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—Alisté todo por la noche, pero, ¿qué era todo? Unos tres chiros en una caja de
—Sí, era como decir de aquí a la esquina. ¡Ay Dios mío, yo esa noche no dormí!
¡Qué iba a dormir! Me la pasé fue llorando toda la noche y pensando si irme o no.
Estaba muy asustada. Me puse a imaginar a dónde iba a llegar. Pero me animé
porque yo allá no iba a hacer nada. Mi destino era cocinar y trabajar sin sueldo.
Mis papás no nos apoyaban para salir de allá, para irnos a un lugar mejor.
Siempre metidos allá en la montaña en una escasez, entonces tocaba así: volarse.
Una vecina, Elvira, era la única que sabía que yo me iba a ir. Ella me animaba a
—18. O sea, eso fue hace ya 50 años. Yo ese día quería decirle a una amiga que
me iba a volar, pero no fui capaz porque yo pensé «si le cuento ella no me deja
ir». Entonces sólo le vendí la gallina que llevaba. 25 pesos me dio —nos reímos al
de Elvira. Nos subimos al bus. Yo no sabía por qué Elvira mandaba al niño
conmigo, pero después caí en cuenta que tal vez era para que otro hijo de ella,
pero con la intención de que el hijo mayor hiciera vida conmigo. Eusebio me
dejaría con su hermano —me sentí una vez más decepcionada al confirmar lo
¡Ay Dios mío! Yo lloré todo el camino, pensaba en mis papás y mis hermanos, en
yo ahí, esperando a ver qué pasaba. Aventurando. ¡Ay, yo sí es que fui muy
valiente, yo no sé cómo!
Después de estar como media hora ahí se me apareció el ángel de la guarda, digo
yo, porque fue un milagro. Pasó por ahí una china loca cantando, haciendo bulla y
me miró. Me dijo «¿usted qué hace?». Yo como pude le respondí con voz
estoy buscando una muchacha para un trabajo en Bogotá! Mire acá tengo la plata
¡Ay y yo me vine con esa muchacha!... ¡Yo sin saber ni quién sería! Lloré y lloré
todo el camino. Fui muy arriesgada. A veces me vuelven los nervios… —me
sentido así.
Cuando el niño con el que venía me vio subirme a la flota con destino a Bogotá me
donde estábamos si no, tal vez me habría ido con él —¡uff, menos mal! — le dije
que parecía ser una manifestación de Rojas Pinilla. No entendía qué pasaba,
bus y nos bajamos en una cafetería, pero, ¡la muchacha no recordaba dónde era
la casa! Me dejó con las dos cajitas de cartón, la de ella y la mía, ahí en la
preguntó qué me pasaba. Yo le dije casi sin poder hablar por un llanto profundo
«es que me volé de la casa, llegué hoy y voy a trabajar». Estábamos ambas
había ido entonces me dijo que me daría trabajo en caso de que no regresara. Dijo
Por fin llegó después de un rato. La señora de la cafetería la interrogó y luego nos
fuimos. Me dijo que yo tenía que dormir debajo de la cama y que no podía hacer
ningún ruido, ni toser porque el hermano era muy bravo. Menos mal yo ya estaba
poder hacer ruido me dio mucha tristeza y miedo. Ya al otro día me dieron una
Cuando llegamos a la casa la muchacha entró y le dijo a doña Julieta que ya había
traído la nueva empleada pero que tenía un problema. «¡Ay no! ¿Y ahora qué?»,
pensé preocupada. Me miré por todo lado a ver qué problema tenía. «¿Un
problema? ¿Cuál?», preguntó la señora. «Sí, que viste muy cortico». «Ah, no,
Cuando entré estaban todos sentados en redondo. Eran cinco muchachos, unas
señora Julieta me dijo «tranquila que acá va a estar bien, cualquier cosa me la
dice a mí, nadie tiene porqué molestarla y si uno de estos muchachos le llega a
Doña Julieta me preguntó qué me pasaba y fue cuando por fin le hablé de mi
familia y le dije que me había volado de la casa. Le dije también que quería saber
sobre mis papás y mis hermanos y que ellos supieran dónde estaba yo y que
estaba bien.
Envié una carta a la vereda con ayuda de doña Julieta y a los 15 días me llegó la
respuesta. Fue lindo. Me contaron que mi papá había ido a buscarme a los
pueblos cercanos de la vereda. Sentí un alivio grande por saber cómo estaban y
Duré tres años trabajando allá con las viejitas. Por eso digo que esa muchacha era
pasado. Yo estoy y estaré siempre agradecida con esas viejitas por haberme
recibido.
—Tía, ¿usted sabe cuál es la viejita que me recibió a mí cuando me vine para
primera vez en Bogotá, llena de terror, lista para iniciar la universidad— Usted.