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SEMINARIO VIRTUAL Nº 1948

Los grandes retos del siglo XXI en América Latina:


Estado y luchas populares
Cartografías para un cambio de época
Contrapunteo de la Clase 4
¿Impugnación anti-neoliberal?
Notas críticas sobre la interpretación de un ciclo político
Por Franklin Ramírez Gallegos

Uno de los aportes centrales del texto de Mabel Thwaites Rey y Hernán Ouviña1 es
procurar definir al proceso político abierto desde (fines/mediados de) los 90 en
América Latina como un ciclo de impugnación al neoliberalismo (CINAL). Aunque a
primera vista no lo parezca, semejante caracterización tiene cierta novedad en la
literatura ocupada con analizar el “el momento destituyente” protagonizado por los
movimientos sociales (años 90) y el posterior “giro a la izquierda” o “ciclo populista”
que vivió la región desde inicios del siglo XXI. No obstante, y precisamente por la
originalidad de la idea, parece necesario un mayor esfuerzo de precisión conceptual,
analítica e histórica de la “etiqueta” planteada para entender la especificidad de la
lucha política en la región en las últimas décadas.
En este sentido, en lo que sigue, coloco una serie de observaciones polémicas que
abren el debate sobre la pertinencia de semejante caracterización y/o sobre la
necesidad de algunos ajustes a fin de sofisticar su planteamiento central:
1. En un trabajo publicado en 2006 (y finalizado dos años antes), Evelina Dagnino y
sus colegas2 sugerían la tesis de la “disputa por la construcción democrática en
América Latina” como un eje del proceso político abierto con el fin de los
regímenes militares en la región. En una óptica también gramsciana, dicha disputa
se definía en relación a la presencia y a la confrontación de “diversos proyectos
políticos” –el autoritario, el neoliberal y el democrático-participativo- en torno a los
sentidos y configuraciones de lo político y la democracia en América Latina. Las
coordenadas de la lucha hegemónica, en su parecer, se re-definieron desde fines
de los ochenta como efecto del modo en que la izquierda y los movimientos
sociales se re-apropiaron de la “cuestión democrática” y desafiaron los postulados
liberales dominantes. En dicha confrontación, muchas veces los adversarios usaron
las mismas armas teóricas y conceptuales (“sociedad civil”, “participación
ciudadana”, etc.) para encarar la legitimación de proyectos radicalmente diferentes

1
Thwaites Rey, Mabel y Ouviña, Hernán (2019) “El ciclo de impugnación al neoliberalismo en América
Latina: auge y fractura”, en Ouviña, Hernán y Thwaites Rey, Mabel (comp.) Estados en disputa. Auge y
fractura del ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina, CLACSO, IEALC/Editorial El
Colectivo, Buenos Aires.
2
Dagnino, Evelina, Alberto Olvera Rivera y Aldo Panfichi. La disputa por la construcción democrática en
América Latina. México: FCE-CIESAS, 2006.
(“la confluencia perversa”): el “liberalismo elitista” vs. la “democracia profunda”. El
terreno de la disputa por los sentidos y formas de la democracia se volvía, así,
escabroso. Aquello exigía particular atención intelectual y analítica para
monitorear no solo la orientación general de la lucha sino, sobre todo, el alcance y
los límites del proyecto democrático-popular. Más allá de que uno pueda acordar o
no con el análisis propuesto, la matriz analítica desplegada por Dagnino alcanza a
definir el significado de la disputa política -es decir, cuál es la específica dinámica
de la impugnación en juego-, los proyectos confrontados, los actores en conflicto y
los rendimientos y despliegues de la lucha –con un cierto detalle respecto a las
diferencias y matices según cada país- a lo largo de casi dos décadas. Esto último es
lo que precisamente uno encuentra de modo más difuso en la tesis del CINAL
propuesta en el sugerente texto que comentamos: ¿cómo entender y dar cuenta
de esa dinámica de impugnación? ¿qué es aquello que se impugna dentro del
neoliberalismo? ¿qué supone impugnar al neoliberalismo en su totalidad? ¿qué
específicos proyectos entran en semejante disputa? ¿los actores que impugnan la
articulación neoliberal del capitalismo lo hacen desde similares puntos de apoyo
normativo, cultural, polític? etc. La tesis general de un ‘ciclo de impugnación’ no
alcanzaría, aún, para dar cuenta de las particulares dinámicas de la lucha política
que permitirían una efectiva caracterización del momento histórico de la región en
el siglo XXI.

2. Ahora bien, si entiendo con claridad el planteamiento, la definición del CINAL


pretende poner en un solo plano analítico dos momentos diferentes de la disputa
hegemónica de la región en las últimas décadas: el momento de resistencia al
neoliberalismo –cuyo protagonismo recayó en el campo de los movimientos
sociales- verificado sobre todo a lo largo de los años 90 y, su sucedáneo, el
momento de arribo al poder gubernativo de diversas coaliciones políticas ‘anti-
neoliberales’ (siglo XXI). Visto así, se habría registrado un flujo de continuidad entre
un momento y otro en relación con la contestación –desde la lucha social y desde
la conducción gubernativa- al neoliberalismo. ¿Cabe esa lectura? De ser esa la
interpretación global que dibujan los autores, ¿no conviene dar cuenta con cierto
detalle de las coaliciones sociopolíticas y configuraciones de clases que se habrían
mantenido vigentes en uno y otro momento a fin de articular la disputa contra el
neoliberalismo, desde arenas políticas diversas, en las dos últimas décadas en la
región? O, por el contrario, ¿al reconstruir dichas constelaciones de acción política
(fuerzas sociales) obtendríamos más bien un cuadro en que las líneas de inflexión o
ruptura entre los dos “momentos impugnatorios” son más nítidas que lo que
parece retratar la imagen de un (mismo) ciclo de contestación al neoliberalismo?
En cualquier caso, movilizar alguna hipótesis sobre la cambiante conformación de
los bloques de poder en disputa matizaría la imagen de una continua dinámica de
impugnación a las políticas pro-mercado y/o retratar de modo más afinado cómo
aquella se reorganizó en el tiempo según específicos procesos nacionales.

3. Del mismo modo, si la literatura existente sobre los movimientos sociales en la


región tiende a confluir –entre otros aspectos- en torno a la idea de su
protagonismo en la impugnación, resistencia, contestación, etc., a la agenda
neoliberal desde inicios (que no fines) de los años 90, parece menos evidente que
una similar orientación de la acción política pueda atribuirse –como característica
fundante, singular o incluso periférica- y definir a los gobiernos progresistas del
siglo XXI. ¿Cabe hablar de “gobiernos impugnadores”? ¿Se trata de poner sobre la
mesa alguna aproximación analítica de algo así como un “estado impugnador”?
¿Cómo tales estados abren un momento antagónico con las estructuras del poder
neoliberal a nivel global? ¿En qué medida las acciones y lógicas de impugnación
estatal al neoliberalismo son herederas (y continuadoras) de aquellas que pusieron
en juego determinadas fuerzas sociales en años previos? ¿Cómo se reconfiguró el
campo de la disputa hegemónica en el marco del reposicionamiento estatal
facilitado por el acceso al poder gubernativo de determinadas coaliciones anti-
neoliberales? Son algunas preguntas que podrían contribuir a afinar la
caracterización propuesta.

4. Por otra parte, tengo la impresión que algunos de los elementos con los que se
procura caracterizar al CINAL –cada uno de los cuales, por sí solos, tienen un
enorme valor interpretativo- no siempre contribuyen a afirmar la tesis central del
argumento, a saber, el carácter impugnador al neoliberalismo del proceso
desatado en la región en las últimas décadas. Así, continuidad del extractivismo,
reprimarización de la economía, alineamiento con el modelo de acumulación
global y “hegemonía por consumismo” son todos elementos que hablan más de
una franca continuidad de las lógicas neoliberales previas y menos de las
específicas dinámicas de disputa desplegadas –desde los gobiernos y los
movimientos- en su contra. Vuelve ahí la pregunta, ¿qué es lo que efectivamente
configura, como característica central de la lucha política regional, un escenario
anti-neoliberal en el nuevo siglo? La cuestión no queda clara. Quizás la respuesta
más directa al respecto se sitúa en el punto del texto que hace referencia al
quiebre, en los 2000, del dominante relato neoliberal y de la búsqueda de
alternativas por parte de “gobiernos cuestionadores” -en lo discursivo y en ciertas
políticas- de las lógicas capitalistas dominantes. ¿Alcanzan tales escuetas señales
políticas (nuevos relatos, nuevas prácticas gubernativas, nueva agenda) para
sostener la hipótesis de un ciclo político de impugnación? Tengo mis reservas. Por
lo demás, ¿no se registraron antes -a lo largo de los 90-, acaso, similares (tenues)
relatos y prácticas en el marco del ascenso de los movimientos sociales a la escena
pública (que abrieron, incluso con múltiples derrocamientos presidenciales,
verdaderas fisuras políticas a la legitimidad neoliberal) y del acceso a los gobiernos
locales de diversas formaciones de izquierdas que experimentaron con formatos
alternativos de democracia y de gestión pública la procura de alternativas más allá
del neoliberalismo? Si esto último merece una respuesta afirmativa, como lo
sugiero, también entra en crisis la imagen de la omnipotencia del neoliberalismo
noventista (al menos en la región) para forjar un “pensamiento único” o una
“unívoca visión del mundo”. En el argumento de los autores, no obstante, buena
parte de la pertinencia analítica y política de la hipótesis del CINAL reposa en
afirmar la conjugación del absoluto predominio estructural e ideológico del
neoliberalismo antes del siglo XXI.

5. En términos analíticos el texto abre pistas útiles para encarar el extenso debate
sobre el post-neoliberalismo, el neo-desarrollismo e incluso el buen-vivir en la
región (aunque todas estas definiciones son apenas vistas como parte de un
movimiento de contestación y no como despliegue efectivo de respuestas políticas
autónomas de los estados nacionales a las demandas populares en el marco de la
crisis de legitimidad del Consenso de Washigton). Este me parece un filón del todo
productivo para abordar la validez del argumento del CINAL. Encarar la cuestión de
los ‘modos de desarrollo’ por extenso permitiría observar de modo más detenido si
determinadas políticas nacionales esbozadas por los “gobiernos progresistas”
alcanzaron, efectivamente, a trazar un campo de articulaciones políticas (el
sustento social, los intereses de clase, las relaciones geopolíticas) que de algún
modo entraron en tensión, reconfiguraron o simplemente reprodujeron, en
específicos campos de política pública, el previo predominio del neoliberalismo.
Semejante vía de análisis también puede reflejar una suerte de compleja
imbricación entre “impugnación neoliberal” –Fernández Soto (2013)3 usa esta
misma figura- y experimentos neo-desarrollistas según los entramados políticos y
los momentos de cada proceso gubernativo [las variaciones y ‘micro-ciclos’ al
interior de cada experiencia estatal deben ser tenidas en cuenta].

6. Por último, no queda claro el sentido político de la caracterización propuesta. La


tesis de la impugnación luce ambivalente respecto al carácter ofensivo o defensivo
de la lucha estatal librada en estas últimas décadas en relación a los intereses de
los subalternos y, sobre todo, en el marco de la feroz reactivación de la derecha
política desde 2015.

3
Fernández Soto, Silvia (2013). "La política social y la recomposición material del consenso. La
centralidad de los programas de Transferencia de Renta Condicionada: el caso argentino.", Serv Soc,
Soc, Sao Paulo No. 113, pp.53-85.

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