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Los antecedentes de la causalidad .

Hume menciona la palabra causation al menos seis veces en su Investigación sobre el


Entendimiento humano. Causalidad, palabra por la cual se traduce, es uno de los tres principios de
conexión o asociación que Hume aporta como fundamento para su análisis acerca de la relación
causal, análisis que no se hace acerca de las sutilezas lógicas del empleo ordinario de la palabra
causa sino de las circunstancias reales bajo las que la conexión causa-efecto es evidente y
verdadera1. Por reales puede entenderse físicas, en oposición a circunstancias lógicas, que no son
más que las inferencias. Hume considera que la causalidad es el más importante, y problemático, de
los principios debido a que "solo a través de esta se puede ir más allá de la evidencia de nuestra
memoria y nuestros sentidos"2. A la luz de la experiencia Hume se pregunta por su naturaleza, para
dar con el grado de evidencia que tenga o puede tener la relación entre un evento A con uno B. Por
tanto, en su examen de la causalidad, Hume procede a identificar aquellas impresiones sensoriales
que componen la compleja idea de causalidad.
Antes de pasar a una exposición del concepto de causalidad en IEH de Hume, es preciso hacer una
referencia a sus antecedentes en el Tratado y el modo como este surge.

1.Las tres posiciones filosóficas y las tres facultades de la mente.

1.1las posiciones filosóficas.

Hume habla de tres opiniones, estas son, “las del vulgo, la de la falsa filosofía y la de la filosofía
verdadera”3, las cuales en su orden equivalen la superstición popular, al dogmatismo y su ciencia
del hombre.

En el caso de la superstición popular, Hume frecuentemente discute y critica una serie de creencias.
Su enemigo tras de estas es la religión popular, la cual es, para Hume, la clara expresión de su modo
de pensar. En el Tratado Hume es más insistente al criticar la religión popular mas de lo
acostumbrado. Las tipos de pensamiento que Hume tiene en mente aquí son superstición,
credulidad, prejuicio, y adoctrinamiento: “en asuntos de religión los hombres encuentran placer en
ser aterrorizados y que no hay predicadores más populares que los que excitan la mayor tristeza y
las pasiones más tétricas”4 Estos tipos de pensamientos presentan una tara para el hombre del siglo
XVIII y su progreso, cosa frente a la cual, para Hume, el papel de la filosofía es el de atacar la
superstición y guardar de la afectación de esta.
Otro blanco al cual Hume dirige sus ataques en el Tratado, es la opinión dogmatica o racionalista de
la filosofía, el cartesianismo por mencionar uno. Este tipo de filosofía busca basar la ética sobre la
razón pura, conocer las cosas con certeza y penetrar la ultima naturaleza del hombre, dios y el
universo. Hume espera mostrar la falacia de toda esta filosofía:
1
BEAUCHAMP, T. Hume´s Two theories of causation. En BEAUCHAMP, T and ROSENBERG, A. (1981)
Hume and the Problem of Causation. New York: Oxford University Press, 1981.Pág 3.
2
Ibíd. Pág 3
3
Hume David. Tratado de la Naturaleza Humana. Segunda Edición. Barcelona: Orbis 1984. Libro primero. Pág. 173.
4
Ibíd. Libro Primero, Pág. 173.
Toda criatura racional, se dice, se halla obligada a regular sus acciones por la razón, y si algún otro
motivo concurre a la dirección de su conducta debe oponerle aquella hasta que se halle en absoluto
sometido a ella o al menos traído a conformidad con este principio superior. Sobre este modo de
pensar parece fundarse la mayor parte de la filosofía moral antigua y moderna, y no hay más ancho
campo, lo mismo para los argumentos metafísicos que para las declamaciones populares, como la
supuesta preeminencia de la razón sobre la pasión. La eternidad, inmutabilidad y origen divino de la
primera han sido desplegados para mayor ventaja; se ha insistido con fuerza sobre la ceguera,
inconstancia y falsedad de la última,[…] en la falacia de toda esta filosofía 5
Hume busca mostrar que la razón no puede nunca motivar la acción, que solo el necio exige
conocer las cosas con certeza6 y que debemos contentarnos con entender la apariencia de las cosas
ligeramente más que conocer sus causa secretas.
Su posición, la ciencia del hombre, es presentada como la “filosofía verdadera” pues el éxito de esta
es el de descubrir “las cualidades originales de la naturaleza humana”7. Para Hume los verdaderos
filósofos se caracterizan por su “escepticismo moderado”8. Hume ve un peligro considerable en
seguir superstición o racionalismo alguno, por tanto tiene la gran esperanza de que su ciencia del
hombre sea concebida como una ciencia fundamental: “No hay cuestión de importancia cuya
decisión no se halle comprendida en la ciencia del hombre y no hay ninguna que pueda ser decidida
con alguna certidumbre antes de que hayamos llegado a conocer esta ciencia”9.

1.2las tres facultades de la mente.

De acuerdo a Hume, existen tres maneras en las que hacemos juicios -Estas tres facultades de la
mente tienen consecuencias importantes sobre las tres posiciones filosóficas, estas son, la
superstición vulgar, el dogmatismo y la ciencia del hombre:
a. Razón demostrativa. En su Tratado Hume distingue aquella facultad del entendimiento
responsable de hacer juicios analíticos. En palabras de Hume, estos juicios analíticos consisten en la
construcción de juicios basados únicamente en la comparación de ideas previas a cualquier
experiencia actual en la que estas ideas son asociadas en la experiencia. Su interés acerca de esta
clase de juicios es que estos nunca podrán ofrecernos conocimiento alguno consistente acerca del
mundo. Aunque estos juicios posean la mejor exigencia posible para aspirar a la certeza, ellos solo
pueden informarnos que “no existe ningún fenómeno particular, aun el más simple”10: de acuerdo a
Hume, la razón demostrativa puede hacer evidente esa certeza solo con tautologías estériles.

b. Las propiedades generales y solidas de la imaginación. Así mismo, Hume separa también una
facultad del entendimiento especialmente responsable de nuestros juicios de causa y efecto. Estos
juicios son realizados finalmente por propiedades universales e ineludibles de la imaginación. Este
habilidad de la imaginación produce lo “que puebla el mundo y nos permite conocer existencias que
por su distancia en tiempo y lugar se hallan más allá del alcance de los sentidos y la memoria” 11. En
otras palabras, esta operación es responsable de nuestras creencias empíricas o “científicas”. Las
propiedades generales de la imaginación son universales en cuanto son compartidas por todos –
filosofos, niños e incluso animales- y son inevitables o necesarias, en la medida en que sin ellas
seguramente no existiríamos, debido a que estas nos permiten construir los juicios mas simples
acerca de las operaciones causales del mundo.

5
Ibíd. Libro segundo, Página 301
6
Ibíd. Libro primero. Pág. 151.
7
Ibíd. Libro segundo, Pág. 398
8
Ibíd. Libro primero, Pág. 172
9
Ibíd. Libro primero, Pág. 17.
10
Ibíd. Libro primero, Pág. 66
11
Ibíd. Libro primero. Pág. 93.
c. Las propiedades triviales de la razón. Una tercera facultad de la mente esta basada a la vez en la
imaginación, y es responsable de hacer ciertos los juicios no causales acerca del mundo. La
distinción entre estas propiedades triviales de la imaginación y las propiedades generales que se
trataron en b la hace Hume escribiendo que debe por encima de todo

distinguir en la imaginación entre los principios que son permanentes, irresistibles y universales, como la
transición habitual de las causas a los efectos y de los efectos a las causas, y los principios que son mudables,
débiles e irregulares, como los que acabo de poner de relieve. Los primeros son el fundamento de todos
nuestros pensamientos y de todas nuestras acciones; de modo que con su supresión la naturaleza humana debe
perecer inmediatamente y destruirse. Los últimos no son ni inevitables para el género humano, ni necesarios o
útiles en la conducta de la vida, sino que, por el contrario, se observa tan sólo que tienen lugar en los espíritus
débiles, y oponiéndose a los principios del hábito y del razonamiento pueden fácilmente ser destruidos por un
contraste y oposición debidos.12

Las propiedades triviales o innecesarias de la imaginación se asemejan a las propiedades generales


en que aquellas forman juicios con contenido empírico, algo así como las tautologías esteriles
formadas por la razón demostrativa. Así pues, las propiedades triviales nos ofrecen creencias en
cuestiones de hecho. Sin embargo, Hume piensa que, a diferencia de las propiedades generales, las
operaciones de las propiedades triviales pueden y deben ser eludidas gracias a una pequeña
reflexión que no “tiene tan solo lugar en los niños, los poetas y los filósofos antiguos”, pues hay una
“inclinación muy notable en la naturaleza humana a conceder a los objetos externos las mismas
emociones que observamos en nosotros mismos y a hallar en todas partes las ideas que nos están
más presentes”13.

Con la identificación de estas tres facultades del entendimiento, las tres posiciones filosóficas –la
superstición vulgar, el dogmatismo y la ciencia del hombre- y la imaginación que es, según su
confesión, “el último juez de todos los sistemas de la filosofía”14, Hume buscan evitar el
dogmatismo y la superstición vulgar, así como el uso y sugerencia de las propiedades triviales, para
construir la ciencia del hombre sobre un fundamento firme.

2.Las cualidades filosóficas.

En la sección IV de su Tratado Hume escribe acerca de las “cualidades” por las cuales la
imaginación, la facultad fundamental con la cual conocemos, conecta y asocia unas ideas con otras:
Es claro que, en el curso de nuestro pensamiento y en la constante revolución de nuestras ideas, nuestra
imaginación pasa fácilmente de una idea a otra que se le asemeja y que esta cualidad por si sola es para la
fantasía un lazo suficiente de asociación…

la naturaleza, en cierto modo, ha indicado a cada una de las ideas simples cuáles son mas propias para ser
unidas en un complejo. Las cualidades de que surge esta asociación y por las cuales de este modo es llevado el
espíritu de una idea a otra son tres, a saber: semejanza, contigüidad en tiempo y espacio y causa y efecto15.

Las cualidades aquí son las condiciones bajo las cuales ideas de la mente, que aparecen a la
memoria o imaginación, se asocian unas a otras con cierto método y regularidad. Esta asociación
de ideas que describe las conexiones mentales en combinaciones casi mecánicas es lo que

12
Ibíd. Libro primero. Pág.173.
13
Ibíd. Libro primero. Pág. 172-173.
14
Ibíd. Libro primero. Pág. 173
15
Ibíd. Libro primero. Pág. 26.
comúnmente se llama asociacionismo, una corriente filosófica que tuvo sus inicios en Aristóteles.16
Para Hume es claro que todas las operaciones del entendimiento se fundamentan más que todo en la
“relación de causalidad, si se me permite usar este término”17, por tanto el orden de su exposición
no es gratuita.

2.1La semejanza y la contigüidad.

Su exposición de la semejanza y la contigüidad es prácticamente la misma en ambos libros (el


Tratado y la IEH). Para Hume estas dos no representan problema alguno. Pueda que la exposición
de Hume no sea como la de algunos de sus sucesores –como por ejemplo Kant- pero lo cierto es que
en el caso de ambos principios considera que

no será muy necesario probar que estas cualidades producen una asociación entre ideas y que cuando
aparece una idea despierta naturalmente otra. Es claro que, en el curso de nuestro pensamiento y en la
constante revolución de nuestras ideas, nuestra imaginación pasa fácilmente de una idea a otra que se le
asemeja y que esta cualidad por sí sola es para la fantasía un lazo suficiente de asociación18

En efecto no lo necesita. La exposición de Hume busca la evidencia y no un análisis minucioso y


anatómico. La semejanza opera cuando la imaginación conecta un evento A, dado que posee
características similares, o “cuando una cualidad llega a ser muy general”, a un evento B. Cuando se
observa una tarde nublada que, con características similares, permite pensar que como ayer, lloverá,
es un ejemplo de esta semejanza. La contigüidad es

igualmente evidente, ya que como los sentidos al cambiar sus objetos están obligados a cambiarlos
regularmente y a tomarlos tal como se hallan contiguos unos a otros, la imaginación debe, en virtud de una
larga costumbre, adquirir el mismo método de pensar y recorrer las partes del espacio y el tiempo al concebir
sus objetos

Esta contigüidad es la que permite la ordenación de los objetos en el espacio y la sucesión en el


tiempo; lo que permite pensarlos como una experiencia sucesiva y continua, o lo que es mejor, lo
que precede y procede.

2..2. La relación causa-efecto.

De las siete relaciones filosóficas que menciona Hume en el Tratado, la de causa-efecto es la


fundamental:

la más extensa es la de causalidad. Dos objetos pueden ser considerados como puestos en esta relación tanto
cuando el uno es causa de alguna de las acciones o movimientos del otro como cuando el primero es la causa
de la existencia del último, pues como la acción o movimiento no es más que el objeto mismo considerado en
un cierto respecto y como el objeto continúa el mismo en todas sus diferentes situaciones, es fácil imaginar
cómo esta influencia de unos objetos sobre otros puede enlazarlos en la imaginación.19

16
En medio de la discusión acerca del carácter psicológico o epistemológico del sistema de Hume se reparte la
influencia de este en ambas disciplinas. Aunque la base de la teoría de Hume era psicológica, su interés era
predominantemente epistemológico, debido a que sus puntos de vista metafísicos estuvieron fuertemente influidos por
consideraciones de este tipo sobre el significado empírico de conceptos filosóficos importantes.
17
Ibíd. Libro primero. Pág. 27
18
Ibíd. Libro primero. Pág. 26.
19
Ibíd. Libro primero. Pág. 26.
Hume argumenta que la relación causa-efecto envuelve una conjunción constante entre causa y
efecto -con la causa contigua y precediendo a sus efectos inmediatos. Sostiene también que la
tendencia psicológica de pasar de una “impresión” (percepción) de una causa a una idea de sus
efectos (o de una impresión de un efecto a una idea de esta causa) guía equivocadamente las
personas a creer que entre ambas hay una conexión necesaria; Equivocadamente, pues la conexión
no es evidente y si sospechosa.

Hume mantiene que dentro de la relación de causa-efecto, se encuentran las relaciones de prioridad
temporal, contigüidad temporal y espacial, regularidad y conexión necesaria. En su Tratado Hume
afirma que todas las causas deben ocurrir antes de sus efectos, de lo contrario ninguno de estos
podrían ser20 Por lo demás, Hume no repite esta afirmación en su exposición posterior de la IEH.
En el Tratado Hume toma esta afirmación como obvia pero no asume que sea posible, sin embargo,
que las causas puedan continuar existiendo luego de que algunos de sus efectos tengan comienzo.
Así que tomar en serio la condición de prioridad temporal de Hume para sólo persuadir de y exigir
que una causa comience a ser antes de que sus efectos comiencen a ser puede traer ciertas dudas.

La condición de contigüidad espacio-temporal le crea ciertas dificultades a Hume, pues cree a la vez
que los objetos del pensamientos mantienen las mismas relaciones causales unos con otros incluso
si ellos no se encuentran localizados en el espacio21 . Hume omite el requerimiento de contigüidad
en su exposición de la causalidad posterior en el IEH, cosa que no se objeta, pero que plantea la
pregunta de si una teoría de la causalidad debería descartar, sin una más detallada investigación, la
causalidad remota. No obstante, es difícil abordar y concebir una plausible exposición humeana de
la causalidad sin confiar en la condición de contigüidad por proponer en IEH. Incluso, si la
contigüidad en la mayoría de sus sentidos no esta propuesta dentro de las condiciones reales y
posibles para las exigencias de una relación causa-efecto, por otro lado, es necesaria, puesto que
resulta ser un elemento constitutivo de los llamados procesos causales “similares”.

No es evidente para Hume si en la relación causa-efecto que la gente común tiene presente esta
contenida la noción de regularidad, es más, si incluso hace parte de sus ideas, como aspecto
inherente a la relación misma. Así que, en lugar de hablar de esta, Hume habla de “conjunción
constante” entre objetos “similares”. De acuerdo con Hume, cuando a causa b, “objetos similares
para”22 a son invariablemente seguidos por objetos similares b. Hay en esta exposición varios
problemas.

Varios problemas puede tener este argumento. Señalaremos superficialmente uno, pues no es el
objeto del presente texto discutir sino poner en evidencia. Cuando se gira la llave de encendido del
auto usualmente su motor comienza a funcionar. Pero cuando se gira la llave en el encendido puede
ser que este no arranque, por ejemplo porque la batería está descargada o no tiene gasolina. Hume
mantiene que cuando la relación no permanece invariable no se ha especificado totalmente la causa.
Dar giro a la llave en el encendido sería pues una parte de la causa de su encendido. La causa estaría
compuesta por una serie de condiciones (que el carburador funcione, los pistones estén en buen
estado, las mangueras de alimentación de la gasolina no estén obstruidas).

Esta descripción del hecho que llamamos causa no esta invariablemente vinculada a sus efectos. Si
la descripción de la causa es lógicamente independiente de la afirmación de que ocurren los efectos,
entonces es prácticamente imposible especificar con evidencia un conjunto de condiciones, la
identidad de las que invariablemente podrían llevar a existencia de los efectos. Las condiciones
necesarias, y suficientes, para que ocurra la causa, serían pues, un conjunto de “causas”.

20
Ibíd. Libro primero, Pág. 66.
21
Ibíd Libro Primero, Pág. 173
22
Lo cierto es que la dificultad para especificar un conjunto de causas suficiente para producir un
efecto puede constituir una razón para preguntar si la conexión entre causa y efecto es determinista.
Sea como sea, tomar la causalidad como una relación determinista implica solamente que si sucede
un efecto sus causas identificadas serian suficientes en las circunstancias determinadas.

Para terminar unas palabras acerca de la conexión necesaria. Hume sostiene que esta es la parte más
importante en la relación causa-efecto, sin ignorar que es imposible tener de esta impresión alguna o
necesidad:

¿Cuál es nuestra idea de la necesidad cuando decimos que dos objetos están necesariamente enlazados entre
ellos? Sobre este asunto repito que he tenido frecuentemente ocasión de observar que, como no tenemos
ninguna idea que no se derive de impresiones, debemos hallar alguna impresión que dé lugar a la idea de la
necesidad si afirmamos que tenemos realmente tal idea. Para esto considero en qué objeto se supone
comúnmente que reside la necesidad, y hallando que se atribuye siempre a las causas y efectos, dirijo mi vista a
dos objetos que se supone están enlazados por esta relación y los examino en todas las situaciones de que son
susceptibles. Inmediatamente percibo que son contiguos en tiempo y lugar y que el objeto que llamamos causa
precede al que llamamos efecto. En ningún caso puedo ir más lejos ni es posible para mí descubrir una tercera
relación entre estos objetos, y, por consiguiente, amplío mi consideración hasta que comprenda varios casos en
los que hallo iguales objetos existiendo en iguales relaciones de contigüidad y sucesión. A primera vista esto
parece ser poco útil para mi propósito. La reflexión sobre varios casos tan sólo repite los mismos objetos, y,
por consiguiente, no puede dar lugar a una nueva idea. Sin embargo, basándonos en una investigación ulterior,
hallo que la repetición no es en cada caso particular la misma, sino que produce una nueva impresión, y por
este medio, la idea que examino al presente; pues después de una repetición frecuente hallo que ante la
aparición de uno de los objetos el espíritu se halla determinado por la costumbre a considerar su acompañante
usual y a considerarlo de un modo más enérgico por su relación con el primer objeto. Es la impresión, pues, o
la determinación la que me proporciona la idea de la necesidad23.

La idea de conexión necesaria es una consecuencia mental de las regularidades o constancias. La


idea de necesidad surge de la manera en la cual la mente humana reacciona a la percepción de las
regularidades, no por alguna característica particular de los objetos. Todo aquello en lo que consiste
la relación causa-efecto con respecto a los objetos es regularidad, contigüidad y sucesión temporal
del efecto a la causa. Hume piensa que esto es todo lo que hay allí, lo que produce en la mente
común la conexión regular entre causa y efecto, guiada por la mente humana para generar a partir
de la impresión de una idea la idea de la otra y hacer que esta tendencia de la mente humana consiga
que se sienta una vivaz conexión necesaria.

En esta caracterización aparecen pues dos definiciones de causalidad en los términos de regularidad
y del sentimiento de determinación causado por la experiencia de la regularidad. Hume reconoce
que su exposición puede parecer no plausible,24 más su compromiso principal es el de denunciar -de
la manera que el considera mas clara, para que sus lectores encuentren convincentes sus
argumentos- que tal poder de conexión necesaria entre A y B, causa y efecto, es inobservable.

23
Ibíd. Libro primero. Pág. 126.
24
Ibíd. Libro primero. Pág. 60.

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