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Zimmermann, Construcción del Estado.

Los profundos cambios que se dieron en la estructura estatal tienen una fuerte
ligazón con el crecimiento económico que vivió el país en último cuarto del siglo XIX,
relacionado con las transformaciones vividas en la sociedad. Pero la estructura
misma del estado fue poco estudiada, salvo como adyacente al renovado estudio de
la historia política (que observa una historia social de la política, política como
fenómeno cultural e integrar categorías importantes como estado y nación y las ideas
de la representación política). En resumen, el estado ya no era visto como
epifenómeno de intereses materiales, sino que tenía autonomía de la política en
general.

El enfoque alternativo de la unificación del estado-nación (que es muy conocido


también en todo occidente) como consecuencia de la revolución, fue desafiado por
Chiaramonte donde por un lado da énfasis a las distintas formas de identidad
colectiva posindependiente; y por otro subraya que la fragmentación del virreinato
dio forma a varios estados independientes unidos en una Confederación que dará
más tarde forma al estado federal.

El conflicto internacional y la guerra eran estructuradores del estado-nación, lo que


generó una temática en el ejército, las prácticas coercitivas y la necesidad del poder
fiscal para financiar aquel poder en armas. La formación del estado entonces, era
producto de una pulseada donde primaba la fuerza, aunque podía existir
negociación y cooptación. Esta interdependencia entre la organización territorial y el
estado fue resaltada a comienzos del XX por Hintze y luego revisitada por Tilly en su
fórmula los estados hacen la guerra y la guerra los estados: para la guerra se necesita
un estado con fondos y potestades de imponer orden, lo primero genera acumulación
y lo segundo delimita territorios como capacidades de imponer orden. Esto supuso
para argentina, como para latinoamérica, un fuerte peso del ejército y los aparatos
represivos (estudiado por Halperin, Garavaglia, Conde y Oszlak).

El otro aspecto, que incidía en la acumulación de capital, era el financiamiento


desde el extranjero. El comercio brindó al estado rentas que ayudaban por un lado a
seguir financiando el aparato represivo y también presionar menos con impuestos a
los sectores propietarios que tenían poder de influencia. En efecto, los recursos
fiscales los daba su enlace con el comercio y no al desarrollo de un aparato extractivo.
El comercio permitió conformar un estado y evitar guerras internas, a su vez que
reforzaba el lazo entre la Aduana y el ejército, inclinando favorablemente la disputa
hacia el bando de más recursos.

Hay dos corrientes historiográficas que aportaron nuevos temas a la historia del
estado argentino:
Zimmermann, Construcción del Estado.

I: Tiene que ver con un cambio de foco, geográfico, en el momento de la


consolidación nacional. Mirar las situaciones locales (periferia) supone ver mejor los
vínculos entre éste poder y el central que emerge. Luego de quebradas las rebeliones
Montoneras (63 y 66-67), los levantamientos de López Jordán (70, 73, 76) y finalmente
los de Mitre en el 74 y Bs. As. en el 80, supone un poder central que se impone sobre
cualquier resistencia. Sin embargo, la nueva mirada supone que ese impulso sufrió
modificaciones de acuerdo a las cooperaciones y adaptaciones que supusieron las
alianzas con las elites provinciales. Es decir, cada provincia en su contexto, hacía
distinta esa penetración del estado, que no era homogénea sino que tenía conflicto y
cooperación según la circunstancias.

Esto nos pinta un panorama distinto de la conformación nacional: por un lado las
realidades locales imponen condiciones y son un elemento necesario para la victoria
de los “unificadores”, los del centro, que al final vencen; por otro cada situación
provincial nos hace afirmar que caracterizó esa interacción. En suma, esto no implica
descartar la mirada del centro e imponer un enfoque localista. “Es integrar el
contexto nacional con la dinámica y la tradición local “

II: El foco que desplaza los aspectos “racional-normativos” de las instituciones para
basarse en las motivaciones “relacionales” que operan en las situaciones locales.
Miguez observó en la frontera de Bs. As. como las instituciones militares y judiciales
en realidad se basaban más en relaciones personales (lealtad de familia, clientelar,
política) que en la norma, responsabilidades y reglamento que imponía la
administración de un estado moderno. En efecto, lo que definía las prácticas
institucionales de esos funcionarios no eran las normas formales sino las relaciones y
compromisos personales.

Con esa mirada tenemos dos derivaciones: por un lado esa “mediación /tejido
social informal” matizaba el impacto de las nuevas prácticas en el orden social
establecido; por otro generaba una identidad colectiva que trascendía las formas de
identidad de clase. Esto, en conclusión, pone en duda la imagen de un estado que
emerge y avanza comiéndose todo, cuando en la primera red interpersonal ya la
norma se trasviste a intereses informales. La imagen de “aparato” en el siglo XIX
confunde más que aclara.

En MDZ, la “Revolución de los colorados” en noviembre del 66 que se hizo


nacional, nos muestra las restricciones que tienen los jueces federales en las
provincias. De hecho el ministro Eduardo Costa daba por inevitable la pérdida de
esas barreras debido al poder de la Nación y al reproche de la conciencia pública que
suponía esa irreverencia. Sin embargo, eso no era así, y las dificultades continuaron
con las autoridades locales reacias a colaborar. De hecho el éxito de los jueces
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federales dependía de la colaboración de los rebeldes o las fuerzas locales (lo que a
algunos le valió juicios políticos).

Estos estudios han permitido contextualizar el impacto concreto de esa


centralización; entender la lógica de concentración de poder que, luego de adaptarse
al plano local, fueron llevadas al plano nacional; y una serie de tópicos con la nueva
óptica: gobiernos de familia y nepotismo (I); identidades políticas del interior y su
alineación con lo nacional (II); representación política en las provincias (III); las
tramas políticas en los orígenes de los partidos nacionales y ligas provinciales (IV); el
impacto de las instituciones nacionales en lo local, con los límites que ésta suponía
(V).

Por último, enfocados en ver la política económica, investigaciones observaron la


política fiscal en el 80 y 90 en la relación Bs. As., gobierno central, y las provincias,
paralelo al proceso de consolidación nacional.

La formación de las grandes elites técnicas

Las grandes transformaciones urbanas ligadas al crecimiento económico, las


migraciones y el incipiente crecimiento industrial suponían problemas que eran
comunes en el mundo occidental. Entre ellos: las necesidades básicas de vivienda y
salud (I); los registros de alta criminalidad en zonas sensibles de mendicidad (II); y
por último, el surgimiento de organizaciones obreras, algunas con influencias
anarquistas, que se sumaban a los reclamos hacia el sistema político como los de la
UCR (III).

Así como en Europa, aquí dos tendencias se dieron en simultáneo: un crecimiento


sobre la evolución de los fenómenos sociales; e instituciones estatales que buscaban
interferir en un espacio social determinado y que requería un personal especializado.
Los estados necesitaban a las ciencias sociales y viceversa. Porque era el estado el que
podía institucionalizar y legitimar esos conocimientos. Además, la circulación de
ideas y personal especializado nutría aún más los conocimientos de la teoría y la
experiencia, haciendo visible la relación entre intelectuales y distribución de un
nuevo conocimiento social. Investigaciones de fines del XX rastrearon ese
crecimiento de autonomía burocrática en el momento que se desarrollaban las
nuevas capacidades estatales.

En la Argentina los problemas que conllevaba la modernización como la


inmigración, el dilema de la identidad nacional, la criminalidad, etc. llamó la
atención de intelectuales universitarios dispuestos a participar en las instituciones
estatales y la producción del nuevo conocimiento social. Los ejemplos son Ramos
Mejía en la Asistencia Pública de Bs. As.; Ingenieros y Bunge en el Instituto de
Criminología, y el Departamento Nacional de Higiene, respectivamente. Una
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convergencia entre intelectuales e instituciones públicas que ubicaba al estado como


interesado en la resolución de la agenda pública, consecuencia del desarrollo.
Combinación entre libertades civiles y económicas con un papel más activo del
estado. “No siempre esos proyectos conseguirían asentarse exitosamente a través del
tiempo, como la experiencia argentina iba a mostrar décadas siguientes”

¿Cuáles fueron las mayores contribuciones en el estudio de estos saberes


expertos?

I: los centrados en la institucionalización de las disciplinas, como la economía y la


sociología en su interacción con el estado.

II: nacimiento de elites técnicas impulsadas por situaciones históricas particulares del
estado, como los higienistas por las epidemias o criminalistas por la presencia del
delito.

III: el desarrollo de nuevas agencias estatales, su reclutamiento, crecimiento o


limitaciones y su capacidad de diseñar políticas.

Los temas fueron la medicina social y la higiene pública; economistas como una
elite técnica; criminología e instituciones judiciales y penitenciarias; regulación de
relaciones laborales y censos; ingenieros y su participación en la obra pública,
caminos y ferrocarriles1. Los estudios van cubriendo los cambios que se producen
debido a la democratización electoral, la crisis del 30 y la llegada del peronismo.

Conclusión:

Estos temas responden a la pregunta de ¿Cuáles son los orígenes del estado que
tenemos? ¿Qué podemos aprender sobre el proceso, que contribuya al entendimiento
del estado que hoy tenemos? Los dos temas troncales: los conflictos entre el estado
1
Mercedes Ferrari, “Identificación. Implementación de tecnologías y construcción de archivos en la
Policía de la Capital. Buenos Aires, 1880-1905”; Hernán Otero, El mosaico argentino. Modelos y
representación del espacio y la población, siglos XIX y XX , y Estadística y Nación. Una historia
conceptual del pensamiento censal de la Argentina moderna, 1869- 1914; Hernán González Bollo, “La
estadística pública y la expansión del estado argentino: una historia social y política de una burocracia
especializada, 1869-1947”;Anahí Ballent, “Kilómetro cero: la construcción del universo simbólico del
camino en la Argentina de los años treinta”; y Las huellas de la política. Vivienda, ciudad, peronismo
en Buenos Aires. 1943-1955; Silvana A. Palermo, “Elite técnica y estado liberal: la creación de una
administración moderna en los Ferrocarriles del Estado (1870-1910)”; Andrés M. Regalsky y Elena
Salerno, “En los comienzos del Estado empresario: la inversión pública en ferrocarriles y obras
sanitarias entre 1900 y 1928”
“Prof. C.S.Segretti”; Elena Salerno, Los comienzos del estado empresario. La administración General
de los Ferrocarriles del Estado (1910-1928); Diego Armus, Avatares de la medicalización en América
Latina. 1870-1970; Susana, Belmartino, La atención médica argentina en el siglo XX. Instituciones y
procesos; Ricardo González Leandri, Curar, Persuadir, Gobernar. La construcción histórica de la
profesión médica en Buenos Aires, 1852-1886; Plotkin, Intelectuales y expertos; R. Salvatore,
“Criminología positivista, reforma de prisiones y la cuestión social/obrera en Argentina”, en: Suriano
(ed.), La cuestión social en la Argentina, 1870-1943,: L. Caimari, Apenas un delincuente. Crimen,
castigo y cultura en argentina.
Zimmermann, Construcción del Estado.

central y las situaciones provinciales, y la formación de las elites estatales, nos


muestran el alejado funcionamiento federal que actualmente tiene el estado y la
aparente falta de cuadros técnicos-burocráticos. La visión liberal alimentó una idea
de estado limitada, porque esta podía ir en contra de las libertades individuales. Los
estados necesitan tanto los bienes públicos como su coerción para conseguirlos, lo
que en tal caso limitaría la autonomía y el desarrollo personal. En palabras de Alem:
“Gobernad lo menos posible, porque mientras menos gobierno extraño tenga el
hombre, más avanza la libertad, más gobierno propio tiene y más fortalece su
iniciativa y se desenvuelve su actividad.”

Acaso ese “cruce de línea” hizo que la sociedad mire mucho más seguido al Estado
a la hora de buscar un culpable o solucionador de problemas? Recordemos que esos
herederos del Estado liberal, fue el que más impuso condiciones a la sociedad. Eso
supone otro tipo de experiencias para los habitantes. ¿Un lugar de desorden puede
exigir la intervención estatal?

La expansión urbana trajo consigo nuevas representaciones y referentes narrativos.

“El juego clandestino es un interesante reducto de referentes que en estas


páginas serán también desplegados desde el corazón mismo de Avellaneda a partir de
dos periódicos locales: La Opinión y La Libertad.” ¿Acaso los discursos de los cronistas son
compatibles con los discursos policiales?

Roberto Folino, nos decía sobre el funeral público de Ruggierito “no llevaba un cadáver: se
llevaba a sí misma. Parecía un enterramiento, pero era una batalla. Esa gente estaba peleando
entre lágrimas. Y elevó a la categoría de leyenda definitiva de Buenos Aires a quien como
pocos resumía la burla al orden dado, a las categorías, a las leyes de los poderosos. Aquél día
la ley fue ironía, porque el pueblo buscaba infusamente una nueva ley.
Zimmermann, Construcción del Estado.

Este artículo propone recorrer el terreno ambivalente de las representaciones


delictivas a partir de dos crónicas en Crítica y Caras y Caretas, una
constelación de discursos policiales publicados en La Revista de Policía y los diarios
locales de Avellaneda La Opinión y La Libertad para esbozar algunas reflexiones sobre
los elementos narrativos que han sabido elaborar esta leyenda. Habrá ciertas operaciones
discursivas con la intención de otorgarles un marco referencial más amplio que pretende
inscribirse en una historia social del delito.

Hay una hipótesis planteada por Sylvia Saítta sobre la construcción literaria de la
Metrópoli que implica la ampliación de sus límites y la incorporación de nuevos referentes
que encuentran en el mundo del delito y la criminalidad nuevos tópicos y géneros que ponen
en discurso una ciudad que se percibe como peligrosa y difícil de conocer. El modelo de
cronista desplegado por Crítica se ubica como un puente entre los bajos fondos y la ciudad
geográficamente decente.

La crónica policial hiperboliza el cruce entre la verdad inherente a todo


hecho periodístico con recursos literarios que no se ponen al descubierto ni evidencian
“el escaso control que los lectores tienen sobre la veracidad de lo que leen”

La imagen delictiva de Ruggierito se compone principalmente de elementos que lo vinculan al


juego clandestino: “copó todo el juego, había agencias de quiniela por todas partes.

De acuerdo a la perspectiva de Caimari el periodismo porteño de principios de


los años treinta se fue apropiando del concepto de gángster para organizar una serie de
fenómenos delictivos locales de diversas características bajo el prisma de las
representaciones ficcionales del cine norteamericano. Los modelos de interpretación
y elaboración de los hechos delictivos que la prensa porteña de principios de siglo
articulaba a través de los modelos de la crónica roja francesa, en la que la antropometría
encontraba un lugar paradigmático, ceden ante las renovadas formas culturales de “las
industrias estadounidenses del entretenimiento”

El “Gran Buenos Aires” será el espacio desde el que “el nuevo delito” planeará la irrupción en
las respetables calles de la ciudad para luego regresar a un suburbio “de difícil gestión estatal
y siempre dudoso cumplimiento de la ley”

En este contexto el Magazine ilustrado Caras y Caretas publica, en 1936, un


especial del periodista Eros Nicola Sirri titulado “Al igual que los Gángsters de Chicago
las bandas porteñas dirimen a balazos la supremacía en el juego”. El marco del relato
se estructura desde su título en el contexto referencial del mundo gángster del que
Chicago es su principal referente.
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En su revista, preocupa a la Policía de la Capital que el comentario público se lime a


considerar los hechos tal como acontecieron sin entrar a reflexionar sobre la primordial
importancia que debería asignársele a la actuación policial: “es lamentable constatar que el
trabajo modesto, constante y proficuo de policía se realiza en la mayor parte de los casos bajo
la indiferencia de general y carece por completo del estímulo que a su tesonera eficiencia lo
hacen acreedor”

Alberto Romero en 1971 entrevistó al Comisario Inspector Habiague durante la gestión de


Barceló: narra esta particular trayectoria: “En 1910 trabaja en el diario de Mujica Lainez, El
Diario. En esa época éramos reporters nada más, ahora todos son periodistas. Antes decir
periodista era cosa seria”(…)“ El Diario cerraba a las
cinco y se imprimía a las seis. Por entonces yo me fui vinculando con todos los políticos
de la provincia. Lainez y De la Riestra que eran politiqueros empezaron a meternos a
nosotros” (…) “Después estuve en La Razón, en Florida 317. En la sección Policía. Ahí
traía información de las comisarías todos los días. Iba todos los días. Yo andaba bien y
así conocí todas las triquiñuelas de la policía, estando ahí adentro del departamento de
policía. La Razón la funda Ev. Morales. Después fundó La tarde. Yo iba como reporter
alrededor de la provincia. Había que ir por Seguridad, por Investigaciones, buscando la
noticia. Yo ya me iba avivando más por eso pude entrar en la policía”(…)”También
entré en El Nacional. Le abrí una sucursal en Avellaneda a El Nacional. Por el diario
me vinculé con Barceló. En El Nacional me pagan 100 pesos pero cobraba directamente
en la Municipalidad de Avellaneda”(…)“Entré en el partido conservador con Mariano
De La Riestra que era senador Nacional y El Nacional era el diario conservador de
Ugarte. Tenía mucha circulación en la provincia de Buenos Aires no como La Libertad
que era el diario Radical.”

El complejo entramado de relaciones entre el caudillismo, el juego y la política


en Buenos Aires ha sido destacado para estudiar el resquebrajamiento de ciertos fundamentos
de legitimidad y su reelaboración bajo los preceptos del fraude político financiado por las
actividades del juego clandestino. Como ha señalado
Osvaldo Barreche, al indagar las reformas de la policía de la Provincia de Buenos Aires
en 1936, esta compleja articulación también socava la autoridad policial bonaerense que
entre el golpe de septiembre de 1930 (que puso fin al gobierno radical) y la gobernación
de Federico Martínez de Hoz de 1932 -1935 tuvo 15 jefes policiales con un promedio
de duración de 4 meses.

Bajo la intendencia de Alberto Barceló que se prolonga desde 1924 hasta 1943 el
diario La Opinión será el órgano oficial de prensa del partido conservador en
Zimmermann, Construcción del Estado.

Avellaneda. En su sección Policiales se publica el 22 de Octubre de 1933 un relato que


nada tiene de las críticas palabras del Comisario Inspector Habiague.

La ambivalente relación entre el interés de los lectores, radioescuchas y espectadores por los
tópicos delictivos y la institución policial se torna compleja si nos detenemos en las sagas
publicadas en la Revista Policial y en el paradigmático lugar que Ronda Policial y Magazine
Policial ocuparon para el público de las décadas del veinte y del treinta. Las polémicas
declaraciones del reporter comisario inspector Esteban Habiague indican la limitación del
terreno de las representaciones y la singular importancia de su contrapunto con archivos
policiales de registro cotidiano.

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