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Que su Corazón no se Incline a los

Ídolos (aunque su Cuerpo Tenga que


Hacerlo)
12 diciembre 2015 por Ángel Candelaria
Probablemente usted ha escuchado esta historia antes. Quizás muchas
veces.

En su tiempo, Naamán era capitán del ejército de Siria. Y tenía un


“pequeño” problema llamado lepra.

No obstante, por sugerencia de la sierva de su esposa (que era israelita),


Naamán acudió al profeta Elishá (Eliseo) con todo tipo de regalos, con el
propósito de solicitar que el profeta intercediera por él ante Yahweh para ser
sanado de su lepra.

Elishá accedió a su pedido, y le dio unas instrucciones muy específicas:


debía lavarse 7 veces en el río Yardén (Jordán). Si hacía esto, sería
sanado.

Al principio Naamán, dominado por su orgullo, se negó a hacerlo. Pero


luego de ser persuadido por sus siervos, accedió a seguir las instrucciones
del profeta. Por consiguiente, fue sanado de su lepra.

Si lo desea, puede leer la historia completa en 2 Reyes 5; esto es solo un


resumen de la misma. Es una historia que nos enseña, entre otras cosas, la
importancia de la obediencia al Altísimo.

No obstante, quisiera enfocar esta reflexión en un evento que aconteció


luego de que Naamán recibiera sanidad. Verá, al recibir sanidad, Naamán
regresó a donde estaba el profeta Elishá, e insistió en ofrecerle regalos por
haber intercedido por su sanidad. Pero Elisha rechazó los mismos.

Justo después, Naamán le dice lo siguiente:

“…que Yahweh le perdone esto a tu siervo: Cuando mi amo entre en el


templo de Rimón para postrarse en adoración allí y él se apoye en mi brazo
de modo que yo me tenga que inclinar en el templo de Rimón, cuando yo
tenga que inclinarme en el templo de Rimón, que Yahweh perdone a tu
siervo en esto’. Y le dijo: ‘Vete en paz’”
Sobre estas palabras de Naamán, y la respuesta del profeta, es que quiero
enfocar esta reflexión.

Con frecuencia, una de las inquietudes que tienen los creyentes que
comienzan a abrazar las raíces hebreas de la fe (o, como algunos le llaman,
las raíces “hebreas del cristianismo”, aunque para mí esa frase encierra una
gran contradicción…) es el asunto de la observancia de la Torah en medio
de las situaciones cotidianas que enfrentan. Por ejemplo, una inquietud que
encuentro con frecuencia es la siguiente:

“¿Cómo puedo guardar el shabat u observar las fiestas, si mi trabajo


secular me exige que trabaje los sábados y días sagrados?”
Lo triste del caso es que muchos líderes “espirituales” infunden un
sentimiento de culpa en los nuevos creyentes, haciéndoles creer que están
mal por no poder cumplir con la Torah debido a este tipo de situaciones.
Algunos incluso llegan a sugerir que la persona debe dejar su trabajo para
observar la Torah.

Cuando se acercan a mí para traer esta preocupación, usualmente les


refiero a esta inquietud que trajo Naamán ante Elishá, y la respuesta del
profeta. Al analizar su respuesta, es importante tomar en cuenta el contexto
de sus palabras.

Preste atención a la declaración que hizo Naamán momentos antes de traer


esta inquietud:

“…¡Mira, yo reconozco que no hay Elohim en toda la tierra, sino en Yisrael!


…”2 Reyes 5:15 (VIN2015)
“…porque tu siervo nunca más presentará ofrenda quemada ni sacrificio a
otras deidades sino solo a Yahweh.”2 Reyes 5:17 (VIN2015)
Por sus palabras, es evidente que la experiencia lo convenció de que
Yahweh es el único ser soberano sobre toda la Tierra. De modo que su
corazón ya no estaba inclinado a otros ídolos; de ahora en adelante Yahweh
sería el único soberano de su vida.

Luego de hacer estas declaraciones, Naamán expone la inquietud que


encontramos en 2 Reyes 5:18. Aunque él había reconocido en su corazón
que Yahweh es el único soberano, su trabajo le requería que ayudara su
“jefe” a inclinarse a ofrecer sacrificios a otros ídolos. Me imagino que era
una situación muy incómoda para Naamán, y se debía sentir culpable en su
corazón por hacerlo. Por eso decidió traer esta inquietud ante Elishá.

¿Y qué le dijo Elishá? ¿Le dijo que estaba mal lo que hacía y que desistiera
de esa práctica inmediatamente? ¿Le dijo que tenía que buscarse otro
trabajo, o de lo contrario estaría en desobediencia a la Torah?

No. Su respuesta fue muy breve, pero concisa y apropiada:

“Vete en paz.”
Elishá había visto el cambio de actitud en Naamán, y su deseo ferviente de
servir a Yahweh con todo su corazón. Él sabía que, aunque su cuerpo se
tuviese que inclinar por cumplir con su obligación, su corazón permanecería
de pie, y solo se inclinaría ante Yahweh el Elohim (Poderoso) de Israel.

Quizás hoy los jefes en nuestros trabajos no necesitan que los ayudemos a
inclinarse ante una estatua. Bueno, al menos no literalmente. Pero estoy
seguro que muchos de nosotros nos vemos obligados a “inclinar” nuestro
cuerpo (en sentido figurado) bajo ciertas situaciones, tal como tuvo que
hacer Naamán, para cumplir con nuestras obligaciones seculares.

Le voy a compartir mi experiencia. Soy profesor de música en una escuela


de mi país. Parte de mis deberes como profesor es presentar a mis
estudiantes de música en diversos conciertos a través del año. Y eso
incluye uno de los eventos mas concurridos de nuestra escuela: la serie de
conciertos de Navidad.

Ahora, para evitar desviar el tema no voy a entrar en detalles respecto a las
razones por las cuales entiendo que un creyente no debe celebrar la
Navidad. Eso ya lo he explicado en diversos escritos y una reflexión que
escribí sobre ese tema.
El asunto es que, como parte de mis funciones, es mi deber cumplir con ese
requisito. Tengo que preparar la música a presentar, ensayar con mis
estudiantes (por varios meses antes, por cierto) y presentarlos en el
concierto. Incluso, si surge alguna invitación a participar en otras actividades
navideñas, es mi deber ir con ellos.

Ahora imagínese usted. Yo, colaborador en este portal de información sobre


las raíces hebreas, quien no apoya ni celebra la Navidad en su carácter
personal…¡participando de conciertos navideños!
En un momento dado tuve la misma inquietud que Naamán (y que muchos
creyentes nuevos). ¿Estaré haciendo bien? ¿Tendré que dejar mi trabajo,
con el cual traigo sustento a mi familia, para cumplir con la Torah?

Pero al encontrarme con este pasaje de la Escritura, estudiar la situación de


Naamán, y ver la respuesta de Elishá, tuve paz. Entendí que, aunque mi
cuerpo tenga que inclinarse (de manera figurada) a ídolos por obligación, lo
mas importante es que mi corazón no se incline.

Y eso procuro. Como trabajador y líder de mi familia responsable cumplo


con mis obligaciones y deberes. Pero en mi carácter personal, mi corazón
solo se inclina ante Yahweh.

Y por supuesto: si va a mi casa no va a encontrar ni un arbolito o guirnalda


de Navidad. Ni va a escuchar villancicos o aguinaldos navideños.

Si usted está en una situación similar, en la que se ve obligado a inclinarse


a “ídolos”, tenga paz. Siga el ejemplo de Naamán, y procure que su corazón
no se incline a ellos.

Si tiene una familia que depende del ingreso que usted trae a su hogar, no
cometa el error de renunciar a su trabajo simplemente porque no puede
observar ciertos mandamientos. Eso sería irresponsable de su parte.
Recuerde que la misma Torah que nos manda a observar el shabat y las
santas convocaciones también nos instruye a ser responsables con nuestra
familia. Estoy seguro que el Altísimo entiende su situación y le mostrará
misericordia, al igual que lo hizo con Naamán.

Para ir finalizando este pensamiento, quiero dejar algo muy claro y evitar
malos entendidos. Por favor, no vaya ahora a decir que Ángel de Raíces
Hebreas de la Fedijo que no es incorecto celebrar Navidad o trabajar en
shabat. Ese no es el mensaje que quiero traer con esta reflexión.
De hecho, si usted tiene la opción u oportunidad de observar los
mandamientos, y no lo hace por conveniencia, eso sí está mal. No vaya a
utilizar esta reflexión para justificar sus malas acciones. Yahweh, mejor que
nadie, conoce las intenciones de su corazón.
Mi objetivo con esta reflexión es que, si usted está en una situación similar a
la de Naamán (o la mía), tenga paz. No se sienta culpable si debido a sus
responsabilidades o situaciones personales tenga que “inclinarse a ídolos”,
como Naamán tuvo que hacerlo.
Ya vendrán tiempos mejores; tiempos en los cuales veremos la restauración
de la fe bíblica original a través de reinado del Mesías Yahoshúa. Mientras
tanto, aunque su cuerpo se tenga que inclinar, procure que su corazón
permanezca de pie, y que solo se incline ante Yahweh.

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