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A ROMPER EL CASCARÓN

Por: OSCAR VALLES ESCOBAR

La crisis económica mundial, que tan fuerte repercusión ha tenido en España, ha sido tomada
como argumento por los sectores más nacionalistas para diseñar un discurso, innegablemente
fascista, dirigido a individuos y colectivos que desinformados, confundidos, o enajenados del
nuevo orden global, creen hoy en día ser los abanderados para promulgar e imponer lo que
consideran su estado social de derecho; por mencionar una sola de sus aberrantes consignas cito
aquí, “trabajo solo para nacionales”.

Este sectarismo de manipulación, cada vez más propio de la ultra derecha europea, se ensaña
destruyendo la cohesión social de los pueblos, a partir de la fabricación maquiavélica del rumor
que se apoya en los estereotipos, que como estigmas, marcan a los hombres y mujeres venidos
de otras latitudes; fracturando la misma cohesión social que se hace tan necesaria en la
construcción del estado democrático desde el ordenamiento multicultural, como resultado de los
flujos migratorios, que si bien han existido desde siempre, en los últimos 20 años han tomado
protagonismo bajo la lupa hostigante de los mass media.

Los nichos de inmigrantes no les queda otra que utilizar sus asociaciones y organizaciones como
escudo, amortiguando los dardos insolentes, excluyentes y xenófobos, provenientes desde las
esquinas más conservadoras y canalizados a través de herramientas de información en definitiva
liberales; “un conflicto de intereses”, pensarían los totalitarios agentes del control demográfico
adscritos a la unidad nacional.

Para contrarrestar las agresiones que todavía están por llegar, latinos, africanos, indochinos y
euroresidentes oriundos del este, han de salir de su caparazón y dar sus primeros pasos como un
infante, siendo la aprehensión el principal elemento de conducta, en la búsqueda de un
reconocimiento identitario dentro de la sociedad a la que ahora pertenecen. Sociedad hasta ahora
desconocida y que les ha abierto sus puertas pero que en situaciones de emergencia local,
desatada en la mayoría de los casos por el terrorismo mediático, les puede señalar para ser
lanzados al abismo del rechazo y la exclusión.

Suerte que el grado de sensibilización de Cataluña frente al tema en cuestión es mayor, muy
probablemente porque sus sociedades a lo largo del tiempo se han constituido por los ires y
venires de sus habitantes. Muchos detractores del modelo de integración catalán piensan que el
principal factor excluyente y discriminatorio es la lengua. Pero pregunto yo, ¿acaso las lenguas no
son los tesoros más valiosos en lo que a riqueza cultural se refiere? Cuántas de ellas se han
perdido en todo el mundo a causa de la inclemente imposición soberana?.

La lengua es una de las puertas de la sociedad, diría yo el umbral entre la segregación y el


reconocimiento a un trato digno y equitativo como ciudadano del mundo. Dicho umbral se ha de
cruzar para que las sociedades multiculturales formen parte de un solo colectivo identitario de
país, pues si no se conoce la lengua, de que otra manera podremos llegar a conocer
verdaderamente una cultura y formar parte de ella? Claro, es un segundo escaño dentro del ya
tratado proceso de aprehensión, pero es el individuo el que decide si continúa mirando el
banquete por la ventana, o toca a la puerta y se sienta como uno más en la mesa.

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