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Se entrega el dato –de la población juvenil- con respecto a la identificación con los partidos
políticos, donde tomando datos del CEP, se señala que en el año 90’ esta identificación era
cercana al 80%, sin embargo dos década más tarde, ese porcentaje bajaría al 50% 1, también
si esto se compara con otros países, la desafección es bastante alta, esto al medir
indicadores relacionados a la confianza que se tiene en los partidos políticos. 2
Se expresa por parte del autor, que si bien existe un rechazo a la política formal, los jóvenes
no se han quedado estáticos, sino más bien, han tenido mecanismos de expresión donde se
señalan movilizaciones como las del 2006, 2011.
El argumento central del autor refiere a que la desafección política actual por parte de los
jóvenes, se explicaría por la existencia de una importante desconexión entre el sistema
político chileno y los ciudadanos comunes, lo cual estaría dado por una serie de herencias
político-institucionales de la dictadura y de la transición que restructuraron a su entender, la
relación entre política y sociedad en Chile. Se plantea que esta restructuración habría tenido
como objetivo el aislar al sistema político de eventuales presiones que pudiera ejercer la
sociedad civil; y que esta al encontrarse distanciada de la clase dirigente, generaría un
rechazo hacia la política formal. Todo lo anterior, vendría dado por lo que el autor califica
como tres tipos de percepciones que se asocian a esta “generación de desafección”:
sentimientos de falta de representatividad, sentimientos de ineficacia política y
percepciones negativas respecto al funcionamiento interno de los partidos políticos 3.
De la mano con lo anterior, el autor profundiza con respecto a los jóvenes, al señalar que
esta desafección y/o desconexión se ve acrecentada en aquel segmento de la sociedad,
debido a que estos votan poco o simplemente no lo hacen, por tanto, se generarían menos
lazos con la clase política debido a que no les serían útiles para reproducir sus posiciones de
poder; provocando a su vez en los jóvenes, expresiones de estos sentimientos de una
manera mucho más activa, inaugurando lo que sería una nueva forma de hacer política 4.
Esto quizás refiriéndose al tema de los movimientos sociales, organización horizontal,
asambleísmo, etc.
Lo que entra en cuestionamiento respecto al régimen político según el autor, sería: sus
principios, procesos e instituciones. Por tanto, mostrar signos de desafección, no
necesariamente se deben entender como una apatía frente al entorno social o desinterés por
lo político, sino más bien, un rechazo a las instituciones políticas y los canales formales de
participación, que utilizando las categorías y diferenciaciones de Mouffe, sería más bien un
rechazo hacia <<la política>>.7
Bibliografía: Donoso (2004) – Borri (2016) – Della Porta y Diani (2006) – Raschke en
Román (2002) – Melucci (2010) – Offe (1992) – Touraine (1987)
Autonomía política de los movimientos estudiantiles recientes
Se toma la teoría de “movilización de recursos” en tanto que esta, permite revisar las dinámicas de
organización desarrolladas por los estudiantes; y de la teoría de los “nuevos movimientos sociales”
se extrae aquella discusión respecto al rol de la autonomía política como factor de perdurabilidad
del movimiento que sea abordado. Se plantea que los estudiantes construyen un framing (encuadre)
determinado para entender cómo funcionaba el sistema educativo (en aquel caso, ya que nosotros
nos remitiremos al sistema político).
De los movimientos y/o movilizaciones previas, se heredaron una serie de demandas pospuestas, así
como también y en particular, nuevos mecanismos de organización y repertorios de movilización, lo
cual jugó un factor a la hora de “contener las vinculaciones partidarias”. En este sentido, las
movilizaciones juegan un papel central en la fisonomía del movimiento estudiantil en su conjunto.
Todo el desarrollo responde ciertamente a las experiencias previas, con sus triunfos y fracasos, lo
cual sumado a estas nuevas dinámicas podría conllevar un nuevo entendimiento de “lo político” y
“la política” por parte de los estudiantes secundarios referenciados.
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Idem.
Crítica a Peña: Como no pueden satisfacer sus pulsiones primarias
(consumo) se levantan como bestias. Así, no hay política, demandas ni -sobre
todo- justificación alguna para el descontento.
- Parece que algo queda de ese aire teleológico -la historia se dirige necesariamente a
determinado fin- de la izquierda del siglo XX. Es mejor asumir que realidad es
contingente e indeterminada, y que por lo mismo todo esto puede terminar en algo
muy lejano a nuestras expectativas