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MÓDULO
Dimensiones de la intervención
motivacional en el aula: la Tarea,
la Autoridad y el Reconocimiento (TAR)
DOCUMENTO BASE
• Objetivos ........................................................................................................... 4
2
3. El discurso educativo, sus métodos
y la motivación ................................................................................................ 35
3.1. El discurso: una importante fuente de enseñanza ................................ 35
3.2. El docente como agente del discurso .................................................... 36
3.3. El contenido de los mensajes transmitidos ............................................ 38
3.3.1. Los contenidos .............................................................................. 38
3.3.2. Los recursos retóricos y la gramática del discurso educativo .... 39
3.4. ¿Cómo recibe y asimila el alumno los discursos del aula? .................... 43
3.4.1. El proceso de recepción ............................................................... 43
3.4.2. La asimilación o interiorización:
el camino hacia la apropiación y el aprendizaje ......................... 44
3.5. Las categorías motivacionales del discurso en el aula ............................ 46
3.5.1. El docente como agente del discurso ........................................ 47
3.5.2. El contenido de los mensajes que el docente transmite
en el aula ........................................................................................ 48
3.5.3. La retórica y la gramática de los discursos .................................. 49
• Resumen ........................................................................................................... 52
• Glosario ............................................................................................................. 54
• Anexo:
1. Claves de respuesta a las actividades ........................................................ 58
2. Piezas de Tangram ...................................................................................... 61
• Bibliografía ....................................................................................................... 62
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OBJETIVOS
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UNIDAD 1
Esta mañana le toca introducir las rutinas deportivas básicas que se presentan
dentro de los objetivos para este curso y tiene previsto hacerlo como lo ha he-
cho en anteriores ocasiones. Para que nos entendamos: suele llevar preparadas
al menos dos opciones –un par de modalidades deportivas– para que los alum-
nos elijan. A continuación, hace una primera y somera evaluación con el fin de
establecer dos o tres niveles de habilidad dentro de cada especialidad deporti-
va. Habitualmente trabaja con fútbol sala y baloncesto, aunque ha habido
años que ha tenido un grupo con balonvolea o balonmano. A partir de ese mo-
mento establece un conjunto de objetivos para cada uno de los grupos que se
forman según sus habilidades, procurando que todos cumplan los mínimos exi-
gidos pero adaptados a sus niveles actuales. De vez en cuando completa las ac-
tividades con partidillos para cada especialidad deportiva entre equipos que
organiza mezclando a los componentes de los diferentes niveles.
• Alfonso terminó sus estudios musicales sin que su sueño de ganarse la vida ven-
diendo sus obras y organizando conciertos tuviese muchos visos de hacerse rea-
lidad. Lo suyo era la guitarra clásica y llevaba varios años componiendo y delei-
tando a parientes y amigos en reuniones más o menos numerosas. Pero de ahí
no había pasado. Así que cuando el ayuntamiento del pueblo donde vivía con-
vocó una plaza de profesor de guitarra para clases extraescolares de niños y
adolescentes, no lo dudó y presentó su candidatura. Le citaron para una entre-
vista y, después de oírle tocar, le seleccionaron a pesar de su poca experiencia
como profesor.
Por aquel entonces tuvo la suerte de conocer a un profesor que ya había pasa-
do por lo mismo y pudo consultarle algunas de las dudas básicas que le surgían
a la hora de abordar su trabajo. La receta básica consistía en evaluar los dife-
rentes niveles, agrupar a los niños que tuvieran un nivel parecido –indepen-
dientemente de la edad– y ofrecerles materiales acordes con sus habilidades
pero, en la medida de lo posible, procurando que cada uno de ellos pudiera es-
tudiar las piezas o ejercicios que más les gustaran. Cuando planteó estas ideas
a la persona que supervisaba las clases, ésta le animó a que procediera como
considerase oportuno, y así lo hizo.
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• Claire, de padre español y madre estadounidense, es profesora de Inglés en un
colegio público de Educación Infantil y Primaria situado en una zona céntrica
de una ciudad de tamaño medio. Aunque su vocación original no tenía nada
que ver con la docencia –le hubiera gustado vivir de la literatura–, la vida le
había hecho descubrir que disfrutaba revelando los misterios del inglés a los ni-
ños y niñas con los que le tocaba trabajar año tras año. Llevaba ya varios cursos
seguidos en el mismo centro y empezaba a tener la gratificante experiencia de
seguir a sus estudiantes a lo largo de todo el proceso educativo.
Hace poco una sobrina suya se ha incorporado también como profesora en un
colegio privado y le ha pedido consejo sobre cómo organizar sus clases. Aun-
que habían hablado de ello en anteriores ocasiones y Claire le había contado
multitud de anécdotas, ahora le ha vuelto a resumir en pocas palabras su
fórmula particular de impartir enseñanza: jugar con los diferentes niveles que
se puedan constatar en cada curso. Eso, junto con una oferta variada de tareas
para cada objetivo, de manera que los estudiantes puedan elegir en alguna
medida, constituye el verdadero secreto de su didáctica.
El motivo que nos ha guiado a presentarle estos breves relatos de escenas educa-
tivas es que le parecieran, no tanto de gran calidad literaria, como, sobre todo,
verosímiles. Es decir, que crea que no son relatos de didáctica ficción. Vamos, que
piense que existen personas que enseñan esas materias –Educación física, Música
e Inglés– del modo que se describe, un modo prácticamente idéntico en los tres
casos.
Pues bien, en este módulo intentaremos demostrarle que:
• Esta manera de plantear la enseñanza:
a) Se puede aplicar a cualquier disciplina y en cualquier nivel educativo.
b) Produce mayor motivación por el aprendizaje que otras didácticas.
c) No conlleva mucho más trabajo.
• Y que usted puede obtener también muy buenos resultados trabajando con es-
ta metodología.
Hagamos ahora un poco de flash-back en la historia de nuestro sistema educati-
vo. Transpórtese por un momento a la Hispania de final del primer siglo de nues-
tra era –cuando todavía el monje Dionisio no había tenido la idea de contar los
años –de numerar las fechas– a partir del nacimiento de Cristo.
Por aquella época, Quintiliano, nacido en Calahorra, había conseguido que su
fama como profesor de oratoria se extendiera hasta la ciudad eterna y, con
ello, que le llegaran interesantes ofertas para enseñar su arte –su técnica, dirían
los griegos– a los hijos de importantes personajes de las clases patricias. Alcanzó
tanto prestigio como profesor que decidió poner todos sus saberes por escri-
to en su Institutio Oratoria (La enseñanza de la oratoria), aparecida el mismo
año de su muerte (96 d.C.) y considerada como el primer libro de reflexiones
pedagógicas de la historia de Occidente. En realidad, se trata de una obra for-
mada por doce «ladrillos», bastante difíciles de digerir. En el primero de ellos se
recogen una serie de reflexiones sobre cómo educar e incluye un apartado para
convencer al lector de las bondades de enseñar a un grupo de estudiantes a la
vez, frente a la costumbre romana más partidaria de impartir una instrucción
individual.
Este planteamiento de la enseñanza en grupo se asumió más o menos rápida-
mente –otras, como el abandono del castigo físico, tardaron mucho más– y, tras
la consolidación de los sistemas públicos de instrucción en Occidente, quedó ab-
solutamente integrado en la enseñanza.
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Pero la idea de enseñar a un grupo a la vez no conllevaba enseñar a un grupo que
tuviera un nivel de conocimientos homogéneo. Todo lo contrario, Quintiliano vis-
lumbraba ya las potencialidades didácticas de la educación entre iguales con dife-
rentes grados de conocimiento y habilidad oratoria. Las escuelas unitarias –con
aprendices de muy diferentes edades y niveles de conocimiento– fueron el único
modelo de escuela hasta bien entrado el siglo XIX. Sólo cuando se empezó a alfabe-
tizar a las masas trabajadoras surgió la idea de crear aulas con grupos –de hasta
ochenta alumnos– del mismo nivel o grado. Pero eso ocurría en las grandes concen-
traciones urbanas. La escuela rural continuó siendo unitaria y diversa hasta, podría-
mos decir, anteayer.
¿Qué por qué le contamos estas batallas del «abuelo» pedagogo? Para que no
piense que la actual organización escolar es inherente a la enseñanza, sino que
responde a un modelo históricamente condicionado por determinadas necesida-
des sociales. La mejor manera de conseguir hacer homogéneo el nivel de todos
los futuros ciudadanos de un país con un sistema de enseñanza público, universal
y gratuito durante los primeros años, es agruparlos en función de su año de naci-
miento. Bueno, si no la mejor, al menos es una de las maneras posibles de hacer-
lo. Pero todo eso ha generado una inercia de la que es difícil sustraerse.
En la reforma de las enseñanzas llevada a cabo en España en la década de los no-
venta del siglo XX, se postula una visión del sistema educativo al servicio del ciu-
dadano en formación con una escolarización obligatoria de los 6 a los 16 años,
edad de acceso al mercado de trabajo, y ello se hace a través de una opción no
segregadora: los que van a seguir estudiando y los que no, se escolarizan juntos
durante toda la etapa obligatoria. Como los legisladores eran conscientes de que
tal política iba a traer una gran diversidad de alumnado a los centros de ESO,
incluyeron una serie de medidas legales para atender dicha diversidad. Algunas
de ellas se pueden llevar a cabo sin grandes cambios de fondo –las adaptaciones
curriculares no significativas–, mientras que otras implican cambios cualitativos
en el currículo del estudiante –las adaptaciones significativas.
Todo lo que vamos a explicarle a continuación ha sido desarrollado por los in-
vestigadores en motivación educativa en el contexto de aulas habituales. Son
ideas útiles para conseguir una mejor motivación por el aprendizaje en el aula
de cualquier nivel educativo. Por supuesto que, aunque no tienen nada que ver
con las adaptaciones curriculares significativas, también pueden resultar útiles
para casos en los que se hayan adoptado medidas excepcionales con respecto al
currículo.
Conservadurismo
Liberalismo
Democracia
Socialismo utópico
Anarquismo
Nacionalismo
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• Actividad 10. Observa el mapa de Europa en 1815 y compáralo con otro actual. In-
dica qué países ocupan actualmente los antiguos territorios del Imperio austro-
húngaro, el Imperio ruso y la parte europea del Imperio turco.
¿Ha leído ya esas dos actividades que acabamos de presentar? ¿Qué le parecen? ¿Se
ha hecho una idea más o menos aproximada de lo que le costaría elaborar las res-
puestas? Pues bien, ahora analizaremos cómo podrían modificarse esas tareas pa-
ra que a sus alumnos les resulten más atractivas y motivadoras.
Se habrá dado cuenta de que las actividades que acabamos de presentar encajan
con un modelo de clase que poco tiene que ver con el que aparecía en los tres re-
latos iniciales de este segundo módulo. Es probable que usted piense que no po-
dría ser de otra manera ya que ni las materias ni las circunstancias son las mismas.
El profesor de Música, en un contexto de actividades extraescolares, no tiene los
mismos objetivos ni las mismas presiones que uno de segundo ciclo de ESO. Lleva
usted toda la razón, pero ello no impide presentar las actividades anteriores de
manera que los alumnos puedan trabajar en grupo, elegir aquella tarea que más
atraiga su atención sin que se les obligue a terminarlas todas... Más adelante le
mostraremos una opción alternativa para ambos ejercicios más acorde con las
ideas que le comentamos.
Ya hemos hablado de la lógica que el devenir histórico ha manejado para que los
educadores actuales nos planteemos siempre nuestra labor pensando en una única
forma de alcanzar unos mismos objetivos, a través de una secuencia idéntica de
actividades desarrolladas en el aula y/o fuera de ella. Los alumnos nacidos en el
mismo año natural –salvo raras excepciones–, cuando llegan a nuestras manos, han
pasado por los mismos hitos educativos y, más o menos, tienen o deberían tener el
mismo grado de preparación para el aprendizaje de aquello que estamos dispues-
tos a enseñar. Aun suponiendo que así fuera, la reflexión que nos hacemos es:
• ¿Por qué tienen que hacer todos los estudiantes lo mismo?
• ¿No es posible que alcancen idénticos objetivos en el aprendizaje de una disci-
plina haciendo cosas diferentes?
Carol Ames es una profesora de la Universidad de Illinois que ha dedicado gran
parte de su actividad investigadora a estudiar los efectos de la multidimensionali-
dad de las propuestas educativas sobre la motivación por el aprendizaje (Ames,
1992). Ese término hace referencia al hecho de que una propuesta de un docente
puede alejarse del clásico esquema: un mismo objetivo una misma tarea. Este es-
quema se considera unidimensional. Expresemos gráficamente esta idea:
Multidimensional Unidimensionalidad
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La clave está en pasar a un esquema con muchas dimensiones: un mismo objetivo di-
ferentes tareas, entre las que cada estudiante pueda elegir. Ese pequeño detalle de la
elección permite fomentar la sensación de autonomía, en términos técnicos, de causa-
ción personal (ver Huertas, 1997), que es fundamental para el desarrollo de los proce-
sos de autorregulación implicados en la orientación motivacional al aprendizaje. Con
esta metodología, además de sentirse agente del aprendizaje, el alumno, al elegir –aun-
que sea entre un conjunto de cosas que le disgustan–, adquiere un cierto compromiso
con la tarea. No es una tarea impuesta de la que es legítimo desvincularse, es la tarea
que él eligió.
Teniendo en cuenta lo dicho en este apartado, lea ahora la nueva versión de las
actividades que se han planteado anteriormente (p. 7) y piense si le produce sen-
saciones diferentes.
• Actividad 8. Di qué son las ideologías y completa uno de los dos cuadros, el que tú
elijas, sobre las principales corrientes ideológicas del siglo XIX.
Cuando termines busca un compañero o compañera que haya elegido la otra pro-
puesta y explicaros lo que habéis hecho cada uno.
Conservadurismo
Liberalismo
Ideologías Ideólogos Principales características
Socialismo utópico
Anarquismo
• Actividad 10. Observa el mapa de Europa en 1815 y compáralo con otro actual.
Elige uno de los tres imperios siguientes –el Imperio austrohúngaro, el Imperio ru-
so o la parte europea del Imperio turco– e indica qué países ocupan actualmente
sus antiguos territorios.
Al final tendrás que explicar tus hallazgos a otras compañeras y compañeros que
hayan elegido imperios diferentes.
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trabajo diario. Se nos olvida que cada propuesta que hacemos a los alumnos im-
plica, o puede implicar, una secuencia de acciones para alcanzar el objetivo final.
Ahora queremos resaltar el hecho de que establecer metas intermedias posibilita al-
canzar objetivos parciales y tal consecución invita a persistir en la tarea. Cuanto más se
persiste, más probabilidades hay de conseguir otros objetivos; en resumidas cuentas,
mayor es la probabilidad de tener experiencia de éxito. Y es que, aunque no lo haya-
mos dicho hasta ahora, una de las cosas que más motiva para el aprendizaje es…
¡aprender! Puede que haya alumnos y alumnas que no aprendan porque no están mo-
tivados, pero lo que ahora queremos que quede claro es que hay alumnos que no están
motivados porque no aprenden –porque hace mucho tiempo que dejaron de aprender.
ACTIVIDADES
1. Elija una de las dos actividades que le presentamos a continuación. Ambas perte-
necen a la asignatura de Historia de segundo ciclo de la ESO. Teniendo en cuenta
lo que se ha explicado hasta ahora en este apartado, trabaje con una de ellas y
piense cómo podría modificarse.
Actividad 6. Describe la singularidad del sistema político británico y explica los
motivos.
Actividad 16. Lee este texto:
«Considerando que la sociedad actual tiene tan sólo por fundamento el anta-
gonismo de clases;
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Que éste ha alcanzado en estos días su mayor grado de desarrollo, como bien
claro lo revela el cada vez más reducido número de los inmensamente ricos y
el siempre creciente número de los inmensamente pobres;
Que la explotación que ejercen aquéllos sobre éstos es debida únicamente a la
posesión de los primeros de la tierra, máquinas y demás instrumentos de trabajo;
Que dicha explotación está garantizada por el poder político, hoy en manos
de la clase explotadora; es decir, de la clase media…». Programa del Partido
Socialista Obrero Español, 1879.
Responde: ¿Qué diferencias hay entre una sociedad de clases y la sociedad es-
tamental?
Nota: Para consultar las claves de respuesta correspondientes a esta actividad, véase el
anexo adjunto al final de este documento (p. 58).
¿Le gusta a usted pasear? Entonces, ¿por qué no se apunta a hacer la prueba de los
cien kilómetros? Puede estar andando durante veinticuatro horas… ¿Le entusiasma
el ajedrez? ¿Qué tal jugar diez partidas seguidas contra Kasparov? Fíjese, tener la
oportunidad de enfrentarse a uno de los mejores ajedrecistas… ¿Es usted de esas
personas a quienes les encanta la literatura? ¿Leemos las dos partes de El Quijote el
próximo fin de semana y las comentamos el lunes siguiente? Es una obra maestra…
Aunque no tuviera la pista que le damos en el título de este epígrafe, seguro que
habría contestado que «no» a cualquiera de las tres propuestas que acabamos de
formularle, aun cuando usted sintiera verdadera pasión por alguna de las tres ta-
reas mencionadas.
Estar motivado no implica someterse a situaciones límite, aunque sea dentro de una
temática que nos pueda resultar absolutamente atractiva.
• Hace ya algunos años, Atkinson y Litwin (1960), para poner a prueba su teoría
sobre la motivación de logro, realizaron una investigación en la que se clasifi-
caba a los participantes en dos grupos: los que poseían mayor tendencia a bus-
car el éxito y a evitar el fracaso y los que, por el contrario, tendían más a evitar
el fracaso que a buscar el éxito. A ambos se les propuso después un juego que
consistía en arrojar una anilla hacia un pivote. En cada tirada, cada uno de los
miembros podía elegir la distancia desde la que iba a realizar su lanzamiento.
Aunque a ellos se les daba a entender que lo que interesaba era saber quién
era el mejor lanzador, estos dos investigadores recogían en todo momento las
distancias escogidas. Los resultados fueron inequívocos: los miembros del pri-
mer grupo elegían distancias intermedias; los miembros del segundo, distan-
cias extremas; es decir, lanzaban la anilla desde muy cerca o desde muy lejos.
J. W. Atkinson en 1957 hizo una formulación que ahora se conoce como teoría clá-
sica de la motivación de logro. Según este autor, la motivación es la resultante de
un factor de tendencia personal (la diferencia entre la búsqueda del éxito y la evi-
tación del fracaso) y dos aspectos de la situación: la probabilidad subjetiva de éxito
y el incentivo que la tarea tiene para quien la realiza. Además estableció que pro-
babilidad e incentivo eran matemáticamente complementarios (ambos se estiman
como probabilidades que suman uno). De ahí se deduce que las personas con una
alta motivación de logro tiendan a elegir tareas que perciben como moderada-
mente difíciles (ver Huertas, 1997). Sin embargo, como ya hemos comentado en al-
guna ocasión (Montero, 1987), este modelo aplicado a la educación implica que
aunque el enseñante prepare actividades de dificultad moderada para la mayoría,
ello no sirve de nada si sus alumnos no traen ya la disposición personal adecuada.
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• Más recientemente Czikszenmihalyi (1990), en su teoría M. Czikszenmihalyi, investiga-
del flow (fluir), presenta este hecho de una forma gráfi- dor estadounidense de origen
ca. Como muestra la figura 1.1, este autor sostiene que húngaro, propuso a mediados
la capacidad de absorción de una tarea –su reto óptimo– de los años setenta del siglo XX
depende de dos dimensiones: el nivel de dificultad y la su propia teoría sobre lo que se
ha venido en denominar «mo-
sensación de competencia que posee la persona con res- tivación intrínseca» (ver Huer-
pecto a la tarea. tas, 1997). Para él, este tipo de
motivación se pone de mani-
fiesto porque las personas nos
sentimos atrapadas por un de-
Alta terminado tipo de tareas. Sus
primeras formulaciones fueron
Aburrimiento interpretadas como una crítica
radical al conductismo impe-
rante ya que según establecía
Baja DIFICULTAD Alta esta última corriente psicológi-
ca la persistencia en la conduc-
ta dependía de los anteceden-
tes y consecuentes de la misma,
es decir, de factores «extrínse-
Ansiedad
cos» a la propia tarea. Como ve-
Baja rá a continuación, M. Czikszen-
mihalyi en realidad propone
una teoría interactiva entre las
SENSACIÓN DE COMPETENCIA
características de los sujetos y
de las tareas.
Figura 1.1. Modelo de Czikszenmihalyi acerca
de las dimensiones que optimizan el reto.
La flecha central de la figura 1.1 indica la zona por la que fluye el reto óptimo de
una tarea:
– Cuando ésta es muy fácil sólo «engancha» si se percibe un bajo nivel de com-
petencia para su realización.
– Cuando la tarea es muy difícil se tiene que percibir un alto nivel de competencia
para que el reto siga siendo óptimo.
Note que los cuadrantes superior izquierdo e inferior derecho quedan fuera del
área del flujo motivacional:
– Cuando la dificultad de la tarea es baja y la sensación de competencia alta, se
produce el aburrimiento.
– Por el contrario, cuando la tarea es muy difícil y la sensación de competencia
baja, lo que se produce es ansiedad, miedo: lo difícil asusta.
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viene definida por la diferencia entre lo que un aprendiz es capaz de hacer
solo y lo que es capaz de hacer con ayuda de otros.
– Cuando se trabaja por debajo de la zona de desarrollo próximo se produce el
aburrimiento.
– Cuando se trabaja en cosas que no se hacen bien ni siquiera con ayuda se
produce el desánimo.
Fíjese que esto implica una visión alternativa para definir el reto óptimo. La dife-
rencia está en que provee de un mayor grado de control al enseñante sobre el
producto final de su trabajo. Éste no depende tanto de esperar que haya suerte y
tengamos alumnos con buenas tendencias personales, o de que tengamos que
encontrar las tareas ideales para cada alumno evaluando previamente su sensa-
ción subjetiva de competencia. Ahora podemos plantearnos la tarea de enseñar
como la de buscar las ayudas adecuadas a cada caso.
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Veamos brevemente cómo concretar estas tres estrategias Lecturas recomendadas
que, por lo demás, tienen una apariencia de indiscutible
Nuestro maestro, y actualmen-
sensatez. te compañero en la Universidad
Autónoma de Madrid, Jesús
Alonso Tapia, ha elaborado in-
teresantes trabajos en los que
1.3.1. Activar la curiosidad no está de más el lector puede ampliar la su-
cinta información que aquí le
Fíjese en las actividades que se presentan a continuación. vamos a dar. Le recomendamos,
Ambas propuestas pertenecen a un mismo nivel educativo, por ejemplo:
primero de ESO, y desarrollan los contenidos de una misma • Alonso Tapia, J. (1997): Moti-
área curricular, Matemáticas. var para el aprendizaje: teoría
y estrategias. Barcelona: Ede-
bé.
• Actividad 1. ¿Cuál es tu peso?
Desde hace algún tiempo han cambiado los gustos estéticos y se impone el tipo de
persona delgada. Por razones de salud, también se nos aconseja mantenernos en
el peso ideal, con el fin de no contraer enfermedades.
El peso teórico que debe tener una persona depende de su altura, su edad, su
constitución…, y lo debe determinar el médico.
Una persona se considera obesa si sobrepasa un 20% el peso teórico. Existen algu-
nas fórmulas que permiten hacer un cálculo aproximado de este peso, como las
dos siguientes:
Calcula y contesta:
1. ¿Cuál sería el peso teórico de una persona que mide 180 cm de altura si se
calcula con la primera fórmula? ¿Y si se calcula con la segunda?
2. Una persona que mide 175 cm y pesa 90 kg, ¿en cuánto sobrepasa el peso teó-
rico calculándolo con la primera fórmula? ¿Y si se calcula mediante la segunda?
3. ¿Es obesa una persona que mida 182 cm y pese 100 kg si el peso teórico se cal-
cula con la segunda fórmula?
4. Una persona que mide 167 cm de altura y pesa 53 kg, ¿cuánto ha de engordar,
como mínimo, para que se le considere obesa?
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Apostamos cien a uno que el 99 % de los alumnos de 1.o de ESO a los que se les
diera a elegir entre estas dos propuestas, se decantarían por la primera. ¿Por qué?
Parece claro que la diferencia radica en la forma cómo se expone la tarea. La pri-
mera actividad hace un mínimo esfuerzo por activar la curiosidad del estudiante,
mientras que la segunda se muestra a «palo seco».
Evidentemente, pensará que el profesor siempre puede añadir algo para presen-
tar los ejercicios. Estamos de acuerdo, pero apostillamos que no sólo puede, sino
¡pobres de sus alumnos si no lo hace! El problema radica en que demasiadas ve-
ces delegamos en los libros de texto. Eso nos descarga de trabajo pero nos puede
jugar malas pasadas en los pequeños detalles. En el ejemplo que acabamos de ver
resulta evidente.
La moraleja es doble. Estudie con detalle cómo presentan las tareas y activan la curiosi-
dad los materiales que usted vaya a utilizar en clase y añada este criterio a la hora de
decantarse por unos materiales u otros. Si no queda más remedio que usar algo que se
presenta a «palo seco», haga un esfuerzo por activar la curiosidad.
¿Debo ser cómplice de los defectos de esta generación perversa que –por
supuesto– en nada se parece a la mía? Bonita pregunta. Sin necesidad de drama-
tizar demasiado –recuerde que los adolescentes son ellos–, no parece insensato
aprovechar los recursos que puedan jugar a nuestro favor. Como queremos
enseñarles, nos resulta útil que ellos quieran aprender.
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Ahora bien, ¿es posible siempre encontrar la utilidad a los necesariamente abs-
tractos conocimientos que, en la mayoría de los casos, se deben enseñar? Cuando
decimos que es bueno enfatizar la utilidad de un nuevo conocimiento, se da por
supuesto que no estamos sugiriendo imposibles. En el peor de los casos, la utili-
dad siempre se puede encontrar en el hecho de facilitar futuros aprendizajes de
la propia disciplina que sí son más fácilmente percibidos como útiles.
Piense en las dos actividades anteriores, y díganos si no se podría cambiar el con-
texto de la superficie de un piso cuyo precio se quiere saber, cuando la probabili-
dad de que esa transacción patrimonial la haga un estudiante de la ESO es nula.
En este aspecto, el problema relativo al peso ideal está mucho más acertado que
el del cálculo con euros. ¿Tan difícil es plantearse la presentación de problemas
con contenidos más cercanos a los estudiantes?
Un último añadido a este respecto. La utilidad puede, además, entenderse de va-
rias maneras:
• Como utilidad material-instrumental (algo me sirve para conseguir otra cosa
que estoy buscando).
• Como utilidad al servicio de la superación personal (algo me sirve para conse-
guir superarme, ser mejor persona –sea cual sea el concepto que tenga de ello).
En el contexto educativo casi siempre pensamos en la primera acepción. Trabajar
con la segunda resulta mucho más difícil.
• Finalmente, cabe destacar una tercera forma de utilidad Lecturas recomendadas
que podríamos denominar histórica: a mí el teorema de Si no lo ha hecho todavía, ¡re-
Pitágoras no me sirve para nada pero soy capaz de enten- gálese esos dos libros! Y acuér-
der que para el filósofo y matemático griego supuso un uti- dese de este párrafo cuando
lísimo descubrimiento. En la historia reciente de los best- los lea.
seller, ha habido dos libros que han utilizado de forma • Gaarder, J. (1994): El mundo
de Sofía. Madrid: Ediciones
sistemática esta estrategia de la utilidad histórica. Nos Siruela.
referimos a El mundo de Sofía, novela muy útil para apren- • Guedj, D. (2000): El teorema
der Filosofía, y El teorema del loro, novela destinada a del loro. Barcelona: Anagra-
aprender Matemáticas. ma.
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nosotros nos parece que en ninguno de los dos casos se hace de manera explícita.
Sobre si lo hacen de forma implícita habría mucho que hablar. Nos basta con que
caiga en la cuenta de que no está de más hacerlo y que si no lo hacen los materia-
les lo tendrá que hacer usted. No vaya a ser que pase aquello de «los unos por los
otros, la casa sin barrer».
«Predique con el ejemplo» sería un buen resumen del contenido de este epígrafe.
No hace falta ser psicólogo social –ni psicólogo a secas– para poder afirmar que el
discurso de una persona tendrá más fuerza si es coherente con su forma de actuar.
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Esto se puede interpretar de dos formas: esfuércese en hacer lo que dice o no intente
decir algo que no le convence porque esto se notará en su comportamiento y le hará
quedar como incoherente. Nosotros somos partidarios de aplicar la segunda acepción.
ACTIVIDADES
2. Para terminar esta unidad le proponemos que realice la siguiente actividad. An-
tes de empezar piense en un número del uno al cinco. Cuando se haya decidido
por una cifra, elija uno de los dos pasatiempos que se presentan a continuación
(Anagramas/Tangram). Como puede observar, cada uno de ellos consta de tres
bloques de elementos numerados del uno al cinco. Su tarea consiste en solucio-
nar los tres elementos –uno de cada bloque– que coincidan con el número que
usted haya pensado.
Pasatiempo 1: Anagramas
Fíjese atentamente en los siguientes grupos de letras. ¿Sabría decir qué palabras
esconden los grupos que coinciden con el número que usted ha pensado?
1. NEALE 1. PERCSO 1. AAGAÑZA
Pasatiempo 2: Tangram
Para realizar esta actividad ten-
El Tangram es un antiguo rompecabezas de origen chino. drá que consultar el anexo que
Sus piezas básicas son: cinco triángulos rectángulos (dos se ha incluido al final de este
grandes, dos pequeños y uno mediano), un cuadrado pe- documento e imprimir el epí-
queño y un romboide. Fíjese ahora en los dibujos que se grafe Piezas de Tangram (p. 61).
reproducen a continuación: las figuras del nivel 1 se hacen Allí encontrará dibujados cada
con cinco piezas (todas menos los dos triángulos grandes), uno de los polígonos necesarios
las figuras de los niveles 2 y 3, sin embargo, se han construi- para empezar a jugar. Recórte-
los y encaje las piezas hasta lo-
do utilizando las siete piezas de este juego milenario. Se-
grar recomponer los dibujos
leccione por cada nivel aquellos que coincidan con el nú-
modelo que se muestran en las
mero que usted haya pensado e intente reconstruirlos con páginas 18 y 19.
todas las figuras que se han mencionado.
Nivel 1
1 2 3
4 5
18
Nivel 2
1 2 3
4 5
Nivel 3
1 2 3
4 5
¿Qué tal su experiencia con los Anagramas? ¿Y con el Tangram? Esperamos que di-
vertida. Ahora, por favor, conteste a las siguientes preguntas:
a) ¿Considera que la actividad que acaba de realizar tiene una estructura multidi-
mensional? ¿Por qué? Indique los aspectos que le hacen pensar eso.
b) ¿Le parece que la propuesta se presenta de forma fragmentada? ¿Es fácilmente
fragmentable?
c) ¿Cree que la actividad establece un reto moderado para usted? ¿Y para otras per-
sonas cuyo nivel de habilidad sea distinto al suyo?
d) ¿Ha sido activada su curiosidad de forma explícita? Haga una sugerencia para
lograrlo y valore el esfuerzo que conlleva.
e) ¿Sus conocimientos previos han sido activados? ¿Considera usted necesario que
se hubiera hecho de forma explícita?
f) ¿A qué tipo de utilidad, de los tres modelos que se han visto en esta unidad,
podría asociarse una actividad como la que ha realizado?
g) ¿Hacia qué aspecto de la actividad se ha visto
orientado: al proceso o al resultado? ¿De qué Ahora que ya ha terminado de
modo? estudiar esta primera unidad y
h) ¿Cree que esta actividad es coherente con el ti- conoce las características que
po de discurso que se ha mantenido a lo largo debe reunir cualquier material
de la unidad? ¿En qué aspectos? didáctico para que resulte mo-
tivador, es un buen momento
Nota: Para consultar las claves de respuesta co- para que intente resolver la pro-
rrespondientes a esta actividad, véase el anexo puesta del tutor n.º 1.
adjunto al final de este documento (p. 58).
19
UNIDAD 2
Afirmar que el mundo escolar constituye uno de los mejores ejemplos de las
diversas y complejas interacciones que puede experimentar un grupo social es
simplemente describir una obviedad. A lo largo de un curso académico los miem-
bros de un mismo grupo (alumnos y profesores, principalmente) conviven en dis-
tintas situaciones escolares, y generan, en una metáfora muy expresiva y poco
forzada, una atmósfera interactiva que sufre de diversas metereologías. El térmi-
no de clima social es el concepto empleado actualmente en Psicología social para
describir estas «variaciones atmosféricas».
En principio, el clima social se refiere a las normas, creencias y metas presentes en una or-
ganización o grupo, en el aula, por ejemplo; de modo especial tiene que ver con los com-
portamientos que se generan, con las reacciones que provocan esos comportamientos en
otros y con la manera en que evaluamos y planificamos nuestras conductas futuras.
Uno de los principales resultados del clima social tiene que ver con los sentimien-
tos de grupo, de pertenencia, que aparecen entre sus miembros. Como conse-
cuencia, nos formamos un criterio sobre el grado de seguridad que nos produce
ese grupo. En qué medida nos sentimos amparados por los demás, qué grado de
libertad disponemos dentro del grupo, qué cosas podemos exteriorizar y cuáles
es preferible reservar para uno mismo. En definitiva, el clima del aula es como el
atmosférico: nos indica qué vestimenta tenemos que llevar,
Lecturas recomendadas
qué es mejor no hacer, etc.
Remitimos al lector interesado
En el ámbito escolar, ese clima depende, principalmente, en profundizar sobre los posi-
del tipo de relación que se establezca entre docentes bles modelos de gestionar la au-
y alumnos. Los apartados siguientes tratarán de exponer tridad en el aula a la literatura
científica. Consulte especial-
en qué medida estas relaciones afectan a los entornos
mente el libro de:
de aprendizaje y de cómo lograr que estos últimos
• Fontana, D. (1995): La disci-
mejoren. plina en el aula. Madrid: Aula
XXI/Santillana. Una obra pio-
nera en su ámbito donde el
autor hace un profundo aná-
2.2. Formas de gestionar la autoridad lisis de las diferentes visiones
que se han hecho sobre el te-
Clásicamente se han considerado tres tipos generales de po- ma de la disciplina y catego-
sibles relaciones bilaterales profesor-estudiante: relaciones riza, asimismo, las diversas
orientaciones que sobre esa
autoritarias, democráticas y permisivas. Estamos hablando,
cuestión han surgido en las
en definitiva, del tipo de control y de gestión de la autori- últimas décadas.
dad que ejercen unos sobre otros.
20
La literatura sobre la gestión de la autoridad mantiene que tanto un extremo
(autoritarismo) como el otro (permisividad) son poco recomendables, si el objeti-
vo que se pretende es siempre lograr el adecuado marco para el aprendizaje y no
otras cosas. Pero si lo que se desea, por ejemplo, sólo es tener control del aula o
ser el más popular entre la clientela de alumnos, desde luego que la afirmación
anterior es falsa.
Algo similar ocurre en los escenarios excesivamente permisivos, por muy paradó-
jico que parezca.
21
Se busca un clima más optimista y positivo, en donde es frecuente encontrar in-
tentos de compromiso educativo, energía, pasión, interés por comunicar y hacer-
se entender.
En suma, conviene tener presente estas tres formas de gestionar la autoridad, aunque
sean tan estereotipadas, ya que disponen de un cierto valor heurístico y dejan claras
cosas que deben pasar de ser sabidas a ser usadas en la práctica educativa.
22
• Ayudar al alumno a participar en la toma de decisiones
Una vez seleccionada la tarea que prefiere realizar, el estudiante debe tener
sensación de control sobre la misma. El profesor, en ese sentido, tiene que au-
xiliarle a la hora de secuenciar la actividad, a la hora de decir por dónde ir. Se
habla de auxilio, no de imposición.
• Conocer qué cualidades del docente ayudan a una mejor dirección de la clase
Las más importantes tienen que ver con crear esa curiosa relación entre alumno
y profesor que, en definitiva, es el que genera el interés y la atracción genuina
en la clase. El educador crea necesidades de aprendizaje y da su apoyo para
conseguir la respuesta adecuada a ellas. De esta manera, el alumno se vincula y
hace depender sus acciones del docente. Es decir, la necesidad de dependencia
surge del estudiante y no viene impuesta por el docente.
Por otro lado el profesor debe parecer creíble, y para eso no hay nada mejor
que mostrarse sincero, flexible y poco dogmático. También debe ser una persona
cercana, en sus lenguajes y comportamientos que facilite compartir o, al me-
nos, comprender las diversas actitudes entre alumnos y profesores.
ACTIVIDADES
23
• Clase 1
El fragmento que va a leer a continuación pertenece a una clase de Geografía e
Historia de 1.o de ESO. El profesor trata de aclarar cómo se van a evaluar los con-
tenidos de la materia.
Anotaciones
Conclusiones:
24
• Clase 2
Esta transcripción corresponde a una clase de Ciencias Sociales de 5.o de Primaria.
La profesora trata de organizar el trabajo en grupos para desarrollar los conteni-
dos de la sesión de hoy.
Anotaciones
Conclusiones:
Nota: Para consultar las claves de respuesta correspondientes a esta actividad, véase
el anexo adjunto al final de este documento (p. 60).
25
2.4. Normas, metas y propósitos del mundo educativo
2.4.1. De carácter explícito
En todas las instituciones sociales se establecen de forma más o menos clara una
serie de normas y objetivos que sirven para privilegiar, regular y vigilar ciertas
conductas que en el seno de dichas instituciones son consideradas como impor-
tantes. En el reglamento escolar, en el ideario, en el proyecto educativo e inclu-
so, si existen, en las normas disciplinarias, se reflejan los grandes propósitos, los
límites de la actuación individual, el hasta allí podríamos llegar. Ése es el marco
teórico y metateórico en el que se organiza la labor educativa, así como los prin-
cipios morales y éticos que se pretenden fomentar o censurar.
Está claro que conviene analizar estas normas y metas, ver cómo se usan y cómo se
olvidan, si uno quiere establecer cualquier programa de intervención o de innova-
ción educativa. Pero no es menos cierto que el nivel de regulación que provocan
en el comportamiento de los profesores y los alumnos muchas veces suele ser
superficial. Condicionan el trabajo cuando alguien con poder lo recuerda. Sin em-
bargo, a menudo, su poder de control es débil y confuso, puesto que se convierten
en esos clichés que todo el mundo conoce, aunque, a la hora de la verdad, se tie-
nen poco en cuenta en el momento de planificar actividades académicas concre-
tas. Algunas veces esto sucede porque las normas y las creencias han sido más o
menos impuestas o surgen de una reflexión pobre o están poco sistematizadas.
Así pues, cuanto más claras, explícitas y, sobre todo, asumidas sean las metas, más se
mejora el ambiente educativo. Parece que los centros educativos que han reflexionado
sobre sus propósitos educativos consiguen un contexto de enseñanza más nítido, de
forma que, incluso, se dan menos casos de absentismo escolar. Con un planteamiento
claro de metas educativas es menor el revuelo y el ruido en las clases y, en general, se
propicia una enseñanza más positiva (Good y Brophy, 1986).
Profundizando un poco más, Lee, Bryk y Smith (1993) han encontrado que esos
propósitos, para que resulten positivos en educación, han de ser armónicos, de-
ben ser compatibles. Dicho de otro modo, los diferentes objetivos curriculares, de
enseñanza de valores o de habilidades tienen que acabar compartiendo los mis-
mos tipos de propósitos finales. Obviamente la calidad de las metas educativas no
sólo depende de su homogeneidad o de su compatibilidad; el aprendizaje se fa-
vorece también cuando se plantean como objetivos reales la reflexión y el traba-
jo colectivo frente a metas que llevan a los alumnos a competir o a excluir aque-
llos que tienen dificultades. Los propósitos que buscan la profundización de las
relaciones interpersonales frente a cualquier objetivo de individualismo extremo,
ayudan, por tanto, a un aprendizaje sólidamente sustentado.
26
Ejemplo de normas implícitas
En las escuelas suelen existir ciertos criterios estereotipados sobre cuáles son las con-
diciones mínimas para que se pueda desarrollar en el aula un ambiente de trabajo
académico. Es corriente que se piense que el estudio necesita silencio y control sobre
las interacciones, de manera que éstas tienen que reducirse a las imprescindibles. Es-
tos criterios implícitos reúnen, por lo general, toda la sabiduría que atesora lo que
siempre se ha hecho y las miserias de lo que nunca se ha discutido o comprobado fe-
hacientemente. Paralelamente, existe también un modo para aprender del bullicio,
de la discusión y de la controversia pública, son los formatos de trabajo en grupo,
como el trabajo cooperativo.
A su vez resulta muy frecuente encontrarse con normas implícitas que regulan las in-
teracciones en el aula. ¿Cómo se toma aquí la palabra? ¿Será levantando la mano?
¿Se podrá interrumpir al profesor? ¿Cuánto tiempo se me permite hablar de fútbol
con el compañero de al lado sin que el profesor me llame la atención?, etc. Añada
aquí toda la colección de ejemplos que se le ocurra de estos recursos: ritos, estrate-
gias típicas y más o menos soterradas que regulan también nuestro comportamiento
en el ambiente educativo, etc.
La eficacia docente de un profesor depende mucho del control que ejerce sobre
normas y metas, ya sean explícitas o implícitas. Con ese fin la mejor recomenda-
ción es mostrarse claro y congruente: la transparencia y la coherencia facilitan
siempre interacciones sencillas y seguras.
En cualquier caso, los criterios para la gestión de las inte-
Antes de seguir avanzando, pue-
racciones en el aula acaban siendo los nutrientes principa- de usted poner ahora en prácti-
les de las expectativas de logro de los docentes o, al contra- ca los conocimientos que acaba
rio, acaban delimitando la frontera con lo inadecuado y de adquirir sobre cómo gestio-
desasosegante. Si los alumnos me atienden o no; si toman nar la autoridad educativa en el
aula y realizar la propuesta del
con entusiasmo mis consejos sobre cómo hacer las tareas o
tutor n.o 2.
no; si intervienen de forma ordenada o no; etc. Recuerde,
en este sentido, las ocasiones en las que intentó conseguir
el dominio de la gestión del aula con normas claras y, a la vez, apareció ante sus
alumnos como una persona creíble, cercana y sincera. Acuérdese de lo bien que
le fue y lo grato que resultó.
ACTIVIDADES
4. Supongamos que tiene algo de tiempo libre, que puede hacer lo que le venga en
gana, que de hecho lo está haciendo, incluso que lo ha podido terminar. Bonito sue-
ño, ¿verdad? Ahora que ha conseguido avanzar en ese cuadro que quería pintar, en
esa maqueta que tenía por construir, en ese bordado que deseaba coser o en ese
mueble que le gustaba restaurar, ¿qué es lo que hace en este momento? Seguro que
no se le ha ocurrido guardar lo que ha hecho fuera de la vista de los demás. Es pro-
bable que pida a alguien su parecer y que, además, no le resulte válida la opinión de
cualquiera.
La moraleja de este sueño está clara: cuando se ha terminado algo que nos mere-
ce la pena, buscamos a alguien para que lo sepa, y también para que lo evalúe.
27
Reflexione un poco más sobre este caso hipotético y piense cómo concreta esa
necesidad de cierto reconocimiento de otra persona cuando está haciendo algo
que le interesa mucho.
a) ¿Cuándo pedimos a esa persona de confianza que valore nuestro trabajo? ¿Sólo
cuando lo hemos terminado de hacer? ¿Mientras estamos llevando a cabo
nuestra afición, no recurrimos nunca a los demás?
b) ¿Cómo tiene que ser esa persona en quien buscamos una opinión?
c) ¿Qué esperamos que nos diga o cómo queremos que nos evalúe?
Vuelva ahora a la lectura de la unidad y, cuando haya finalizado, compare lo que
ha escrito con las ideas que se exponen en el texto.
En los últimos años, los autores que han investigado el tema de la motivación han
puesto de relieve una idea clave. Sostienen estos autores que el reconocimiento y
la evaluación del trabajo que realizan los alumnos constituyen elementos básicos
para que en ellos se produzca un buen aprendizaje. Tras una tesis como ésta lo
que se esconde, en definitiva, es una doble afirmación:
1. Cualquier aprendizaje que surja de una intención educativa y que resulte, más o me-
nos complejo, necesita de retroalimentación.
28
– También es muy posible que realicemos algún tipo de atribución a la falta
de cordura de semejante personaje, que es capaz de pagarnos sin venir a
cuento.
Sin embargo, en estos casos no siempre se tiene tan claro el efecto dañino de una
recompensa. Es probable que cuando usted se ha puesto mentalmente en la si-
tuación que le hemos propuesto, cuando se imaginaba haciendo algo porque
quería y de pronto alguien, sin ton ni son, premiaba su actividad, alguna duda le
ha quedado de si ese refuerzo minaría o no su interés y su ejecución o la calidad
de ese trabajo.
En resumen, el valor oculto del premio no siempre es tan claro, ya que su efecto está
sujeto a múltiples factores y circunstancias. Habrá momentos y actividades en donde el
premio no perjudique, incluso quizás hasta ayude. A nadie le amarga un dulce, pensará
sabiamente. Acabará concluyendo que depende, que unas veces el premio ayudará y
otras puede que perjudique.
• El factor más importante que se debe analizar en relación con lo que se acaba
de plantear tiene que ver con la sensación de control.
Siempre que el premio tenga unas características tales que acabe dando la sen-
sación de que la tarea empieza a estar controlada externamente, es entonces
cuando el refuerzo empieza a interferir en nuestro interés y en nuestra adqui-
sición. El premio puede adoptar ese significado de control externo cuando nos
da indicaciones de evaluación personal. Expresiones como: por fin te enteras,
ya lo haces como quería, consiguen transmitir sensaciones de que el otro califi-
ca nuestra valía personal.
• Existen otras muchas ocasiones en las que el premio también puede perjudicar
nuestro interés, por ejemplo:
– Si el reconocimiento se da en situaciones o en circunstancias muy predecibles
(tú haz esto, que seguro que al profesor le va a gustar).
29
– Cuando el elogio se realiza en público y de forma des- Una fórmula segura para des-
tacada (fijaos todos, Juan es el que lo ha sabido hacer truir el interés y la concentración
bien). El premio incluso socaba el interés por una tarea de un alumno en una tarea es la
cuando se trata de un reconocimiento material y tan- siguiente: colóquese detrás de
gible (un punto más al que sea capaz de…). De una él, incline su cuerpo y emita, mi-
rando la tarea, el sonido de re-
manera u otra, estas últimas circunstancias también petidos chasqueos de lengua,
producen el efecto de dar un significado de control ex- mientras menea la cabeza. Nun-
terno. Son situaciones en donde el premio nos lleva a ca haga como docente lo que
salir de la tarea, a colocarnos fuera, a dejar de hacer las acabamos de comentar. Segu-
cosas que nos interesaban y nos gustaban, porque pa- ro que no actúa de esa forma,
porque sabe que es el mejor mo-
samos ahora a hacerlas para satisfacer determinadas do de fastidiar al otro a fuerza
demandas del profesor. de controlarle, ¿verdad?
Ahora bien, ¿cuáles son las claves que conviene conocer para hacer un uso ade-
cuado del elogio y la recriminación durante la tarea? Seguimos, para ello, las
recomendaciones que empezaron a dar Ames (1992) y Pintrich y Schunk (1996),
referidas a qué, cómo, dónde y cuándo elogiar.
Hay que elogiar, por tanto, la dedicación y reforzar e indicar las maneras más adecua-
das para obtener la máxima eficacia del trabajo realizado en cuanto a adquisición de
conocimientos y destrezas se refiere. Es evidente que al alumno que nos dice que no si-
gue porque no sabe, no basta con recomendarle que se esfuerce un poco más; además
habrá que darle pistas que le ayuden a avanzar en la tarea.
En definitiva, hay que reconocer el aprendizaje y poco más. De ahí que resulte tan
importante no confundir el reconocimiento de una adquisición con el reconoci-
miento de los alumnos. Si el objetivo es que los muchachos amplíen su bagaje
cultural, deberán evaluarse sus conocimientos y no sus personas. Si elogiamos en
público a un alumno por su forma de ser, por ejemplo, estaremos consiguiendo un
efecto que nada tendrá que ver con el aprendizaje y mucho con la competitividad
y la comparación social. Y es que reconocer ciertas características supuestamente
internas de cada persona y, sobre todo si se conciben como estables, del tipo qué
inteligente eres, qué nivel tienes, sabes más que…, etc., remarca valores de com-
paración social y dicen muy poco sobre el grado de adquisición de la tarea. Es
30
probable que vea más claramente el efecto negativo que produce reconocer ca-
racterísticas personales si atiende a lo que sucede cuando hacemos lo contrario:
desprestigiar, destacar en público ciertos aspectos negativos de un alumno… Cuan-
do hablan mal de nosotros, sencillamente no hay quien aprenda.
La respuesta vuelve a ser tajante: los elogios y los reconocimientos deben ser lo
más informativos posibles. La razón está implícita en los párrafos anteriores:
• Cuando un reconocimiento externo sirve para suministrarnos información es-
pecífica sobre cómo lo estamos haciendo en una tarea concreta, en primer
lugar nos mantenemos en la sensación de que somos nosotros quienes contro-
lamos la labor en marcha.
• En segundo lugar, no vemos ningún riesgo para nuestra persona ni para nues-
tra autoestima. Además, cuando recibimos información sobre la calidad de la
acción, tenemos la enorme ventaja de que nos ayudan y nos dicen cómo conti-
nuar y mejorar.
Si eso ocurre , censuramos de diversas maneras esa salida tan fuera de tono. Úni-
camente pedimos al otro que nos dé su parecer sobre lo que hemos hecho con
tanto agrado e interés. Por eso mismo, no nos satisface que nos califique ni nos
compare. Necesitamos una especie de retroalimentación de calidad, y por eso
buscamos a personas competentes y de prestigio. Desearemos que nos guíen, no
que nos evalúen sin más, algo que con demasiada frecuencia suelen hacer los
profesores.
De todas formas, es cierto que tanto a los niños como a los jóvenes y a los adul-
tos nos gustan los regalos, las recompensas, ¿a quién no? No obstante, a todos
nos suele ocurrir que el valor del premio aumenta considerablemente cuando
conseguimos relacionar lo material del regalo con la persona que lo hace, con
el significado social y afectivo que tiene. Algunas veces esta identificación de lo
social con lo material produce ciertos efectos beneficiosos para el aprendizaje
ya que:
31
• Nos sentimos más abiertos a las sugerencias y opiniones de esas personas, au-
menta su atractivo y su credibilidad.
En consecuencia, mejora nuestra disponibilidad a aprender con ellos, puede
motivarnos para querer aprender.
• Otras veces puede pasar que una recompensa material consiga facilitar que
un niño o un adulto siga con el interés intrínseco por realizar una tarea. Ocu-
rre cuando el valor de indicio de las recompensas es muy alto (Ross, 1976).
Es decir, cuando la recompensa le proporciona criterios al sujeto sobre su grado
de dominio o competencia en una tarea, o lo que es lo mismo, cuando nos in-
forma, en el sentido que mencionábamos antes, de los progresos que reali-
zamos. En el módulo siguiente veremos cómo podemos usar las calificaciones
para indicar avances en los aprendizajes.
En la privacidad de cada uno. Los sitios públicos y a viva voz son los peores escena-
rios para reconocer el aprendizaje. Por el contrario, suelen ser los mejores lugares
para compararse y competir con los demás.
El elogio en público favorece, por tanto, la aparición de las comparaciones entre
alumnos dentro del aula, aspecto que promueve un esquema motivacional relacio-
nado con el lucimiento y en absoluto con el aprendizaje.
En definitiva, los reconocimientos en público son útiles cuando se hacen con un afán de
evitación de molestias para el proceso de aprendizaje más que de aproximación a cier-
tos logros de aprendizaje.
32
Hay dos condiciones básicas para encontrar el gusto por el aprendizaje. Aprender en si-
tuaciones seguras y obtener algún beneficio por el esfuerzo.
Muchos estudiantes no consiguen esos mínimos en su día a día en el aula. Con ellos hay
que empezar por el principio, aunque sea en público y comparándolos.
Cuando proceda. Resulta obvio que el reconocimiento debe tener lugar cuando proce-
da auténticamente, pero algunas veces eso no es lo que ocurre en la cotidianeidad de
las aulas. Tampoco es positivo, como ya se apuntó, que el reconocimiento sea previsible
y esperado.
• En ocasiones el/la profesor/a elogia por elogiar, como una forma de animar al
alumno.
• Otras veces, lo hace de forma casi rutinaria en momentos típicos o en intervalos
fijos.
Se pierde entonces uno de los elementos que los clásicos del aprendizaje y la
motivación mencionaron como esenciales para la adquisición de conocimientos:
la contingencia del reconocimiento con la acción oportuna o el resultado ade-
cuado.
Uno de los autores de este curso, junto con otros colegas, ha identificado, en su ex-
periencia de investigación con niños con necesidades educativas especiales, un cu-
rioso fenómeno que ha podido comprobar repetidamente. Estos niños, que suelen
tener dificultades para iniciar o avanzar en sus aprendizajes, son los que acostum-
bran a recibir más elogios y reconocimientos, aunque no proceda, sólo por no desa-
lentarles y con muy buena voluntad.
Curiosamente este recurso al elogio fácil es mayor cuando más necesidades o de-
ficiencias físicas se padecen. En algunos casos, por ejemplo, con niños sordo cie-
gos, se identificó que la expresión muy bien aparecía en el 70 % del tiempo que el
docente interactuaba con ellos. En esa ocasión se pidió a los profesores que redu-
jesen sus elogios y los distribuyesen de forma contingente con una acción correc-
ta. Los resultados fueron realmente significativos: disminuyó la frecuencia de re-
conocimientos en un 30 % y aumentó el rendimiento y el aprendizaje de esos
alumnos.
33
Reconocimientos y elogios
¿Qué elogiar? ¿Qué no elogiar?
• En privado. • En público.
¿Cuándo elogiar? ¿Cuándo no elogiar?
ACTIVIDADES
5. Por lo expuesto en este apartado se habrá dado cuenta de la importancia que tie-
ne elogiar a sus alumnos, pero también habrá tomado conciencia sobre qué debe
elogiarse, cómo, dónde y cuándo hacerlo. Piense, para cada una de las categorías
que se recogen a continuación, al menos tres frases típicas del aula que expresen
modos poco apropiados de elogiar si se quiere fomentar el aprendizaje.
a) Ejemplos negativos de qué elogiar.
b) Ejemplos negativos de cómo elogiar.
Finalizada la lectura de los apar-
c) Ejemplos negativos de dónde elogiar. tados 2.5 y 2.6, sería conve-
d) Ejemplos negativos de cuándo elogiar. niente que intentase resolver la
propuesta del tutor n.o 3.
34
UNIDAD 3
35
En este sentido, lo que pensamos que define a un profesor que sabe enseñar y
que logra entusiasmar para el aprendizaje a su pequeña audiencia, muchas veces
no tiene que ver con los conocimientos que posee, con el dominio que tiene so-
bre la materia que imparte.
La mayoría de las veces nuestra experiencia nos dice que un buen docente no lo es tan-
to por lo que sabe, sino por cómo lo cuenta.
ACTIVIDADES
36
Ahora que usted ya ha hecho su propia reflexión en torno a las características
que debe reunir un docente para ser considerado un «buen profesor», comprue-
be si su opinión coincide con las orientaciones que se muestran a continuación:
• Comunicarse eficazmente
con los alumnos.
Tal vez se esté preguntando qué implicaciones tiene todo esto y cómo alcanzar
estos objetivos. Vamos a verlo a continuación.
• Ser transparente y consecuente con los propósitos educativos
Como ya se señaló en la unidad anterior, al hablar sobre la gestión de la autori-
dad en el aula, uno de los aspectos clave para conseguir que el agente de sociali-
zación sea eficaz (en nuestro caso, para que el profesor convenza, atraiga y ense-
ñe) es que sea transparente y consecuente con las metas, los valores y los
propósitos educativos que quiere enseñar. Es decir, ha de procurar dejar claro
qué es lo adecuado y lo que no, lo primordial y lo insustancial; debe mostrar
los objetivos últimos de cualquier enseñanza y privilegiar su consecución.
En definitiva, si un profesor demuestra estar bien informado, que tiene cierta autori-
dad en la materia, se le considera creíble. De la misma forma, si una persona parece sin-
cera, bien intencionada, generosa, etc., también se le considera digna de confianza.
Nótese que siempre remarcamos la idea de parecer, no de ser, que a estos efectos son
términos equivalentes.
37
Siempre que uno busca referencias en los estudios de comunicación sobre qué as-
pectos facilitan, no sólo la transmisión de información, sino también la capacidad
de una persona por persuadir a su interlocutor, se encuentra que, con frecuencia,
se destaca una característica que tiene que ver de alguna forma con el atractivo de
quien comunica el mensaje.
Si llevamos estas ideas al campo educativo, debemos buscar qué aspectos deter-
minan el atractivo del docente. Rápidamente desechamos que ese atractivo ten-
ga que ver con las características físicas del profesor. No sólo descartamos el valor
de lo físico; la experiencia y la investigación señalan, además, un cierto rechazo a
considerar lo corporal como factor determinante en la respuesta motivacional
y conductual de los alumnos.
38
actividad académica. Allí señalábamos la pertinencia de que todo lo que se apren-
da esté en la zona de desarrollo próximo del aprendiz, que enlace con lo que ya
sabe, con sus conocimientos previos.
Ahora conviene destacar, además, otras cuestiones clave del contenido del dis-
curso para que éste cumpla un papel energetizador de los aprendizajes, princi-
palmente que lo que transmita tenga sentido y utilidad personal. Es decir, si
queremos enseñar e interesar hace falta responder para qué debemos aprender
determinados conocimientos.
Eso significa que las referencias a la utilidad personal del aprendizaje, a los servi-
cios que para el aprendiz puede reportar esa adquisición, no son sólo un bello
ornamento, sino que además constituyen un elemento esencial para la enseñan-
za. Cuando un docente se entretiene en sus explicaciones en ilustrar, en buscar
ejemplos de los diversos usos que puede cumplir un determinado aprendizaje, es-
tá haciendo algo más que ser ameno, está enseñando.
Para empezar también este nuevo apartado le sugerimos otro breve ejercicio.
ACTIVIDADES
7. Si ejerce o ha ejercido como docente, nadie mejor que usted sabe el importante
papel que juega la comunicación en la educación. Por eso, le invitamos a que re-
flexione sobre las características que debe reunir un profesor para ser considera-
do un buen comunicador.
a) ¿Qué hay que hacer para dar bien una clase?
La educación es guiar, encauzar y convencer; es, además, entre otras cosas, ani-
mar al estudio. De manera que en la educación cobra especial importancia las
formas argumentativas y expresivas del discurso, lo que clásicamente se ha lla-
mado retórica, los modos de exponer y las maneras de mover los ánimos, que
decía Cicerón. Entre los temas típicos del estudio de la retórica están los aspec-
tos relacionados con el uso del humor y las emociones, la relación entre elocuencia
y gramática, las fuentes de la evidencia y el razonamiento ético o moral, el ora-
dor y su público, la pureza gramatical, el estilo y sus problemas, etc.
En cualquier caso, la importancia de la retórica de un discurso reside en que la
fuerza del significado se transmite también en las conexiones entre eventos, en
cómo se estructuren las transiciones entre estados narrativos; en ellas está el sen-
tido de la trama expuesta. Y en sus rupturas estará la carga emocional del mensa-
je, el pegamento que fija la atención del alumno, etc. La comunicación depende
mucho de las formas, de sus reglas y conexiones.
Esto enlaza con lo que decíamos al principio al parafrasear a Bruner, cuando afir-
mábamos la necesidad de tener en cuenta estas gramáticas en los discursos del
aula, porque en ella no sólo se transmiten conocimientos, sino que también se
privilegian unos procedimientos, metas y formas de actuar, esto es, se transmiten
motivos y su sintaxis.
39
Veamos, pues, algunos de los constituyentes de esos modos de articulación del
discurso que afectan de forma significativa a la motivación y al aprendizaje.
Un ambiente de aprendizaje necesita no sólo seguridad, también tiene que ser un es-
pacio de relaciones interpersonales en donde predominen la aceptación y el respeto
mutuo. En esas circunstancias de seguridad y aceptación, los alumnos tendrán las condi-
ciones mínimas para participar, para equivocarse, para corregir y para poner a prueba
los conocimientos que van adquiriendo.
En consecuencia, tener en cuenta los elementos discursivos que proporcionan la base
para un clima emocional positivo es muy importante.
Ahora vamos a reflexionar sobre el fenómeno contrario, sobre las ventajas de las
rupturas y de lo imprevisible.
Los mensajes con contenido emocional, siempre que no sean irracionales, generan una ma-
yor implicación del sujeto en su recepción (Boster y Mongeau, 1984; Igartua y Páez, 1995).
40
atractivo y útil un tema. Pero, además, estos comentarios al Lecturas recomendadas
margen pueden indicar la cercanía de actitudes entre un
Recomendamos al lector inte-
profesor y sus alumnos, aspecto que antes hemos resaltado resado en la teoría de la ruptu-
como un factor importante en la persuasión, en el atractivo ra de lo previsto en el libro:
y en la credibilidad del docente. • Madler, G. (1975): Mind and
emotion. Nueva York: John
No siempre las rupturas en el discurso de clase están provoca- Wiley and Sons. En esta obra
das intencionalmente, muchas veces las consiguen nuestros Madler recoge brevemente
pacientes alumnos con poco esfuerzo; en otras ocasiones, es- las ideas que mantienen que
tas interrupciones son fruto de las necesarias rectificaciones a nuestro aparato psíquico pre-
fiere vivir en un mundo cohe-
nuestras equivocaciones. Uno de los momentos que más aten-
rente y ordenado. Según esta
ción suscita a los alumnos de una clase, que más informa so- teoría nuestra memoria sue-
bre la manera de enseñar y de donde, en consecuencia, los le acabar formando guiones
otros toman muy buena nota de la actuación del docente y prototípicos sobre las acciones
de sus auténticas metas, son en las situaciones en las que el corrientes y pertinentes en ca-
da escenario. De manera que
profesor tiene que enfrentarse a cualquier adversidad que
la emoción humana se pro-
surge en el aula. duce principalmente cuando
un acontecimiento provoca
El modo de reaccionar de los docentes ante las dificultades o sus que se interrumpa ese guión
equivocaciones, determina, en buen grado, la confianza que ge- canónico, cuando surge una
nera un determinado profesor a sus estudiantes. ruptura sobre lo previsto. Ése
es el fundamento del chiste y,
también, del miedo.
c) El uso de recursos retóricos
Uno de los medios más usados en nuestro lenguaje para relacionar ideas afines en
sus significados es el recurso a la figura retórica, al símil, a la comparación, a la me-
táfora. La función de las metáforas en la vida y en la ciencia ha sido claramente
destacada por muchos autores (Leary, 1990; Ricoeur, 1975).
41
e) Papeles comunicativos Lecturas recomendadas
Una interacción educativa pretende que el aprendizaje surja • Cazden, C. B. (1991): El discur-
del contraste de pareceres y del apoyo mutuo. En este senti- so en el aula. El lenguaje de la
do, las expresiones y los mecanismos comunicativos que regu- enseñanza y del aprendizaje.
Barcelona: Paidós. Es este tí-
lan los diálogos y las controversias cobran un papel funda-
tulo uno de los más señeros en
mental. La cesión de los turnos de palabra es el mecanismo el campo del estudio de la so-
básico para el diálogo (Forman y Cazden, 1985). ¡Qué difícil ciolingüística aplicada a la
es enseñar que hay que dejar hablar a los demás, dejarles ter- educación. En el libro desta-
minar e intentar escucharles! Los silencios y las pausas para can tres grandes apartados: las
formas comunicativas regula-
ceder turnos en una interacción casi se convierten, en el mun-
das por el profesor, las que se
do individualista que vivimos, más en un arte que en una sa- producen en intercambios en-
na costumbre. A este respecto conviene recordar los trabajos tre iguales y, finalmente, un
que demuestran (ver Cazden, 1991) el buen uso que hacen de análisis más específico de los
los silencios los buenos profesores. tipos de formatos conversa-
cionales de ambos bloques.
En esta misma línea, para facilitar la interacción es conve- Cazden juega de diversas ma-
niente enseñar a emitir expresiones que incluyen preguntas neras con una idea funda-
mental, la peculiaridad que
y dudas (Cooper, Marquis y Ayers-López, 1982). Saber pre-
plantean unos formatos co-
guntar es tan básico que una interacción se mantiene mejor municativos en el mundo edu-
con buenas preguntas que con estupendas respuestas. Más cativo generalmente muy rí-
adelante, cuando se describan las categorías de análisis del gidos cuando el profesor go-
discurso que se desprenden de estas ideas, tendremos la oca- bierna la interacción frente a
la frescura y flexibilidad de la
sión de mostrar los diferentes tipos de preguntas y respues-
comunicación entre iguales.
tas que solemos usar los docentes, ya verá qué curiosas son.
La elaboración del conocimiento personal exige la ayuda experta o la colabora-
ción entusiasta de los otros. Las ayudas que se proporcionan en clase son de todo
tipo, desde las referidas al contenido del aprendizaje, hasta las que funcionan co-
mo criterio para evaluar y medir los ajustes o desajustes de lo aprendido, pasando
por las formas de organizar esos contenidos, así como las relacionadas con las ma-
neras de comunicar y exteriorizar los procesos de pensamiento y de recuerdo que
se ha seguido durante la realización de la tarea.
Clima emocional
42
3.4. ¿Cómo recibe y asimila el alumno los discursos del aula?
Analizaremos ahora los procesos relativos al propio sujeto que recibe la informa-
ción, del alumno que aprende o que pacientemente escucha y tiene que atender
a las múltiples demandas de las actividades académicas. Antes que nada conviene
diferenciar algo que suele confundirse con frecuencia:
• Los procesos implicados en la recepción, escucha y análisis de los discursos, por
un lado.
• Y los procesos relacionados con la asimilación y apropiación de dichas informa-
ciones para su uso posterior.
El resultado final es que cuando una persona recibe un mensaje no sólo queda impre-
sionada (en el sentido filosófico del término), hace algo más, lo comprende, y, más aún,
lo interpreta. Nunca nos quedamos sólo con el contenido real de un mensaje, lo trans-
formamos en virtud de nuestras actitudes, prejuicios y de las demandas de cada situa-
ción. En esta visión de entender los procesos de recepción, el sujeto paciente de la so-
cialización es también su propio agente.
Uno de los modelos actuales que mejor puede describir este primer proceso de
escucha y análisis de la información recibida es el modelo de la probabilidad
de elaboración de Petty y Cacioppo (1986). Básicamente lo que se defiende es
que, al recibir un mensaje, cada uno de nosotros puede hacerse con el mismo de
diferentes maneras: implicarse al máximo y llevar a cabo una minuciosa elabora-
ción de la información, un análisis profundo del contenido, o, por el contrario, no
implicarse apenas y hacer una lectura superficial del discurso.
Lo que determina que el discurso se reciba plenamente o no, depende de dos
factores:
• La motivación que tengamos en ese momento.
• El uso que hagamos de nuestras capacidades y de nuestro conocimiento sobre
esos temas.
Expresemos gráficamente esta idea:
43
La elaboración profunda de un mensaje depende, por tanto, de factores como el
grado de interés o relevancia del contenido del discurso para la persona, de la
necesidad que tenga de mayor conocimiento al respecto, del dominio que posea
sobre el tema, etc.
En definitiva, cuanto más central, consciente o crítica sea la elaboración del mensaje,
más se profundiza en su contenido. En cambio, si la implicación es mínima, la elabora-
ción también lo será y estará más sujeta a aspectos externos al mensaje.
Por ejemplo, haga la siguiente prueba: recuerde a qué puntos presta atención
cuando escucha a un experto que trata un tema que a usted le interesa de ma-
nera particular y en qué cosas se fija cuando lo que tiene que sufrir no merece la
pena.
44
En concreto, los grados de interiorización de las destrezas y los conocimientos
que conseguimos estarían organizados, en nuestra propuesta, en cuatro niveles,
tal y como se representa gráficamente en el siguiente esquema:
Veamos ahora con más detalle qué tipo de conocimientos es capaz de asimilar un
sujeto en cada una de estas fases.
45
c) Tercer nivel: de asimilación más profunda
Empieza aquí propiamente la verdadera adquisición, se consigue que los modelos ex-
ternos comiencen a confundirse con patrones básicos de competencias del individuo.
46
3.5.1. El docente como agente del discurso
a) Tipos de metas
En relación con este tema, es necesario que el docente analice qué tipos de metas
propone a sus alumnos en cada una de las actividades educativas. Formularse
preguntas como las que se muestran a continuación le proporcionará interesante
información sobre su propia acción motivacional en el aula.
• Submetas explícitas o no
47
Indicadores de credibilidad y atractivo del docente
Cuando tiene que explicar nuevos contenidos a sus alumnos, cómo lo hace:
• ¿De forma directa? ¿O mediante preguntas/problemas?
• Según va avanzando en la explicación, ¿va recapitulando los aspectos que son
más importantes?
• ¿Anticipa en algún momento contenidos/competencias de sesiones posteriores?
Resumiendo gráficamente lo que se ha expuesto en este epígrafe, podemos con-
cluir que el docente debe prestar especial atención a los siguientes aspectos:
48
El contenido de los mensajes
• Recapitulación
de conocimientos previos
Planteamiento/Activación
de los conocimientos previos
• Uso de organizadores
previos
• Explicación directa
o preguntas/problema
Formas de enseñanza • Recapitulación
de la información nueva de lo aprendido
• Anticipación de sesiones
posteriores
a) El clima emocional
Como se ha puesto de manifiesto en este módulo, un ambiente de aprendizaje
requiere también un clima emocional positivo. ¿De qué manera intenta usted
crear en el aula ese ambiente?
En esta misma línea de análisis es importante, asimismo, que usted reflexione so-
bre su discurso en el aula y vea hasta qué medida los mensajes que transmite a
sus alumnos contribuyen a crear un clima de aceptación y respeto.
49
• Si su respuesta ha sido positiva, habrá observado por propia experiencia que,
en ciertos momentos, hacer un alto en clase para contar alguna anécdota, ha-
cer alguna broma, contar alguna «batallita» personal, cambiar el tono de voz y
enlazar las distintas informaciones mediante cláusulas de conexión, tales como
«en relación con…», «a pesar de…», etc., le han permitido captar el interés de
los alumnos que estaban distraídos y retomar al cabo de pocos minutos el hilo
de lo que intentaba explicar.
• Si su respuesta ha sido negativa, le aconsejamos que empiece a investigar con
ese tipo de recursos y que los vaya poniendo en práctica. Pronto se dará cuenta
de los beneficios y mejoras que puede obtener con estos elementos desde un
punto de vista motivacional.
Al igual que las inflexiones emocionales permiten atraer la atención de los alum-
nos en determinadas ocasiones, también el uso de recursos retóricos puede cum-
plir ese mismo objetivo. ¿Es consciente usted de utilizar en el aula esta clase de
recursos? Observe, de acuerdo a la información que se presenta en el siguiente
cuadro, con qué finalidad los utiliza y en qué contextos recurre a ellos de forma
habitual. Si identifica alguna finalidad de la que tal vez no se había percatado, le
aconsejamos que no deje de considerarla para futuras ocasiones.
¿Como
• Los recursos retóricos se usan para explicar, acla-
herramientas
rar o ejemplificar los contenidos que está desa-
de desarrollo
rrollando el profesor.
de la clase?
d) Cláusulas de regulación
50
• ¿Cuándo hay que explicar cómo debe realizarse una tarea (cláusulas
de regulación de comportamiento), qué tipo de instrucciones
utiliza? ¿Directas (orientadas a la acción)? ¿O retóricas, indirectas
? (orientadas al convencimiento, la persuasión, la reflexión)?
• ¿Procede de la misma manera cuando tiene que dar instrucciones
sobre usos de procesos mentales o psicológicos? (Modos de
atender, de pensar, de querer, etc.).
e) Papeles comunicativos
Teniendo en cuenta que, como se ha afirmado en este módulo, el aprendizaje
debe surgir del contraste de pareceres y apoyo mutuo entre profesor y alumno,
resulta evidente que cuanto más recursos se empleen para fomentar la inter-
acción en el aula, mayor influencia se ejercerá sobre la respuesta motivacional de
los estudiantes. En este sentido, es esencial que usted reflexione sobre los si-
guientes elementos comunicativos:
Elementos comunicativos
¿Son intencionales? ¿No son intencionales?
• Dan pie a la intervención de los alum- • Indican que el profesor está pensan-
nos. do cómo seguir el discurso y/o que se
• Permiten recibir feedback verbal o no ha producido un bloqueo.
El uso de silencios verbal.
• Sirven para romper el discurso, para
señalar un cambio de tema, de con-
cepto, etc.
¿Son de control?
• El profesor sabe la respuesta y utiliza este tipo de preguntas como modo de ges-
tionar el aula.
¿Son de desarrollo?
• Se utilizan para continuar la explicación (desarrollo) de la clase. No son pregun-
Las preguntas tas de conocimiento, sino que sirven como reguladores.
que realiza
a los alumnos ¿Son de evaluación?
• Pretenden evaluar el conocimiento y/o procesos de razonamiento de los alum-
nos. Pueden incidir directamente en la calificación de los alumnos o ser un modo
de saber cuáles son los conocimientos que están adquiriendo; y plantearse de
forma cerrada (sólo hay una respuesta posible) o abierta (el alumno debe razo-
nar y elaborar una respuesta a partir de sus conocimientos previos y/o a partir de
la explicación que se está dando).
¿Son informativas? ¿Son de reflexión/elaboración?
Las respuestas
que da a las dudas • Responden a preguntas de solución • Guían el razonamiento del alumno y
de los alumnos única. pretenden que sea éste quien encuen-
tre la solución.
51
RESUMEN
Tomando como punto de partida el acrónimo TARGET, en las dos primeras unida-
des se han analizado los tres parámetros iniciales o dimensiones docentes que
afectan a la motivación: la Tarea, la Autoridad y el Reconocimiento.
52
información y a los procesos psicológicos implicados en la recepción y asimilación
de los mensajes educativos por parte de los estudiantes. Bajo el título «Las
categorías motivacionales del discurso en el aula», se ha incluido en esta unidad
un interesante apartado que ofrece al docente la posibilidad de reflexionar sobre
su propio discurso e identificar fácil y rápidamente si éste contiene los elementos
necesarios para despertar el interés por aprender y motivar a los alumnos.
53
GLOSARIO
Adaptación curricular
Se entiende por adaptación curricular aquellas modificaciones del currículo que
traducen un tipo de ayuda pedagógica prestada a un alumno o un grupo de
alumnos determinados para que alcancen las finalidades educativas que se expli-
citan en un currículo base.
Apoyo indirecto
Estructura de autoridad en el aula que, lejos de dar directrices rígidas o de ser to-
talmente permisivo con ellas, ofrece asesoramiento y orientación sobre cómo
actuar e informa de las consecuencias que pueden derivarse de un determinado
comportamiento.
Aprendizaje complejo
Véase aprendizaje significativo.
Asimilación
Proceso psicológico que consiste en comprender lo que se aprende e incorporar
los nuevos conocimientos a los anteriormente adquiridos.
Autorregulación
Conjunto de procesos mediante los cuales el sujeto controla consciente y volunta-
riamente su propia actividad.
Cláusulas de regulación
Componentes del discurso que sirven para orientar y dirigir la actuación de
los alumnos y del profesor en el aula; y entre los que se encuentran: las metas, los
planes, las expectativas y los modos de proceder.
54
Clima emocional
Resultante del conjunto de fuerzas que actúan en un grupo y que intervienen en la
generación de afectos individuales y grupales. Es decir, en aspectos tales como
la satisfacción, la seguridad, el atractivo, etc. que el grupo genera en sus miembros.
Clima social
Conjunto de normas, creencias y metas presentes en una organización. De modo
especial tiene que ver con los comportamientos que se generan, con las reaccio-
nes que provocan esos comportamientos en otros y con la manera en que evalua-
mos y planificamos nuestras conductas futuras.
Conocimientos previos
Conjunto de concepciones, representaciones y significados que los alumnos po-
seen en relación con los distintos contenidos de aprendizaje que se proponen
para su asimilación y construcción. Los alumnos se valen de tales conocimientos
previos para interpretar la realidad y los nuevos contenidos, por lo que resulta
necesario identificarlos (en muchos casos serán parciales, erróneos) y activarlos,
para convertirlos en punto de partida de los nuevos aprendizajes.
Credibilidad
Atribución que se puede hacer a una persona o a sus discursos y que tiene que
ver con el dominio de la materia de la que se está hablando, la sinceridad o la
flexibilidad.
Curiosidad
Atracción hacia un objeto, fenómeno o idea nuevos, que despierta el deseo de
conocerlos. Supone una «inquietud», el sentimiento de que algo está incompleto
o carece de armonía. Se considera como una variable motivacional que activa, re-
gula y orienta la conducta.
Interiorización
En Psicología, proceso mediante el que una persona incorpora a su bagaje perso-
nal un proceso o habilidad que antes no poseía.
Multidimensionalidad
Rasgo característico de aquellas tareas educativas que se plantean conseguir un
mismo objetivo con diferentes acciones o que, al contrario, proponen una misma
acción que sirve para varias finalidades.
55
Norma
Regla que dirige la conducta y que se halla presente dondequiera que el pensa-
miento, el lenguaje o el obrar humanos se ordenan legalmente.
Reconocimiento
Valoración positiva de una acción. Elogio o alabanza.
Reto moderado
Correspondencia que debe existir entre el nivel de dificultad de una tarea y los
conocimientos de los que dispone un alumno para realizarla. Una tarea plantea
un reto moderado y resulta motivadora cuando exige un nivel de conocimientos
algo superior a los conocimientos que ya se tienen adquiridos.
Retórica
Arte del bien decir, de embellecer la expresión de los conceptos, de dar al
lenguaje escrito o hablado la eficacia suficiente para deleitar, persuadir o
convencer.
Semejanza actitudinal
Término relacionado con la cercanía de opiniones, deseos o habilidades que com-
parten dos o más personas sobre una actividad o función humana.
Sensación de control
Percepción personal del grado de control o dominio que una persona tiene sobre
la actividad que desempeña.
Tarea fragmentable
Actividad que puede descomponerse en varios pasos o momentos, a cada uno de
los cuales se le asigna un meta u objetivo particular.
Utilidad histórica
Conjunto de razones históricas y contextuales que permiten entender por qué y,
sobre todo, para qué se elaboró un determinado saber.
Utilidad material-instrumental
Conjunto de razones que permiten conocer para qué sirve un determinado cono-
cimiento en una cultura o grupo cultural concreto.
Utilidad personal
Conjunto de razones subjetivas que permiten a una persona valorar si un deter-
minado conocimiento le ayuda a resolver u organizar un determinado problema.
56
Zona de Desarrollo Próximo
Término acuñado por la escuela socio-histórica de Vygostski para designar la dis-
tancia que separa las tareas que un aprendiz es capaz de hacer solo de aquellas
otras que es capaz de hacer con ayuda de otros.
57
ANEXO
Unidad 1
• Actividad 1 (p. 10)
a) ¿Considera que la actividad que acaba de realizar tiene una estructura multidi-
mensional? ¿Por qué? Indique los aspectos de la actividad que le hacen pensar
eso.
Su respuesta a esta pregunta debería haber sido afirmativa. Usted podría ha-
ber argumentado su opinión refiriéndose, por ejemplo, al hecho de que el
ejercicio se plantea de forma abierta, y, que, por tanto, ha tenido plena liber-
tad para escoger la tarea que más ha despertado su interés.
b) ¿Le parece que la propuesta se presenta de forma fragmentada? ¿Es fácilmen-
te fragmentable?
La tarea no se presenta de forma fragmentada pero los puzzles del Tangram
son fácilmente fragmentables. No lo son, en cambio, los Anagramas, ya que no
sería sencillo definir soluciones parciales.
c) ¿Cree que la actividad establece un reto moderado para usted? ¿Y para otras
personas cuyo nivel de habilidad sea distinto al suyo?
Una actividad plantea un reto moderado en la medida que exige un nivel de
conocimientos algo superior en relación con el actual nivel de conocimientos
del alumno. Si el nivel exigido es inferior, existe el riesgo de que el alumno se
aburra; si es muy elevado, por contra, generaremos en él una sensación de an-
siedad tal que le impedirá enfrentarse a la tarea.
58
Dada la diversidad de niveles de aprendizaje que puede haber en un aula, lo
importante es que el profesor diseñe actividades como la que usted acaba de
llevar a cabo, es decir, con distintos niveles de dificultad para que los alumnos
escojan uno en función de sus conocimientos. Así, les resultará mucho más fá-
cil encontrar, como usted mismo ha encontrado solucionando esta actividad,
el nivel de reto moderado que ellos necesitan.
d) ¿Ha sido activada su curiosidad de forma explícita? Haga una sugerencia para
lograrlo y valore el esfuerzo que conlleva.
La actividad en sí misma aporta pocos elementos que activen explícitamente la
curiosidad del alumno. En el pasatiempo del Tangram podrían utilizarse con
esa finalidad las referencias que se aportan en torno a los milenarios orígenes
de este juego, así como a su procedencia geográfica. En el de los Anagramas
habría que realizar un mayor esfuerzo puesto que en este caso no aparece nin-
guna información adicional que cumpla con este objetivo.
En cualquier caso, el carácter lúdico de la actividad puede despertar la curiosi-
dad del alumno por realizar el ejercicio.
e) ¿Sus conocimientos previos han sido activados? ¿Considera usted necesario
que se hubiera hecho de forma explícita?
Más que activar los conocimientos previos lo que la tarea requiere es que
usted haya comprendido muy bien las consignas para realizarla.
f) ¿A qué tipo de utilidad, de los tres modelos que se han visto en esta unidad,
podría asociarse una actividad como la que ha realizado?
Preferiblemente a la utilidad personal, en tanto que la realización de estas ta-
reas le ha servido para demostrarse a sí mismo que usted es capaz de aceptar
retos en un contexto lúdico pero con evaluación de resultados.
g) ¿Hacia qué aspecto de la actividad se ha visto orientado: al proceso o al resul-
tado? ¿De qué modo?
No hay una respuesta única para esta pregunta.
Si usted es una persona con una orientación motivacional al aprendizaje, pro-
bablemente se haya sentido orientado al proceso, y que en su respuesta haya
hecho alusión a lo bien que se lo ha pasado resolviendo la actividad. Es posi-
ble, también, que haya querido resaltar como aspecto positivo ese margen de
libertad con el que se le ha permitido trabajar a lo largo de todo el ejercicio.
Si es usted una persona con una orientación motivacional al lucimiento, en
cambio, probablemente se haya sentido orientado al resultado. Si este es su
caso, lea de nuevo su respuesta y observe si ha incluido en ella alguna referen-
cia al grado de dificultad de la tarea y a su especial habilidad por haber llega-
do a la solución correcta.
h) ¿Cree que esta actividad es coherente con el tipo de discurso que se ha mante-
nido a lo largo de la unidad? ¿En qué aspectos?
Existen varias razones para afirmar que, efectivamente, la actividad presenta
un alto nivel de coherencia con los contenidos trabajados en esta unidad. En-
tre otras cuestiones, debería haberse puesto de relieve que la tarea es frag-
mentable y multidimensional; que plantea distintos niveles de dificultad y que,
por tanto, se ha diseñado respetando el principio del «reto moderado». Ade-
más, se podría haber comentado también que, por su carácter lúdico, esta ta-
rea activa fácilmente la curiosidad del alumno.
59
Unidad 2
• Actividad 3 (p. 23)
60
2. Piezas de Tangram
✄
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✄
61
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Alonso Tapia, J. (1997): Motivar para el aprendizaje: teoría y estrategias. Barcelo-
na: Edebé.
Se recomienda leer esta obra tanto en el módulo 2 como en el módulo 1 de este curso.
En este libro, el profesor Alonso trata de acercar sus conocimientos como investigador en
el terreno de las estrategias de aprendizaje y la motivación a aquellos docentes que desa-
rrollan su labor profesional en cursos de Primaria y Secundaria. Junto con una exposición
clara y sugerente de los distintos conceptos teóricos hoy asentados en estos campos, el autor
aporta, asimismo, un conjunto de ejemplos reales sobre su aplicación que, en la mayoría
de los casos, han elaborado y puesto en práctica profesores en ejercicio. En resumen, una
excelente combinación de los conocimientos de la investigación y la práctica educativa,
que enriquece ambas dimensiones y resulta muy útil para el enseñante ávido de pescado
pero también de conocimientos sobre la pesca.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
62
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aula: actividad conjunta y dispositivos semióticos en el control y seguimiento mu-
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discurso en el aula. Aproximaciones al estudio del discurso educacional. Madrid:
Fundación Infancia y Aprendizaje.
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64
La intervención motivacional en el aula es una obra colectiva desarrollada por el departamento
Santillana Docentes.
Autores:
ISBN: 84-294-7772-1