Está en la página 1de 2

Hace ya algunos años me encontré con mi amigo el Mapuro quien me conto sus aventuras en un lugar llamado colegio.

Recuerdo aquel día como si fuera ayer, iba bajando de la montaña, venia de Fusungá y me topé con mi amigo que venía
de cenar una suculenta gallina que se había escapado de donde doña Ana María, me saludo muy gustoso y me dijo:
amigo mío, cuanto tiempo ha pasado de nuestro último encuentro, recuerdo muy bien la fiesta con los Ramírez, ¡ah! ¡Si
pudiéramos volver atrás el tiempo!, recuerda usted como bailamos con la Felisa y como lo saco corriendo los hermanos
Bogotá por robarle un beso a la María Inés.

Como olvidarlo mi amigo si hasta hoy siento en mis labios ese dulce sabor de mi querida María, lástima que por andar
en tantas no pudimos terminar juntos. Pero cuente que ha pasado con usted en estos años.

Ay mi amigo si le contara mis cuitas, después de aquella rumba e incitado por el amor quise enmendar mi camino y
bajando de la loma se me apareció un santo, don Eduardo Santos, al ver aquel espanto me sentí exaltado y nervioso,
sentía que mi alma iba y volvía hasta el mismísimo infierno, temeroso pregunte que quería de mí y él en voz muy baja
me dijo: ve siguiendo el curso del río Soacha y antes de pasar la autopista encontraras un colegio, ¿Un colegio?
Pregunté. El muy presto me contestó es un lugar donde niños y jóvenes se divierten conociendo el mundo a través del
pensamiento, viajan a lugares impensables, van a ríos indomables y grandes cordilleras, conocen números y formulas,
recuerdan a nuestros antepasados y hacen la historia con sus actos. Y un animal como yo ¿qué haría en ese lugar? Y los
hombres ¿no me golpearan? Tengo miedo porque los niños y jóvenes no cuidan de la naturaleza y por naturaleza me
incluyo…. Oh pobre de mí, y si me ven que hare? El espanto contesto: No te preocupes en ese lugar hay animales
amigables que pueden ayudarte y sé que estarás bien.

Pero y ¿qué comeré? Sabes, cuando viajo me da mucha hambre y ¿qué haré en ese lugar? No sé, creo que tú quieres
tenderme una trampa haciendo que vaya a ese sitio.

Entonces el fantasma tratando de convencerme me dijo: en el colegio hay ricos alimentos, espacios amplios para jugar,
hay paredes mágicas con miles de colores y formas que te permiten ver más allá, además hay personas muy sabias que
te querrán enseñar, cuando los veas te parecerán enojones y testarudos, de hecho los asociaras a aquellos ogros del
bosque que tanto te hacen llorar, pero su apariencia hostil y gruñona es solo para despistar, cuando los frecuentes te
darás cuenta que son muy amigables, servidores y llenos de ternura, ellos en el mundo humano son llamados
profesores, aunque algunos les dicen profes o cuchos dependiendo del lugar. También veras un lugar gigantesco con
paredes mágicas que se pueden quitar, y cuando abres esos trozos irregulares ves al interior mundos impensables,
llenos de color y hasta de pronto podrás reencontrarte con tus antepasados los dinosaurios, aunque si me preguntas no
tengo idea cual sería tu predecesor.

Me dices tantas cosas que cada vez tengo más curiosidad y quisiera ya estar allí. Así que me has convencido iré a mi
madriguera a empacar un trozo de pollo que aún me queda, mis zapatos para la ciudad que ya están un poco rotos pero
que no quiero tirar pues me los hizo mi mama, también llevare una maleta para guardar los tesoros que pueda
encontrar en ese universo mágico que me has hecho pensar, y por si acaso comprare un celular para que me puedan
encontrar.

Y así fue a la madrugada siguiente desayune una deliciosa fresa con deliciosos mortiños y Salí dispuesto a iniciar mi viaje,
en el camino me encontré con don Alvarito un búho viejo, despistado y desconfiado que había estado en la ciudad,
decían los animales que solo él podía enseñar cómo sobrevivir en ese lugar tan hostil, y es que don Alvarito tuvo
muchos infortunios y decidió regresar al bosque donde siempre debió estar. Al principio no quiso decirme como llegar,
pero apenas le enseñe na muestra de mi pollo empezó a cantar, me dijo que si seguía el rio llegaría en un dos por tres,
me dijo también que no caminara muy cerca pues las corrientes me podrían llevar y tal vez matar. Así fue me despedí
del búho y de mi pollo y seguí mi camino como me lo había indicado, sortee grandes abismos, camine largas jornadas
sube montañas, cruce quebradas y finalmente cuando mi cuerpo estaba exhausto me estrelle con una puerta
inmaculada que en un costado decía “INSTITUCION EDUCATIVA EDUARDO SANTOS” me sentí agradecido y rece a los
dioses por haber llegado, pero estando en mi rezo una voz muy seductora me dijo: (bájese de los zapatos) yo
sorprendido y temeroso de un brinco pase al andén y en esas cayo mi maleta, cuando gire vi que era un animal gordo,
negro y con mal olor, así que le pregunte quién es usted? El me contesto: Pues mi ñero soy una rata y si se pone muy
salsa le bajo el celular, así que no me trame y bájese rápido de los zapatos sino quiere que le llame a mi parche para que
lo afinemos.

En ese momento compadre vi mi vida en pedacitos, me quite mis zapatitos con tanta tristeza de pensar en mi mamita y
sentí que ya había perdido lo último que ella con esfuerzo y sacrificio me había dejado, pero cuando ya la rata inmunda
estaba por alejarse de mi un hombre alto, moreno y bonachón grito, oiga, que le está haciendo al chino déjelo sano o
llamo a la policía y ahí si no hay santa lucia que valga. No sé por qué pero la rata se desapareció y aquel hombre me
recogió, me dijo, mucho gusto soy Rafael Fonseca su servidor, dirijo este plantel educativo y si quieres aprender yo te
consigo el cupo.

Ese fue mi entrada triunfal a la ciudad.

Amigo mío, como que iba asustando ese lugar, y permaneciste allí? Yo me hubiese devuelto apenas hubiese visto a
aquella rata, sabes soy muy temeroso y esas cosas me acobardan, pero cuéntame encontraste todo lo que te dijo el
espectro.

Ummmm si supieras, el pobre rector no pudo ofrecerme ni un vaso de agua pues los servicios habían sido cortados por
falta de presupuesto, la entrada principal tenia rayones de colores que parecían una masacre y que no permitían ni
identificar el polvo, ya entrando vi un tumulto de niños, aseadoras, padres y demás personas que se mezclaban entre sí,
yo me aferraba al rector , pensé que en cualquier momento no iba a lograr entrar a la oficina, parecía una selva llena de
animales salvajes, estruendosos y sin fin, creo que mi cara demostraba mi terror, ya que el rector me dijo no se asuste
amigo mío, esto es normal, estamos en hora de descanso y el espacio es reducido, esperemos que entren los
estudiantes y le hare un recorrido.

Yo pensaba, maldito fantasma, me has mentido, como fui a creer en tus palabras sin sentido, quiero a mi mami y estar
en mi casa tranquilo, pero la mirada del rector me hizo sentirme protegido y además le debía mi vida y los zapatitos de
mi mami, así que me resigne a estar allí un poco más.

Pasado el descanso se sintió una paz celestial, los pasillos convertidos en campos de batalla ya eran historia, ahora se
podían ver las escaleras y se observaban las aulas de clase, en su interior los chicos estaban unos gritando, otros
molestando y unos pocos pendientes de la instrucción, y ahí vi el ser que me dijo el fantasma, realmente era aterrador,
se vestia de colores blancos, bajo una especie de lentes miraba a su alrededor, como tratando de descubrirlo todo, su
peinado era un desastre, algunos estaban casi calvos y yo no sabia por que..

También podría gustarte