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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA.
UNIVERSIDAD TERRITORIAL DELTAICA “FRANCISCO TAMAYO”
TEMBLADOR – ESTADO MONAGAS
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN EN CONTADURÍA PÚBLICA

SISTEMA ECONOMICO SIGLO XIX

TUTOR: BACHILLER:
Lcda. Nairobis Fuentes Ramírez, Valeria.
Torres, Angelis.
Martínez, Argenis.
Colina, Chrismarys.

Junio, 2020.
INTRODUCCION

Un sistema económico es una forma de organización de la economía que una


sociedad lleva a cabo para gestionar y administrar los recursos de los que dispone. En
palabras más sencillas, un sistema económico es el conjunto de reglas que rigen la
economía de una zona geográfica. En función de las características del sistema
económico podemos diferenciar dos grandes tipos. Aquellos que otorgan mayor poder al
Estado y aquellos que otorgan más importancia a la libertad de elección de los
individuos.

Sobre esta línea, podemos decir que los dos grandes tipos de sistemas son el
capitalismo y el socialismo. El primero de ellos propone, principalmente, la libertad de
mercado y la defensa de la propiedad privada. El segundo, que llamamos socialismo,
propone todo lo contrario. Es decir, la regulación del mercado y la defensa de la
propiedad colectiva.
SISTEMA ECONOMICO DEL SIGLO XIX Y COMPARAR EN LA
ACTUALIDAD (ECONOMICO, SOCIAL Y EDUCACION).

El siglo XIX supuso el tránsito de una serie de hechos que marcan el desarrollo
de la misma, esta significo un aumento en los vínculos económicos entre los países y
por tanto su interdependencia. Por un lado, gracias a la superación de barreras físicas y
legales se avanzo a lo largo de toda la centuria hacia el libre comercio, lo que permitió
que el volumen de intercambios internacionales creciera de modo sostenido, al igual que
los flujos de inversión directa en el exterior también se fueron acelerando, detrás de la
conformación de esta economía mundial crecientemente integrada no solo de tratados
comerciales o grandes avances en las tecnologías ofrecidas en su momento, sino
también de un sistema monetario internacional, el patrón oro, que favoreció
notablemente el comercio internacional y los movimientos de capitales como moneda
de cambio.

Al mismo tiempo que iba desarrollándose el fenómeno de internacionalización


económica, desde mediados del siglo XIX, se produjo también una nueva oleada de
innovaciones tecnológicas apoyadas en la aplicación sistemática de la ciencia a los
procesos industriales. Ello daría lugar a la revolución industrial que históricamente seria
la segundo a nivel mundial, con un enorme incremento en la capacidad productiva y el
surgimiento de nuevos sectores ligados a la fabrica masiva de acero y aplicaciones
eléctricas y química.

La pérdida de participación en la órbita comercial ibérica, al tiempo de que se


carecía de productos alternativos de exportación distintos al oro, cuya producción se
deterioró, produjo una reducción de los ingresos externos. El mercado mundial
entretanto no mostró dinamismo hasta 1850, lo cual escasamente ayudó a salir de la
contracción producida por la guerra y por la pérdida inicial de comercio. La política y la
guerra debilitaron la institución de la esclavitud y, por lo tanto, la minería se contrajo
primero para estancarse después, manteniendo cierta dinámica en Antioquia. La guerra
misma produjo pérdidas de vidas, semovientes, mulas, cosechas y las propiedades de
chapetones y realistas fueron expropiadas, incentivando la fuga de capital. Sin embargo,
a pesar de todos los problemas, se comenzaron a echar los cimientos de una nueva
sociedad, un tanto más liberal, que eventualmente saldría adelante con nuevas
exportaciones hasta consolidar el café como la principal de ellas, ya a principios del
siglo XX. Solo a partir de ese momento, Colombia entró en una fase de crecimiento
sostenido.

El siglo XIX se dio el tránsito final desde las monarquías absolutas que habían
dominado Europa desde la Edad Media hasta los estados-nación liberales de nuestros
días. Fue también el siglo en el que la industria se impuso sobre las formas manuales de
producción. 100 años de progreso científico, filosófico y de derechos y libertades, pero
también de conflicto continuo en Europa entre clases sociales, naciones y estados. Estos
son algunos de los acontecimientos históricos importantes que tuvieron lugar en este
siglo trascendental para la humanidad.

Acotando que, ante el aumento de la productividad, la industria comenzó a


requerir una creciente cantidad de materias primas. Europa estaba seca de recursos
naturales tras siglos de explotación y las grandes potencias pusieron sus ojos en África.
Partiendo de los antiguos puestos comerciales establecidos a lo largo de la costa
africana, los europeos comenzaron una carrera desenfrenada hacia el interior del
continente. Miles de km² se repartieron como pedazos de un pastel y los recursos
naturales empezaron a ser extraídos y enviados a Europa. La población africana tuvo
poco que decir en ese proceso. Los idiomas y la religión de los colonizadores y una
economía empobrecida han quedado como la herencia más visible en África tras la
descolonización del siglo pasado.

En cuanto a lo social se trata de dilucidar si el desmonte de una organización


económica ineficiente, basada en los monopolios públicos y privados sobre la
producción y el comercio, produjo suficientes beneficios a largo plazo que justificaran
los costos de la empresa. Había que erradicar buena parte de lo que los españoles habían
sembrado: un sistema de castas separadas por ley, relaciones sociales de servidumbre y
de esclavitud, monopolios de comercio y de los bienes más transados en la sociedad
colonial y, no menos, una tributación excesiva.

Los costos de la Independencia fueron evidentemente muy altos, el mayor de los


cuales fue la pérdida del orden político que mal que bien sostuvo el imperio español de
ultramar por más de tres siglos. Mientras que para los países frontera del imperio
español que lograron la independencia sin guerras de liberación como Argentina, Costa
Rica y Chile pudieron establecer tempranamente regímenes liberales abiertos al
comercio, para los que contaban con instituciones hispánicas más enraizadas y vivieron
intensamente el conflicto tardaron más en alcanzar alguna estabilidad política y
economías abiertas. “Los obstáculos institucionales al crecimiento económico” fueron
mayores en las zonas de población autóctona estable, donde quedaron encarnados en un
“pacto” colonial entre España y la élite colonial.

Para los países de América era muy difícil para ellos implementar el ideal de la
Ilustración sobre establecer instituciones sobre la base de la razón, para lo cual era
imprescindible separa al Estado de la religión. Los ciudadanos deben saber leer y
escribir a partir de 1840 para participar en elecciones, lo cual fuera de restrictiva
reconoce un problema de analfabetismo generalizado, pero además deben tener un
patrimonio de 100 pesos o en su defecto una profesión que les permita la independencia,
excluyendo de la ciudadanía a jornaleros, arrendatarios y sirvientes.

Había un sistema de votación indirecto, mediante electores cantonales cuyos


requisitos de propiedad y sapiencia eran mayores, Es por ello que la huida de esclavos y
su reclutamiento durante la etapa independentista, así como la inestabilidad política,
llevaron al estancamiento de estas regiones durante todo el siglo XIX. Una de las cosas
más emblemática del siglo XIX es el cambio en el mundo empresarial ya que el
incremento en la capacidad productiva gracias a la industrialización requería grandes
inversiones, pero estas permitían una notable reducción de los costos unitarios gracias a
la posibilidad del aprovechamiento de las economías de escala.

En estas grandes innovaciones del siglo XIX están apoyadas directamente sobre
el conocimiento científico, entre la electricidad como nueva forma de energía con
múltiples aplicaciones industriales, tenía ventajas de su rápida transmisibilidad a
distancia lejanas sin perdida y de su fácil y eficiente transformación en calor, luz o
movimiento. También esta la fabricación masiva de acero, en química están los tintes
sintéticos y los colores artificiales abrieron el camino a una industria mayor como la
química orgánica entre fertilizantes, fibras sintéticas, conservación de alimentos y
medicamentos.

En el terreno de las transporte, el ferrocarril conoció su era constructiva en


Europa y otras parte del mundo, el barco de vapor solo era para aquellas naciones que
contaban con inversionistas poderosos de aquella época, en cuanto a la comunicación la
difusión del telégrafo, como la radiotelegrafía y la aparición de las primeras redes
telefónicas supusieron una completa revolución en la transmisión de información a larga
distancia y es así como en el ámbito empresarial se dieron tanto cambios importantes y
se fue difundiendo el modelo de empresas modernas nacido en los sectores de
ferrocarril y las comunicaciones y es así como a finales del siglo XIX y comienzos del
siglo XX se exige una nueva forma de canal de financiación.

Ya para el siglo XX los movimientos internacionales de población alcanzaron


unos 60 millones de personas que dejaron Europa. La emigración se fue acelerando de
poco más de 2 millones de emigrantes en los años centrales del siglo XIX se pasó de
10,5 millones de emigrantes en la primera década del siglo XX, los emigrantes se
dirigieron fundamentalmente a zonas con tierra abundante, como EEUU, diversas áreas
del imperio británico e Iberoamérica.

Históricamente el siglo XX comienza en 1914 y presentan características muy


similares al siglo XIX, con dos puntos muy especiales las cuales fueron dos guerras
mundiales, varias revoluciones y un duro enfrentamiento entre el mundo capitalista y
soviético que se resuelve con el socialismo real que jamás hubiese pasado sin
democracia, Es decir, siempre la economía giró en torno a dos sistemas principales: el
CAPITALISMO y el COMUNISMO. A partir de allí, las potencias que encabezaban
dichos sistemas, es decir EEUU y Rusia, quisieron imponer sus ideas en diferentes
países, los cuales optaron por uno u otro. Sin embargo, a través de diversos procesos, se
pudo observar el triunfo del capitalismo como sistema económico mundial y la
disolución de la URSS, Económicamente es el siglo de la Gran Depresión y de la Edad
de Oro.

Durante el siglo XX el crecimiento se aceleró en toda la región y se extendió por


amplias zonas geográficas, obviamente con importantes diferencias regionales y
aumentando la diferencia de los países ricos y pobres. A partir de esto, surgió la
globalización, la formación de bloques regionales, la expansión de corporaciones
trasnacionales y la distinción entre países del 1er y 3er mundo. El crecimiento
económico de 1913-1998 era más elevado en Europa Occidental, países de inmigración
europea y Asia, además hubo un traspaso de liderazgo económico mundial, de Gran
Bretaña a EEUU.

A lo largo del siglo XX se han consumado dos grandes cambios: por un lado, el
fin de la agricultura tradicional cuyo objetivo era subsistir por la agricultura moderna
cuyo objetivo es maximizar beneficio al mínimo coste. Esta última saca casi todos sus
inputs del mercado todo lo contrario ocurría con la tradicional que lo sacaban de la
naturaleza. Y, por otro lado, la diversificación de la fuente de energía y petróleo, lo que
redujo el uso de carbón (EEUU y Gran Bretaña son los que más tienen consumo interior
bruto de energía primaria entre 1933 y 1993). Cabe destacar que, en 1921, en Rusia se
implementó la “Nueva Política económica” (NEP), un sistema económico que
implicaba la coexistencia del sector estatal y el sector privado. Este sistema mostró
beneficiar a la sociedad y era observado como un sembrador de estabilidad y
moderación en Rusia. Sin embargo, sólo fue un intervalo entre dos períodos
conflictivos. Posterior a esta etapa, en 1929, Stalin llevó a cabo la colectivización
forzosa de la agricultura, creando una guerra civil.

La población mundial no ha dejado de crecer, de manera que la oferta de trabajo


global fue aumentando en los países ricos, al igual que la mortalidad en los países
pobres ha descendido con fuerza durante la mitad del siglo XX, la disponibilidad de la
mano de obra ha aumentado, pero al mismo tiempo se ha alterado profundamente ya
que para 1998 la media de horas trabajada era de 2900h. sin embargo la oferta de
trabajo aumenta gracias al ingreso laboral de la mujer y el crecimiento demográfico
existentes en las diferentes regiones.

El sistema económico y social que se había desarrollado durante el siglo XIX


desapareció bruscamente con la 1era Guerra mundial y para el siglo XX ha habido una
gran inclinación al riesgo en técnicas nuevas que contrasta con la preocupación en las
sociedades preindustriales. La clave es que el cambio técnico ha pasado a ser un
elemento endógeno del proceso de crecimiento.

Ya para nuestro siglo actual (siglo XXI) Uno de los elementos fundamentales de
la economía de nuestros días es su carácter internacional. Vivimos en una economía
global, ciertamente. Y lo que sucede en un determinado país rara vez deja de tener
alguna influencia en el resto del mundo. El capital se mueve con bastante libertad a
través de las fronteras y con un volumen tal que puede causar graves problemas a los
países (avanzados o en vías de desarrollo) que son castigados por el mercado.

Pero ¿supone esto realmente un cambio sustancial en relación con el pasado? Lo


cierto es que a cualquiera que esté familiarizado con la historia económica de los dos
últimos siglos, el carácter internacional de la economía y la relevancia de los
movimientos internacionales de capital en ellas, difícilmente le sonará a nuevo. Lo que
la actual globalización significa no es la quiebra de una tendencia, sino la aceleración de
un proceso que se inició hace ya mucho tiempo, debida a una reducción muy
significativa de los costes de transacción en el comercio y las finanzas internacionales.

Tras un largo periodo de fuerte crecimiento del comercio internacional (que


ayudó de forma importante a muchos países a salir del subdesarrollo) la actual ronda
Doha de la Organización Mundial de Comercio fue recibida en el momento de su
lanzamiento con franco optimismo por la mayor parte de los países del mundo como un
paso que podría ser decisivo para la liberalización multilateral del comercio mundial. En
Doha se acordó, en efecto, un amplio plan de negociaciones que iba más allá de las
meras reducciones arancelarias tradicionales para entrar en cuestiones como la
competencia, las prácticas antidumping o diversas formas mediante las que las
regulaciones nacionales han venido poniendo obstáculos al libre comercio.

Pero la satisfacción inicial se tornó pronto en preocupación al comprobarse que


no se conseguían avances significativos; finalmente se ha llegado a un pesimismo
generalizado al observarse que la actual crisis económica ha frenado la marcha hacia la
liberalización en un ambiente de crecientes presiones proteccionistas. Cuestión
fundamental en estos debates es, sin duda, el comercio de productos agrarios, que tanto
representa para muchos países en vías desarrollo, no sólo porque una parte
relativamente grande de su PIB tenga su origen en la agricultura, sino también por el
hecho de que es un sector en el que estas naciones tienen ventaja comparativa y podrían
abastecer buena parte de los mercados de los países avanzados.

La situación de éstos es, sin embargo, muy diferente. Con una mano de obra
dedicada a la agricultura inferior al 5% del total de su población activa y una
participación de este sector en la generación de PIB que pocas veces supera el 2%, la
agricultura significa muy poco en términos macroeconómicos en el mundo desarrollado.
Pero la capacidad de actuación de los grupos de interés es muy grande en este sector. Y,
como es bien sabido, tanto la Unión Europea como EE.UU. mantienen complejos (y
muy costosos) sistemas de protección a la agricultura que se resisten a desmantelar, a
pesar de que, al menos en el caso de Europa, los cambios debidos a la reciente
ampliación de la Unión hacen que el actual modelo sea prácticamente inviable a medio
plazo.

Siempre resulta difícil determinar quién es el culpable del fracaso de una


negociación multilateral. Pero, en este caso, son los países más ricos del mundo los que
han creado mayores trabas a una liberalización real del comercio. Si esta actitud no
puede defenderse desde el punto de vista económico, es inaceptable también desde el
punto de vista político, ya que pone de manifiesto la incoherencia de unos Estados que
recomiendan (con toda la razón) la apertura de fronteras como una estrategia necesaria
para el desarrollo, mientras ponen todo tipo de dificultades cuando se trata de recibir
importaciones de productos que afectan a un sector de sus economías que consideran
especialmente sensible, aunque reamente sea muy poco importante en términos de su
aportación al PIB. Y algo similar podría decirse de ciertos bienes industriales intensivos
en mano de obra, cuya producción se concentra en los nuevos países industriales, desde
los que se exporta al resto del mundo.

Aunque muchas de estas políticas sigan siendo muy perjudiciales para los países
en vías de desarrollo, hay que señalar que empiezan a surgir algunos indicios que
podrían dar pie a un cierto optimismo, al menos en el mundo de las ideas. El más
importante es la visión de que lo que los países pobres necesitan no son economías
cerradas, sino un mayor volumen de comercio exterior. Esto significa que se va
abandonando la idea que considera el comercio internacional como un instrumento más
de explotación del tercer mundo y se empieza a entender que lo que hace daño
realmente son las restricciones al comercio. Es tal vez sólo una gota de agua en una mar
de ideas erróneas. Pero podría ser el comienzo de una estrategia más sensata en nuestra
larga lucha contra la pobreza, que no debería frenar la crisis y la recensión que sufren
hoy los países avanzados.

Las formulaciones de acuerdos entre países cercanos geográficamente para


fomentar el crecimiento de los flujos comerciales y de capitales. Pueden ser aduaneros,
tratados para el tratamiento de las intervenciones o la coordinación de las políticas
macroeconómicas. Éste último representa el grado más alto de la integración regional.
Puede incluir las autoridades económicas que dirijan algunos aspectos de la política
económica del bloque. Dentro de los países industrializados existen dos bloques
regionales: la Unión Europea que consta de 15 países. Otro bloque es el Nafta, integrado
por EEUU, Canadá y México. Se limita a los acuerdos comerciales con aranceles
preferenciales. Finalmente, el Mercosur, constituido por Argentina, Brasil, Uruguay y
Paraguay, que implementó la reducción de aranceles entre los integrantes.
CONCLUSION

La economía, atendiendo a su origen, es una ciencia que estudia la


administración de recursos escasos. Esto es, tenemos unos recursos limitados y debemos
gestionarlos para la consecución de unos objetivos. Objetivos entre los que podemos
encontrar la satisfacción de nuestras necesidades, que van desde las más básicas hasta
las más complejas.

Por tanto, con esto en mente, podemos deducir que el sistema económico del
siglo XXI es un conjunto de reglas que definen la forma en que una sociedad gestiona y
administra esos recursos que, como ya hemos dicho, son limitados.

Los principales problemas a los que intenta dar respuesta son:

 Qué bienes y servicios debemos producir y en qué cuantía


 Cómo producimos esos bienes y servicios
 A quién se destina la producción
 Cómo realizar los tres pasos anteriores para que el sistema sea estable y
sostenible
 Cómo, teniendo en cuenta estos cuatro puntos, generamos crecimiento
económico.

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