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En
1936[ CITATION Urr11 \l 3082 ]
1935 desalojo de familias paseo de bolívar traslado al barrio centenario y la maria (erradicación de
tugurios)
Calle 79 (residencial)
Carreras 14 y 15 (residencial
El Nogal (residencial)
El Listón (obrero)
Gratamira (residencial)
Sin embargo, en 1935 el Banco reflexiona sobre la creación de mecanismos que faciliten la
construcción de soluciones de vivienda a través de una propuesta presentada por la compañía
urbanizadora “La Urbana”: Hacia 1935, dice en sus informes (Julio E. Lleras, cofundador del
banco), esta preocupación vino a encontrar una coyuntura providencial en la propuesta
presentada por la firma “La Urbana” a propósito de una fórmula que permitiera la construcción de
viviendas en terrenos de su propiedad. Tales viviendas deberían ser compradas, hasta entonces
cosa no conocida, con deudas que se crearan al momento de hacer la transferencia de la
propiedad a los nuevos propietarios” 109
RAMÍREZ Soto, Javier (1982). BCH hace 50 años. En: Revista Arco, número 257. Págs. 15-20
Apoyada por lña caja colombiana de ahorros el BCH La obra del BCH en el barrio Restrepo se vio
reflejada en la construcción de 26 casas para obreros inauguradas con motivo de la fiesta del 1 de
mayo de 1936, y fue la primera de una serie de intervenciones durante ese mismo año: 90 casas
en el barrio Muequetá y en la calle 67 (destinadas a empleados, con mayor área), 50 casas en el
barrio Las Mercedes y 30 casas en el barrio Bosque Calderón Tejada (proyecto urbano diseñado
por Ospinas & Cía), todas estas soluciones de vivienda ubicadas en la periferia de la ciudad de ese
entonces. Si bien desde un comienzo los esfuerzos del banco estuvieron dirigidos a la clase media,
llama la atención que el primer ejemplo de intervención haya sido materializado en un barrio
obrero, aunque se trata de un número relativamente bajo de viviendas de este tipo:
La época de la vivienda construida y financiada por entidades oficiales. En 1937, se creó el Instituto
de Crédito Territorial (ICT) para contribuir a la solución del déficit de vivienda de los estratos más
bajos del sector urbano. El Instituto compraba terrenos y construía urbanizaciones que
posteriormente vendía a plazos a precios e intereses inferiores a los del mercado a familias que
cumplieran ciertos criterios. La viabilidad financiera del Instituto se basaba en las transferencias
anuales del presupuesto nacional/enfocada a reducir la demanda de vivienda Pero su política de
subsidios lo hacía dependiente de los siempre escasos recursos del presupuesto nacional.
[ CITATION Urr11 \l 3082 ]
La Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero también estaba autorizada a hacer crédito para
vivienda rural, pero ese programa nunca fue una proporción importante de su cartera. Algunas
concentraciones de vivienda rural que se hicieron resultaron difíciles de vender, sugiriendo que la
demanda del campesinado de bajos ingresos por crédito para vivienda era limitada. La vivienda
campesina es en general de autoconstrucción.
La legislación laboral en Colombia estableció en 1950, el pago de la cesantía, que consistía en que
las empresas pagaran el equivalente a un mes de sueldo a sus empleados cuando estos se
retiraran o se despidieran, lo cual se justifico como un especie de seguro al desempleo. Se
estableció, sin embargo, que los trabajadores podían sacar recursos de esa cuenta para
construcción o gastos en adecuación de vivienda.
Una vez solucionado el tema de la expansión y consolidación de la ciudad el tema entra al interior
de la vivienda
La revista Anales de la Ingeniería no fue un vocero publicitario del urbanismo moderno, como lo
fue Proa; sin embargo, mirar la imagen y los mensajes desde esta revista a la ciudad inédita que se
construía en la década de los años cincuenta nos muestra rasgos del nuevo modo de vida en las
ciudades. En 1956, la publicidad comercial en Anales de la Ingeniería estaba dirigida al propietario
individual, y el marco del mensaje era la arquitectura: “No gaste usted más y obtenga una
verdadera economía”11; pero apenas dos años más tarde, en 1958 12, el mensaje estaba dirigido
a la construcción masiva, a los planes del Banco Central Hipotecario y del Instituto de Crédito
Territorial, que aseguraban al Estado como comprador de los productos de construcción. Este es
un claro indicador de que en Colombia comenzaba a perderse la arquitectura del cliente individual
en favor de las construcciones colectivas. Con este énfasis en las construcciones masivas terminó
la década de 1950.
Todo esto significó grandes cambios en la ciudad: el primero, en relación con la forma urbana, que
extendía su superficie en nuevos barrios habitacionales, a la vez que consolidaba los existentes
con una mayor densidad, resultado de la incorporación de edificios de apartamentos en sectores
de casas de uno o dos pisos y la citada construcción de grandes urbanizaciones. El segundo gran
cambio apareció en la modalidad de la construcción: tradicionalmente, la ciudad se construyó casa
a casa en los estratos medio y alto, por medio de la obra de arquitectos, y en los sectores de
menores recursos, mediante urbanizaciones o planes que proponían lotes con servicios. La
experiencia en la construcción de viviendas en serie para los sectores de menores ingresos, y la
idea de “ciudades dentro de la ciudad”, definieron un nuevo modo de intervención urbana y
arquitectónica.
“vivir en el marco de la plaza” perdió vigencia, dejó de tener sentido en la vida urbana. Pérgolis,
J. C. & Rodríguez-Ibarra, C. I. (2017). Las condiciones de partida: la ciudad colombiana
en años anteriores a 1980. En J. C. Pérgolis & C. I. Rodríguez-Ibarra. Imaginarios y
representaciones, Bogotá: 1950-2000 (pp. 39-60). Bogotá: Universidad Católica de
Colombia
Como se sabe, el texto central de planificación de los llamados Estudios para una ciudad en
marcha, presentados a manera de balance de su gestión (1966-1969) por el alcalde Barco, fue
Alternativas para el Desarrollo de Bogotá (CID, Universidad Nacional, 1969). Este texto deja
traslucir claramente los principios básicos de la estrategia diseñada por Currie para propiciar el
desarrollo general y urbano del país, los cuales se pueden resumir en cuatro puntos centrales: •
“Acelerar el crecimiento como condición del desarrollo” (Currie, 1974: 22). La estrategia general
fue concebida como un modelo de desarrollo cuya puesta en marcha le permitiría al país salir del
subdesarrollo crónico en el cual se hallaba estancado. Para tal efecto, debía permitirse –y aun
incentivarse– la expansión de las grandes ciudades, acelerando el proceso de urbanización del
país, con el fin de aprovechar los efectos multiplicadores de la concentración urbana, y, al mismo
tiempo, sustentar el desarrollo de una gran industria de la construcción, concebida como sector
líder de la economía nacional y capaz de impulsar el desarrollo sin los efectos colindantes que le
son propios a otros modelos: estrechez de la demanda, atraso tecnológico, dependencia de la
deuda externa, estrechez de la financiación, impulso a la inflación, etc.60. Para su 60 El Plan
Nacional de Desarrollo “Las Cuatro Estrategias”, presentado al Congreso de la República en julio
de 1971, sustentaba el desarrollo en sectores considerados líderes de la economía, hacia los cuales
se canalizaba la inversión del Estado: la vivienda, las exportaciones y la agricultura, para obtener
una alta tasa de crecimiento puesta en marcha, se debería desarrollar un sistema de financiación
especial basado en la canalización del ahorro privado hacia la construcción; sistema que años más
tarde quedará bautizado como el sistema de las Unidades de Poder Adquisitivo Constante (UPAC).
• Lograr un desarrollo urbano concentrado. En este sentido, en casos como el de Bogotá, se
presentaba una serie de problemas que deberían ser enfrentados con precisas y contundentes
políticas de ordenamiento del territorio. Por una parte, se decía, la expansión indiscriminada de la
ciudad agrava diariamente los problemas de dotación de servicios y de movilización pendular
entre los lugares de trabajo y de residencia. A su vez, el sistema de transporte estaba basado en
recorridos por superficie y con énfasis en el automóvil privado con un destino privilegiado: el
centro urbano (que concentra más del 70% del empleo de la ciudad). Estos tres factores resaltados
–baja densificación, mala distribución de usos en el territorio y deficiente sistema de transporte–
negaban la posibilidad de hacer eficiente la estructura urbana. Y prefiguraban las posibles políti cas
generales que deberían dar sustento al plan. • Descentralizar las actividades típicamente urbanas,
acción dirigida a acercar las fuentes de trabajo al usuario y, por lo tanto, a disminuir
sustancialmente distancia, frecuencia y tiempo invertido en los viajes. Dicho planteamiento
implicaba restar importancia al centro como lugar de empleo, impulsar la creación de nuevos
centros urbanos y complementar los incipientes, idea que se tradujo, inicialmente, en la categoría
de zonificación integrada que, aunque respetaba la noción monofuncional de cada zona de la
ciudad (conservando la ortodoxia CIAM), a la vez buscaba configurar zonas pequeñas
(autosuficientes) que debían permitir una distribución equilibrada de actividades en el territorio,
obteniéndose así “un máximo de intensidad con un mínimo costo” (CID, Universidad Nacional,
1969: 154). • Densificar la ocupación del territorio urbano, lo cual implicaba el cambio sustancial
del patrón de habitación, transformándolo de unifamiliar a multifamiliar en altas densidades. Este
planteamiento se traducía, por una parte, en la definición de un rígido perímetro de servicios, por
fuera del cual debía impedirse todo desarrollo (cinturón verde); y, por otra, en el impulso y lograr
un “período sostenido de crecimiento que acompañado de una mejor distribución, rompería el
círculo vicioso de la pobreza” (Currie, 1974: 21). 188 enero - diciembre de 2007 decidido y urgente
a la renovación urbana, con el fin de llevar vivienda en altas densidades a los alrededores del
centro urbano. El impulso dado al proyecto de Sans Façón fue la respuesta de mayor magnitud en
este campo. Todos estos aspectos técnico-económicos estaban articulados dentro de una
propuesta teórica presentada años más tarde por el propio Currie en Ciudades dentro de la ciudad
(1974). Este texto sintetizaba la interrelación necesaria entre los modelos de desarrollo nacional y
urbano, encaminada a alcanzar un mayor nivel en la producción de bienes y servicios, para
fortalecer así la economía y las bases de la vida en la ciudad: crecimiento, desarrollo, bienestar. De
allí, la necesidad de adaptar la estructura urbana al aumento sustantivo de la población y al
crecimiento de la economía61. La respuesta ofrecida fue entonces, por una parte, un modelo de
ordenamiento físico del territorio urbano –las ciudades dentro de la ciudad–62 y, por otra, la
organización del sector vivienda, con base en la promoción de un sistema preferen cial de
financiamiento.[ CITATION Cor07 \l 3082 ]
Lo anterior permite, como observa Alberto Saldarriaga3, añadir a la idea de modernización
fragmentaria, la de una modernización superficial o “aparente”, fundamentada precisamente en el
consumo de bienes y en la difusión de tecnología que no requiere cambios profundos en otros
órdenes. La Arquitectura y el poder en Bogotá durante el Gobierno del General Gustavo Rojas
Pinilla, 1953- 1957 1 Tabula rasa: Termino relacionado para expresar los valores constructivos
modernos por medio de tablas y métodos concernientes a las leyes del CIAM (Congreso
Internacional de Arquitectura Moderna). 2 MONTANER, Josep María. La modernidad superada.
Arquitectura, arte y pensamiento del Siglo XX. Barcelona: Gustavo Gili, 1997. p. 148. 3
SALDARRIAGA ROA, Alberto. Bogotá Siglo XX, arquitectura y vida urbana. Alcaldía Mayor de
Bogotá D.C. Bogotá: Departamento Administrativo de Planeación Distrital, 2000. p.15