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El ARTE DE AMAR

Por: OSCAR O. VALLES ESCOBAR

Hay cosas que verdaderamente hacen grande a un equipo de fútbol, una de ellas, si
no es la primordial, está basada en la misma grandeza de su hinchada, en el amor de
la gente a una institución, a unos colores, a una camiseta, en el apoyo incondicional a
un grupo de jugadores sin importar cuantos años se hayan cumplido de no salir
campeón, en la lucha incesante por demostrar que se es mejor que el otro aunque
muchas veces un marcador diga lo contrario.

Reflejo de lo anterior se vislumbró el pasado 17 de abril al interior del estadio Nemesio


Camacho de la capital de la República, jugaban por el campeonato colombiano Santa
Fe y Millonarios, clásico de clásicos, sin duda el más importante del país, un
enfrentamiento el cual ninguno de los bandos quiere perder, ni dentro ni fuera de la
cancha. El colorido en las tribunas aparecía y una línea divisoria imaginaria era cada
vez más notoria al tiempo que las gentes ataviadas con ropas, sombreros y
banderines distintivos de cada uno de los equipos copaban los estrados; azules con
azules, rojos con rojos.

Como en los últimos enfrentamientos entre estas dos escuadras, los espectadores
sabían que fuera de lo que se viviría en la cancha, la boleta de ingreso cubría además
el espectáculo a verse en las tribunas, y en esta ocasión si que hubo espectáculo, una
verdadera fiesta fue la que en “El Campín” se vivió antes de iniciar el esperado partido,
los anfitriones no podían ser otros que los seguidores del cuadro Cardenal.

Bastones de color rojo y blanco se inflaron en la popular, en la tribuna oriental y en la


misma occidental, una gran mancha albi-roja comenzaba a formarse con el pasar de
los minutos sobre las 3 de la tarde. Al otro lado, los azules evidenciaron no estar
preparados para el momento de algarabía fomentado por la salida de los jugadores al
terreno de juego.

Los cantos alegóricos hacían eco en los pocos espacios que quedaban en las
tribunas, todo el escenario vibraba producto del aliento de los hinchas con su saltos y
sus coros, o,o,o,o, saaale LEOOON proclamaba la Guardia; los Comandos hacían lo
propio.

Salió primero Millonarios y su hinchada los recibió con un buen número de rollos y
papel picado, no los suficientes ni lo esperado de acuerdo con la información que se
rumoraba entre los muchachos del aguante Cardenal, esto hizo que los seguidores de
Santa Fe alzaran sus voces, que comenzaran a dar gritos de júbilo por lo que ya
conocían que se aproximaba, una vez más se les había ganado “la salida”, pensaron
muchos.

No era que la totalidad de espectadores fieles al equipo rojo supieran con exactitud lo
que minutos más tarde se presentara pero si era ya sabido por todos que la hinchada
solía salir victoriosa siempre cuando de clásicos se trataba, esta vez seguramente no
sería la excepción.
Del túnel saltaron los hombres de Santa Fe y fue entonces cuando una gran nube
blanca cubrió por primera vez las tribunas del lado rojo, las expectativas y dudas a lo
que sucediera ya habían sido resueltas con este majestuoso preámbulo, mientras los
jugadores del expreso saltaban a la cancha, 25 mil rollos de papel volaban en
dirección a ellos provenientes de las mismas graderías donde minutos antes los
bastones formaban la mancha albi-roja. 5 mil globos de los mismos colores taparon el
cielo del máximo escenario ubicado en la calle 57.

Los minutos transcurrieron y el papel no se agotaba, en la grama los muchachos


posaron para la respectiva fotografía y posteriormente se encaminaron hacia la
presentación de los actos protocolarios, con la entonación del himno de la República
sorpresivamente un gigantesco telar comenzó a emerger entre las masas, ¡por Dios!
Qué es lo que está pasando? se preguntaron muchos...

...De momento todo se fue silenciando, las miradas atónitas fueron el común
denominador en este momento, un espectáculo de nunca olvidar, un acto donde 35 mil
almas asistieron y solo 12 mil pudieron presenciarlo, al fondo continuaba la música de
Colombia, más sin embargo, las gentes se apaciguaron, quizás ante el asombro
muchos enmudecieron, la tribuna rival parecía desolada. Esta fue la segunda ocasión
en que la parcial roja se vio cubierta, totalmente cubierta.

350 metros de tela en línea se fueron desplegando desde la parte superior del
segundo nivel de “El Campín” hasta la antigua pista atlética del mismo escenario, 350
metros por 36 metros de ancho que correspondían a la mitad de las tribunas de este
coloso estadio, un verdadero “tapa tribunas” se había elaborado especialmente para la
fiesta del clásico, un “trapo” enorme con los colores de la institución Cardenal junto
con los íconos más representativos del club reposaba sobre los miles de hinchas que
esta vez habían querido acompañar a su equipo en uno de los partidos mas
importantes por el torneo de fútbol colombiano.

En la parte oriental 3 enormes estrellas se izaban, cada una traía en su interior uno de
los años en que Independiente Santa Fe salió campeón a lo largo de su historia (48,
58, 60, 66, 71 y 75), en occidental reposaban las tres estrellas restantes. En el mismo
costado de oriente el estandarte conservaba el primer escudo que tuvo este equipo y
que ahora ha sido apropiado como insignia por La Guardia Albi-Roja Sur, la barra más
representativa de Santa Fe, por ello aquel nombre de igual forma había quedado
estampado.

El título de Primer Campeón de un país es un privilegio de pocos y por ende algo que
quien lo ostenta lo divulgará siempre con orgullo, la parte central de esta enorme
bandera, ubicada justo en la parte sur donde se atrinchera La Guardia, fue
calculadamente un tributo a éste galardón. El nombre original con el que fue bautizado
el equipo quedó allí enmarcado: Club Independiente Santa Fe, de manera precisa en
la parte baja del nombre figuraba el escudo actual y mayor estampa simbólica de la
hoy llamada Corporación Deportiva, bajo éste se ubicó el título honorífico ya
mencionado.

Como olvidar al viejo Monaguillo que se convirtió en una verdadera mascota de esta
familia, mas allá de la fiereza natural que alberga un león está la paciencia del animal
mientras acecha su presa, no es más que la representación grafica de 30 años de
aguante, de ahí que hoy en día sea otra insignia distintiva entre tanto icono y fetiche
propio del fútbol; y que decir de la garra. El león resguardaba a quienes por ahora
permanecían ciegos .
Un homenaje a esta hermosa ciudad capital que vio nacer a Santa Fe y se siente
orgullosa de llevar su mismo nombre se dio con la inclusión de su escudo, la unión de
dos grandezas que denotan igualdad y equilibrio, que forman un solo nombre cuya
concepción parece indisoluble Santa Fe de Bogotá.

He aquí una exposición de tres minutos y un poco más, una obra de arte en una
galería poco utilizada, una comunión de amor, espiritu, fe, valor, alegría, sueños
añoranzas, en un recinto diseñado para ello y pocas veces acordemente utilizado. Otro
registro más para el recuerdo de quienes llevan estos colores en el corazón, el rojo y
el blanco; ahora quien va a olvidar que la bandera más grande del mundo futbolístico
la hizo y la izó SANTA FE de Bogotá, Colombia.

La bandera más grande del mundo, “Lienzo de Fe” como la llamaron sus creadores,
que se confeccionó en tiempo record mas no en tiempo improvisado, pesa casi 1
tonelada, sus medidas son de 350 metros de largo por 36 de ancho, 12 mil 600 metros
cuadrados de tela denominada vendaval, una tela apropiada para resistir la fuerza del
viento cuando esta es elevada.

15 personas trabajaron en su elaboración, día y noche durante casi 20 días en una


bodega rentada en cualquier lugar de esta ciudad, plenamente organizados
distribuyeron labores de responsabilidad que llevaran a buen término la tarea trazada,
una idea que se materializaría luego de dos años de impulso, gestión y búsqueda de
apoyo económico. Quienes participaron de este proyecto tenían claro el compromiso
adquirido con la institución, que siempre estuvo al tanto de todo, en cabeza de su
presidente Eduardo Méndez, y con la empresa que finalmente decidió respaldar el
propósito ya antes expuesto.

María Claudia Gonzáles, Sub Gerente de Mercadeo de Samsung, empresa


patrocinadora del equipo bogotano, fue quien dio el visto bueno ante la propuesta
llevada en medio magnético por un grupo de hinchas representados por Diego
Rodríguez, popularmente conocido como K-rachas, luego de la negativa de otras
empresas en los meses y años anteriores. Inicialmente se pretendía realizar una
alianza estratégica entre La Guardia, la Asociación de Barras, los jugadores y la
dirigencia de Santa Fe con el fin de elaborar algo semejante a lo mostrado aquel
domingo solo que con un presupuesto inferior el cual se estipulaba en 12 millones de
pesos únicamente para la compra de la tela; finalmente nunca se llegó a un acuerdo.

Gonzáles dijo SI a la propuesta apoyada por la Gerencia de Mercadeo en Colombia y


los 60 millones de pesos, costo total de la elaboración del “tapa tribunas”, fueron
desembolsados a la Corporación Deportiva, estos se distribuyeron en la compra de la
tela y demás materiales, alquiler de bodega y refrigerios para los colaboradores.

Las jornadas de trabajo eran de 20 horas, en muchas ocasiones de 24, aunque había
repartición de turnos, el mismo ímpetu de ver finalmente lo que en artes estaba
diagramado hacía que muchos de ellos no pararan. El lugar sigilosamente escogido
por seguridad del proyecto tenía un área de 35 metros de largo por 20 de ancho, la
alimentación durante los días de trabajo se basaba en el consumo de mucho tinto,
tamal en algunas mañanas, hamburguesas, sándwich y demás comidas rápidas
apropiadas para el retorno a las labores en el menor tiempo posible; un cronograma de
actividades improvisado en uno de los muros de la gran bodega marcaba el
cumplimiento de las metas trazadas a diario.

Días antes del clásico capitalino, en Comité de Seguridad, se acordó en conjunto con
la Policía Nacional, Goles en Paz, el Presidente de Santa Fe Eduardo Méndez y
representantes de las barras del equipo, realizar el ingreso de la bandera antes de
medio día para efectos de revisión y extensión de la misma a lo largo de las tribunas.

El domingo 17 de abril fue necesario llevar a cabo el desplazamiento desde el lugar de


origen hasta las inmediaciones de El Campín en un camión propio de la empresa
patrocinadora, para descargarla se solicitó la ayuda de los hinchas que ya
deambulaban en los alrededores del estadio. Una persona por cada metro de
extensión fue utilizada para el ingreso del “trapo”, como llaman los hinchas a las
banderas fabricadas por ellos mismos alusivas al equipo, para el momento de la
apertura fueron requeridas 2 personas por el mismo metro teniendo en cuenta la
recepción en la parte baja donde caía el gran telar.

Para resistencia de la misma esta fue elaborada con soportes en sus extremos a base
de riata, de igual forma, pensando en su envoltura fueron adaptados unos agarres en
material de velcro en la parte superior de la bandera. Todo lo demás ya es historia y
esa historia aquí se ha contado...

...Una historia de la que fueron protagonistas partícipes 23 mil individuos, que como
antes se describió, paradójicamente no pudieron observar lo bello del arte que se
expuso, como anfitriones se comportaron y así celebraron, y 12 mil almas azules de
seguro entraron en llanto, una historia que trascenderá aunque al final de 90 minutos
estos últimos salieran dizque riendo, en sus corazones de seguro quedó un vacío.

Este es el arte de amar, de llevar consigo un sentimiento inexplicable por unos colores
y una camiseta, un “sentimiento humano más poderoso que la razón, capaz de corroer
los sentidos y las mentes más equilibradas” pero por encima de todo una pasión con la
que se desea vivir y desde hace 64 años Independiente Santa Fe la ha proporcionado.

El telón es cierto que calló pero esta historia aún no ha terminado.

Dedicado a Edison Andrés Garzón que desde el cielo ve ondear estas 6


estrellas... ...quien querrá que muchas mas de las que lo acompañan reposen en
nuestros corazones.

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