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La migración de jóvenes zapatistas a Estados Unidos como desplazamiento geográfico,

político y subjetivo
Author(s): Aquino M. Alejandra
Source: European Review of Latin American and Caribbean Studies / Revista Europea de
Estudios Latinoamericanos y del Caribe, No. 92 (April 2012), pp. 3-22
Published by: Centrum voor Studie en Documentatie van Latijns Amerika (CEDLA)
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23339603
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European Review of Latin American and Caribbean Studies 92, April 2012 | 3-22

La migración de jóvenes Zapatistas a Estados Unidos


como desplazamiento geográfico, político y subjetivo

Alejandra Aquino M.

Resumen: Este artículo analiza cómo algunos jóvenes Zapatistas se convierten en migrantes internacio
nales insertos en circuitos globales de trabajo bajo un régimen capitalista de acumulación flexible. Se
argumenta que la migración de estos jóvenes representa un desplazamiento geográfico, político y subje
tivo, ya que ellos no sólo se trasladan a miles de kilómetros de sus pueblos, sino que experimentan un
cambio en sus subjetividades, sus perspectivas ftituras y sus proyectos de vida, con respecto a la genera
ción anterior. Se muestra también que la experiencia migratoria de los jóvenes Zapatistas está marcada
por la tensión entre momentos en que les resultaba prácticamente imposible moverse de ciertos merca
dos de trabajo y de ciertas regiones geográficas - particularmente la agricultura californiana -, y perio
dos en que, por el contrario, no logran establecerse por mucho tiempo en el mismo sitio, ni mantenerse
en el mismo nicho laboral. En otras palabras, su experiencia ha oscilado entre periodos en que devienen
una 'fuerza de trabajo cautiva' que no puede desplazarse libremente y momentos en que, por el contra
rio, se transforman en 'nómadas laborales' obligados al permanente desplazamiento y a la imposibilidad
de establecerse en un mismo lugar. Estas dos situaciones son producto del control de su libre circulación
mediante su '¡legalización' y representan las caras opuestas de la misma moneda, pues las dos tienen
como consecuencia la extracción de trabajo barato y bien disciplinado; sólo que en un caso esto se con
sigue impidiendo su movilidad y, en el otro, su establecimiento. Palabras claves: migración internacio
nal, jóvenes, zapatismo, capitalismo.

Hacia finales de la década de 1990 la emigración a Estados Unidos irrumpió defi


nitivamente en la vida cotidiana de diferentes municipios indígenas de Chiapas;
entre ellos, algunos en los que existen procesos organizativos y de autogobierno
sustentados en el ejercicio del derecho a la autonomía y la libre determinación,
tales como los municipios Zapatistas. A partir de ese momento, la emigración a
Estados Unidos se convirtió para miles de jóvenes en un proyecto económico y de
vida, el cual está produciendo nuevas subjetividades, valores y horizontes.
Aunque en muchas comunidades Zapatistas los jóvenes han asegurado el relevo
generacional de las bases se apoyó del movimiento y son ellos quienes encabezan
los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y las Juntas de Buen
Gobierno (JBG) (véase Baronnet, Mora y Stahler 2011), en otras comunidades, no
ha sido así: la migración internacional ha dejado a los pueblos sin una parte de sus
jóvenes, pasando así de una etapa en la que la organización y la lucha representa
ron un proyecto político y de vida para toda una generación de campesinos; a otro
en el que estas luchas pierden centralidad, pues dejan de interpelar a una parte de
las nuevas generaciones; para quienes lo que hoy tiene sentido es la migración. En
esta nueva etapa, los jóvenes migrantes ya no piensan que la acción colectiva con
testataria sea el mejor camino para obtener reivindicaciones y satisfacer sus nece
sidades económicas y subjetivas, tal y como lo pensaron sus padres. Dado el con
texto económico y político actual, la migración se ve como el único proyecto via
ble en el horizonte que les permitiría, como dicen ellos: 'mejorar su vida', 'salir
adelante', 'sobresalir' o 'hacer algo'.

Published by CEDLA - Centre for Latin American Research and Documentation | Centro de
Estudios y Documentación Latinoamericanos, Amsterdam; ISSN 0924-0608; www.cedla.uva.nl

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4 I Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 92, abril de 2012

En este artículo analizo cómo algunos jóvenes bases de apoyo del Ejército Za
patista de Liberación Nacional (EZLN) pasan de una militancia activa en el movi
miento a convertirse en migrantes internacionales. Asimismo, presentaré cómo el
control de la movilidad de la mano de obra migrante vía las políticas y las leyes
migratorias han provocado que las trayectorias migratorias de estos jóvenes mi
grantes indocumentados oscilen entre periodos en que no pueden moverse de cier
tas localidades y nichos laborales y otros en que, por el contrario, no pueden esta
blecerse en el mismo lugar.
Toda la información que presento en las siguientes páginas fue extraída de mi
tesis doctoral, cuyo trabajo de campo realicé entre 2005 y 2007 en Chiapas y en
California y Mississippi, Estados Unidos. Esta información se actualizó con una
visita corta a Mississippi en noviembre de 2010. La investigación la hice con un
grupo de aproximadamente 40 migrantes de entre 16 y 33 años, la mayoría origina
rios de una pequeña comunidad zapatista ubicada en la Selva Lacandona, Chiapas,
de nombre María Trinidad.' Este poblado forma parte del municipio autónomo
'San Pedro de Michoacán', lo que corresponde dentro de la división oficial al mu
nicipio de Las Margaritas.
La metodología que utilicé para la investigación fixe de carácter etnográfico,
aunque para acercarme a la 'experiencia migratoria' de los jóvenes militantes
transformados en migrantes, tuve que apartarme de los lugares y las situaciones de
la investigación etnográfica convencional centrada en una localidad y optar por
seguir a los migrantes en sus cruces de frontera y desarrollar una etnografía en mo
vimiento y en múltiples sitios a la vez, o para plantearlo en términos de Marcus
(2001), una etnografía multi-local entre Chiapas, California y Mississippi.

De la lucha a ia migración: La emergencia de nuevas subjetividades entre


jóvenes Zapatistas

Desde la aparición pública del EZLN la cañada de Las Margaritas fue escenario de
gran actividad política zapatista. Los jóvenes migrantes de los que hablo en estas
páginas nacieron, crecieron y se socializaron en medio de un conflicto armado en
tre sus pueblos y el Estado. Su infancia la vivieron al calor de los encuentros del
EZLN con la sociedad civil, las marchas, las consultas, el Diálogo de San Andrés y
la construcción de los MAREZ. A diferencia de lo que sucede con sus padres o
abuelos, quienes están marcados por la experiencia de la finca, los jóvenes de la
nueva generación2 crecieron en 'tierras liberadas' donde pese a la numerosa pre
sencia del ejército mexicano, el zapatismo logró por algunos años ser un proyecto
político hegemónico y con gran legitimidad. Además de que estos jóvenes nunca
trabajaron bajo las órdenes de un patrón, no tuvieron que hacer las largas y penosas
gestiones agrarias ante los funcionarios gubernamentales, ni tampoco asistieron a
las escuelas del gobierno.
En síntesis, es una generación que nace 'dentro' del zapatismo, de tal forma que
su participación en el movimiento no es producto de una decisión personal, es una
adscripción heredada de sus padres y reforzada por un entorno familiar y comunita
rio en el que todos son Zapatistas. La lucha impregna todos los resquicios de su
vida cotidiana, incluso actividades antes familiares como la siembra de maíz, des

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pués del levantamiento en algunas comunidades se colectivizan con la idea de po


der 'resistir mejor' en la larga lucha.
Desde muy pequeños, todos estos jóvenes comenzaron a involucrarse en distin
tas actividades del movimiento; por ejemplo: acompañaban a sus padres a las
reuniones de la organización y asistían a las festividades o los eventos convocados
por el EZLN.
En la cañada en la que se encuentra María Trinidad, los primeros desplazamien
tos al Norte se registraron en el año 2000 y estuvieron encabezados por jóvenes de
familias no Zapatistas. Fue hasta el 2004 cuando los jóvenes Zapatistas se unieron a
estos flujos. Su migración representa tanto un desplazamiento geográfico, como
político y subjetivo. Esto significa que los nuevos migrantes no sólo se trasladan a
miles de kilómetros de sus pueblos y se insertan en diferentes mercados de trabajo
del Primer Mundo, sino que también experimentan un cambio en sus perspectivas
futuras y en sus proyectos de vida con respecto a la generación anterior; para quien
la lucha por la autonomía y la libre determinación no sólo representó el gran pro
yecto colectivo como pueblos, sino también un proyecto de vida mediante el que
resolvieron diferentes necesidades subjetivas.
Los miembros de la primera generación zapatista, incluso aquellos que tuvieron
que emigrar temporalmente a la ciudades, proyectaron siempre su vida en sus terri
torios y vieron en la militancia una práctica política esencialmente emancipatoria
que estimuló en ellos lo que Castoriadis (1999) ha llamado la 'imaginación radi
cal', entendida como una poderosa fuerza creadora de lo real y de lo socio
histórico. Lo que permitió la emergencia de nuevos deseos y nuevas representacio
nes ligadas a su imagen como pueblos indígenas Zapatistas, así como a nuevas
formas de hacer política y concebir el poder.
Hoy, en cambio, muchos jóvenes consideran que la única alternativa que tienen
para mejorar su vida es la migración internacional.

Nosotros decidimos emigrar por la necesidad de mejorar a nuestras familias en


la pobreza, para tener algo, mejorar en condiciones económicas, el sueño de te
ner una casita, en fin, hacer algo más.... Todos traemos una meta, unos decidi
mos por tener un carro o por tener una casa, por comprar ganado, otros por
comprar un terreno que falta. Antes el café era lo que daba dinero; o sea, cose
chábamos café y al año sabíamos que teníamos dinero para el sustento de la
familia, para comprar algo, pero eso se terminó, o sea se echaron a perder todos
esos trabajos, ahora para conseguir dinero pues no tenemos un empleo, no hay
empleo en la región, por eso muchos decidieron migrar dentro del país y otros
decidimos ya venirnos para acá (California, 2005).

La migración se encuentra estrechamente relacionada con las dificultades objetivas


que enfrentan los jóvenes y sus familias al tratar de ganarse la vida como campesi
nos en un campo devastado por casi 30 años de políticas neoliberales (Harvey
1995; Fox 2007). Sin embargo, la necesidad económica no es la única razón, exis
ten necesidades subjetivas entre los jóvenes que tratan de satisfacer mediante la
migración. Por ejemplo, la necesidad de libertad en tres diferentes sentidos, cada
uno de ellos asociado con situaciones concretas de la vida cotidiana: libertad indi
vidual frente a algunas normas comunitarias, 'libertad de movimiento' y libertad de

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ciertas obligaciones relacionadas con los trabajos y cargos que la comunidad o el


movimiento les asigna a todos los ciudadanos.
La ley zapatista que ha provocado mayor descontento entre algunas bases es la
que prohibe la venta y el consumo de alcohol en tierras liberadas. Antes de que los
municipios autónomos funcionaran, el alcoholismo era un problema generalizado
en todos los pueblos de la región, a partir el levantamiento el consumo del alcohol
se prohibió como norma de seguridad y como una demanda de las mujeres quienes
era las que sufrían las consecuencias del este problema. Si bien es una norma que
fue votada por los pueblos, existen personas inconformes con esta, por ejemplo,
algunos jóvenes Zapatistas cuando llegan a la adolescencia tienen curiosidad de
'emborracharse', la tentación es mayor cuando los pueblos están divididos y con
viven de cerca con jóvenes no-zapatistas que no tienen prohibido beber.
En este contexto, la migración se ve como la posibilidad de librarse de esta
constricción, es decir, la migración se ve como la posibilidad de escapar de algunos
controles comunitarios y familiares. Por ejemplo, Carlos tiene 20 años de edad,
pertenece a la generación de 'zapatistas de cuna', dejó el movimiento en el año
2003 y enseguida emigró a Estados Unidos. Carlos explica que lo que le gusta de la
vida 'norteña' es que 'allá uno se manda solo, podemos hacer lo que queramos, si
quiero tomar, tomo; si quiero fumar, fumo; si quiero vivir con una mujer, vivo'. En
el imaginario de las comunidades de la región, el Norte se asocia con un espacio de
'descontrol', donde 'todo se permite', donde 'cada quien hace lo que quiere' y
donde ni la comunidad, ni la familia tienen capacidad para regular la vida del mi
grante. Como explica este joven:

A mí me gusta tomar, para que le voy a mentir, de por sí a todos en este pueblo
nos gusta, pero aquí puro problema, no te pueden ver con una botella aunque
sea vacía porque ya te están molestando, en cambio allá, nadie te dice nada, ca
da quien se manda solo (Chiapas, 2005).

La migración también se asocia con la idea de 'libertad de movimiento', en el sen


tido de escapar de una suerte de 'confinamiento' en el que han estado debido a la
presencia del ejército. Hasta el 2001, había numerosos retenes militares en toda la
cañada que impedían el libre tránsito y sometían a la población a revisiones e inte
rrogatorios permanentes. Cada comunidad controlaba las salidas de sus bases con
el fin de guardar su seguridad y quien necesitaba desplazarse tenía que pedir per
miso. De ahí que la mayor parte de la vida de los jóvenes transcurre en la región y
esto para algunos puede ser asfixiante, como explica Juan los jóvenes tiene ganas
de 'salir a conocer otras caras, otros lugarcitos, otros trabajos', no hay que olvidar
que a partir de 1994 las comunidades de la Selva entraron en intensa interacción
con personas provenientes de muy diferentes puntos del planeta y despertaron el
deseo de conocer otros lugares.
Finalmente, la migración también se vive como 'liberación', pero en el sentido
de 'descarga'; es decir, como la posibilidad de desembarazarse de ciertas obliga
ciones o responsabilidades vinculadas con los cargos y trabajos asignados por la
comunidad o el movimiento. El ejercicio de la autonomía en las comunidades za
patistas exige un alto nivel de participación ciudadana. Para el buen funcionamien
to de los municipios autónomos, las comunidades han creado nuevos 'cargos' de
trabajo: comités, promotores de educación, promotores de salud, responsables re

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gionales, consejos autónomos, etc. Todas las bases Zapatistas tienen algún cargo o
algún tipo de responsabilidad; además, se les demanda una activa participación en
los eventos, las reuniones y las asambleas del movimiento. Esta demanda perma
nente de participación en la vida colectiva resulta pesado para algunos cuadros
zapatistas y puede convertirse en una motivación para dejar la comunidad. Como
expresa un joven migrante 'yo mejor salí de la organización, quería quedar libre,
sin cargos' (Rony, Chiapas, 2005).
Para la generación de militantes que inició el movimiento es difícil entender
que sus hijos vean en la migración una 'liberación', pues para ellos es más bien una
rendición, un abandono y un peligro para la comunidad. Además, consideran que la
verdadera 'liberación' se dio en el momento en que sus padres o abuelos salieron
de las fincas y lograron formar sus propios pueblos sobre las tierras vírgenes de la
selva o bien cuando se levantaron en armas en 1994. Para esta generación ser libre
significa sobre todo 'tener suficiente tierra para cultivar' y no tener que trabajar
bajo las órdenes de un patrón. Don José (60 años), integrante de las bases zapatis
tas de María Trinidad que lleva más de 15 años de participación activa en el mo
vimiento, comenta pensativamente:

¡Cómo es la vida!... nosotros luchamos para no tener patrón y nuestros hijos se


van a buscar a su patrón al Norte y hasta pagan para ir. Yo no entiendo a los
muchachos cuando dicen que quieren libertad y se van a buscar un patrón allá
en los Estados, si aquí tienen todo, tienen tierra propia para sembrar, para hacer
lo que quieran; en cambio allá no son libres, tienen que trabajar para un patrón
(Chiapas, 2005).

Para esta generación, la libertad no tiene nada que ver con 'tomar alcohol', 'dejar
los cargos' o 'salir del pueblo', pues consideran que estas constricciones son pro
ducto de acuerdos que fueron tomados entre todos los pueblos y no de imposicio
nes externas. Desde esta perspectiva, la libertad tiene que ver con el acceso a la
tierra como medio básico para asegurar su subsistencia, así como con el ejercicio
de la autonomía. Como explica un hombre de María Trinidad, actualmente miem
bro de la Junta de Buen Gobierno:

Los que se van al Norte pierden su libertad; primero porque se tienen que andar
escondiendo porque no tienen papeles, y dos porque tienen que trabajar con pa
trón, en cambio aquí estamos en nuestras propias tierras, andamos libremente
por donde queramos, nosotros nos mandamos. Por ejemplo, si yo cultivo café,
yo sé cuándo descanso, no estoy con un patrón que me va a decir qué hacer, tomo
mi pozol3 cuando yo quiero, si ese día estoy cansado pues no trabajo, porque yo
soy dueño de mi tierra. Igual en el municipio, nadie nos va a venir a mandar, no
sotros tomamos nuestros acuerdos como nos convenga (Chiapas, 2006).

Otra de las necesidades subjetivas de los jóvenes es la 'distinción' del resto del
grupo. Migrar al Norte se ve como una forma de diferenciarse y de afirmar su di
mensión individual, lo que no siempre es fácil de realizar dentro de una comunidad
en la que el ideal a alcanzar es la igualdad. La migración se ve entonces como una
oportunidad para hacerlo, cómo explica otro joven de María Trinidad: 'Yo me vine
(a Estados Unidos) porque quería sobresalir un poco'.
La 'distinción' que se afirma con la migración no sólo tiene que ver con el ac

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ceso a un nuevo tipo de objetos o bienes personales deseados, se relaciona también


con un nuevo tipo de experiencia vivida; es decir, con el hecho de conocer otras
tierras, otros trabajos, otras personas que nadie en el contexto comunitario conoce
- salvo los que también emigraron. Cuando regresan a sus pueblos, la distinción se
expresa a través de nuevos comportamientos, vestimenta, forma de hablar, forma
de bailar; los norteños tienen un estilo propio, están a la 'moda', lo que les permite
traspasar sus fronteras e imponer cambios.
Este conjunto de 'necesidades' que emergen entre los jóvenes, si bien son sub
jetivas, en el momento en que se vuelven masivas, se convierten en el motor de
importantes transformaciones sociales al interior de sus pueblos (Mezzadra 2005).
Finalmente, para poder terminar de comprender la migración de los jóvenes
Zapatistas es necesario señalar el contexto de guerra de baja intensidad prolongado
en el que viven las comunidades rebeldes. Durante mucho tiempo, las bases Zapa
tistas creyeron que la vía del diálogo con el Estado les permitiría resolver sus
reivindicación en el mediano plazo. Sin embargo, con el tiempo, se dieron cuenta
de que el Estado no estaba dispuesto a reconocer los derechos de los pueblos indí
genas según lo que habían pactado durante las negociaciones de San Andrés. A
partir de este momento la apuesta central del movimiento será la construcción de
facto de sus autonomías, y en esta coyuntura algunos militantes Zapatistas se des
animaron y comenzaron a seguir el mismo camino que los campesinos de las co
munidades no zapatistas habían emprendido años atrás: la migración internacional.
Las primeras salidas al Norte provocaron diversas tensiones comunitarias, me
diante las cuales se expresó un conflicto entre dos tipos de actores que representan
subjetividades y proyectos diferentes (Aquino 2009). Por un lado, las bases zapa
tistas de la primera generación, para quienes la migración no representa el futuro
que desean para sus hijos, ni para sus comunidades; ya que implica la pérdida de
una parte de la población joven y adulta, la cual, normalmente asume las principa
les responsabilidad políticas y económicas de la comunidad y de sus organizacio
nes. Esta, no sólo afecta su capacidad para cubrir con suficientes ciudadanos sus
diferentes estructuras organizativas, sino que provoca el debilitamiento de las di
námicas colectivas de reflexión, imaginación y creación que los ha caracterizado
durante las últimas décadas. Para esta generación, la migración no puede ser vista
como el proyecto privilegiado para transformar la sociedad y las condiciones de
vida de sus pueblos, ellos siguen pensando que su liberación y la de sus pueblos
sólo puede darse de forma colectiva por medio de la lucha y del ejercicio de la libre
determinación y la autonomía.
Cuando el fenómeno migratorio comienza se ve como un proyecto incompati
ble con el de la lucha zapatista, ya que mientras este último necesita de la presencia
y participación activa de sus bases, la migración provoca su ausencia por periodos
prolongados e introduce nuevos valores y deseos entre los jóvenes que entran en
tensión con los que promueve el movimiento.4 Además, la migración trasnacional
era algo inédito en estos pueblos, no formaba parte de sus repertorios de acción, no
estaba incorporada como una estrategia económica, ni como una forma de vida. De
ahí que frente a la partida de los primeros jóvenes el acuerdo comunitario fue
prohibir la migración, pues pensaron que si mantenían una posición dura iban a
poder evitar nuevas salidas, como explica un hombre del pueblo:

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Teníamos miedo que todos los jóvenes se fueran porque habíamos visto (en
otros pueblos) que la migración es como el vicio, cuando uno la prueba ya no la
puede dejar. Entonces nos cerramos, nos pusimos duros, dijimos 'nadie sale',
pensamos que así íbamos a poder detenerla, pero no, fue peor, parece que a los
muchachos más ganas les dieron de irse (Pablo, Chiapas, 2006).

Efectivamente, poco a poco nuevos jóvenes se fueron uniendo a los contingentes


de migrantes internacionales; el endurecimiento de la posición comunitaria lo úni
co que logró fue que las salidas se hicieran en malos términos y exacerbar las ten
siones al interior del pueblo. Llegó el momento en que hasta los hijos de las bases
más convencidas empezaron a emigrar, así que hasta los más radicales tuvieron
que flexibilizar su posición, aceptar la migración de sus hijos y contentarse con
intentar gestionar sus salidas. Como explica Fede:

Mi papá me dijo que tenía la oportunidad de venirme un año, pero que no me


fuera a quedar más, él no muy quería que me viniera pero como lo vio que yo
ya estoy decidido y que nadie me detenía, pues sólo me ponían reglas y ahí no
más (Fede, Mississippi, 2006).

Como se ha hecho desde hace décadas en otros pueblos indígenas de México, las
comunidades Zapatistas han creado mecanismos internos para que los que se van
puedan cumplir con sus obligaciones comunitarias a la distancia y así conservar sus
derechos como miembros de su comunidad y como miembros del movimiento.
Actualmente, en todas las comunidades Zapatistas los militantes tienen derecho a
emigrar hacia Estados Unidos a condición de que lo hagan con la autorización de la
comunidad y cumplan con los acuerdos al respecto. La asamblea es el espacio don
de se negocian las salidas y se construyen los acuerdos sobre sus términos. Por lo
general, en los acuerdos se establece el tiempo que el futuro migrante podrá ausen
tarse y se define el monto que tendrá que pagar por los trabajos comunitarios que
dejará de aportar para su pueblo. El periodo aceptado para ausentarse de la comu
nidad va de uno a cinco años; por ejemplo, en María Trinidad se permiten cuatro
años, pero en comunidades donde la migración es más reciente el permiso es sólo
de un año. El acuerdo no es inamovible, cuando la situación lo requiere los términos
de las salidas se renegocian, ya que el fenómeno migratorio cambia rápidamente. Se
trata de buscar las mejores soluciones ante situaciones inéditas para la comunidad.

El cruce de la frontera

Atravesar la frontera México-Estados Unidos no significa únicamente transitar de


un territorio a otro. Franquear la 'línea' que separa a los dos países supone un cam
bio de posición social, de rol, de estatus jurídico y de identidad. El cruce de la fron
tera es un momento clave en la trayectoria migratoria de los jóvenes Zapatistas
porque marca el momento en que opera una modificación de posición y estatus: de
militantes a migrantes, de indígenas chiapanecos a latinos, de ciudadanos a indo
cumentados, de campesinos a jornaleros agrícolas, por sólo mencionar algunas de
las metamorfosis que marca el cruce.
Los jóvenes Zapatistas, al igual que millones de jóvenes mexicanos, no tienen
acceso a los documentos necesarios para entrar legalmente al país vecino; por lo

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que están obligados a buscar formas alternativas para atravesar la frontera, las cua
les los exponen a situaciones de alto riesgo y los estigmatizan como 'ilegales'.
Cuando los jóvenes de María Trinidad decidieron partir al Norte, ya existían en su
región redes locales de contrabando de personas formadas por los migrantes de los
pueblos no Zapatistas. Sin embargo, las primeras salidas en la región se hicieron
con la ayuda de 'polleros' guatemaltecos dedicados desde hacía décadas al contra
bando de emigrantes centroamericanos, y cuyas rutas pasaban por los territorios
rebeldes. De tal forma que para 2003, momento en que los primeros jóvenes de
María Trinidad deciden partir, existían todas las condiciones para hacerlo. Por
ejemplo, además de los polleros había toda una red de prestamistas que vieron en
la migración un negocio lucrativo ya que los préstamos se dan con intereses del 15
a 20 por ciento mensual.
Desde los primeros desplazamientos al Norte, la ruta privilegiada desde la ca
ñada donde se encuentra María Trinidad ha sido la de Altar una pequeña localidad
ubicada al noreste del estado de Sonora, a cien kilómetros de la frontera con Esta
dos Unidos. El viaje inicia en la ciudad de Las Margaritas, ahí los futuros migran
tes se reúnen en terminales improvisadas, esperando que los 'polleros' los acomo
den en los autobuses que los llevarán a la frontera. Casi todos son hombres jóve
nes, muchos hablan tojolobal, todos provienen de las comunidades de la región -
clasificadas en los censos nacionales como de alta o muy alta marginación - y pro
bablemente son campesinos con acceso limitado a la tierra. Todos cargan sus pe
queñas mochilas, visten al estilo local; algunos fueron Zapatistas, otros todavía lo
son, en este momento no importa, ahí lo único que cuenta es que todos comparten
el deseo de llegar al Norte. El viaje hasta la frontera dura tres o cuatro días y como
explica uno de los migrantes de María Trinidad, durante el trayecto:

El chofer nos va indicando, nos va diciendo en cada retén militar o de migra


ción lo que tenemos que decir: 'Si nos preguntan para dónde vamos les dicen
que nos vamos a Tijuana y si les preguntan a qué van pues vamos a buscar tra
bajo' esa es la indicación del chofer. Y ya cruzando varios estados, pasando por
México, el estado de México, seguimos la ruta sin parar día y noche, día y noche,
día y noche, vamos subiendo para el Norte hasta llegar a Altar (Mississippi,
2006).

Desde aproximadamente el año 2001, Altar se ha vuelto un paso obligatorio para


cientos de migrantes que diariamente intentan cruzar la frontera. La localización
estratégica de Altar lo ha convertido en un centro de abasto indispensable para los
migrantes, creándose una verdadera infraestructura para la migración, por ejemplo,
se han abierto 168 casas de huéspedes, 169 casas de cambio, locutorios, numerosas
cantinas, fondas y restoranes, así como mercados y tianguis (Von der Borch 2007).
Como explica uno de los jóvenes chiapanecos: 'Ahí parece feria, encuentras de
todo, mochilas, playeras con la virgen de Guadalupe para viajar protegido o estilo
militar, tenis, pasamontañas, guantes, chamarras, sombreros, de todo' (Mississippi,
2006). La explosión del fenómeno migratorio en Altar tiene que ver con el endure
cimiento de la vigilancia en la franja fronteriza de Tijuana y Tecate, por donde
antes se realizaba el mayor número de cruces (Anguiano y Trejo 2007,48).
Los jóvenes Zapatistas cuentan que una vez que se encuentran en Altar el 'po
llero', previamente contratado desde Chiapas, les da instrucciones sobre lo que

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tienen que comprar para aguantar la travesía por el desierto. Por ejemplo, les sugie
re, que lleven ropa de camuflaje o de colores discretos para no ser descubiertos tan
fácilmente por la 'migra', zapatos cómodos y cerrados, pasamontañas y guantes
para el frío. También les pide que compren dos galones de agua, frutas y alimentos
envasados, una botella de ron 'por si les pica un animal o se desaniman', y una
bolsa de basura grande para meterse a dormir en las noches y protegerse del frío.
Para los jóvenes Zapatistas el desierto es un misterio, un territorio desconocido,
completamente diferente de sus lugares de origen: 'Cuando me vine al Norte yo no
sabía qué es un desierto, nunca lo he mirado, sólo he escuchado cuando leen la
palabra de dios que mencionan el desierto, pero no sé qué es eso de desierto, no sé
cómo se mira' (Mississippi, 2006). Aunque por toda la Selva Lacandona ya circu
lan numerosas historias sobre este lugar, los jóvenes no pueden dimensionar lo que
les espera.
Casi todos el recorrido se hace de noche y de madrugada para evitar las horas de
más calor. Los potenciales migrantes caminan de tres a cinco días hasta lograr alcan
zar algún punto de la carretera poco transitado por la 'migra' en el que puedan ser
recogidos por otro 'pollero' y posteriormente transportados a una casa de seguridad.
Durante el trayecto los migrantes tienen que superar diferentes pruebas: de 50 a
80 kilómetros de caminatas, altísimas temperaturas, rancheros que custodian sus
propiedades, la 'migra', la tecnología de alta seguridad, asaltantes, grupos de 'ca
zaemigrantes', animales venenosos, el frío de las noches, el hambre y la sed. Como
explica uno de los jóvenes:

Era el segundo día y ya no llevamos agua, ya no traemos agua, se quedaron ti


rados los galones cuando nos corrió la 'migra', entonces ¿cómo le hacemos? y
nos dice el coyote: 'Ahorita vamos a pasar por un tanque en donde toman agua
las vacas y ahí todos llenan sus botes, sus galoncitos para que resistamos'....
Luego topamos un rancho y los perros que ladran y nos dice el 'pollero': 'Aquí
silencio, nada de bulla, silencio, y un poco rápido porque aquí es un rancho de
un moreno y si nos aproximamos mucho a su rancho nos puede agarrar a bala
zos porque piensa que estamos robando ganado, así ya nos pasó....' Al tercer
día que ya íbamos llegando, de repente oímos el ruido de un avión de guerra
como rayo en el desierto, y todos nos quedamos ahí tirados, de ahí seguimos
avanzando y nos entra la noche, entonces te digo que ya estábamos cerca, y ahí
pasa la moto de la 'migra', entonces a la hora que pasa la moto tienes que cru
zar 'de volada' ese arroyito seco y no puedes equivocarte porque ya estás cerca,
ya se ven las luces de Estados Unidos (Lino, Mississippi, 2006).

Los jóvenes Zapatistas coinciden en que la travesía por el desierto es muy parecida
al entrenamiento que recibieron en el EZLN para sobrevivir en la montaña. Como
explica uno de los jóvenes:

Ahí, es como si fuera...¿cómo te dijera?, es idéntico a un combate de asalto, un


militar debe saber cómo. Es igualito, tienes que saber moverte, lo que te diga el
'coyote' es lo que tienes que hacer, es como si fuera un 'mando', además todos
traemos pasamontañas. Entonces ya entramos al desierto la primera noche y
nos dicen los 'coyotes': 'Quédense tantito aquí', y el coyote lo que hace es que
avanza y va a ver adelante. Entonces ya ve que no hay nada y ya jala a la gente,

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así como si fuera un mando de la organización: va adelante guiando y cuidando


(Mississippi, 2006).

Los jóvenes coinciden en que su paso por el zapatismo les da ventajas sobre los
migrantes que no pasaron por esta experiencia, no sólo porque están 'entrenados' y
acostumbrados a hacer largas caminatas en condiciones difíciles, 'aguantar hambre
y sueño' y otras habilidades prácticas, también porque ellos son personas que 'no
se dejan' pues mantienen vigente el espíritu subversivo que los caracterizó cuando
estaban en el movimiento. Como cuenta otro joven:

Porque nosotros los de María Trinidad lo que tenemos es que somos un 'des
madre', y peor en el desierto, unos vienen cantando, unos viene gritando, otros
vienen silbando, otros vienen platicando, 'relajeando', contentos. Entonces nos
decían los 'coyotes': 'Ustedes son bien cabrones, hemos pasado gente pero na
die como ustedes, ustedes son como dijera son... pues no los podemos ni do
minar, ni humillarles, al contrario, ustedes vienen más delante que nosotros', se
admiraban de nosotros porque dicen no habían pasado gente así (Mississippi,
2006).

Una vez que logran cruzar el desierto y llegar cerca de alguna carretera los migran
tes tienen que esperar el 'levantón'. En la jerga de los migrantes, el 'levantón' es el
momento en que un nuevo 'pollero' los recoge a orilla de una carretera con una
camioneta y los traslada a una casa de seguridad. Es un momento muy peligroso y
de mucha tensión, los migrantes ya están muy cerca de lograr su objetivo, pero se
encuentran en una zona de alto riesgo, pues las carreteras cercanas a la frontera
están muy vigiladas por las patrullas fronterizas.
Por lo general, las casas se seguridad son pequeñas 'trailas' o garages dentro de
casas particulares donde los migrantes permanecen hasta que los 'polleros' se co
munican con sus familiares o amigos en Estados Unidos y reciben el pago total del
cruce. Si todo sale bien, sólo tienen que pasar una noche o unas cuantas horas.
Quienes aún no cuentan con familiares en el Norte, le tienen que pagar directamen
te al 'pollero', aunque es poco recomendable viajar con dinero en la bolsa, ya que
pueden ser asaltados por el mismo 'pollero'. Si los familiares no mandan rápido el
dinero, los nuevos migrante quedan prisioneros en estas casas hasta que paguen lo
acordado, y frecuentemente son objeto de amenazas y malos tratos.

El 'levantón' fue en Tucson, ahí fue donde nos 'pepenaron' y de ahí nos ence
rraron en una casa de La Mesa, Arizona, para que los amigos o los familiares
que están acá nos envíen el dinero, que tenían el convenio con el 'coyote'. Fue
cuando me prestó quinientos dólares el Paco, me lo mandó y todo se arregló por
mí. Yo y el Ever no tuvimos ningún problema. El único que se atrasó un poco
fue el Lino, porque su papá no envía rápido el dinero, no más está engañando
que lo va a mandar y no lo manda. Entonces el 'pollero' ya lo iba a dejar ahí y
es mucha tristeza quedar tirado en el camino, pero nosotros le hablamos al Pepe
y yo le dije que si no tenía más dinero que le mandara a su papá del Lino para
que lo sacaran y sí, así le hicieron (Lucas, Mississippi, 2006).

Pese a las grandes dificultades a las que se enfrentan los jóvenes Zapatistas en el
desierto, la experiencia termina por ser incorporada como algo 'natural', como

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explica Vicente 'para mi cruzar el desierto es haga de cuenta que como ir a Las
Margaritas, me parece fácil' (Mississippi, 2006). Llama la atención también que
muchos guardan un recuerdo positivo de esta experiencia y lo recuerdan como un
momento alegre y de camaradería.

De 'trabajadores cautivos' a 'nómadas laborales'

En la etapa actual de la migración, los jóvenes de María Trinidad no han podido


construir una única ruta migratoria colectiva por la cual transitar juntos. Cada jo
ven ha trazado su propio camino y aunque todos han seguido circuitos más o me
nos parecidos, puesto que forman parte de una misma red, en esta etapa de su mi
gración, ninguna ruta es idéntica y cada migrante se ha movido a su ritmo y en
distinta dirección, lo que ha provocado la dispersión del grupo en diferentes esta
dos del país.
La ruta migratoria de estos jóvenes no ha dependido de una estrategia planeada
desde el principio. Por el momento, ha tenido más que ver con las oportunidades
laborales que se les presentan en el camino, los encuentros fortuitos, su capacidad
para incorporarse a una red migratoria y su buen olfato para moverse en el momen
to oportuno y en la dirección correcta.
La experiencia migratoria de los jóvenes Zapatistas de María Trinidad ha estado
marcada por la tensión entre momentos en que les resulta prácticamente imposible
moverse de ciertos mercados de trabajo y de ciertas regiones geográficas - particu
larmente la agricultura californiana -, y periodos en que, por el contrario, no logra
ban establecerse por mucho tiempo en el mismo sitio, ni mantenerse en el mismo
nicho laboral. En otras palabras, su experiencia ha oscilado entre periodos en que
devienen lo que Y. Moulier-Boutang (1998) llama una 'fuerza de trabajo cautiva'
{salariat bridée) que no puede desplazarse libremente y momentos en que, por el
contrario, se transforman en 'nómadas laborales' obligados al permanente despla
zamiento y a la imposibilidad de establecerse en un mismo lugar. Estas dos situa
ciones son producto del control de su libre circulación en el contexto capitalista,
mediante lo que De Genova (2004) llama 'la producción legal de su ilegalidad', y
representan las caras opuestas de la misma moneda, pues las dos tienen como con
secuencia la extracción de trabajo barato y bien disciplinado; sólo que en un caso
esto se consigue impidiendo su movilidad y, en el otro, su establecimiento.

Trabajadores cautivos y control de la movilidad

La experiencia de los jóvenes chiapanecos en los campos de cultivo californianos


es un buen ejemplo de lo que Moulier-Boutang (1998) ha definido como una 'fuer
za de trabajo cautiva'. Los jóvenes recién llegados se establecieron en los condados
de Kern, Tulare y San Joaquin, tres de los nueve condados más productivos del
estado (California Departament of Food and Agriculture 2006). En toda esta re
gión predomina un tipo de agricultura intensiva que en ciertos periodos requiere de
gran cantidad de mano de obra, pues aunque la agricultura californiana se encuen
tre altamente tecnificada, las cosechas se siguen recogiendo a mano, de ahí que
siempre haya estado ligada a la sobreexplotación de mano de obra migrante e indo
cumentada.

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Los jóvenes chiapanecos encarnan una de las últimas reservas de mano de obra
mexicana, ya que provienen de los pocos estados del país en los que hasta los años
noventa no se registraban índices de emigración hacia Estados Unidos (Durand y
Massey 2003), en los últimos diez años han alcanzado índices de migración muy
elevados, incluso por encima de estados como Oaxaca con mucha más tradición
migratoria. Sin embargo, el perfil de los trabajadores chiapanecos es el mismo que
el de otros trabajadores mexicanos: jóvenes fuertes, sanos, en su etapa de vida más
productiva, con experiencia en las labores agrícolas, indocumentados y con dispo
sición para moverse hacia donde haya trabajo, ya que no viajan con sus familias. A
los ojos de los agricultores estadounidenses tienen, además, la ventaja de que están
recién llegados y no cuentan con una red migratoria sólida, por lo que serán una
mano de obra más disciplinada y vulnerable, al menos en los primeros años de su
migración.
Normalmente, la inserción a este mercado de trabajo es bastante fácil, ya que
existe todo un sistema de subcontratación de mano de obra a cargo de diferentes
tipos de intermediarios (contratistas y mayordomos), quienes por medio de meca
nismos modernos y tradicionales de control y explotación aseguran la disponibili
dad de trabajadores bien disciplinados a bajo costo y durante todo el año (Sánchez
2001). Casi todos los jóvenes Zapatistas que llegaron a California en épocas de
cosecha encontraron trabajo rápidamente.

El segundo día de estar aquí en Estados Unidos pasó un señor ahí en la pensión
en la que estaba y nos dijo: 'Hey muchachos, ¿no quieren ir a trabajar?'. 'Pues
sí claro, pues para eso vengo', le digo.... 'Pues te voy a llevar en el espárrago
porque ayer me hablaron y quieren gente en el espárrago'. Entonces me meto a
la casa y les digo a los otros compas: '¿Quiénes más quieren ir a trabajar? ahí
hay un 'raitero', ¡vamos!'. El señor nos preguntó: '¿Cuánto tiempo tienen?'.
'Acabamos de llegar, tenemos dos días'. 'No se preocupen por eso, yo los voy a
llevar al trabajo ... aquí no tengan miedo, ni de la policía, ni de nada, aquí ya
están en Estados Unidos, ya triunfaron' (Mississippi, 2006).

Si bien los jóvenes Zapatistas lograron incorporarse rápidamente al mercado de


trabajo gracias a estos enganchadores, lo hicieron bajo condiciones de extrema
precariedad y dependencia. Como cuenta Oliverio, uno de los migrantes de María
Trinidad, el primer encuentro con lo que sería por un tiempo su 'nuevo hogar' fue
decepciónate, era un rancho bastante aislado, al que sólo se podía acceder en carro
y donde no vivía ningún otro trabajador. Cuando llegaron era de noche, todo estaba
oscuro y en silencio, sólo se oían las chicharras y cuando el mayordomo les mostró
la 'traila' en la que iban a vivir lo primero que pensó este muchacho fue que no era
una 'vivienda digna como por la que estuvo luchando cuando era zapatista'.
Las difíciles condiciones de trabajo en los campos de cultivo de Estados Unidos
han sido documentadas desde hace varias décadas por periodistas, investigadores,
sindicatos y ONG. La constante descrita puede resumirse en: trabajo pesado, jor
nadas de más de diez horas, altas temperaturas, exposición a pesticidas, presión,
malos tratos, discriminación y bajos salarios. Todo esto se traduce en una vida pre
caria, accidentes, enfermedades y a veces hasta la muerte. Como muestran algunos
informes, el trabajo agrícola es unas de las ocupaciones más peligrosas en Estados
Unidos, los jornaleros se exponen a mayores riesgos de lesiones y daños que traba

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jadores de otras ramas (Oxfam 2004). Por ejemplo, el promedio de mortalidad de


los trabajadores agrícolas en California es cinco veces más alto que en otras indus
trias (Ahn, Moore y Parker 2004).
Los jóvenes Zapatistas son normalmente contratados para los trabajos de cose
cha (corte y pizca) y pre-cosecha (trabajo con azadón, desahije de frutas y hortali
zas, limpieza, instalación de plástico, amarre y transplante), considerados los más
duros y desgastantes. De ahí que después de unos cuantos meses en este sector, se
dieran cuenta que no era un trabajo sostenible a largo plazo, como explica uno de
ellos:

'Pensé que si me quedaba mucho tiempo trabajando en el 'fielcT me iba a aca


bar totalmente, es mucha 'chinga', por eso busqué la manera de salirme'. En el
mismo sentido, otro joven comenta: 'En el campo te explotan un 'chingo', por
eso yo me puse a pensar ¿cuántos años voy a poder aguantar? No creo que ni
llegue a cuatro y eso que estoy acostumbrado al trabajo en el campo' (Missis
sippi, 2006).

Después de algunos meses de trabajo, una minoría logró que sus mayordomos los
incorporaran a actividades semicalifícadas (podar, regar, rociar y el mantenimiento
de huertas), así como al empaque de los productos, sin embargo, los mayordomos
tienen mucha resistencia para sacarlos del field pues saben que son una mano de
obra calificada para las labores agrícolas pues siempre han sido campesinos, lo que
ya no es tan fácil encontrar. Así, al ver las pocas oportunidades que tendrían en
este nicho laboral para una movilidad ascendente o como dicen ellos para 'salir
adelante', gran parte de los jóvenes zapatistas decidió 'escapar' de la agricultura,
esta situación contrasta con lo que ha pasado con otros grupos que se han quedado
años o hasta décadas trabajando en los campos. Por ejemplo, en las cuadrillas de
los chiapanecos había jóvenes de diferentes orígenes que llevaban mucho más
tiempo que ellos en los campos y que, sin embargo, no tenían la intensión de mo
verse. Como explica uno de los migrantes chiapanecos:

Entonces con el tiempo vas conociendo y te superas, porque yo te digo que yo


estuve trabajando con mayordomo y con contratista, y se admiran algunos ami
gos porque ellos tienen tres, cuatro años aquí y se admiran de que cómo le hizo
uno, cómo le hace uno, porque ellos siguen en el campo, tú estás en una fábrica,
ellos siguen en el campo, tú estás en un empaque, estás dentro de una casa, den
tro de una tienda, vas conociendo, vas desarrollando tu mente, vas tejiendo la
red, vas filtrándote y filtrándote, y conforme vas saliendo, vas filtrándote, tu
mente va desarrollando, vas pensando: ¡mejor yo me voy pa'cá! (Mississippi,
2006).

La salida de la agricultura representa lo que Moulier-Boutang ha llamado la 'fuga'


para liberarse del control que el Estado ejerce sobre la movilidad de los trabajado
res gracias a las políticas migratorias mediante la que los '¡legalizan'. Salir de este
mercado de trabajo no es fácil, todo está estructurado para que los jóvenes se que
den 'encerrados' en estos campos de relegación y explotación. El hecho que los
jóvenes no tengan papeles les impide desplazarse libremente en la región para bus
car otros empleos, además, como explica De Genova (2004, 206), 'la producción
legal de la ilegalidad proporciona un dispositivo que sirve para reforzar la vulnera

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bilidad y la maleabilidad de los inmigrantes mexicanos - en tanto trabajadores -


cuya fuerza de trabajo, justamente gracias a que es expulsable, se vuelve una mer
cancía altamente disponible'. Así, al ser potencialmente 'deportables', los migran
tes Zapatistas viven con un miedo permanente que les dificulta desenvolverse y
desarrollar sus potencialidades en el nuevo contexto, como explica uno de los mi
grantes tojolabales: 'Ser ilegal es como traer una piedrita en el zapato que siempre
te está molestando y no te deja avanzar'. Además, de que los expone altamente a la
explotación y a situaciones de abuso.
En el caso de la agricultura californiana, es muy claro cómo el control geográ
fico de la movilidad de los migrantes indocumentados tiene por objeto evitar tam
bién su movilidad social hacia mercados de trabajo tomados por los ciudadanos
estadounidenses (Moulier-Boutang, Garson y Silberman 1986, 86-7). No es casua
lidad que la Migra ejerza un estricto control sobre una extensión de 25 millas alre
dedor de la zona agrícola, como si buscara contener a los migrantes indocumenta
dos dentro de ciertas zonas agrícolas y prohibirles el acceso a las carreteras hacia
Detroit o al este del país, donde eventualmente podrían incorporarse en otro tipo de
empleos (Martin cit. en Moulier-Boutang, Garson y Silberman 1986).
Una forma privilegiada para impedir su movilidad es la confiscación de sus
automóviles, en las entrevistas de los jóvenes es recurrente que hablen de los múl
tiples incidentes que han tenido con la policía mientras conducían su carros. Las
carreteras de todos los condados del valle de California están muy bien vigiladas y
es muy peligroso circular por ahí, lo curioso según los jóvenes es que la mayor
parte de las veces sólo les confisca sus carros pero no llaman a la Migra para su
deportación, particularmente si se encuentran en tiempos de cosechas. Como cuen
ta un muchacho:

Fue una locura lo que hicimos de comprar carros y que luego nos los quitaba la
'placa' (policía). Un día íbamos para Sacramento a cobrar un cheque y la 'pla
ca' nos quita nuestra Minivart. Entonces compramos una Ven chica y a los po
cos días que nos vuelven a 'mochar' el carro. Quedamos de nuevo sin carro y
volvimos a trabajar y cuando juntamos que volvemos a comprar otro carrito.
¡Es poco si te digo que la 'placa' me paró siete veces! (Mississippi, 2006).
Esta situación se encuentra estrechamente vinculada con la doble intencionalidad
de una 'política de control' cuyo objetivo explícito es impedir la presencia de tra
bajadores indocumentados, pero su objetivo oculto es mantener esta fuerza de tra
bajo inferiorizada jurídicamente que permita precarizar el mercado de trabajo
(Moulier-Boutang, Garson y Silberman 1986, 87).
Cuando le confiscan sus carros los jóvenes ya no pueden trasladarse a los dife
rentes ranchos y o bien regresan a la agricultura y se resignan a quedarse en este
nicho laboral o vuelven a comprar otra camioneta. Cuando esto último sucede, es
frecuente que los jóvenes caigan en un círculo vicioso en el que trabajan y cuando
juntan un poco invierten todo su dinero en la compra de camionetas viejas y muy
pronto las pierden en un nuevo incidente con la policía. Esto provoca que los jóve
nes pasen meses o años sin enviar remesas a sus hogares y que no tengan capaci
dad de ahorro para aguantar los meses de invierno.

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Nómadas laborales: flexibilidad, incertidumbre y precariedad

A partir del momento en que salieron de los campos agrícolas, las trayectorias mi
gratorias de estos jóvenes estuvieron marcadas por un alto grado de movilidad
siempre en busca de mejores sitios de trabajo y lugares más favorables para esta
blecerse: California, Alabama, Mississippi, Louisiana, Florida, Carolina del Norte,
Carolina del Sur, Virginia, Virginia Occidental, Tennessee, Ohio, Pennsylvania,
Georgia y Nueva York son algunos de los estados por donde han transitado estos
nuevos migrantes.5 En este largo errar, los jóvenes chiapanecos se han enfrentado a
condiciones laborales inestables y fragmentarias que no les permiten quedarse por
mucho tiempo en el mismo lugar. Además, el alto indice de movilidad no se reduce
al lugar de residencia, también tiene que ver con el cambio permanente de trabajo.
Como cuenta Lucas:

Primero pasé tres meses en Gadsden [Alabama], 'piscando' tomates, luego tra
bajé en una fábrica de aluminio y luego pasé a una fábrica de columnas. Ahí en
Alabama, me amigué con otro amigo que me dijo que si no quiero ir a Forest,
[Mississippi], él me llevó para Forest y ahí encontré otros tres amigos de Chia
pas que ya conocía. Estuve como seis meses haciendo casas de pollos, luego me
metí a trabajar como cuatro meses en una pollera donde destazaba pollo en otro
lugar que no me acuerdo su nombre, pero no salía mucho dinero. Ya después,
cuando me aburrí de la pollera, dos amigos que conocí me dijeron que si no me
quiero venir a Biloxi y me vine aquí para Biloxi. Llegando, luego, luego, traba
jé limpiando un casino y a lo seis meses me salí y empecé a trabajar en la re
construcción de la ciudad, luego se acabó el trabajo y otra vez regresé al casino
y luego, gracias a un muchacho que conocí, me pasé a la construcción de casas
(Lucas, Mississippi, 2006).

Así, a diferencia de otros grupos que se han logrado establecer en un mismo nicho
laboral, los jóvenes chiapanecos han circulado por todo tipo de empleos. Han pasa
do de cosechar jitomate en algunos ranchos de Alabama a trabajar como obreros en
fábricas de aluminio o destazar pollos y marranos en diferentes agroindustrias de
este mismo estado. Han trabajado en los invernaderos de Florida, han limpiado
escombros en Mississippi después del paso del huracán Katrina. Han sido albañi
les, trabajadores de limpieza, recamareros en hoteles cinco estrellas, jardineros en
campos de golf, etc. Se trata casi siempre de trabajos temporales y de tiempo par
cial, sin contrato, ni derechos laborales, que les exigen disponibilidad y flexibilidad
total. Ellos se han convertido en una suerte de 'nómadas laborales',6 pues para sub
sistir tienen que circular por diferentes localidades y campos de lo más variados,
aunque siempre en condiciones precarias.
Todos estos jóvenes enfrentan lo que Richard Sennet (2006) llama Ta cultura
del nuevo capitalismo', un sistema marcado por la irrupción de lo precario, lo im
preciso, lo informal, por condiciones sociales inestables y fragmentarias, relaciones
a corto término, gran movilidad y pérdida de toda seguridad. Donde las institucio
nes estatales ya no le ofrecen a casi nadie un marco a largo plazo y los individuos
se ven obligados a improvisar solos su propio relato de vida.
Para mostrar esta situación voy a presentar el caso de Fede, uno de los jóvenes
del María Trinidad. Este muchacho cruzó la frontera en febrero de 2004; no tenía

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18 I Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 92, abri 1 de 2012

un destino fijo, el primer día en Estados Unidos conoció a un contratista que lo


llevó a trabajar a Florida; de ahí se trasladó a Carolina del Norte, luego a Carolina
del Sur, Tennessee, Georgia, Alabama, Mississippi. Gran parte de su viaje lo hizo
con los amigos que fue conociendo en el camino. Se ha movido tanto, que ya no
recuerda todos los lugares por los que pasó, ni todos los trabajos que ha hecho,
como explica: 'No sé por qué me moví tanto, creo que me gusta andar ... dicen que
desde que era chiquito siempre fui muy andariego'. Cuando llegó a Estados Unidos
Fede encontró la oportunidad perfecta para viajar. Nada lo obligaba a quedarse en
el mismo lugar, pues no tenía ningún anclaje; por el contrario, el propio contexto
favorecía sus movimientos. Además, su gran disposición ante el cambio y su capa
cidad de adaptación a nuevas circunstancias resultaban una gran cualidad en la
nueva sociedad.
Aunque la propia inestabilidad de los empleos obliga a los trabajadores migran
tes a moverse frecuentemente de localidad, el grado de movilidad también depende
de las decisiones personales del migrante. Aunque su margen de decisión casi
siempre es estrecho, éste puede decidir seguir una estrategia de extrema movilidad
o de asentamiento relativo. Muchos jóvenes llegan al Norte con ganas de 'aventu
ra', para ellos el proyecto migratorio no sólo es económico, más bien tiene que ver
con lo que expresan con la siguiente fórmula: 'La necesidad de querer conocer
nuevos lugares'. Para Fede, el continuo movimiento se ha convertido en un estilo
de vida, y lo que le resulta atractivo de Estados Unidos es que le da la posibilidad
de moverse apenas se sienta insatisfecho o aburrido en el lugar en donde está. Co
mo cuenta él mismo:

Luego me fui a vivir en un lugar que se llama Cokeville. Estaba bonito ese lu
gar, pero de ahí me aburrí y me fui a vivir en Atlanta unos quince días. Después
me aburrí y me fui a vivir en el norte de Alabama, y así me la pasaba, cuando
me aburría ¡vámonos! (Fede, Mississippi, 2006).

La posibilidad de desplazamiento le da a Fede una sensación de libertad; sin em


bargo, cada desplazamiento encierra un riesgo que podría acabar en su deportación
y el fin de su 'aventura migratoria'. Los migrantes se encuentran en una situación
contradictoria, porque para lograr llevar a cabo su 'proyecto migratorio' deben ser
flexibles y móviles y estar dispuestos a exponerse a nuevas situaciones vitales; sin
embargo, cada movimiento es como volver a empezar, no les permite ahorrar, sus
energías están siempre puestas resolver los problemas del día a día y el proyecto
migratorio que dio origen y justificó su viaje queda de lado por años. Así, aunque
Fede ha trabajado duro durante varios años no ha logrado enviar remesas a su casa,
lo que ha provocado que la familia lo cuestione y lo presione para volver: 'Yo ya
quiero cambiar. Hoy sí le dije a mi madrecita que ahora sí tengo que ahorrar. Ella
me dijo: ¿Qué pasa hijo?, ¿por qué no haces nada? No sé, creo no me queda el di
nero en las manos' (Mississippi, 2006).
Pese al permanente cambio de residencia, cada vez que Fede se instala en una
nueva localidad, su vida transcurre más o menos igual: largas jornadas de trabajo,
compensadas con noches de 'diversión'. El Norte le ofrece a todos los jóvenes mi
grantes un espacio para la fiesta y el descontrol que en sus pueblos no existe. Cada
semana Fede asistía a los bailes o conciertos 'latinos' que se realizan en todas las
localidades donde hay migración latinoamericana o simplemente se quedaba to

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mando con sus amigos en sus departamentos. Éstos constituyen unos de los pocos
espacios de entretenimiento y diversión a los que pueden acceder los migrantes.7

Antes salía yo a fiestas, bailes, mujeres; invitábamos a mujeres, amigas, novias,


nos las llevábamos en donde quiera, puro trabajo y diversión. Así me la pasaba,
¿Quién no se la va a pasar bien con una muchacha al lado? Luego me di cuenta
que estoy gastando mucho dinero, y me decía: 'Si tan siquiera mandara yo al
go' (Fede, Mississippi, 2006).

Cuando invita la ronda de cervezas, cuando le paga la entrada del baile a alguna
muchacha, cuando no tiene que autolimitarse en su consumo, Fede se siente con
tento, se siente apreciado y admirado por sus amigos; es su manera de encontrar el
reconocimiento que no encuentra en otros espacios sociales y que es indispensable
para todo ser humano (Honneth 2000). Para Fede, la movilidad, el despilfarro, y la
fiesta, son la única forma que encuentra para funcionar en el nuevo contexto, para
hacerle frente a la soledad y la exclusión a la que los exponen las políticas migrato
rias y económicas.
En la comunidad de origen se piensa que aquel joven que 'no triunfa' es porque
no tuvo suficiente motivación, porque eran 'flojos' o 'borrachos'. Es decir, hay una
tendencia a responsabilizar totalmente al migrante de su 'éxito' o su 'fracaso' en el
Norte. Desde las comunidades chiapanecas es muy difícil darse cuenta de las difi
cultades a las que se enfrentan los jóvenes, ya que ellos mismos tratan de esconder
esta imagen, y pocos hablan de los días de soledad frente al televisor, de las gran
des dificultades para mantenerse en un mismo empleo, del racismo, etcétera.

Conclusiones

En este artículo analicé cómo un grupo de jóvenes Zapatistas del municipio de Las
Margaritas pasaron de una militancia activa en el movimiento a convertirse en mi
grantes internacionales. Sus salidas abrieron el camino al Norte en su comunidad y
desde entonces las salidas no han cesado, cada nueva partida fortalece la red migra
toria regional, alimenta los repertorios de acción migratoria, así como los imagina
rios sociales que estimulan la salida de nuevos jóvenes. En un lapso menor a cinco
años la migración se ha consolidado como una nueva alternativa de vida, hoy todos
los jóvenes son migrantes potenciales. Al interior de las comunidades de la región,
la aceleración del fenómeno se vive como la llegada de una 'enfermedad contagio
sa', ante la cual nadie es inmune, como explica un hombre de María Trinidad:

La idea del Norte ya está en la cabeza de todos desde niños, sólo es cuestión
que se represente y que digan que se van. Es como cuando uno tiene una en
fermedad pero que todavía no se representa, puede uno estar años así, pero la
enfermedad ya está adentro y sólo hay que esperar en que momento se repre
senta (Tomás, Chiapas, 2006).

La tesis central del artículo es que la migración de los jóvenes Zapatistas representa
tanto un desplazamiento geográfico, como político y subjetivo, ya que los jóvenes
no sólo se trasladaron a miles de kilómetros de sus pueblos, sino que experimenta
ron un cambio en sus subjetividades, perspectivas futuras y proyectos de vida, con
respecto a la generación de sus padres. Lo que provocó un conflicto comunitario en

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el que se opusieron dos tipos de actores: los militantes Zapatistas que ven la migra
ción de sus hijos como una rendición, un abandono y un peligro para la comunidad
y el movimiento. Por otro, los jóvenes migrantes que ven en la migración una for
ma legítima de obtener recursos económicos y ven en ella una especie de libera
ción. Este conflicto expresa dos proyectos que coexisten al interior de las comuni
dades rebeldes: el proyecto de las autonomías Zapatistas fundado en la organiza
ción colectiva por el bien común, cuya aspiración es la transformación profunda de
la sociedad, y el proyecto de la migración a Estados Unidos, fundado en la acción
individual o familiar para la satisfacción de necesidades y aspiraciones personales
muy concretas.
La migración a Estados Unidos impone grandes retos a las comunidades Zapa
tistas, pero también a los jóvenes migrantes, quienes por primera vez se incorporan
a redes globales de contrabando y circuitos de trabajo bajo un régimen capitalista
de 'acumulación flexible' (Harvey 1998) que los confronta a nuevos riesgos y nue
vas formas de explotación, precariedad y racismo.
Por ejemplo, analizo la experiencia del cruce de la frontera en una época en que
la seguridad fronteriza ha aumentado a tal grado que a muchos migrantes no les
queda más remedio que atravesar por los puntos más peligrosos de la frontera, co
mo el desierto de Sonora y exponerse a enormes riesgos y dificultades. Durante el
cruce por el desierto los jóvenes se han servido de su experiencia previa como mili
tantes Zapatistas acostumbrados a aguantar largas caminatas en condiciones difíciles.
También se muestra cómo, si bien los migrantes chiapanecos se insertan en la
agricultura californiana con relativa facilidad, lo hacen en condiciones de extrema
precariedad y de dependencia casi total de los mayordomos y otros intermediarios.
Además de que frecuentemente su inserción significa separarse, a veces por meses,
del grupo de migrantes de su pueblo con el que cruzaron la frontera. Por su condi
ción de migrantes indocumentados, estos jornaleros agrícolas de reciente arribo
representan el tipo ideal de trabajador, sin libertad de circulación, sin acceso a la
ciudadanía y en condiciones de trabajo deplorables.
Finalmente analicé cómo ante la falta de redes migratorias sólidas y de una ex
periencia colectiva como migrantes internacionales, la migración de los jóvenes
zapatistas se ha caracterizado por un alto grado de dispersión y de movilidad geo
gráfica y laboral. Para mantenerse dentro del mercado de trabajo y llevar a cabo su
proyecto migratorio los jóvenes han tenido que convertirse en una especie de 'nó
madas laborales', es decir, en una fuerza de trabajo flexible y precaria, con disposi
ción para circula por varios estados del país y para cambiar permanentemente de
empleo.
A partir de esta experiencia migratoria de los jóvenes zapatistas pudimos ob
servar de qué manera las exigencias de flexibilidad del mercado y las condiciones
precarias e inestables del empleo se expresan en la vida cotidiana de la gente. Aun
que el ejemplo de los jóvenes zapatistas es un caso extremo, pues se trata de una
migración muy reciente, sin redes migratorias sólidas y sin experiencia colectiva
previa como migrantes, nos permite aproximarnos a lo que viven un número cada
vez más elevado de trabajadores migrantes que enfrentan cotidianamente las con
secuencias más adversas del capitalismo y la globalización. Además, nos permite
comenzar a explorar, desde una perspectiva etnográfica, las vicisitudes de la mi
gración chiapaneca a Estados Unidos, un fenómeno todavía muy poco estudiado.

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European Review of Latin American and Caribbean Studies 92, April 2012 | 21

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Alejandra Aquino Moreschi es doctora en sociología por la É


Études en Sciences Sociales (EHESS). Actualmente es investigad
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Pacífico Sur). Sus temas de interés y especialización son la m
México-Estados Unidos, las luchas por el reconocimiento, el trab
racismo en contextos de migración. Entre sus últimas publicacio
la indignación moral a las protestas colectivas: La participación d
zapotecos en las marchas de 2006', Norteamérica, año 5, no.
2010, pp. 63-90. 'Migrantes chiapanecos en Estados Unidos: Lo
laborales', Migraciones Internacionales, vol. 5, no. 4, Colegio de l
te, 2010, pp. 39-68. <alejandra.aquinom@yahoo.com>

Notas

1. Con el objetivo de resguardad la identidad de los entrevistados y de la comunidad en la que se


realizó la investigación se cambió el nombre del poblado.
2. Cuando hablo de 'generación' no lo hago en un sentido biológico, reducido a un criterio de edad,
me refiero más bien al tipo de experiencia militante que les tocó vivir. Desde esta perspectiva, las
diferencias generacionales tienen que ver menos con la edad que con las diferencias del contexto
social e histórico en el que los militantes crecieron, las cuales les permite compartir una experiencia
similar de militancia.
3. Bebida de maíz nutritiva y llenadora.
4. Es importante mencionar que hasta la fecha la cuestión de la migración ha sido abordada en el
ámbito comunitario, el EZLN no cuenta con una política general para tratar la cuestión de la migra
ción. De tal forma que los pueblos zapatistas tienen total autonomía para construir sus acuerdos
comunitarios y emprender las acciones correspondientes para hacerle frente a la salida de sus jóve
nes. Como sostiene uno de los miembros de la Junta de Buen Gobierno Hacia la Esperanza a la que
pertenece María Trinidad: «aunque no estamos de acuerdo con la migración, nosotros no podemos
meternos, tenemos que respetar los acuerdos de los pueblos» (diciembre 2006, Chiapas). El EZLN
no ha aplicado acciones para impedir la migración de sus bases; sin embargo, sí ha tomado medidas
para combatir el tráfico ilegal de personas sobre sus territorios (véase el siguiente comunicado:
EZLN, 'Leer un video. Quinta parte: cinco decisiones de buen gobierno', agosto de 2004).
5. Sobre le tema ver Aquino (2010).
6. Término acuñado por U. Beck (2000: 9).
7. Según los propios entrevistados, en una noche 'tranquila' se gastan entre 50 y 100 dólares. La en
trada a estos lugares va de cinco a veinte dólares según el tipo de evento, el precio de la cerveza es
aproximadamente de cinco dólares.

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