita entre la corrupcién de la eneryacién sin es- peranzas y el debilitamiento com- pleto.12 Vi en esa mezcla de ignorancia inculpable una fuerza de intuicion y una conciencia segura de lo co- nocido y de lo visto, de la cual nuestros nenes del abecedario no tenian ningtin presentimiento. Aprendia con ellos —habria debi- do ser ciego si no lo hubiese apren- dido —a conocer la relacién natu- ral que debe establecerse entre los conocimientos reales ™ y los conoci- mientos de las palabras, Aprendi con ellos a conocer qué perjuicio ten grande pueden causar a la fuer- za efectiva de la intuicién y a la conciencia sélida de los obje- tos que nos rodean el estudio ex- clusivo de las palabras y la con- fianza sin limites en las palabras, las que son dnicamente sonidos y tuidos. 12-Pestalozzi se refiere aqué a los tristes resultados de la ensefianza com- pletamente antimetédica y a la edu- Eacién domiéstica y le pdblica que en su época se impartian con tan poca seriedad moral. ¥ Conocimiento de las cosas, del mundo exterior. 13G COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS a Hasta este punto habia Megado © en Stanz, Sentia que eran deci- as mis experiencias sobre la po- ilidad de establecer la educacién seblo sobre fundamentos psi- icos, de poner como base de nocimientos efectivos adquiri- ‘or la intuicién y desenmasca- fa inanidad de ese lujo super- ial de palabras de la ensefianza tual. Sentfa que podia resolver 2 problema a Ja vista de todo hombre de espiritu profundo e im- parcial; pero a la multitud Mena de eocupaciones que, como los gan- s que desde su salida de la caés- han sido cebados en la cocina y en_el establo, ha perdido la fa- cultad de volar y de nadar, —a esa taultitud parcial, preocupada, no po- dia hacer creer todavia lo que yo tan_ bien sabfa. Estaba reseryado a Burcporr * ei tomarme en su escuela con ese a See ot Mas considera, ti que me cono- figdrate con cuanto sentimien- to me separé de Stanz. Cuando un néufrago después de noches de f tiga, sin descanso, divisa por fin Ja tierra, respira y renace a la es- peranza de vivir, y en seguida se ve por viento malhadado arrastrar de nuevo al mar inmenso, en su glma temblorosa se dice una’ y mil veces: por qué no me es dado morir? —y sin embargo, no se pre- cipita en el abismo sino que obliga atin a los fatigados ojos a mirar al rededor de si, busca de nueyo la ribera y, cuando Ja ve, apura todas sus fuerzas hasta cl aterimiento de los miembros. Ese néufrago era yo. 25 Bureporr, ciudad industrial en ct Cantén de Berna. Alli continud infa- tigablemente Pestalozzi, en una posi- cién muy subalterna, cuando en el verano de 1799, restablecido ya de su enfermedad, dejé a Gurnigel, su obra interrumpida en Stanz, el ‘descubri- miento de un método de enseiianza empirico y-fundado en principios psi- sologicos. Géssner, imaginate todo eso; con- sidera mi corazén y mi voluntad, mi obra y mi fracaso, —mi desgra- cia y el temblor desordenado de mis nervios, y mi abatimiento. En ese estado me encontraba yo, amigo mio. FiscHER me presenté a ZéHen- DER; y yo encontré en GuRNIGEL dias de teposo y de restablecimien- to15 Tenia necesidad de ambos. Mas no habia alcanzado mi ribera; descansaba sobre una roca, en me- dio del mar, para volver a nadar de nuevo. —No olvidaré yo esos dfas, Zéhender, mientras viva; ellos me salvaron. Pero no podia vivir sin mi obra, aun en los mismos instan- tes en que desde la cima del Gur- nigel veia el hermoso © inmenso valle que se extendia a mis pies; pues nunca habia visto atin una perspectiva tan vasta, y sin embar- go, cuando contemplaba ese espec- técalo, pensaba mas en el pueblo 15 R. Fiscuer, diseipulo del famoso educacionista Cristién G. Salzmann, habia estudiado teologia y fue durente algin tiempo cura-vicario en Gross Hochstetter en el Cantén de Berna, De alli pasé a la ciudad de Berna a ha cerse cargo del empleo de secretario del Ministerio de Artes y Ciencias, cuya cartera desempefaba entonces el ministro Stépfer, por intérmedio del cual lo conocié’ Pestalozzi y pronto aprendié a estimarlo y a amarle, Fis: cher poseia las mismas miras_genero- sas y persegufa los mismos fines ele- yados que Pestalozzi: queria, como él, levantar la ensefiqnza en Suiza y aca riciaba su plan favorito de fundar una escuela normal de preceptores en Burgdorf; lo cual no pudo llevar a cabo por falta de alumnos y de dincro. Profundamente abatido por no haber podido realizar su proyecto, murié eno de sentimientos a mediados de 1800. —Fischer fue quien proporciond a Pes- talozzi el conocimiento de Zchender, ciudadano de Berna, que vivia en los Banos de Gurnigel. (Véase la nota nim. 9,) Pestalozzi ha tenido siempre un recuerdo de gratitud para “el buen ‘Zehender”, mal instruido que en la belleza de esa vista. No podia ni querfa vivir sin mi objeto. + Mi partida de Stanz, que, a pe- sar de haber estado’ a las puertas del sepulcro, no fue el resultado de mi resolucién libre, sino la conse- cuencia de medidas militares y de la imposibilidad - absoluta tempora: ria de proseguir la ejecucién de mi plan, renové la. antigua. habladuria ‘sobre mi incapacidad y mi impo- tencia completa para perseverar en una ocupacién cualquiera. “Si, de- cfan mis propios amigos, durante cinco meses le es posible aparentar que puede trabajar, pero en el sexto seguramente no pasa de alli. Se ha- bria debido saberlo de antemano. El no puede hacer ninguna cosa completa y, si pasamos més adelan- te, nunca ha sido capaz de nada efectivo, sino una yez de escribir una novela; pero también como no- velista se ha sobreyivido a si mis- mo.” Me decfan en mi cara: “Es una Jocura que, porque un hombre ha escrito algo razonable a. los teinta afios de edad, se ie juzgue capaz de hacer algo razonable a Jos cincuenta.” Proclamaban en alta voz que lo mas que se podia conce- der en mi favor era lo siguiente: “yo acariciaba un hermoso suefio y, como todos los locos que tienen siempre una idea fija, tenia yo aqui y alld algtin pensamiento luminoso en mi suefio y en mi tema predi- lecto”. Es natural que nadie me oyese. No obstante, todos estaban undnimemente de acuerdo en que no podia ser de otro modo, que las cosas me habian desazonado de nuevo en Stanz y gue a mi me disgustaba todo jo prdctico. F... me ha referido a este respec- to una singular conyersacién de ami- gos. Sucedié esto en una reunién pablica; mas yo no expondré los detalles. Ex primero decia: {Has visto qué aspecto tan horrible tiene él? JUAN ENRIQUE PESTALOZZI EL orro—Si el pobre loco me da léstima. EL primero—A mf también; pero es indtil querer hacerlo cam- biar. Cada vez, cuando por un mo- mento arroja de sf un rayo de luz, puede creerse que 6] es. realmente capaz de algo; mas, pasado--ese ins-. tante, la oscuridad yuelve a rodear- lo y, si uno se aproxima a ella, se ve que él se ha quemado.a si mismo. Ex orro—jSi é lo hubiera -he- cho una sola vez por completo! IB! no tiene remedio hasta que se haya convertido en cenizas! EL pRiMERO.—jUno debe desear- lo pronto por él, Dios lo sabe! Tal era el premio de mi obra de Stanz; una obra que ningin mor- tal habfa ensayado todavia en tales proporciones y bajo semejantes cir- cunstancias, obra cuyos resultados intimos me han conducide al punto en que me encuentro ahora. Se admiraron cuando me vieron bajar de Gurnigel con la misma vo- luntad y con los mismos designios que antes; y no queria y no bus- caba otra cosa que un rincén’ en donde poder reanudar, sin atender a_otra consideracién secundaria, el hilo en el punto en -que lo habia dejado cortado. INGGER y STAPFER1® se alegra- ron. El juez superior SCHNELL me aconsejé que me fuese a Burgdorf y dos dias después estaba yo alli. En- contré en ef prefecto SCHNELL el doctor Grimm +7 dos hombres que conocfan la arena movediza 16 RENGGER era Ministro de Justicia y de Policia; StAprer, lo hemos dicho ya, tenfa a su cargo ja cartera de Artes y Ciencias. Ambos de Brugg y residen- tes en Berna, mostraron siempre grande afecto hacia Pestalozzi y protegieron sus empresas de Stanz y de Burgdorf; Stépfer sobre todo fue para Pestalozzi “un segundo fselin”. 1 SCHNELL era prefecto y el Dr. Grimm, ciudadano y médico de Burg- dorf; en ellos encontré Pestalozzi los Protectores mds adictos y més felices de su. obra. 37 COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 13 sobre Ja cual estaban establecidas nuestras viejas escuclas ruinosas, y que no obstante no pensaban que fuese imposible encontrar un terreno firme bajo esa’capa gigan- tesca de arena. movediza. A ellos déboles gratitud. Ellos tomaron in- terés por mis proyectos y han con- tribuido ‘con su accion y su buena yoluntad a abrirme el camino que buscaba. Mas él tampoco estaba aqui li- bre de dificultades. Por fortuna me consideraron desde el principio poco més 0 menos como a uno de esos maestros de escuela ambulantes que buscan su vida de pueblo en puc- blo. Algunos ricos me saludaban afablemente; algunos eclesidsticos me deseaban la bendicién de Dios pata mis proyectos; las gentes cuer- das crefan que bien podria salir de ello algo til para sus hijos: todo parecia esperar resignadamente has- ta que se viese lo que de allf iba a resultar, Mas el maestro de escuela no- burgués 18 de la ciudad baja}? a 18 Morador de un burgo o aldea, que no teniendo catta de yecindad, posefa una casa con huerto contiguo © un pedazo de terreno. 19 La ciudad alia estaba habitada ptincipalmente por los burgueses; 1a ciudad baja, al pie de la colina sobre Ja que se eievaba el antiguo castillo de Burgdorf, por las familias pobres y por los habitantes no burgueses, los cuales no tenian derecho a los bienes comunales. Estos itimos no podian enviar sus hijos a las escuelas de los burgueses, sino sélo a la que se habia establecido para ellos en ia ciudad baja. Esa escuela era regenteada por un hon- rado zapatero, Hamado Samuel Dysli, que para poder vivir tenia que cjer- cer su oficio en las horas fibres que Je dejaban las clases. Su instruccién consistfa en ensefiar a los nifios a leer de la manera més mecénica posible y més dispendiosa de-tiempo que imagi- narse pueda y en “taladrarles” el ca- tecismo de Heidelberg. La pieza en que funcionaba la escuela era propie- dad del zapatero maestro, quien na- turalmente ejercia su oficio en ella. cuya escuela habfa sido yo: envia-. do, .tomé la cosa un Fre mas a _serias. Yo creo, que. él tenfa la idea de que el fin principal de mi ardoroso cacareo del ABC era su- plantarlo, echar su. puesto con piel y pelos® en mi mochila. Una vez ropagése répidamente en las ca- les yecinas a la en que él vivia, el rumor de que. el catecismo de Heidelberg estaba en peligro.2! Ese catecismo contintia siendo en las ciudades protestantes de la Suiza - cl alimento intelectual a que es re- ducida deliberadamente la juventud de la burguesia ordinaria y de los habitantes no-burgueses, durante un tiempo tan largo como a.los risti- cos aldeanos més desvalidos; y ti sabes que entre nosotros ese tiempo no concluye hasta el dfa en que deben ir a recitar las oraciones ante ef pastor, esto es, el dia en que celebran sus esponsales#? Sin embargo, lo del catecismo hsidelberguense no fue el dinico ata- que conira mi. Ademés, cuchichea- ban en las calles que yo no sabia escribir, ni calculer, ni aun leer bien. Pues bien, amigo mio, ti ves que no son del todo falsas las habladu- rfas de las calles: yo no sabia en 20 ,..“con piel y pelos”, esto es, totalmente, sin dejar nada, dicho que equivale a nuestras expresiones “en- cuerpo y alma”, “con camas y petacas”. LEI catecismo heidelberguense o palatino, escrito por orden y con la colaboracién del principe elector Fer derico I] por ios tedlogos Zacarias Ursino_y Gaspar Oleviano y publicado en 1563, era y es atin el tratado ele- mental de religién mds extendido en las escuelas de confesién cvangélica de Ja Suiza. El librito es de un caréc- ter esencialmente dogmatico y no era apropiado para Ia ensefianza de Pes- talozzi, fundada completamente en la intuicién. 22 El autor se refiere aqui al exa- men dé catecismo. que antes de la celebracién del" matrimonio, “debian rendir los novios ante el patroco de su domicilio. ae 14 yerdad ni escribir, ni calcular ni leer correctamente. Mas siempre se deducen demasiadas conclusiones de esas verdades de las calles. Tu lo has visto en Stanz; yo podia ense- fiar a escribir sin saber yo mismo escribir bien, y ciertamente mi in- ~ capacidad en esas materias era una condicién indispensable para ha- cesme descubrir el método mas sen- cillo de ensefianza y para sugerirme los medios con aytida de los cuales el més inexperto y el més ignorante de los hombres podria legar a en- sefiar por si mismo a sus hijos. Con todo, no era posible preten- der que los no-burgueses de Burg- dorf aceptasen todo de antemano, ni mucho menos hacerlos creer en ello. Ellos también no lo hicieron. Declararon en una reunién que no querian que se hiciese con sus hijos el ensayo del nuevo método de en- sefianza, que los burgueses debjan probarlo en los suyos propios. Esto también se realizé. Mis pro- tectores y mis amigos, desplegando toda Ja habilidad que era ‘necesario emplear en un pais tal y para un objeto semejante, concluyeron por obtener mi entrada en la escuela més inferior de la ciudad alta. Yo me consideraba feliz. Sin em- bargo, al principio estaba como es- pantado; temfa a cada momento que me despidiesen otra vez de la escuela. Ese temor. me hacfa mds incapaz de lo que en realidad lo soy; y cuando me acuerdo del ar- dor y de la actividad con que en las _primeras clases de Stanz me edifiqué un templo encantado, y, en seguida, del temor con que en Burgdorf me arrastré bajo el yugo tutinero de la escuela, casi no pue- % La “escuela de deletreo y de lec- tura” de dofia Margarita Stabli, a la cual asistian de 20 a.25 alumnos, ni- fios y nifias, de 7 a 8 afios de edad, Esta “escuela elemental” no se debe confundir con una “escuela de nifias” dirigida por dofia Margarita Stahli la mayor. JUAN ENRIQUE PESTALOZZI do comprender cémo el mismo hom- re pudo hacer lo uno y lo otro. Habfa alli reglamento escolar, apa- tiencia de responsabilidad y cierta pedanterfa y pretensién. Todo eso era nuevo para mi. En mi vida ha- bia levado yo semejante carga; pero queria conseguir mi objeto, y la Hevaba. Me puse a cacarear mi ABC diariamente desde la mafiana hasta la tarde, siguiendo sin plan determinado la marcha empirica que habia debido interrumpir en Stanz. Combinaba, sin cansarine, series de silabas; Henaba libros enteros de hileras graduales de silabas y de co- lumnas de ntimeros; y trataba de todos modos de reducir los princi- pios del deletreo y del cdlculo a la mayor sencillez y a formas que de- ben conducir al nifio, con el arte psicolégico més grande, gradualmen- te del primer paso al segundo, pero en seguida, sin lagunas y sobre los fundamentos del segundo perfecta: mente comprendido, al tercero y al cuarto con répidez y seguridad. Mas en lugar de Jas letras que en Stanz hacia escribir a los nifos en la pi- zarra de piedra, aqui les hacfa di- bujar angulos, cuadrados, lineas y arcos. Ejecutando ese trabajo, se des- arroll6 poco a poco en mi espiritu la_ idea de la posibilidad de un ABC de Ia intuicién,** medio muy importante para mi y cuya rea lizacién me hacfa entrever en su conjunto, aunque yagamente toda- via, todo un méiodo general de en- sefianza. Pas atin mucho tiempo an- tes de que se esclareciesen mis ideas sobre ese punto. Ello sin duda te pareceré incomprensible; pero nada es més cierto: yo habia preparado durante meses los principios ele- meniales de la enseftanza y hecho 24 Bajo esta denominacién compren- de Pestalozzi los elementos més senci- Hos y los. ejercicios preliminares del conocimiento de las formas; de base le servia el cuadrado con sus lineas y combinaciones. 13€ COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 15 rodo Io posible para reducirlos a la mayor sencillez, y, no obstante, no conocfa todavia su encadenamiento 9, por lo menos, todavia no me daba cuenta bastante clara de ellos; pero sentfa que cada hora avanza- ba més, y yo avanzaba a pasos gigantescos. Calzaba atin los zapatos de mu- chacho cuando me habian predica- do ya, como una cosa sagrada, el servir de abajo para arriba2> Mas ahora sé por experiencia propia que para hacer prodigios se debe, aun con cabellos grises, proceder igualmente de abajo para arriba. No abrigo la pretensién de hacer- los, tampoco Ileno las condicio- nes previas para ello y no traeré nunca en mis manos ni su verdad ni su charlatanerfa: pero si los hombres que a mi edad tuviesen todavia toda su cabeza y la calma de sus nervios quisiesen ‘0 debiesen en una empresa como la mia pro- ceder de abajo para arriba, llega- rian a ello por uno o el otro ca mino. Pero no, tales hombres buscan a mi edad, como es conveniente y razonable, su silla poltrona. No he Hegado a ese estado. Yo aun debo regocijarme, en mis dias de ancia» nidad, de que se me deje obrar de abajo para arriba. Lo hago gustoso, pero a mi manera. Todas mis acci nes y todos mis esfuerzos se dirigen tnicamente a buscar el camino real cuyas ventajas consisten en que su direccién recta y su curso hacen desaparecer las Vias tortuosas por las cuales se Hega generalmente a la gloria y a los milagros. Si efectiio lo que trato de hacer, no necesito mas que decirlo para’ que el més céndido lo haga después. Mas, a pesar de mi clara previsién de que no Ilegaria asi a conquistar gloria 23 ..el servir de abajo para arri ba”, esto es, principiar 2 servir como simple soldado, ascender de soldado a cabo, de cabo a sargento, etc., en una palabra, seguir la marcha gradualmente ascencional. nia hacer milagros, aprecio sin em- bargo como la corona de mi vida el haber seguido atin en los dias de mi vejez y durante varios afios esa marcha gradual y progresiva. Las ventajas de ese método se hacen cada dia més y més evidentes para mi. Tomando @ mi cargo todas las partes de las empolvadas obligacio- nes de la escuela, no sélo superfi- cialmente sino desempefidndolas des- de las 8 de la mafiana hasta las 7 de la tarde, salvo algunas horas de in- terrupcién, chocaba naturalmente a cada instante con hechos que po- nian a luz Ja existencia de las leyes fisico-mecdnicas segin las cuales nuestro. espiritu recibe y conserva més o menos fdcilmente todas las impresiones exteriores. Cada dia or- ganizaba también mi ensefianza en un espiritu mds conforme a esas leyes; pero no Ilegué a darme cuen- ta de su principio fundamental hasta el dia en que el consejero ejecutivo GLayrE, a quien yo trataba de ex- plicar el verano pasado la natura- leza de mi método, me dijo: “Vous voulez mécaniser l’éducation”26 El le dio al clavo en la cabeza, y me puso en la boca la palabra precisa que designaba a la vez la 26 “Vous voulez mécaniser I'éduca- tion.” Esta frase que el texto trae en francés como la reproducimos aqui, traducida literalmente dice: “Ud. quie- re mecanizar 1a educacién”; mecari zar, es decir, hacer mecdnica. Pestalozzi no comprendié bien el sentido de esas palabras del consejero Glayre, como se desprende naturalmente de la frase que a ellas sigue. Glayre no pretendi6 ex- presar un juicio favorable al método de Pestalozzi, sino que més bien quiso de- notar lo exclusivamente mecdnico de él. Por otra parte, Glayre no habia, sin duda, caracterizado bien con esas. pala- bras las aspiraciones de Pestalozai; éste mismo lo teconoce, pues en la segunda edicién de su obra agrega a esc pasajc la siguiente explicacién: (Iéase la nota que sigue, ntim. 27). —Alzunos preten- den que Ia tal frase decfa “Vous voulez mécaniser ‘iwstaucTion” (Ud. quiere mecanizar Ia INSTRUCCIGN). 16 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI naturaleza de mis proyectos y de Jos medios que yo empleaba.2? Yo tal vez habria permanecido Jar- 0 tiempo sin encontrar esa_pala- ra, porque yo avanzaba sin darme cuenta de lo que hacia, dejandome guiar Gnicamente por sentimientos Sscuros, pero vivos, que aseguraban mi marcha sin hacérmela conocer; —yo no podia hacer otra cosa, Des- pués de treinta afios no he lefdo ni un solo libro, y no podia leer nin- guno més; no tenia ya lenguaje ninguno para las ideas abstractas y vivia sdlo de mis convicciones, que eran el resultado de intuiciones nu- merosas, pero la mayor parte ol- vidadas. ‘Asf también he principiado ahora, sin darme cuenta del principio que me seryfa de base, a cefiirme en las explicaciones que daba a los nifios sobre todo a las cosas que hieren coménmente sus sentidos. Y como insistfa hasta el extremo en los primeros elementos de la ensefianza, trataba de investigar también hasta su primer punto la época en que principia la instruccién del nifio y adquiri pronto la conviecién de que: la primera hora de su instruccién es la hora de su nacimiento. Desde el instante en que sus sentidos se hacen sensibies a las impresiones de Ja naturaleza, desde ese instante lo instruye Ja naturaleza. La vida nueva no es otra cosa que la fa- cultad, Hegadaa la madurez, de recibir esas impresiones; ella no es otra cosa que el déspertamiento de los gérmenes fisicos, Hegados a la perfeccién, que van a emplear to- das sus fuerzas para proseguir el 27 En la segunda edicién, publicade en 1820, hace Pestalozzi la siguiente sal- vedad: “Yo atin comprendia muy poco el francés. Pensé ‘que con esas pala- bras él queria decirme que yo trataba de reducir los medios de la educacién y de la instruccién a series graduadas y psicolégicamente enlazadas; y tomando las palabras en este sentido, le dio en efecto al clavo en la cabeza i me puso, a mi ver, en la boca la palabra, etc.” desarrollo de su propia organiza- cién; no es otra cosa que el des- pertar del animal2® ahora com- plete, que quiere y debe Megar a ser jombre.. Toda la ensefianza del hombre no es, pues, otra cosa que el arte de tender la mano a esa _tendencia natural hacia su propio desarrollo, y ese arte reposa esencialmente en los medios de poner en relacién y en armonja las impresiones que han de. grabarse en ee nifio en la gra- duacién precisa del desarrollo de sus fuerzas. Hay, pues, necesaria- mente en las impresiones que deben comunicarse al nifio por medio de ja ensefianza, una graduacién que seguir, cuyo principio y cuyos pro- gtesos deben corresponder exacta- mente al principio y a los progresos de las fuerzas del nifio en su des- arrollo progresivo. Yo vi, pues, pronto, que era necesario descubrir esa graduacién en todos -los ramos que ebrazan los conocimientos hu- manos, principalmente en las nocio- nes elementales de donde parte ef desenvolvimiento del espiritu -huma- no, y que ése era el medio tnico y sencillo de llegar a componer ver- daderos libros de escuela y de ins- truccién, conforme a nuestra natu- raleza y a nuestras necesidades. Asimismo, pronto reconoci que el punto esencial en la composicién de esos libros consistia en dividir Ja ensefianza siguiendo la marcha progresiva de las fuerzas del nifio, y en determinar con la precision més grande, en los tres ramos”? 28 El calificativo es demasiado duro y de ninguna manera justo. Pestalozzi cabaimente no conoce otro fin de la educacién que formar del nifio un hom- bre. El se encuentra con respecto a ese fin de Ja educacién enteramente en el mismo terreno que el naturalismo peda- gogico de su época. 29 Bl ienguaje, las formas y los nui- meros. Pestalozzi y sus colaboradores reconocieron mis tarde que esas tres se- ries de conocimientos no bastaban para comprender todas las materias de la COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS Ww de conocimientos, lo que conviene a cada edad del nifio, para no omi- tir, por una parte, nada de lo que 4l es enteramente capaz de apren- der, y, por otra, para no recargar ni perturbar su inteligencia con es- tudios que él no es capaz de com- prender. Era evidente para mi que no es razonable hacer deletrear a un nifio antes de haberle inculcado una suma de conocimientos sobre el mundo reat y sobre el lenguaje. Ademés, estaba convencido de que el nifio desde la més tierna edad necesita una direccién psicolégica’ para ob- tener una intuicién tazonable de todas las cosas, Mas como en una direccién de ese género, sin coope- racién del arte de los hombres tal como son, no es de pensar ni de esperar, debi llegar irremediable- mente a sentir la necesidad de los libros de intuicién que deben pre- ceder a los abecedarios para expli- carles a los nifios, por medio de dibujos. bien escogidos y bien dis- iribuidos, las ideas que se les quie- ren comunicar por medio del len- guaje3° La experiencia confirmé comple- tamenie mi juicio. Una excelente madre me confié la educacién de su hijito, apenas de tres afios de edad. Lo visité durante algtin tiem- po una hora diaria y pude, gracias. a él, también durante ese tiem tomarle el pulso a mi método, En- sayé letras, figuras y todo Jo que caia en mis manos, para ensefiarle, es decir, para darlé por todos esos medios nociones e ideas bien defi- nidas. Lo hice nombrar con preci- sién todo Io que él conocia de cada cosa, el color, las partes o miem- ensefianza popular, por lo cual en Ja segunda edicion reemplaza la frase los tres ramos por la expresién todos Ios ramos, 29 Pestalozzi xecomienza y prosigue la obra pedagégica admirablemente rea- lizada por Comenio (1592-1671) en su célebre Orbis pictus, o sea el “Mundo ilustrado”, o el “Mundo en imégenes”, 134 bros, Ja posicién, la forma y los némeros. Bien pronto debi también dejar a un lado el primer suplicio de Ja infancia, las malhadadas Ie- tras; l no queria mas que imége- nes y objetos. No tardé en llegar a expresarse con precisién sobre todos los objetos que estaban en la esfera de sus conocimientos. El en- contraba en la calle, en el jardin y en la pieza, ocasiones bastantes para aplicar’ sus conocimientos, y Ilegé también muy pronto a conocer en la Historia Natural de Buffon series enteras de animales, los mas desco- nocidos: y de nombres los més ficiles, y hacer con grande exactitud, con respecto a los animales como también a las plantas, gran nimero de observaciones y distinciones. Sin embargo, esa prucha no era concluyenie ni para indicar el mo- mento en que principia la primera ensefianza. Ese nifio habia perdido también tres afios, y abrigo la con- vicoién de que a esa edad la na- turaleza nos ha dado ya les cono- cimientos més positivos sobre una infinidad de objetos. Se necesita so- lamente que nosotros encadenemos con arte psicoldgico ef lenguaje a esos conocimientos para Hevarlos a un alto grado de claridad, y colocar asi a los nifios, por ese medio, en estado de encadenar ambos, los principios del arte bajo todas sus formas y de la realidad bajo todas sus fases a lo que la naturaleza misma les ensefia, ¢, inversamente, de utilizar Jo que la tiaturaleza mis- ma les ensefia como medios de po- ner en claro iodos los fudamentos del arte y de la claridad que se les quiere inculcar. Ambos, el vigor in- telectual y la experiencia, son ya grandes a esa edad, pero nuestras escuelas con su sistema anti-psicolé- gico no son absolutamente otra cosa que méquinas artisticas para asfixiar todos los frutos.de ese vigor y de la experiencia, cuyos gérmenes de yida ha colocado en ellos Ja natu- raleza misma. TG lo sabes, amigo mfo. Mas re- 18 preséntate, por un instante aun, todo el horror de ese asesinato. Hasta los cinco afios se abandona a los nifios el pleno goce de la naturaleza, se deja obrar sobre ellos todas las impresiones que de ésta_reciben; ellos sienten su fuerza, ellos gozan ya por todos sus sentidos de la libertad y de fodos sus encantos: la marcha natural y libre que sigue en su desarrollo el salvaje y que lo hace materialmente feliz, se deja ver ya en ellos por una tendencia bien’ definida. Y después que ellos han gozado cinco afios enteros de las delicias de la vida sensitiva, se hace desaparecer bruscamenie de su vista toda la naturaleza que jos ro- dea: una fuerza tirénica suspende el curso encantador de su indepen- dencia y libertad; se les arroja como las ovejas, a manadas compactas, en un cuarto infecto; se les encadena inexorablemente durante horas, dias, semanas, meses, afios a la contem- placién de las infelices letras, uni- formes y sin atractivos, y se im- prime a toda su vida una direccién que presenta con: su existencia ante- rior un contraste de volverlos locos. Me detengo aqui, porque de lo contrario jllegeria a trezar el. re- trato del maestro de escuela, y a mostrar el horrible contraste que existe entre su ser y su accién, y entre su miseria y la naturaleza! Pero, amigo, dime: la cuchilla que corta el cuello del criminal y que hace pasar de la vida a la muerte {puede producir en su cuer- po una impresién més fuerte que la ape produce en el alma de los nifios el paso repentino de la vida natu- ral, de que ellos han gozado tanto tiempo, a Ja existencia tan digna de compasion que llevan en la escuela? éPermaneceran los hombres eter- namente ciegos? ~No querrdn re- montarse hasta las primeras causas de donde dimanan el desorden de nuestro espiritu, la pérdida de nues- tra inocencia, la ruina de nuestras fuerzas; hasta las fuentes de nues- tras miserias que nos proporcionan JUAN ENRIQUE PESTALOZZ1 una vida de sinsabores y que condu- cen a millares de los nuestros a morir en los hospitales 0 a las ca- denas de los manicomios, a la locura? Caro Géssner, icudn bien yaceré en mi tumba, si he podido contri- buir con algo para dar a conocer esas fuentes! {Cuan feliz me sentiré en mi sepulcro, si he Wegado a reunir en Ja educacién del pueblo la naturaleza y el arte, tan intima- mente como ahora violentamente es- tan separados! jAh!, todo mi ser se subleva al ver la naturaleza y el arte no solamente separados en la educacién del pueblo, sino aun puesios en contradiccién hasta la locura por hombres peryersos! Es como si un genio maligno bu- biese reservado desde miles de si- glos a nuestra parte del mundo y a nuestra generacién para regalar- nos, con la més refinada habilidad, esa separaciOn infernal; para hacer- nos més impotentes y més misera- bles, en este siglo de filosofia, de Jo que la especie humana no lo ha sido nunca en ninguna época, ni en ningiin pais, por causa de la ilusién que uno se hace a si mismo, de la presuncién y de la vanidad. iCon cudnto gusto olvido un mun- do que presenta un espectdculo se- mejante! ;Y cudn bien me encuen- tro, en un tal estado de cosas, al lado de mi pequeiio, querido Luis21 cuyos caprichos me obligan a mi mismo a penetrar més y més en el espiritu de los libros elementales destinados a los nifios! Si, amigo mio, esos libros son los que deben dar-y los que darén el primer golpe verdadero a la ensefianza absurda de nuestra época. El carécter que ellos deben tener se hace mds y mas claro. Elfos deben partir de los ele- mentos mas senciilos de los conoci- mientos humanos; ellos deben gra- bar profundamente las formas esen- ciales de todas las cosas en la in- 81 Probablemente uno de los discfpu- los pequefios de Pestalozzi. COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 19 celigencia de los nifios; ellos deben desarrollar en éstos, temprana y cla- ramente, Ia primera idea de las re- laciones de los nimeros; ellos deben darles la palabra y el lenguaje apli- cables a todo el conjunto de sus sonocimientos y de su experiencia, ¥ por tltimo, deben en todas partes bastar ampliamente para hacerlos trepar_los primeros peldafios de la escala de los conocimientos, por la al la naturaleza misma nos con- duce a todo saber y a todo poder, jQué laguna no es para nosotros la falta de ese libro! Nos ‘hace falta no sélo porque debemos démoslo a nosotros mismos mediante nuestro arte, sino también porque debemos démmoslo no sélo una sino varias veces. También el espiritu de ese libro con cuya vida nos rodea la naturaleza toda, sin nuestra partici- acién, también ese espiritu nos ‘alta y nosotros nos hacemos vio- lencia; apagando en nosotros mis- mos, mediante nuestras escuelas la- mentables y la ensefianza exclusiva de las letras, la tiltima huella del estilo de fuego con que ella quiere grabarlo en nuestros corazones. Empero vuelyo a proseguir mi camino. Escudrifiando los principios ele- mentales de toda instruccién y de toda actividad intelectual en- inte- rés del método mismo y de los nifios que deben ser desde Ja cuna educados segtin él, emplée con los nifios educados fuera del método que cayeron en mis manos, medios, que parecfan oponerse justamente a mis principios y principalmente al. encadenamiento psicoldgico, en el estudio de las cosas y de las pala- bras, que debe guiar ei desarrollo de jas ideas de los nifios. Yo no podia hacer otra cosa, debia inves- tigar como a ciegas el grado de fuerza intelectual, que habjan al- canzado y que yo no habia podido hacer desarrollatse en ellos. Lo in- vestigué de. cuantos modos me fue posible, y lo encontré en todas par- tes, hasta en los escombros del des- Mo amparo més grande, intensiyamente mucho més adelantado de lo que me parecia ser posible en la falta incomprensible de todo conocimien- to y de toda fuerza adquirida por la educacién. En todo fo que los hombres ejerofan influencia encon- tré una remisién indecible; sin em- bargo, detrés de esa flojedad, ia naturaleza no estaba muerta, La ex- periencia me ha ensefiado esto, y yo puedo decir ahora: se necesita largo tiempo, mas largo tiempo de lo que se cree, para que el extravio y la Jocura del género humano legue a ahogar completamente la naturaleza humana en el corazén del nifio. Un Dios es quien ha puesto en nuestros pechos un contrapeso a nosotros mismos pata preseryarnos de la lo- cura. La vida y la naturaleza toda, flotando alrededor de nuestro ser, sostienen ese contrapeso y la eterna complacencia del Creador no quiere que se pierda en nosotros la santi- dad de nuestra naturaleza en nues- tra debilidad y en nuestra inocencia, sino que todos los hijos de los hom- bres Ileguen con seguridad al cono- cimiento de la verdad y de la jus- ticia, hasta que ellos, perdiendo por si_mismos Ja dignidad de su natu- | raleza interior, se extravian en el laberinto del error y en el abismo del vicio por su propia culpa y con plena conciencia de ella. Mas los | hombres no saben lo que Dios ha hecho por ellos, y no atribuyen ninguna importancia a la influencia inconmensurable de la naturaleza sobre la educacién; ellos, al contra~ tio, hacen grande estimacién de to~ das las mezquindades que agregan, demasiado mala y tontamente, a esa accién poderosa, como si su habili~ dad hiciese todo por la especie hu- mana, y la naturaleza nada, Mien- tras més ‘seguia sus huellas, trataba de encadenar mi accién a la suya y me esforzaba para marchar al mismo paso que ella, tanto més in- menso me parecia ‘ese paso como también la inteligencia del nifio para seguirlo. (En ninguna parte encon- 2 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI copotencia para utilizar lo que en_la naturaleza, sino en el ) El puede ser impotente para ‘zat lo que le presenta el arte, para lo que le ofrece la na- leza; y cuando esa impotencia xistia estaba en mi mismo y por cuanto yo me empefiaba en querer dirigir un catro que no se debia diri- gir sino solamente cargar y que minaba por sf mismo, Yo me de- fa tres veces antes de determi- natme a ereer que los nifios fuesen incapaces para algo, y diez veces antes de decir: esto es para ellos cosa imposible. Eflos hacfan lo que me parecia un imposible para su edad. Hice deletrear a nifios de tres afios el galimatias mds insen- sato, sdlo porque él era insensata- mente dificil. Amigo, ti has ofdo a nifios de menos de cuatro afios dele- trear de memoria las frases mds lar- y mas dificiles; ¢habrias creido que eso era posible, si ti mismo no jo hubieses visto? De igual manera les ensefiaba planas enteras de geo- graffa que estaban escritas con nu- merosisimas abreviaturas y les hacia ‘ser al mismo tiempo las palabras as desconocidas, indicdndolas con par de letras, cuando a penas po- dian deletrear los caracteres impre- sos. Ta has visto la exactitud y la Precisién con que ellos leian esas planas y la facilidad perfecta con que podian aprenderlas de memoria. Yo ensayé aun hacerles compien- der gradualmente a algunos nifios de més edad algunas frases muy complicadas e ininteligibles de fi- sica. Ellos aprendian enteramente de memoria las frases, pronuncién- dolas y leyéndolas, como también las preguntas que esclarecfan esas frases. Al principio era como una leccién de catecismo, una repeticién mecénica, como de papagayo, de palabras oscuras e incomprensibles. Sélo la separacién exacta de los di- yersos pensamientos, la ordenacién determinada de esas separaciones y ja conciencia, grabada profundamen- te hasta hacerla indeleble, de esas palabras oscuras, pero que en me- dio de su oscuridad lanzan un rayo de luz y de claridad, condujéronles insonsible y progresivamente a un sentimiento de verdad y de traci6n-del asunto en estudio, senti- mientos que poco a poco rompieron como Ja luz del sol las més espesas tinieblas. En todo el curso de mis expe- riencias debieron desarrollarse y pre- cisarse poco a poco en mi espiritu Jos principios de mi método, y de dia en dfa.vi més claramente que no se debe en Jos primeros anos razonar con los nifios, sino que en los medios para desarrollar su in- teligencia es necesario limitarse a Jos siguientes puntos: ie Extender gradualmente el circu- lo de sus intuiciones; 22 Grabar en su memoria preci- sa, segura y distintamente las intui- ciones de que han adquirido con- ciencia; 32 Inculcarles conocimientos de Ienguaje que abracen todas las no- ciones de que la naturaleza y el arte les hayan hecho adquirir con- ciencia, y también una parte de las que ellos deben todavia. suminis- trarles. Al mismo tiempo que esos tres puntos de vista se hacfan més y mas precisos cada dit, se desarrollé en mi insensiblemente la firme con- viccién: 12 De la necesidad de los libros de intuicién para la primera edad; 22 De Ja necesidad de un modo de exposicion seguro y preciso para esos libros; y fi 32 De’ la necesidad de una di- reccién, fundada en esos -libros y en el modo de su exposicién, que conduzca a los conocimientods de los nombres y de las palabras, que de- ben ser hechos familiares a los ni- fios aun antes de que llegue el tiem- po de que comiencen a deletrear. Es inapreciable para los nifios la ventaja de conocer corrientemente y desde temprano una vasta nomen- COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 2 clatura. La impresién estable de los nombres hace en ellos inolvidable el objeto, tan pronto como han sido irafdos al conocimiento de ellos, y ja nomenclatura fundada en ta ver- dad y en la exactitud desarrolla y mantiene en los nifios la concien- cia de jas relaciones reales que existen entre los objetos. Los bene- ficios que se obtienen por este me- dio son progresivos. Solamente no’ se debe pensar nunca, porque el nifio no entiende el todo de algo, que de ello no ie aprovecha nada. En efecto, si él se ha apropiado una gran parte de las voces de una nomenclatura cientifica, mediante el estudio del ABC y aprendiéndolo, goza por ese medio evidentemente por lo menos de Ja misma ventaja que posee un nifio educado en una gran casa de comercio y que, desde ja cuna, aprende cada dia los nom- bres de una infinidad de objetos. El filéntropo FiscHer, que per- segufa el mismo fin que yo, ha visto desde el principio el desarrollo de mi método y fe ha hecho justicia, bien que ella diferfa sensiblemente de su propia manera de ver y de sus propias ideas, La carta que él escribié a STEINMULLERS? sobre mis experiencias es interesante en atencién a las ideas que se tenfan de este asunto en esa época. Voy 22 STEINMULLER, pétroco y pedago- go, alimentaba las mismas tendencias pedagégicas que Fischer y Pestalozzi y participaba de sus ideas; trabajaba constantemente por el bien de sus fe- ligreses, desu pueblo y de su pafs y sofiaba, como. aquéllos, en la re- forma de 4a educacién del pueblo. Steinmiiller residfa entonces en Gais, aldea grande y rica en el Cantén de ‘Appenzell, en donde Kriisi era maestro. Por su recomendacién fue Krisi Ma- mado a Burgdorf, donde més tarde Hegé a ser uno de los colaboradores de Pesialozzi. —Steinmiiller estaba en- tonces a punto de fundar un seminario de preceptores que dejé de existir a su partida de Gais, pero que. volvi6 a.ser abierto en 1835 bajo ia direecién de Kriisi. 14 a darla aqui, agregéndole algunas observaciones de mi parte. Para j ar las’ empresas peda- gogicas le Pestalozzi se. debe ante todo conocer la base psicolégica so- bre que descansa el edificio de su sistema. Ella es seguramente de una solidez a toda prueba, aunque la fachada del edificio presente toda- via algunas desigualdades y despro- porciones, Muchas de esas faltas se explican por el método empirico- psicolégico del autor, por las cir- cunstancias exteriores y destinos de su vida, sus ensayos y su experien- cia. Es casi inerefble el ardor infa tigable que emplea en sus experi- mentos; y como él, exceptuadas al- gunas ideas directrices, fildsofa mds después que antes de ellos, se ve obligado, es cierto, a multiplicarlos, pero entonces los resultados ganan en seguridad. Empero, para intro- ducir los resultados en la practica, esto es, pata adaptarlos a las pre- ocupaciones, a las circunstancias y a las exigencias de los hombres, necesita Pestalozzi, o colaboradores liberales, que participen de sus ideas, que le ayuden a darles formas a esas mismas ideas, o un gran lapso de tiempo para ‘descubrirlas por si mismo y para dar por medio de ellas, por decirlo asi, cuerpo al es- piritu que lo anima. Los principios sobre que descansa su método son, poco més o menos, los siguientes”: Los cinco puntos de vista. que guen, que Fischer Hama los princi- pios de mi método, no son otra cosa que ideas aisladas sacadas de los ensayos que he hecho para la reali- zacién de mis proyectos: ‘como prin- cipios estén subordinados a las ideas fundamentales que me los han ins- pirado. Mas aqui falta la primera consi- deracién' del propésito que me ha puiado, esto es, yo quiero remediar los: vicios de 1a ‘ensefianza habitual de las escuelas, principalmente de las escuelas elementales, y buscar formas para la ensefianza que no tengan esas faltas. 22 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI “12 EL QUIERE CULTIVAR INTEN- SIVAMENTE LAS FACULTADES DEL ES- P{RITU Y NO SOLO EXTENSIVAMEN- TE, FORTIFICARLO Y NO SOLO ENRI- QUECERLO DE IDEAS.” “El espera obtener ese resultado por diversos medios. Pronunciando en voz alta y muchas veces delante de los nifios, y haciéndoselos repe- tir en seguida, palabras, definicio- nes, frases y largos periodos, quiere él por ese medio (junto con el fin especial determinado para cada paso) formar su érgano de la voz y ejercitar su atencién y su me- morta. Partiendo del mismo prin- cipio, los hace, durante esos ejer- cicios de pronunciacién, dibujar_ a voluntad o trazar letras con el 14- piz en la pizarra de mano.” Yo les hacia ya entonces dibu- jar preferentemente lineas, arcos y Angulos, y. aprender de ' memoria sus definiciones, y procedia en los medios que ensayaba para la en- fianza de la escritura, del prin- cipio de experiencia que los nifios son aptos para darse cuenta de pro- porciones y del manejo del lapiz de piedra Varios afios antes de que sean capaces de manejar la pluma y de trazar pequefias letras. “En fin, é1 distribuye a sus alum- nos delgadas hojas de cuero. tras- parente; en ellas estén grabadas If- neas y letras, y sirveri de modelo a los escolares, tanto més facil- mente cuanto que ellos pueden co- jocarlas sobre las figuras que han dibujado y, a causa de su traspa- rencia, establecer la comparacién debida, Una ocupacién doble en el mismo tiempo, una preparacién a los miles de trabajos y miles de circunstancias de la vida en que Ja atencién debe distribuirse sin dis- traerse. Las escuclas industriales, por ejemplo, se fundan enteramente en esa aptitud.” A este respecto, treinta afios ha 3 # En Neuhof, con los pequefios mendigos que él habia alli recogido. habia yo obtenido los resultados mds deécisivos en mis ensayos. En ese entonces habia hecho adqui- rir a los -nifios una destreza tan grande para el céleulo, que ellos, mientras hilaban, resolvian_mental- mente problemas que yo mismo no podia seguir sin tener a la vista el papel que me guiaba. Todo de- pende de la psicologia de la forma de la ensefianza. EI nifio debe ser completamente sefior del trabajo manual de que se ocupa durante el estudio, y el pensum que aprende junto con el trabajo debe del mismo modo, en cada caso, ser sdlo una ligera’ adicién a lo que él ya sabe. “20 BL UNE ENTERAMENTE SU EN- SENANZA AL ESTUDIO DE LA LENGUA.” Propiamente esta proposicién de- beria decir: El considera la lengua, junto con la observacién real de la naturaleza, como. el primer medio de conocimiento que posee el gé- nero humano: A este respecto par- ti del principio: el nifio debe apren- der a hablar antes de que pueda ser, con raz6n, conducido a. apren- der a leer. Mas yo encadenaba tam- bién el arte de ensefiar a hablar a los nifios a las nociones intuitivas que les da la naturaleza, y a las que deben darseles por medio de la educacién. “En la lengua estén, en efecto, depositados los resultados de todos Jos progresos de la humanidad; sdlo hay que seguirlos de un modo psicolégico en su propio camino.” El hilo que ha de servir de guia en esta investigacién psicoldgica debe buscarse en la naturaleza del desarrollo mismo de la lengua. El salvaje domina primeramente el ob- jeto, en seguida lo califica y por iltimo lo incorpora a los otros, pero de la manera més sencilla; y solo més tarde llega a poder determinar més exactamente; por medio de ter- minaciones y combinaciones de las palabras, las condiciones variables del objeto, segiin el tiempo y las cir- cunstancias. Conforme a esas ideas trataré de satisfacer los deseos de COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 2 Fischer sobre la investigacién psi- colégica del camino seguido por la iengua, que me prepongo exponer mas circunstanciadamente bajo el itulo de EL LENGUAJE, “El no razona con los nifios has- ta que les ha suministrado una pro- visién_de palabras y de locuciones que ellos aprenden a colocar en su esfera, 2 componer y a descompo- ner. Por eso enriquece é la memoria de ellos con explicaciones senci- s de objetos materiales y le en- sefia al nifo a desoribir 16 que le rodea, a darse cuenta de sus per- cepciones y a hacerse sefior de elas, conociendo entonces claramente las que habia ya en su espiritu.” Mi opinién sobre este punto es la que sigue: para ensefiar a los ni- os a razonar y a pensar por si cnismos, se debe impedir en cuanto sea posible que hablen demasiado y gue se acostumbren a pronunciarse sobre cuestiones que sdlo conocen superficialmente. Creo que el mo- mento de aprender no es el mo- mento de juzgar; el momento de juz- gar principia en el instante en que 2 ha acabado de aprender, princi- pia con la madurez de las razones porque se juzga y porque se puede juzgar. Creo qué un juicio no es sino la expresién de Ia conviccién de todas esas razones, tan maduro y tan perfecto como la semilla Ie- gada a la madurez, que por si misma, libre y sin violencia, sale de la céscara que la aprisiona. “El les hace adquirir una destreza mecénica y cierto tacto en hablar, haciéndoles declinar ciertos ejerci- cios faciles.” Esos ejercicios se limitan simple- mente a descripciones de objetos materiales ya conocidos por ellos. “La sinceridad de sus impresio- nes gana notablemente con ello, y cuando por medio de numerosos ejemplos han aprendido a conocer y e usar ciertas formas descriptivas, colocan en ellas mismas los miles de objetos que se presentan en el por- venir, e imprimen a sus explicacio- #42 nes y descripciones el carécter de una precisién material.” Hoy busco en el estudio de los ndmeros, de las medidas y del len- guaje, los principios elementales y generales de mi método. “32 EL TRATA DE PROPORCIONAR A TODAS LAS OPERACIONES DEL ESP{RI- TU DATOS, 0 RUBRICAS, O EP{GRAFES, © IDEAS GUTADORAS.” Deberfa decir: él busca en todo el dominio del arte y de la natu- raleza los puntos fundamentales, las maneras de ver, los hechos que por su precisién y generalidad pueden ser utilizados fructuosamente como medios para facilitar el conocimien- to y el juicio de un gran ntimero de objetos que estén a ellos subor- dinados y que dependen de ellos. Y les da a los nifios datos que les llaman la atencién a objetos seme- jantes; él les rubrica series de ideas andlogas, que precisandolas les per- miten separar las series de los ob- jetos y les hacen concebir claramen- te los caracteres que los distinguen. “Los datos, por més que se les presenten diseminados, se deducen sin embargo los unos de los otros. Son nociones que se refieren mutua- mente unas a otras y que, por lo mismo que necesitan completarse y facilitar la aproximacién de cada una, inspiran al espiritu el deseo de continuar sus investigaciones. Las rdbricas conducen a la clasificacion de las nociones que se van recibien- do, ponen en orden la masa cadtica de cllas, y la armazén ast erigida obliga al nifio a Menar con mayor celo cada uno de los compartimien- tos. Esto se refiere a las rabricas principales de la geografia, historia natural, tecnologia, etc. Ademds de esto, Ja analogia que preside a la eleccién de las cosas viene a favo- recer a la memoria. Las ideas guia- doras se encuentran en ciertos pro- blemas que son o pueden ser en si ja materia de ciencias completas. Cuando esos problemas, descompues- tos en sus elementos, han sido ex- puestos claramente al nifio, tomando w en cuenta los datos que él posee © que puede encontrar facilmente y gue sirven de ejercicios-de observa- cién, conducen a que la inteligen- cia infantil trabaje sin cesar en re- solverios. La sencilla cuestién: {cud- les son Ias materias que de los tres reinos de la naturaleza puede utili- zar el hombre para su vestide?, da un ejemplo de la marcha que debe seguirse. El nifio observara y pro- bard desde ese punto de vista mu- cho de lo que él presiente que pue- de proporcionarle un contingente para la solucién de ese problema tecnolégico. De esta. manera edifica 4 mismo la ciencia que debe apren- der. Por cierto que deben ofrecér- sele por todos los medios posibles jos materiales necesarios. A las ideas guiadoras pertenecen también frases que son primeramente confiadas a la memoria como méximas practicas, pero que insensiblemente adquieren fuerza, aplicacién e importancia, y asi precisamente se graban de una manera mds profunda en el espiritu y su verdad se- demuestra mejor.” “42 EL QUIERE SIMPLIFICAR EL MECANISMO DE LA ENSENANZA DEL ESTUDIO.” * “Las nociones que él admite en sus libros de ensefianza y que por medio de éstos quiere ensefiar a la infancia, deben ser tan sencillas que cada madre, y-més tarde cada institu- tor, que posea un grado minimo de capacidad, pueda, con el fin de ens¢- fiatlas, comprenderlas, expresarlas, explicarlas y agruparlas, Sobre todo desea hacer interesante y agradable para las madres.la primera educa- * Es incontrovertible que el espfritu humano no es igualmente susceptible para todas las impresiones que se obtie- nen por medio del estudio en todas las formas en que le son presentadas. EI arte de descubrir aquellas formas que excitan mas su susceptibilidad, es el mecanismo del método de ensefianza que todo preceptor debe investigar ‘en la naturaleza libre, y que debe apren- der de ella para el ejercicio del arte de ensefiar. (Nota de Pestalozzi.) 4 JUAN ENRIQUE PESTALOZ2I cién_de sus hijos, facilitandoles la ensefianza del lenguaje y de la lec- tura, y asf, como él lo dice, supri- mir poco a poco la necesidad de la escuela elemental y complementarla por una educacién mejor en la fa~ milia. Por esta razén se propone él, tan pronto como se impriman sus libros de ensefianza, poner en plan- ta algunas experiencias con las ma- dres, y es de esperar que el gobierno le prestara su apoyo, estableciendo algunos premios.” Conozco las dificultades de este punto de vista. Se exclama general- mente que las madres no se deja- rén persuadir a agregar atin un nue- vo trabajo a-sus ocupaciones: fre- gar, barrer, lavar, hacer medias y todas las fatigas de la vida. Y aun- que yo les conteste como quiera: ello no_es ningtin trabajo, es un entretenimiento, no Jes roba ningén tiempo,:y por el contrario, les Ilena el vacio de mil momentos de moles- tia para ellas, no se tiene ningin interés por ello y se me responde siempre: jellas no lo querrdn! Sdélo el Papre Boniracio, que en 1519 decia también al buen Zwrncwio:*+ “No, no es posible, [as madres no Jeerén nunca la Biblia con sus hi- jos, jamas rezarén con ellos to- dos los dias las oraciones de la mafiana y de Ja tarde!” Encontré sin embargo, el afio de 1522 que.cllas Jo hactan, y dijo: “iNo lo habria creido!” Yo estoy seguro de mi me- dio y sé que, antes que Hegue el afio 1803, hablaré aqui y aculld so bre este asunto un nuevo Padre Bonifacio, como lo hizo el viejo en 1522. Yo puedo muy bien esperar, ya llegaré ese padre. “50 El principio quinto se deriva del cuarto: £1 QUIERE. POPULARIZAK LAS CIENCIAS.” 84 Zwinario, el famoso reformador precursor de Calvino, nacié en 1484 en. Wildhaus en ef Cantén de San Gall y fue muerto el 11 de octubre de 1531 en la batalla de Kappel, en ta cual sus partidarios fueron derrotados por los catdlicos, | | | | | | en cuenta los datos que él posee © que puede encontrar facilmente y que sirven de ejercicios: de observa- Gién, conducen a que la inteligen- cia infantil trabaje sin cesar en re- solverlos. La sencilla cuestién: gcud- les son las materias que de los tres reinos de la naturaleza puede utili- zar el hombre para su vestide?, da un ejemplo de la marcha que debe seguirse. El nifio observara y pro- bard desde ese punto de vista mu- cho de lo que é1 presiente que pue- de proporcionarle un contingente para la solucién de ese problema tecnolégico. De esta manera edifica & mismo la ciencia que debe apren- der. Por cierto que deben ofrecér- sele por todos los medios posibles jos materiales necesatios. A las ideas guiadoras pertenecen también frases que son primeramente confiadas a la memoria como méximas prdcticas, pero que insensiblemente adquieren fuerza, aplicacién e importancia, y asi precisamente se graban de una matiera mas profunda en el espiritu y su verdad se demuestra mejor.” “42 EL QUIERE SIMPLIFICAR EL MECANISMO DE LA ENSENANZA DEL ESTUDIO.” * “Las nociones que él admite en sus libros de ensefianza y que por medio de éstos quiere ensefiar a la infaneia, deben ser tan sencillas que cada madre, y-més tarde cada institu- tor, que posea un grado minimo de capacidad, pueda, con el fin de ense- fiarlas, comprenderlas, expresarlas, explicarlas y agruparlas. Sobre todo desea hacer interesante y agradable para las madres.la primera educa- * Es incontrovertible que el espiritu humano no es igualmente susceptible para todas las impresiones que se obtie- nen por medio del estudio en todas las formas en que le son presentadas. El arte de descubrir aquellas formas que excitan mas.su susceptibilidad, es el mecanismo det método de ensefianza que todo preceptor debe investigar ‘en Ta naturaleza libre, y que debe apren- der de ella para el ejercicio del arte de ensefiar. (Nota de Pestalozzi.) 4 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI cién de sus hijos, facilitandoles la ensefianza del lenguaje y de Ia lec- tura, y asf, como él lo dice, supri- mir poco a poco la‘necesidad de la escuela elemental y complementarla por una educacién mejor en la fa- milia. Por esta razén se propone él, fan pronto como se impriman sus libros de ensefianza, poner en plan- ta algunas experiencias con las ma- dres, y es de esperar que ei gobierno le prestard sa apoyo, estableciendo algunos premios.” Conozco las dificultades de este punto de vista. Se exclama general- mente que las madres no se deja- ran persuadir a agregar atin un nue- yo trabajo asus ocupaciones: fre- gar, barrer, lavar, hacer medias y todas las fatigas de Ja vida. Y aun- que yo les conteste como quiera: ello no-es ningtin trabajo, es un entretenimiento, no Jes roba ningin tiempo,:y por el contrario, les lena el yacio de mil momentos de moles- tia para ellas, no se tiene ningin interés por ello y se me responde siempre: jellas no lo querrén! Solo el Pare Bonrracio, que en 1519 decfa también al buen Zwineio:3* “7No, no es posible, las madres no jeerdn nunca Ja Biblia con sus hi- jos, jamés rezarén con ellos to- dos los dias las oraciones de la maijiana y de Ja tarde!” Encontré sin embargo, el afio de 1522 que.cllas Jo hactan, y dijo: “{No lo habria crefdo!” Yo estoy seguro de mi me- dio y sé que, antes que legue el afio 1803, hablaré aqui y acullaé so bre este asunto un nuevo Padre Bonifacio, como Io hizo el viejo en 1522. Yo puedo muy bien esperar, ya Hegard ese padre. “50 El principio quinto se deriva del cuarto: 1, QUIERE. POPULARIZAR LAS CIENCIAS.” 84 ZwIncuio, el famoso reformador precursor de Calvino, macié en 1484 en. Wildhaus en ef Cantén de San Gall y fue muerto el 11 de octubre de 1531 en la batalla de Kappel, en ta cusl sus partidarios fueron derrotados por los catdlicos. COMO GERTRUDIS ENSENA A SUS HIJOS 25 Es decir: él trata de alcanzar de una manera general el grado de ilus- tracién y de fuerza intelectual que todos los hombres necesitan para llevar una vida sabia o indepen- diente. No, por cierto, para hacer de las ciencias, como ‘tales, un ju- guete engafioso de la pobreza que carece de pan; sino, por el contra- rio,- para librar a la pobreza que carece de pan, por medio de los ptimeros fundamentos de la verdad y de la sabiduria, del peligro de ser el juguete miserable de su propia ignorancia como también de la as- tucia de los otros, sto debe obtenerse por la crea- cién de libros de ensefianza que contengan ya los principios esencia- les de [as ciencias, en términos y en frases bien escogidos, y que deben suministrar, por decirlo asi, las enor- mes piedras con las cuales se pueda mds tarde construir facilmente ia béveda del edificio.” ‘Yo més bien me habria expresado asi sobre el .asunto: Este resultado se alcanzaré principalmente por la simplificacién de los primeros prin- cipios de la enschanza humana y por la conquista progresiva y sin yacios, de todo lo que puede enri- quecer los conocimientos individua- les de cada uno. Los libros mismos de ensefianza no debén ser otra cosa que un medio de enlazar artificial- mente la ensefianza, en cada uno de jos ramos, a lo que la naturaleza misma hace por el desarrollo de esos conocimientos, en todas condiciones y en todas las circunstancias en que se encuentre el hombre. Ellos no deben ser mas que una preparacién artificial de las fuerzas que son ne- cesarias al hombre para utilizar con seguridad Jo que la naturaleza mis- ma hace para el desarrollo de él, en cada uno de los ramos. “También debe obtenerse ese re- sultado por la propagacién y la yenta barata de los libros de ense- flanza, Sucinta y completamente de- ben ellos referirse unos a otros en una serie y formar un todo; mas : cada uno de ellos debe, sin em- bargo, tener al mismo tiempo exis- tencia.propia y poder ser difundido separadamente. Con ef mismo in- tento.quicre hacer reproducir, por medio del grabado en madera, car- tas geogréficas, figuras geométricas, stcétera, y venderlas a los precios més bajos. El producto de sus obras, deducidos los gastos, lo destina para evar a cabo su empresa, esto es, para poner en practica su método en un instituto, escuela o casa de huérfanos que proyecta fundar.” El va demasiado lejos. Yo no. pue- do regalar al piblico, deduciendo Unicamente los gastos de impresién, el producto integro de las obras que son el resultado de toda mi vida y de los sacrificios econédmicos que he hecho con tal motivo. Sin em- bargo, a pesar de los sactificios de todo género que me he impuesto hasta el presente para la realizacion de mis proyectos, quiero atin, con tal que el gobierno o los particula- res me proporcionen los medios para fundar ‘una casa de huérfanos segin mis principios, continuar hasta mi muerte cediendo también para ese objeto la mayor parte del producto de mis libros de instruccién, ade- més del sacrificio total de mi tiem- po y de mis fuerzas, que hago con ese fin. “Para la ensefianza de la-escuela se debe ante todo obiener que el maestro, aun cuando esté dotado de un grado minimo de capacidad, no solamente no ejerza una accién per- judicial, sino que aun pueda hacer progresos conforme a la marcha in- dicada.” Esto es esencial. Yo creo que no hay que pensar en avanzar un paso, en general, en Ja educacién del pue- blo, mientras no se hayan encon- trado las formas de ensefianza que hacen del maestro, por lo menos hasta la conclusién de los estudios clementales, el simple instrumento mecénico de un método cuyos re- sultados deben nacer por la natu raleza de sus formas y no por la 26 JUAN ENRIQUE PESTALOZZI habilidad del que 10 practica. Doy por sentado que un libro de estudio no sea bueno sino cuando puede ser usado tan bien por un maestro sin instruccién_ como por un maestro instruido. Esencialmente debe estar compuesto de tal suerte que el hom- bre instruido, y aun la madre, en- cuentre en él un guia y un auxilio suficiente para estar siempre un paso més adelante que el nifio mismo en el desarrollo progresivo de los co- nocimientos a que se le quiere con- ducir. No se necesita més; y no po- dréis hacer més, por lo menos du- rante sighs atin, para la totalidad de Jos maestros de escuela, Mas se edifican castillos en el aire y se hace ostentacién de ideas de razén y de independencia que no existen més que sobre el papel y que faltan, en realidad, mas en nuestras salas de clases que en el taller del sastre y en el tclar del tejedor. Sin embargo, en ninguna profesién se pagan més de las palabras que en la doce tro; y si se calcula cudnto tiempo hace ya que se pagan de esa ilu- sién, resalta la correspondencia de ese error con las causas de que él dimana, Ademés se ha de alcanzar a este respecto: “Poder instruir igualmen- te a muchos nifios a la vez, despertar la emulacién y facilitar la comuni- cacién mutua de los conocimientos adquiridos, entre los mismos alum- nos; y evitar y acortar los rodeos que se han hecho hasta ahora para enriquecer la memoria, y emplear otros procedimientos para ello; por ejemplo, la analogia de lo que se debe ensefiar, el orden, la excita: cién de la atencidn, la recitacién en alta voz y otros ejercicios.” Hasta aqui Fischer. Toda esa carta muestra al hombre noble que rinde homenaje a la verdad, aun cuando ella aparezca en traje de noche y hasta rodeada de una som- bra verdadera. En Stanz, la vista de mis nifios lo habia trasportado, y desde el dia en qué recibié la im- presién que le hizo ese espectaculo, dedicéles a mis obras una verdadera atencién, Pero é1 murié antes de haber vis- to adquirir a mi ensayo el grado de madurez en la que habria podido descubrir mas de lo que en realidad descubrié en él. Después de su muer- te principié una nueva era para mi. 144

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