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Prueba por

competencia 3

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Vicerrectoría de Docencia
Prueba por competencia 3 Preguntas analógicas

A continuación te enfrentarás a una prueba por competencias.


Encontrarás una serie de textos y preguntas dedicadas a la analogía.
Ten presente que esto no es usual en el examen de admisión, pero este
ejercicio, tal como te lo planteo, te servirá para mejorar y fortalecer tus
habilidades de lectura.

Texto uno

1. La lectura ha tenido muchas veces en las iglesias y en los estados


enemigos feroces. Pero sentimos el temor de que los dos más
cordiales enemigos de la lectura terminen siendo la industria editorial y
la academia. Cordiales, porque no hay duda de que están muy
interesados en que la gente entre en contacto con los libros; pero
enemigos, porque no se dan cuenta de que su interés primordial no es
siempre la aventura de leer.

2. La industria editorial en nuestras sociedades, al mismo tiempo que


pone el énfasis en la venta de libros, debería ponerlo también en la
multiplicación de las experiencias de lectura. A diferencia de las
sociedades opulentas, donde los peligros son otros, ¿no está
contribuyendo aquí la sociedad de consumo a dificultar ese ejercicio
mágico de apropiación del libro por los lectores? Quiero decir que en
ninguna parte es tan urgente poner los libros al alcance de los seres
humanos, como prioridad de un modelo de civilización.

3. Cuando acceder al libro es sobre todo una dificultad, ¿por qué


quejarnos de que la gente esté leyendo menos? Si en países como
España la caída en la venta, y quizás en la lectura de libros, coincide
con la crisis económica y social, con la disminución de los recursos, es
fácil entender lo que ocurre en sociedades donde lo normal es la crisis.
Y ello debería sugerir nuevas estrategias de publicación y divulgación.
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4. Sería absurdo, además de inútil, pretender que la industria editorial
renuncie al orden comercial que la define, que se dedique a subsidiar
a los que no tienen recursos: pero no sobraría que, situándose en el
contexto de sociedades pobres o empobrecidas, no se limitara a
ofrecer libros solo a quienes pueden comprarlos, y se ingeniara la
manera de hacerlos accesibles para muchos que los desean y los
necesitan [...].

5. Sé que tengo, como todos los escritores, el deber de rechazar la


piratería de libros, aunque en el fondo no veo a la industria editorial tan
alarmada con ese fenómeno. Acaso sabe que los que compran libros
piratas no son los mismos que compran libros legales; que el target
(público objetivo o destinatario ideal de un producto), como lo llaman
los publicistas, es distinto, y que no hay en realidad competencia.

6. Pero la piratería solo se acabará cuando los libros se hagan para


todos, pensando en la capacidad adquisitiva de todos. No podemos
hacer libros costosísimos y censurar a las comunidades pobres
ansiosas de leer que se resignen a réplicas defectuosas, a versiones
degradadas del original. Hay aquí un conflicto estimulante para la
imaginación. Cuando se habla de la crisis de la lectura, más que de una
indiferencia de los lectores estamos hablando de la falta de un
compromiso profundo de los estados, las dirigencias culturales y la
industria editorial, para responder a las necesidades de una sociedad.

7. También he hablado de la academia. Nadie duda del desvelo de los


maestros por lograr que sus alumnos lean. Pero muy a menudo utilizan
unos mecanismos que pueden ser fatales: volver la lectura obligatoria,
o imponerle una finalidad demasiado precisa [...] Me gusta más que
sean los libros los que encuentren a los lectores y los lectores los que
encuentren los libros, como en un juego de azar ligeramente dirigido, y
no que se imponga toscamente la obligación. Todo requiere sutileza,
todo requiere una pequeña fracción de misterio: y las pesadas
obligaciones no suelen tener lo uno ni lo otro. Más eficaz es el
contagio, más poderosa es la tentación. Más sutil era el padre de Emily
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Dickinson que le regalaba libros a su hija con la recomendación de que
no los leyera, para que no perturbaran su espíritu. Y tal vez más
misteriosa era la iglesia católica que volvió tan populares a Voltaire y a
Vargas Vila por el curioso camino de prohibir su lectura […].

8. Por eso es grave y estéril que se pretenda imponerle a la lectura unas


finalidades demasiado limitadas. Deberíamos ser capaces con
frecuencia, como decía Baudelaire, de partir solo por partir, de leer solo
por leer. Responder al utilitarismo y a la manía de instrumentalizarlo
todo, atendiendo al sentido del verso de Lugones: Y la luna servía para
mirarla mucho […].

Fragmento tomado de: Ospina, William. (2013). “La utilidad de la


luna”. Disponible en elespectador.com

Preguntas

1. El proceso de producción y EXCEPTO:


recepción de libros implica un
conjunto de agentes como el A. El docente de matemáticas de
autor, la editorial, los lectores, un colegio estimula a sus
los críticos, entre otros. Si en estudiantes para que lean las
este sistema el target es lo que biografías de los matemáticos
en la teoría de la comunicación más brillantes de la historia
se denomina el destinatario, B. Un promotor de lectura lleva a
entonces la industria editorial sus estudiantes a la biblioteca
correspondería al: para que cada uno elija el libro
que más le llame la atención
A. Plagiador C. Un profesor de literatura les pide
B. Productor a los estudiantes hacer un
C. Emisor análisis riguroso de un libro que
D. Receptor él les ha pedido que lean
D. El profesor de poesía les pide a
2. Una situación que ilustra un los estudiantes que escojan un
mecanismo “fatal” empleado por autor inglés y resuelvan un
los maestros (párrafo 7) sería, cuestionario que él elaboró
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3. Una afirmación análoga a la en serio, nunca saldrá vivo de ella
tomada por Sánchez de C. La vida no es un problema para
Baudelaire, sería: ser resuelto, es un misterio para
ser vivido
A. La vida es aquello que sucede D. La vida es el arte de sacar
mientras se hacen otros planes conclusiones suficientes de
B. No se tome la vida demasiado premisas insuficientes

Texto dos

1. Mientras viaja en el trasporte público, un joven universitario lee


fotocopias y las subraya con un resaltador. Lleva en sus orejas
audífonos a través de los cuales escucha música. Suena su teléfono
celular, contesta. Pincha sobre la pantalla y ahora consulta en un
buscador electrónico un texto que le han recomendado. En tres
minutos queda una imagen emblemática de lo que significa leer hoy y,
a su vez, apreciamos cuánto han cambiado nuestras formas de leer
desde aquel momento de la alta Edad Media, en el siglo XII, en que,
según Parkes, un monje leía oralmente, para sí, un grueso códice.

2. Pero más allá de si somos, en palabras de Umberto Eco, apocalípticos


o integrados, y de los comentarios o censuras que pueden surgir de la
imagen del universitario que viaja en el trasporte público y atiende
sincrónicamente a varios medios de comunicación, surgen para
comenzar tres preguntas básicas: ¿por qué lee fotocopias y no libros?,
¿entiende lo que lee?, ¿estará aprendiendo? […].

3. Nicholas Carr, en su muy citado libro Superficiales ¿Qué está haciendo


Internet con nuestras mentes? (Madrid, Taurus, 2010) advierte que la
nueva cultura electrónica está imponiendo un modo de lectura basado
en la multitarea. Este modo de leer está provocando cambios evidentes
en las estructuras cognitivas de las personas y en la capacidad de leer,
de manera concentrada y crítica, textos complejos, que son los propios
del mundo universitario. Ahora en pantallas se leen en un ámbito
multimedial (audio, fotos, video, lenguaje alfabético, signos no
verbales) fragmentos y textos cortos, los cuales llevan unos a otros
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a través de enlaces en una especie de laberinto interminable que
acaba por distraer completamente a los lectores haciéndoles perder el
propósito inicial de lectura […].

4. Se comprenden las limitaciones lectoras de los universitarios, pues es


muy factible que no hayan contado con suficiente apoyo durante su
educación básica y lleguen a la educación superior con competencias
lectoras y hábito lector deficientes. Basta una prueba diagnóstica de
lectura para comprobarlo: su léxico es básico, lo mismo que
enciclopédicos son sus saberes; tienen dificultades para construir el
significado global de los textos; no están habituados a establecer
relaciones intertextuales; y presentan severas limitaciones para criticar
con argumentos lo que leen. Las exigencias estudiantiles hacia sus
docentes para leer textos “más sencillos” están a la vuelta de la
esquina […].

5. Tener competencias lectoras básicas es fundamental en la universidad


para aprender e investigar. Los docentes esperan que los estudiantes
lean rápido y de manera autónoma diversos textos (noticias y columnas
de prensa, artículos de revistas, ensayos sobre las disciplinas,
capítulos de libros) y los puedan debatir en clase. Al verificar que esto
no es así, que la comprensión es netamente literal o fragmentada, hay
una primera frustración que progresivamente se traduce en cambios en
la organización curricular y en el desarrollo de las clases […].

6. Estos temas, transversalmente, le corresponde discutirlos, en


principio, a un área de las ciencias sociales: la pedagogía. Una
pregunta que subyace es, como discurso colectivo que nos afecta, ¿la
pedagogía no debería estar en el centro de un debate público que nos
permita democráticamente establecer qué tipo de educación, sujeto y
sociedad queremos proponer para el siglo XXI?

Fragmento tomado de: Sánchez, Carlos. (2014). De cómo los cambios


en la lectura afectan la educación universitaria: otra reflexión sobre el perro
mordiéndose la cola. Agenda Cultural Universidad de Antioquia, 211, p.
2-5.
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Preguntas

4. Una expresión que explicita el literatura leen una novela


sentido de “a la vuelta de la multimedial
esquina” empleado por el autor,
sería, EXCEPTO: Textos uno y dos
A. Voy a empezar a estudiar, porque
los exámenes se realizarán 6. Robert Coover señala que la
próximamente narración hipertextual establece
B. Tengo que ir a comprarme el un espacio descentrado en el
traje, porque queda poco tiempo que la lectura se hace a través
para el bautismo de mi ahijado de redes y en función del interés
C. Te sugiero comprar el vestido, del lector. Esta idea tiene
girando en la próxima esquina relación con lo planteado por:
de la manzana
D. Piensa en lo que harás en estos A. William Ospina
días, porque el fin de semana B. Carlos Sánchez
está cercano C. El padre de Emily Dickinson
D. Nicholas Carr
5. Una situación que ilustra lo
expresado en el párrafo 4 sería: 7. Dice el narrador de la obra de
Cervantes del Quijote de la
A. Los estudiantes de una clase de Mancha, que “los ratos que
literatura leen novelas de tramas estaba ocioso –que eran los más
lineales ya que son estructuras del año–, se daba a leer libros de
más sencillas caballerías, con tanta afición y
B. Un estudiante afirma: “es mejor gusto, que olvidó casi de todo
leer la Nueva historia económica punto el ejercicio de la caza y
de Colombia que ¡La culpa es de aun la administración de su
la vaca! hacienda; y llegó a tanto su
C. Un estudiante afirma: “es mejor curiosidad y desatino en esto,
leer ¡La culpa es de la vaca! que que vendió muchas hanegas de
la Nueva historia económica de tierra de sembradura para
Colombia comprar libros de caballería en
D. Los estudiantes de una clase de que leer, y, así, llevó a su casa
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todos cuantos pudo haber conexiones azarosas
dellos”. La idea de lectura que B. Anti-utilitarista de la lectura en la
subyace a esta narración que cada quien lee lo que quiere
concuerda con: leer y va acumulando
experiencias lectoras heteróclitas
A. La pregunta de Carr ¿Qué está por placer y gusto
haciendo Internet con nuestras C. Competencia lectora como el
mentes? (texto Dos) proceso transversal en el que los
B. La prohibición del padre de Emily sujetos leen rápido diversos tipos
Dickinson de que no leyera los de textos
libros que le regalaba para que no D. Un amontonamiento de
perturbara su espíritu experiencias lectoras surgidas del
C. El verso de Lugones: Y la luna azar en la que los libros son
servía para mirarla mucho (texto encontrados por los lectores a su
Uno) gusto
D. El planteamiento de Parkes
según el cual en el medioevo las 9. En otro texto William Ospina
personas leían oralmente dice: “Toda pregunta por la
educación tiene que partir de
8. Según Pierre Bayard, los libros qué tipo de seres humanos
leídos son “un amontonamiento queremos tener, lo cual significa
heteróclito de fragmentos de qué tipo de mundo queremos
textos, remodelados por nuestra construir”. Esta idea se relaciona
imaginación y sin conexión con la de:
alguna con los libros de otros,
por mucho que materialmente A. William Ospina cuando afirma que
sean idénticos a los que han es grave y estéril imponerle
pasado por nuestras manos”. Este finalidades demasiado limitadas a
planteamiento es analógico a una la lectura
idea de: B. Carlos Sánchez cuando plantea
que la pedagogía debe discutir los
A. Lectura multimedial en la que el temas de los problemas lectores y
resultado del proceso lector es sus implicaciones curriculares en
una amalgama de fragmentos y la universidad
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C. William Ospina cuando sostiene D. Carlos Sánchez cuando señala
que las crisis de algunas que la pedagogía debería
sociedades debería sugerir establecer qué tipo de educación,
nuevas estrategias de publicación sujeto y sociedad queremos
y divulgación proponer para el siglo XXI

Texto tres

1. Una prueba incontrovertible de la supervivencia del libro, por encima


de todas las crisis que periódicamente amenazan con destruirlo, se
manifiesta en un invento reciente de la industria editorial: el libro sin
lector.

2. El problema del libro tradicional consistía en que, para cumplir su


cometido, requería un lector que, primero, lo comprara y, luego, lo
leyera de principio a fin. Hoy en día tal exigencia no es necesaria. El
libro sin lector, como su nombre lo indica, repele la sola presencia del
que lee y sólo requiere, a duras penas, de un simple propietario. Ni
siquiera necesita, en sentido estricto, un comprador, pues la función de
éste llega a ser, por lo general, indirecta o efímera. Y ello ocurre porque
este libro ha sido pensado casi de modo exclusivo como regalo. La
gran mayoría de sus propietarios lo han recibido en calidad de
donación, canje, dádiva, o pago indirecto, y sólo unos pocos lo han
adquirido expresamente. Pero aun en el caso de que alguien llegara a
comprarlo como un libro cualquiera, su intención recóndita sería la de
regalárselo a sí mismo. Se trata pues, en todo caso, de un libro que
carece del tradicional lector comprador. De este modo, la actual
industria editorial ha logrado por fin suprimir ese estorboso escollo
representado por el buen lector, que, como se sabe, más que suscitar
las compras, se convertía en un obstáculo para las ventas. ¿Qué
críticas, además, puede generar un libro recibido por quien no lee?

3. Este invento moderno resulta maravilloso porque cura, por una parte,
el complejo de culpa frente a la lectura; y, por otro lado, no obliga a
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nadie a leer. Aunque un mal lector, como es obvio, no lee, jamás
soportaría que por culpa de un simple libro fuera tildado de inculto. Así
que este libro llena todas sus aspiraciones y expectativas: permanece
en casa a la vista de todos, sin reclamar la lectura, y confiere a su
propietario un toque de intelectualidad sin exigirle nada a cambio. El
libro sin lector podría ser promocionado, en el lenguaje actual de la
publicidad, como aquella amante silenciosa y bella que no crea
conflictos con la esposa legítima. ¿Podría exigírsele más perfección?

4. A diferencia de lo que ocurre con un libro pesado y estorboso, nadie se


deshace subrepticiamente de éste en una de esas campañas anuales
en favor de una biblioteca desvalida. Poseerlo, además, resulta
tranquilizante para cualquiera, pues es de fácil comprensión y no exige
de su propietario ninguna sustentación intelectual. El libro sin lector se
adapta con callada sumisión a la biblioteca, a la mesa de noche o a la
sala de la casa, donde algunos suelen exhibirlo como objeto de buen
gusto que armoniza con la decoración. En realidad, no desentona entre
el lujo excesivo, y en algunos casos llega a suplir con eficacia el papel
de la obra de arte. El tamaño, el formato, el lujo de la edición (y, sobre
todo, su inutilidad) hacen que este libro, a diferencia de los demás, no
se tome jamás en préstamo y, por tanto, no corre el riesgo de
reaparecer en la biblioteca de un amigo remoto. Todo aquel que
expresa su deseo de poseerlo entrega a sus allegados un indicio cuya
utilidad puede verificarse en el siguiente cumpleaños. Y es que este
libro agrada por igual al consumado lector y al intelectual sedicente.
Tanto las visitas pesadas como los cobradores de cuentas vencidas lo
hojean desprevenidamente, pero también podrían interesarse con
morbosidad en él, como si se tratara de uno de esos viejos libros que
convocaban la presencia de un lector.

5. Puesto que el libro sin lector no es un artículo necesario, puede alcanzar


el costo de cualquier objeto de lujo, aunque su máximo efecto se logra
–como ocurre casi siempre– si la mayoría considera que su precio al
público es inferior a su valor real. Comparado con las mercancías de su
mismo género, ofrece la ventaja de que repele las ediciones piratas, y
causaría la máxima irrisión si alguien se atreviera a fotocopiarlo.
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Como se deduce, por tanto, carece de los principales enemigos que
socavan la existencia del libro tradicional. Y como si lo anterior no fuera
suficiente, tiene la pasta dura para resistir trasteos y reacomodos,
excesos y confianzas inconcebibles.

6. Pero quizá lo más importante de todo es que, para complacer el gusto


actual de todos los públicos, el libro sin lector es ecológico, ese tema
que no crea resistencias. De modo que a la facilidad intelectual de este
libro se añade una realidad impoluta, artística, que intenta hacer
olvidar la brutalidad y el prosaísmo de un país que, por fortuna, queda
lejos del propietario del libro. Ante la crisis de la industria editorial, y
ante la inminente abolición del lector, lo que nadie alcanza a explicar
es cómo el libro sin lector se ha convertido, hoy por hoy, en un rotundo
éxito de ventas. Tal vez algún viejo y desusado libro podría contener la
explicación.

Fragmento tomado de: Vélez, Jaime. (2013). La abolición del lector.


Satura: ensayos. Medellín: Universidad de Antioquia, p. 32-34.

Preguntas

10. De acuerdo con el texto, uno de de Google


los inventos que pone en peligro la
supervivencia del libro es el libro 11. Una situación similar a la que
sin lector. Teniendo en cuenta los plantea el libro sin lector se la
argumentos que expone el autor, encuentra en:
así como los actuales desarrollos
tecnológicos, se podría afirmar A. Un libro como el Quijote de la Macha,
que otras amenazas del libro son, ya que se trata de una novela que
EXCEPTO: plantea preguntas y reflexiones
acerca de la lectura literaria
A. Los libros digitales B. Un libro como Cien años de
B. El kindle o lector de e-books soledad abandonado por un lector
C. La venta de libros a través de en un estante de su biblioteca
Amazon C. Una pintura artesanal que tiene
D. La circulación de libros a través como finalidad decorar el comedor
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de una casa pero que no formula A. Una mujer que, en una reunión
ningún cuestionamiento o de amigos, excede su discreción
reflexión y no dice una sola palabra
D. Los ejemplares de En busca del B. El empleado del mes en una
tiempo perdido comprados empresa de electrodomésticos
pararegalar en los aguinaldos de C. La mejor amiga de una esposa
Navidad silenciosa y bella
D. El estudiante que nunca
12. La analogía de la amante problematiza lo que expone el
silenciosa (párrafo 3) podría profesor y pasa desapercibido
reemplazarse por: en clase

Texto cuatro

1. […] Las personas cultivadas lo saben –y sobre todo, para su desgracia,


las personas no cultivadas lo ignoran–: la cultura es en primer lugar
una cuestión de orientación. Ser culto no consiste en haber leído tal o
cual libro, sino en saber orientarse en su conjunto, esto es, saber que
forman un conjunto y estar en disposición de situar cada elemento en
relación con el resto. El interior importa aquí menos que el exterior, o,
si se prefiere el interior del libro coincide con su exterior, pues lo que
cuenta en cada libro son los libros adyacentes.

2. Por eso, no haber leído tal o cual libro carece de importancia para la
persona cultivada, pues si bien no está informada con precisión acerca
de su contenido, es a menudo capaz de conocer su situación, es decir,
el modo en que éste se dispone en relación con los otros libros. Esta
distinción entre el contenido de un libro y su situación se revela
fundamental pues es la que permite, a quienes la cultura no asusta,
hablar sin dificultades de cualquier tema.

3. Yo no he “leído” el Ulises de Joyce y es muy probable que jamás lo lea.


El “contenido” del libro me es en gran medida ajeno. Su contenido sí,
pero no su situación. Ahora bien; el contenido de un libro coincide en
gran parte con su situación. Con ello quiero decir que, en una
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conversación, no me encuentro para nada desprovisto a la hora de
hablar del Ulises, pues soy capaz de situarlo con una precisión relativa
en relación con los demás libros. Sé que se trata de una readaptación
de la Odisea, que se encuentra vinculado a la corriente del monólogo
interior, que su acción se desarrolla en Dublín a lo largo de una
jornada, etc. Y, así, durante mis clases me refiero con frecuencia a
Joyce sin pestañear.

4. Mejor aún, tal y como veremos más adelante en el análisis de las


relaciones de fuerza que subyacen a la evocación de nuestras lecturas,
me encuentro en disposición de poder evocar, sin vergüenza alguna,
mi no-lectura de Joyce. Mi biblioteca de intelectual, como cualquier
biblioteca, está compuesta de orificios y espacios en blanco, lo cual no
tiene en realidad ninguna importancia, ya que se encuentra
suficientemente armada como para que semejante lugar vacío no sea
detectado, más cuando todo discurso se desliza a gran velocidad de un
libro a otro.

5. Pese a las apariencias, la mayoría de mis conversaciones acerca de un


libro no tratan sobre él sino sobre ese conjunto mucho más amplio que
es de todos los libros determinantes, sobre los cuales descansa cierta
cultura en un momento dado. Es ese conjunto, que denominaré de
ahora en adelante la biblioteca colectiva, lo que cuenta
verdaderamente, pues es su dominio lo que está en juego en el
discurso a propósito de los libros. Ese domino es un dominio de las
relaciones, no tal o cual elemento aislado, y se conforma
perfectamente con la ignorancia de una gran parte del conjunto.

6. De tal suerte, un libro deja de ser desconocido a partir del momento en


que penetra nuestro campo perceptivo, y no saber nada de él no es en
modo alguno un obstáculo para meditar o deliberar sobre él. Incluso
antes de abrirlo, la sola indicación de su título o la más simple mirada
a su cubierta basta para suscitar, en el hombre cultivado y curioso, una
serie de imágenes y de impresiones que tan sólo esperan
transformarse en una primera opinión, facilitada por la representación
que la cultura general confiere al conjunto de libros. Así, el encuentro
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más furtivo con uno de ellos, aunque no se abra jamás, puede ser, para
el no-lector, el comienzo de una auténtica apropiación personal; y no
hay por tanto, en última instancia, ningún libro desconocido que no
pierda ese estatus desde el primer encuentro […].

Fragmento tomado de: Bayard, Pierre. (2008). Cómo hablar de libros


que no se han leído. Barcelona: Editorial Anagrama, p. 28-29.

Preguntas

13. Si seguimos la lógica de la relación 14. Teniendo en cuenta lo planteado


entre contenido y situación, una en el párrafo 2, un ejemplo de
circunstancia similar a la planteada ‘aquellos a quienes la cultura no
por el autor sería un: asusta’, sería, EXCEPTO:

A. Profesor prepara la primera clase A. Una persona que sufre de


de su curso y ya no requiere ansiedad y es incapaz de
preparar las demás clases del participar en una conversación de
semestre la que no esté informado
B. Espectador observa tres pinturas previamente
de van Gogh y a partir de allí B. Un matemático que solo
puede hablar con soltura de toda interviene en conversaciones de
su obra matemáticas
C. Lector lee una novela de Mario C. Una persona que sufre de
Vargas Llosa y puede escribir una glosofobia o miedo a hablar en
nota crítica de toda la obra público
novelística del escritor peruano D. Un experto en literatura europea
D. Espectador observa un partido de incapaz de intervenir en una
la Selección Colombia y puede conversación que esté fuera de su
pronosticar su desempeño en los especialidad
próximos partidos
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15. Otra manera de definir la biblioteca
colectiva sería, EXCEPTO:

A. Saberes muy especializados de


un lector de literatura que le
permiten desenvolverse como
profesor sin haber leído todos los
libros
B. Conjunto de saberes culturales
que comprende datos generales
sobre literatura, ciencia y nociones
de historia
C. Conocimiento enciclopédico o
información que una persona
tiene almacenada en su memoria
a partir de lo que ha leído
D. Conocimiento compartido por los
interlocutores que permite
comprender con coherencia un
discurso específico

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