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La crisis no es igual a oportunidad

(por más que los chinos digan lo


contrario)
 diciembre 17, 2009 Alejandro Formanchuk  8 comentarios
“La crisis es una oportunidad”. ¿Escuchó alguna vez esta afirmación? Yo sí, por lo
menos 500 veces. La última vez fue hace un par de semanas, durante un congreso de
líderes en Buenos Aires. No aguanté la curiosidad y le pregunté al expositor por qué
sostenía con tanta convicción esta idea y su respuesta fue: “porque el ideograma que
los chinos usan para nombrar \”crisis\” se construye por yuxtaposición de los
correspondientes a \”peligro\” y \”oportunidad\”\”. Acto seguido me mostró con
orgullo el famoso ideograma aplicado a todo tamaño sobre una filmina de Power
Point.

Fue una maravillosa explicación tautológica. Peligrosa también. Los clisés bloquean
el pensamiento porque se repiten ad nauseam y se convierten en verdades
incuestionables, en sedimento mental difícil de remover.

Quiero “deshacer” esta “frase hecha” o al menos deshilacharla un poco enumerando


algunas razones por las cuales considero que las crisis no son sinónimo de
oportunidad:

1. Por puro sentido común: La crisis es crisis y la oportunidad es


oportunidad. No son términos intercambiables. Una persona que busca una
“oportunidad laboral” jamás diría: ¿Me das una “crisis laboral” para trabajar
en tu empresa?
2. Porque genera emociones negativas: Las crisis traen más dolor que
felicidad. No tengo datos estadísticos pero creo que cuando las cosas se ponen
feas es mayor el porcentaje de personas que se angustian, se deprimen o se
asustan que de las que se ponen contentas y entusiastas. Las emociones
negativas no son el mejor combustible para echar a andar el motor de la
creatividad o la inspiración.
3. Porque obliga a reaccionar sin pensar: Es natural que una persona
que esta en peligro haga algo para intentar salvarse. Pero es muy probable que
esa acción que emprenda sea ineficaz porque tuvo que decidirla bajo presión y
en poco tiempo. La crisis es el caldo de cultivo de las reacciones y, si bien
pueden ser “salvadoras”, nunca van a ser mejores que las ideas que se
planifican con tiempo, recursos suficientes y tranquilidad.
4. Porque obliga a aprender demasiado rápido: Muchas veces se
sostiene que la crisis es positiva porque obliga a las personas a salir de la
modorra, reinventarse y aprender cosas nuevas. Sin embargo yo no encuentro
nada positivo a que un naufragio me brinde la “oportunidad” de aprender a
nadar en 5 minutos. Prefiero tomar clases dos veces por semana en la piscina
de un club y comenzar en la parte bajita.
5. Porque no potencia la creatividad: Si fuera cierto, las creaciones más
geniales de los últimos años tendrían que haber surgido de países quebrados.
Por ejemplo, en la Argentina sufrimos un gran golpe en 2001 y sin embargo
ese año ningún compatriota realizó un descubrimiento significativo en
ingeniería genética, tecnologías de la información, energía renovable, ni a
nadie se le ocurrió crear Facebook o Twitter, ni se presentaron teorías
novedosas en campos referidos a la política, la sociología, la psicología y
demás. Es cierto que surgieron ideas originales como los “clubes del trueque”
por ejemplo, pero fueron estrategias de supervivencia más que proyectos a
largo plazo.
6. Porque crea falsos emprendedores: Una cosa es abrir un negocio por
decisión y otra es hacerlo por desesperación. Una crisis genera falsos
emprendedores: personas que tienen que crear un negocio propio para tener
alguna fuente de ingreso. Por lo general suelen ser de corto aliento y
desaparecen cuando el individuo puede reinsertarse en el mercado laboral.
7. Porque impulsa el conservadurismo y retrae el consumo: Los
contextos negativos hacen que la gente piense tres veces antes de abrir un
negocio, cambiar el auto, invertir en educación, tener un hijo, hacer un viaje,
prestar dinero o invertir. La crisis retrae el consumo, la producción y por ende
las oportunidades. Y aunque siempre habrá alguno que encuentre la forma de
hacerse millonario en medio de las ruinas, a nivel global todos nos
empobrecemos.
8. Porque para ganar, otro tiene que perder: Las oportunidades son
siempre a expensas de otro. Por ejemplo, una crisis puede ser una oportunidad
para las agencias que se especializan en publicidad digital porque muchos
anunciantes ya no pueden invertir fortunas en filmar spots y pautar en
televisión. Estas agencias ganan dinero porque lo pierden las tradicionales. A
nivel doméstico, una persona puede encontrar la ocasión ideal para comprarse
un departamento a bajo precio solamente porque otro necesita venderlo rápido
para conseguir dinero. Los momentos de estabilidad económica son mil veces
mejores porque brindan oportunidades genuinas y el crecimiento de un sector
no depende del derrumbe del otro. Hay suficiente para todos, se multiplica la
riqueza, se agranda la “torta”.
9. Porque puede sacar lo peor del ser humano: La crisis muchas veces
pulveriza la inteligencia de una sociedad y la lleva a buscar chivos expiatorios,
“cazar brujas”, encantarse por líderes negativos, adoptar pensamientos
maniqueos o comprar soluciones mágicas y rápidas. La historia está llena de
ejemplos.
10. Porque genera cambios falsos: Es cierto que una crisis provoca que las
personas, empresas o países cambien sus actitudes o comportamientos. Pero
por lo general son cambios falsos porque nacen de la desesperación y no de
una elección libre. Por eso cuando la crisis termina suele reestablecerse la
situación anterior y todo vuelve a foja cero. Yo lo comparo con una persona
que luego de recuperarse de un infarto promete que va a comenzar a hacer
ejercicio todas las mañanas, a comer alimentos saludables, a trabajar menos
horas. ¿Qué sucede después? Apenas mejora vuelve a comer hamburguesas
con papas fritas tirado en un sillón y con una cerveza.
11. Porque genera un orgullo incomprensible: Viajo mucho por América
latina, casi la mitad del año estoy fuera de Buenos Aires, y en todos los países
me encuentro con gente que está orgullosa de la “creatividad de su pueblo” y
de que “siempre se las arreglan para sortear todos los problemas”. Yo me
pregunto: si la crisis nos hace ser tan inteligentes, ¿por qué no somos capaces
de solucionar los problemas de fondo? Sinceramente yo no quiero que los
argentinos, chilenos o colombianos seamos tan creativos. Prefiero que seamos
bien “lentos y bobos” como la gente de esos pobres pueblos de Suiza, Noruega
o Finlandia que tienen que sufrir los males de la estabilidad, el pensamiento a
largo plazo y la certeza.
12. Porque se la convierte en una solución: Mi papá es polaco y mi mamá
hija de italianos y franceses. Recuerdo que cuando era chico mis abuelos
filosofaban acerca de la Argentina y me explicaban que mi país no era una
“potencia mundial” porque, paradójicamente, lo teníamos todo: mar, tierra,
ganado, minerales, petróleo, buena educación, etc. Aún hoy escucho a muchos
compatriotas decir que nuestro problema es que “nunca pasamos hambre ni
nos tiraron una bomba atómica”. Estos razonamientos le atribuyen a la crisis
un carácter redentor y, quienes lo sostienen, suelen poner el ejemplo de Japón
o la Europa de postguerra. Yo siempre desconfié de esas “explicaciones”, aún
de chico. ¿Esos países son prósperos gracias a la crisis o a pesar de ella?
Porque EEUU lo tiene todo, como la Argentina, y es potencia, y por otra parte
existen otros que tuvieron la “fortuna” de tener muchísimas crisis y siguen
siendo pobres.
Ideas finales llenas de oportunidades
Muchas tonterías nacen de buenas intenciones. Aquellos que repiten que la crisis es
una oportunidad lo hacen porque son buenas personas y quieren que la gente no se
paralice ni se sienta víctima de las circunstancias. Pero lamentablemente caen, sin
darse cuenta, en la misma trampa que intentan sortear: el determinismo. Porque
según su punto de vista el ser humano depende de tener el agua al cuello para querer
aprender a nadar.

Propongo una alternativa constructiva: considerar que la crisis no es una


oportunidad sino que uno mismo lo es. Que encontrar y generar oportunidades
depende de nosotros y que no necesitamos de crisis para despertar de modorras o
sinapsis quebradas. En una palabra: volver a confiar en nuestra capacidad de acción
y celebrar la estabilidad, porque cuando las cosas marchan bien se amplía el campo
fértil donde sembrar y cosechar un buen futuro.

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