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Author(s): Aquino M. Alejandra
Source: European Review of Latin American and Caribbean Studies / Revista Europea de
Estudios Latinoamericanos y del Caribe, No. 92 (April 2012), pp. 3-22
Published by: Centrum voor Studie en Documentatie van Latijns Amerika (CEDLA)
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23339603
Accessed: 08-11-2016 22:17 UTC
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Studies / Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe
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European Review of Latin American and Caribbean Studies 92, April 2012 | 3-22
Alejandra Aquino M.
Resumen: Este artículo analiza cómo algunos jóvenes Zapatistas se convierten en migrantes internacio
nales insertos en circuitos globales de trabajo bajo un régimen capitalista de acumulación flexible. Se
argumenta que la migración de estos jóvenes representa un desplazamiento geográfico, político y subje
tivo, ya que ellos no sólo se trasladan a miles de kilómetros de sus pueblos, sino que experimentan un
cambio en sus subjetividades, sus perspectivas ftituras y sus proyectos de vida, con respecto a la genera
ción anterior. Se muestra también que la experiencia migratoria de los jóvenes Zapatistas está marcada
por la tensión entre momentos en que les resultaba prácticamente imposible moverse de ciertos merca
dos de trabajo y de ciertas regiones geográficas - particularmente la agricultura californiana -, y perio
dos en que, por el contrario, no logran establecerse por mucho tiempo en el mismo sitio, ni mantenerse
en el mismo nicho laboral. En otras palabras, su experiencia ha oscilado entre periodos en que devienen
una 'fuerza de trabajo cautiva' que no puede desplazarse libremente y momentos en que, por el contra
rio, se transforman en 'nómadas laborales' obligados al permanente desplazamiento y a la imposibilidad
de establecerse en un mismo lugar. Estas dos situaciones son producto del control de su libre circulación
mediante su '¡legalización' y representan las caras opuestas de la misma moneda, pues las dos tienen
como consecuencia la extracción de trabajo barato y bien disciplinado; sólo que en un caso esto se con
sigue impidiendo su movilidad y, en el otro, su establecimiento. Palabras claves: migración internacio
nal, jóvenes, zapatismo, capitalismo.
Published by CEDLA - Centre for Latin American Research and Documentation | Centro de
Estudios y Documentación Latinoamericanos, Amsterdam; ISSN 0924-0608; www.cedla.uva.nl
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4 I Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 92, abril de 2012
En este artículo analizo cómo algunos jóvenes bases de apoyo del Ejército Za
patista de Liberación Nacional (EZLN) pasan de una militancia activa en el movi
miento a convertirse en migrantes internacionales. Asimismo, presentaré cómo el
control de la movilidad de la mano de obra migrante vía las políticas y las leyes
migratorias han provocado que las trayectorias migratorias de estos jóvenes mi
grantes indocumentados oscilen entre periodos en que no pueden moverse de cier
tas localidades y nichos laborales y otros en que, por el contrario, no pueden esta
blecerse en el mismo lugar.
Toda la información que presento en las siguientes páginas fue extraída de mi
tesis doctoral, cuyo trabajo de campo realicé entre 2005 y 2007 en Chiapas y en
California y Mississippi, Estados Unidos. Esta información se actualizó con una
visita corta a Mississippi en noviembre de 2010. La investigación la hice con un
grupo de aproximadamente 40 migrantes de entre 16 y 33 años, la mayoría origina
rios de una pequeña comunidad zapatista ubicada en la Selva Lacandona, Chiapas,
de nombre María Trinidad.' Este poblado forma parte del municipio autónomo
'San Pedro de Michoacán', lo que corresponde dentro de la división oficial al mu
nicipio de Las Margaritas.
La metodología que utilicé para la investigación fixe de carácter etnográfico,
aunque para acercarme a la 'experiencia migratoria' de los jóvenes militantes
transformados en migrantes, tuve que apartarme de los lugares y las situaciones de
la investigación etnográfica convencional centrada en una localidad y optar por
seguir a los migrantes en sus cruces de frontera y desarrollar una etnografía en mo
vimiento y en múltiples sitios a la vez, o para plantearlo en términos de Marcus
(2001), una etnografía multi-local entre Chiapas, California y Mississippi.
Desde la aparición pública del EZLN la cañada de Las Margaritas fue escenario de
gran actividad política zapatista. Los jóvenes migrantes de los que hablo en estas
páginas nacieron, crecieron y se socializaron en medio de un conflicto armado en
tre sus pueblos y el Estado. Su infancia la vivieron al calor de los encuentros del
EZLN con la sociedad civil, las marchas, las consultas, el Diálogo de San Andrés y
la construcción de los MAREZ. A diferencia de lo que sucede con sus padres o
abuelos, quienes están marcados por la experiencia de la finca, los jóvenes de la
nueva generación2 crecieron en 'tierras liberadas' donde pese a la numerosa pre
sencia del ejército mexicano, el zapatismo logró por algunos años ser un proyecto
político hegemónico y con gran legitimidad. Además de que estos jóvenes nunca
trabajaron bajo las órdenes de un patrón, no tuvieron que hacer las largas y penosas
gestiones agrarias ante los funcionarios gubernamentales, ni tampoco asistieron a
las escuelas del gobierno.
En síntesis, es una generación que nace 'dentro' del zapatismo, de tal forma que
su participación en el movimiento no es producto de una decisión personal, es una
adscripción heredada de sus padres y reforzada por un entorno familiar y comunita
rio en el que todos son Zapatistas. La lucha impregna todos los resquicios de su
vida cotidiana, incluso actividades antes familiares como la siembra de maíz, des
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A mí me gusta tomar, para que le voy a mentir, de por sí a todos en este pueblo
nos gusta, pero aquí puro problema, no te pueden ver con una botella aunque
sea vacía porque ya te están molestando, en cambio allá, nadie te dice nada, ca
da quien se manda solo (Chiapas, 2005).
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gionales, consejos autónomos, etc. Todas las bases Zapatistas tienen algún cargo o
algún tipo de responsabilidad; además, se les demanda una activa participación en
los eventos, las reuniones y las asambleas del movimiento. Esta demanda perma
nente de participación en la vida colectiva resulta pesado para algunos cuadros
zapatistas y puede convertirse en una motivación para dejar la comunidad. Como
expresa un joven migrante 'yo mejor salí de la organización, quería quedar libre,
sin cargos' (Rony, Chiapas, 2005).
Para la generación de militantes que inició el movimiento es difícil entender
que sus hijos vean en la migración una 'liberación', pues para ellos es más bien una
rendición, un abandono y un peligro para la comunidad. Además, consideran que la
verdadera 'liberación' se dio en el momento en que sus padres o abuelos salieron
de las fincas y lograron formar sus propios pueblos sobre las tierras vírgenes de la
selva o bien cuando se levantaron en armas en 1994. Para esta generación ser libre
significa sobre todo 'tener suficiente tierra para cultivar' y no tener que trabajar
bajo las órdenes de un patrón. Don José (60 años), integrante de las bases zapatis
tas de María Trinidad que lleva más de 15 años de participación activa en el mo
vimiento, comenta pensativamente:
Para esta generación, la libertad no tiene nada que ver con 'tomar alcohol', 'dejar
los cargos' o 'salir del pueblo', pues consideran que estas constricciones son pro
ducto de acuerdos que fueron tomados entre todos los pueblos y no de imposicio
nes externas. Desde esta perspectiva, la libertad tiene que ver con el acceso a la
tierra como medio básico para asegurar su subsistencia, así como con el ejercicio
de la autonomía. Como explica un hombre de María Trinidad, actualmente miem
bro de la Junta de Buen Gobierno:
Los que se van al Norte pierden su libertad; primero porque se tienen que andar
escondiendo porque no tienen papeles, y dos porque tienen que trabajar con pa
trón, en cambio aquí estamos en nuestras propias tierras, andamos libremente
por donde queramos, nosotros nos mandamos. Por ejemplo, si yo cultivo café,
yo sé cuándo descanso, no estoy con un patrón que me va a decir qué hacer, tomo
mi pozol3 cuando yo quiero, si ese día estoy cansado pues no trabajo, porque yo
soy dueño de mi tierra. Igual en el municipio, nadie nos va a venir a mandar, no
sotros tomamos nuestros acuerdos como nos convenga (Chiapas, 2006).
Otra de las necesidades subjetivas de los jóvenes es la 'distinción' del resto del
grupo. Migrar al Norte se ve como una forma de diferenciarse y de afirmar su di
mensión individual, lo que no siempre es fácil de realizar dentro de una comunidad
en la que el ideal a alcanzar es la igualdad. La migración se ve entonces como una
oportunidad para hacerlo, cómo explica otro joven de María Trinidad: 'Yo me vine
(a Estados Unidos) porque quería sobresalir un poco'.
La 'distinción' que se afirma con la migración no sólo tiene que ver con el ac
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Teníamos miedo que todos los jóvenes se fueran porque habíamos visto (en
otros pueblos) que la migración es como el vicio, cuando uno la prueba ya no la
puede dejar. Entonces nos cerramos, nos pusimos duros, dijimos 'nadie sale',
pensamos que así íbamos a poder detenerla, pero no, fue peor, parece que a los
muchachos más ganas les dieron de irse (Pablo, Chiapas, 2006).
Como se ha hecho desde hace décadas en otros pueblos indígenas de México, las
comunidades Zapatistas han creado mecanismos internos para que los que se van
puedan cumplir con sus obligaciones comunitarias a la distancia y así conservar sus
derechos como miembros de su comunidad y como miembros del movimiento.
Actualmente, en todas las comunidades Zapatistas los militantes tienen derecho a
emigrar hacia Estados Unidos a condición de que lo hagan con la autorización de la
comunidad y cumplan con los acuerdos al respecto. La asamblea es el espacio don
de se negocian las salidas y se construyen los acuerdos sobre sus términos. Por lo
general, en los acuerdos se establece el tiempo que el futuro migrante podrá ausen
tarse y se define el monto que tendrá que pagar por los trabajos comunitarios que
dejará de aportar para su pueblo. El periodo aceptado para ausentarse de la comu
nidad va de uno a cinco años; por ejemplo, en María Trinidad se permiten cuatro
años, pero en comunidades donde la migración es más reciente el permiso es sólo
de un año. El acuerdo no es inamovible, cuando la situación lo requiere los términos
de las salidas se renegocian, ya que el fenómeno migratorio cambia rápidamente. Se
trata de buscar las mejores soluciones ante situaciones inéditas para la comunidad.
El cruce de la frontera
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que están obligados a buscar formas alternativas para atravesar la frontera, las cua
les los exponen a situaciones de alto riesgo y los estigmatizan como 'ilegales'.
Cuando los jóvenes de María Trinidad decidieron partir al Norte, ya existían en su
región redes locales de contrabando de personas formadas por los migrantes de los
pueblos no Zapatistas. Sin embargo, las primeras salidas en la región se hicieron
con la ayuda de 'polleros' guatemaltecos dedicados desde hacía décadas al contra
bando de emigrantes centroamericanos, y cuyas rutas pasaban por los territorios
rebeldes. De tal forma que para 2003, momento en que los primeros jóvenes de
María Trinidad deciden partir, existían todas las condiciones para hacerlo. Por
ejemplo, además de los polleros había toda una red de prestamistas que vieron en
la migración un negocio lucrativo ya que los préstamos se dan con intereses del 15
a 20 por ciento mensual.
Desde los primeros desplazamientos al Norte, la ruta privilegiada desde la ca
ñada donde se encuentra María Trinidad ha sido la de Altar una pequeña localidad
ubicada al noreste del estado de Sonora, a cien kilómetros de la frontera con Esta
dos Unidos. El viaje inicia en la ciudad de Las Margaritas, ahí los futuros migran
tes se reúnen en terminales improvisadas, esperando que los 'polleros' los acomo
den en los autobuses que los llevarán a la frontera. Casi todos son hombres jóve
nes, muchos hablan tojolobal, todos provienen de las comunidades de la región -
clasificadas en los censos nacionales como de alta o muy alta marginación - y pro
bablemente son campesinos con acceso limitado a la tierra. Todos cargan sus pe
queñas mochilas, visten al estilo local; algunos fueron Zapatistas, otros todavía lo
son, en este momento no importa, ahí lo único que cuenta es que todos comparten
el deseo de llegar al Norte. El viaje hasta la frontera dura tres o cuatro días y como
explica uno de los migrantes de María Trinidad, durante el trayecto:
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tienen que comprar para aguantar la travesía por el desierto. Por ejemplo, les sugie
re, que lleven ropa de camuflaje o de colores discretos para no ser descubiertos tan
fácilmente por la 'migra', zapatos cómodos y cerrados, pasamontañas y guantes
para el frío. También les pide que compren dos galones de agua, frutas y alimentos
envasados, una botella de ron 'por si les pica un animal o se desaniman', y una
bolsa de basura grande para meterse a dormir en las noches y protegerse del frío.
Para los jóvenes Zapatistas el desierto es un misterio, un territorio desconocido,
completamente diferente de sus lugares de origen: 'Cuando me vine al Norte yo no
sabía qué es un desierto, nunca lo he mirado, sólo he escuchado cuando leen la
palabra de dios que mencionan el desierto, pero no sé qué es eso de desierto, no sé
cómo se mira' (Mississippi, 2006). Aunque por toda la Selva Lacandona ya circu
lan numerosas historias sobre este lugar, los jóvenes no pueden dimensionar lo que
les espera.
Casi todos el recorrido se hace de noche y de madrugada para evitar las horas de
más calor. Los potenciales migrantes caminan de tres a cinco días hasta lograr alcan
zar algún punto de la carretera poco transitado por la 'migra' en el que puedan ser
recogidos por otro 'pollero' y posteriormente transportados a una casa de seguridad.
Durante el trayecto los migrantes tienen que superar diferentes pruebas: de 50 a
80 kilómetros de caminatas, altísimas temperaturas, rancheros que custodian sus
propiedades, la 'migra', la tecnología de alta seguridad, asaltantes, grupos de 'ca
zaemigrantes', animales venenosos, el frío de las noches, el hambre y la sed. Como
explica uno de los jóvenes:
Los jóvenes Zapatistas coinciden en que la travesía por el desierto es muy parecida
al entrenamiento que recibieron en el EZLN para sobrevivir en la montaña. Como
explica uno de los jóvenes:
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Los jóvenes coinciden en que su paso por el zapatismo les da ventajas sobre los
migrantes que no pasaron por esta experiencia, no sólo porque están 'entrenados' y
acostumbrados a hacer largas caminatas en condiciones difíciles, 'aguantar hambre
y sueño' y otras habilidades prácticas, también porque ellos son personas que 'no
se dejan' pues mantienen vigente el espíritu subversivo que los caracterizó cuando
estaban en el movimiento. Como cuenta otro joven:
Porque nosotros los de María Trinidad lo que tenemos es que somos un 'des
madre', y peor en el desierto, unos vienen cantando, unos viene gritando, otros
vienen silbando, otros vienen platicando, 'relajeando', contentos. Entonces nos
decían los 'coyotes': 'Ustedes son bien cabrones, hemos pasado gente pero na
die como ustedes, ustedes son como dijera son... pues no los podemos ni do
minar, ni humillarles, al contrario, ustedes vienen más delante que nosotros', se
admiraban de nosotros porque dicen no habían pasado gente así (Mississippi,
2006).
Una vez que logran cruzar el desierto y llegar cerca de alguna carretera los migran
tes tienen que esperar el 'levantón'. En la jerga de los migrantes, el 'levantón' es el
momento en que un nuevo 'pollero' los recoge a orilla de una carretera con una
camioneta y los traslada a una casa de seguridad. Es un momento muy peligroso y
de mucha tensión, los migrantes ya están muy cerca de lograr su objetivo, pero se
encuentran en una zona de alto riesgo, pues las carreteras cercanas a la frontera
están muy vigiladas por las patrullas fronterizas.
Por lo general, las casas se seguridad son pequeñas 'trailas' o garages dentro de
casas particulares donde los migrantes permanecen hasta que los 'polleros' se co
munican con sus familiares o amigos en Estados Unidos y reciben el pago total del
cruce. Si todo sale bien, sólo tienen que pasar una noche o unas cuantas horas.
Quienes aún no cuentan con familiares en el Norte, le tienen que pagar directamen
te al 'pollero', aunque es poco recomendable viajar con dinero en la bolsa, ya que
pueden ser asaltados por el mismo 'pollero'. Si los familiares no mandan rápido el
dinero, los nuevos migrante quedan prisioneros en estas casas hasta que paguen lo
acordado, y frecuentemente son objeto de amenazas y malos tratos.
El 'levantón' fue en Tucson, ahí fue donde nos 'pepenaron' y de ahí nos ence
rraron en una casa de La Mesa, Arizona, para que los amigos o los familiares
que están acá nos envíen el dinero, que tenían el convenio con el 'coyote'. Fue
cuando me prestó quinientos dólares el Paco, me lo mandó y todo se arregló por
mí. Yo y el Ever no tuvimos ningún problema. El único que se atrasó un poco
fue el Lino, porque su papá no envía rápido el dinero, no más está engañando
que lo va a mandar y no lo manda. Entonces el 'pollero' ya lo iba a dejar ahí y
es mucha tristeza quedar tirado en el camino, pero nosotros le hablamos al Pepe
y yo le dije que si no tenía más dinero que le mandara a su papá del Lino para
que lo sacaran y sí, así le hicieron (Lucas, Mississippi, 2006).
Pese a las grandes dificultades a las que se enfrentan los jóvenes Zapatistas en el
desierto, la experiencia termina por ser incorporada como algo 'natural', como
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explica Vicente 'para mi cruzar el desierto es haga de cuenta que como ir a Las
Margaritas, me parece fácil' (Mississippi, 2006). Llama la atención también que
muchos guardan un recuerdo positivo de esta experiencia y lo recuerdan como un
momento alegre y de camaradería.
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Los jóvenes chiapanecos encarnan una de las últimas reservas de mano de obra
mexicana, ya que provienen de los pocos estados del país en los que hasta los años
noventa no se registraban índices de emigración hacia Estados Unidos (Durand y
Massey 2003), en los últimos diez años han alcanzado índices de migración muy
elevados, incluso por encima de estados como Oaxaca con mucha más tradición
migratoria. Sin embargo, el perfil de los trabajadores chiapanecos es el mismo que
el de otros trabajadores mexicanos: jóvenes fuertes, sanos, en su etapa de vida más
productiva, con experiencia en las labores agrícolas, indocumentados y con dispo
sición para moverse hacia donde haya trabajo, ya que no viajan con sus familias. A
los ojos de los agricultores estadounidenses tienen, además, la ventaja de que están
recién llegados y no cuentan con una red migratoria sólida, por lo que serán una
mano de obra más disciplinada y vulnerable, al menos en los primeros años de su
migración.
Normalmente, la inserción a este mercado de trabajo es bastante fácil, ya que
existe todo un sistema de subcontratación de mano de obra a cargo de diferentes
tipos de intermediarios (contratistas y mayordomos), quienes por medio de meca
nismos modernos y tradicionales de control y explotación aseguran la disponibili
dad de trabajadores bien disciplinados a bajo costo y durante todo el año (Sánchez
2001). Casi todos los jóvenes Zapatistas que llegaron a California en épocas de
cosecha encontraron trabajo rápidamente.
El segundo día de estar aquí en Estados Unidos pasó un señor ahí en la pensión
en la que estaba y nos dijo: 'Hey muchachos, ¿no quieren ir a trabajar?'. 'Pues
sí claro, pues para eso vengo', le digo.... 'Pues te voy a llevar en el espárrago
porque ayer me hablaron y quieren gente en el espárrago'. Entonces me meto a
la casa y les digo a los otros compas: '¿Quiénes más quieren ir a trabajar? ahí
hay un 'raitero', ¡vamos!'. El señor nos preguntó: '¿Cuánto tiempo tienen?'.
'Acabamos de llegar, tenemos dos días'. 'No se preocupen por eso, yo los voy a
llevar al trabajo ... aquí no tengan miedo, ni de la policía, ni de nada, aquí ya
están en Estados Unidos, ya triunfaron' (Mississippi, 2006).
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Después de algunos meses de trabajo, una minoría logró que sus mayordomos los
incorporaran a actividades semicalifícadas (podar, regar, rociar y el mantenimiento
de huertas), así como al empaque de los productos, sin embargo, los mayordomos
tienen mucha resistencia para sacarlos del field pues saben que son una mano de
obra calificada para las labores agrícolas pues siempre han sido campesinos, lo que
ya no es tan fácil encontrar. Así, al ver las pocas oportunidades que tendrían en
este nicho laboral para una movilidad ascendente o como dicen ellos para 'salir
adelante', gran parte de los jóvenes zapatistas decidió 'escapar' de la agricultura,
esta situación contrasta con lo que ha pasado con otros grupos que se han quedado
años o hasta décadas trabajando en los campos. Por ejemplo, en las cuadrillas de
los chiapanecos había jóvenes de diferentes orígenes que llevaban mucho más
tiempo que ellos en los campos y que, sin embargo, no tenían la intensión de mo
verse. Como explica uno de los migrantes chiapanecos:
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Fue una locura lo que hicimos de comprar carros y que luego nos los quitaba la
'placa' (policía). Un día íbamos para Sacramento a cobrar un cheque y la 'pla
ca' nos quita nuestra Minivart. Entonces compramos una Ven chica y a los po
cos días que nos vuelven a 'mochar' el carro. Quedamos de nuevo sin carro y
volvimos a trabajar y cuando juntamos que volvemos a comprar otro carrito.
¡Es poco si te digo que la 'placa' me paró siete veces! (Mississippi, 2006).
Esta situación se encuentra estrechamente vinculada con la doble intencionalidad
de una 'política de control' cuyo objetivo explícito es impedir la presencia de tra
bajadores indocumentados, pero su objetivo oculto es mantener esta fuerza de tra
bajo inferiorizada jurídicamente que permita precarizar el mercado de trabajo
(Moulier-Boutang, Garson y Silberman 1986, 87).
Cuando le confiscan sus carros los jóvenes ya no pueden trasladarse a los dife
rentes ranchos y o bien regresan a la agricultura y se resignan a quedarse en este
nicho laboral o vuelven a comprar otra camioneta. Cuando esto último sucede, es
frecuente que los jóvenes caigan en un círculo vicioso en el que trabajan y cuando
juntan un poco invierten todo su dinero en la compra de camionetas viejas y muy
pronto las pierden en un nuevo incidente con la policía. Esto provoca que los jóve
nes pasen meses o años sin enviar remesas a sus hogares y que no tengan capaci
dad de ahorro para aguantar los meses de invierno.
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A partir del momento en que salieron de los campos agrícolas, las trayectorias mi
gratorias de estos jóvenes estuvieron marcadas por un alto grado de movilidad
siempre en busca de mejores sitios de trabajo y lugares más favorables para esta
blecerse: California, Alabama, Mississippi, Louisiana, Florida, Carolina del Norte,
Carolina del Sur, Virginia, Virginia Occidental, Tennessee, Ohio, Pennsylvania,
Georgia y Nueva York son algunos de los estados por donde han transitado estos
nuevos migrantes.5 En este largo errar, los jóvenes chiapanecos se han enfrentado a
condiciones laborales inestables y fragmentarias que no les permiten quedarse por
mucho tiempo en el mismo lugar. Además, el alto indice de movilidad no se reduce
al lugar de residencia, también tiene que ver con el cambio permanente de trabajo.
Como cuenta Lucas:
Primero pasé tres meses en Gadsden [Alabama], 'piscando' tomates, luego tra
bajé en una fábrica de aluminio y luego pasé a una fábrica de columnas. Ahí en
Alabama, me amigué con otro amigo que me dijo que si no quiero ir a Forest,
[Mississippi], él me llevó para Forest y ahí encontré otros tres amigos de Chia
pas que ya conocía. Estuve como seis meses haciendo casas de pollos, luego me
metí a trabajar como cuatro meses en una pollera donde destazaba pollo en otro
lugar que no me acuerdo su nombre, pero no salía mucho dinero. Ya después,
cuando me aburrí de la pollera, dos amigos que conocí me dijeron que si no me
quiero venir a Biloxi y me vine aquí para Biloxi. Llegando, luego, luego, traba
jé limpiando un casino y a lo seis meses me salí y empecé a trabajar en la re
construcción de la ciudad, luego se acabó el trabajo y otra vez regresé al casino
y luego, gracias a un muchacho que conocí, me pasé a la construcción de casas
(Lucas, Mississippi, 2006).
Así, a diferencia de otros grupos que se han logrado establecer en un mismo nicho
laboral, los jóvenes chiapanecos han circulado por todo tipo de empleos. Han pasa
do de cosechar jitomate en algunos ranchos de Alabama a trabajar como obreros en
fábricas de aluminio o destazar pollos y marranos en diferentes agroindustrias de
este mismo estado. Han trabajado en los invernaderos de Florida, han limpiado
escombros en Mississippi después del paso del huracán Katrina. Han sido albañi
les, trabajadores de limpieza, recamareros en hoteles cinco estrellas, jardineros en
campos de golf, etc. Se trata casi siempre de trabajos temporales y de tiempo par
cial, sin contrato, ni derechos laborales, que les exigen disponibilidad y flexibilidad
total. Ellos se han convertido en una suerte de 'nómadas laborales',6 pues para sub
sistir tienen que circular por diferentes localidades y campos de lo más variados,
aunque siempre en condiciones precarias.
Todos estos jóvenes enfrentan lo que Richard Sennet (2006) llama Ta cultura
del nuevo capitalismo', un sistema marcado por la irrupción de lo precario, lo im
preciso, lo informal, por condiciones sociales inestables y fragmentarias, relaciones
a corto término, gran movilidad y pérdida de toda seguridad. Donde las institucio
nes estatales ya no le ofrecen a casi nadie un marco a largo plazo y los individuos
se ven obligados a improvisar solos su propio relato de vida.
Para mostrar esta situación voy a presentar el caso de Fede, uno de los jóvenes
del María Trinidad. Este muchacho cruzó la frontera en febrero de 2004; no tenía
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Luego me fui a vivir en un lugar que se llama Cokeville. Estaba bonito ese lu
gar, pero de ahí me aburrí y me fui a vivir en Atlanta unos quince días. Después
me aburrí y me fui a vivir en el norte de Alabama, y así me la pasaba, cuando
me aburría ¡vámonos! (Fede, Mississippi, 2006).
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mando con sus amigos en sus departamentos. Éstos constituyen unos de los pocos
espacios de entretenimiento y diversión a los que pueden acceder los migrantes.7
Cuando invita la ronda de cervezas, cuando le paga la entrada del baile a alguna
muchacha, cuando no tiene que autolimitarse en su consumo, Fede se siente con
tento, se siente apreciado y admirado por sus amigos; es su manera de encontrar el
reconocimiento que no encuentra en otros espacios sociales y que es indispensable
para todo ser humano (Honneth 2000). Para Fede, la movilidad, el despilfarro, y la
fiesta, son la única forma que encuentra para funcionar en el nuevo contexto, para
hacerle frente a la soledad y la exclusión a la que los exponen las políticas migrato
rias y económicas.
En la comunidad de origen se piensa que aquel joven que 'no triunfa' es porque
no tuvo suficiente motivación, porque eran 'flojos' o 'borrachos'. Es decir, hay una
tendencia a responsabilizar totalmente al migrante de su 'éxito' o su 'fracaso' en el
Norte. Desde las comunidades chiapanecas es muy difícil darse cuenta de las difi
cultades a las que se enfrentan los jóvenes, ya que ellos mismos tratan de esconder
esta imagen, y pocos hablan de los días de soledad frente al televisor, de las gran
des dificultades para mantenerse en un mismo empleo, del racismo, etcétera.
Conclusiones
En este artículo analicé cómo un grupo de jóvenes Zapatistas del municipio de Las
Margaritas pasaron de una militancia activa en el movimiento a convertirse en mi
grantes internacionales. Sus salidas abrieron el camino al Norte en su comunidad y
desde entonces las salidas no han cesado, cada nueva partida fortalece la red migra
toria regional, alimenta los repertorios de acción migratoria, así como los imagina
rios sociales que estimulan la salida de nuevos jóvenes. En un lapso menor a cinco
años la migración se ha consolidado como una nueva alternativa de vida, hoy todos
los jóvenes son migrantes potenciales. Al interior de las comunidades de la región,
la aceleración del fenómeno se vive como la llegada de una 'enfermedad contagio
sa', ante la cual nadie es inmune, como explica un hombre de María Trinidad:
La idea del Norte ya está en la cabeza de todos desde niños, sólo es cuestión
que se represente y que digan que se van. Es como cuando uno tiene una en
fermedad pero que todavía no se representa, puede uno estar años así, pero la
enfermedad ya está adentro y sólo hay que esperar en que momento se repre
senta (Tomás, Chiapas, 2006).
La tesis central del artículo es que la migración de los jóvenes Zapatistas representa
tanto un desplazamiento geográfico, como político y subjetivo, ya que los jóvenes
no sólo se trasladaron a miles de kilómetros de sus pueblos, sino que experimenta
ron un cambio en sus subjetividades, perspectivas futuras y proyectos de vida, con
respecto a la generación de sus padres. Lo que provocó un conflicto comunitario en
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el que se opusieron dos tipos de actores: los militantes Zapatistas que ven la migra
ción de sus hijos como una rendición, un abandono y un peligro para la comunidad
y el movimiento. Por otro, los jóvenes migrantes que ven en la migración una for
ma legítima de obtener recursos económicos y ven en ella una especie de libera
ción. Este conflicto expresa dos proyectos que coexisten al interior de las comuni
dades rebeldes: el proyecto de las autonomías Zapatistas fundado en la organiza
ción colectiva por el bien común, cuya aspiración es la transformación profunda de
la sociedad, y el proyecto de la migración a Estados Unidos, fundado en la acción
individual o familiar para la satisfacción de necesidades y aspiraciones personales
muy concretas.
La migración a Estados Unidos impone grandes retos a las comunidades Zapa
tistas, pero también a los jóvenes migrantes, quienes por primera vez se incorporan
a redes globales de contrabando y circuitos de trabajo bajo un régimen capitalista
de 'acumulación flexible' (Harvey 1998) que los confronta a nuevos riesgos y nue
vas formas de explotación, precariedad y racismo.
Por ejemplo, analizo la experiencia del cruce de la frontera en una época en que
la seguridad fronteriza ha aumentado a tal grado que a muchos migrantes no les
queda más remedio que atravesar por los puntos más peligrosos de la frontera, co
mo el desierto de Sonora y exponerse a enormes riesgos y dificultades. Durante el
cruce por el desierto los jóvenes se han servido de su experiencia previa como mili
tantes Zapatistas acostumbrados a aguantar largas caminatas en condiciones difíciles.
También se muestra cómo, si bien los migrantes chiapanecos se insertan en la
agricultura californiana con relativa facilidad, lo hacen en condiciones de extrema
precariedad y de dependencia casi total de los mayordomos y otros intermediarios.
Además de que frecuentemente su inserción significa separarse, a veces por meses,
del grupo de migrantes de su pueblo con el que cruzaron la frontera. Por su condi
ción de migrantes indocumentados, estos jornaleros agrícolas de reciente arribo
representan el tipo ideal de trabajador, sin libertad de circulación, sin acceso a la
ciudadanía y en condiciones de trabajo deplorables.
Finalmente analicé cómo ante la falta de redes migratorias sólidas y de una ex
periencia colectiva como migrantes internacionales, la migración de los jóvenes
zapatistas se ha caracterizado por un alto grado de dispersión y de movilidad geo
gráfica y laboral. Para mantenerse dentro del mercado de trabajo y llevar a cabo su
proyecto migratorio los jóvenes han tenido que convertirse en una especie de 'nó
madas laborales', es decir, en una fuerza de trabajo flexible y precaria, con disposi
ción para circula por varios estados del país y para cambiar permanentemente de
empleo.
A partir de esta experiencia migratoria de los jóvenes zapatistas pudimos ob
servar de qué manera las exigencias de flexibilidad del mercado y las condiciones
precarias e inestables del empleo se expresan en la vida cotidiana de la gente. Aun
que el ejemplo de los jóvenes zapatistas es un caso extremo, pues se trata de una
migración muy reciente, sin redes migratorias sólidas y sin experiencia colectiva
previa como migrantes, nos permite aproximarnos a lo que viven un número cada
vez más elevado de trabajadores migrantes que enfrentan cotidianamente las con
secuencias más adversas del capitalismo y la globalización. Además, nos permite
comenzar a explorar, desde una perspectiva etnográfica, las vicisitudes de la mi
gración chiapaneca a Estados Unidos, un fenómeno todavía muy poco estudiado.
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Notas
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