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Que Su Corazón No Se Incline A Los Ídolos
Que Su Corazón No Se Incline A Los Ídolos
Con frecuencia, una de las inquietudes que tienen los creyentes que
comienzan a abrazar las raíces hebreas de la fe (o, como algunos le llaman,
las raíces “hebreas del cristianismo”, aunque para mí esa frase encierra una
gran contradicción…) es el asunto de la observancia de la Torah en medio
de las situaciones cotidianas que enfrentan. Por ejemplo, una inquietud que
encuentro con frecuencia es la siguiente:
¿Y qué le dijo Elishá? ¿Le dijo que estaba mal lo que hacía y que desistiera
de esa práctica inmediatamente? ¿Le dijo que tenía que buscarse otro
trabajo, o de lo contrario estaría en desobediencia a la Torah?
“Vete en paz.”
Elishá había visto el cambio de actitud en Naamán, y su deseo ferviente de
servir a Yahweh con todo su corazón. Él sabía que, aunque su cuerpo se
tuviese que inclinar por cumplir con su obligación, su corazón permanecería
de pie, y solo se inclinaría ante Yahweh el Elohim (Poderoso) de Israel.
Quizás hoy los jefes en nuestros trabajos no necesitan que los ayudemos a
inclinarse ante una estatua. Bueno, al menos no literalmente. Pero estoy
seguro que muchos de nosotros nos vemos obligados a “inclinar” nuestro
cuerpo (en sentido figurado) bajo ciertas situaciones, tal como tuvo que
hacer Naamán, para cumplir con nuestras obligaciones seculares.
Ahora, para evitar desviar el tema no voy a entrar en detalles respecto a las
razones por las cuales entiendo que un creyente no debe celebrar la
Navidad. Eso ya lo he explicado en diversos escritos y una reflexión que
escribí sobre ese tema.
El asunto es que, como parte de mis funciones, es mi deber cumplir con ese
requisito. Tengo que preparar la música a presentar, ensayar con mis
estudiantes (por varios meses antes, por cierto) y presentarlos en el
concierto. Incluso, si surge alguna invitación a participar en otras actividades
navideñas, es mi deber ir con ellos.
Si tiene una familia que depende del ingreso que usted trae a su hogar, no
cometa el error de renunciar a su trabajo simplemente porque no puede
observar ciertos mandamientos. Eso sería irresponsable de su parte.
Recuerde que la misma Torah que nos manda a observar el shabat y las
santas convocaciones también nos instruye a ser responsables con nuestra
familia. Estoy seguro que el Altísimo entiende su situación y le mostrará
misericordia, al igual que lo hizo con Naamán.
Para ir finalizando este pensamiento, quiero dejar algo muy claro y evitar
malos entendidos. Por favor, no vaya ahora a decir que Ángel de Raíces
Hebreas de la Fedijo que no es incorecto celebrar Navidad o trabajar en
shabat. Ese no es el mensaje que quiero traer con esta reflexión.
De hecho, si usted tiene la opción u oportunidad de observar los
mandamientos, y no lo hace por conveniencia, eso sí está mal. No vaya a
utilizar esta reflexión para justificar sus malas acciones. Yahweh, mejor que
nadie, conoce las intenciones de su corazón.
Mi objetivo con esta reflexión es que, si usted está en una situación similar a
la de Naamán (o la mía), tenga paz. No se sienta culpable si debido a sus
responsabilidades o situaciones personales tenga que “inclinarse a ídolos”,
como Naamán tuvo que hacerlo.
Ya vendrán tiempos mejores; tiempos en los cuales veremos la restauración
de la fe bíblica original a través de reinado del Mesías Yahoshúa. Mientras
tanto, aunque su cuerpo se tenga que inclinar, procure que su corazón
permanezca de pie, y que solo se incline ante Yahweh.