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EL CUBISMO.

El cubismo fue un movimiento artístico desarrollado entre 1907 y 1914, creado por Pablo Picasso y
Georges Braque, continuado en sus albores por Jean Metzinger, Albert Gleizes, Robert Delaunay,
Juan Gris, María Blanchard y Guillaume Apollinaire.1Es una tendencia esencial, pues da pie al resto
de las vanguardias europeas del siglo XX. No se trata de un ismo más, sino de la ruptura definitiva
con la pintura tradicional.

El término cubismo fue acuñado por el crítico francés Louis Vauxcelles, el mismo que había
bautizado a los fauvistas motejándolos de fauves (fieras); en el caso de Braque y sus pinturas de
L'Estaque, Vauxcelles dijo, despectivamente, que era una pintura compuesta por «pequeños
cubos» y figuras geométricas. Se originó así el concepto de «cubismo». El cubismo literario es otra
rama que se expresa con poesías cuya estructura forma figuras o imágenes que ejemplifican el
tema, la rima es opcional y no tienen una métrica específica ni se organizan en versos.

El cubismo es considerado la primera vanguardia, ya que rompe con el último estatuto


renacentista vigente a principios del siglo XX, la perspectiva. En los cuadros cubistas, desaparece la
perspectiva tradicional. Trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas,
fragmentando líneas y superficies. Se adopta así la llamada «perspectiva múltiple»: se representan
todas las partes de un objeto en un mismo plano. La representación del mundo en donde pasaba a
no tener ningún compromiso con la apariencia de las cosas desde un punto de vista determinado,
sino con lo que se sabe de ellas. Por eso aparecían al mismo tiempo y en el mismo plano vistas
diversas del objeto: por ejemplo, se representa de frente y de perfil; en un rostro humano, la nariz
está de perfil y el ojo de frente; una botella aparece en su corte vertical y su corte horizontal. Ya
no existe un punto de vista único. No hay sensación de profundidad. Los detalles se suprimen, y a
veces acaba representando el objeto por un solo aspecto, como ocurre con los violines, insinuados
solo por la presencia de la cola del mismo.

A pesar de ser pintura de vanguardia los géneros que se pintan no son nuevos, y entre ellos se
encuentran sobre todo bodegones, paisajes y retratos.

Se eliminan los colores sugerentes que tan típicos eran del impresionismo o el fovismo. En lugar de
ello, utiliza como tonos pictóricos apagados los grises, verdes y marrones. El monocromatismo
predominó en la primera época del cubismo, posteriormente se abrió más la paleta.

Con todas estas innovaciones, el arte acepta su condición de arte, y permite que esta condición se
vea en la obra, es decir, es parte intrínseca de la misma. El cuadro cobra autonomía como objeto
con independencia de lo que representa, por ello se llega con el tiempo a pegar o clavar a la tela
todo tipo de objetos hasta formar collages.
La obra resultante es de difícil comprensión al no tener un referente naturalista inmediato, y ello
explica que fuera el primero de los movimientos artísticos que necesitó una exégesis por parte de
la "crítica", llegando a considerarse el discurso escrito tan importante como la misma práctica
artística. De ahí en adelante, todos los movimientos artísticos de vanguardia vinieron
acompañados de textos críticos que los explicaban.

Historia

El cubismo tuvo como centro neurálgico la ciudad de París, y como jefe y maestro del movimiento
figura el español Pablo Picasso, tuvo como seguidores al español Juan Gris y los franceses Georges
Braque y Fernand Léger. El movimiento efectivamente se inicia con el cuadro Las señoritas de
Aviñón (Demoiselles d'Avignon) de Pablo Picasso. Como elemento precursor del cubismo destaca
la influencia de las esculturas africanas y las exposiciones retrospectivas de Georges Seurat (1905)
y de Paul Cézanne (1907).

El cubismo surge en la primera década del siglo XX, constituyendo la primera de las vanguardias
artísticas. Entre las circunstancias que contribuyeron a su surgimiento, se ha señalado
tradicionalmente tanto la obra de Cézanne como el arte de otras culturas, particularmente la
africana. En efecto, Cézanne pretendió representar la realidad reduciéndola a sus formas
esenciales, intentando representar los volúmenes sobre la superficie plana del lienzo de una
manera nueva, tendencia que fue seguida por los cubistas. Ya antes que él, los neoimpresionistas
Seurat y Signac tendieron a estructurar geométricamente sus cuadros. Lo que Picasso y Braque
tomaron de Cézanne fue la técnica para resolver ese problema de lograr una nueva figuración de
las cosas, dando a los objetos solidez y densidad, apartándose de las tendencias impresionistas
que habían acabado disolviendo las formas en su búsqueda exclusiva de los efectos de la luz.

Por otro lado, el imperialismo puso a Occidente en contacto con otras civilizaciones con un arte
propio y distinto del europeo. A través de diversas exposiciones, Picasso conoció la escultura
ibérica y la africana, que simplificaban las formas y, además, ponían en evidencia que la pintura
tradicional obedecía a una pura convención a la hora de representar los objetos conforme a las
ideas renacentistas de perspectiva lineal y aérea. Lo que parece actualmente excesivo a los
historiadores de arte es atribuir una influencia directa de las máscaras africanas con la obra
picassiana.

Todo ello no hubiera sido posible sin la aparición de la fotografía pues esta, al representar la
realidad visual de manera más exacta que la pintura, liberó a este último arte de la obligación de
representar las cosas tal como aparecen ante nuestros ojos y forzó a los artistas a buscarle un
sentido diferente a la mera transcripción a las dos dimensiones de la apariencia externa de las
cosas. La aparición del cubismo se ha relacionado, además, con otros tres hechos acontecidos en
esas décadas que revelan que las cosas pueden ser diferentes a como aparentan ser: el
psicoanálisis al evidenciar que pueden existir motivaciones más profundas para los actos y
pensamientos humanos; el interés por la cuarta dimensión, fruto de la revolución acaecida en la
geometría del siglo XIX; y la teoría de la relatividad, que revela que el mundo no es exactamente,
en su estructura profunda, como lo presentaba la geometría euclidiana.

Cubismo analítico o hermético (1909-1912)

Georges Braque en 1908.

En 1909 Braque y Picasso estrechan su amistad y consiguen desarrollar la nueva tendencia. Juntos
crearon las dos tendencias del cubismo. La primera es el cubismo analítico (1909-1912), en donde
la pintura es casi monocroma en gris y ocre. Los colores en este momento no interesaban pues lo
importante eran los diferentes puntos de vista y la geometrización, no el cromatismo. Fueron
elaborando un «nuevo lenguaje» que analiza la realidad y la descompone en múltiples elementos
geométricos. Los puntos de vista se multiplicaron, abandonando definitivamente la unidad del
punto de vista de la perspectiva renacentista. Se introducen en la pintura los «pasos», definidos
como ligeras interrupciones de la línea del contorno. Los volúmenes grandes se fragmentan en
volúmenes más pequeños. Entre las obras de esta fase del cubismo se encuentra el Retrato de
Kahnweiler (1910, Instituto de Arte de Chicago).

A este período también se le llama de cubismo hermético, pues por la cantidad de puntos de vista
representados, algunas obras parecen casi abstractas. Al hermetismo se llega porque los planos
acaban independizándose en relación al volumen de manera que es difícil decodificar la figuración,
reconstruir mentalmente el objeto que esos planos representan. El color no ayudaba, al ser
prácticamente monocromos y muchas veces convencionales, no relacionados con el auténtico
color del objeto. La imagen representada, en definitiva, era ilegible, casi imposible de ver, a no ser
por algunos objetos como una pipa, o letras de periódico, que permiten distinguir lo que se está
representando.

Es en esta fase cuando el cubismo se presenta en público. Pero no por obra de Picasso y Braque,
que exponían privadamente en la galería Kahnweiler, sino por otros pintores que conocieron la
obra de aquellos en sus talleres. Se presentaron al Salón de los Independientes de 1911. En su sala
41 aparecieron obras de Jean Metzinger, Albert Gleizes, Henri Le Fauconnier, Fernand Léger y
Robert Delaunay. Provocaron el escándalo y rechazo de público y crítica. Ello llevó a que se
construyera ya una obra doctrinal de primera hora explicando los hallazgos de la nueva tendencia.
Así, el primer estudio teórico del cubismo lo hicieron en 1912 Gleizes y Metzinger: Du "Cubisme"
(«Sobre el cubismo»). Apollinaire, por su parte, escribió Les peintres cubistes («Los pintores
cubistas. Meditaciones estéticas») en 1913. Hubo otras adhesiones, como la de la mecenas
Gertrude Stein o los marchantes como Ambroise Vollard y Henry Kahnweiler. Otros poetas,
además de Apollinaire, defendieron el nuevo estilo: Pierre Reverdy y Max Jacob.

Además del rechazo de los tradicionalistas de la pintura, hubo posteriormente críticos que venían
de la propia vanguardia, centradas en dos problemas que planteaba el cubismo: su estatismo y su
adhesión a lo figurativo. En efecto, sobre todo los futuristas objetaron al cubismo que en sus obras
el movimiento estuviera ausente, siendo así que el mundo actual es esencialmente dinámico. Gino
Severini, a quien se considera el más cubista dentro del futurismo, lo criticó en Del Cubismo al
Clasicismo (1921), aunque con el tiempo (1960) reconoció que debía al cubismo gran parte de su
técnica. Algunos cubistas fueron sensibles a esta crítica y crearon obras influidas por el futurismo,
como hizo Marcel Duchamp con su primera versión de Desnudo bajando una escalera (1911,
Museo de Arte de Filadelfia, col. Arensberg). Por otro lado, aunque en su época no resultaba fácil
deslindar el cubismo de la abstracción, hoy resulta evidente que siguen sujetos a una
representación figurativa de las cosas reales. Se seguían representando sillas, botellas o figuras
humanas, aunque las descompusieran en planos y volúmenes geométricos. No se apartaban de
representar la realidad, sino que querían representarla en el cuadro con un nuevo lenguaje.

El camino trazado por Picasso y Braque pronto fue seguido por los pintores Juan Gris (José
Victoriano González) y Louis Marcoussis, el primero influido por Picasso, el segundo por Braque.
Gris, tercer gran nombre del cubismo. Este madrileño malvivía en París dibujando para revistas y
periódicos. A partir de 1911 se interesó por el problema de la luz sobre los objetos, creando
cuadros con iluminación naturalista, en los que los rayos luminosos oblicuos y paralelos entre sí
inciden sobre formas rígidas, como puede verse en su Retrato de Picasso de 1912. Él mismo dijo
haber adoptado el cubismo «analítico», multiplicando los puntos de vista y usando colores vivos.
Para el año 1912, Braque y Picasso ya habían realizado collages, y Gris comenzó a introducir en sus
obras diversos materiales como la madera o la tapicería, bien imitándolos, bien pegándolos (El
lavabo, 1912).

Braque, por su parte, influyó en el polaco Marcoussis (Ludwig Markus). Más ortodoxo y menos
original que Gris, creó una obra con colores intensos y cercana a veces al futurismo. Comenzó en
1912 a trabajar el cubismo analítico, con obras como Naturaleza muerta con damero (1912,
Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou).

Cubismo sintético (1912-1914)

En El Portugués (1911) de Braque aparecen palabras y números, lo que abrió una nueva vía que
llevó al segundo período del cubismo, el cubismo sintético (1912-1914). Braque, que había sido el
primero en utilizar la caligrafía, y que más de una vez intentó imitar la madera o el mármol, fue
quien inició esta última fase del cubismo al realizar papier collés, pegando directamente papeles
decorados en la pintura. Picasso y Braque comenzaron a incorporar material gráfico como páginas
de diario y papeles pintados, técnica que se conoce como collage. En 1912 Picasso realizó su
primer collage, Naturaleza muerta con silla de paja (Museo Picasso, París), en el que añade al
lienzo pasta de papel y hule. El color es más rico que en la fase anterior, como puede verse en los
rojos y azules de Botella de Suze (1913, Saint Louis, Misuri, Universidad Washington). Estas obras
sintéticas son más simples, más sencillas de entender en cuanto a que son más figurativas, se ve
claramente lo que se pretende representar. Los objetos ya no se reducen a volúmenes y planos
expuestos en diversas perspectivas hasta ser irreconocibles, sino que se reducen a sus atributos
esenciales, a aquello que los caracteriza de manera inequívoca sin lo cual no serían lo que son. Por
ello, aunque reducido a lo esencial, queda claro en todo momento lo que son. Para representar los
objetos «tipo» de manera objetiva y permanente, y no a través de la subjetividad del pincel, se
recurre a lo que parece un ensamblaje. Los cuadros están formados por diversos materiales
cotidianos que se pegaban o clavaban a la tela, como tiras de papel de tapicerías, periódico,
partituras, naipes, cajetillas de cigarros o cajas de fósforos. El cuadro se construye con elementos
diversos, tanto tradicionales (la pintura al óleo) como nuevos (como el papel de periódico). Los
cafés y la música inspiraron estos bodegones. Otras obras de Picasso pertenecientes a esta fase
del cubismo sintético son El jugador de cartas (1913-14) o Naturaleza muerta verde (1914). Braque
realiza en esta época El clarinete (1913), el Correo (1913), Aria de Bach (1913-14) o Violeta de
Parma (1914).

En este período Juan Gris realiza una pintura más libre y colorista. Emblemática es su Place
Ravignan, naturaleza muerta ante una ventana abierta (1915), donde el exterior se representa a la
manera tradicional, con perspectiva renacentista, mientras que el interior de formas
deconstruidas y compuestas desde diversos puntos de vista con planos quebrados. Por su parte,
Marcoussis llega a la cumbre de su tarea creadora con obras más poéticas y personales como
Músico (1914, Galería Nacional de Washington, col. Chester Dale)

María Blanchard nunca llegó a la total descomposición de la forma pero dejó su manufactura en
forma de ricos colores. Su famosa "Mujer con abanico" (1916, Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía), "Naturaleza muerta" (1917, Fundación telefónica) o "Mujer con guitarra" (1917,
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) son ejemplos del intenso estudio que realiza sobre la
anatomía de las cosas, como señaló Ramón Gómez de la Serna y del peso del color en su pintura.
Tras esta etapa regresa a las técnicas figurativas donde queda impresa la influencia de las
vanguardias.

La Primera Guerra Mundial puso fin a la fase más creadora del cubismo. Muchos de los pintores
cubistas, al ser franceses, fueron llamados a la lucha (Braque, Léger, Metzinger, Gleizes, Villon y
Lhote). En la posguerra, solo Juan Gris siguió trabajando el cubismo más o menos ortodoxo,
aunque en un estilo más austero y simple, en el que los objetos quedaron reducidos a su esencia
geométrica. Marcoussis creó una obra más poética. Braque siguió trabajando en la misma línea del
cubismo sintético, con papel encolado. Nuevos pintores adoptaron un lenguaje cubista, como
María Blanchard. Pero la mayoría de los pintores hasta entonces cubistas, empezando por el
propio Picasso, fueron adoptando nuevas tendencias, como ocurre con Duchamp y Picabia, que
crearon el dadaísmo o Mondrian que se adhirió a la abstracción. El cubismo, como movimiento
pictórico, se puede dar por terminado hacia 1919.

Escultura de Picasso Homme aux bras écartés (1961) erigida en la plaza Picasso de Basilea

El cubismo en otras artes

Fue el francés Apollinaire quien lo adaptó en la literatura. Busca recomponer la realidad


mezclando imágenes y conceptos al azar. Uno de sus aportes fue el caligrama.

El cubismo repercutió en la escultura, a través de técnicas similares al collage del cubismo


sintético. La escultura empezó a construirse con materiales de desecho, elaborándose con piezas
diversas y no procedentes de un solo bloque de piedra o mármol. Con ello se crea la llamada
estética de «ausencia de masa», al surgir huecos y vacíos entre las superficies. Como los
arquitectos, los escultores no dan forma a un volumen, sino que crean espacios. Es de especial
interés la variante arquitectónica del cubismo que se dio en Checoslovaquia entre 1910 y 1925, el
llamado "Cubismo Checo".

El propio Pablo Picasso realizó esculturas cubistas. Escultores que crearon obras cubistas fueron
Alexander Archipenko, Jacques Lipchitz y Henri Laurens, además de los españoles Pablo Gargallo y,
sobre todo, Julio González, pionero en el uso del hierro gracias a la soldadura autógena, lo que
abrió todo un mundo de posibilidades a la escultura del siglo XX.

Arquitectura

En arquitectura tuvo escasa representación y se dio sobre todo en Checoslovaquia. Su principal


representante fue Josef Gočár, quien tras unos inicios influido por la obra de Josef Hoffmann, en
1911 se unió al Grupo de Artistas Plásticos (Skupina Výtvarných Umělců) y comenzó a trabajar en
estilo cubista, como se denota en la casa de la Virgen Negra en Praga (1911–1912) y el
establecimiento termal de Lázně Bohdaneč (1912-1913), donde combina formas clásicas y
modernas con el cubismo piramidal. Tras la Primera Guerra Mundial y la independencia de
Checoslovaquia inició con Pavel Janák la búsqueda de un estilo arquitectónico nacional checo, que
se plasmó en el llamado «rondocubismo», que incorpora formas redondeadas y multicolores
procedentes de la decoración vernácula bohemio-morava, como evidencia su Banco Legión en
Praga (1921-1922).3 Otros representantes fueron: Pavel Janák (villa Jakubec en Jičín, 1911-1912;
villa Drechsel en Pelhřimov, 1912-1913; crematorio de Pardubice, 1921-1923; palacio Adria en
Praga, 1922-1925);4 Josef Chochol (villa Kovařovic en Praga, 1912-1913; edificios residenciales
Bayer y Hodek en Praga, 1913-1914);5 Bedřich Feuerstein (monumento a Jan Žižka en Vítkov,
1913);6 y Jiří Kroha (cabaret Montmartre en Praga, 1918).7
Teatro

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Este aviso fue puesto el 10 de agosto de 2019.

Aunque ya desde el propio Guillaume Apollinaire 8 se escriben obras adscritas temporalmente a


este movimiento artístico, no encontramos una definición y experimentación escénica hasta
principios del siglo XXI, época en la que se re-describe este término, aplicándolo en especial a las
artes escénicas y focalizándolo en el espectador (prosumidor).

El principal artífice del teatro cubista es Rafael Negrete-Portillo (actor, director, dramaturgo y
docente universitario), el cual lo define en varias entrevistas y trabajos académicos cómo “la
búsqueda escénica de aquello que en Arte se ha llamado ‘perspectiva múltiple’. Entendemos por
deconstruir “deshacer analíticamente los elementos que constituyen una estructura conceptual”.
El teatro cubista pretende ser capaz de deconstruir una realidad poliédrica para mostrar sus
distintas caras/elementos simultáneamente. Si aplicamos esto al mensaje que tratamos de
transmitir con un texto dramático y su posterior montaje, llegamos a un plausible ‘cubismo
sintético’ (más que un ‘cubismo analítico’). El mensaje no se de-re-construye y muestra en todos
sus fragmentos, sino que se concreta en su esencialidad, sintetizando sus partes más significativas
para que cada una de estas sí sea exhibida por todos sus lados.” 9

Las principales obras de este autor exhibidas o creadas bajo la premisa de teatro cubista en España
han sido Último sujeto [2016], Ecos (drama holístico) y Parestesia (la lucha empieza en el interior)
[2019].

Sobre otras puestas en escenas anteriores, sin aplicación directa de la nueva definición de
Negrete-Portillo, encontramos cómo la preparación del libreto de Satie, Massine y Cocteau, llevará
a Picasso a Italia: un referente esencial en los Ballets Rusos. El obligado viaje por Nápoles,
Pompeya y Herculano en 1917, marcará una obra iluminada por el arte circense, en la cual se
evoluciona en la puesta en escena y las coreografías, generando un punto de inflexión que
afectará y marcará las escenografías expresionistas en teatro y en cine.

Por su parte, Andor Weininger presentó una escenografía que expresaba los ideales de La
Bauhaus, para la Mechanical Stage Revue en 1926. Se trata de un canto al mecanicismo del
Futurismo desde el prisma de Gropius, un espacio de acción teatral de giros y desplazamientos
verticales y horizontales. Weininger se formará con Kandinsky e investigará la vanguardia soviética
no pudiéndosele asociar única o directamente al cubismos, sino a la vanguardia experimental.
Joan Miró preparó varios bocetos para la escenografía del ballet Romeo y Julieta en 1926, hechos
estos a gouache y lápiz. Miró trabajó con Balanchine y Nijinska. En el primer acto se muestra el
ideal espacial surrealista, el telón de boca parte de una obra de Miró en la cual los objetos
poetizados y enigmáticos intercalan elementos complejos que, al tiempo, parecen pertenecer a la
realidad; sin embargo, la mayor belleza se traduce en las relaciones de la historia de amor con los
elementos cósmicos: la tierra y el cielo estrellado se unen en un plano, en un espacio abstracto de
derivación cubista.

La referencia actual (S. XXI) y real de TEATRO CUBISTA, en la cual se aúna escenografía,
interpretación, iluminación, música, texto y, principalmente, dirección escénica, por medio de
escenas simultaneadas y multiplicidad argumentaría síncrona, se debe al dramaturgo y profesor
Rafael Negrete-Portillo.

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