de defensa y el debido proceso en las normas rectoras del Código.
El artículo 8odel Código de Procedimiento Penal con
tiene los elementos fundamentales del derecho a no autoin- criminarse como parte del derecho de defensa, lo que obli ga a reflexionar sobre la prohibición probatoria para las autoridades de la administración de justicia cuando preten den obtener información a partir del indiciado, imputado o acusado; esto es, el artículo 8oes una norma rectora del pro cedimiento que necesariamente irradia su marco herme- néutico a las disposiciones pertinentes del Código, entre otras los artículos 131 (renuncia al derecho a guardar silen cio); 139 (6) (deber judicial de dejar constancia de cumpli miento de las normas referentes a garantías y derechos del imputado), 282 (advertencias previas en el interrogatorio del indiciado); 303 (derecho del capturado a guardar silencio y no incriminarse); 367 (deber judicial de advertencia al acu sado sobre derecho a guardar silencio y no incriminarse al inicio de la audiencia de juicio oral). En segundo lugar, el artículo 8o al contemplar la pro hibición de no declarar contra sí mismo y a guardar silencio como parte del derecho de defensa, inevitablemente se rela ciona con el debido proceso. Con la extensión que le dio la Corte Constitucional17al derecho de defensa, se ha de enten der que el cumplimiento de formas y ritual|$ para obtener información del imputado, indiciado o acusado son abso lutamente obligatorias y su omisión o violación (prohibición de obtención) tendrían como consecuencia la ineficacia del
17 Sentencia C-799 de 2005.
LAS PROHIBICIONES DE PRUEBA EN EL PROCESO PENAL 163
acto que se traduce en una prohibición de valoración de la
información producida con vulneración del debido proceso.
B) Deberes positivos de información y verificación
por los jueces y autoridades de persecución penal sobre el derecho a no declarar y a no incriminarse.
El mosaico normativo anterior muestra con detalle que
las autoridades de persecución penal están obligadas a ad vertir e instruir a los interrogados en forma positiva sobre su derecho a permanecer en silencio y a no declarar contra sí mismo. A este respecto, la doctrina y la jurisprudencia se han planteado el problema de cuáles son las consecuencias que se desprenden de obtener una información autoin- criminatoria sin que se le hagan las advertencias de rigor al declarante cuando eventualmente se obtenga información que luego fundamente la responsabilidad penal. Para acla rar lo que a nuestra legislación corresponde es menester ob servar io ocurrido en el derecho comparado. Como se sabe no se trata de un simple rigor o formu lismo sacramental el advertir al interrogado sobre el derecho de rehusarse a declarar o incriminar a parientes cercanos, sino que la historia de este principio en el derecho compa rado ha mostrado con toda su vitalidad la virtud del mode lo acusatorio al conformar todo un muro de contención con tra las inferencias de responsabilidad a partir del silencio y los métodos de interrogatorio que compelen al declarante a hablar en contra de sí mismo (reminiscencia de la tortura). La doctrina germana en este punto fue bastante crítica de lajurisprudencia antigua que consideró las instrucciones